Folleto "Il Trovatore" (Verdi)

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Escuela de Música y Danza VIVACE CICLO DE CONFERENCIAS 2019

“APRENDER A AMAR LA ÓPERA” GIUSEPPE VERDI (1813-1901)

Il Trovatore VERDI

Ópera en cuatro actos.

Libreto de Salvatore Cammarano, completado por Leone Emanuele Bardare, y basado en el drama en castellano El trovador (1836) de Antonio García Gutiérrez. Estrenada en el Teatro Apollo de Roma en enero de 1853.

Estrenada en España en el Teatro Real, Madrid, en febrero de 1854.

El Puerto de Santa María, 16/11/2019


Presentación Con Il Trovatore, Verdi, desnuda los sentimientos más extremos del hombre, nos mueve continuamente entre contrastes opuestos, amor y odio, violencia y calma, venganza y ternura, celeridad y suspensión o vulgaridad y refinamiento, muchos piensan que es la primera ópera de Verdi con un solo color predominante y muy reconocible, oscuro, violento y triste, que lo convierte en su obra más romántica. La historia de Il Trovatore se une de manera constante con hechos pasados, y su acción consiste en la revelación parcial de esos momentos ya acontecidos, Incluso el primer redoble de tambor suena como un eco de ese pasado, pronto comenzará el primero de muchos relatos que constituyen la estructura de la ópera; ya que la mayor parte de la acción no tiene lugar en el escenario, Verdi se limita a describir los hechos. Incluso para los eventos que ocurren en el presente, tales como la batalla de Castellor o la muerte de Manrico.

los protagonistas.

Esta falta de acción real crea un ambiente surrealista, fatalista y oscuro que deja intuir un destino que parece no estar en manos de

Il Trovatore es la segunda ópera de la conocida como “trilogía popular” de Verdi, compuesta entre Rigoletto y La Traviata. Esta trilogía destaca por una novedad argumental más realista y descarnada que lo escrito hasta la fecha, aunque a primera vista El Trovador parece la historia más convencional de las tres. Si se compara con un bufón, Rigoletto, o una cortesana, Traviata, el personaje de la gitana Azucena, tan desgarradoramente vengativa, lleva a la ópera a ese realismo abrupto, lo que lo distingue de una simple obra de capa y espada.


Argumento La acción transcurre en Zaragoza (Aragón, España) en el año 1413.

Acto I

Escena 1 En la sala de guardia del castillo de Aliferia, en Zaragoza (España), los guardias hablan de los asuntos de su comandante, el Conde de Luna. Comentan que el Conde pasa las noches bajo el balcón de la elegida de su corazón, que parece preferir las serenatas de cierto trovador... Los soldados que luchan contra el sueño, hacen que un viejo oficial, Ferrando, les vuelva a contar la terrible historia de García, hermano menor del Conde de Luna. García estaba todavía en la cuna cuando una horrible bruja le arrojó un maleficio. El empezó a debilitarse, y su padre creyó poder salvarlo enviando a la vieja gitana a la hoguera. Pero ésta tenía una hija que, para vengar a su madre, arrebató al niño. Nunca se encontró al pequeño García ni a su raptora. Sólo los restos calcinados de un niño de su edad encontrados en el lugar donde se ajustició a la bruja, sugerían que el niño había sido víctima de crueles represalias. Sin embargo, el viejo Conde creía que su hijo estaba vivo y en el lecho de muerte, hizo prometer a su hijo que continuaría con la búsqueda. El mismo Ferrando está seguro de poder reconocer a la hija de la bruja, incluso después de haber pasado veinte años. Todavía hoy, se considera que la bruja, en persona, aparece por el palacio. Cuando suenan las doce campanadas de medianoche, los hombres se dispersan presos de un miedo supersticioso. Escena 2

La escena se desarrolla, igualmente, por la noche, pero en los jardines del palacio. Leonora está haciendo confidencias a su doncella Inés sobre el amor que ella siente por un caballero desconocido que ella coronó tras su victoria en un torneo, pero que ella no volvió a ver tras el estallido de la guerra civil. Después, una noche, escuchó a un trovador que le daba una serenata en el jardín y ella reconoció en él al caballero de la armadura negra. Inés considera que esta relación es peligrosa y le aconseja que la olvide. Pero Leonora reafirma su pasión y dice que su amor por el tenor es eterno. Ella entra en el palacio acompañada de Inés y mientras tanto aparece el Conde. Él declara su amor por Leonora y al escuchar la voz de su rival, el trovador Manrico, es devorado por los celos. Se tranquiliza desde el momento en que Leonora se arroja a sus brazos. Pero lo que ha ocurrido es que, en la obscuridad de la noche, ella lo ha confundido con Manrico. Un rayo de Luna que atraviesa las nubes deshace el malentendido, y los tiernos impulsos de Leonora cambian de persona. El Conde


Luna furioso y Manrico embelesado se enfrentan violentamente. El primero amenaza al segundo, el cual tiene la doble culpa de ser su rival afortunado y un proscrito político. Ellos cogen la espada y se alejan para batirse en duelo, mientras que la joven cae desvanecida.

Acto II Escena 1

El segundo acto nos lleva a un campamento de zíngaros al pie de las montañas. Los nómadas cantan alegremente mientras trabajan (“coro del yunque”). Posteriormente son interrumpidos por el lamento lúgubre de una mujer sentada cerca del fuego: Azucena. Ella habla de un acontecimiento lejano que ya fue contado en el primer acto: la ejecución de una pretendida bruja condenada a ser quemada viva... El día avanza y los gitanos se dispersan. Sólo quedan Azucena y un joven (Manrico en persona) que la urge a que hable más sobre esta visión horrorosa que parece obsesionarla. Ella le vuelve a contar la historia de la bruja ajusticiada, con detalles escalofriantes, pero añadiendo una revelación capital: era tal su enloquecimiento por el dolor, que estaba indiferente a todo lo que no fuera la venganza reclamada por su madre, y en estas circunstancias y en plena locura, el niño que ella arrojó a las llamas no era el hijo del Conde sino su propio hijo.

Manrico que creía ser su hijo, le pregunta entonces con una cierta ingenuidad: “Pero, entonces, ¿quién soy yo?”. Azucena se desdice enseguida, pretendiendo que ella ha perdido la cabeza cuando ha evocado la terrible tragedia y asegura al joven que es su hijo, ¿sus cuidados maternales no le han salvado la vida?.


Manrico, entonces, le cuenta que después de su duelo con el Conde, al que inexplicablemente lo perdonó cuando lo tenía a su merced, fue vencido y dejado por muerto en el campo de batalla por su adversario menos generoso. Azucena le hace jurar que él no vacilará en matarlo si la ocasión se presenta de nuevo. Su conversación es interrumpida por la llegada de un mensajero trayendo la noticia de que Leonora, creyendo a Manrico muerto, va ha ingresar en un convento esa misma noche. A pesar de los esfuerzos de Azucena por retenerlo, el trovador salta sobre un caballo y desaparece. Escena 2

El Conde ha reunido a sus seguidores en el convento cerca de Castellor, donde Leonora tiene la intención de tomar el hábito. Él está decidido a impedírselo a cualquier precio y luego llevársela. Una campana anuncia el comienzo de la ceremonia, pero el Conde está cada vez más determinado a que Leonora sea suya. Ella pertenecerá al Conde y no a Dios. Ignorando al coro de religiosas que exhortan a la oración, el Conde continúa reclamando para él a Leonora.

Leonora, acompañada por algunos sirvientes afligidos, se prepara a cruzar el umbral del convento. Luna sale de su escondite y va a cogerla cuando un hombre se interpone: “¡Manrico!”. Todos lanzan exclamaciones liberando los diversos sentimientos que origina el ver al trovador resucitado y sin ningún problema para persuadir a Leonora de que lo siga. El Conde no quiere renunciar a su presa, pero los partidarios de Manrico lo desarman.


Acto III Escena 1 Al levantarse el telón se escuchan los cantos alegres de un coro de soldados en el campamento del Conde Luna, que va a atacar una plaza fuerte, Castellor, defendida por Manrico. Ferrando anuncia la captura de una zíngara acusada de espionaje. Es Azucena que, encadenada, es arrastrada hasta los pies del Conde. Ella responde con evasivas a los interrogatorios hasta el momento en que Ferrando, que la ha reconocido, la denuncia. Ella se traiciona a sí misma al llamar a Manrico para que la ayude. Entonces el Conde se regocija: al ajusticiar a Azucena, conseguirá dos objetivos a la vez, alcanzar a la madre de su peor enemigo y a la homicida de su hermano. Escena 2

En el interior del castillo de Castellor, donde Manrico se ha refugiado con Leonora, cerca de la capilla donde va a celebrarse el matrimonio de ambos. El primero da sus órdenes a la vista de como discurre la batalla. Después él busca a su prometida para tranquilizarla. Manrico canta su amor por Leonora: “Ah, sì, ben mio” (“Ah, sí, amor mío, soy tuyo”). Todo está dispuesto para la celebración del matrimonio y se oye en la lejanía el órgano de la capilla del castillo. Pero el dúo de amor no dura mucho, Ruíz, lugarteniente de Manrico, entra con la noticia de que Azucena ha sido apresada por las tropas del Conde. Desde las ventanas del castillo se ve a Azucena que es conducida por los soldados a la hoguera. Manrico trastornado revela a Leonora que la zíngara es su madre y canta entonces su determinación de salir del castillo sitiado, dejando en él a su prometida, para salvar a su madre: “Di quella pira” (De aquella hoguera...”). Leonora, Ruíz y el coro de soldados se le unen a Manrico. Finalmente sale y corre en ayuda de su madre.


Acto IV Escena 1 El castillo de Aliaferia. El rescate de Azucena ha fracasado y ambos están prisioneros. En la noche, Leonora se acerca a la torre, acompañada de Ruíz con el propósito de salvar a Manrico a cualquier precio, quien posteriormente se aleja discretamente. La joven medita sobre la trágica suerte de su prometido que ahora se encuentra prisionero en la torre. Canta “S’amor sull’ali rosee” (“En las rosadas alas del amor”). Al principio sólo se escucha a lo lejos un coro que entona el “Miserere” por alguien que está a punto de morir, y sobre este fondo surgen los lamentos de Manrico, un grito de amor y de resignación, y los aciagos presentimientos de Leonora; la cual reafirma su voluntad y su certeza de salvarlo, incluso pagando con su propia vida.

Entra en escena el Conde Luna dando sus instrucciones: al alba el hijo morirá por el hacha y la madre por el fuego. Sin embargo su triunfo es incompleto, pues Leonora ha desaparecido. Ella se presenta ante él y le conjura, en términos patéticos, a que perdone al trovador, loco de celos, él rehúsa. Desesperada Leonora se ofrece en matrimonio al Conde a cambio de la libertad de Manrico, si bien tiene el propósito de envenenarse cuando aquél esté libre: “Mira d’acerba lagrime”. Luna acepta jubiloso y se apresura a modificar sus primeras instrucciones, mientras que Leonora absorbe furtivamente el veneno contenido en su anillo. Escena 2

Un calabozo sórdido en el interior de la torre. Manrico se esfuerza por calmar a Azucena, prometiéndole sacarla de allí, que ante la perspectiva de la hoguera casi ha enloquecido. Manrico acaba por tener éxito en calmar a la agitada mujer. Azucena recuerda los días felices cuando ellos vivían en las montañas: “Ai nostri monti” (“A nuestros montes”), y ella acaba por dormirse. Entra Leonora y dice a Manrico que está libre, pero al saber el precio de esta libertad, la rechaza. El veneno comienza a hacer efecto, entonces Leonora le dice que ha tomado un veneno y muere en los brazos de su amado. Llega el Conde y al conocer lo ocurrido, se siente burlado y ordena la ejecución de Manrico, que es conducido fuera de la torre. Entonces Azucena se despierta y, desde la ventana, ve caer la cabeza de su hijo... adoptivo; y dice al Conde que la persona a la que ha mandado ejecutar es su propio hermano y con furiosa alegría exclama que, por fin, su madre ha sido vengada. Ella se desploma a su vez, aparentemente muerta de emoción; y Luna dice la última palabra reprochándose el “vivir todavía”. Fuentes: iopera.com; www.operamania.com; www.wikipedia.es; https://www.fiorellaspadone.com.ar Roger Alier, “Guía universal de la ópera”, 2 Vol., Ma Non Troppo, 2001.


Personajes MANRICO. El Trovador, hijo aparente de la gitana Azucena; enamorado de Leonora. Papel para tenor spinto, es decir, con fuerza y empuje para salvar las dificultados del rol; éste abarca del mi2 al si3, aunque si se hace el agudo del «Di quella pira» se requiere un sólido do4.

LEONORA. Dama de la reina, enamorada de Manrico, pero deseada por el Conde de Luna. Papel intenso para soprano dramática de coloratura, duro y difícil de solventar, incluso aunque se suprima –que no se debería– la cabaletta de su última aria; el rol abarca del lab2 al reb5. AZUCENA. Gitana de una tribu que habita en Vizcaya, supuesta madre de Manrico, en realidad hijo del Conde de Luna. Papel para mezzosoprano que requiere una gran intensidad dramática; exige alcanzar con solidez del re2 al do5.

FERRANDO. Capitán de la guardia del Conde de Luna; veterano, guarda un sólido recuerdo de los avatares de la familia. Papel secundario pero importante sin graves ni agudos extremos. INÉS. Confidente y compañera de Leonora. Papel muy secundario para mezzosoprano aunque puede hacerlo también una soprano. RUÍZ. Soldado y mensajero de Manrico. Breve papel para tenor. CORO. Cometido importante.

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