Santiago Iturralde: La pintura desnuda

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retórica organización visual de los muros de las salas para in-

en el laboratorio’.10 De hecho, en medio de su programática

sistir en sus inquietas interpelaciones, recomponiendo en sus

objetividad, apela a Magritte para revisar mediante el artificio

encuadres la ubicación física del visitante, de frente al cuadro

de una réplica velada la cesura entre nominación e imagen.

y a la distancia normalmente permitida, que observa con su

Así como se desmarca para permitirse raptos de empatía

mirada directa o mediada por algún dispositivo tecnológico

vocacional y citar indirectamente El taller rojo, de Matisse

pp. 27, 37, 41, 53, 57

(1911) , uno de los ejemplos capitales del sistema cuadro-den-

Para Iturralde, el dispositivo es la pintura, uno tan peculiar que acciona sobre el objeto que escudriña examinándose a sí mismo. En su versión del cuadro frente al cual se ha detenido, tienen idéntica importancia la plasmación de la imagen del lienzo, del marco ornamental, de los carteles informativos, de la sombra del cuadro sobre el muro y del color y la superficie de éste. Iturralde no practica la genuflexión copista ni la fasci-

tro-del-cuadro, un ‘cuadro magistralmente ordenado como una gravitación de cuadros’,11 ubicados además en el espacio rojo de un taller reducido al ‘estado de filigrana’.12 En este caso, Iturralde insiste indirectamente en el asunto del ‘lugar de trabajo del artista’ transformándolo en el sostenido leitmotiv del museo y los ‘cuadros de una exposición’ sobre un muro convenientemente rojo. pp. 34-35, 49

nación iconográfica; su ojo es crítico e investigativo, su prolija

En la expansión y retracción de este sistema de ideas

seriedad es documental y su toma de posición, una opción

pictóricas funcionales a la voluntad ensayística, habrá

casi científica que extrae su sentido último y su cualidad ver-

también nuevas instancias de experimentación. De repente,

daderamente interrogativa no solo de una búsqueda basada

y siendo siempre estrictamente fiel a la norma que ha

en premisas teóricas sino también de la examinación empíri-

establecido para la exploración de este museo imaginario

ca del dilema que él mismo se ha planteado y encara según el

en sus salas teóricas, el pintor se lanza a la improvisación

fértil lirismo del puro artefacto pictórico.

de hipótesis todavia más audaces. En su obsesión reflexiva,

Para Iturralde, el rasgo nominativo del lenguaje y la apelación que de ese rasgo puede extraer el artista es útil y necesaria solo en las dosis justas: ‘Decir que el mundo es, por definición

Iturralde conjetura una colección que incluye no solo la presencia de catálogo, mimética, de un Cezanne concluido, sino también ese mismo cuadro, Naturaleza muerta con

nominal, el objeto X de nuestras operaciones es llevar al ab-

10

soluto la situación de conocimiento del sabio, como si todo lo

11

que fue o lo que es no hubiera existido jamás sino para entrar

Op. cit., Merleau-Ponty, 2013.

André Chastel, El cuadro dentro del cuadro, traducción de Antonio Alarcón, Madrid, Libros de la resistencia, 2015.

12

Ibid.

16


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