Revista Mundo Nuevo Ed. 81 Enero-Febrero 2012

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la masa de agua y transportan mensajes desde el punto de la alteración hacia la totalidad mayor. Son canales de energía que cambian la cualidad energética del agua que las rodea. Todo esto resulta obvio cuando lo vemos ocurrir; sin embargo, en el amanecer del tercer milenio, pretendemos que el papel del agua como canal de información vibracional es algo reciente y no un descubrimiento muy antiguo. Estamos empezando a ver la vida como el resultado de ciertas vibraciones asociadas con fenómenos de resonancia y campos magnéticos. El agua es el canal que permite la transmisión de información vital en cada intercambio celular y extracelular. En este siglo, el agua podría volver a ser uno de los mejores «remedios universales». Pero para redescubrir su potencial curativo tenemos que tratar de comprenderla.

El agua en la antigüedad

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El agua era esencial dentro de la filosofía médica clásica del antiguo Egipto, de India y China, así como de Asiria y Grecia, todas ellas culturas que vinculaban al individuo con el cosmos, viendo su interrelación y mutuo reflejo. En la tradición china, el agua es la clave de los cinco elementos: la madera se crea del agua, que favorece el crecimiento de la materia vegetal; el fuego es avivado por la madera; la tierra procede del fuego; el metal procede de la tierra; y el agua surge del metal (condensación). Se consideraba que el agua vinculaba los cinco niveles de la existencia humana: físico, vital energético, emocional, mental y espiritual. El agua nos afecta físicamente, emocional y mentalmente; es el fluido vital que permite el libre flujo de las energías. Sin agua sana, no podemos estar sanos.

El más elevado de los elementos Los antiguos griegos veneraban el agua como medio y posibilidad de todo cambio elemental, el más elevado de los cuatro elementos con los que se creó el mundo. El agua era crucial en los sistemas mágicos y alquímicos, cuyos elementos principales eran el fuego y

el agua. El fuego no se percibía como la llama tangible, sino como algo más sutil, algo parecido a la electricidad. La forma densa del agua física está representada por los ríos, arroyos y océanos; pero en la alquimia, la forma sutil del agua es el magnetismo. Actualmente estamos empezando a reconocer la importancia de la electricidad y del magnetismo para la salud, algo que los antiguos sistemas de conocimiento simplemente sabían. Y estamos empezando a aprender —o reaprender- el papel del agua en la transmisión del electromagnetismo.

Los antiguos griegos veneraban el agua como medio y posibilidad de todo cambio elemental, el más elevado de los cuatro elementos con los que se creó el mundo. El agua era crucial en los sistemas mágicos y alquímicos, cuyos elementos principales eran el fuego y el agua.

Nuestra desconexión del mundo que nos rodea ha sido un proceso gradual a lo largo de los siglos. Una devoción cada vez mayor a cierto tipo de racionalidad nos ha hecho sospechar del reino religioso o espiritual, y desconfiar de cualquier cosa que no pudiera probarse aplicando las leyes científicas lineales. Para aquellos que aún están limitados por la necesidad de probarlo todo científicamente, uno de los logros más apasionantes de la ciencia moderna de finales del siglo XX es su capacidad de explicar los poderosos efectos de las antiguas prácticas. La ciencia empieza a re-

conocer niveles de energía más sutiles, como los campos electromagnéticos que nos rodean, las frecuencias energéticas que recorren nuestros cuerpos y las vibraciones que afectan a nuestros procesos vitales. De la misma forma que las vidas pasadas del agua afectan a su vida actual, las antiguas interpretaciones de los poderes del agua a menudo nos ofrecen claves para comprenderla en el presente. El agua es un espejo de la sociedad, refleja todo lo que ponemos en ella. En este momento, el agua de Gaia refleja muchas veces una sociedad enferma, contaminada y degradada por nuestras acciones. Pero podemos cambiar este reflejo. Este artículo es una invitación a recuperar la magia del agua y de la vida. Si apreciamos el agua y la tratamos adecuadamente, el resultado inevitable será la salud.

Propiedades del agua El movimiento es uno de los factores que más afectan a la energía del agua, siendo la temperatura el otro. La inercia termal es una propiedad del agua por la que su temperatura apenas varía ante pequeños cambios en la temperatura ambiente. Pero pequeños cambios en la temperatura del agua pueden conllevar cambios drásticos en su forma de comportarse. Un cambio de una décima en la temperatura de nuestro cuerpo puede afectar seriamente a su comportamiento e indicar el principio de una enfermedad; asimismo una pequeña diferencia en la temperatura del agua puede tener consecuencias muy importantes sobre su salud y vitalidad. El agua es, literal y figurativamente, la sangre de la Tierra. El agua fresca es la que se mueve más rápido y llega a su punto de máxima densidad justo antes de empezar a congelarse. El agua está en perpetuo cambio; cambia, por ejemplo, al pasar de un valle cálido y soleado a una zona boscosa y umbría. El agua más energética es la que procede de fuentes frescas y sombrías. La temperatura en el centro de un vórtice es más fría que en su parte externa: el agua fresca es la más viva y receptiva para captar y trasmitir infor-


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