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DE LÓPEZ LOS PASOS

Emiliana Guti Rrez

La historia política de Adán Augusto López no es un amasijo de casualidades ni una colección de turbulencias. Por el contrario, parecería que todo lo que ocurrió en su vida lo estaba preparando para el incuestionable liderazgo que ejerce.

Del Para So A Gobernaci N

Su despertar político se lo debe a sus padres: una pareja de intelectuales de la pequeña ciudad de Paraíso, Tabasco, muy comprometidos con las causas sociales: Payambé López Falconi, notario público y Aurora Hernández, maestra normalista. Se trataba de una familia moderadamente acomodada, despierta políticamente y acostumbrada a influir en la vida económica y social de su estado.

Los pasos de Adán Augusto siempre han sido energéticos, decididos, incluso precoces. A pesar de eso, camina encorvado. Y no parece que sea por timidez o desgano. Por el contrario, da la impresión de que al tabasqueño le incomoda su 1.84 de estatura que lo separa físicamente de sus interlocutores: se tiene que agachar para hablar casi con cualquier persona.

No le gustan las cámaras y prefiere estar con la gente. Tiene una química natural con los niños, las personas mayores, los obreros, los campesinos. Unos segundos de complicidad bastan para escuchar la retahíla de chistes, poemas y groserías que tanto divierten de los tabasqueños.

Su discreción mediática le ha jugado en contra hasta hace poco tiempo. Hasta hace algunos meses, prácticamente no había entrevistas, perfiles ni trabajos biográficos que, la mayoría de las veces, son empujados por los equipos de comunicación de políticos y funcionarios.

Desde niño, “el otro López” andaba a prisa. Su madre lo educó en casa antes, y antes de entrar a la primaria ya sabía leer, escribir, sumar, restar. Estuvieron a punto de adelantarlo uno o dos años para que no se aburriera en la escuela. Estudió Derecho, igual que su padre, en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.

Desde los primeros semestres dio ese paso fundamental que marca la vida de muchísimos políticos: participó activamente en los procesos protopolíticos de la vida universitaria. Se convirtió en un líder estudiantil solvente y reconocido por sus buenas notas y actividades extracurriculares.

Durante sus años de universitario compartió espacios con el joven Andrés Manuel López Obrador. Su primera ocupación como abogado titulado fue el litigio civil.

Mientras sus compañeros de generación empezaban a perfilar su especialización en el mundo del Derecho, el joven Adán decidió irse a París a estudiar Derecho Comparado: una disciplina fundamentalmente teórica que provee más una cultura general jurídica que habilidades concretas en un área del derecho. Aprende francés y pasa otro año más en Amsterdam, tomando cursos en materias jurídicas. Aunque conserva orgulloso su acento y maneras tabasqueñas, en realidad parece esconder lo que se llama un hombre de mundo.

Al regresar, Adán se une al Frente Nacional Democrático para apoyar a Cuauhtémoc Cárdenas como candidato presidencial y a Andrés Manuel López Obrador como candidato de la izquierda para gobernar Tabasco.

El siguiente paso de López fue inesperado: lo nombraron presidente de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje del Estado de Tabasco, un cargo esencialmente jurisdiccional, aunque dependía administrativamente del gobierno local. Ahí se estrena como conciliador entre los intereses económicos de los transportistas locales y los derechos laborales de sus trabajadores. Su desbordada eficacia lo lleva a ocupar cargos cada vez más importantes en el Estado de Tabasco: fue subsecretario de Desarrollo Político y subsecretario de Gobierno y Asuntos Jurídicos.

Dos años después de su exitosa aventura como funcionario público, decide que su siguiente paso es regresar al oficio familiar y se convierte en notario. La notaría 27 de

Villahermosa se parecía más al consultorio de un médico de pueblo: le cobraba barato a los más pobres, ofrecía asesoría legal gratuita y cuidaba los intereses de los pequeños empresarios y campesinos. Este torbellino de fe pública hizo de su notaría la más productiva en la historia del estado de Tabasco.

En el 2000 se anularon las elecciones en Tabasco y Adán Augusto estuvo muy cerca de asumir el cargo de gobernador gracias a la negociación que encabezó entre el PRI y el PRD. Las elecciones fueron impugnadas y debieron ser repuestas y al culminar ese proceso Adán se había distanciado del PRI. Desencantado de las formas autoritarias del priismo, renunció al Revolucionario Institucional y se afilió al proyecto político más viable de la izquierda en México: el PRD.

Tres años más tarde, en 2003, Adán Augusto compitió por la presidencia municipal de Villahermosa en una clara elección de estado: el priista Florizel Medina Pereznieto se impuso por apenas 13 mil votos a pesar de que apenas había presidido la Gran Comisión del Estado en la legislatura local y tenía a su favor todo el aparato burocrático de Tabasco.

El siguiente paso de López puso a prueba su lealtad, su tenacidad y la capacidad de movilización, estuvo a cargo de la defensa contra el desafuero de Obrador en los seis estados del sureste mexicano. Entre 2007 y 2018, los pasos de López se transitaron, sobre todo, en el poder legislativo. Primero ocupa una curul en el Congreso de Tabasco por representación proporcional y, en el 2009, se lanza para diputado federal en el distrito 4 de Villahermosa.

En 2012 buscó ser candidato a gobernador por el PRD, pero perdió en la encuesta contra Arturo Núñez quien a la postre conseguiría la alternancia en el Estado de Tabasco. Finalmente, Adán Augusto hizo una exitosa campaña al senado y arrasó con más del 60% de los votos. A partir de ese momento, se dedica a coadyuvar en la cristalización de morena como partido político y, una vez obtenido el registro, se convierte en uno de sus primeros senadores.

Para un hombre con su trayectoria política y sobre todo con su personalidad, el senado parecía más un premio de consolación: su mirada siempre estuvo puesta en el poder ejecutivo. Para quien lo conoce, es claro que él hubiera preferido ser alcalde de Villahermosa: un cargo que le hubiera permitido resolver problemas y cambiar la vida de la gente.

2018 fue el año que lo cambió todo para Adán Augusto López. Para empezar, se convirtió en gobernador de Tabasco con una contundente victoria electoral superior al 60% de los votos, cuarenta puntos más que su competidor más cercano.

Comenzó una ardua tarea de reconstrucción del estado y la primera de una larga lista de encomiendas presidenciales, conseguir la locación ideal para la construcción de la refinería Dos Bocas. Su efectividad fue causa de que en agosto de 2021, Andrés Manuel López Obrador lo mandara llamar como secretario de Gobernación, en sustitución de Olga Sánchez Cordero. Hasta ese día, Adán Augusto era un outsider, alguien prácticamente desconocido fuera de Tabasco, pero muy pronto demostraría que la visión del presidente estaba plenamente justificada.

UNIDAD, LEALTAD Y VISIÓN DE ESTADO

A él le gusta decir que es un soldado del presidente. Y cumplió con esta visión apenas llegando al puesto, instalando puentes entre gobernadores, legisladores y el ejecutivo que parecían rotos. A pesar de lo ríspido del ambiente nacional, no hay ejecutivo estatal del partido que sea que no le reciba con una sonrisa. Los enfrentamientos se quedan en los Congresos y otras arenas mediáticas, pero él logra empujar su agenda de trabajo en todo el territorio nacional.

De sobra es conocido que es el artífice de la última reforma constitucional del sexenio, aun con un Congreso sin mayoría absoluta. Las siguientes reformas a leyes secundarias que modifican toda la estructura administrativa del estado, también parece que pasaron por su despacho. Legislador de todos los frentes y con amplios conocimientos jurídicos, su voluntad inflexible lo ha convertido en el hombre para todo del presidente.

Fue el mismo Obrador quien le “destapó”, durante un encuentro con legisladores de Morena y aliados, en Palacio Nacional, subiéndolo en diferentes conferencias matutinas al mismo nivel de Sheinbaum y de Ebrard. Allí vio la oportunidad de construir desde cero una candidatura para un país que por primera vez escuchaba su nombre, pero que ya lo asociaba al presidente.

Con paciencia y sin dejar de ejercer como vicario de AMLO, el secretario fue haciéndose escuchar y cosechando apoyos de cuadros de primera importancia dentro del partido, gobernadores, secretarios de Estado y operadores de las mismas campañas de López Obrador.

Sus pasos ahora recorren todo el territorio nacional y entrevistas, perfiles y biografías se han multiplicado en poco tiempo, ya sea de adeptos o detractores. Cuando Andrés Manuel enfermó de covid-19 en días recientes, su última instrucción fue dejar a Adán Augusto al frente de la conferencia matutina.

Si bien una de las funciones del secretario de Gobernación es representar al Ejecutivo, no existe un protocolo para la conducción de las popularmente llamadas “mañaneras”, ejercicio autoimpuesto de rendición de cuentas de AMLO y verdaderamente la más alta tribuna de mensajes políticos para el país. La decisión de dejar a Adán Augusto al cargo era un movimiento de confianza que le aseguraba tranquilidad durante el aislamiento. El soldado, convertido en general y luego jefe de Estado Mayor, cubriría con lealtad la retaguardia sin agitar las aguas del partido.

La percepción de la mayoría de los mexicanos en esta recta final del sexenio es que Morena ganará la Presidencia. Cuando le preguntaron cómo él consolidaría el proyecto comenzado en 2018 y que lo resumiera en una frase, contestó: con unidad, lealtad y continuidad consolidaremos la transformación. Sin duda daba a indicar que no haría movimientos que pusieran en peligro el ideario obradorista, pero ciertamente ha dejado entrever muchas opiniones propias respecto a la profundización de ese ideario.

Ha urgido a no abandonar la política social, sin la cual no concibe una política exitosa ni honesta, pero también a un gran desarrollo económico con los empresarios nacionales, la recuperación de la seguridad y la continuación del combate a la corrupción.

Su sueño, ha dicho, es la plena integración del sureste para que deje de existir un México dividido, y esta integración beneficiará a todas las regiones del país. Cree en las bondades del offshoring, por ejemplo, pero también en la capacidad mexicana de que la unificación de ambos océanos es posible y duplica el atractivo para los inversores del país. Como fue común en toda su carrera, primero piensa a lo grande, luego actúa con practicidad, y finalmente conserva el pulso que lo lleva a una meta deseada.

Habrá que ver si ese pulso y sus pasos lo llevan hasta la silla presidencial. Pase lo que pase ha dejado su impronta en la vida nacional en muy poco tiempo y ya no se concibe un proyecto político sucesor sin su participación. Las encuestas no dejan de avanzar y ha demostrado que puede convertir los simples pasos en zancadas cuando es necesario, y que suele caer con los pies bien puestos en la tierra.