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In Memoria
Esta ternura y estas manos tan libres que han dado vida a la madera, que tuve la dicha de apretar.
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Es un honor para mi poder despedirme públicamente de ti, Luis. Por esta consideración, agradezco a la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Daimiel haber pensado que debía poner sentimiento a un montón de moraos que quisieran despedirse de ti.
Es por ello una distinción poder hacerlo, aunque, confieso, es difícil encontrar el tono a mis palabras pues no puede ser de otra manera cuando se despide a un amigo. Amigos que propician una de las razones para celebrar anualmente la Navidad que es, para mi, evocarlos, escribir unas letras en una tarjeta donde lo unes al Nacimiento de Jesús y así le pides los continúe bendiciendo. Amigos que cuando marchan a Dios hacen que aborde la añoranza, como cuando en este año se han quedado dos sobres sin remitir, el tuyo y el de D. Vicente Carranza.
A lo largo del camino de la vida, mucha veces duro, ésta nos regala la presencia, la amistad, de algunas personas que te hacen dichoso por tan solo su presencia, su ser. Personas que seguirán siempre entre nosotros, mientras vivamos, en tanto estemos alguien para evocarlas, para contemplar la obra que han dejado en la tierra, mientras se escriba y se lea lo que quien no quiere que mueran dejan escrito de ellas. Luis Álvarez Duarte ( Sevilla 22/05/1949 - 13/09/2019) era una de estas personas porque Luis Álvarez Duarte era y es un hombre de Dios, un ser capaz de mostrarnos el Ser mas íntimo de Jesucristo y de su Madre. Tan solo por ello hubiera merecido la pena tu amistad. Tan solo por contemplarte en silencio gubiando la madera de cedro, tu preferida, para que los demás pudiéramos conocer por tu obra lo que residía en tu mente y en tu corazón.
Han sido las primeras fechas navideñas desde 1991 sin escribir la dirección de aquel Chalet que quisiste poner bajo el amparo de la Virgen de Guadalupe, “tu” Virgen que imaginaste y tallaste con tan solo 12 años, en esa Calle San Luis Gonzaga de Gines que Antonio V. Fernández Higueruela y yo visitamos por primera vez la mañana del 9 de Noviembre de 1989, precisamente festividad de la Virgen en su advocación de Nuestra Señora de la Almudena.
Hacía escasamente 4 meses habíamos asumido la responsabilidad del gobierno de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Daimiel y debíamos enfrentarnos a una nueva restauración de la Talla de la Virgen Dolorosa de nuestra cofradía, salida del Taller valenciano de Royo-Rabasa, tras haber intervenido sobre ellas en dos ocasiones D. Manuel Fería del Río (1988 y 1989) y con un resultado no respaldado por gran parte de los miembros de la cofradía ni de los daimieleños.
Eran tiempos donde completaba mis estudios de arquitectura en Madrid y, por la frecuencia con la que visitaba la Escuela de Bellas Artes por su proximidad, forjé amistad con el ponferradino Manuel Prieto Prieto (Licenciado en Teología en Roma y Profesor de Restauración en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid entre 1984 y 2010) y a el acudí para que nos recomendara quien podía volver a restaurarla con las máxima garantías, remitiéndome, sin dudarlo, a Luis Priego Priego (en quien confiamos en 1991 la restauración de la Imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno) quien no pudo sino trasladarlos la mala noticia de que no era posible devolver la imagen de la Virgen Dolorosa al aspecto con la que la identificábamos y la reconocíamos.
Ante esta disyuntiva, solo cabía la posibilidad de actuar con urgencia para poder tener en la siguiente Semana Santa de 1990 una imagen de la Virgen para nuestra cofradía y ,a ser posible, salida del mejor taller de imaginería del momento, como históricamente habían hecho nuestros antepasados y antecesores.
Luis Priego nos propició una entrevista con D. Joaquín y D. Raimundo Cruz Solís, reconocidos como espléndidos restauradores de imaginería, los que ratificaron la imposibilidad de actuar sobre la imagen del Taller de Royo-Rabasa para obtener un resultado mínimamente plausible, no dudando en aconsejarnos ejecutar una nueva imagen y que ella saliera de la mente, de la manos y de corazón del mejor, de D. Luis Álvarez Duarte, que acto casi seguido le remitieron carta poniéndolo al tanto de lo sucedido y apelándole recoger nuestro urgente encargo, lo que con gusto hiciste, Luis, de tal forma que casi a vuelta de correo nos enviaste un boceto a lápiz de lo que podía ser la imagen de María, dolorosa, que supliera a la que no podía recuperarse, propuesta que fue rápidamente aceptada y ese día 9 de Noviembre de 1989 firmamos el contrato de la Imagen de la Virgen del Primer Dolor en aquella vivienda bajo el amparo de la Virgen de Guadalupe.
El siguiente miércoles de ceniza, 28 de febrero de 1990, la visitamos por primera vez y le probamos la saya y vestido bordado por nuestras RR.MM. Carmelitas con el que ha procesionando hasta hace pocos años y tu, Luis, nos entregaste una fotografía, la primera, en la que su rostro transmite perfectamente el amor que derrochabas hacía Dios, hacia María y hacia tu vocación, y el compromiso que habías asumido con Daimiel en su Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, en el que quedó reflejado el silencio comprometido que lleva a las manos a dar vida, ¡y qué vida!, a un pedazo de madera de cedro, y así lo hiciste para que el resto de la junta directiva conociera ya a “tu” Virgen del Primer Dolor. Nos la entregaste el 23 de Marzo y fue bendecida con un clavel rojo por el sacerdote morao D. Joaquín Moreno-Chocano Simal el 25 de Marzo de 1990, festividad de la Encarnación, justo antes del comienzo del septenario de aquel año. Nada mas terminar el acto cumplí mi promesa de llamarte para hacerte llegar cómo Daimiel había acogido tu obra.
Desde la víspera de la Exaltación de la Cruz ya no vas a poder coger mas ni lápiz ni gubia, pero desde esa fecha ya estás frente a María, de Guadalupe, de Patrocinio, del Primer Dolor... y me gustaría saber que te ha dicho al llegar. Seguro que te habrá preguntado cómo eras capaz de transmitir de tan excepcional manera la belleza de su ser y tu, conociéndote, habrás guardado silencio porque, como asiduamente nos decías, eras hombre de no muchas palabras, que preferías dibujar, modelar y esculpir y tallar antes que hablar.
Estés siempre calmado y satisfecho. Tu obra habla y hablará por ti.
El silencio de tus imágenes es tu oración.
Nuestra oración ante ellas es también por ti.
Nuestro silencio ante ellas es nuestro respeto por tu memoria.

Un abrazo, eterno maestro imaginero.
Fdo. Francisco Javier García Simal

Este anuario se terminó de imprimir el día 21 de febrero, Solemnidad de Beata María Enriqueta Dominici

Daimiel, año del Señor de 2.020
