Entrar en la música no siempre nace del deseo de éxito.
A veces es un impulso más primitivo, intuitivo o emocional: una necesidad de decir, de sonar, de pertenecer. El inicio está marcado por una atracción inexplicable hacia la expresión sonora antes de que intervenga cualquier otro cálculo o expectativa. Pero ese primer paso, activa una maquinaria que se pone en marcha en cuanto la música se vuelve pública.
ARDER
ESPECIAL
OBSERVATORIO
MONDO SONORO
VOL.I
Este documento no trata solo sobre música: es una conversación cultural sobre lo que significa triunfar hoy, sobre lo que se valora y se mide, sobre cómo se construye el relato del artista. El ídolo. La industria, los contratos, las redes sociales, el público y los propios artistas, participan de prácticas que han desbordado lo sonoro para instalarse en lo simbólico. El éxito ya no es solo sonar: es también parecer, estar, mostrarse y, sobre todo, saberse vender.
Rufus T. Firefly
Delaporte
Vetusta Morla
Depedro
Ángeles Toledano
Love Of Lesbian
Orfigyal
Erik Urano
Niki Lauda
Dalila
Marilia Monzón
Carlos Ares
Xoel López Cristina
Alcalá Norte
Figa Flawas
Hinds Biznaga
Calequi y Las Panteras
Funzo
EuskoPrincess
Ginebras
Niños Bravos
Hermanos Cubero
Eva McBel
Anouck The Band
Cuando, con motivo de nuestro treinta aniversario, decidimos poner en marcha lo que nos parecía un proyecto tan innovador como necesario, denominado “Observatorio Mondo Sonoro”, lo hicimos con la intención de emprender una investigación encaminada a radiografiar ese entramado de ambiciones e intereses que conforman lo que, en su conjunto, conocemos como industria musical.
Y es que a nadie se le escapa que, por mucho que uno quiera mantenerse lo más alejado posible de ese sistema que todo lo engulle, no se puede negar que, cuando decides colgarte un instrumento, darle al botón de grabar o montar un bolo, ya formas parte de ese complejo entramado en el que vas a tener que jugar. Que lo hagas en base a unos parámetros u otros dependerá, en gran medida, tu futuro.
Y justo ese ha sido uno de los principales objetivos de nuestro proyecto: encontrar las claves de cómo va a evolucionar en los
próximos años esa suma de intereses diversos, en los que la idealización de lo que significa triunfar juega un papel esencial.
Es por eso que ahora os presentamos, junto a nuestro ya clásico número especial PRO de octubre, este trabajo de investigación centrado en la redefinición del éxito en sus múltiples apreciaciones, en el que han participado más de treinta bandas y artistas.
Un estudio que viene a ser una buena muestra de la labor que estamos realizando dentro del Observatorio, que creemos tan necesario. Pero, antes de invitaros a leer y extraer vuestras propias conclusiones, no podemos olvidarnos de nuestros colaboradores: BIME, RootedCon, Johnnie Walker y AIE, así como de las y los músicos que lo han hecho posible.
Una vez más: gracias a todas y a todos por vuestro apoyo.
SERGI MARQUÉS DIRECTOR DE MONDO SONORO
Muro de investigación Observatorio Mondo Sonoro
¿QUÉ ES EL ÉXITO?
SER ÍNTEGRO CON TUS PROPIAS
IDEAS. Sienna. EVANESCENTE, FLÚOR, LÍQUIDO COMO EL AMOR. Niños Bravos.
LLEGAR A SABER QUÉ ES EL ÉXITO PARA TI. Musgo. PODER DISFRUTAR
DEL PROCESO PURAMENTE MUSICAL. Martí Perarnau. SER TÚ MISMO. KITAI.
DISFRUTAR Y SOBREVIVIR. Hinds. CONSEGUIR HACER LO QUE TENEMOS
EN LA CABEZA. Hermanos Cubero.
Testimonios recogidos en los Premios MIN / Abril 2025
“
Disfrutar de cocinarte un pollo a la cerveza”.
— GINEBRAS
Annie Spratt
EL ÍDOLO Y EL CREADOR
POR LUCÍA ACEDO / CÉLULA LAB
El ídolo se erige entre luces y pantallas, lo que brilla no siempre es oro: la visibilidad que lo sostiene también lo consume. Este artículo explora la tensión entre la máscara pública y la fragilidad íntima, entre la exigencia de éxito y el deseo de autenticidad. A través de la figura del creador, se dibuja un campo de batalla donde se negocian creatividad, precariedad y resistencia frente a la dictadura del algoritmo. En esas fisuras aparece la pregunta esencial: ¿cómo sostener el arte sin perder lo humano?
Es 2017. C. Tangana lanza un álbum titulado Ídolo. El título no es casual: apunta a la figura pública y aspiracional que Pucho empieza a encarnar y, también, funciona como una reflexión autocrítica sobre la “cara B” del ídolo: el vacío, la vanidad y la tensión entre autenticidad y éxito.
El álbum narra (a veces de forma explícita, otras más simbólica) el ascenso y la formación de un artista en proceso de transformación. Un artista que ha cruzado la línea del underground y que ahora empieza a sonar en la radio y a “pegarse”.
A lo largo del disco, el personaje se muestra contradictorio. Por un lado, presume de su éxito y se regodea en su egotrip con un tono iróni-
co y, a veces, autoparódico. Pero, por otro, hay un distanciamiento, mostrando que el ídolo es, muchas veces, una performance vacía que otros quieren imitar solo por la imagen que tienen de ello.
El “ídolo” en este disco se parece más a una figura de neón y barro: brillante por fuera, pero agrietada por dentro. Se muestra su construcción, pero también su descomposición.
Si buscamos referencias clásicas, podemos equiparar fácilmente este ascenso al Viaje del Héroe, un patrón narrativo identificado por el mitólogo Joseph Campbell en su libro El héroe de las mil caras (1949). En él, presenta la aventura del protagonis-
Intoxicao’ por el poder, no sé
Quién maneja de los dos, si yo o él Un talento desperdiciao’, ya ves
Pero aún me sabe tan dulce esta miel en mis labios”.
— C. TANGANA, “INTOXICAO”
ta atravesando diferentes pruebas hasta concluir la epopeya, en la que el héroe va creciendo a medida que la historia avanza. (3)
Las preguntas que se hace Campbell son: ¿Qué es lo que transforma a un protagonista común de una historia en un héroe? ¿Cuáles son los obstáculos y las dificultades que tiene que enfrentar, combatir y vencer para que pueda acceder al estatus de héroe?
“Lo desconocido, ya de por sí, significa la posibilidad de riesgo. Allí encuentra la presencia de una sombra que cuida el paso. El héroe puede derrotar o conciliar esta fuerza y entrar vivo al reino de la oscuridad. Si no lo logra, sufrirá las consecuencias, podrá ser asesinado y descenderá a la muerte. Pero, en general, lo logra, porque lo que distingue al héroe es que, aun disminuido en condición o cualidades, puede avanzar a través de un mundo de fuerzas poco familiares y, sin embargo, extrañamente íntimas, algunas de las cuales lo amenazan peligrosamente, y otras le dan ayuda mágica.” Joseph Campbell, El héroe de las mil caras.
Estas preguntas que se hace Campbell nos sirven de palanca para repensar este concepto de ídolo como una figura aspiracional construida de manera colectiva.
El ídolo se crea a través de las redes, sería raro si no. Un Jesucristo ahora no está pasando, en plan fe ciega, que la gente se lo cuente y todo el mundo crea en eso”. “
— CANDELA MOLINA, ORFIGYAL.
Hay una dictadura de la visibilidad que nos impregna a todos y nos hace querer ser vistos. Esa demanda constante de querer consumir la vida del artista es, muchas veces, la que corrompe al propio personaje, haciendo que cobrar el ticket de entrada sea, muchas veces, pasar por ser influencer. Esta creators economy, como explica Frankie Pizá, nos vende que puedes hacer y ser lo que quieras, generando un entorno hiperestimulado y sin fricciones, en el que nosotros sobrecargamos el espacio, diluyendo así el mercado. Las redes sociales nos permiten saber constantemente qué hace el artista, con quién se junta, dónde come, qué opina, cómo viste y qué comparte. (4)
El autor Byung-Chul Han habla de esto en su libro La sociedad de la transparencia, donde define nuestra era como una sociedad pornográfica, no por lo erótico, sino porque “todo debe mostrarse”. La transparencia total destruye la intimidad, porque esta requiere opacidad, misterio y tiempo. Y el misterio necesita espacio para proyectarse. (5)
Jean Baudrillard también habló de este tema en su libro La transparencia del mal, en el que se refiere al “mal” como lo irreductible, lo resistente a la transparencia, al sentido, al control. Plan-
tea que nuestra cultura, al querer eliminar todo rastro de opacidad, ha convertido todo lo visible en un problema. Siguiendo esta lógica, la intimidad ya no es un espacio privado: se convierte en contenido, se estetiza, se distribuye y se monetiza. El mal no es violencia, sino el derecho a la opacidad, el espacio íntimo, lo indescifrable, el silencio. Baudrillard concluye que mostrarlo todo no revela nada. (6)
No obstante, el acceso a la intimidad del artista siempre ha existido. Marisol, Joselito, Carmen Sevilla, Lola Flores, Nadiuska… personajes públicos cuya vida personal generaba un gran interés para el público general, más allá de sus seguidores. Las revistas actuaban como trípticos informativos de sus vacaciones y nuevos amores, desde el punto de vista de aquel que miraba y aquel que escribía. Ese acceso distanciado a la intimidad ha pasado a convertirse en una imposición visual constante. Una exigencia. Una personalización.
No mostrarse es una forma de poder, pero también una forma de no existir. Es en esa fina línea en la que se mueve la subsistencia de este personaje narrativo.
Por otro lado, también es en esa visibilidad donde descansa actualmente nuestra
intención de consumo. René Girard, antropólogo y filósofo, desarrolló la teoría del deseo mimético, en la que expresa que no deseamos directamente los objetos, sino aquello que otros desean (7).
El deseo se contagia y más aún en una era saturada de representaciones al alcance de cualquiera. No solo imitamos imágenes, sino el deseo que estas evocan. Gala Castor, ilustradora y crítica cultural, habla de esto en su newsletter The Girl Pope, comentando que no queremos los objetos, sino el aura que otros proyectan al tenerlos. Imitamos el prestigio imaginado, no lo material. Así, en el intento de parecer auténtico, es como uno se aleja de la autenticidad. (8)
El deseo mimético es hoy una pulsión cultural dominante, alimentada por el algoritmo bajo una lógica referencial que disuelve el gusto propio. Todo nos empuja a ser únicos en los mismos términos que los demás. El estilo, igual que la opinión, se vuelve programático. Ya no expresa una interioridad, sino una agenda. El cuerpo no descansa en sí mismo, sino que calcula su efecto.
EL ÍDOLO Y EL CREADOR
“
Es como te dice la sociedad que es tener éxito. Yo quise empezar a vestir ropa cara, tener dinero, hacer giras por todo el mundo y que todo el mundo gritase mi nombre en los photocalls.
Esto me ha hecho entrar en depresiones, ataques de ansiedad y crisis existenciales hasta llegar a puntos de exigencia y autodestrucción que no le deseo a nadie”.
“
Intentas que no te contaminen cosas, pero al mismo tiempo también quieres formar parte del mundo que te rodea porque somos seres sociales”.
— XOEL LÓPEZ
Así nos preguntamos: ¿Es el ídolo realmente uno mismo? ¿Estas pruebas que tiene que superar son las que le dotan de autenticidad y narratividad? ¿O es solo un producto más, repetitivo, creado alrededor de un delirio de grandeza del star system?
Lola López Mondéjar habla de esto en su ensayo Sin relato. Atrofia de la capacidad narrativa y crisis de la subjetividad, argumentando que esta atrofia no solo tiene que ver con una dificultad para poner en palabras el pensamiento, sino con un déficit del pensamiento mis-
mo, del mundo de la imaginación, con un progresivo vacío de representación que surge como defensa ante las condiciones de producción de la individualidad en un capitalismo de la atención que nos hace, precisamente, desatentos. (9)
La palabra “meme” fue usada por primera vez por Richard Dawkins, biólogo evolutivo, en su libro El gen egoísta. Su objetivo era expandir las teorías evolutivas de Darwin y otros científicos para sumar a la pregunta: ¿por qué estamos aquí? Para Dawkins, un gen es una unidad de replica-
ción biológica, en el sentido de que su “objetivo” es perpetuarse a sí misma a través del tiempo. Un meme es, del mismo modo, una unidad de información cultural que también busca sobrevivir y replicarse. Dawkins llama a estos memes ideas, comportamientos y creencias que imitamos en masa y que sobreviven más allá de nosotros. Así como un gen sobrevive si logra reproducirse exitosamente en cuerpos, un meme sobrevive si se replica en mentes. (10)
“
El ídolo es un meme, como que coges un trozo de esto y lo vas reproduciendo. Todo son memes. Si te fijas, el Get Ready With Me tiene unos códigos, empaques, unas formas de crear contenido. Tú coges esa fórmula y la vas replicando tal cual. Hay muy poca peña que hace cosas distintas, y cuando sale algo medio nuevo, luego vas atrás y es lo mismo”.
— CANDELA MOLINA, ORFIGYAL.
Más allá de meternos en las teorías evolutivas —aspecto específicamente no central de este estudio—, nos gustaría analizar este pensamiento de Dawkins aplicado a la creación de la identidad y la figura del ídolo. En este caldo de cultivo de memes en el que nos encontramos, lo que gana no significa necesariamente que sea lo bueno: lo que gana puede ser inmoral, adictivo y fácil de consumir. Los memes más potentes funcionan en este ecosistema expandiéndose por imitación, compitiendo por los recursos limitados que hay en nuestro espacio mental. La velocidad a la que se mueven es parte de su evolución, ya que esta “memética” —muchas veces no adyacente a nada concreto— triunfa en nuestro tiempo porque funciona sin contexto. (11)
Si acercamos la teoría memética de Dawkins a los arquetipos de Jung, podemos ver cómo estos memes se aproximan a versiones modernas de figuras profundas y recurrentes. Este enfoque también puede ofrecer una explicación a la viralidad tan drástica que alcanzan algunas de estas piezas en muy poco tiempo. Estas figuras culturales no son solo virales, sino simbólicamente resonantes, emergiendo como referencias en un plano global. Esta circulación de arquetipos también permite entender
I
hope you stackin’.
fenómenos como modas, tendencias, identidades colectivas o narrativas mediáticas.
¿Es quien triunfa el que logra representar una narrativa cultural compartida?
Los símbolos que acompañan la figura del ídolo tienen un gran componente estético y narrativo. Muchas veces, podemos ver esa figura del ídolo adornada con una noción del éxito muy trap: símbolos de dinero, sold outs, bienes materiales y conquistas románticas.
I hope you puttin’ some money to the side, my nigga, and payin’ your taxes (Yeah). I hope you not incriminatin’ you and your niggas on songs if you trappin’.
I hope you dressin’ yourself and not followin’ niggas opinions on fashion. I hope them cars that you drivin’ ain’t rented just to get some comments on ‘Gram. Oh, shit, they are, because you not the man”.
— TYLER, THE CREATOR, “WTF RIGHT NOW.”
Muestras de un estatus simbólico muchas veces conseguido de manera rápida, que generan un impacto visual mucho mayor a la hora de influir en el espectador. Mostrar el éxito se convierte en una necesidad de supervivencia simbólica en una cultura que mide el valor por visibilidad.
Erving Goffman, uno de los sociólogos más influyentes del siglo XX, en su libro La presentación de la persona en la vida cotidiana, propone su idea del “mundo como un teatro o una boda eterna” en la que todo son roles y rituales que marcan constantemente nuestras interacciones. La clave no está en “quiénes somos”, sino en entender cómo gestionamos nuestras apariencias para generar efectos en los demás. (12)
No actuamos de forma espontánea, sino que adaptamos lo que mostramos según el espacio, la audiencia y el objetivo. Lo que comunicamos no es solo verbal: incluye la ropa, el tono, la actitud, los gestos y el uso del espacio. En este escenario, la audiencia también tiene un papel: confirma o cuestiona la actuación. Una performance fracasa si la audiencia no entra en juego. Saber moverse hábilmente entre los decorados y las utilerías, tener un buen ves-
tuario, poder diferenciarse, son indispensables para obtener éxitos sociales. Y es aquel que no sabe actuar el que constituye una amenaza para el elenco, siendo prontamente apartado. ¿Será entonces expulsado el único auténtico?
Volviendo a los símbolos del éxito, analizamos cómo este decorado imprime un concepto alrededor del ídolo y, de manera consecuente, también construye nuestra idea compartida de éxito. Traer aquí La teoría de la bolsa de ficción de Ursula K. Le Guin puede parecer un movimiento despiadado, pero consideramos que es necesario para repensar esta idea desde otras narrativas que, como nos cuenta K. Le Guin, no son muchas veces las que acaban reproduciéndose. (13)
La historia que siempre se ha contado es la historia del héroe (así empezamos nuestra narración del ídolo y así la vamos a acabar). Una narrativa empapada de una naturaleza imperial, con un impulso incontrolable de apoderarse de todo. Una relación de elementos que compiten para subir y bajar, para “pegarse”, para mostrar lo que tienen, para dar en el blanco, para ser “alguien”, para que su mensaje pueda ser escuchado. Una empresa heroica, hercúlea, prometeica, concebi-
da como un triunfo y, por lo tanto, en última instancia, como una tragedia.
Muchos teóricos consideran que los primeros inventos culturales debieron de haber sido recipientes para guardar productos recolectados.
Ursula propone que la historia original de la humanidad no es la del héroe con una lanza que mata al mamut, sino la de alguien que recoge frutas, raíces, semillas y las guarda en una bolsa. Una narrativa de cuidado, de sostén, de entrelazamiento. Una historia que no avanza hacia un clímax, sino que recolecta momentos, voces, relaciones, matices. Una historia en la que, en vez de llevar una espada, llevamos una bolsa que contiene cosas.
“Cuando comencé a escribir novelas de ciencia ficción, lo hice cargando conmigo ese enorme y pesado saco de cosas; mi bolsa llena de personas lloronas y torpes, y pequeños granos de cosas más pequeñas que una semilla de mostaza, y redes intrincadamente tejidas que cuando se desatan laboriosamente se ve que contienen un guijarro azul, un cronómetro que funcionando imperturbable cuenta el tiempo de otro mundo, y el cráneo de un ratón. Mi bolsa llena de comienzos sin fin, de iniciaciones, de pérdidas, de transformaciones
y traducciones, muchos más trucos que conflictos, muchos menos triunfos que trampas y delirios; llenas de naves especiales que se atascan, misiones que fracasan y personas que no entienden.” Ursula K. Le Guin, La teoría de la bolsa de ficción.
En relación con esta teoría, Donna Haraway argumenta que importa qué historias contamos para contar con ellas otras historias y que importan los conceptos que utilizamos para pensar con ellos otros conceptos.
Ahora salimos de este juego de máscaras en el que nos hemos introducido durante los últimos párrafos para mirar al ídolo desde su versión de creador. Ese mensaje que hay detrás de dar vida a un proyecto musical vertebrado; una práctica creativa en la que habita un alma de poeta. Una intención de vivir del arte, de generar emociones.
Teslariu Mihai
“ Estamos en un momento histórico en el que podemos hacer absolutamente lo que nos dé la gana; tenemos todos los recursos, tenemos posibilidades infinitas, y muchas veces parece que solo hay una manera de hacer las cosas.
Parece que solo hay una manera de cantar, una manera de poner la voz para que mole”.
— VÍCTOR CABEZUELO, RUFUS T. FIREFLY
“Creo que es un error pensar que la autenticidad lleva al éxito. Si autenticidad está
cerca de la tendencia actual, puede que También puede
—
VÍCTOR CABEZUELO, RUFUS T. FIREFLY
un que autenticidad te Si la está
En el paper “Plat(formatted) Creativity: Creating Music in the Age of Streaming” de Håvard Kiberg (2023), se explora cómo el paradigma del streaming y la “platformización” (Spotify, TikTok, etc.) afecta la producción musical desde la perspectiva de los propios creadores. La tesis central de este artículo sostiene que la creatividad en la era del streaming no está simplemente oprimida por las plataformas, sino que se negocia constantemente. (14)
Kiberg introduce el término creativity constraints, que se refiere a cómo las restricciones (tecnológicas, sociales y económicas) pueden ser tanto limitantes como potenciadoras. Por un lado,
las plataformas democratizan la producción y la distribución, permitiendo la aparición de “nuevas voces” y géneros híbridos. Sin embargo, la creatividad también está coartada debido al dominio de la atención, donde triunfan canciones más cortas, sin intros y con hooks inmediatos. Los creadores sienten presión por hacer música funcional que sea vista, donde la expresión artística muchas veces queda subordinada a lo “viralizable”.
Por otro lado, hay artistas que aspiran a utilizar estas restricciones como herramientas creativas, abrazando en ocasiones formatos cortos —EPs, reels, etc.— sin perder su identidad. Luchan por encontrar equilibrio entre atrapar la atención del oyente y no perder la autenticidad ni la visión artística.
tendencia que lo haga. puede que
no”.
Este ejercicio de encajar de alguna manera, o de ser consciente del código del momento actual en el que estás creando como una serie de reglas para jugar a un juego. Tú decides voluntariamente si quieres jugarlo o no. A mí, en este caso, me parece algo estimulante decir: ‘vale, la gente hoy está escuchando esto y se utiliza esta jerga, estas fusiones del mundo electrónico y orgánico, y también se comunica de esta manera, con este tipo de vídeos o en este tipo de plataformas…’. Haces un análisis general de todo lo que está sucediendo y luego el ejercicio que más mérito tiene, quizás, es encontrar la manera de hacer una música que a ti te deja satisfecho, pero teniendo en cuenta todo eso. Y a mí me motiva bastante eso... vale, sí, no eres al 100% libre”.
— CARLOS ARES
Un creador que, en esa “platformización”, también lucha contra un loop infinito, hipnotizante e hiperestimulado. FKA Twigs habla de esa ruina del creador en una entrevista para Resident Advisor, donde explica cómo el artista lucha con esa isla de ideas, opiniones y doctrinas de una manera constante, además de la necesidad de crear un mensaje relevante. En sus palabras, “encontrar un momento para parar, solo el ruido, el scroll, el parloteo, las imágenes… Salimos y estamos completamente bombardeados con anuncios y luces centelleantes. Y si no estamos mirando el móvil, te encuentras a ti mismo mirando por encima del hombro el móvil de otra persona, en el metro o lo que sea. Yo lo hago”. Esta experiencia de sobresaturación sensorial no es anecdótica, es estructural: “Es esta constante, creo que se llama ‘cerebro de palomitas’. Y el movimiento político más serio del mundo pasa a ser un perro comiendo un trozo de queso con bigote”. La crítica no apunta solo al exceso de estímulos, sino a su efecto corrosivo sobre la percepción: todo se vuelve ruido, todo se aplana, incluso lo urgente. En ese entorno, crear algo con densidad, con tiempo, con silencio, se convierte en un acto profundamente contraintuitivo. (15)
Fernando Broncano también habla de esto en su libro Puntos ciegos. Ignorancia pública y conocimiento privado, donde afirma que la sociedad de la información y el conocimiento ha devenido en una fábrica orientada a la expropiación de la atención y hacia la explotación de lo “salvaje” o “asilvestrado” de la subjetividad. Explota la propensión del cerebro a huir de las ambigüedades y dudas, una oportunidad que aprovecha el poder para colonizarlo a través de lo que se denomina “túneles mentales”, esto es, los recursos psicológicos que hemos desarrollado a lo largo de nuestra historia cognitiva para
equilibrar las demandas de atención y equilibrio metabólico. Las actividades que requieren autocontrol son fatigosas y desagradables y producen un agotamiento del ego, lo que hace disminuir la motivación. Nos gusta la simplicidad. Por eso salir de los túneles mentales es a veces tan complicado. (16)
Este formato de consumo afecta a la manera en la que los artistas desarrollan su actividad creativa, muchas veces sintiendo que “hay que dar de comer a un algoritmo” en lugar de crear contenido con un fin emocional y artístico. La producción se
Estamos buscando muchas veces la validación, la pertenencia, la identidad, la autoestima; la estamos buscando donde no es, porque si se dan tantos casos como se dan de artistas que, teniendo un éxito arrollador, se sienten fracasados, pues es que obviamente no estamos mirando en la dirección correcta”.
— JUANMA LATORRE, VETUSTA MORLA
acelera y se subjetiviza, generando una dificultad de curaduría y discernimiento cada vez mayor en el oyente. Esto nos arrastra a un cuestionamiento similar al de si la IA logrará sustituirnos o si, por el contrario, la parte humana y sustancial conseguirá vencer a lo maquínico y sintético.
¿Qué queremos salvar? ¿Queremos salvar el arte? ¿Cómo y con qué vamos a salvarlo?
Construir una ética que nos permita cuestionar el presente y, desde ahí, imaginar y articular nuevos futuros. Un pensamiento crítico que nace de las sensibilidades que despierta esta conversación. Una conversación que habita en los detalles, porque son precisamente ellos los que nos hacen más humanos.
Una decisión compartida entre el que crea y el que observa.
Esta tensión entre deseo de crear, exposición y validación conecta con lo que plantea Remedios Zafra en El entusiasmo, donde habla de una precariedad que no solo es material, sino también simbólica. Una precariedad que se disfraza de vocación, de entusiasmo, y que empuja a quienes crean a sostenerse en el borde. (17)
Un Tera de adelanto, la cartera llena de metadatos
Ser un puto número, acepto el trato
Tatúame el código y sácame al campo Soy un jugador y solo quiero jugarlo”.
— HOKE,
“FIVE O”
Eres una worker de la industria musical, tal cual. Temporera, porque además trabajamos mucho por temporadas. O sea, somos más privilegiadas que las temporeras del campo, evidentemente, pero al final hay muchísima incertidumbre. Es muy atrevido hacerte incluso una planificación vital. En el sentido de, por ejemplo, ser madre. Es algo que no puedes planear ni puedes planificar porque se vive al día”. “
DALILA
La pasión por lo que se hace funciona muchas veces como coartada para normalizar condiciones laborales inestables, difusas y profundamente desiguales. Se trabaja por entusiasmo, pero también por necesidad, en un sistema que promete reconocimiento mientras desactiva cualquier posibilidad de estabilidad futura.
La precariedad no solo moldea las condiciones laborales, sino que se infiltra en la posibilidad misma de imaginar un proyecto de vida. Un presente que consume toda la energía y no deja espacio para planear lo que se desea a largo plazo. Es ahí donde lo personal deja de ser refugio y se convierte en terreno de tensión constante. Más que una elección, aplazar decisiones vitales se vuelve una condición impuesta por la lógica del “estar disponible”, del “seguir produciendo”, del “no parar”. Y esa disponibilidad infinita, sostenida muchas veces por el entusiasmo, no es otra cosa que una forma de desgaste.
Volver al hogar, transformar la huida en un refugio. Reconocer los anclajes a la tierra. Aquello que nos representa. Muchas veces es lo personal, lo que nadie ve, los sacrificios invisibles del éxito artístico. Pero a su vez, lo que nos mantiene en tierra firme.
“ He estado toda mi vida viendo dónde colocar lo profesional y lo personal. Según el momento de mi vida ha sido prioritario una cosa y en otros momentos la otra. En nuestro trabajo también, como es creativo y artístico, ¿cuánto priorizas lo artístico? ¿Cuánto lo personal? Tienes que estar negociando todo el rato”.
“ El éxito sería poder vivir en mi pueblo pero seguir trabajando a un nivel alto.
A veces me quiero comer el mundo, pero siempre vuelvo a querer vivir en mi pueblo”.
— ÁNGELES TOLEDANO
Éxito
1. Resultado feliz de un negocio, actuación...
2. Buena aceptación que tiene alguien o algo.
Antónimos u opuestos de «éxito» Fracaso.
¿QUÉ ES EL ÉXITO?
TENER TODAS MIS NECESIDADES BÁSICAS
CUBIERTAS PARA PODER DESARROLLAR
MI ARTE. Eva Mcbel. TENER LA MENTE
TRANQUILA. EuskoPrincess. PODER VIVIR DE ESTO DIGNAMENTE. Calequi y Las Panteras.
MANTENER TUS PRINCIPIOS Y SER
HONESTO. Biznaga. PODER HACER MÚSICA
SIN TENER QUE HACER CURROS DE MIERDA.
Anouck The Band. SER FELIZ YO Y HACER FELIZ
A GENTE. Anabel Lee. QUE OTROS ARTISTAS
DEL GREMIO LES FLIPE LO QUE HACES
MUSICALMENTE. Alcalá Norte. ES ABSURDO
PORQUE ES MUY CONTEXTUAL. Figa Flawas.
Testimonios recogidos en los Premios MIN / Abril 2025
Es un espejismo que se han montado, una americanada”.
MÁRGENES, CUERPO Y LEGADO
POR NATALIA CISTERNA / CÉLULA LAB
Este artículo es una invitación a explorar. A salirse del camino obvio para adentrarse en otros, menos visibles y transitados, pero que esconden la posibilidad de un futuro en el que el sonido vuelva a ser refugio
Es, también, un recordatorio sobre el peso del legado, porque el mañana siempre se construye sobre las ruinas de lo que fuimos.
Y por último, este texto busca abrir una pregunta sobre nuestros límites, sobre esa frontera final que es la carne. Que es, al fin y al cabo, todo lo que somos.
Lo ideal es que haya carreteras secundarias del éxito, que no solo hubiera la autovía principal por la que todo es luminoso y está lleno. Hay muchas carreteras secundarias que, además, nutren esa autovía principal. Hay que cuidarlas. Hay que cuidar los discursos minoritarios porque son los que, al final, nos dan las pautas para que se creen grandes discursos”.
— JAIRO ZAVALA, DEPEDRO
Esta reflexión que Jairo Zavala nos dejó en la entrevista nos llevó a preguntarnos acerca de cuáles eran esas carreteras secundarias del éxito, esos discursos que hoy suenan en los márgenes y en los que debemos colocar nuestra mirada, nuestro oído, para atisbar qué forma tomará el éxito en el futuro.
Los márgenes siempre han sido la brújula de quienes buscan anticipar lo que está por venir. Esto no es algo nuevo. Sin embargo, y siguiendo con la metáfora de las autovías que nos brindaba Depedro, cuando conducimos solemos mirar al frente la mayoría del tiempo. Seguimos a los que van delante, intentando no pisar la continua para no desviarnos de un camino que otros han trazado antes y que asegura nuestro destino.
Las derivas y las disidencias han existido siempre. Cada época, cada civilización, genera sus márgenes: espacios alejados de lo socialmente aceptado, de la norma, en los que se gesta “lo nuevo” y se toma el verdadero pulso del tiempo.
El profesor, historiador, filósofo e investigador Arnold J. Toynbee, en la década de los treinta, concibió y desarrolló el concepto de “minorías creativas” en su obra “A Study of History” (1), de la que publicó seis volúmenes (1934-1939) y sobre el que fue añadiendo nuevas ideas en las dos décadas posteriores.
Toynbee describe a las “minorías creativas” como grupos o individuos dentro de una civilización que pueden impulsar su crecimiento y
evitar su declive, porque son capaces de responder a los desafíos y de plantear nuevas ideas. Estas minorías pueden surgir de cualquier estrato social y tienen el poder de inspirar, movilizar y liderar cambios profundos. Son la clave para la renovación de la cultura de una sociedad, porque las minorías creativas, con el tiempo, acaban por convertirse en mayorías. Y así sucesivamente, en un círculo infinito.
MÁRGENES, CUERPO Y LEGADO
“
Vivimos en un punto en el que el nicho puede conquistar al mundo. Luego ya acaba como reabsorbido, pero creo que ahora mismo, cualquier música de nicho, de cualquier chaval de un lugar recóndito, es lo que probablemente cree los cánones estéticos de las cosas que estén por venir”.
En el imaginario colectivo, el éxito viste prácticamente igual desde hace casi un siglo: lujo, dinero, excesos, reconocimiento… El éxito va envuelto en una vida que se muestra (cada vez más), que muchos y muchas desean y a la que no es fácil acceder, mucho menos, mantenerla en el tiempo. Es una narrativa seductora, que responde perfectamente a un sistema que necesita de seducidos para seguir funcionando, un relato que la mayoría de quienes vivimos en este presente, seguimos comprando a pies juntillas desde los años noventa, incapaces de escribir otro distinto, a pesar de los intentos. Durante décadas se ha construido
un imaginario que nos sirve para proyectarnos en un lugar deseable. Un imaginario “necesario” para una contemporaneidad en la que la realidad, lo cotidiano, parece insostenible.
Es preciso, en este punto, profundizar un poco sobre por qué y desde dónde se construye un imaginario. En el libro “Las posibilidades de lo imaginario” editado por Juan R. Roca, lo cuenta así: “El imaginario colectivo nos inventa, nos redefine, nos reconstruye. (...) El imaginario colectivo es una constelación de significados que hace presente algo que no existe, que no es, pero que es deseable, que da sentido, tanto a los discur-
sos como a las acciones y a las relaciones sociales. (...) Es el modo como los actores sociales se conciben a sí mismos, cómo conciben el mundo y cómo se relacionan con él.” (2)
Romper con un imaginario instituido, que prácticamente todo el mundo abraza, no es fácil. Ni siquiera para las minorías creativas.
“
Hay que redefinirlo. El tema de los oyentes mensuales, el tema de los números, el tema de los likes, las redes sociales, no tiene sentido. Todo debería ser mucho más ambiguo en el mundo del arte. Todo está creado para que sea una competencia, para volverte adicto a necesitar ese número más y más alto, esa validación”.
Si miramos de nuevo hacia atrás y nos sumergimos en la esencia de muchos movimientos culturales que surgieron del underground, como el punk, el hip-hop, el grunge, entre otros, veremos que todas estas minorías creativas partían precisamente de cuestionar el statu quo, lo comercial, la superficie… Sus creaciones eran el fruto de la insatisfacción que les producía el entorno político, económico y social en el que vivían, de su disconformidad con un sistema que quería venderles algo que no estaban dispuestos a comprar. Su concepto de éxito iba inicialmente ligado a la autenticidad, a la posibilidad de dar voz a los que no la tenían, a la creación de comunidad. Su música, su “ruido”, eran la voz disonante.
Pero, ¿puede un movimiento nacido para desafiar, evitar ser cooptado por los mismos valores que el “éxito” hegemónico impone? — CANTEO!
Oriol Rosell, en su libro “Un cortocircuito formidable. De los Kinks a Merzbow: un continuum del ruido” nos da la respuesta: “A un lado, el underground dando cobijo a fenómenos y expresiones surgidas de y contra la cultura adulta: desviaciones que la cuestionan y la retan. Al otro, el mainstream, formidable maquinaria comercial y de comunicación capaz de ingerir las tendencias del underground, cuando su radio de influencia adquiere hechuras económicas relevantes, y regurgitadas en
el marco dominante a modo de simulacros, convenientemente inanes y destinados al consumo global.” (3)
Esas minorías creativas, como todas, acabarían sucumbiendo con mayor o menor suerte al imaginario colectivo del éxito, empujadas por esa maquinaria de la que habla Rosell, muy a pesar de su esencia y, en algunos casos, de su salud física y mental. El éxito acaba por devorarlo todo, incluso a la propia música.
La sensación que tengo a mi alrededor y tratando con otros artistas, es que ese interés por el éxito se ha comido un poco la propia actividad musical hasta tal punto, que a veces, parece que incluso la música es un poco irrelevante”.
— JUANMA LATORRE, VETUSTA MORLA
No obstante, esas minorías creativas siguen apareciendo, con otras formas, creando nuevos discursos o extendiendo los heredados. El éxito (el que hemos aceptado socialmente) es parte de esa herencia, pero nos atrevemos a decir que, por fin, hay una posibilidad real de que sea reformulado en un futuro no muy lejano. Porque si algo bueno tiene la hipertecnologización del mundo, es que los discursos de las minorías creativas son capaces de atravesar más fronteras y de forma más veloz que en el pasado. Por otro lado, es preciso no olvidar que vivimos en plena era del entretenimiento y que también corremos el peligro de convertir la “canción protesta” en puro divertimento vacuo y pasajero. Recordad, “la maquinaria”.
Aunque también sucede a la inversa, la música y lo que la envuelve, siempre ha respondido a las necesidades de la sociedad que la crea y la escucha. Es una consecuencia de nuestra forma de vivir, de estar en el mundo: “Hay un factor sociocultural brutal. Al final, creo que la configuración del sistema capitalista, en el que vivimos aquí, en este lugar en concreto, ya condiciona completamente la percepción de éxito, porque al final nos comemos un poco
ese concepto de éxito empresarial llevado a todos los marcos” Erik Urano.
Hoy necesitamos ser vistos, como nunca antes lo hemos necesitado. Llevamos ya más de una década explotando nuestra intimidad, nuestros cuerpos y nuestras vidas a través de la imagen y las plataformas tecnológicas. Y lo hemos aceptado con total normalidad generando, post a post, una proyección de nosotros mismos que acaba por convertirse en la copia de la proyección del otro, en una forma estereotipada y construida para ser consumida, tal y como señala Andrea Soto Calderón en su libro “La performatividad de las imágenes”: “El hecho de que exista un gran número de imágenes no significa que haya mucha visibilidad. El mercado de las imágenes muestra más bien lo contrario, estandariza un tipo reducido de formas y las pone a circular, creando imágenes para consumir objetos y no para construir miradas”. (4)
Todos queremos ser visibles, que nos hagan casito, pero parece que nuestras prácticas nos están llevando precisamente al lado opuesto. Se nos olvida también que la velocidad lo impregna todo y que, paradójicamente, lo efímero es la constante.
Si el artista quiere seguir siéndolo la semana que viene, el mes que viene, debe ser visible, likeado, comentado. Y crear, cuanto más rápido mejor. La exposición constante ha ganado el terreno al valor de la creación musical. Ya sabéis: si no estás ahí, no existes. Entonces, creemos mucho y en cualquier dirección para poder ser vistos.
“
Te das cuenta de que no solo va de caminos de tierra y de playas desiertas. Estás en una industria en la que vale absolutamente todo: cómo te vistes, dónde estás, qué publicas, qué no publicas... y ahí entran mis grandes dudas, mi gran incertidumbre, mi gran desamor y de contradicción con la música y cómo yo la veo”.
— MARILIA MONZÓN
Creo que hay que hacer un ejercicio grande de reeducar al artista o de redefinir el éxito y que a todos nos quede claro y acordarnos. El tema de querer vivir con mucho dinero, con muchas necesidades, con muchas propiedades y con mucha popularidad creo que ya se queda un poco hortera”. “
— CARLOS ARES
Sí, hay que rascar y atravesar el destello para llegar a lo profundo. Para eso hay que tener tiempo, detenerse, ir más allá del artista y conversar con el ser humano para descubrir que, como en el pasado, son muchos los que cuestionan el éxito, ese “éxito de oferta”, actualmente aumentado a través de las pantallas, que sigue viviendo de réditos. Que rezuma a ayer. A épocas que debemos ir dejando atrás si queremos avanzar sin dejarnos por el camino lo importante, que no es más que hacer aquello que amamos, sin filtros, ni capas de realidad que no se ajustan a lo que somos o a cómo entendemos el mundo.
El modelo comienza a extinguirse y es así porque “la carne” no puede multiplicarse exponencialmente. Es una cuestión de sentido común. Responder a la demanda de la abundancia, a la opulencia actual del entretenimiento, no es asumible porque los seres humanos somos finitos, como lo es nuestro tiempo. Esto no va de expandir nuestro límite, va de asumir dónde está el final.
“ “
Estar aquí arriba todo el rato, yo creo que es algo insostenible, o sea, lo digo a nivel de eventos, lo digo a nivel de festivales, ¿sí? Y a nivel también de BPMs, de la música”.
— DALILA
¿Pero cómo sostener una industria que vive de una concepción del éxito obsolescente? Y aquí entra en juego “lo que viene” o más bien, lo que “ya está aquí”.
Hace unos meses unos chavales muy majetes nos presentaron su agencia de artistas sintéticos. Música creada con IA que podría pasar perfectamente por un hit de una banda humana, un feed impoluto en redes sociales, respuestas a comentarios a cualquier hora… “Son perfectos. No comen. No beben. No duermen. No se quejan. Trabajan las 24 horas. ¡Ah! Y están diseñados a partir del estudio del comportamiento y
Igual hace una semana que has subido algo, pero ya sientes que te tienes que renovar y vas como con unos tiempos que no son nada humanos, o sea,
no son
normales esos tiempos
y no tienen que ver con el tipo de artista que
somos, que somos gente super underground, eh, no somos popstars de Los 40 Principales”.
— NIKI LAUDA
los gustos de las comunidades de fans de artistas humanos. Son perfectos para las marcas y para la industria. Son mucho más rentables y menos molestos”.
Pregunta: ¿Son estos chavales una minoría creativa? ¿Tienen el potencial de convertirse en mayoría? No tenemos la respuesta, pero ahí están. Eso sí, entienden, asumen y elevan sin ningún tipo de cuestionamiento la fórmula “tradicional” del éxito.
El futuro está por definir, pero comienzan a aparecer preguntas que deberíamos abordar con urgencia y pro-
fundidad, como por ejemplo, si es sostenible para la música y los artistas el crecimiento ilimitado de la industria musical. Algo que ponía en cuestión Erik Urano durante la entrevista que le hicimos: “Es verdad que al final es una industria que ha crecido mucho. Por ejemplo, en mi sector, en la música urbana, ha crecido muchísimo. Ahí se ha creado mucha más estructura, dinero y expansión. Eso conlleva que al final, en la red de pesca, te entre de todo. No solo peces, entran piedras, bichos y cosas inservibles. Es la consecuencia de ese tipo de crecimiento. Nunca un crecimiento así de grande puede ser selectivo”.
La industria, al fin y al cabo, es eso, una industria y como tal, debe facturar y obtener retorno económico. A esto se suma que son muchas las familias que comen de ella. Aquí va otra pregunta: ¿A través de qué tipo de artistas y sobre qué relato del éxito se va a sostener en el futuro? Las piezas están aún por colocar, pero lo que está claro es que la partida va a cambiar.
Como decíamos antes, cada civilización tiene sus minorías creativas y cada una de ellas rema en una dirección. A veces, reman en paralelo y otras, chocan frontalmente. Unas consiguen convertirse en mayoría, otras siguen en los márgenes esperando su momento.
“
El
Sabemos que hay una tendencia cada vez más latente empujada por una minoría creativa que no comulga con los tiempos, con la exposición constante, con el destello fugaz, con la música sin cuerpo, con la creación basada en el algoritmo, con la competencia entre colegas.
También sabemos que asoman otras minorías creativas que apuestan, aunque sea cambiando a los jugadores, por seguir en la partida sentados en la mesa junto a las plataformas digitales y a una industria que procura alimentar sus demandas. Dos caminos, ¿dos tipos de industria? Puede ser. Esta posible bifurcación puede ser un reto, pero también una oportunidad para quien
triunfo lo relaciono con una especie de victoria en una competición o en una guerra o en algo así. Para mí es un concepto
muy alejado de la música porque no me gusta nada todo lo que tenga que ver con la competición, ni con sentirme mejor o peor que cualquier otro músico”.
— VÍCTOR CABEZUELO, RUFUS T. FIREFLY
sepa verla. Música e industria, lo abstracto y lo concreto, la inspiración y el número, la carne y el algoritmo. Encontrar el equilibrio parece algo casi utópico. Quizás la gran pregunta que todos deberíamos hacernos es ¿qué queremos que sea la música en el futuro?
Y si hablamos de futuro, debemos hablar de legado. Aquí van algunas preguntas más: ¿Qué música de la que escuchamos hoy seguiremos escuchando en el futuro?
¿Qué obras tienen la capacidad de “echar raíces”, de trascender, de formar parte de la vida de las personas a lo largo del tiempo?
“
Para mí, a nivel musical, formar parte de la vida de las personas es un gran éxito. Creo que es algo muy importante y no se mide con dinero, se mide con la parte emocional”.
En el presente, que tu música forme parte de la vida de las personas o “hacer canciones para los nietos” como apuntaba Marilia Monzón en su entrevista, es una tarea difícil, porque que la música actual consiga trascender o no, tiene más que ver con la capacidad de escuchar de forma consciente de aquellos a los que les llega tu obra, que con la tuya de crear algo que llegue a convertirse en un “clásico”.
Disfrutar de la música en su totalidad necesita de atención plena, y ese recurso, la atención, está muy disputado y es muy escaso en nuestro presente tal y como señala Kae Tempest en su libro “Conexión”: “En ese momento, al otro lado de la ciudad, una persona está escuchando música mientras se dedica a ordenar su piso, pedir algo por Internet y quedar para celebrar un cumpleaños con un grupo de amigues. “Múltiples distracciones requieren su atención y la música le ayuda a mantenerse centrade en estas cosas. Escucha una playlist que ha creado un algoritmo y solo se percata de lo que está sonando, cuando no le gusta una canción y tiene que saltarla.” (5)
Trascender como artista, que el público llegue a apropiarse de tus letras para hacerlas suyas, que dentro de unos años tarareen tu canción sin saber quién la escribió (esto para nosotros es el máximo exponente del éxito bien entendido), no depende solo de ti, ni de tu talen-
to, ni del reconocimiento que consigas alcanzar en un momento determinado. Porque como decíamos antes, ese éxito, la semana que viene quedará soterrado bajo el éxito (también efímero) de otro.
Tu legado depende, completamente, de cómo viven hoy sus vidas los que escuchan tus canciones. Hay que ser consciente de ello. Conocer el contexto para tener opción de cambiarlo: “Creo que la falta de trascendencia, muchas veces viene más por parte de las formas de consumo que de la música en sí. Creo que la forma de consumo es lo que está condicionando la volatilidad de las cosas, más que las propias obras o la intención de quien las hace. (...) Hay que empezar a abrir bastante el debate de qué tipo de prácticas son abusivas de cara al peso cultural y al legado de las obras porque son auténticas minas de extracción y además, fomentan dinámicas de falta de atención y de oír, en lugar de escuchar.” Erik Urano.
No es casualidad que el uso de los dispositivos móviles comience a prohibirse en espacios musicales, tampoco que una banda como Rufus T. Firefly haya impulsado giras con cascos para que los asistentes a sus conciertos puedan poner el foco de atención en su música. Todo ello para trascender lo externo y llegar a lo profundo. Al interior. A la conexión real con la música y con lo que ella provoca en el cuerpo. Porque escuchar se escucha con todo el cuerpo, no solo con el oído: “El cuerpo es el territorio por el que la música acontece (...) Porque cuando la música se reduce al sonido, la única parte del cuerpo afectada es el oído. No se puede pensar que el oído es una especie de puente que nos conecta con la música. Es todo el cuerpo el que debe ser musicalizado” El territorio musical de la humanidad. Jorge Francisco Maldonado. Escuela de Filosofía. (6)
Fomentar y ejercitar la escucha es quizás el mayor acto de rebeldía que podemos llevar a cabo frente a un sistema que ofrece estímulos constantes y que nos brinda la emocionante posibilidad de no permanecer mucho tiempo en ningún lugar.
Es importante tener en cuenta que nuestros modos de hacer música y de distribuirla tienen un impacto ahí afuera. Más allá de la venta de entradas, del número de escuchas, de fans, de likes está la fragmentación de las audiencias, su salud mental, su FOMO, o mejor dicho FOMA (Fear of missing anything), su falta de identificación con el entorno y lo que escuchan, su cada vez
mayor deseo de desconectar y de escapar de su realidad. Todo esto va en detrimento de que la música, como decíamos antes, eche sus raíces y sea capaz de florecer.
Actualmente tenemos un acceso infinito a la música y eso es algo increíble, pero como señala Nicolás Madoery de Futurx en su newsletter de julio de 2025 sobre Spotify: “Tal vez es momento de asumir que lo que nos resulta “más cómodo”, no siempre es lo más justo.” (7) Y añadimos: ni tampoco lo más útil para el futuro de la música, ni de los artistas, porque los excesos, casi siempre, nos dirigen al colapso.
Si hablamos de legado, no queremos dejar de traernos a este texto una referencia al libro de Federico Campagna, “Cultura Profética para la imaginación que viene” (8). Un libro en el que aunque Campagna no habla de música, desarrolla una reflexión que bien puede aplicarse a ella, a su industria y a la trascendencia de las dos. En el capítulo primero del libro, que el autor ha titulado Tiempo, sus ideas se centran en analizar cómo a lo largo de la historia de la humanidad, toda civilización se ha construido sobre las ruinas de la civilización que la precedía: “Las obras atribuidas a Homero se adentraron en las ruinas de un mundo muerto para recuperar los materiales para la fundación de lo que más tarde será la época griega clásica. (...) El mismo proceso se repitió al final de la Edad Oscura europea, en torno al S.IX d.C., cuando, entre los fantasmas que aún rondaban las ruinas romanas, una civilización buscó en el arte algo de inspiración para su propia narración del mundo”.
En el segundo capítulo del texto, La modernidad occidentalizada, Campagna sigue con su análisis sobre las ruinas, en este caso, sobre las que dejará una civilización en la que casi toda su producción cultural es digital y que a la vez se sostiene, como él dice, sobre
un sistema hipercomplejo de extracción y suministro: “¿Qué quedará de nosotros? (..) Cuando las condiciones materiales que mantienen operativo su hardware se hayan derrumbado, los archivos digitales a los que esta civilización ha confiado su legado cultural, también se desvanecerán. (..)
Más frágil que los papiros del mundo antiguo, la inmensa riqueza de la cultura digitalizada pende de un hilo. (..) El patrimonio de esta sociedad, obsesionada por los datos, será la primera víctima de la aniquilación.” (9)
Sí, puede ser extremo el planteamiento, pero… ¿recordáis el apagón? Reflexionar sobre ello puede ayudarnos a saber a qué le estamos otorgando demasiado valor, a qué le estamos dedicando nuestro tiempo, nuestros sueños, nuestro arte, nuestra vida. El éxito no debería
traducirse únicamente en un dato, no debería depender del acceso dirigido por un algoritmo a un archivo que acaba diluyéndose en un mar sonoro imposible de navegar y en el que únicamente sobreviven los peces gordos.
Puede que hoy las minorías creativas no se parezcan a las de hace unas décadas, puede que estas sean más visibles, que a través de una maniobra de camuflaje hayan formado o formen parte del sistema con el que no comulgan del todo y que hayan comprado en algún momento el “éxito de oferta” del que hablábamos antes. Y es que el camuflaje es una herramienta de supervivencia, un modo de vivir que se ajusta a las demandas de un presente en el que todo es simulacro: “Seguramente, es el imperio del simulacro en
Para mí el éxito ahora mismo es tener un sistema nervioso regulado. Es una cosa que me cuesta mucho, no disociarme del cuerpo, no colapsar, que no me entren pensamientos depresivos. Me cuesta mucho, mucho, mucho”. “
— SANDRA DELAPORTE.
la sociedad del espectáculo, así como el cultivo generalizado del disfraz y la máscara, lo que ha provocado que el camuflaje se haya convertido en uno de los motivos recurrentes del arte actual.” (9) Maite Méndez Baiges en su libro Camuflaje.
Debajo de la pátina de brillo, existen las ganas de cambiarlo todo. De vivir más lentamente y crear de forma sosegada, de expresar lo que se siente, lo que duele, lo que enferma. Lo que nos aleja de quienes somos realmente.
Cuando alguien crea, lo que sea, comparte una parte íntima de su ser. El verdadero éxito reside en la capacidad de esa creación para conectar, para resonar en el cuerpo y el alma de quien la recibe, trascendiendo la fugacidad de las pantallas y las métricas vacías. Ese es el éxito sostenible y significativo, que no se encuentra en la cima de una montaña de datos, sino en la profundidad de la experiencia humana compartida y en la libertad de ser fiel a uno mismo.
ARDEIS LOS ARTISTAS
Sometidos por los datos, atrapados en la fórmula.
Arde vuestro talento en tres segundos. Se quema vuestro arte. Se consumen vuestros cuerpos.
Buscáis no ser extinguidos.
Ardéis obsesionados con el brillo de la llama.
DEJAR PARA MANUAL
Ardéis y olvidáis que tras el fuego sólo hay ceniza.
ARDEIS LOS OYENTES
Alienados.
Os quemáis esperando que alguien Arden vuestros oídos, Esperando ser musicalizados por el click y el cartel os devuelva el ritual, a vuestra tribu. incapaces de percibir el sentido. y sólo conseguís ser asfixiados que sólo os vende humo.
Buscando pertenecer a golpe que fulminan la creatividad. de consumir y acumular música. El arte.
ARDER DE
ARDE LA INDUSTRIA
Confundida entre valor y volumen.
Encendiendo hogueras
Programando conciertos para el futuro, quemando calendarios, incendiando carteras.
Buscando lo nuevo. Especulando con lo viejo.
Apagando la música.
Proteged vuestra salud mental, no vuestro ego.
Dejad un legado, no un titular.
Cread escena, no una carrera en solitario.
Elegid obras que dejen huella, no cookies.
Buscad oyentes, no plays.
Construid una biografía, no una imagen.
PARA LOS OYENTES ARTISTAS PARA LOS
Pagad por lo auténtico, no por el filtro.
Escuchad de verdad, resistid frente al ruido.
Cuidad a los artistas (un artista roto no genera royalties).
PARA LA PARA
Mirad afuera: menos data mining, más contexto cultural.
INDUSTRIA OYENTES
Buscad al artista que os invita a su casa, no a su escaparate.
Ayudad a construir carreras, no virales.
Confiad en vuestro criterio, no os limitéis a obedecer a la máquina.