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Bicentenario de la Independencia Argentina / 104. Matrimonio igualitario en Argentina / 112. Los años y la burbuja en el tiempo /
Para pensar de qué se trata la independencia, lo primero será ir al origen. ¿Qué es ser independiente? Si lo buscamos en la Real Academia Española, justo, de quienes nos hicimos independientes en 1816 pero tomamos su lengua, dice: «La independencia es la libertad, especialmente de un Estado que no es tributario ni depende de otro». Y agrega otra definición: «Entereza, firmeza de carácter».
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¿Es Argentina independiente? ¿En qué medida depende Argentina de otros países? ¿Se puede ser un país independiente en un mundo absolutamente globalizado? ¿Qué rol juega la educación? ¿Cuál la economía? Este será un artículo para pensar algunas nociones como país, partiendo del recuerdo del Bicentenario de la Independencia de Argentina que se festejó a toda pompa en 2016.
Como primer punto, podemos recordar desde donde partimos como estado independiente, allá en 1816. Pensemos en un territorio enorme, con sus habitantes divididos por grandes distancias, en un terreno hostil con muchas dificultades de comunicación, con pobreza y, por el otro lado, con una sociedad donde los estancieros tenían el poder. No era un país feudal, sino, tal como lo detalla el historiador Felipe Pigna, era muy diferente. «En el feudalismo hay semi esclavitud, es un mundo cerrado. En cambio en la estancia es una institución capitalista, hay reglas de trabajo, pago en metálico, un producto exportable: cuero, lana, tasajo, una grasa para comida de los esclavos en Brasil, Cuba y EEUU. Buenos Aires ya entonces era una zona muy rica pero a la vez con mucha pobreza. Por eso llega la revolución, la burguesía la apoya para sacarse de encima a España que cobraba impuestos enormes». Por su parte, otro de los historiadores de renombre de Argentina, Luis Alberto Romero, describe aquellos años de esta forma «En 1816 no existía Argentina y no existió durante mucho tiempo. Eran las Provincias Unidas del Sur, un cheque abierto para ver quién se sumaba. El «nosotros» estaba por definirse. Por eso la educación fue clave. La gran fábrica de argentinos es la escuela». Ambos historiadores, Pigna y Romero, fueron convocados por el diario El País en 2016 para que den su visión histórica de los últimos 200 años de Argentina y en ese marco se dan estas reflexiones. Fue en la blanca y celeste Casa de Tucumán cuando cerca de 30 diputados del Congreso lograron ponerse de acuerdo y declararon la Independencia de Argentina, un martes 9 de julio de 1816. El contexto era complejo, España se había liberado de los franceses y el rey Fernando VII había vuelto al trono y buscaba volver a tomar el poder en los territorios americanos que estaban en manos de revolucionarios. Y lo estaban logrando con las batallas que daban en este territorio los llamados Realistas. Es por eso que nuestros diputados de aquel entonces, limaron asperezas entre unitarios y federales para juntarse y lograr un objetivo común. Es importante aclarar que algunas provincias del litoral no enviaron sus representantes, como Santa Fe y Entre Ríos, entre otras.
La primera sesión fue en marzo de 1816 y finalmente, y después de meses de arduas discusiones, el 9 de julio de 1816 los representantes firmaron la declaración de la Independencia de las Provincias Unidas en Sudamérica. Así se avanzaba sobre el proceso emancipador que había comenzado el 25 de mayo de 1810 con la revolución. Allí se definió el valiente documento que definía con ésta solemnidad: «Declaramos solemnemente á la faz de la Tierra qué, és voluntad unánime é indubitable de estas Provincias, romper los violentos vínculos que la ligaban á los Reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojadas, é investirse del alto carácter de una nación libre é independiente del Rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli», «y de toda otra dominación extranjera». Así, las llamadas Provincias Unidas del Río de la Plata lograban la independencia política de la monarquía española e iniciaban un largo proceso de construcción nacional.
200 años vertiginosos
En Argentina es difícil aburrirse porque es inhabitual la estabilidad, por lo cual se suele estar siempre atentos a cada coyuntura. Argentina es vertiginosa. Si pensamos el ser nacional, es decir, ¿cómo son los argentinos? ¿Cómo se construyó ese ser nacional? Cierto es que los contemporáneos se ven como sobrevivientes de las convulsiones políticas, económicas y sociales de este país. Y esa noción se va trasladando de generación en generación. Los altibajos en estos sentidos son cíclicos y siempre tras algún periodo de calma, llegan las crisis. Pero los países, todos, son formados por sus propios integrantes, por lo cual algo de lo que ocurre tiene que ver con la propia idiosincrasia nacional. En lo que sí se ha logrado un acuerdo rotundo es en defender la democracia del país. El historiador Romero describe que tras la declaración de la independencia de la patria durante 70 años fue un periodo de guerras constantes y recién en 1880 se logró algo de paz. «Ahí Argentina descubre las enormes posibilidades del mercado mundial sobre la base de un Estado consolidado y la educación pública». Llegará luego el modelo agroexportador, que aún sigue vigente, y que por ejemplo en 1916 permitió que Argentina fuera la quinta economía mundial. Para Romero «desde el punto de vista económico la curva argentina tiene una primera flexión después de la primera guerra mundial, ya no es tan fácil todo y después a partir de 1930 con la crisis económica. Pero la crisis fuerte es la de 1970. Ahí es donde Argentina empieza a venirse abajo. Pero desde el punto de vista ideológico la quiebra viene antes, cuando la élite empieza a entusiasmarse con la idea de la grandeza argentina, que lleva al nacionalismo duro. Hasta la escuela pública cambia y se vuelve más adoctrinadora. Antes la idea era una Argentina cosmopolita, liberal, abierta al mundo, como EEUU». Si bien no es posible resumir 200 años de historia en pocas líneas, lo cierto es que sí sirven algunos puntos para poder llegar a pensar la actualidad. Porque el debate sobre el modelo agroexportador argentino versus un modelo con mayor valor agregado, industrialización, incorporación de tecnología para duplicar los retornos y beneficios económicos sigue siendo un debate presente. Pero la historia muestra que mientras la industria nacional fue creciendo en distintos periodos, también es verdad que ha sido golpeada en muchos otros, con cierre de fábricas grandes, medianas y chicas. En la perspectiva histórica Pigna lo coloca así: «Argentina no fue EEUU porque su burguesía, su clase dirigente, elige el modelo agroexportador. Solo apuesta por la industria a partir de 1930. Pero tuvo épocas de esplendor, a partir de 1935 se vive gran crecimiento industrial. Y ya era una potencia intelectual, no por nada García Lorca estuvo más de un año en Buenos Aires».
Las fortalezas argentinas en la mirada del Banco Mundial
Si pensamos los puntos fuertes de Argentina, desde donde puede sostenerse y pensarse como país a nivel económico, que es justamente su lado más vertiginoso, es importante conocer los datos reales. La fuerza productiva del país puede verse en un informe de abril de este año del Banco Mundial. Asegura que Argentina es una de las economías más grandes de América Latina, con un Producto Interno Bruto (PIB) de aproximadamente US$ 490 mil millones. Con abundantes recursos naturales en energía y agricultura, en un territorio de 2,8 millones de kilómetros cuadrados, el país tiene tierras agrícolas extraordinariamente fértiles, cuenta con importantes reservas de gas y litio y tiene un enorme potencial en energías renovables. Argentina es un país líder en producción de alimentos, con industrias de gran escala en los sectores de agricultura y ganadería vacuna. Asimismo, tiene grandes oportunidades en algunos subsectores de manufacturas y en el sector de servicios innovadores de alta tecnología. Según este informe del Banco Mundial, la actividad económica se ha recuperado más rápido de lo esperado, con un incremento del 10,3% del PIB en 2021, luego de una caída de 9,9% en 2020 en el marco de la crisis desatada por la COVID–19. A fines de 2021, la economía superaba en un 5% el nivel de actividad anterior a la pandemia. El déficit fiscal se redujo con respecto a 2020, principalmente como consecuencia de la reducción del gasto relacionado con el Covid–19 y de ingresos extraordinarios, como los provenientes del impuesto a las grandes fortunas, así como de una mayor recaudación proveniente de los derechos de exportación, en un contexto de suba internacional de precios de los commodities. Respecto de este punto, la agroindustria es el principal aportante al ingreso de dólares en la economía argentina, siendo prácticamente el único sector oferente neto de divisas en el mercado de cambios. Puntualmente este año, la liquidación de divisas sólo por exportaciones de granos y subproductos alcanzó el récord histórico de USD 19.145 millones, un 15% por encima del récord anterior en 2021, y un 109% por encima de 2020. Sin embargo, la economía sigue mostrando importantes desbalances macroeconómicos y una crisis preocupante que se vive en las calles de todo el país. La emisión monetaria para financiar el déficit fiscal contribuyó a acelerar la tasa de inflación, que a mediados de año ya promediaba el 50% y podría cerrar el año, según algunos economistas, más o menos un 20% encima de esa cifra. Habrá que esperar para conocer el número final, pero sea el que fuere, la inflación es contundente y no hubo quién la pudiera resolver en nuestro país.
La independencia económica
Si volvemos al punto inicial de este artículo, y pensamos en un país con alguna independencia en su economía, con estos desbalances macroeconómicos internos y una inflación acelerada es difícil lograrlo. El peso argentino es una moneda débil a la cual apuestan pocos, al menos en lo que tiene que ver con el ahorro y también en los costos dolarizados. Por lo cual, aparece una economía bimonetaria, con la fortaleza del dólar como contracara, e incluso algunos arriesgados se animan a hablar de la posibilidad de una economía dolarizada, con el impacto inflacionario que eso podría llegar a desencadenar. Ese no parece ser un camino hacia la independencia en ningún aspecto. En Latinoamérica sólo hay tres países que perdieron la soberanía de su moneda, en distintas circunstancias y con distintas consecuencias: Ecuador, El Salvador y Panamá. El especialista en desarrollo económico de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Eduardo Crespo, señala en un artículo periodístico reciente que «el problema de la economía argentina no es tanto que se distribuya mal sino que tiende a tener una insuficiencia sistemática de dólares por distintos motivos financieros y comerciales. Esta dificultad traba el crecimiento, genera pobreza y ciclos en los que Argentina tiene algunos períodos donde crece a tasas muy altas durante 4 o 5 años y después vuelve a caer. Esa caída termina a veces apagando todo el proceso anterior».
«el problema de la economía argentina no es tanto que se distribuya mal sino que tiende a tener una insuficiencia sistemática de dólares por distintos motivos financieros y comerciales. Esta dificultad traba el crecimiento, genera pobreza y ciclos en los que Argentina tiene algunos períodos donde crece a tasas muy altas durante 4 o 5 años y después vuelve a caer. Esa caída termina a veces apagando todo el proceso anterior».
Eduardo Crespo

Además, habla también sobre la importancia de tener una industria fuerte, cuando señala la necesidad de llegar a una estabilidad macroeconómica, como «la que obtuvo en general la mayor parte de los países de la región y junto a esto la necesidad de, paulatinamente a través de la exportación, a través de lo que se pueda de sustitución de importaciones, ir ordenando nuestro sector externo que es el principal problema que tiene la economía argentina».
¿Independencia globalizada?
Como decíamos al comienzo del artículo, hoy en día es difícil pensar en la independencia de los países sin tener en cuenta los efectos de la globalización. Un mundo interconectado permanentemente, con economías que dependen unas de otras y donde lo que sucede en un lugar del planeta puede afectar a otro país que se encuentra a miles de kilómetros de ahí. Un ejemplo fue lo sucedido con la irrupción del Covid–19 y otro aún más actual es la guerra que se disputa entre Rusia y Ucrania. Ambos hechos con consecuencias en las economías de todos los países del mundo. Respecto del impacto de la globalización, un informe publicado por el FMI en abril del 2020 y titulado: «La globalización: ¿Amenaza u oportunidad?», señala que en lo que tiene que ver con lo económico es importante cuestionarse si una mayor integración, sobre todo en el ámbito financiero, hace más difícil la gestión de la actividad económica. Por ejemplo, al limitar las posibilidades de elección de las tasas y sistemas impositivos o la libertad de acción en la política monetaria o cambiaria. Si se supone que el objetivo de los países es lograr un crecimiento sostenible, acompañado de baja inflación y progreso social, este informe del FMI asegura que «la experiencia de los últimos 50 años muestra a las claras que la globalización contribuye a la consecución de este objetivo a largo plazo» y agrega: «La globalización no reduce la soberanía nacional. Crea fuertes incentivos para que los países apliquen políticas económicas correctas. También debería crear incentivos para que el sector privado evalúe cuidadosamente los riesgos. No obstante, los flujos de inversión de corto plazo pueden ser excesivamente inestables».
De esta forma, para cerrar este artículo acerca de cómo pensar nuestro país tras estos 200 años de historia independiente, hay otros acuerdos posibles que se pueden sugerir. Por ejemplo, que la construcción de una independencia real llegará a través de la educación, con pueblos instruidos, tecnologizados, que vayan por el camino de la innovación en todos sus órdenes, con oportunidades reales de crecimiento y que tanto valor agregado suma en los países más desarrollados.
Pero si lo pensamos desde una perspectiva más de las ciencias políticas, hay interesantes ensayos sobre la temática de pensar la patria en este mundo global. Esa definición del ser nacional y de la construcción del patriotismo que nació en estas latitudes allá por el 1816 en ocasiones se construye por oposición. Aparece una unidad frente al otro, a un enemigo común. Eso los define como núcleo. En aquel momento, era contra la corona española. Pero yendo a los ensayos prometidos, por ejemplo, hay un amplio artículo publicado por la Biblioteca del Congreso Nacional firmado por el escritor Luciano Nosetto, donde a propósito de los 200 años del bicentenario se pregunta acerca de qué es el patriotismo y cómo pensarlo hoy. «La serie de conmemoraciones bicentenarias de hitos constitutivos de la historia política argentina (como la Revolución de 1810, la Asamblea de 1813 o el Congreso de 1816) despierta un entusiasmo moderado en aquellos que promueven el ideario de la modernización liberal y el objetivo de una mayor compenetración con los mercados y circuitos financieros globales» y cita al historiador alemán, Reinhart Koselleck, cuando dice «la patria fue durante los siglos precedentes un principio óptimo de organización política, pero agrega que, en la actualidad, los fenómenos de integración económica, ambiental, comunicacional y política definitorios del proceso de globalización han hecho del patriotismo un principio dudoso. Frente a este proceso encontramos arcaica la exigencia de fundar o recuperar una patria, un planteamiento fundamentalista que sigue proliferando en todo el planeta». Así, para Nosetto: «El patriotismo aparece como un repertorio político de cierta utilidad en el pasado, pero que en nuestra contemporaneidad se ha vuelto no solo anacrónico sino también peligroso» y se pregunta: «¿Debemos concluir que el patriotismo constituye en tiempo presente una rémora incompatible con las exigencias de una sociedad moderna e integrada al mundo?». Y allí abarca el concepto de República, tan utilizado en los discursos de nuestro país, donde «aparece como un remedio contra las inflamaciones nacionalistas. Este amor a la libertad común y a las leyes e instituciones que la garantizan promete concitar un compromiso patriótico, evitando los riegos del nacionalismo. El riesgo de la intolerancia a lo heterogéneo queda neutralizado por el principio republicano de pluralidad, mientras que la hostilidad hacia lo extranjero queda también superada por la apelación a principios universales». g













Matrimonio igualitario en Argentina: crónica del día en que todos fuimos iguales ante la ley

Por Alejandra Rey
En 2010 nuestro país se convirtió en uno de los primeros países del mundo en legalizar el matrimonio civil entre personas del mismo género. La madrugada del 15 de julio de 2010 millones de personas en la Argentina pasaron a ser sujetos de derecho. En esa jornada de triunfo, llena de colores, que contrastaba con la indignación de la Iglesia y su inefable feligresía, se sancionó la ley del Matrimonio Igualitario, la N.° 26.618. No se trató solo de un reconocimiento, de un hito, de un triunfo. Fue más amplio: hasta ese momento la sociedad los consideraba nadie, pero a las 4 y 4 minutos de esa madrugada de hielo eran los iguales.
Eran libres
Porque así, de un minuto al otro, a los nadie de siglos, a los que repudiaron sus propias familias, a los que mataron por raritos/as, a quienes los nazis eliminaron, a los que cuelgan de una cuerda aún hoy en algún reino feudal, a todos les había llegado el reconocimiento, el homenaje y el momento, su momento de comerse por fin el mundo y abandonar la ilegalidad. Fue, literalmente, el amanecer de la cordura en un país que los combatía, una alborada que se estiraba perezosa sobre la ciudad desangelada con gritos y llantos de los que sí ahora pertenecían y podían gritar sus sentimientos sin que nadie los repudiara, y menos el sacro santo Congreso de la Nación donde se cocinó durante meses la mejor forma de impedirle a los hombres y mujeres que amaban a personas de su mismo sexo que fueran iguales a los que no, a los llamados occidentales y cristianos bien nacidos con buenas prácticas y amantes de la familia , eso se mencionaba, como si los que consideraban malditos, enfermos, torcidos, y demás adjetivos calificativos demenciales no tuvieran que tener derechos. La casa de la ley había sido por fin generosa: no solamente reconocía a los no heterosexuales como sujetos de derecho a formar una familia, amarse, casarse, sino que podían tener hijos, adoptarlos y hacer con su vida lo que hacía el resto, esto es, lo que se les antojaba. Y hubo sorpresas, porque también se invitó a los extranjeros del mismo sexo a casarse en este país que los bancaba y desde entonces no han dejado de venir a estas costas a cumplir con un sueño que en otros países está penado con la muerte, es decir, con la vida y la Argentina se convirtió así en el primer país del mundo que extiende una ley territorial a todos los extranjeros no residentes que quieran contraer nupcias. No hace falta, por sabido, contar el sufrimiento que atravesaron quienes formaron una pareja no heterosexual. Basta con escuchar algunos argumentos de aquella noche y los números finales, que se contaron como los porotos de un truco jugado por senadores innombrables: 33 votos afirmativos, 27 negativos y 3 abstenciones. Hubo declaraciones vergonzosas que los convocados fuera del Congreso de la Nación y en plazas y legislaturas de todo el país debieron escuchar y soportar. Los que pugnaban por la ley, claro, porque enfrente estaban los otros, los que manifestaban por la no sanción de la ley y que meses y días previos habían organizado marchas con consignas mentirosas y maniqueas, pero bien calculadas para influir en mentes permeables: «No queremos esta ley porque estamos a favor de la familia». «¿Sabés lo que pasamos nosotras, dice Carolina que abraza, en el Parque Independencia, a su esposa Claudia y miran crecer a Benicio, antes de poder casarnos? Ni te lo imaginás. ¿De qué es la nota? Ah, sí, del matrimonio. ¿Querés que opine? Es maravilloso para los tres, aunque todavía nos miran como a las tortilleras que somos ja, ja, ja, no Clau , y le da una palmadita a su esposa en el brazo. No quiero hablar de mis viejos, de la gente de mi pueblo que me miraban como si fuera un bicho raro, prefiero quedarme con esto, con el logro, los beneficios, con los derechos a la herencia, la obra social, el divorcio, en fin, todo lo que tenían los demás y nosotras nada. ¿Benicio? Para él es normal. En su grado hay varios casos como el nuestro en todo sentido: porque somos madres grandes: él tiene cuatro años y nosotras rondamos la cincuentena». Cuatro años de Benicio. Cuatro. Se repite el número. Cuatro horas y cuatro minutos después de medianoche se sancionó la ley: un festín para los numerólogos que, además de asociarlo con el signo de Acuario, juran que ese número representa «los fundamentos, las bases, los cimientos». Indica trabajo y fatiga antes de lograr lo que pretende. Las personalidades del Cuatro son fundamentalmente conservadoras, sólidas y racionales. Son buenas para procesar pensamientos abstractos y convertirlos en opiniones lógicas y sensatas».

Los cabalistas divulgadores aportan: «El cuatro recibe el nombre de Hesed, su carta corresponde al emperador, de acuerdo a los que saben de esta ciencia, es el número de la magnificencia, de la pericia, el orden y la autoridad, representa la base sobre la cual cimentamos todos nuestros sueños, trabajos y esfuerzos para alcanzar logros, el cuatro también corresponde a la memoria y la opción ya que representa las cuatro direcciones que se pueden tomar».
Hito sin discusión
Más allá de lo que se dijo en contra de la sanción del matrimonio igualitario, se considera un mojón histórico, un noble triunfo esta legislación porque no son muchos los países que la contemplan. Si bien se considera a Dinamarca el primer Estado que en 1989 reconoció la unión entre dos personas del mismo sexo, los Países Bajos en 2001 fueron los que primero legalizaron el matrimonio igualitario, lo que convierte a Europa en uno de los continentes con más países vanguardistas en ese sentido. Según un reporte de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA, por su sigla en inglés) de 2020 dio cuenta de que la institución es legal en 30 de los 193 países miembros de la Organización de Naciones Unidas. «Además, 30 territorios no independientes y un estado adicional que no es miembro de ONU también ofrecen igualdad legal en materia de matrimonio», aseguró ILGA, lo que significa que la resistencia a la libertad está aún, demasiado arraigada. En América latina el primero fue la Argentina y el último, Chile en 2021, en tanto Asia y África son los continentes más rezagados: solo un país en cada uno ha legalizado el matrimonio igualitario. ¿La lista de aquellos que sancionaron la ley? No es muy larga: Sudáfrica (2006), Argentina (2010), Brasil (2013), Uruguay (2013), Colombia (2016), Ecuador (2019), Costa Rica (2020) y, como ya se mencionó, Chile (2021). En el caso de México no existe ley federal, pero sí locales. Como en el DF, por poner un caso. Los Estados Unidos y Canadá tienen la ley y, en Europa, sancionaron dicha norma los siguientes países: Alemania (2017), Austria (2019), Bélgica (2003), Dinamarca (2012), España (2005), Finlandia (2017), Francia (2013), Irlanda (2015), Islandia (2010), Luxemburgo (2015), Malta (2017), Países Bajos (2001), Noruega (2009), Portugal (2010), Reino Unido (2014), Suecia (2009), Suiza (2021).

Y acá un paréntesis: no todas las leyes son tan amplias como la Argentina y tampoco es posible casarse en esos países alegremente como sí ocurre por estos lares, donde, además, es posible contabilizar más de 400 bodas de parejas venidas de estados donde está prohibido o penado. Dentro de ese paréntesis –siempre según ILGA– también se anotan las carambolas hechas por países para parecer progresistas. Es el caso de Armenia, cuyo Ministerio de Justicia declaró en 2017 que todos los matrimonios en el extranjero serían válidos en el territorio, incluso los de personas del mismo sexo, según consigna ILGA. Muy vivos los armenios: aceptan, pero no sancionan. Otro caso es el de Rumania, donde en 2018 el Tribunal Constitucional ordenó que el Estado otorgue derechos de residencia a los cónyuges del mismo sexo de ciudadanos de la Unión Europea, pero de sancionar la Ley de Matrimonio Igualitario, ni mú. Por último, y siempre según los reportes de ILGA, Rusia con el inefable Vladimir Putin retrocede varios casilleros: en 2020 el gobierno aprobó varias enmiendas a la Constitución que podrían prohibir el matrimonio entre personas del mismo sexo. En Oceanía, Nueva Zelanda sancionó la ley en 2013 y Australia lo hizo cuatro años más tarde. En la lejana Asia, Taiwán obtuvo el beneficio en 2019, de China mejor no hablar, mientras que en Japón el matrimonio igualitario sigue siendo ilegal, pero el gobernador de Tokio anunció en 2021 que avanzaría en una norma para garantizar esas uniones. Hasta aquí, las buenas nuevas.
Ahora viene lo peor, porque no solo no hay países que se hacen los distraídos, sino que criminalizan la unión de personas del mismo sexo. «En todo el mundo, 67 Estados miembro de la ONU, casi la mitad de ellos en África, aún penan la actividad sexual consensual entre adultos del mismo sexo», dice el informe de la ILGA de 2020 sobre Homofobia de Estado. El mismo incluye a Botswana, pero a mediados de junio de 2019 este país eliminó las leyes que castigan este tipo de relaciones en una victoria histórica para los movimientos LGBTI de África. ILGA cuenta que África, Asia, y algunos países de América Latina y el Caribe y Oceanía aún consideran los actos sexuales consensuales entre personas adultas del mismo sexo como ilegales. Estos son: Argelia, Burundi, Camerún, Chad, Comoras, Egipto, Eritrea, Esuatini, Etiopía, Gambia, Ghana, Guinea, Kenya, Liberia, Libia, Malaui, Mauricio, Mauritania, Marruecos, Namibia. Nigeria, Senegal, Sierra Leona, Somalia, Sudán, Sudán del Sur, Tanzania, Togo, Túnez, Uganda, Zambia, Zimbabue. La lista es interminable, tanto como las barbaries que se cometen en nombre de las religiones, sobre todo en los países árabes y otros occidentales, como algunas islas del Caribe, donde la homosexualidad está penada, de modo que no se citarán para no abrumar. Porque esta historia se trata de un triunfo, de un hito, de gente que peleó y logró que se reconocieran sus derechos. Como María Rachid, por caso, líder del movimiento que peleó contra todos, especialmente las iglesias católicas y cristianas y los ortodoxos judíos –por poner dos ejemplos– para favorecer a los nadie. Y la pregunta surge sola ¿los religiosos no pueden amar a personas del mismo sexo? ¿Deberían, en el siglo XXI, seguir optando? ¿No es hora de que el Estado y la Iglesia, tan vetusta, se separen de una vez por todas?
Los comienzos
En febrero de 2007 Rachid, integrante de la Federación Argentina LGBT, y su entonces pareja Claudia Castro fueron al Registro Civil, pidieron turno para casarse y, ante la negativa del funcionario de turno, presentaron un recurso de amparo para que se declarara inconstitucional la ley que prohíbe el matrimonio entre personas del mismo sexo. Pero ya está, se logró. Y se logró más, porque los alcances de la ley son amplios: «El matrimonio tendrá los mismos requisitos y efectos, con independencia de que los contrayentes sean del mismo o de diferente sexo», dice. Rosario tuvo , y tiene, sus luchas por la igualdad. Si bien fue declarada ciudad gay friendly, nada fue gratis. Si no, que lo diga Esteban Paulón, Director Ejecutivo del Instituto de Políticas públicas LGBT+ y activista de la Federación Argentina LGBT+. Encantado de dar su opinión y escribir para este número de MSR, Paulón cuenta su experiencia e invita a pensar porque, dice, lo personal sigue siendo político. «El día antes de la sanción de la ley, mientras hacíamos el aguante frente al Congreso conocí a Onax, mi compañero. Esa mañana, después de un largo recorrido y años de militancia, llegaba para mí la hora de la verdad y era maravilloso ver la Plaza de los Dos Congresos poblada de banderas arco iris y carteles de activistas de todas las provincias convocades por la Federación Argentina LGBT+ (organización impulsora de la ley)». Y sigue: «Entre carteles, cantos, glitter y banderas lo conocí. Debo confesar que no le presté demasiada atención en aquel momento y el cruce fue casual. El tiempo nos daría la oportunidad de conocernos mejor y decidir compartir nuestra vida y construir una familia. Pero más allá del breve momento compartido, o la atención destinada, esa mañana comenzó todo para nosotros».
Lo personal y lo político confluyeron ese día
EP: Es que cuando decimos que lo personal es político, es porque es así. Porque las injusticias que padecemos y los derechos por los que luchamos y conquistamos, nos pasaron y nos siguen pasando por el cuerpo.
¿A qué te referís?
EP: Lo personal fue político cuando en la escuela nos cargaban por putos y, quizá sin saber demasiado de qué se trataba, nos avergonzábamos y bajábamos la mirada. También, cuando en la adolescencia percibíamos que nuestra afectividad, nuestra erótica, nuestra identidad se iban construyendo de un modo diferente a las de la mayoría de las personas en nuestros entornos. O cuando algún familiar cercano nos pedía que nos comportáramos como hombres, que no hiciéramos cosas de mariquitas. Lo personal fue político cuando temblamos de miedo al contar por primera vez lo que nos pasaba, lo que sentíamos y ahora sigue siéndolo cada vez que ejercimos, y seguimos ejerciendo, los derechos que conquistamos, y con esa acción de visibilidad pública aportamos a una pedagógica del orgullo que transforma realidades. Le
das un enorme valor a la política, que fue la que hizo posible la ley del Matrimonio Igualitario.
EP: ¡Por supuesto! Lo personal es político cuando no podemos ser indiferentes ante una agresión basada en la orientación sexual o identidad de género de cualquier persona, en cualquier parte del mundo. Lo personal es político, porque no somos divisibles. Nuestra sexualidad y nuestra afectividad es parte de quienes somos. Y eso no debería impedir que podamos tener los mismos derechos y oportunidades.
¿Considerás que hubo un cambio cultural?
EP: Mirá, hace unos meses se cumplieron 11 años del inicio de aquella sesión histórica que convirtió a la Argentina en el primer país de América Latina en legitimar todas las formas de amar y que abriría la puerta a un cambio social y cultural profundo que aún estamos transitando. Entonces te contesto que sí. Y te doy algunos datos: ya hay más de 24.000 matrimonios igualitarios celebrados y seguimos aportando, desde lo personal y lo político, a alumbrar una generación nativo–igualitaria, para la cual estos derechos conquistados son un piso desde el cual alcanzar todo lo que aún falta.
¿Y en lo personal?
EP: En mi plano personal (y también político) se cumplieron 12 años desde que conocí a mi compañero de vida con quien construimos con mucho orgullo, nuestra familia no binaria. Porque lo personal es político hasta que la última de las injusticias —personales y colectivas— deje de dolernos en el cuerpo, seguiremos luchando para construir una sociedad más amorosa y con más igualdad. Y un mundo, en el que quepan todos los mundos. g
Lo personal es político cuando no podemos ser indiferentes ante una agresión basada en la orientación sexual o identidad de género de cualquier persona, en cualquier parte del mundo. Lo personal es político, porque no somos divisibles. Nuestra sexualidad y nuestra afectividad es parte de quienes somos. Y eso no debería impedir que podamos tener los mismos
derechos y oportunidades. Esteban Paulón



Los años y la burbuja en el tiempo
En 2007, Soda Stereo se reunió para ofrecer una gira de 22 conciertos por América Latina. Con resultados artísticos notables, el tour evidenció la vigencia y el poder de convocatoria del trío a más de dos décadas de su formación.
Por Diego Giordano

¿Cómo llegó Soda Stereo a convertirse, a más de dos décadas de su formación, en un monstruo capaz de arrastrar diez toneladas en equipos y un staff de cincuenta personas por todo el continente para celebrar su gira de regreso? La respuesta hay que buscarla en sus primeros años.
La gira Me Verás Volver de Soda Stereo estableció un récord difícil de superar. El periplo, que comenzó el 19 de octubre y terminó el 21 de diciembre de 2007 en el mismo lugar, el estadio de River Plate, totalizó 22 conciertos a los que asistieron alrededor de un millón doscientas mil personas en trece ciudades. En detalle: seis recitales en el estadio de River, dos en Miami, uno en Los Ángeles, dos en Santiago de Chile, uno en Córdoba, uno en Guayaquil, dos en Lima, tres en el Distrito Federal de México, uno en Guadalajara, uno en Caracas, uno en Panamá y uno en Bogotá. El resultado se editó en un CD doble titulado Gira Me Verás Volver con 28 canciones. También se publicó un DVD doble con 43 canciones y un documental con imágenes de la gira. Todos estos números reflejan un fenómeno de alcance continental y entregan una certeza: Soda Stereo fue el grupo más importante en la historia del rock latino, y para sostener esta afirmación hay que viajar hasta mediados de la década de los 80, cuando el trío le demostró al público del río Grande para abajo que se podía hacer rock en castellano con una lograda propuesta visual, estética y sonora. De Juanes a Julieta Venegas pasando por Maná y Café Tacuba, la primera línea del rock latinoamericano coincide en ubicar a Soda en el lugar del catalizador que aceleró la conformación de la escena profesional en países en los que el rock era un movimiento subterráneo.
El origen de Soda Stereo se inscribe en la renovación generacional y estética que experimentó el rock argentino cuando despuntaba la década de los 80. Con Virus como mascarón de proa, las nuevas bandas rompieron con el legado de los años 70, diseñado a partir de una serie de postulados que, entre otras cosas, decretaban que el rock no debía ser bailable ni «comercial» —según la terminología de la época—, que los recitales debían disfrutarse con el público sentado, y que las letras debían abordar una temática «seria». La pulsión festiva de los nuevos grupos se tradujo en canciones cargadas de humor e ironía que arrasaron con la dicotomía música progresiva/música comercial que había configurado el imaginario y la filosofía del rock argentino desde sus orígenes.

Soda Stereo fue el grupo más importante en la historia del rock latino, y para sostener esta afirmación hay que viajar hasta mediados de la década de los 80, cuando el trío le demostró al público del río Grande para abajo que se podía hacer rock en castellano con una lograda propuesta visual, estética y sonora
La peor parte se la llevó Virus, que en los festivales BA Rock y Prima Rock recibió todo tipo de agresiones. En sus comienzos, Soda también enfrentó la resistencia de la vieja guardia, pero progresivamente, mientras la banda se afirmaba, los gustos del nuevo público se consolidaron; y ese nuevo público ya no cargaba con los prejuicios ni los dogmas de la generación anterior, factor decisivo en el ascenso supersónico del trío de los pubs porteños a los estadios latinoamericanos en cuatro años. Con su mirada irónica y mordaz sobre la cultura de consumo, el primer álbum de Soda Stereo es el testimonio del cambio de época. Y quizás hoy parezca un dato simpático, pero la decisión del grupo de realizar la presentación de su debut discográfico en un local de la cadena de comida rápida Pumper Nic escandalizó a más de un periodista. El ascenso de Soda a la cumbre del rock latinoamericano se cifra en tres secuencias cruciales. La primera tuvo que ver con el cambio de agencia. Tras un año de trabajo duro bajo el ala de Carlos Rodríguez Ares, el trío, a comienzos del 85, se sumó a la grilla de artistas de la poderosa productora de Alberto Ohanian, y a así mudó su ecosistema del circuito de pubs porteños al mapa de discotecas de todo el país. Y el álbum que acompañó este cambio, Nada personal, estaba diseñado para colonizar las pistas de baile. En Nada personal, Soda se dejó influenciar por el pulso contracturado y bailable y el sonido pirotécnico de Duran Duran. El disco salió a la venta en noviembre de 1985 y en un par de meses precipitó la consagración nacional del trío. En abril del 86, Soda llegó por primera vez al estadio Obras Sanitarias, llamado en aquel entonces «el templo del rock». Tocar en Obras representaba el acceso a las grandes ligas del rock argentino. Los Soda ofrecieron cuatro funciones que totalizaron 20 mil espectadores; además, se filmó un video de 60 minutos que fue editado meses después por AVH. A los conciertos en Obras le sucedió una gira nacional y la filmación del video clip de la canción «Cuando pase el temblor» en Jujuy. La segunda secuencia que pavimentó la llegada de Soda a la cúpula tuvo en Alberto Ohanian su mente maestra. Al momento de la salida al mercado de Nada personal, el empresario estaba preparando una gran gira de Piero por América Latina, y ordenó a sus colaboradores que repartieran copias del álbum en las principales radios y en cada filial latinoamericana de la compañía CBS. En el lapso de seis meses, Soda sonaba por toda América Latina. Sin interrumpir su agenda de conciertos —todo pasaba demasiado rápido para Soda—, el trío entró en los estudios Moebio de Buenos Aires para registrar Signos, el disco clave en su discografía, que salió a la venta en noviembre de 1986. Los Soda querían reflejar en el álbum la potencia de sus conciertos con un sonido más orgánico. Las referencias, en este caso, eran trabajos como Ocean Rain, de Echo & The Bunnymen, y The Unforgettable Fire, de U2.
En los comienzos de Soda, el tema de los derechos autorales de las canciones no había generado grandes discusiones, pero a medida que el grupo fue creciendo en popularidad y comenzó a generar mucho dinero, fue el eje de ásperas discusiones. Con el paso del tiempo, Cerati, que componía todas las letras y la mayoría de la música de las canciones, además de liderar el trío en términos creativos, comenzó a tomar las decisiones relacionadas con la carrera de Soda. En el período de Signos, su autoridad inapelable quedó asentada de manera definitiva.
A diferencia de los primeros dos discos, en los que sus ideas se terminaban de definir de manera grupal, Gustavo Cerati compuso las canciones de Signos en soledad, rodeado de equipos y procesadores de última generación en su departamento de Juncal y Azcuénaga, y las presentó en la sala de ensayo prácticamente terminadas. Este cambio en la dinámica interna del trío, sumado al conflicto por la autoría de las canciones, sería, junto con el cansancio lógico de cualquier grupo que dura tanto tiempo, uno de los factores centrales en la separación del grupo años después. La grabación del álbum tenía otras implicancias. Con Signos finalizaba el contrato de Soda con la compañía CBS, y la renovación del vínculo dependía de su éxito. Además, el grupo tenía que tener el disco terminado antes del 3 de noviembre, ya que ese día comenzaba la gira latinoamericana que había programado Alberto Ohanian. A este cuadro se sumaron las complicaciones técnicas que acarreaba el equipamiento del estudio Moebio, que generó contratiempos y demoras.
Pero Signos fue terminado a tiempo y convirtió a Soda en un fenómeno continental gracias a hits como «Persiana americana», «Prófugos» y «El rito». Junto con la salida del disco llegó la primera gira latinoamericana, y ya nada sería igual para Soda ni para el rock en castellano. ¿Qué tenían esas canciones que convirtieron a Soda en un fenómeno de ventas y popularidad en toda América Latina? La respuesta hay que buscarla en la alquimia que Cerati llevó a cabo al dotar de un aura épica un conjunto de melodías cargadas de melancolía. Esa síntesis, que llegaría a su forma más acabada pocos años después en «De música ligera» y «En la ciudad de la furia» —los más grandes éxitos de Soda Stereo— está bocetada en Signos. La tercera llave que franqueó el acceso del trío al Olimpo del rock latinoamericano también tuvo a Alberto Ohanian como estratega, porque fue el empresario quien motorizó la presentación de Soda en el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar. Si bien en un principio los músicos se mostraban renuentes porque argumentaban, con razón, que se trataba de un festival de música melódica, Ohanian los convenció al explicarles que el evento sería transmitido vía satélite a todo el continente. En febrero de 87, los Soda ofrecieron dos presentaciones en la Quinta Vergara. La revista Pelo, una de las dos publicaciones dedicadas al rock más importantes de Argentina, publicó un furioso editorial en el número 286 criticando la presencia del grupo en un festival «complaciente» y al que la dictadura de Pinochet, explicaba el texto, usaba como «plataforma promocional». Al margen estas críticas, las actuaciones de Soda en la ciudad chilena hicieron crecer su popularidad de manera exponencial.

Luego siguió la consagración continental definitiva con el álbum Doble vida, la explosión creativa de Canción animal, el multitudinario concierto —250 mil personas— en la avenida 9 de Julio de Buenos Aires el 14 de diciembre de 1991, la retracción hacia un sonido más insular en Dynamo y un parate de dos años. En ese período, Cerati lanzó su primer álbum en solitario, Amor amarillo; Zeta Bosio se dedicó a producir bandas nuevas, y Alberti se dedicó a proyectos relacionados con la tecnología, además de grabar un disco, Plum, junto a su novia Deborah de Corral. Tras el accidente que costó la vida de Tobías Bosio, el hijo de Zeta, los Soda se volvieron a reunir para grabar su último disco de estudio, Sueño Stereo, y en 1997 realizaron la gira de despedida denominada El Último Concierto. Diez años después, se reunieron para la gira Me Verás Volver. En marzo de 2007, siete meses antes del primer concierto de la gira Me Verás Volver, Gustavo Cerati desechaba la idea de un regreso inminente de Soda Stereo: «No descarto una reunión, pero hay que desmentir esos rumores: no hay nada», le decía el músico a Gloria Guerrero en un reportaje publicado en el número 36 de la revista La Mano. En la misma entrevista, y como respuesta a la pregunta de Guerrero sobre los rumores de un ofrecimiento económico de dos millones de dólares para él, y uno para cada uno de los dos integrantes restantes, Cerati decía: «… si alguna vez nos volvemos a juntar, los tres tendríamos que ganar lo mismo… Salvo por los derechos de autor, claro». Si se considera que faltaban siete meses para el primer concierto de la gira, es posible suponer que Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti ya estuvieran negociando las condiciones económicas del retorno del trío a los escenarios, y que esta última sentencia del líder haya sido un mensaje público a sus compañeros. Pero, finalmente, los músicos resolvieron sus diferencias y la serie de conciertos se llevó a cabo con resultados artísticos notables, y ratificó la vigencia y el poder de convocatoria del trío. La definición de Cerati en aquel momento —«Soda es una burbuja en el tiempo»— cobró su real dimensión a lo largo de la gira.
La última, y lúcida, decisión tuvo que ver con la elección del tema de cierre, «Te hacen falta vitaminas», uno de sus primeros éxitos. Tras el acorde final, con las luces del estadio encendidas, el público y los músicos comprobaron que todo terminó de la misma manera que había comenzado. Y que las grandes canciones de Soda desperdigadas a lo largo de los años habitan en la memoria de dos o tres generaciones. Como una burbuja en el tiempo.
El anuncio oficial se realizó el 20 de septiembre de 2007 en la discoteca Museum, el edificio histórico de la ciudad de Buenos Aires diseñado por Gustave Eiffel en el que años antes se habían filmado algunas escenas para el video de «En la ciudad de la furia». Esa noche, antes de una conferencia de prensa no exenta de tensión y declaraciones previsibles, los tres Soda tocaron dos canciones: «Sobredosis de TV» y «En la ciudad de la furia» en sus versiones originales. En ese mini recital quedaron demostradas dos cosas. La primera, que la magia de Soda, más allá de la agria separación ocurrida diez años atrás, seguía intacta. La segunda, que el grupo había tomado una decisión acertada —la primera de varias— al respetar el sonido y el concepto originales de las canciones que integrarían el repertorio de la gira. Para recrear el sonido de las viejas canciones, los músicos tomaron otra decisión inteligente: recuperar los instrumentos con los que esas canciones habían sido grabadas. Por eso en los conciertos pudo verse a Cerati aporrear su icónica guitarra Jackson Soloist azul, y a Bosio hacer lo propio con su bajo Kubicki Ex Factor. Si algo destacó a Soda desde sus comienzos fue el componente visual de sus conciertos, y en la gira Me Verás Volver, la apuesta fue tan grande como la trayectoria del grupo. La contratación de los servicios de Martin Phillips, responsable de la puesta en escena de artistas como Nine Inch Nails y Daft Punk, rindió sus frutos: un escenario despojado para que nada impida la visión clara del grupo y, por sobre las cabezas de los tres músicos, enormes pantallas de LED y enormes ruedas lumínicas. A diferencia de la gira El Último Concierto, cuyas actuaciones estuvieron cargadas de emoción por el final del grupo pero también de un clima desangelado por la mala relación entre sus integrantes, la gira del regreso destiló magia y fue un derroche de energía. La excelencia de lo que pudo escucharse en aquellos 22 conciertos se asentó en las larguísimas jornadas de ensayos en el estudio Unísono y en la decisión de Cerati de sumar a Leo García en guitarra y voces, y a Leandro Fresco en teclados, percusión y voces, además de la presencia de Tweety González, tecladista del trío de Canción animal en adelante. La elección del repertorio estuvo cuidada al detalle. Además de los clásicos infaltables en cualquier concierto de Soda —«De música ligera», «En la ciudad de la furia», «Final caja negra», «Cuando pase el temblor», «Prófugos»—, se incluyeron canciones extraordinarias poco visitadas por el grupo en su época de actividad, como «En camino». Y para las actuaciones en el estadio de River se incorporaron dos invitados de lujo: Richard Coleman para la perla dark «No existes», y Carlos Alomar, el guitarrista de David Bowie que produjo el álbum Doble vida, en la beatlesca «Terapia de amor intensiva». g
