
22 minute read
Conversación con Nelson Castro por Gustavo Barco
La importancia de ser honesto
Conversación con Nelson Castro por Gustavo Barco
Advertisement

Caían bombas rusas allá lejos, a kilómetros, matando y destruyendo, mientras se derrumbaba la tarde aquel día en que miles de refugiados ucranianos esperaban pasar la frontera con Polonia: todos tenían la mirada perdida hacia el horizonte. No tan lejos de ese deshumanizado borde abismal, en el país del que todos huían y en un clima que se tensa con las horas, un hombre desgarbado, en zapatillas, interpreta en un viejo piano la melodía Miniatura Romántica y va endulzando el aire nervioso de ese punto límite, que no es más que el miedo de todos a una posible Tercera Guerra Mundial. Son las manos de Nelson Castro las que tocan las teclas a la intemperie y emociona a todos los presentes y a los que lo ven en directo por la señal televisiva TN y las redes sociales, con la composición del polaco Alexander Scharwenka.
Se sacan celulares en Ucrania para captar el momento en el que la música intenta sanar cicatrices imposibles. Hombres rudos lagrimean, cada uno en su propio viaje interior. «Bravo! Bravo! Nice job!», gritan algunos, otros aplauden, los demás lloran. El video se hizo viral en minutos y agigantó aun más la dimensión humana y profesional de Nelson, concertista de guitarra, de piano, director musical, neurólogo, periodista y escritor. Durante la entrevista, él recordará ése día, lo invadirá la emoción y contará algo que, según confesó, nunca le dijo a un medio. A este innegable referente del periodismo argentino, acá, en Buenos Aires, lo veo atravesar casi todas las tardes la puerta trasera de la inmensa redacción por la que ingresa, pienso, para pasar inadvertido y reunirse con la producción de Telenoche o TN, del «El Corresponsal», y pactar sus salidas al aire. Y está en todo, desde los momentos hilarantes de su cruce con Nelson K, interpretado por Ariel Tarico o antes, cuando se ocupa personalmente de la salud de sus compañeros. Porque eso hizo durante la pandemia de COVID–19 con allegados y colegas que contrajeron la enfermedad: recomendó tratamientos y profesionales para interconsultas, de modo que no extraña que la gente del canal lo adore. Minutos antes de entrar en la radio donde el equipo de fotografía de MSR espera al doctor para retratarlo, lo llamé al Toto Berisso, su camarógrafo en la cobertura de la guerra en Ucrania, quien dice: «Es un caballero con todas las letras, un señor. Cero divismo. ¿Lo más difícil de esa cobertura querés saber? La noche durísima que pasamos en la estación de trenes en Kiev, con 10 grados bajo cero en oscuridad total. Creí que me moría del frío, el doctor se la bancó como un duque, con una mantita. Al otro día estaba mejor que todos nosotros, dispuesto para trabajar. Lo más emocionante para todos fue verlo tocar el piano, imagínate el contexto, plena guerra, la gente decía quién es este loco que toca, lo aplaudían». Nelson llega de saco gris, chaleco negro abotonado y corbata roja con vivos azules. Al ver su elegancia tan de cerca es inevitable mirar las cicatrices de siete operaciones reconstructivas por una infección gangrenosa en parte de la cara y el cuello, que padeció recién nacido y que derivó, por una mala atención médica, en una meningitis. Gracias a eso, Nelson dijo alguna vez tener una visión positiva de la vida y sentirse preparado para la adversidad. Cuando estamos por empezar la entrevista entra en la sala de ladrillos a la vista, Amelia Troisi, locutora, periodista y Coordinadora General de Noticias a cargo del Rotativo del Aire de Radio Rivadavia y le comenta algo al oído, quizás concerniente a su programa de radio, que ya está en plena producción. Es un hombre alegre, que se pone serio y se predispone para las fotos y dice una y otra vez, pregúntame lo que quieras Gustavo. También repetirá un latiguillo que su imitador exagera muy bien, moviendo la cabeza a un costado: «¿No es cierto?»
Ya sabe que la entrevista sobrevolará los últimos 20 años de nuestra Argentina. Y así comienza. MSR: Usted se inició en el periodismo deportivo ¿Qué mirada tenía en ese entonces de la Argentina? NC: Era la mirada, por supuesto, de una persona joven, de descubrimiento del sueño del pibe. Yo comencé como periodista deportivo a los 19 años, y tenía todas las ilusiones con las cuales uno empieza. En aquellos años, el deporte tenía otra característica de organización y el periodismo deportivo tenía otra libertad también. ¿No es cierto? Así que fue un empezar a desarrollar algo que a mí me apasionaba. Comencé en lo que era una de las radios más humildes de Buenos Aires, Radio del Pueblo, con el ímpetu del desafío, de saber que venía de abajo guiado por un verdadero maestro, a quien le debo gran gratitud como Ricardo Arias y la gente que trabajaba con él, Horacio Irañeta, Edgardo Gilabert y Carlos Parnisari. Yo tenía un afán contestatario, pude trabajar en transmisiones deportivas donde nadie me decía mirá, hay que decir esto, en donde permitían que hiciera preguntas en los vestuarios y eso fue un elemento formativo para mí. No era que iba a un entrevistado y le ponía el micrófono y nada más.







MSR: Nelson, estamos hablando de los últimos 20 años de la Argentina, estaba Duhalde en la Presidencia por entonces. ¿Qué pérdidas tuvo usted? ¿Qué perdidas tuvimos nosotros como país? NC: En este tiempo yo perdí a mi mamá y a mi papá, a quienes la vida me permitió cuidarlos hasta el último minuto, cosa que agradezco y le agradeceré a Dios por el resto de mi vida. Y eso me da una tranquilidad y una fuerza que es muy difícil de transmitir, pero que la vivo todos los días. El país tuvo la pérdida más importante: la de la convivencia democrática, esa es la involución más fuerte que tuvo la Argentina, porque hasta 2002 hubo rivalidades, y vehemencia en el enfrentamiento político, pero existía y había un límite en algún momento. El kirchnerismo tiene la característica de ser destructivo y una de las cosas que más destruyó fue la convivencia ¿No es cierto? Hasta 2002, con todas las discusiones, Menem y Alfonsín se hablaban. Cuando Menem, no solamente para el Pacto de Olivos, estuvo enfermo, Alfonsín lo fue a visitar. Cuando Alfonsín estuvo enfermo, Menem lo fue a visitar. Se dieron cuenta de que la convivencia era la base de la posibilidad de salir de la crisis. Eso está perdido. Nos hemos transformado en antinómicos. Es una gran pérdida para la Argentina, que complica mucho el presente y el futuro del país. MSR: ¿Podremos recuperar eso que perdimos? NC: No lo sé. Lo que sí sé es que si no se recupera va a ser muy poco probable que la Argentina encuentre un camino de superación de sus problemas. Si el país no genera un nivel de acuerdo político importante, no tiene futuro posible. MSR: ¿Cómo nos ven desde el extranjero? Usted vivió fuera del país, así que debe tener una idea clara al respecto. NC: Desde afuera se tienen tres visiones: los que no conocen la Argentina, los que la conocen, que tienen la información sobre el país y ven un país extravagante... (Se queda pensando) Extravagante es una palabra que en el mundo anglosajón tiene una connotación negativa. MSR: Algo así como un país bananero, digamos... NC: Sí... y después están los que conocen la Argentina, que la aman, pero no pueden entenderla. Siempre me acuerdo de una profesora de periodismo de la Universidad de Columbia, que adoraba la Argentina y me decía: «Es una cosa increíble ¡qué país maravilloso! Pero cuando voy allá, y veo cómo son los comportamientos de mucha gente, aún mis amigos, pero qué pena, qué pena, ¡qué increíble! Sobre todo, cuando lo veo en gente educada, esa actitud de vivir todo el tiempo al límite de la norma». Y eso es un problema cultural de acá muy importante.
Siempre me acuerdo de una profesora de periodismo de la Universidad de Columbia, que adoraba la Argentina y me decía: «Es una cosa increíble ¡qué país maravilloso! Pero cuando voy allá, y veo cómo son los comportamientos de mucha gente, aún mis amigos, pero qué pena, qué pena, ¡qué increíble! Sobre todo, cuando lo veo en gente educada, esa actitud de vivir todo el tiempo al límite de la norma». Y eso es un problema cultural de acá muy importante.
MSR: ¿Cuál diría que es el adelanto más importante de estos últimos 20 años en la medicina? NC: Sin duda que el genoma ha sido un elemento revolucionario en genética, que ya viene cambiando la medicina, lo hemos visto ahora con la pandemia de COVID–19 con las vacunas: las que más han destacado son las de la industria genética. ¿No es cierto? La de Pfizer, Moderna, la ARN mensajero. Ése es el gran cambio de la medicina, que además tecnológicamente hoy –y no para de desarrollarse– es una cosa impactante. Hablando con el profesor Roberto Herrero, que es uno de los mejores neurocirujanos argentinos, me mostraba cómo operan los tumores en el cerebro cuando hay tecnología. El tumor se extirpa totalmente y la chance de vida del paciente pasa de un año, año y medio, a cinco años. Es impresionante. MSR: En una entrevista a Santiago Bilinkis (tecnólogo) le preguntamos si los jóvenes van a seguir estudiando medicina. Nos dijo que sí, aunque que los robots van a formar parte del equipo. Pero que alguien tiene que decidir cuándo se va a morir el paciente, es decir, la última palabra la va a tener el médico, el humano. NC: El factor humano no se va a superar, pero obviamente hoy la robótica te da la posibilidad de una operación de excelencia. Un cirujano que empieza a operar a las ocho de la mañana no está igual que a las ocho de la noche. Un robot está igual. La tecnología juega un rol preponderante, importantísimo, bajo el dominio del ser humano, que es el que determina el concepto humano, y eso va a ser irremplazable y de contexto para decir «acá se terminó» o «acá se sigue». MSR: ¿Y qué retrocesos tuvimos en materia medicinal? NC: Bueno, el retroceso más importante es el del trato médico paciente, porque la tecnología hoy genera una ausencia de eso ¿No? En muchos casos, aún en lugares de excelencia, hay un elemento cultural de la formación del médico y que tiene que ver también con componentes de estos tiempos. Es una menor falta de compromiso, una concepción distinta de la vida. En la medicina, donde antes algo era sublime hoy sólo es un medio de vida. Son dos cosas distintas. Y en lugares como la Argentina se ve mucho más: el pluriempleo genera un enorme deterioro de la calidad de atención. MSR: Se ven muchas agresiones a médicos en las guardias. NC: Totalmente, es una falta de respeto hacia el médico. También hay una caída de la formación del profesional. Yo a veces lo veo y me da vergüenza. Hay una gran frase de un gran médico argentino, el doctor Güemes, que decía: «El médico que de medicina sólo sabe, ni de medicina sabe». Nos abría a una idea de que el médico era un líder social: se ha perdido eso. El pluriempleo ha transformado al médico en un cumplidor de horarios con un halo burocrático.
MSR: Lo saco de la medicina y lo llevo a nuestra profesión ¿Qué cambios notorios ve usted en el periodismo? ¿El periodismo va a morir? NC: Lo tecnológico... hoy con esto... (Nelson levanta el celular en el cual se graba esta entrevista) ¡ponés el mundo! Yo estaba en Ucrania transmitiendo la guerra en vivo, eso es un cambio fenomenal. Le da al periodismo un poder enorme en la medida en que esté preparado para saber usarlo. Eso exige, no solamente dominio tecnológico, conocimiento, cultura, sino también rigurosidad para cerciorar la noticia porque hoy ésta tecnología te pone también frente al peligro de las fakenews. Cuando algunos decían bueno ahora con las redes el periodismo va a morir se equivocaba, porque es exactamente al revés. Eso va a crear una mayor necesidad de periodistas, eso sí, de calidad. Que serán los que digan: la verdad es esta. Para eso necesitás mucho trabajo, inversión, y calidad, así que, el periodismo no va a morir. MSR: ¿Cuáles diría usted que son los temas recurrentes de la Argentina? Esas encerronas que tenemos que no cambian año tras año. NC: Siempre cuento una anécdota que me la contó un gran maestro mío de música, José Carli. Me decía que vino acá en el año ´59, un gran director de orquesta británico que soñaba con dirigir en el Colón. Entonces llegó y tenía que dirigir una orquestación determinada y faltaba un instrumento, bueno entonces dijo necesito esto mañana. Llegó mañana, ¿el instrumento? Mañana y así varios días hasta que llegó, apareció el día del concierto, y a pesar de que el instrumentista tocó fantasticamente, el director se quedó, por supuesto, con la intranquilidad de eso. Entonces llegó a Inglaterra, le preguntaron por el Teatro Colón, dijo que era una maravilla, lo consultaron por la Argentina, dijo lo mismo, pero agregó: «Eso sí, es el país del mañana mejor, que nunca llega». Y yo creo que esa es la mejor definición de esta nación, Argentina es un país anacrónico. Que conoce su historia, pero no la aprende. Hoy estamos viendo cosas que el mundo no discute más, como el tema del Estado versus el Capital. El mundo moderno no lo discute más, es Estado y Capital. ¡Ni siquiera China tiene ese elemento de duda de lo que es en la importancia del capital! Nuestra sociedad salvó la democracia como tal, a pesar de las dirigencias políticas, es un cambio cultural importante. Cuando Alfonsín llegó al gobierno el plan para ayudar a los más necesitados fueron las cajas PAN (Plan Alimentario Nacional). Había necesidad de un millón de cajas PAN, hoy con un millón de cajas PAN no hacés nada ante la millonada de necesitados que tenés, eso te diría que es la involución. MSR: Mi familia recibía la caja PAN. NC: Claro que sí. Ayudó a mucha gente, que trabajaba en su mayoría y demás, así que tenía otro rol. Hoy tenés esta proliferación de planes sociales que significa una alteración de lo que es el sentido de la ayuda. La ayuda hay que darla cuando hay que darla. Ahora, el objetivo es que la persona salga de esa ayuda en algún momento de su vida ¿No es cierto? MSR: Doctor, en algunos de sus libros usted habla sobre la enfermedad de los poderosos, los gobernantes ¿Enfermaron a la Argentina en su afán por sanarla? NC: Sí, el poder enferma, se llama Síndrome de Hubris, que no lo descubrí yo, se sufre en todos los centros de poder, político, religioso, empresarial y sindical. El kirchnerismo no es pionero, pero lidera. Cuando (Mauricio) Macri perdió la elección de aquellas PASO en 2019, él hace esa conferencia de prensa con (Miguel Ángel) Pichetto y dice la gente no me entendió, es decir, la culpa era de la gente. Ahí hable de Hubris, y muchos se enojaron conmigo, dijeron «No, qué barbaridad Nelson ¿Cómo podés decir eso?» Si es lo mismo, si es el típico síntoma, el tipo dice la culpa es todo de los otros. Es un problema de la dirigencia política argentina. MSR: ¿Cómo se lleva usted con el paso del tiempo? NC: Muy bien, yo tengo 67 años y le agradezco a la vida la energía que me da todos los días. Yo me siento como si tuviera 40, pero tengo 67, así que yo los años no los oculto.

Vivir sin proyectos es una condena.
MSR: ¿Se cuida en la alimentación? NC: Hago una vida muy sana. Hago deportes todos los días, una hora de gimnasia, natación, como lo que debo, no tengo que hacer ningún sacrificio para decir no como y demás, y estudio, estudio mucho, así que eso es un elemento que me mantiene muy vivo, y me saca de la rutina. Por supuesto que ayuda mucho poder hacer lo que uno quiere. Mi vida está llena de proyectos, no sé cuántos de esos podré lograr. MSR: A los argentinos nos cuesta proyectar, proyectarse es difícil. NC: Vivir sin proyectos es una condena. MSR ¿Estamos condenados? NC: Mirá, nunca existe ninguna condena escrita. Ningún país se suicida ni desaparece ni nada por el estilo. Pero es una pena porque en la historia de un país la vida te pasa, nosotros no vivimos todo lo que vive un país, vivimos un momentito. Por eso sucede lo que está pasando con la gente que se va afuera, y yo lo comprendo, cada vez que me toca ir a un lugar, Europa, me encuentro en el avión con padres que vienen a hablarme, me dicen: «Vengo a visitar a mi hijo». Lo que se está viendo, a diferencia de la crisis de 2002, es que los que se están yendo es gente que acá tiene buenos trabajos, buena educación, buenos sueldos locales, pero no quiere vivir más como se está viviendo acá. Es una cosa muy impactante. MSR: ¿Qué cosas de la Argentina que parecían impensadas en estos últimos 20 años ocurrieron? Por ejemplo, un Papa argentino. NC: Bueno, eso una cosa impensada, hasta para el mismo Bergoglio, impensada porque cuando se fue de acá pensaba que su vida activa estaba terminada, creía que se elegía al Papa, llegaba a Buenos Aires y lo jubilaban. Creo que también una oportunidad perdida, lamentablemente, para la Argentina. El Papa ha caído dentro de la grieta y eso es un problema. Otra dirigencia política hubiera tenido otro enfoque de lo que representa tener un Papa argentino. MSR: ¿Y un hecho impensado en los últimos años de su vida profesional? NC: La caída de las Torres Gemelas, por lo que es un hecho impensado que me haya tocado a mí cubrirlo. Yo estaba ahí ese día y la única manera de cubrirlo era estando ahí porque la ciudad se cerró, y no pudo entrar nadie, no pudo entrar ningún periodista por seis días. Fueron cinco días de un trabajo que me permitió ser testigo o coprotagonista de la historia ¿No? Yo estaba a 20 cuadras, es una cosa inimaginable. La vida me puso a mí ahí para este evento.
MSR: ¿Le gusta vivir en Argentina? NC: Me gusta, por supuesto, estoy muy feliz de vivir en la Argentina. Cuando viví en los Estados Unidos me ofrecieron quedarme y en aquel momento volví y no me arrepiento, me fue muy bien, y me va muy bien. Pero si hoy esa oportunidad se diera con 30 años, no sé si volvería. A mi edad estoy feliz. Mi vida es en la Argentina y acá me voy a morir. Me acuerdo de que me decían en los Estados Unidos: «Pero ¿Te volves? Estás loco» me habían ofrecido ser profesor universitario de medicina, con alguna derivación para trabajar en los medios, en el mundo científico. Yo había sido pasante en la NBC, había hecho dos becas allá, así que tenía puertas abiertas enormes y volví sin dudarlo. Hoy no lo sé, si fuera hoy, no sé. MSR: Nelson, le propongo imaginar la Argentina de hace 20 años, como una película hasta este presente. Usted tiene que musicalizar esa película. NC: ¡Qué difícil! MSR: Apelo a su gusto por la música. NC: (Se queda pensativo y rebate los dedos en sus rodillas. Luego habla) La Argentina es un país muy operático, la ópera es un género musicalmente bellísimo y dramático. Lo trataría de identificar con un gran poema sinfónico de Richard Strauss: «Una vida de héroe». Creo que la Argentina es eso. Te exige heroicidad vivir acá. MSR: ¿Qué habilidad o conocimiento de la medicina usted aplica en el periodismo? NC: La medicina me ayudó mucho en el método de pensamiento. La medicina es una ciencia inductiva/deductiva permanente y así es el primer elemento. El segundo elemento es que en la medicina todo está en discusión, entonces a mí me preparó para la crítica, la discusión en la Argentina. En español, la discusión tiene una mala acepción porque eso se hace sinónimo de pelea. En inglés lo define mejor the argument y discussion. La medicina me preparó para eso, para decir mirá, esto es así, pero alguien te lo va a discutir, vos tenés que tener fundamentos para ver cómo son las cosas. Y culturalmente, el hecho de estar preparado para la crítica. Esto es muy importante, porque yo soy público. Yo ejerzo la crítica y soy sujeto de crítica y a mí no me perturba. MSR: ¿Qué sería de nuestra sociedad sin el humor? NC: Uff! El humor es un elemento importantísimo en mi vida. Un profesor de la facultad, el doctor, José Carlos Fernández me regaló una frase que yo uso siempre: «Ante la adversidad tenés que mantener el buen humor y el espíritu deportivo». Y yo lo aplico, porque en mi vida hubo momentos de adversidad. Y es un elemento que te tonifica poder vencerlo. MSR: Usted es un hombre solitario ¿no? NC: Sí, no me casé, me hubiera encantado tener una familia, eso no se dio en la vida. Pero soy muy familiero, con mi hermano, con mi sobrino, mis amigos, así que estoy con gente. Pero mi vida interior, mi vida de las cosas de todos los días es una cosa importante para mí, yo no me siento solo, me siento acompañado. Sé que están ahí. MSR: ¿Pero disfruta de su soledad? NC: Sí, por supuesto, de las cosas que hago y demás. Otros la sufren, y yo lo entiendo y me ha tocado verlo como médico. Así que yo la disfruto porque mi soledad es, por supuesto, una soledad de mucha actividad. Mi día domingo empieza a las ocho de la mañana y termina a la una de la madrugada y los otros días empiezan a las 6:30 a 7:00 y vos decís «¡Mirá las cosas que todavía me faltan hacer!». MSR: ¿Hizo las compras hoy? NC: No, las hago los domingos (se ríe).

MSR: Indagando en el canal charlé con algunos compañeros que compartieron con usted el trabajo que hicieron en Ucrania. Me contaban que uno de los momentos que más los sorprendió a ellos fue la noche en que llegaron a la estación de trenes de Kiev, con 10 grados bajo cero, oscuridad total, incertidumbre. Usted, estoico, con una manta. Y el día en el que tocó el piano, Nelson. ¿Cómo recuerda todo aquello? (A medida que voy formulando la pregunta, un silencio extraño gana la sala, ya no se escucha el shooting de la cámara fotográfica. Todos queremos escuchar su respuesta. Nelson se reía hace segundos nomás, se acomoda en la silla y le cambia hasta el tono de voz. La guerra, propia o ajena, imagino, marca para siempre). NC: Fue una experiencia única, fue la experiencia periodística más importante de mi vida. Porque estar en una guerra es algo conmovedor. Por ver la destrucción, por ver el riesgo al cual estábamos todo expuestos. Me conmovió el acompañamiento del equipo, de Manu Jove, Rodrigo Sánchez Miguel, de Osvaldo Berisso y todo lo que había hecho antes Carolina (Amoroso) y Gonzalo (Bañez). Así que me conmovió su valentía y su decisión me estimuló, y para mí, que era una enorme responsabilidad, me generó una enorme gratitud, no solamente la respuesta de ellos, sino lo que me protegieron a su vez. Fue un trabajo muy difícil. Y lo del piano, es algo que a mí me impacta lo que conmueve, todavía me escribe gente sobre eso. La emoción más grande de todo eso me lo hizo sentir, entre tanta gente, Magdalena Ruiz Guiñazú, que lo llamó a Joaquín Morales Solá, y le dijo «Mirá, estoy viéndolo a Nelson tocar el piano, y estoy llorando desconsoladamente. Te pido que lo llames y le hagas saber –ella ya estaba enferma– lo conmovida que estoy». Fue el primer llamado que recibí después de que toqué el piano, así que es un hecho del cual no tuve la dimensión real que iba a tener cuando pasó. Fue una anécdota, para decir bueno voy a tocar el piano, es una cosa tan linda, por supuesto que estaba conmovido por ese ambiente. Lo que después generó, y genera, no lo imaginé nunca, y te lo digo, es la primera vez que cuento esta anécdota de Magdalena, que a mí me pone la piel de gallina al recordarlo (N de la R.: la periodista falleció el 6 de octubre último). MSR: Se lo veía muy seguro en la cobertura, Nelson. NC: Yo fui a la guerra muy seguro. Le escribí al Papa, le pedí una oración por todo el equipo. Recibí su mensaje, su oración, fíjate, minutos después de tocar el piano. Y a partir de ahí, me sentí con la seguridad de que no le iba a pasar nada a ninguno de los que estaban conmigo. MSR: ¿Usted reza? NC: Sí, todas las noches. MSR: ¿Está incluida la Argentina en esos petitorios? NC Sí, así es. Siempre le pido a Dios por la unidad y la prosperidad argentina. Yo no podría ser feliz, es una felicidad incompleta poder estar bien y ver a tanta gente que está mal. Yo pido por la Argentina siempre MSR: Ya musicalizó la Argentina de los últimos 20 años ¿Cómo musicalizaría sus últimos 20 años, de 2002 hasta acá? NC: Dejámela pensar. Te la mando al WhatsApp ¿Hacemos así? ¿Sí? Nelson sonríe, quién sabe qué melodías recorren su cuerpo. Se escucha el gatillo de la fotógrafa en la sala, integrantes del equipo le piden fotos, yo también. Un mensaje de texto le pondrá suspenso al final de esta entrevista. No se olvide, Nelson. No, no, promete. El sol muere en cámara rápida. Pasan 23 horas hasta que Nelson presiona enviar y suena el plín del celular con veinte años de su vida en corcheas y semicorcheas. NC: (Whatsapp) «Tchaikovsky, 5ta Sinfonía en Mi menor, Op. 64. Representa el triunfo de la voluntad sobre las adversidades que muchas veces plantea el destino». g





