ellos están plasmados sonidos universales que no conoce el ser humano, colores parecidos al arco iris, una numerología superior con una combinación geométrica, todo esto combinado en uno”. Se presume que sólo las élites de los pueblos que peregrinaban a Chavín eran conducidos en presencia de lo que se conoce como el Lanzón Monolítico, una inmensa escultura pétrea ubicada en el centro del Templo. Según Falconí, se habría mantenido a los participantes del ritual en ayunas, sin consumir más alimento que la huachuma, con la que preparaban a los iniciados para llevarlos frente al dios Chavín, donde escucharían sus predicciones, descifradas por los sacerdotes del templo, los únicos preparados para interpretar sus designios. “La época Chavín –explica Falconí– pertenece al Periodo Formativo, en el cual los sitios monumentales dominan la sociedad, una sociedad teocrática dirigida por sacerdotes… donde el uso intensivo de la agricultura había pasado de ser una actividad productiva colateral, como en Caral, a ser la actividad productiva principal… entonces tenemos un gran número de grupos sociales con sus respectivos templos distribuidos en los andes, todos interrelacionándose, intercambiando productos, influenciándose mutuamente… Chavín irradia su influencia religiosa sobre todos, a la vez que recibe influencia de otras partes, no es un lugar aislado en los andes, todo lo contrario… es uno de varios centros ceremoniales pero probablemente el que alcanzó mayor prestigio, el más importante de todos”. El Maestro Mancoluto tiene una idea más profunda de todo ello y afirma que “…anti-
guamente todo lo incorporado en el llamado Lanzón –la geometría, la numerología y la forma y su ubicación– creaba una fórmula que hacía que este actuara como una gran antena parabólica que absorbía la energía del cosmos… a su vez los iniciados de Chavín tomaban esta energía para poder abrir más su capacidad y sentidos… igualmente para comprender el Obelisco Tello y la Estela Raimondi tendría que tener 7 sentidos y una iniciación adecuada… el ser humano de hoy que quiere todo fácil y rápido de entender, como a través del internet, no puede ir con lo que está plasmado en los petroglificos, que explican una combinación de la energía del universo, con la de la naturaleza, la apertura de otros sentidos y una genética diferente”. Tal vez nunca sepamos cómo fue exactamente esta enigmática civilización que por algún motivo se asentó en este lugar sagrado ubicado en el Callejón de Conchucos, exactamente en la confluencia de los ríos Mosna y Huacheksa. Lo cierto es que cuando en 1616, el sacerdote español Antonio Vázquez de Espinosa llegó a Chavín, más de 1000 años después de que alcanzara todo su esplendor, los pobladores de la zona le narraron cómo, en una época muy lejana, se había desarrollado allí una sociedad con un conocimiento superior a todo lo antes conocido. Su embrujo sigue encantando hasta hoy. Agradecimientos: Shimbre - Centro Chamanico del Perú www.shimbre.org Ivan Falconi arqueólogo de sitio Chavin de Huantar Ministerio de Cultura