¿Hay jóvenes o sólo grados de viejos?

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Jueves. 24 de enero de 2019 • LA RAZÓN

Cataluña REUTERS

David Bagés y Anna Ycobalzeta junto a los jóvenes Guillem Barbosa y Arnau Comas, protagonistas de «El chico de la última fila»

Obras del ciclo ● «La Peppa

Pig pren consciència de ser una porqueta» Hoy es el último día para ver la obra monólogo de Davide Carnevali sobre los mensajes detrás de los dibujos que ven los niños.

¿Hay jóvenes o sólo grados de viejos? La sala Beckett arranca un ciclo dedicado a la relación que existe hoy entre juventud y ficción Carlos Sala - Barcelona La pregunta no tiene trampa, sino una profunda preocupación: ¿Existen de verdad los jóvenes o sólo grados de vejez? Quizá parezca un ejercicio retórico, que juventud y grado de vejez significa lo mismo, por lo que no es importante, Sin embargo, la pregunta encierra un dilema muy importante. ¿Existe algo intrínseco, o sea poderoso, a la juventud que lo haga diferente al viejo o la única característica del joven es una

Sergi López interpreta al profesor de literatura de la obra,alter ego de Mayorga, mientras Miriam Iscla interpreta a su mujer

negación, es decir, que simplemente no es viejo? Si es así, la juventud es gregaria, precaria y no merece ningún interés. Si pensamos en la escuela como un centro de dominio y control, usado como herramienta de mímesis, o sea, de transformación del niño en adulto, entonces está claro que no existen jóvenes, sólo grados de vejez. O la juventud se acaba a los tres años. Después la antropofagia devora cualquier calidad intrínseca del niño que se convierte en viejo con apenas 4 años. Entonces es cuando nace la nostalgia, o sea la oportunidad perdida de ser realmente joven. Walter Benjamin solía decir que la técnica no debía ser un órgano de dominio del hombre con la naturaleza. Lo mismo debería suceder con la escuela, que no fuese un órgano de dominio,

sino un encuentro entre generaciones. Pero eso no ocurre. No hay encuentro, hay jerarquía y control, un profesor que reclama silencio y 24 niños que obedecen y aprenden. A los cinco años no existe ningún joven, así que los millenials no deberían ser tan gallitos. ¿Qué cualidades tiene entonces la juventud? Si no existe como tal, está claro que lo que existe es la ficción de la juventud. Cuando le dicen a un joven «sé tu mismo» le están poniendo en una encrucijada, porque le han educado para que no lo sepa en absoluto, para que viva esa ficción controlada y recompensada de lo que es ser joven. Por eso las redes sociales han triunfado tanto entre la juventud, no porque sea una herramienta de su tiempo, sino porque allí pueden ser exactamente lo que son, la ficción de ser joven. Esto no es bueno ni malo, es lo que es y punto. La Sala Beckett arranca el ciclo «Res no és mentida. Joves i ficció en temps digitals» en el que se reflexiona sobre cómo los jóvenes de hoy consumen y entienden la ficción, en un momento histórico en que su reproductibilidad técnica permite ver ficciones autoreferenciales y aislantes que los encierren en la idea adquirida de sí mismos como si viviesen en su propia burbuja. Obras de teatro, conferencias y talleres se mezclan con la idea de hablar de la juventud desde la propia juventud. «Queremos reflexionar en

cómo se mezclan términos como realidad y ficción y cómo la creación pública de relatos no son más que mecanismos de poder», aseguró ayer Toni Casares, director de la Beckett.

Una joya ya mítica El ciclo arranca con una auténtica joya, la recuperación de «El chico de la última fila», una de las obras más geniales y juguetonas del dramaturgo y académico Juan Mayorga. Hasta el 3 de marzo se podrá ver un espectáculo que habla de cómo conviven los diferentes mundos unipersonales, cada uno con su idea del mundo y de sí mismo, y cómo los relatos que nos explicamos sirven para borrar la soledad que esto representa y ayudan a dibujar la idea de algo más allá de nosotros mismos, o sea, el relato como germen de la vida y el más allá de la muerte. Andrés Lima dirige esta nueva adaptación de una obra que ha tenido más de 25 montajes diferentes y que en 2013 ya se pudo ver en el Institut del Teatre. Sergi López, David Bagés, Miriam Iscla y Anna Ycobalzeta protagonizan la pieza en que Guillem Barbosa y Arnau Comas interpretan a esos jóvenes que verán cómo un profesor de literatura les hará dudar de lo que son y, sobre todo, de lo que pueden ser. «Habla de dos espacios, el hogar y la escuela, dos lugares de encuentro y conflicto, donde moldeamos lo que podemos ser», dijo Mayorga.

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love» El colectivo VVAA pone el matrimonio y patrimonio en conflicto a través de una sátira de parejas como Beyoncé y Jay Z, Los Javis o Kim Kardashian y Kanye West. «Andrea Pixelada» Cristina Clemente nos pone en la piel de una youtuber de éxito.


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