2018 estetica de boole

Universidad Rey Juan Carlos

WORKSHOP LA ESTÉTICA DE BOOLE/

Simposio

CIBART 2017

Seravezza. Italia

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El Workshop “la estética de Boole” ha sido subvencionado por el Consejo Social de la URJC y se realizó durante el Simposio Internacional CIBART 2017 en Seravezza Italia en el mes de julio de 2017.

Dirigido por -Jörg Plickat Organizado por -Antonio Vigo Pérez/ profesor de la URJC -Raquel Sardá Sánchez/ profesora de la URJC Profesores colaboradores -Miguel Sánchez-Moñita/ profesor de la URJC Fotografía y maquetación -Miguel Sánchez-Moñita/ profesor de la URJC Coordinación editorial -Miguel Sánchez-Moñita/ profesor de la URJC

Alumnos de la URJC -Rubén Martínez Portillo -Elián Montero Crespo -Jensen Steven Victoria -Mº Elena López Miranda -Unai Guridi Redondo.

-Alba Mª Cascales Martín-Esperanza -Darío Gil Cabanas -Víctor Seco de Herreracámara

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Índice de textos La estética boleana/ Jörg Plickat. Pag 6 Nos atrae la piedra/ Antonio Vigo Pérez. Pag 10 El corazón de la montaña/ Raquel Sardá Sánchez. Pag 18 Sublime devastación/ Miguel S-Moñita. Pag 26 Victor Seco de Herrera Cámara. Pag 38 Rubén Martínez Portillo. Pag 44 Elián Montero Crespo. Pag 50 Jensen Steven Victoria. Pag 56 Mº Elena López Miranda. Pag 62 Unai Guridi Redondo. Pag 66 Alba María Cascales Martín-Esperanz. Pag 72 Darío Gil Cabanas. Pag 76

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La estética boleana/ Jörg Plickat

La estética booleana deriva del principio del álgebra booleana, que es un campo de las

matemáticas. Consiste en sumar, restar y cortar sólidos simples (cuerpos euclidianos) como cubo, prisma, cilindro, esfera y pirámide. Los resultados de estas funciones booleanas definen exactamente, el resultado de una operación booleana con dos sólidos primitivos siempre verificables. Incluso si hay infinitas soluciones para cada una de estas tareas matemáticas, éstas definirán cómo y en qué proporciones los cuerpos se unen o se cortan entre sí. Es posible que cada una de estas soluciones determine si se ha hecho de acuerdo con el principio de estética booleana. La condición fundamental del principio estético con funciones booleanas, es que el resultado de este proceso matemáticamente escribible no puede modificarse después.

Si estamos creando con la Estética Booleana, el método artístico tiene que ser completamente diferente a los procesos académicos normales, porque no se nos permite cambiar los resultados de nuestros procesos elegidos, no es posible hacerlos más bellos o más estéticos. Si no nos gusta el resultado, sólo tenemos la posibilidad de rechazar el resultado y de todas las soluciones posibles elegir una nueva solución. Así que tenemos que buscar un resultado que se ajuste más a nuestros objetivos estéticos. El proceso estético-artístico específico en la Estética Booleana es la búsqueda de la mejor aplicación estética de una fórmula matemática en el espacio tridimensional. Por lo tanto, este proceso de decisión artístico estético se coloca lógicamente antes del proceso de realización. Se debe trabajar de acuerdo con el principio de acierto y error, hasta que hayamos producido un resultado que cumpla con nuestras exigencias estéticas. ¿Puede el resultado considerarse “arte de alto nivel” dado que este proceso de producción de escultura está muy relacionado con las matemáticas? Los excelentes resultados mostrados en las exposiciones de los anteriores talleres en España y China, han proporcionado respuestas claras. Fantásticas obras de arte se han desarrollado en todo momento, por lo que esta pregunta puede ser simplemente contestada positivamente. ¿Qué diferencia existe entre las obras de arte que se han creado a partir de una fórmula matemática en el proceso booleano y las obras de arte con otros métodos? El proceso booleano es un lenguaje de la forma muy claro, no figurativo muy destacado. La claridad del lenguaje de la forma se resuelve directamente de la suma, intersección o sustracción de los sólidos básicos primitivos. Otra característica es la superficie simple, no artísticamente diseñada. Las decoraciones, ornamentos, líneas gráficas, patrones no están permitidos. Sólo los rastros del trabajo artístico, por ejemplo, si se usa arcilla o yeso, pueden permanecer visibles, pero no está permitido adornarlos. Las formas y las superficies simples se complementan en la expresión e incluso dan a menudo a las esculturas una definición filosófica.

La claridad en la forma y la superficie, sin embargo, no contradice los aspectos poéticos de la obra. El valor poético puede trasladarse a los mundos interiores, a los mundos místicos y a las esferas de la historia personal y de la experiencia, conectando y ampliando las tres dimensiones del espacio con dimensiones humanísticas. El aprendizaje que los estudiantes recibirán sin duda les permitirá aplicarlo a títulos muy sensibles y poéticos, que contribuyen en gran medida a la comprensión de este tipo de obras. Ya en los ejercicios se combinaron funciones booleanas con términos como armonía, dinámica o innovación. Es destacable que los estudiantes, ya en el proceso de aprendizaje, estarán en una precoz etapa apta para combinar el trabajo tridimensional con temas humanistas en el proceso de diseño.

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sil ut vitam etilium con de la URJC Nos atrae lasimorum piedra/ Antonio Vigoutus Pérez.

Profesor

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os atrae la piedra, nos produce admiración incluso con el simple acto de acercarnos a ella. Sin duda, es algo que se ha repetido a lo largo de los siglos, desde el inicio de los tiempos y a lo largo del desarrollo de la evolución humana. Los primeros avances tecnológicos y su respectiva evolución quedaron tallados en ella y permanecen visibles aún hoy día ante nuestra asombrada mirada. De no ser por este soporte físico de valor único, no dispondríamos del legado histórico y cultural que ha permanecido durante siglos, incluso miles de años. Tal vez éste sea uno de los aspectos principales por el que sintamos tal admiración por la piedra, su cualidad dura, rígida y permanente que la hace única respecto al resto de las cosas de nuestro entorno cercano. Poco de lo que conocemos de nuestro mundo posee un valor tan permanente y duradero como la piedra. Prácticamente todo es cambiante y comparado con la condición finita de cualquier ser vivo, la piedra se convierte en un elemento digno de culto mágico.

“La piedra protege contra los animales, contra los ladrones, pero sobre todo contra la «muerte»; porque la piedra era incorruptible, y el alma del muerto había de subsistir, como ella, indefinidamente, sin disgregarse”.

Así, a pesar de los avances tecnológicos que nos han dotado de herramientas y sistemas de trabajo y elaboración muy avanzados, seguimos sintiendo un interés curioso cuando contemplamos una escultura realizada en piedra, ya que nos recuerda que seguimos ocupando una posición débil en el entorno que nos rodea.

Las manifestaciones artísticas que aparecieron en un periodo anterior a la historia son evidencias que demuestran la sensibilidad del ser humano y en la piedra quedan como una huella, y no tan solo como un vestigio de algo acontecido. Esta es la principal razón de que nos conmuevan, porque al contemplarlas, sabemos que hay entre ellas y nosotros una continuidad cultural que nos hace muy próximos.

Por ello, no es de extrañar que escultores de la relevancia de Jorge Oteiza hayan estudiado los casos de yacimientos megalíticos de sus lugares de origen. El propio Oteiza en sus tratados de estética, analiza el valor metafísico y simbólico de los Cromlechs Vascos, en los que como el mismo dijo, ve el origen y el significado de su propia cultura.

Otro caso no menos significativo, para entender el valor de la piedra en la creación plástica tridimensional es el del escultor Isamu Noguchi, artista que se dedicó a la talla de sus «piedras dramáticas» en los materiales más duros; granito y basalto, adquiriendo así sus trabajos mayor reflejo del concepto del tiempo. A partir de este momento confirió un nuevo protagonismo a la piedra incorporando a sus proyectos rocas monolíticas directamente extraídas de la naturaleza, sin trabajar o imperceptiblemente labradas, creando así un contexto meditativo sobre la existencia humana.

Ni que decir tiene que más allá de la admiración que sentimos por lo que simboliza tan fascinante materia, su belleza irrepetible hacen de ella una de las materias preferidas del escultor. La gran cantidad de matices visuales y formales que la piedra ofrece, nos permiten

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durante el desarrollo de una escultura jugar hasta los límites que la propia piedra nos impone. Expreso esto sin tapujos, como escultor y firme admirador de la escultura en piedra, a pesar de que en el arte contemporáneo la creación plástica tridimensional parece haber renunciado a trabajar con una materia que nos permite reencontrarnos con nuestra propia esencia. Sin desestimar otros medios para la creación escultórica, que sin duda permiten enriquecer esta asombrosa cualidad humana que es la de dar forma a las ideas, mantengo la convicción de que la experiencia que el escultor mantiene con su oficio cuando trabaja con la piedra no la tiene con ningún otro medio. Me fascina que el tiempo del proceso lo imponga la propia piedra, a pesar del uso de la herramienta mecánica, por que es lo que nos recuerda que seguimos ocupando una posición débil en el entorno que nos rodea.

Incluso cuando hemos contemplado el paisaje de la localidad de Carrara, absolutamente modificado por el hombre para satisfacer sus necesidades, observamos que la piedra se convierte indiscutiblemente en protagonista, imponiendo una nueva realidad al lugar, que lo hace interesante aun sabiendo que el impacto es un daño inaceptable para un entorno natural.

La extracción durante siglos de este material en la localidad de Carrara, en medio de la región Italiana de la Toscana, ha fascinado y atraído a escultores de todo el mundo, no solo

porque sepamos que muchas de las obras del gran Miguel Ángel Buonarroti se realizaron en bloques que fueron extraídos de allí, si no por la propia magia del lugar. Tal vez al principio nos podamos sentir atraídos por la mística que la propia historia ha proyectado sobre este lugar, pero cuando uno lo conoce se encuentra atrapado por la luminosidad que el mármol blanco adquiere sobre las paredes de las montañas cuando son iluminadas por el sol toscano. Es en estos momentos cuando uno se plantea por qué un material cargado de tal simbolismo y empapado de historia no tiene mucho sitio en un mundo como el actual.

Es un hecho que cada vez nos encontramos con menos salas y centros de arte contemporáneo en las que se muestren obras o proyectos escultóricos realizados en piedra. Por ello, sin duda, para mi es ésta una razón para investigar sobre este cambio en la veneración que en estos momentos la sociedad mantiene con los medios audiovisuales, de valor absolutamente efímero a diferencia de una escultura tallada en piedra. Tal vez la verdadera explicación es que el mundo de hoy no tiene ningún interés en perdurar, ya que este sería su propio fin. Hoy son impensables planteamientos como en su día hizo Vitruvio cuando expuso: “Cuando se duda de la idoneidad de una piedra la solución era extraerla en verano y no construir con ella antes de dos años, hasta que haya sido sometida a las inclemencias climáticas: las que hayan resultado dañadas tienen más cuenta utilizarlas en las obras de cimentación; las que hayan aguantado la prueba pueden ser utilizadas sin miedo para las

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estructuras en contacto con el aire.” La durabilidad incluso desde la visión de un arquitecto, era un valor indispensable de las Bellas artes como muestra Marco Vitrubio Polión en sus “Diez Libros de Arquitectura”.

Sin lugar a dudas, esta es una de las principales razones por las que tallar la piedra, y enfrentarse a un bloque de mármol es algo más que un proceso creativo. Es un rencuentro con uno mismo y sus orígenes, ya que nos acerca a la aventura del hombre prehistórico.

Cada capa de piedra extraída simboliza una medida de tiempo, en forma de cuenta atrás que nos aproxima a nuestros orígenes. Esto contrasta con un proceso inverso al que se da cuando trabajamos con la tecnología y los nuevos medios, que nos dirigen hacia un futuro que siempre se encuentra próximo, a la vez que imposible de alcanzar, y que nos aleja cada vez más de nuestra condición efímera.

Aunque en el trabajo con la piedra existe un componente efímero que es la luz, esta resulta ser una herramienta imprescindible como elemento modelador de la obra, ya que nos ayuda a visualizar los aspectos formales y las superficies de la escultura. Esto es especialmente emocionante cuando trabajamos una misma pieza en diferentes condiciones de luz, ya que los resultados plásticos varían notablemente, como cuando vemos el mármol en el interior de la cantera o cuando se encuentra en el exterior de ella. Esto hace que una misma materia posea varias realidades, y que se transforme dependiendo del lugar y las condiciones de luz en las que estemos trabajando. Esta observación, nos acerca aun más a los orígenes del trabajo del escultor, ya que las primeras manifestaciones demuestran que estos aspectos fueron tenidos en cuenta y de forma muy cuidada por los escultores de la prehistoria.

La experiencia de haber trabajado un bloque de mármol en la región de Carrara no se puede describir sin mirar atrás, ya que, muy seguramente, sea algo que partiendo de estudios estéticos sobre la relación que la humanidad ha tenido con el entorno que le rodea, nos lleve en todo momento a experiencias ya vividas con anterioridad por artistas y escultores de épocas pasadas. Esto permite llevar a cabo un trabajo artístico sin la presión de innovar constantemente, siendo este el modo que el artista moderno tiene de perdurar.

La única intención es la del recorrido por el material, cuyo fin es el de conectar con su propia esencia y así poder conseguir lo mejor que la piedra puede ofrecer al artista de forma natural.

‘Si la escultura es la roca, es también el espacio entre piedras y el hombre, su comunicación y contemplación’.

Isamu Noguchi

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sil Raquel ut vitam utusSánchez. etilium Profesora con EL CORAZÓN DE LAsimorum MONTAÑA/ Sardá de la URJC

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l largo y sinuoso sendero que sube a la montaña despierta los sentidos y estimula el deseo de adentrarse en el origen de la materia de la creación escultórica. La luz produce destellos al incidir sobre los blancos cantos marmóreos que salpican los lados del camino. La más profunda admiración emerge cuando se accede, a través de una estructurada entrada al más bello templo que un escultor pueda llegar a conocer. Una catedral creada a partir de las estructuras resultantes de la extracción ordenada y rigurosa del mármol que conforma el corazón de la montaña. El contacto con el blanco material, todavía en su medio natural, produce una sensación de deseo y respeto y también, de dolor, porque somos conocedores de que estamos despojando a la montaña de algo que es solo suyo, su alma.

Adentrarse en la cantera de mármol, en el interior de la inmensa mole, es como transitar por un lugar sagrado. Inevitablemente te dejas llevar por los olores, sientes el frío y escuchas el sonido hueco de tus pasos. Es el primer contacto con la materia que trabajarás con el profundo deseo de extraer la forma, los volúmenes y la luz que habitan en ella.

Algo tiene este blanco mármol que nos fascina, como ya lo hizo a grandes escultores. Al igual que Pigmalión “esculpió con arte felizmente admirable una estatua de níveo marfil, dándole una belleza, con la que ninguna mujer puede nacer, y llegó a enamorarse de su propia obra” (Ovidio, 1995: 302), nosotros, los escultores, sentimos la necesidad de hacer emerger de la piedra su lado más carnal para sentir el mismo amor. Nos situamos frente al brillante bloque de mármol y sabemos que está ahí, nuestra obra, con el corazón comenzando a latir.

En cierta ocasión, un profesor de dibujo, comentó durante una sesión universitaria que los escultores éramos capaces de pasar horas, incluso días, observando el material que luego trabajaríamos. Con cierta ironía cariñosa y un poso de admiración, resaltaba la fascinación que nos producía el primer contacto con la piedra. Sin duda, ese es el momento en el que surge el flechazo. A partir de ahí comenzamos a construir nuestra relación.

Tras esa primera y detenida observación líneas y volúmenes comienzan a dibujarse siguiendo las vetas y marcas de la piedra. Al igual que Giacometti investigaba primeramente con el dibujo, nosotros abordaremos una metodología basada también en la búsqueda de los trazos que definen la esencia natural de nuestra indagación. Poco a poco las líneas se convertirán en aristas, vértices y volúmenes, confluyendo en las distintas facetas del bloque inicial. Tomando las ideas del filósofo e historiador del arte George Didi-Huberman en las que analizaba la primera versión en yeso blanco del Cubo del artista suizo tallado como un cristal, comenzamos a indagar en el dibujo oculto que se esconde en el mármol. “¿Qué es un cristal sino el ser físico de una conjunción ejemplar del dibujo con el volumen? El cristal se mira, en efecto, como una arquitectura de aristas (líneas invisibles de los contornos, pero también pliegues en el interior de su masa) al mismo tiempo que ofrece

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sus planos, sus superficies visualmente apreciables cuya articulación se rodeará finalmente como volumen en el espacio. Ahora bien, eso es justamente lo que Giacometti demandaba al dibujo en general: una construcción de las líneas o perfiles que llamara, exigiera, una construcción de los volúmenes o las masas”. (Didi-Huberman, 2017: 34).

Es en este momento cuando surge la apuesta que nos llevará a tomar un camino claro, sin margen a errores, que acabará confluyendo con otros muchos senderos. O bien continuamos indagando en el análisis de volúmenes, geometrías, aristas, vértices y vacíos, o bien, exploramos en la conversión de la materia hasta encontrar su esencia más orgánica y viva, alejándonos de los aspectos más formales para transformar el mármol en un nuevo cuerpo, en una nueva piel y en un nuevo corazón. Independientemente del camino que emprendamos, ambos se cruzarán y encontrarán en algún punto. Esa es la magia que tiene el mármol de la montaña, su capacidad para mantener la más fría distancia y pureza y al mismo tiempo manifestar su aspecto más ardiente y carnal.

Ahora bien, si tal y como apunta el Génesis o las teorías del Big Bang, o incluso tomando como referencia mitos como Pigmalión o Prometeo, la materia es lo que surgió primero, podemos considerar que el escultor trabaja dando forma a la esencia del universo y por tanto, supone un gran y excepcional reto no exento de responsabilidad. Resulta fascinante e incluso conmovedor enfrentarse a la piedra, en un momento en el que nuevos materiales, fruto de los avances industriales y tecnológicos, se han incorporado a la creación escultórica. Y sin evaluar que camino hemos de tomar para cincelar el alma de la montaña, debemos considerar que estamos dotando de forma y de vida a una de las materias primas que conformó el universo.

No siempre son los materiales los que cambian, sino las técnicas empleadas. Viejos, materiales; nuevas técnicas. Como señala Pierre Cabanne “el artista abandona su taller y sus herramientas tradicionales para echar mano de la dinamita, el bulldozer y la piedra o «tallar» un prado con un tractor” (1983: 218).

La maquinaria acelera los trabajos y procesos en un momento en el que los resultados son demandados con celeridad. Pero es complicado establecer un diálogo con un mármol tan bello y robusto, aunque frágil al mismo tiempo, que requiere que prácticamente le susurres con voz pausada. El trabajo del escultor es de corredor de fondo, necesita de tiempos largos para poder tomar decisiones adecuadas, para conocer con todos los sentidos aquello que vamos a transformar. Una decisión equivocada es como herir a alguien a quien se ama, no se puede volver atrás. De ahí la importancia de la reflexión, del análisis e investigación anteriormente expuestos y de la observación atenta y clara.

El siglo XX dio un nuevo valor a materiales como el hierro o el vidrio, he incorporó algunos nuevos a la creación escultórica como plásticos, telas u hormigón. Artistas que han trabajado materiales como la piedra, la madera o el metal, también han explorado en otras direcciones, tal como hizo Henry Moore en su Mujer reclinada (1927), investigando las posibilidades formales del vaciado en hormigón. Escultores como Anish Kapoor han indagado profundamente en las nuevas dimensiones de la materia como eje de la creación escultórica. My Red Homeland (2003) es un ejemplo de cómo la materia adquiere protagonismo frente a la forma. “El autor, mediante este deseo de autoconfiguración de la propia obra, se desentiende de su creación llevando a cabo la intención de representar una energía inherente a la materia presentada, comprendida como forma en continua transformación

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sin ayuda humana alguna” (Martínez, 2012: 94). Por tanto, podemos deducir que la exploración sobre la materia sigue siendo uno de los ejes de la exploración escultórica.

Todos estos nuevos materiales conforman el mundo actual de la creación artística y abren nuevas expectativas a la exploración formal y conceptual, pero trabajar con la madre que dio origen a grandes obras escultóricas es como tomar consciencia clara de por qué decidimos un día ser escultores. Y ese sentimiento solo se manifiesta plenamente cuando uno ha accedido al corazón de la montaña.

CABANNE, P. (1983). El arte del siglo XX. Barcelona: Polígrafa DIDI-HUBERMAN, G. (2017). El cubo y el rostro. Madrid: Adaba MARTTÍNEZ, G. A. (2012). “Natura devorans-natura devorata: cosmovisión en la obra de Anish Kapoor y José Ángel Valente”. Fedro: revista de estética y teoría de las artes, (11), 91-104.

OVIDIO. (1995). Las metamorfosis. Madrid: Alianza Editorial

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Sublime simorumdevastación. sil ut vitamMiguel utus etilium S-Moñita con*

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l concepto de paisaje tiene más que ver con la construcción cultural que con la visión de una extensión de terreno. Los Alpes Apuanos que se levantan frente a la costa de la Toscana Italiana reciben al espectador con una visión agresiva de una naturaleza profundamente transformada. Las montañas han sido vaciadas durante siglos para la construcción de lujosas edificaciones ya desde la los romanos. El mármol de Carrara ha servido para construir estructuras pensadas para ser admiradas: desde los palacios y templos de la antigüedad hasta los centros comerciales y financieros de la actualidad. Un paseo por las canteras de Carrara es un paseo por la historia de la humanidad, desde la grandeza de las esculturas de Miguel Ángel hasta las miserias de los grandes centros de ocio y comercio que se levantan en Dubai y que son el mayor exponente de la espectacularización del mundo descrita por Lipovetsky y Serroy.

Sentimos admiración por un entorno destruido, las canteras han devastado un paisaje milenario, la naturaleza ha sido arrasada y cuando uno mira a su alrededor ve el precio que hay que pagar por la construcción del lujo y la apariencia. Pero la destrucción nos atrae, existe una inexplicable belleza en la devastación y la ruina. Los mitos de la tradición católica nos recuerdan que el verdadero paraíso no está en la tierra sino en el más allá. La vida es un valle de lágrimas y el sufrimiento de la existencia pasajera terrenal se acompaña de caos y destrucción. La cultura occidental se regocijara en la devastación terrenal para magnificar las maravillas de un supuesto paraíso celestial. Y en devastar lo terrenal el capitalismo se ha convertido en un verdadero experto.

Lipovetsky y Serroy nos hablan de un capitalismo feo, desagradable y repelente pero que se esfuerza por refundar sus propios valores estéticos y buscar en la belleza nuevos espacios para seguir creciendo.

“Pasmosa arquitectura-espectáculo que rediseñan museos, estadios y aeropuertos, islas artificiales que componen una palmera gigante, galerías comerciales que rivalizan en lujo decorativo, tiendas que parecen galerías de arte, hoteles, bares y restaurantes con decoración crecientemente “intencionada” [...] ¿podría suceder que el capitalismo, acusado desde hace tanto tiempo de destruirlo y afearlo todo, fuera otra cosa que un espectáculo del horror y que funcione también como empresario artístico y motor estético?” (LIPOVETSKY/ SERROY 2015: 31) Pero la cicatriz que ha dejado esa falsa construcción de lo bello no se puede ocultar. No se oculta, al contrario, se muestra con orgullo la capacidad humana de transformar el paisaje.

Una visita a las canteras y las cavidades interiores de las montañas nos muestran inmensas salas de mármol puro que recuerdan a las grandes basílicas cristianas. Enormes pilares sustentan las bóvedas y techos de mármol dentro de las cavidades de piedra donde el espectador empequeñece ante una obra de proporciones descomunales. Del mismo modo que los

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devotos cristianos se inclinaban y se asombraban ante la las colosales edificaciones de sus templos, los turistas empequeñecen y admiran la destrucción. Por lo tanto esta dualidad de belleza-destrucción empieza desde los propios orígenes del material.

Y es esta dualidad la que aparece cuando intentamos contar las historias que se extraen del paisaje a través de la fotografía. Hace más de 40 años Susan Sontag empezaba su afamado escrito sobre la fotografía afirmando que “La humanidad persiste irremediablemente en la caverna platónica, aún deleitada, por costumbre ancestral, con meras imágenes de la verdad” (1973: 13). Las imágenes de la devastación no producen el efecto que se espera de ellas. El deleite de la humanidad ante las fotografías de los espacios horadados causan admiración y transforman en belleza el menosprecio humanos hacia la naturaleza.

Cuando uno fotografía lo que realmente está haciendo es un autorretrato a través de una imagen de la realidad. “La fotografía se ha vuelto ubicua [...]. Hoy tomar una foto ya no implica tanto un registro de un acontecimiento como una parte sustancial del mismo acontecimiento. Acontecimiento y registro fotográfico se funden. [...] Se ha acentuado la necesidad de capturarlo todo. [...] Cuantas más fotografías tienes, más vida y más divertido resultas ser. Nos encontramos pues frente a la necesidad de confirmar la realidad y dilatar la experiencia (FONTCUBERTA. 2010: 27-31). Por lo tanto las miles de imágenes capturadas por los esforzados turistas de Carrara son una extensión de la experiencia de deleitarse ante la destrucción.

Pero no sólo la fotografía amateur se regocija ante la estética los paisajes transformados.

Desde que Lewis Hine denunciara las duras condiciones laborales de los niños en las minas de carbón hasta las imágenes de contemporáneas de Burtynsky, Michael Ligth, Naoya Hatakeyama, Bernhard Lang, David Maisel, Kacper Kowalski, Elena Dorfman o Ignacio Acosta, entre otros, las canteras han sido lugar de encuentro entre la destrucción y la estética, entre la denuncia y la admiración por paisajes incomprensibles desde el punto de vista de la sostenibilidad.

Por lo tanto al afrontar un trabajo fotográfico en un entorno como el de Carrara afloran inevitablemente, no solo la imágenes de estos autores, sino también la búsqueda de un discurso artístico que ponga de manifiesto la ya citada dualidad entre belleza y destrucción.

Las imágenes de las canteras contienen las inmensas esculturas que envuelven al espectador de James Turrel o los proyectos imposibles de Chillida en Tindaya. La extracción de la materia evoca la obra que Simon Starling realizó en 2005 :una serie de cinco imágenes con el título One Ton II, en alusión al hecho de que para extraer los escasos gramos de platino que son necesarios para copiar las cinco fotografías es necesario remover una tonelada de mineral. La imágenes muestran las inmensas canteras de Sudáfrica que han horadado un enorme hueco en el terreno. Como describe Javier Chavarría: “Un territorio terriblemente árido y sin vida en donde el paisaje se deshace y rehace con el único objetivo de la explotación, sin tener en cuenta la abrasión del entorno, ni aspectos de sostenibilidad como la manufacturación de los excedentes. La aridez del paisaje contrasta también con la idea de mineral precioso que evoca el platino, empleado en la alta joyería y asociado al mundo de los artículos de lujo. El enorme vacío de la cantera excavada evoca

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el material que ha desaparecido de su lugar, que ha sido removido y manufacturado, y nos hace pensar en esa gran ausencia en el paisaje creada por la falta del mineral que no está más” (CHAVARRÍA 2008:71).

Esta misma asociación entre la aridez del paisaje y el lujo lo podemos encontrar en Carrara. El mármol que decora el mundo más ostentoso deja un hueco desolado en la montaña.

Las profundas fosas que van siguiendo las mejores vetas del material van creando unos espacios escultóricos que son registrados por la cámara creando imágenes que estetizan los desmanes del capitalismo de consumo. Como afirmaba Franzen “el objetivo último de la tecnología, el télos de la Techné, es sustituir un mundo natural, indiferente a nuestros deseos (un mundo de huracanes, de adversidades y corazones que se pueden romper, un mundo que se nos opone), por otro tan receptivo a nuestros deseos que llega a ser, de hecho, una simple prolongación del yo “ (FRANZEN citado por Bauman. 2014: 62). Efectivamente quedamos encandilados por las imágenes de la destrucción porque son una prolongación del yo, una continuación de esas búsqueda occidental y cristiana del sufrimiento terrenal plasmado en la naturaleza.

Ciertamente las imágenes de Carrara contienen la idea de fin, de final de la historia. Como afirma la filósofa Marina Garcés la sensación de encontrarnos a las puertas del final de todo es un sentimiento generalizado en esta sociedad de la aceleración y el consumo desmedido de objetos y experiencias. “Nuestro tiempo es el tiempo del que todo se acaba. […] Hemos ido viendo cómo se acaba el progreso: el futuro como tiempo de la promesa, del desarrollo y del crecimiento. Ahora vemos cómo se terminan los recursos, el agua, el petróleo, el aire limpio, y cómo se extinguen los ecosistemas y su diversidad.” (GARCÉS. 2017:13). Contar historias a través de las imágenes de Carrara es poner imágenes al concepto de que nuestra Tierra se ha transformado en un campo de batalla. En 1989 Barbara Kruger creó una de sus pieza más conocidas. Utilizando la gráfica de los medios de comunicación de masas afirmaba con rotundidad “tu cuerpo es un campo de batalla”. Ese eslogan hacía alusión no solo a la guerra de sexos y las luchas de género, sino también se transformó en el grito que muchos autores encontraron al analizar el cuerpo como una herramienta versátil con el que explorar la sexualidad, representar los traumas personales, reflexionar sobre los estereotipos de género o celebrar la diversidad racial. (HEARTNET 2008: 218) Pero es necesario actualizar el mensaje lanzado por Barbara Kruguer: el cuerpo como campo de batalla pasa a un marco más general: “nuestro planeta es un campo de batalla”. Se asume que las representaciones sobre esta batalla del hombre contra la naturaleza beben de los mismos principios a los que Bárbara Kruguer hacía referencia: el planeta, al igual que el cuerpo femenino, ha sido explotado, saqueado, vendido, humillado y arrasado bajo los principios de explotación tradicionalmente machista del que los hombres han disfrutado.

El hombre ha considerado que está en su derecho de explotar el medioambiente y poner a la naturaleza a su servicio y esta idea está en cada espacio de Carrara.

Bibliografía: BAUMAN, Zygmunt (2014). ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos? Barcelona: Paidós Estado y Sociedad.

CHAVARRÍA, Javier (Coord). (2008). Lugares comprometidos topografía y actualidad. Madrid: Fundación ICO. FONTCUBERTA, Joan (2010). La cámara de Pandora. La fotografía después de la fotografía. Barcelona: Gustavo GARCÉS, Marina (2017). Nueva ilustración radical. Barcelona. Gili.

HEARTNET, Eleanor (2008). Arte & Hoy. Barcelona: Phaidon.

LIPOVETSKY, Guilles. SERROY, Jean (2015). La estetización del mundo. Vivir en la época de capitalismo artístico. Barcelona: Anagrama.

SONTAG, Susan (1973). Sobre la fotografía. Barcelona: Debolsillo.

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Actividades

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urante el desarrollo del simposio los alumnos y profesores de la URJC pudieron realizar una serie de actividades complementarias al trabajo escultórico. Asistieron a la presentación del CIBART 2018 junto al director del simposio y las autoridades locales de Seravezza. En esta misma localidad visitaron el estudio del los escultores Nicolas Bertoux y Cynthia San a las orillas del río en una antigua cantera de mármol. Des mismo modo pudieron realizar diferentes actividades y visitas culturales: conciertos de violín, exposiciones y visitas a Pietra Santa, Lucca, Carrara, Pisa y Florencia donde pudieron apreciar las diferentes formas de transformación del mármol, desde el trabajo en las Canteras de Carrara hasta las esculturas en la Academia en la ciudad de Florencia.

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Victor Seco. Alumno de la URJC.

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l bloque de mármol presenta un distanciamiento, de pronto está ahí, frente a ti, lo ves como un material diferente, blanco perfecto, traslucido y con una forma geométrica acabada.

El dilema aparece, cuando al observarlo se sabe que está ahí para hacer algo más majestuoso si cabe. A esto, se añade la duda de si de verdad se puede hacer algo así, de sí será mejor o simplemente perjudicará la forma original.

Por mucho que se piense, al final hay que tratar con ese pedacito de montaña, lograr que sea algo para dejar de verlo como un cubo y empezar a tratarlo como una futura obra que ha de quedar definida a voluntad del escultor.

Con el primer corte, el más importante, se pasa del miedo a la motivación por conocer el material y de que se va a hacer con él. A partir de ese momento no hay vuelta atrás, se sigue trabajando y se ve cómo va adquiriendo la forma perseguida, y a partir de aquí, lo que imponía respeto se transforma en algo que transmitirá un sentimiento, una emoción, incluso indiferencia. Deja de ser ese bloque de mármol perfecto como tantos otros, a ser una obra propia, fastuosa y única.

La obra no se basa únicamente en tallar y dar el aspecto deseado, engloba una gran cantidad de experiencias que ayudan a seguir evolucionando y avanzando junto a la pieza, una ayuda que afecta directa e indirectamente a la producción de esta. El aprendizaje paralelo a la talla fue la piedra angular del proyecto, desde el más mínimo detalle que ayudaba a perfilar mucho mejor las aristas de la pieza, hasta el momento de adentrarse dentro de la cordillera, rodearse de altos muros de mármol, con el frío que cala los huesos para al final sentirse parte del corazón de la montaña.

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simorum sil utPortillo. vitam utus etilium Rubén Martínez Alumno de lacon URJC.

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ibremente limitado, infinitamente inmóvil, delicadamente tenaz, mi escultura, mi roca, mis manos.

Mis sentimientos en una forma, adoro mi piedra, recelo a las herramientas, envidia del cincel, esa lija hace polvo, mi sudor entre la beta gris, blanco Carrara, Lido paradiso, salute Adriana, por vosotros, por mis compañeros.

Créeme, es mi casa y también la tuya, es futuro, pero por ahora seguiré enamorado del paraíso.

Consecuencia del mármol Travertino “La Casa”, el hombre y su naturaleza, la piedra, el origen, apartarse del mundo en un trozo de montaña, transparente mármol blanco “La Casa II”, soñar por segunda vez, monstruosa cantera, escala sobrenatural para el hombre, pero real, es creíble no imposible, créeme.

Geométrica Booleana, entorno orgánico, profesores y alumnos, divina juventud, la experiencia fue un viaje, el tiempo se paró pero nuestro amor continuo.

Besos para todos, nuestra presencia allí se quedó, el recuerdo sigue vivo en la espiral de nuestras vidas, el lazo se hizo más fuerte en lo más profundo de mi ser.

Una historia inolvidable.

Gracias.

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simorum sil ut vitamAlumna utus etilium con Elián Montero Crespo. de la URJC.

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isensión.

Ha sido una experiencia de aprendizaje en todos los sentidos. Hemos tenido la oportunidad de conocer diversidad espacios y formas de trabajo, así como las diferentes etapas que se dan en el desarrollo de la escultura. Desde el inicio, con la extracción de mármol en una cantera, su tratamiento en los talleres, con herramientas, maquinaria y técnicas diferentes, hasta su exposición final en una galería de arte u otros espacios.

Apreciar que la piedra en la que estás trabajando viene de una montaña que lleva miles de años en la tierra, que estás esculpiendo mármol y no caliza, que necesitas una radial o un puntero, y que tienes que cuidar la dirección e intensidad del golpe… Ver y disfrutar la escultura como un proceso, como un todo.

Durante el desarrollo escultórico más individual, he podido apreciar la importancia de analizar y reflexionar sobre el material. Cómo éste va ligado directamente a la forma y resultado que deseas obtener y expresar. La relevancia del proceso, de abrirse y adaptarse a las posibilidades que te va dando, en este caso la piedra, aún cuando pueda variar el resultado final que esperabas. El boceto de la idea que quieres construir es únicamente eso, un boceto en el que comienzas a desarrollar la obra y que tiene que ir adecuándose a las circunstancias y al material de trabajo.

Un proceso que requiere presencia, tiempo y atención.

Todo ello en un ambiente inmejorable, un entorno amable, personas que comparten los mismos intereses y que acaban convirtiéndose en amistades… Una manera de acercarnos al arte descubriéndonos un montón de posibilidades.

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Jensen Steven Alumno de laconURJC. simorum sil utVictoria. vitam utus etilium

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l puente es un trabajo que gira entorno a un homenaje al mármol y a su origen natural, es una pieza basada en formas geométricas, partiendo de una composición horizontal de cubos que se intersectan entre sí, dispuestos en forma de arco que nacen en una peana rectangular que soporta la estructura completa, se representa el nacimiento de la piedra y con la disposición de los bloques se convierten en un puente entre el paisaje y la pieza.

El entorno de la maravillosa localidad toscana de Seravezza, acompañado de la energía de su espectacular paisaje de montañas y ríos de mármol blanco, hicieron que el trabajar en esta pieza fuera un placer inigualable. Mañanas y tardes entablando un diálogo que se construía a través de cortes transversales sobre un bloque de mármol puro, que con el brillo del sol desvelaba su increíble belleza, cada día junto al bloque era una experiencia totalmente distinta, pero no era más que un camino de enriquecimiento personal y artístico, se mezclaban emociones de frustración y alegría que se iban transmitiendo al bloque de mármol, que cada vez tomaba una forma distinta y desvelaba poco a poco la pieza que contendría en su interior. Era precioso como se iban desvelando los cubos como si yacieran del interior de la piedra, aquello me hacía ser más consciente del valor y la belleza que poseía el mármol, cada corte que infligía sobre el bloque debía estar estudiado con mucha precisión para intentar aprovechar al máximo el hermoso bloque de piedra.

A medida que iban transcurriendo los días en la maravillosa toscana italiana, cada detalle y cada visita a lugares llenos de magia como las canteras de mármol de Carrara, me hacían reflexionar acerca de la belleza del paisaje y de cómo la escultura se convertía en un puente de diálogo entre el arte y la naturaleza. Era impactante ver la grandeza de un paisaje rocoso que desprendía luz propia de su blanco natural y traslucido, esto hacia más fuertes mis ganas de trasladar estas sensaciones a la pieza y convertirla en un homenaje a esas montañas que nos proveen de una belleza deslumbrante. Trabajar con mármol blanco de Carrara convertiría la pieza en algo más que sólo una pieza escultórica, se convertiría en el resultado de experiencias y sensaciones que como decían muchos grandes de la escultura moderna, como Constantin Brancusi; pasaría a ser un elemento de espiritualidad, una representación de una fuerza vital, el anima que se vería proyectada sobre el bloque de mármol como fuerza universal que fluye y que el artista debe transmitir a sus creaciones.

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sil Miranda. ut vitam utus etilium Mº simorum Elena López Alumna de lacon URJC.

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a estética booleana fue para nosotros una forma nueva de visualizar la geometría a través de sumar y restar cuerpos geométricos. Las uniones de varios prismas menos una pirámide menos la intersección de algún cubo son solo algunas de las infinitas posibilidades que la configuración booleana nos permitió armonizar al extraer de un bloque de mármol. Durante toda la experiencia en Italia, la estética booleana se fue apoderando día a día de nuestro entorno y visión. Cada objeto era una propuesta booleana esperando por nosotros. Las tiendas de campaña pirámides, donde dormíamos, tenían la suma de nuestros cuerpos cilíndricos de saco de dormir. Las latas cilindro de cerveza esperaban ser restadas del paralelepípedo refrigerador en algunas noches. Otra resta fundamental fue la extracción de los espaguetis de la media esfera plato en las tardes. Sin embargo, el mayor reto booleano y obsesión fue trabajar con el bloque de blanco mármol. Hay que destacar que las condiciones de la naturaleza del sitio de trabajo estuvieron a nuestro favor. Trabajar en un espacio llamado, literalmente, el paraíso fue un una experiencia sin duda alguna sublime. Montañas, playas, verde y azul se complementaban con nuestras piezas brillantes.

Todo al alcance de nuestra vista al instante de limpiar las gafas de protección del exceso de polvo de mármol impregnado.

La pieza expuesta, después de varios bocetos en barro, consistió en un cubo base con la resta de varios paralelepípedos, un cuarto de cilindro y una suma de éste también. Un recorrido que invita darle la vuelta, con un comienzo y un final marcado libremente por el espectador, donde una curva suave convive con ángulos rectos. De alguna manera, estas convivencias y armonías de formas tan contrastadas efectuaron, a su vez, nuevas relaciones booleanas sociales entre nosotros. Piezas y personalidades tan distintas en todo el grupo fueron agregando, restando y formando intersecciones entre nosotros que hicieron de esta experiencia un momento sin igual.

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simorum ut vitamAlumno utus etilium con Unai GuridisilRedondo. de la URJC.

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on muchas y dispares las sensaciones que me inundan cuando pienso en lo que he vivido durante este workshop. La primera que me viene a la cabeza es el miedo, el miedo que me producía enfrentarme a algo que nunca había hecho y a gente que no conocía, pero según fui conociendo al grupo con el que estuve trabajando dos semanas en Aranjuez, el miedo desapareció y a éste lo sustituyó una sensación de comodidad que más adelante acabaría siendo un sentimiento de familiaridad. Dicen que sin miedo y tristeza no valoraríamos tanto la felicidad, la libertad y el cariño, y eso es algo que este Workhop me ha enseñado.

Por otra parte cuando nos informaron de quiénes iban a Italia a continuar con el proyecto, volví a encontrarme con sentimientos enfrentados, era obvio que me alegraba de poder seguir trabajando en el taller, pero a su vez el no estar con la mitad de las personas que habían formado parte de esas dos semanas fue algo que me apenó.

Una vez en Italia las sensaciones se dispararon, el lugar, lo vivido, la gente y la convivencia hicieron de ese viaje algo único. De hecho una de las experiencias más mágicas y felices que he tenido nunca ocurrió allí, cuando la última noche subíamos desde Seravezza por aquellas montañas frondosas, con curvas sinuosas en una furgoneta Westfalia antigua de uno de los profesores, escuchando a los Beatles y cantando a todo pulmón sus canciones.

Recuerdo estar llegando al lugar donde estábamos hospedados cuando empezó a sonar Hey Jude y pensar “No me lo creo, justo ahora, qué pena estar llegando ya”, acto seguido la furgoneta no paró en el lugar al que nos dirigíamos y siguió adelante hasta el siguiente pueblo para así poder cantar esa última canción antes de tener que llegar , recoger y despedirnos de esas montañas, esos bosques y esa maravillosa gente que nos había acogido.

Y recuerdo ésto con nostalgia y alegría, porque nunca antes me había sentido tan libre, alegre y cómodo rodeado de gente a la que día de hoy aprecio muchísimo. Sin duda alguna fue un viaje en el tiempo, puede que ni siquiera al pasado ni al futuro, a otro tiempo, a otro espacio, en el que sólo estábamos nosotros, una westfalia y esa canción, canción que cuando a día de hoy.escucho me devuelve a esa noche, a esa gente y a esa felicidad que me hizo sentir el conjunto de la situación.

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Alba María Cascales Martín-Esperanza. Alumna de la URJC.

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n mi obra para esta exposición consta de un proyecto más profundo de lo que a simple vista puede parecer. El resultado de mi pieza, está basada en la gran alegría de poder haber disfrutado de esta experiencia durante dos semanas en compañía de mis profesores: Raquel Sardá , AntonioVigo y Miguel Sanchez-Moñita, y el gran escultor Jorg Pickart. A todo ello hay que añadir la compañía de mis compañeros. A todos ellos dar las gracias por los momentos de felicidad, locura, desesperación y alegría al convivir con ellos este viaje inolvidable que me ha hecho crecer no solo como artista sino como persona también.

Mi obra es una escultura en mármol puro de Carrara Blanco, trabajado con la radial y a mano con pequeños cinceles y lijas de diferentes grosores. La figura del diseño ha sido llevado acabo por la gran cantidad de bocetos y pruebas en pequeña escala, primero en papel con las tres vistas: perfil. Alzado y planta, seguidamente con una perspectiva isométrica.

Consiguiendo un boceto final para la propuesta, llevándola a cabo después en arcilla.

He de decir que la idea de este tipo de estética, es la denominada BOLEANA basada en un conjunto de fórmulas de figuras geométricas, sumadas o restadas entre sí y después se hace una o varias intersecciones en la misma. Finalmente se coloca de manera extrovertida buscando una armonía y magia que en el propio artista acentúa cuando muestra su obra acabada. Para mí hoy en día damos menos importancia a las formas trabajadas en cuanto a detalles y características primordiales de la forma humana pero es la era moderna.

He querido ponerme a prueba, con esta estética, esta escultura la creación de la misma está basada en “YO PERSONAL” con una composición geométrica en cuanto a concepto del ser humano. Dos piezas, las cuales encajan perfectamente pero están separadas del mismo bloque de mármol. L a semiesfera es comparable con la cabeza del ser humano, todos tenemos una esfera redonda a lo alto de nuestros cuerpos, con ello no implica que este vacía … no sólo es una pequeña referencia de lo que soportamos en nuestros hombros, nuestro cerebro nuestra cabeza pensante. El cubo hace referencia al cuerpo que sustenta todo el peso de la semiesfera, por ello, diferente volumen en cada pieza debido a la intersección para aludir las diversas facetas que mostramos con nuestra genética físicamente, la masa, el volumen...

Por último, y no menos importante el rectángulo que cruza ambos cubos que figuran como cuerpos. Representando aquí las limitaciones, inquietudes, prioridades y acción moral de cada individuo (de mayor constancia o menor). Personalmente esta escultura es una representación de “MI YO” en cuanto a mi persona. En el viaje donde llevé a cabo está unida a una persona de mi pasado. Por eso, la perfecta unión de ambas piezas hace que se junten y encajan. Dos personas se unen pero también pueden estar separadas aunque la incisión haga esfuerzo en valorar si ha de estar unida.

Una pareja ha de tener su propio espacio, se ha de respetar mutuamente las prioridades de ambos individuos. Si no es así, por el contrario es preferible que ambas figuras, en este caso, deban permanecer separadas, he ahí la noción de mi obra es “Libertad”.

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simorum vitam utus DaríosilGil.utAlumno de laetilium URJC. con

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ecidí hacerme un regalo a mí mismo de esta experiencia tan intensa. Traté de abrir una ventana que traerme a casa, desde la que visualizar aquellas montañas tupidas de manto verde y mármol blanco. Así, abriendo un pequeño hueco en mi piedra, regresaría a casa con un pequeño portal desde el que imaginar que estaría ocurriendo en nuestro refugio temporal de Seravezza junto a Lido y Adriana.

“La visualicé entre curvas y rectas que crecen en perfiles, brotando en bloques, geométricas pero liberados.Una revolucionaria vestida de blanco, que al tacto se contradice y te incita a mirar sus defectos detrás de su cuerpo. Que tocarla no sea sin mirarla, que la luz la encienda al traspasarla.”

A pesar de dedicar más tiempo a la obra expuesta junto a la de mis compañeros, ocurrió algo que llevaré dentro probablemente hasta que pierda la memoria. Puesto que recibimos el mármol blanco de Carrara como algo mágico, no entendí el dejar atrás los restos de las esculturas que habíamos realizado. Si es cierto que decidí llevar las piezas resultantes de la devastación de los bloques en cubos junto a las obras expuestas con el fin de realizar con ellas una pieza cambiante, no imaginé nunca lo que acabarían haciendo con ellas.

“Me encontré entre una multitud de niños (entre los que se encontraban mis compañeros), jugando con los restos de lo que nosotros llamábamos obras. A ellos no les interesó observar nuestras piedras esculpidas. Querían formar parte de lo que ocurría y disfrutarlo con algo más que una mirada vacía. Creo que sin saberlo me regalaron una experiencia espontánea, infantil, cargada de sinceridad. Le dieron un vuelco a mi corazón, rompí a llorar de emoción y me enseñaron en un momento de desconfianza, porque hay gente que muestra su trabajo cargado de sentimientos”.

Recibí numerosos regalos de Seravezza, volví a la eterna Florencia que hace tanto forma parte de mí y sentí la emoción de mirar al David a los ojos de nuevo. La sed de medir mi vida y trabajo en experiencias no ha cesado desde entonces.

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