MARIKUGA ENTRE HISTORIA Y MEMORIA, Salustio Saldivia D.

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La morada final de las almas Para Ñancupil (2010), cuando el espíritu abandona el cuerpo comienza un viaje que inicialmente lo lleva hacia el lafkenmapu, que es un “espacio en donde termina la vida física, es un continium de la vida espiritual, es una etapa de tránsito, pues, luego el alwe viaja al Ragin Wenu Mapu (espacio intermedio del mundo superior) para finalmente llegar al Wenu Mapu86” (Ñancupil, 2010, p.11 y 12) Profundizando sobre el concepto de Nelson Lienlaf L. afirma: “En el concepto de Lafquenmapu hay dos significados: lafquen que se conoce públicamente como mar, la gente dice comúnmente lafquenche, “gente de mar”, pero, dentro del lafquen, hay una palabra secreta: la, que significa muerto o muerte, afquen, que es término y mapu que es un espacio, entonces, Lafquenmapu, es el espacio o mundo de los muertos. Es el primer espacio al que llega un espíritu…” “Hacia donde sale el Sol, ese es el Puel Mapu, y eso es sinónimo de vida, por eso es que las puertas de las casas mapuches tienen que estar mirando hacia la salida del Sol, por eso es que el ngillatun se hace todo mirando hacia el Este. Puel Mapu, también es una palabra secreta. Las personas relacionan el Puelmapu, con Argentina con el Este, pero, la palabra Pu, significa más de una persona, por ejemplo, si tú estás con otra persona al lado, puedo decir “Mari Mari pu peñi” en general, después los saludo personalmente; el se relaciona con creación, entonces los Puel son los que crearon, se hace oración se hace nguillatun mirando hacia el Puel Mapu, hacia la tierra de los creadores, Puel Mapu, es como decir, el espacio de los creadores del Universo mapuche…” (Alepúe, 20/07/2010) Para Espósito (2008), “la vida familiar y social se reanudaba en el más allá: el cacique seguía rigiendo los dobles o almas de los que gobernó en vida, y los mismos sentimientos, pasiones y diferencias de edad, sexo y condición social, continuaban en el mundo de las sombras.” (p.59) “Pareciera que la idea cristiana de “cielo” era ajena a los mapuches. Los muertos no se iban

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necesariamente a un lugar que estuviese “arriba”. Más bien la muerte era un lugar oscuro donde se comían “papas negras”, según relatan los primeros cronistas, y que quedaba al otro lado del mar. Lo normal era el uso de la canoa mortuoria para navegar por los ríos y mares que llevan al Wenu Mapu, lo que no es necesariamente subir, es trasladarse” (Bengoa, 2003, p.87) Resulta interesante destacar que “la canoa es también en la cultura mapuche un símbolo de muerte. El cuerpo de la persona difunta es colocado en un wampo o canoa, que lleva al difunto por los ríos de la muerte.” (Bengoa, 2003, p.86) Latcham (1915), escribe al respecto “Los más antiguos ataúdes de los araucanos eran las rudas piraguas formadas de un tronco ahuecado con las cuales acostumbraban a pasar los ríos. Esta costumbre no se derivó de la necesidad que sentían de proteger el cadáver, sino de la idea de enterrar con el muerto los objetos de que había sido servido durante la vida. Pero poco a poco la práctica se hizo general y cuando el difunto no tenía canoa, los parientes le fabricaban una para contener los restos, tal vez con la idea que le serviría para cruzar el océano al país de los muertos. Frecuentemente los actuales ataúdes de los mapuches no son otra cosa que troncos ahuecados…” (citado por Bengoa, 2003, p.87) Si bien la morada final de las almas es el Wenu Mapu, Bengoa (2003), señala que “el mundo de los vivos está siendo permanentemente visitado por el mundo de los muertos. Entre estos dos mundos hay un tránsito, no una ruptura. Ese mundo es transitable a través de los sueños y del trance” (p.89). Los momentos del ritual mortuorio Acerca del ritual funerario el testimonio de Nelson Lienlaf L., lo explica así: “Antiguamente a las personas se velaban cuatro días y en el último día en que se iba a enterrar al difunto, se le sacaba a una pampa, al lelfün, cerca de la casa, se sacaba la urna y ahí entraba toda la comunidad a despedirlo, pero esto era sinónimo de

Coincidentemente, Soto (2010), afirma que primero, las almas van hacia el oeste – ‘más allá del mar’ –, a un territorio en que se encuentran los muertos, como una primera etapa transitoria, para después alcanzar diferentes niveles superiores en la búsqueda de la proximidad del Ser Supremo. Así, el ser mapuche fundamenta su existencia buscando la aproximación a Ngünechen y la armonía de la vida…” (p.5). Autor no indica grafemario utilizado.


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MARIKUGA ENTRE HISTORIA Y MEMORIA, Salustio Saldivia D. by María Isabel Aguilar - Issuu