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¿Qué es el miércoles de ceniza?
La Cuaresma o los 40 días de preparación para la Pascua, comienza el Miércoles de Ceniza.
Este signo de la imposición de ceniza se remonta al pueblo judío, pues acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio (1 Mac 3, 45-50), así también, los ninivitas usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios (Jon 3, 1-10).
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En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito penitencial", un saco de tela áspera para recordar la pequeñez del hombre, que procede del polvo y al polvo volverá, y también simbolizaba un sacrificio, una señal de que se reconocía pecador y que deseaba convertirse.
Cuando la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos, la Iglesia adoptó el símbolo de poner la ceniza en la frente al inicio de este tiempo litúrgico.
La palabra “ceniza” viene del latín cinis, que significa polvo, es lo que queda de algo que fue consumido por el fuego, por ello, la ceniza tiene un sentido simbólico de caducidad (es decir, de lo que se acaba), de humildad y de penitencia. “Algo” debe quemarse (en este caso las palmas de Domingo de Ramos empleadas el año anterior) y destruirse en nosotros: el hombre viejo deja atrás al pecado para dar lugar a la nueva vida en Cristo.
¿Por qué nos ponemos la ceniza?
La imposición de ceniza no es un “ritual mágico” o una especie de “bendición”. Es un signo visible para expresar arrepentimiento de corazón por nuestros pecados y un profundo deseo de conversión, es pues, un signo libre con el que nos reconocemos pecadores.