Página del lector Estimados Misioneros de Guadalupe: Soy hija de la señora Vicenta C. de S., quien fue su Madrina desde 1980 hasta 1998, cuando fue llamada a la Casa del Padre, el 15 de octubre. Por amor a Dios y por su fe, nunca dejó de apoyar a Misioneros de Guadalupe. Ella era de Celaya, Guanajuato, nació el 26 de marzo de 1930 en una familia humilde, pero muy creyente. Estuvo casada con mi papá, el señor José S.F. por 47 años, con quien tuvo 12 hijos y desde pequeños nos educaron en la fe católica y el amor a Dios; le viven 11 hijos, 34 nietos y 32 bisnietos. Mi madre fue una mujer de mucha fe, de oración constante y de ir a misa diario. Dentro de sus múltiples ocupaciones, estuvo atenta siempre a sus hijos e hijas, se preocupó por educarnos y dejarnos buenos principios y valores. Además, siempre tuvo presente que debía alcanzarle el dinero para brindar su apoyo, a fin de que “no nos faltaran sacerdotes”, como decía, haciendo hincapié en que los seminaristas eran muy importantes. Le agradezco a Dios por permitirnos tener a nuestra madre por muchos años, quien nos inculcó muy buenos valores. Atte. Rosalba S.C.
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