Página del lector

Queridos Misioneros de Guadalupe: Mi familia y una servidora agradecemos su atención y condolencias por la pérdida de mi mamá, la señora Isidra G.F., pues han sido muy confortantes para nosotros. La experiencia que vivimos fue difícil, pues mis padres enfermaron juntos y después de no poderlos atender más en nuestro hogar, los llevamos al hospital. Mi papá, gracias a Dios, se recuperó. Le han quedado muchas secuelas y no ha podido integrarse a su trabajo, pero aceptó con tranquilidad la voluntad de Dios. Nos cuenta que un sacerdote lo visitó en el hospital y junto a otros pacientes, les dio la unción de los enfermos, la comunión y les compartió la Palabra de Dios. En cuanto a mi mamá, la última semana no pudimos hablar con ella, no sabemos si recibiría los últimos sacramentos, ella rezaba todos los días el rosario y leía la Palabra de Dios, eso nos da la confianza y certeza de que está con Él. Cuando estaba consciente, los doctores decían que, a pesar de su gravedad, mantenía la calma. Me duele no haber estado con ella en los últimos momentos, pues siempre estuvo conmigo cuando más la necesité. Esperaba que se recuperara, tenía fe en que regresaría, pero el día anterior a su fallecimiento, comprendí, al contemplar el misterio de Jesús en el huerto, que había llegado el momento, Dios la llamaba. Estoy agradecida con Él por el tiempo que la dejó con nosotros y también porque experimentamos su providencia, su amor y alegría. Muchas personas nos apoyaron con su presencia, ánimo, oraciones, misas, ayuda económica, transporte, comida, medicamentos, etcétera, incluso hubo quienes se atrevieron a darnos un abrazo y esto me recordó a Jesús cuando abrazó y curó a un leproso. ¡Bendito y alabado sea por siempre Nuestro Señor Jesucristo! Agradezco sus atenciones y bendiciones para nuestra familia y pido a Dios por ustedes, Misioneros de Guadalupe, para que los ayude a llevar su Palabra a todo lugar, guiados por el Espíritu Santo y acompañados de María Santísima. Atte. Adriana R.G.

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