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Quiero ser sacerdote


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Sergio Arturo Chavira Álvarez, mg
Conocí a Benedict dos años después de que fue bautizado. Yo acababa de llegar a la Parroquia del Rosario y me encontré con un grupo de acólitos muy numeroso; A-Ben, como es conocido por sus familiares y amigos, era uno de los más fervorosos del grupo, pues para ese entonces ya había dicho: “¡Quiero ser sacerdote!”.
A-Ben proviene de una familia de clase media. Sus papás no son creyentes y su hermana se inclina por las denominaciones cristianas, sin decidirse por alguna en particular, aunque recientemente está más atenta a los temas católicos, debido, seguramente, a la influencia de la oración que hace su hermano por ella. A su debido tiempo, esa misma oración, su buen ejemplo y la gracia de Dios también acercarán a sus padres a la Iglesia. Desde el kínder hasta la prepa, Benedict asistió a escuelas del Opus Dei (la Obra de Dios), ya que sus papás tenían una buena impresión de la educación impartida en estas instituciones, pues es una realidad que en Hong Kong las escuelas confesionales, especialmente las católicas y las cristianas, se distinguen por la excelencia en el área académica. Ya en la secundaria, estando en primer año, A-Ben se dio cuenta de que en la capilla de la escuela se celebraba la Misa y se propuso acudir todos los días. Así mismo, en una ocasión preguntó si había clases de catecismo y un alumno de un curso superior lo instruyó, razón por la que decidió inscribirse en el programa formal de la parroquia cercana a su casa. El sábado 19 de abril de 2014, Vigilia de Pascua, después de dos años de asistir a catequesis, mientras cursaba tercer grado de secundaria, Benedict recibió los tres sacramentos de iniciación cristiana en la Parroquia de san Pablo, de manos del párroco. Después de su Bautismo, A-Ben se sintió ya un auténtico católico y tuvo deseo de seguir profundizando en su religión, por lo que continuó
asistiendo al catecismo una vez a la semana con otros dos compañeros. De igual manera, en la escuela, al observar que los sacerdotes estaban siempre al servicio de los alumnos, atentos a sus necesidades académicas y espirituales, pues su misión era rescatar almas para Dios, se dijo: “Si ellos pueden hacerlo, yo también puedo: ¡quiero ser sacerdote!”. Uno de sus maestros, al saber del interés de Benedict por conocer más a Jesús, al terminar las clases del día lo invitaba a la capilla y ahí lo instruía con el libro tituladoCamino, escrito por san Josémaría Escrivá de Balaguer, fundador de la Obra (como también se conoce al Opus Dei).
¿Qué es la vocación?
El sábado 30 de agosto de 2014, la Diócesis de Hong Kong presenció la inusual ordenación de tres obispos auxiliares. Aunque Benedict no fue a la celebración, la noticia le causó una gran impresión, sobre todo porque nunca había visto a un obispo, pues hasta esa fecha sólo había conocido a sacerdotes.
Al año siguiente, uno de esos tres obispos, Mons. Joseph Ha Chi-shing, O.F.M., realizó una visita pastoral a la Parroquia de san Pablo y en esa ocasión A-Ben asistió al evento. Como parte del programa de la visita, se organizó una barbacoa, donde tuvo la oportunidad de saludar al obispo, platicar con él y preguntarle: “Monseñor, ¿qué es la vocación?”. Mons. Ha le contestó de una manera muy directa: “La vocación es el estilo de vida que tú prefieres”. Benedict quería seguir el ejemplo de los sacerdotes de la escuela, por lo que ese anhelo de rescatar almas para Dios se arraigaba cada vez más fuerte en su corazón. Ese era el estilo de vida que él prefería. En ese tiempo habían pasado pocos meses desde su bautizo y se inscribió en el grupo de acólitos de la Parroquia del Rosario, ya que la escuela secundaria a la que asistía estaba ubicada dentro del territorio parroquial, por lo que en las celebraciones solemnes de la Iglesia los estudiantes participaban de los actos litúrgicos. Después, durante los años de la prepa, A-Ben participaba en las sesiones de formación espiritual en los centros juveniles de la Obra. Había pláticas, oportunidad de renovar el Sacramento
de la Reconciliación, bendición con el Santísimo, además de tiempo para jugar y cenar con otros jóvenes que compartían el mismo ideal. Cuando le confió a su director espiritual el deseo de entrar al seminario, este le dijo que esperara a terminar sus estudios, al fin y al cabo no contaba aún con 18 años. de más operarios en México, e incluso más en Hong Kong, donde realmente las vocaciones a la vida consagrada son escasas. Necesitamos jóvenes como A-Ben, que desde el primer instante en que conoció a Jesús le dio un “Sí” definitivo y dijo: “¡Yo quiero ser sacerdote!”.
En el verano de 2017, tan pronto como se graduó del bachillerato, Benedict presentó su solicitud de ingreso al seminario. Mons. Ha, rector de la institución, lo reconoció y, dado que hoy en día los candidatos a ingresar al seminario en su mayoría son universitarios graduados o tienen la experiencia de haber trabajado por un tiempo, se mostró asombrado al saber que un joven de tan sólo 18 años estaba dispuesto a inscribirse en el curso introductorio del seminario. Con la recomendación favorable de su director espiritual, A-Ben ingresó al seminario junto con los otros candidatos al sacerdocio, y felizmente, tres años más tarde, a finales de agosto pasado, inició los estudios de Teología. Queridos bienhechores, los invito a que sigamos pidiendo al dueño de la mies que man-
