Misioneros Laicos Asociados Al terminar la fiesta de su aniversario el P. Maurilio me platicó de los Misioneros Laicos Asociados a mg y me invitó a participar en el proceso de formación. En ese momento le dije que no, porque la idea de distanciarme de mi familia no me era agradable; pero no hay duda de que Dios ya estaba planeando algo para mí porque al mes hubo una Semana de Animación Misionera en la parroquia y las comunidades. Me tocó apoyar en el área de la liturgia al P. Gerardo Guajardo N., mg, quien también me platicó su experiencia, además de hablarme del carisma del Instituto y, sobre todo, del amor que le tiene a la Misión. Fue así que la inquietud empezó a crecer en mi corazón, ya que me tocó vivir de cerca cada evento que se realizó durante la Semana de Animación Misionera. Al finalizar esa semana se realizó una peregrinación que concluyó con la Misa, y al terminar la celebración el P. Maurilio volvió a hacerme la invitación de unirme a la Misión. Me dijo algo muy importante que constantemente recuerdo: “Anímate, hija, no tengas miedo. Dios te está llamando”. En ese momento no dudé en decirle: “Padre, acepto la invitación, quiero ir de Misión y que sea lo que Dios quiera”. Recuerdo con gran sentimiento la cita bíblica de Jeremías (20, 7): “Tú me has seducido, Señor, y yo me dejé seducir”. Eso fue lo que Dios hizo conmigo y no me arrepiento del “Sí” que di. Soy feliz en esta etapa de formación para las Misiones, la cual estoy a unos meses 12 | Junio 2018
“Deseo ser misionera para ofrecer mi servicio de tiempo completo a Dios y a las personas, compartir lo poco que sé con ellos..." de concluir. Les confieso que no es fácil desprenderse de familia, amigos y comodidades, y en ocasiones lloras por recordar lo que has dejado y quieres regresar a tu casa, con tu familia; pero Dios se manifiesta y cumple lo que promete, ya que nunca te abandona, encuentras a personas que te ayudan a salir de los momentos de crisis, amigos que siempre están orando por uno, además de contar con la presencia de la Santísima Virgen de Guadalupe, que siempre intercede por uno. Doy gracias a Dios por poner su mira en mí y permitir que desde temprana edad le sirviera. Como dice el salmo 70 (17): “¡Oh, Dios, me has instruido desde joven, y he anunciado hasta hoy tus maravillas!”. Me encomiendo a sus oraciones para que en la Misión en Guatemala, a la cual he sido asignada, dé muchos frutos para gloria de nuestro Señor, Jesús. Deseo ser misionera para ofrecer mi servicio de tiempo completo a Dios y a las personas, compartir lo poco que sé con ellos, ayudar en lo que se me pida y recordar siempre lo que en la formación he aprendido: cuando vas a Misión a otros países no llevas a Dios, porque Dios ya está ahí. x