Contradecirse una misma

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En el fondo de estas preguntas está una preocupación por la capacidad que aún tienen los museos y exposiciones para brindarse como espacios de debate social y autorepresentación de sus visitantes e interlocutores. Seguido, encontramos una serie de trabajos que reflexionan sobre la mediación educativa y las posibilidades de problematizar la idea de autoridad mediante procesos educativos que buscan de-construir la figura de “experto” o “voz autorizada” y poner en tensión las posibilidades de una mediación crítica con las expectativas de servicio que los públicos solicitan al museo. Diariamente, como mediadoras educativas estamos frente a diversas y diferentes expectativas, por un lado las del público que a su vez son tan variadas como la diversidad de visitantes que se reciben, también están de manera importante las expectativas de docentes escolares con visiones claras sobre lo que requieren de una visita al museo; y por otro lado están las expectativas de curadores, artistas e investigadores. Aquí se presentan casos donde algo parece no encajar con la imagen que el público espera de una educadora de galería y por tanto sus palabras son puestas en cuestión. Sobre esto, increpa Hensel Hato al poner en evidencia, mediante una experimentación performática, las improntas racistas del público. Hato va mostrando como su palabra es puesta en tela de juicio en función de la nacionalidad y procedencia étnica que adopta, develando no solo los prejuicios raciales sino también los preconceptos sobre quién detenta determinados saberes según su origen. En la misma línea, el proyecto de Mediación “Habitando el mundo” de Sonja Parzefall, juega con la reacción de los visitantes de la exposición al encontrarse que los mediadores educativos son adolescentes, ubicando en el centro de la discusión la relación entre edad y credibilidad en una sociedad adulto-céntrica. Más allá de las particularidades de la realidad europea, estos trabajos problematizan en el interior de las salas, el peso de los estereotipos y cómo estos entran en juego en la mediación educativa y los procesos de validación de la palabra y los saberes. En este sentido, Teresa Distelberger en “Nivelando el campo de juego ¿Qué hacer con mi rol de experto?” se cuestiona sobre el lugar de poder en el cual ella es situada por los visitantes. A diferencia de los dos casos anteriores, aquí el público identifica a la educadora como “la experta” mientras ella se cuestiona este rol y busca mecanismos para desmontarlo. Las reflexiones plasmadas en este artículo nos plantean preguntas sobre cómo generar condiciones que posibiliten una verdadera interacción en la mediación, a partir de repensar el rol que se le asigna a las contrapartes y cómo se explicita una valoración de los conocimientos del público que les permita pasar de observadores a “expertos” de sus saberes. Los artículos diez, once, doce, trece y catorce, conforman la tercera sección de esta edición y abordan una serie de experiencias que intentan re-entender el trabajo con grupos escolares y jóvenes. Estas experiencias van desde cómo abordar la mediación pensando específicamente grupos escolares que son llevados, es decir que no han decidido por su propia voluntad visitar la exposición sino que la visita misma responde a unos intereses planificados 7


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