Nuestros niños necesitan ver y entender que la vida de la fe puede estar llena de eventos en nuestras familias y aun circunstancias, que en ocasiones no podemos comprender o incluso, explicar. Estas situaciones pudieran resultar contradictorias, injustas, malas o sin sentido. En la forma en que nosotros como padres enfrentemos esos momentos, será clave para que nuestros hijos entiendan a Dios y sus promesas.
El pueblo del Señor, el de Abraham, Isaac y Jacob, es uno que fue formado a través del sacrificio y el sufrimiento. Veremos a Dios acudiendo a su rescate, para salvarlos, proveyendo y perdonando, aun en sus momentos más difíciles. Esa es la marca de la historia de la salvación, desde el Antiguo Testamento hasta Jesucristo. Desde Jesús hasta hoy, no ha cambiado. Lo que sí era diferente es que, para José, lo que él tuvo como testimonio fue la historia de su abuelo y de su papá. Luego, por experiencia propia, experimentó el plan de Dios en su vida (Génesis 37-47).