Ensayo de Mercedes

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LIBERTAD Y CONOCIMIENTO

¿Qué es lo que entendemos cuando hablamos de libertad? El concepto libertad, se define universalmente como la capacidad del individuo de hacer lo que quiere. Sin embargo, esta definición se puede interpretar de diferentes modos y cada uno determina un tipo de libertad. En la actualidad podemos diferenciar entre: -Libertad para hacer lo que nosotros queremos. En el estudio del término libertad en este ámbito, observamos que se define a sí misma como relativa y no absoluta, desde el momento en que la libertad absoluta la encontraríamos cuando nadie nos pusiese trabas o impedimentos para actuar del modo que nosotros deseásemos; esto será imposible dentro de comunidades humanas en las cuales, la libertad está limitada y al mismo tiempo garantizada por las leyes y la normativa impuestas. La libertad dentro de este contexto, al estar regulada por el Estado, va a considerarse como una libertad política. Y aunque es paradójico, sólo a través de esos obstáculos que coartan de algún modo hacer lo que nosotros queremos hacer cuando queremos, somos capaces de vivir en una sociedad y de modo libre ¿Por qué? Las leyes están hechas para asegurar la seguridad ciudadana, si no existieran, nuestras vidas estarían sometidas bajo el miedo, ¿es posible ser libres cuando tenemos miedo? El miedo es una emoción y no está controlada por nuestra razón, sino por nuestro subconsciente. En el momento en que una persona se ve bajo el dominio de sus sentimientos, pierde el control sobre sí misma y la capacidad de hacer lo que quiera, cuando quiera: pierde su libertad. Por ello, dentro de las comunidades y las sociedades humanas, las leyes son necesarias para asegurar la libertad tanto individual como colectiva. -Libertad para querer lo que nosotros queremos. También conocida como la espontaneidad de la voluntad. Dentro de esta acepción surgen algunos de los mayores problemas de la libertad: el determinismo ante el que el hombre se ve sometido bajo su conciencia, su <<yo>>, un <<yo>> que no ha podido escoger y que escoge por nosotros convirtiéndose en una prisión. Nuestras elecciones, todas ellas, se ven determinadas por lo que somos, por lo que ese <<yo>> nos hace ser y al no haber podido escoger nuestra esencia, nuestras elecciones, ¿cómo van a poder ser libres? Sin embargo, nosotros 1


somos lo que somos porque estamos determinados por nuestro <<yo>>; nuestra voluntad está determinada por ese mismo <<yo>> que sólo somos nosotros mismos. Entonces, esa determinación, la que al mismo tiempo nos hace esclavos, nos da un sentido único por el que escogemos querer lo que queremos siendo lo que somos; si nuestro <<yo>> hubiera sido otro, si hubiéramos estado determinados de manera diferente a como lo estamos, nuestras elecciones, lo que querríamos, sería diferente. Así, el hombre halla la libertad dentro de sí mismo, en lo que es. Sin embargo, esta determinación nos abre la puerta a cuestionarnos si llegado un momento, el individuo sería capaz de desear algo diferente de lo que quiere. Esta segunda libertad dentro de la voluntad humana es conocida como libre albedrío. Dentro de esta segunda concepción, el hombre se ve obligado a autodefinirse a sí mismo a través de sus acciones y de sus elecciones, construyendo lo que se es mediante la libertad para escoger. Esta libertad solo es posible si lo que nosotros hacemos, los actos que constituyen nuestra existencia son anteriores a lo que posteriormente será el individuo, es decir, su esencia. Así, el hombre llega a la capacidad de crearse a sí mismo, poder con el que se dota a los dioses ¿Podemos ser dioses? Al menos, para nosotros mismos, debemos serlo: el hombre debe autodefinirse para poder hallar una libertad que le será dada solo a él. Desde este punto de vista, la libertad pasa de ser un estado en comunidad a una característica individual, diferente para cada uno. Por último, debemos hacer referencia a la libertad de pensamiento, es decir libertad para pensar y decir lo que se quiere. Esta libertad, también conocida como libertad de espíritu o libertad de razón, obliga al individuo a un conocimiento previo. Dentro de este contexto, libertad y conocimiento se ven estrechamente relacionados, hasta el punto de que la libertad se hace física cuando conseguimos alcanzar la verdad. El único medio con que el hombre está dotado para alcanzar esa verdad es su razón y los conocimientos con los que pueda alimentarla, así, la libertad de pensamiento se hace una libertad de necesidad de comprensión del mundo que nos rodea ¿Y qué es conocimiento? ¿Qué es conocer? Conocer es pensar lo que es, es decir, interpretar lo que percibimos. Como tal, el conocimiento no pude llevarnos hasta una verdad absoluta y pura; en sí, es solo una relación parcial entre lo que percibimos y lo que las cosas son en realidad. No existe un conocimiento perfecto capaz de inducirnos a la verdad absoluta, el conocimiento viene determinado por ese mismo <<yo>> que determina nuestra libertad de voluntad y que nos hace ser nosotros como individuos únicos. 2


Distintas personas, aunque pertenezcan a una misma cultura, crean en la misma religión, hayan vivido en la misma familia y hayan sido criados por los mismos padres, tendrán modos diferentes de razonar lo que perciben de la realidad porque lo que cada uno interprete vendrá dado por su esencia interna. Esta incompletitud del conocimiento, esta imposibilidad de nuestra razón para alcanzar la verdad en su estado más puro no significa una ausencia total de libertad de espíritu. El hombre seguirá siendo parcialmente libre en función de la interpretación del mundo que cada uno haga. Sin embargo, la libertad en este contexto se plantea como una meta para alcanzar, no como una manera de vida como ocurre con la libertad política o el libre albedrío. Siendo la libertad el objetivo último de nuestra vida, el hombre se verá obligado a ampliar sus conocimientos continuamente y ¿qué pasa con el ignorante? En primer lugar debemos aclarar lo que significa la palabra ignorar: ignorar es desconocer. El ser humano, por muchos conocimientos que tenga, sigue siendo ignorante: nunca podrá abarcar todo el conocimiento del mundo. Cuanto más conozca, sabrá que es mucho más ignorante de lo que era al principio. Es como si la persona que no sabe nada se situase en el centro de una corona de circunferencias concéntricas. Cuando la persona conoce todo lo que se encuentra en la primera circunferencia, pasa a la siguiente, que es de radio mucho mayor, es decir, que contiene muchos más conocimientos. Cuando conozca la segunda, se dará cuenta de que la tercera es mucho más amplia y así sucesivamente. Emulando a Sócrates, que según palabras de su discípulo Platón, dijo <<Sólo sé que no sé nada>>; esa es una de las verdades más reales que el hombre ha llegado a vislumbrar. La libertad se queda como algo inalcanzable, ¿no es verdad? Sin embargo, el ser humano es irremediablemente libre y por su naturaleza y su condición humana, está obligado a escoger ¿Cómo puede ser esto? La respuesta es muy sencilla: el ser humano es el único animal carente de instintos que le obliguen a actuar de modo definido a lo largo de su vida. Esa ausencia de obligación, le obliga a tener que conocer el mundo que le rodea para ser capaz de escoger lo que le permita sobrevivir y llegar a ser feliz. Así, desde las edades más jóvenes de su historia, el ser humano ha sido libre de modo obligatorio y por ello se ha visto obligado a desarrollar su razón.

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La libertad, es decir, hacer lo que queremos, pensar lo queremos, querer lo que queremos y querer cosas distintas de las que queremos, la libertad en todos los contextos estudiados, en todas sus formas posibles, conocidas y desconocidas, se convierte en una obligación para el hombre. Nuestra libertad es una coacción. ¿Entonces es el hombre realmente libre o confundimos el concepto libertad con una característica propia de nuestra naturaleza que es parecida a la libertad sin llegar a serlo? La libertad seguirá siendo un misterio para el hombre pasen los años que pasen. Junto con la felicidad, es la meta de nuestra vida, es más, en muchas ocasiones, el ser humano identifica el hecho de llegar a ser completamente libre con el de llegar a ser feliz, si ambos fueran modos de vida y no metas, ¿qué sentido tendría la existencia y la esencia de los hombres? ¿Qué buscaríamos, hacía qué objetivo orientaríamos nuestros esfuerzos? Puede que el hombre no corra el peligro de tener que verse obligado a tratar de hallar una respuesta a estas preguntas. En todo caso, el ideal de libertad sigue siendo nuestra guía.

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