La Bandera. Mario Gutiérrez Cru

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EL ESTADO DE LA NACIÓN:

LA BANDERA MARIO GUTIÉRREZ CRU




Junio 2021, Madrid / June 2021, Madrid Coordinación / Coordination: KREÆ [Instituto de Creación Contemporánea] Catálogo / Catalog Maquetación / Layout: Andrés Montes Diseños modelos, vestuario y soportes expositivos / Model designs, clothing and exhibition stands:: Fernando Baena Campaña de redes / Social media campaign : Elena Peña Modelos y azafatas / Models and hostesses: Elena Peña y Araceli López Banderas / Flags: LARRAZ Coordinación / Management: Mario Gutiérrez Cru Imágenes / Pictures: Fernando Baena, Anna Gimein, Mario Gutiérrez Cru Asesoramiento legal / Legal Consulting: Alberto González Pulido Textos / Texts : Fernando Castro Florez y Mario Gutiérrez Cru Corrector de estilo y revisión de textos / Copy editor & Proofreader: María Jáñez Traducciones / Translations: Andrés Montes y Ernesto Castro Imprime / Printer: Canal Alfa ISBN: 978-84-949045-4-7 Depósito legal / Legal deposit: M-21719-2021


Proyecto realizado gracias al programa de Ayudas a la Creación de Artes Visuales de la Comunidad de Madrid


el estado de la nación:

LA BANDERA Mario Gutiérrez Cru

El proyecto presentado a la convocatoria de Creadores del Ayuntamiento de Madrid es una propuesta de investigación, desarrollo e implantación en espacios privados y públicos de un elemento común: la bandera de España. Mediante una campaña de publicidad y de marketing calle por calle, casa por casa, se plantea una acción artística que finaliza con una obra ya preparada para una futura exposición. La “Bandera de España”, como símbolo que es de nuestra Patria y como representación de los valores supremos de la Constitución debería ser cuidada. El actual estado de estas banderas, tanto en el ámbito privado como son los balcones y jardines de propiedades, como en el ámbito público, en mástiles de ayuntamientos y otros edificios públicos, es lamentable. Descoloridas, corroídas, rotas, estropeadas, dando una imagen de España que es bastante peyorativa.

El proyecto es una continuación del trabajo que llevo desarrollando desde 2017 con el concepto de - el estado de la nación- en el que planteo instalaciones, casi ready mades, hablando de leyes, organismos, símbolos creados y mantenidos para salvaguardar el concepto de España. Hasta la fecha ha habido varias piezas claves del proyecto: Los coches adquiridos en desguaces de cuerpos del Estado de la Guardia Civil, la Policía y el Ejército, que han sido customizados para plantear distintas problemáticas. Se han mostrado en festivales, galerías, plazas públicas y espacios independientes bajo los nombres de Caídos, Apuntalados, Hundidos, Divididos y Donde no se pone el sol. Por otra parte en Bipartidismo creé una instalación site-specific para una galería de Madrid con


dos vidrios de grandes dimensiones intervenidos. Con Discurso planteaba la imposibilidad del diálogo en/con los órganos de poder y con/para la ciudadanía. Esta pieza también se ha mostrado en varios espacios independientes. En Sentencias planteaba a modo de acción, instalación y vídeo el revuelo causado por la investigación del Caso Gürtel. Éste se ha desarrollado en varias localizaciones, desde la playa de Málaga, pasando por el Cementerio del Arte de Morille y finalizando en festivales y espacios independientes del territorio nacional. Por último el proyecto más reciente de esta serie, apoyado con una beca de la Comunidad de Madrid y desarrollado en varios países y espacios, es Cortina de Humo, donde hablo de revolución, humo e invisibilidad como tácticas de evasión, ya sea de dinero o de personas. En todos ellos cuestiono el concepto de España como ya caduco, basado en unas leyes y un sistema nacido en otra época ya obsoleta. Donde la fragmentación, la ruptura es apuntalada para no desvencijarse.

Así mismo en el proyecto que propongo para esta beca, quiero dar visibilidad a nuestra realidad política, a esa estructura que precisa ser revisada, que se desmorona, utilizando para ello el símbolo de la bandera. Este planteamiento pone en evidencia los varios intentos fallidos de reforzar la unidad de España, el Símbolo y hasta el Himno (como hizo recientemente Marta Sánchez) realizados en el pasado. No es una crítica a un cuerpo en especial, sino a un concepto de Estado-Nación que por su propia naturaleza no es más que la cáscara caduca.


The state of the nation:

THE FLAG Mario Gutiérrez Cru

The project that I presented to the call for Creators of the Madrid City Council is a proposal for research, development, and implementation in private and public spaces of a common element: the flag of Spain. Through an advertising and marketing campaign street by street, house by house, an artistic action is proposed that ends with a work already prepared for a future exhibition. The “Flag of Spain” should be taken care of as a symbol of our country and as a representation of the Constitution’s supreme values. But, unfortunately, the current state of these flags, both in the private sphere, such as property balconies and gardens, and in the public sphere, on city hall poles and other public buildings, is regrettable. Discolored, corrupted, broken, damaged, giving an image of Spain that is quite derogatory.

The project is a continuation of the work that I have been developing since 2017 with the concept of - the state of the nation - in which I propose facilities, almost readymades, talking about laws, organizations, symbols created and maintained to safeguard the concept of Spain. To date, there have been several critical pieces of the project: The cars, acquired in scrap yards, of bodies of the State of the Civil Guard, the Police, and the Army, have been customized to propose different problems. They have been shown in festivals, galleries, public squares, and independent spaces under Fallen, Apuntalados, Hundidos, Divididos, and Where the sun does not set. On the other hand, in Bipartidismo, I created a site-specific installation for a gallery in Madrid with two large windows intervened.


Discourse calls attention to the impossibility of dialogue within the organs of power and among citizens; this piece was shown in several independent spaces. Sentences, presented as an action, installation, and video of the commotion caused by the investigation of the Gürtel case. This work has been developed in various locations, from the Malaga beach, passing through the Morille Art Cemetery, and ending in festivals and independent spaces of the national territory. Finally, the most recent project in this series, supported by a grant from the Community of Madrid and developed in various countries and spaces, is Cortina de Humo, where I speak of revolution, smoke, and invisibility as evasion tactics money or people. All these pieces aim to question the concept of Spain, its validity, based on laws and a system born in another era that is now obsolete. Where the fragmentation, the rupture is propped up so as not to fall apart.

Likewise, in the project that I propose for this scholarship, I want to give visibility to our political reality. To that structure that needs to be revised, that is crumbling, using the flag’s symbol. This approach highlights the various failed attempts to reinforce the unity of Spain, the Symbol, and even the Anthem (as Marta Sánchez recently did) made in the past. It is not a criticism of a particular body but of a concept of the State - Nation that is nothing more than the expired shell by its very nature.



“Je sais bien”.

(Comentarios, en vez de “même”, afrancesados sobre cosas patrioteras o del carácter siniestro de las banderas intercambiadas por Mario Gutiérrez Cru).

Fernando Castro Flórez No es fácil olvidar el furor futbolero, tras la victoria in extremis de España en el Mundial de Fútbol de Sudáfrica, aquel tsunami de forofos vestidos con la camiseta de la selección llamada “la roja” aunque el sentimiento dominante fuera más bien el del patrioterismo rancio. Como si no hubiera mañana, las hordas enfebrecidas coreaban una perogrullada: “soy español, español, español”. Nada podía frenar ese frenesí “identitario” en el que se podía detectar algo de sublimación explosiva de un sentimiento de impotencia o, en otros términos, una entronización a partir de un lastrado sentimiento de inferioridad. Una larga historia de naufragios y derrotas permitía que se ensamblara el mito de la “Invencible” con el éxtasis (auto-hipnótico) de que “somos los mejores”. Aquel vendaval de banderas me impulsó a guarecerme en la biblioteca que no es otra cosa que un bunker para sobrevivir en tiempos desquiciados. Pasé la infancia (no miento) cantando el

“Cara al Sol” mientras izaban la bandera en el patio del colegio de mi lejano pueblo y tuve la fortuna de no tener que besar el trapo al escaquearme de aquella sórdida experiencia (rito de paso abyecto) del “servicio militar”. Tengo razones de sobra para no ser patriotero y no me he envuelto nunca en esos “símbolos nacionales” que habitualmente son el pre-texto (tal vez sería mejor decir pre-textil) para excluir a todos los que no son o piensan como los que se sienten poseedores de la verdad, la autenticidad y la pureza, esto es, los exponentes de la intolerancia y el racismo descarados. El proyecto de Mario Gutiérrez Cru, titulado con lucidez - el estado de la nación - , me interpela con la claridad de una “evidencia forense”. Como el mismo artista declara, lo que ha hecho no es otra cosa que hablar “irónicamente de la idea de belleza, de patria y del orgullo de la misma”. Comprobó que muchos españoles orgullosos de serlo tenían la bandera


“destrozada, colorada, rota en sus balcones”. Mario intercambió gratuitamente esas viejas banderas por otras “relucientes” hasta conseguir más de un centenar de símbolos patrióticos en pésimas condiciones. En una época de retorno del “españolismo”, cuando la derecha se inclina hacia el extremismo, con partidos como el PP y VOX peleándose para demostrar quién es más “patriota”, es fundamental sacar a paseo la bandera. Nos encontramos, desde hace casi una década, con la repentina emergencia de partidos que salen de la nada sin ningún programa claro. Se ha producido la desintegración del espacio político tal como lo conocemos y pareciera que hasta el storytelling está obsoleto cuando se puede conducir algorítmicamente al electorado. Es más efectivo el troleo twittero y la agitación “consparanoica” que la articulación de programas que intenten acabar con la desigualdad imperante. Sabemos de sobra que el “choque de civilizaciones” es la política en “el fin de la historia”. “Los conflictos étnico-religiosos son la forma de lucha que encaja en el capitalismo global: en nuestra época de “pospolítica”, cuando la política propiamente dicha se ve progresivamente reemplazada por una experta administración social, la única fuente de conflicto legítima que queda son las tensiones culturales (étnicas, religiosas)”.1

La bandera es objeto de culto fundamental para sostener la fantasía colectiva de un pueblo homogéneo que se presenta como “español”, “francés” o “filipino”. Los “patriotas” no podrán aceptar que son parte (insignificante) de comunidades imaginadas.2 La única bandera que merece ser honrada es la nuestra, los demás son bárbaros, extranjeros o, lo peor de todo, “separatista”. En España llevamos demasiado tiempo sufriendo guerras de banderas y el centralismo más radical se ha instalado para hacer comulgar a todos con ruedas de molino o, para ser más preciso, lo que se busca es que no dejemos de inclinar la cabeza (en un gesto de vasallaje delirante) ante un poder corrupto. La historia reciente es sórdida hasta niveles repulsivos: una Transición basada en pactos de olvido, un socialismo que terminó por financiar actos de “terrorismo de Estado”, una derecha estructuralmente corrupta, la aceptación del austericidio en el gobierno de Zapatero y la penosa deriva desde la indignación hasta el apoltronamiento de los que pretendían cuestionar a “la casta”. El fracaso completo del Estado de la Autonomías y las dinámicas independentistas (especialmente acentuadas con los acontecido en Cataluña) es el caldo de cultivo para la exacerbación de un sentimiento obtuso-patriótico del que sacaron beneficios electorales los sinvergüenzas

1 Slavoj Zizek: Como un ladrón en pleno día. El Poder en la Era de la Poshumanidad, Ed. Anagrama, Barcelona, 2020, p. 153.

2 Cfr. Benedict Anderson: Comunidades imaginadas, Ed. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 1993.


de VOX que, en muchos casos, no eran otra cosa que antiguos “camaradas” del Partido Popular que habían perdido la poltrona en un chiringuito-corrupto. Mientras la monarquía “campechana” se jubilaba (sin dejar de sobrevivir con un heredero presuntamente “preparado” pero, en realidad, cómplice y beneficiario de las fechorías de su padre), muchos españoles sentían que era necesario sacar la bandera al balcón para defendernos de terribles enemigos que estaban tratando de desgarrar “lo más sagrado” que no es otra cosa que la Patria. Las banderas perjudicadas por las inclemencias del tiempo que expone Mario Gutiérrez Cru son, en cierto sentido, objetos transicionales, sedimentos del “estado de excepción”. Recordemos los días en los que era necesario aplicar el 155 (un artículo de nuestra constitución que parece tener ecos del 48 de la constitución alemana) que supone la suspensión de un poder legítimo para imponer la fuerza excepcional de la Ley. La política preventiva se convertirá en la forma política predominante en el siglo XXI; el capitalismo de la vigilancia parametriza nuestras existencias con más “fluidez” biopolítica que aquel excepcionalismo que teorizara Carl Schmitt. Pero no bastará con la “conducción algorítmica”, de cuando en cuando las porras tendrán que restablecer el orden. Mario Gutiérrez Cru ha realizado obras en las que parece como si estuviera mostrando el “empantanamiento”

de la policía (entendida a la manera de Rancière como un sistema imposición de circulaciones que establece lo que “puede y debe verse”) con instalaciones en las que utiliza vehículos de los cuerpos de seguridad destrozados o un camión militar semi-enterrado (obras que tienen títulos como Caídos, Apuntalados, Hundidos, Divididos o Donde no se pone el sol). Estamos en un momento en el que la derecha está entregada (con todo gusto) a los perversos placeres de las obscenidades, incluso la ironía, viralizando toda clase de memes, mientras que la izquierda está cada vez más atrapada en un patético y ascético moralismo puritano. La política, en la turbulencia generada por un personaje tan “ubuesco” como Donald Trump, parece que hubiera quedado reducida a un torrente de gags. El freakismo asalta, literalmente, los espacios de representación política; basta con recordar la reciente ocupación del Capitolio en la que los seguidores de un presidente que se auto-parodiaba portaban banderas de todo tipo (desde la “Navy Jack” que enarbolaran miembros del Ku Klux Klan o con la Rana Pepe y, por supuesto, la sacrosanta de las barras y estrellas) para comprobar que nuestro tiempo está peor que desquiciado. Los manifestantes del Black Lives Matter fueron “tratados” con mano durísima en Washington cuando protestaban contra la violencia policial a mediados del 2020, mientras que los “pintorescos”



seguidores de Trump pudieron deambular por donde les dio la realísima gana e incluso llevarse el atril de Nancy Pelosi para subastarlo en e-Bay. Tal vez aquellos “proud-boys” tenían, ante las fuerzas de seguridad, más derechos que los “marginales anti-fascistas”, en cualquier caso, portaban banderas suficientes para tapar su indecencia. El desastre generalizado puede conducirnos a la resignación cínica. Octave Mannoni desarrolló la noción de “negación fetichista” para dar cuenta de cómo el sujeto es capaz de creer en una fantasía suya al mismo tiempo que reconoce que no es más que una quimera: uno sabe lo que está haciendo y, aun así, lo hace . No se trata meramente del funcionamiento de la ideología (la naturalización de las relaciones de dominación) sino de una resignación que es cómplice con lo peor. El fetichismo apocalíptico nos llevaría a asumir que “no tenemos alternativa”, el tono básico de lo que Mark Fisher llama realismo capitalista. Hemos sufrido la “lenta cancelación del futuro”, una ocupación psíquica sobre nuestras emociones, deseos y fantasías, hundiéndolos en la melancolía y el pesimismo de la voluntad. Tal vez necesitemos “armarnos” con lo que Terry Eaglon llama esperanza sin optimismo, aunque sea para no terminar acunándonos por las profecías 3

3 Cfr. Octave Mannoni: “Je sais bien, mais quand même” en Clefs pour l´imaginaire ou l´Autre scène, Ed. Seuil, París, 1968, pp. 9-33.

(verdadera hiperstición) de la catástrofe . La “política Bartleby” es ineficaz en nuestro planeta enfermo. No podemos aceptar que “no se puede hacer nada” ni siquiera ahora que estamos aterrorizados y distanciados por la pandemia de la covid-19. Tenemos ejemplos de coraje político, como los que nos dan los movimientos anticapitalistas y antifascistas que plantan cara a los nacionalismos que tiene vocación excluyente . No perdamos de vista que la crisis europea revela un fondo xenófobo que se pretendería “camuflar”. La 4

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4 “No triunfar no significa necesariamente haber fracasado de la misma forma que tampoco es cierto que bien está lo que bien acaba. Es la teleología misma la que nos convence de esta falacia. En caso de que la historia quedase completamente destruida, solo tendríamos motivos para desesperarnos si esta catástrofe estuviese predestinada; y, aun así, el combate de lo inevitable podría proporcionarnos coraje, como a tantos héroes trágicos. Es más, si no luchamos contra lo inevitable, no sabremos nunca hasta qué punto era verdaderamente inevitable. Pero sucede que esta catástrofe no se halla inscrita en el curso de la historia, como tampoco lo está la esperanza. Por muy desolador que sea el futuro, siempre podría haber sido distinto. La contingencia que propicia la desgracia puede favorecer también el éxito” (Terry Eagleton: Hope Without Optimism, University of Virginia Press, 2015, p 52). 5 “Si los movimientos nacionalistas se apoyan en el concepto de nación como comunidad imaginada que comparte una sola lengua, tradiciones e historia, los movimientos anticapitalistas y antifascistas deconstruyen esta misma idea de la nación porque forman una comunidad basada en valores e identidades compartidas que van más allá del Estado nación y las identidades nacionales” (Srecko Horvat: Poesía del futuro. Por qué un movimiento de liberación global es la única oportunidad de nuestra civilización, Ed. Paidós, Barcelona, 2020, p. 189).


ofensiva neofascista no puede ser minusvalorada como si fuera algo “irracional”, al contrario, si su banderín de enganche tiene tanto efecto es porque enlaza con desafecciones político-sociales que son “razonables”. La impresión generalizada de que el destino mayoritario es la precariedad y la falta de esperanzas para salir de la miseria puede llevar a abrazar la bandera como algo que “nos salvaría”. Ser español por los cuatro costados parecería ser suficiente para que todo fuera mejor: el amor a la patria y el respeto a la bandera son esenciales. La única corrección que necesita nuestra amada y resplandeciente bandera es corregir la sentencia latina y estampar lo que corresponde: “NON PLUS ULTRA”. En verdad, para los patriotas que tanto “alzan la vox” no hay tierra más allá de la “nuestra”. A pesar del éxito “vigorizante” de Imperiofobia (el mamotreto de María Elvira Roca Barea) que pretende desmontar el negrolegendarismo, lo cierto es que la obsesión por la bandera 6

6 “Es muy posible que la crisis actual de Europa –con sus regímenes autoritarios, xenófobos y militarizados, sus muros y su odio a los refugiados –se volviera insignificante en los sombríos tiempos que tenemos por delante. Si la reacción actual de Europa –la creciente inclinación hacia la derecha xenófoba; las concertinas y los campos de detención; la legislación antidemocrática como, por ejemplo, la nueva ley húngara la que criminaliza la ayuda a los inmigrantes- se ha visto propulsada por la llegada de un millón de migrantes y refugiados en 2015, ¿qué sucederá cuando sean 140 millones los que consideren que Europa es su única posibilidad de supervivencia?” (Srecko Horvat: Poesía del futuro. Por qué un movimiento de liberación global es la única oportunidad de nuestra civilización, Ed. Paidós, Barcelona, 2020, p. 93).

española puede ser el síntoma de un comportamiento político maniaco-depresivo. Vivimos en el presentismo, “un tiempo suspendido entre un pasado indomeñable y un futuro negado, entre “un pasado que no pasa” y un futuro que no puede inventarse ni predecirse (salvo catástrofe)” . La tarea del historiador, en el instante del peligro, es la de generar imágenes dialécticas y, sobre todo, como dijera Benjamin, “hacer prender en el pasado las chispas de la esperanza” . Mario Gutiérrez Cru, con un gesto tan sencillo cuanto efectivo, revela el estado de la nación, el desgaste de la bandera y sus “usos y abusos”. En sus intercambios críticos regala banderas de España nuevas y así consigue restos deshilachados, ese tipo de “desecho integrado”, sin el cual no habría 7

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7 Enzo Traverso: Melancolía de izquierdas. Después de las utopías, Ed. Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2019, p. 35. 8 “Ahora que el revisionismo histórico (el proceso merced al cual se reescribe la historia y se hace del fascismo un discurso legítimo) y el presentismo (la avalancha de noticias instantáneas y de fake news, y el mundo de las redes sociales) se están apropiando de todos los recuerdos, tenemos que recordarnos a nosotros mismos lo que decía Benjamin: “El único historiador capaz de hacer prender en el pasado las chispas de la esperanza es aquel que está convencido de lo siguiente: que, si el enemigo vence, no estarán a salvo ni los muertos” (Benjamin)” (Srecko Horvat: Poesía del futuro. Por qué un movimiento de liberación global es la única oportunidad de nuestra civilización, Ed. Paidós, Barcelona, 2020, pp. 22-23).


comunidad . Mario Gutiérrez Cru ha planteado, en intervenciones como Cortina de humo, una reflexión sobre las tácticas de evasión de dinero o personas, y también ha visibilizado la corrupción política de la que es un ejemplo paradigmático el Caso Gürtel. Las banderas en “estado lamentable” que ha conseguido en un inquietante intercambio (recordemos que lo inquietante o siniestro es lo familiar que se ha vuelto extraño, en términos freudianos, por causa de la represión) son signos de una concepción “viejuna” de España . Tal vez sea buen momento para releer el soneto de Quevedo “Miré los muros de la patria mía”, sin pena ni miedo, lejos del “orgullo” literalmente idiota y de la nostalgia de lo que pudo haber sido y no fue. Tenemos la oportunidad rebelde de dejar la bandera a su aire. 9

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9 “Puede que no haya comunidad sin desecho integrado. Pensemos en el mundo actual: existen diferentes clases de sociedades, pero posiblemente ninguna carezca de algún desecho integrado. Toda sociedad conserva celosamente sus desechos, impidiéndolos salir. A una sociología globalizada le haría falta, pues, una teoría del desecho incorporado, del desecho retenido (sencillamente: variaciones de la hipocresía, de las justificaciones ideológicas referidas al paria, que tiende a no ser reconocido como tal)” (Roland Barthes: Cómo vivir juntos, Ed. Siglo XXI, Madrid, 2003, p. 83). 10 Mario Gutiérrez Cru, en el dossier de - el estado de la nación – La bandera, señala que lo que hace es cuestionar “el concepto de España como ya caduco, basado en unas leyes y un sistema nacido en otra época ya obsoleta. Donde la fragmentación, la ruptura es apuntalada para no desvencijarse”.

“Me emociona verla ondear en Colón, con esa preciosa tela” Vecina de Trafalgar


“La patria donde yo nací” Vecina de Madrid



“Je sais bien”.

(Frenchified commentaries, instead of “même,” on chauvinistic and patridiotic things, or on the uncanny nature of the flags exchanged by Mario Gutiérrez Cru).

Fernando Castro Flórez It is easy to forget that football furor, that furor that came after the in extremis victory of Spain in the South Africa Worldcup, that tsunami of talifans dressed in the kit of that team then called “the Reds,” though the pervading feeling was one of stale patridiocy. As if there were no tomorrow, the enfeverished hordes chanted a tautological platitude: “I am Spanish, Spanish, Spanish.” Nothing could confront that “identitary” frenzy where one could detect a kind of explosive sublimation of a feeling of impotency or, in other terms, an enthronement from a downtrodden feeling of inferiority. A long history of shipwrecks and defeats mingled the myths of the “Invincible” with the (self-hypnotizing) ecstasy of “being the best there is.” That whirlwind of flags drove me back into my library, which has always stood as a bunker from which to survive through times out-ofjoint. I grew up—no lies about it—singing the “Cara al Sol” as the flag was raised in the school courtyard

of my distant town and I was fortunate enough not to be forced to kiss that rag when I ducked that sordid experience—abject rite of passage if there is one—of the “military conscription.” I have reasons ample enough not to be a base patrioter and I have never enwrapped myself in any of those “national symbols” that are often deployed as pre-texts (it would be more fitting to say pre-textile) to exclude everybody who is not or thinks not as those who feel themselves owners of the truth, the authenticity and the purity—that is, the representatives of intolerance and brazen racism. Mario Gutiérrez Cru’s project, brilliantly titled - el estado de la nación - [The State of the Nation], addresses me with the clarity of “forensic evidence.” As the artist himself has declared, what he has done was nothing but speak “ironically about the idea of beauty, of patria and of the pride derived from it.” He—like many of us—discovered that many Spaniards were proudly



so and had their flags “destroyed, coloured, broken on their balconies.” Mario traded these old flags for free in exchange for a new “shining” set, thus acquiring more than a hundred patriotic items in deplorable conditions. In the age of returning españolismo, when the right tends towards extremism, with parties such as PP and VOX fighting to prove they are more “patriotic” than their neighbour, it is crucial to take the flag to have a walk outside. For the last decade we have encountered the rise of parties which come out of the blue with anything but a clear program under their arm. We have experienced the disintegration of the political space as we used to know it and it would seem that even storytelling is obsolete when we can algorithmically direct the electorate. It is more effective to troll Twitter, to stir the Internet’s conspiracy-driven paranoia-laden mind, than to articulate programs aiming at undoing the ruling forms of inequality. We don’t need to be told that the “clash of civilizations” is the politics of “the end of history.” “The ethnic-religious conflicts are the form of struggle that fits within global capitalism: in our “post-political” age, when politics, properly speaking, is increasingly replaced by the social administration of the experts, the only remaining

source of legitimate form of conflict is that of cultural (ethnic, religious) tensions.”1 The flag is a fundamental cult object, required to uphold the collective fantasy of a homogeneous people that would like to present itself as “Spanish,” “French” or “Filipino.” “Patriots” will never come to accept that they are part of a (meaningless) imagined community.2 The only flag that would deserve worshipping is ours, the rest are barbarians, foreigners or, even worse, “separatists.” In Spain we have been suffering too long from a war of flags, and the most radical form of centralism has risen to make us all commulgate with the wheels of the windmill or, to be more precise, it rather wants us never to stop bowing our heads (in a deranged gesture of liegedom) before a corrupt power. Recent history is sordid in the extreme: a Transition based on forgotten deals, a socialism that ended up financing acts of “State terrorism,” a structurally corrupt right-wing, a quiet acceptance of the austericide on the part of Zapatero’s governement, and the pitiful progress from indignation to cushiness from those who were 1 Slavoj Zizek: Como un ladrón en pleno día. El Poder en la Era de la Poshumanidad [Like a Thief in Broad Daylight: Power in the Era of Post-Humanity], Ed. Anagrama, Barcelona, 2020, p. 153. 2 Cf. Benedict Anderson: Comunidades imaginadas [Imagined Communities], Ed. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 1993.


supposed to question the political “caste.” The complete failure of the Statute of Autonomy system and the independentist dynamics (particularly aggravated with the incidents in Catalonia) is the breeding group for the exacerbation of an obtuse-patriotic feeling from which the shameless pundits of VOX extracted their ill-gotten electoral benefits which, in many cases, were nothing but old “comrades” from the Partido Popular who had lost their slumberness in a political payola. While our riding-and-hunting monarchy called for retirement (without extinguishing, of course, leaving a supposedly “prepared” heir, another accomplice and beneficiary of his father’s mis-ventures), many a Spanish person felt the need to take the flag out to the balcony to defend ourselves from the dreadful enemies who were trying to tear apart “the most sacred” which is nothing but that elusive Patria. The flags, damaged by the ruthlessness of the weather, which Mario Gutiérrez Cru exposes are, in a way, transitional objects, sediments of a “State of Exception.” Let us remember those days when it was necessary to enforce article 155 (one of the articles of our Constitution which seems to echo that nefarious 48th article of the German Constitution) which regards as lawful the suspension of a legitimate power to impose the exceptional strength of the Law. Preventive politics would become the predominant political form

of the 21st century; surveillance capitalism measures our existence with more biopolitical “fluidity” than that exceptionalism theorised by Carl Schmitt. But “algorithmic conduction” doesn’t seem enough, it is necessary to whip out the police baton to re-establish order. Mario Gutiérrez Cru has created works where he seems to show how bogged down police (understood in the manner of Rancière as a system of impositions of circulations that establish what “can and must be seen”) with installations where he uses destroyed police vehicles or a semi-buried military truck (works with titles such as Caídos, Apuntalados, Hundidos, Divididos or Donde no se pone el Sol). We are living in a moment when the right indulges (with full pleasure) in the perverse pleasures of obscenities, and even irony, making viral all kinds of memes, while the left is increasingly trapped in a pathetic and aesthetic puritan moralism. Politics, in the tumult brought by that “ubuesque” character of Donald Trump, seems to have been reduced to a stream of lousy comic gags. Freakism literally assaults public spaces of political representation; one need only recollect the recent occupation of the Capitol building where the followers of the president were their best parody, carrying flags of all kinds (from the “Navy Jack” waved by members of the Ku Klux Klan or Pepe the Frog as well as, of course, the saintly starred and striped flag


of the US of A) to make us understand that our time is worse than out-of-joint. Black Life Matters protesters received the roughest “treatment” in Washington when they protested against police brutality in the summer of 2020, whereas the “pictureseque” followers of Trump could walk about wherever their Majesty so wished, and were even capable of pilfering the stand of Nancy Pelosi so as to make a quick buck on eBay. Perhaps those “proud boys” had, before the Capitol security police, more rights than those “marginal anti-fascists,” though, anyway, they were carrying flags enough to cloak their indecency. Generalized disaster can sometimes lead us to cynicist resignation. Octave Mannoni develops the notion of “fetishist negation” to give an account of how the subject is capable of believing in a fantasy of his own making at the same time that he recognises that it is nothing but a chimera: the subject knows that what he is doing and, even so, indulges in it.3 It is not only about about the workings of ideology (the naturalisation of the relationships of domination) but about a resignation which is complicit with the worst. Apocalyptic fetishism would lead us to accept that “we have no alternative,” the basic tone of what Mark Fisher called capitalist 3 Cf. Octave Mannoni: “Je sais bien, mais quand même” in Clefs pour l’imaginaire ou l’Autre scène, Ed. Seuil, París, 1968, pp. 9-33.

realism. We have suffered the “slow cancelation of the future,” a psychic occupation of our emotions, desires and fantasies, sinking in the melancholy and pessimism of the will. Perhaps we need to “arm ourselves” with what Terry Eagleton termed hope without optimism, even if it is so as not to nourish the prophecies (true hyperstition) of the catastrophe.4 “Bartleby’s politics” is useless for our sick planet. We can’t accept that “we can do nothing” not even now that we are terrorised and distanced by the covid-19 pandemic. We have examples of political courage, such as those anti-capitalist and anti-fascist movements which are confronting head-on the plague of excluding

4 “Not to succeed in the end is not necessarily to have failed, any more than it is true that all’s well that ends well. It is only the lure of teleology that persuades us of this fallacy. Even if history were to fall into utter ruin, it would be a matter for despair only if that catastrophe were predestined; and even then it is possible, like many a tragic protagonist, to pluck value from combating the inevitable. Indeed, unless one combats the inevitable, one will never know how inevitable it was in the first place. The truth, however, is that catastrophe is not written into the march of history, any more than hope is. However desolate the future may prove, it might always have been different. The contingency that can make for misfortune can also make for success” (Terry Eagleton: Hope Without Optimism, University of Virginia Press, 2015, p 52).


nationalisms.5 Let us not forget that the European crisis reveals a backdrop of xenophobia that it would rather “camouflage.” The neofascist offensive6 can’t be downplayed as something “irrational,” on the contrary, if its recruitment stand has had such a widespread effect, that is because it ties with political and social disaffections which themselves are “reasonable.” The generalized impression that the destiny of the majority is precarity, the abandonment of all hopes to escape poverty—these things can lead one to embrace the flag as a path to “salvation.” Being more Spanish than Jamón de Cinco Jotas would seem to suffice to make everything better: the love of country and the respect 5 “Whereas nationalist movements rely on the concept of the ‘nation’ as imagined community, sharing the same language, tradition and national history, anti-capitalist and anti-fascist movements deconstruct this idea of nationhood by building a community based on shared values and identities that go beyond the nation-state and national identities” (Srecko Horvat: Poesía del futuro. Por qué un movimiento de liberación global es la única oportunidad de nuestra civilización [Poetry of the Future], Ed. Paidós, Barcelona, 2020, p. 189). 6 “In other words, the current crisis of Europe – with its authoritarian, xenophobic and militarized regimes, their walls and hatred towards refugees – might pale into insignificance against the dark times ahead. If the current backlash in Europe – a general lurch towards the xenophobic right; barbed-wire fences and detention camps; anti-democratic legislation such as the Hungarian criminalization of migrant helpers2 – was catalysed by the arrival of around a million migrants and refugees in 2015, what will happen when 140 million look to Europe as their only hope of survival?” (Srecko Horvat: Poesía del futuro. Por qué un movimiento de liberación global es la única oportunidad de nuestra civilización [Poetry of the Future], Ed. Paidós, Barcelona, 2020, p. 93).

of the flag are essential for this enterprise. The only correction that our shining and beloved flag needs is to correct the Latin motto and to stamp what befits to it: “NON PLUS ULTRA.” In truth, for the real patriots who so loudly “raise their vox,” the is no land beyond ours. Despite the “vivifying” success of Imperiofobia (the brick written by María Elvira Roca Barea), which purports to unmask the black legend, the truth is that the obsession with the Spanish flag could be a symptom of a political manic-depressive behaviour. We live in a presentism, “in a time suspended between an untamable past and a denied future, between “a past which doesn’t pass” and a future which can’t invent nor predict itself (except in catastrophe).”7 The task of the historian, in the instant of danger, is that of creating dialectic images and, above all else, as Benjamin would have it, “lighting in the past the

7 Enzo Traverso: Melancolía de izquierdas. Después de las utopías [Left-wing Melancholy. After Utopias], Ed. Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2019, p. 35.



sparks of hope.”8 Mario Gutiérrez Cu, with a gesture that is equally effective as it is effective, reveals the state of the nation, the exhaustion of the flag and its “uses and abuses.” In his critical exchanges he gifts brand new Spanish flags and acquires frayed remains, that kind of “integrated waste,” without which there would be no community.9 Mario Gutiérrez Cru has noted, in interventions such as Cortina de humo, a reflection upon the tactics of money or person evasion, and has made visible the political corruption of the Gürtel incident. These flags, in “deplorable state,” that the has managed 8 “Now that historical revisionism (the process whereby history is rewritten and fascism becomes a legitimate discourse) and presentism (the stream of instantaneous news and fake news, and the world of social media) is taking over all of our memories, we have to remind ourselves of what Benjamin used to say: “The only historian capable of stirring up in the past the sparks of hope is him who is convinced of the following: that, if the enemy comes out victorious, not even the dead will be safe” (Benjamin)” (Srecko Horvat: Poesía del futuro. Por qué un movimiento de liberación global es la única oportunidad de nuestra civilización [Poetry of the Future], Ed. Paidós, Barcelona, 2020, pp. 22-23). 9 “Perhaps there exists no community without integrated waste. Think about the contemporary world: there are different social classes, but there is possibly not one lacking some form of integrated waste. Every society guards its waste attentively so that they won’t come out. A globalised sociology would need, then, a theory of the incorporated waste, the retained waste (simply put: variations on hypocrisy, on ideological justification addressed to the pariah, who is not recognised as such)” (Roland Barthes: Cómo vivir juntos [How to Live Together], Ed. Siglo XXI, Madrid, 2003, p. 83).

in an uncanny exchange (let us remember that the uncanny or the sinister is the familiar that has become strange, in freudian terms, by reason of repression) are signs of a “ye olde” conception of Spain.10 Perhaps this is a good time to re-read that sonet of Quevedo, “I gazed at the walls of this country of mine,” without sorrow nor fear, far from the literally idiotic “pride,” and further still from a nostalgia of what could have been and wasn’t. We have the rebellious opportunity to leave the flag to get some air.

10 Mario Gutiérrez Cru, in the dossier of - el estado de la nación — La bandera, notes that what he does is question “the concept of Spain as already expired, based upon a set of laws and a system born in an age already obsolete. Where the fragmentation, the rupture is braced up so that it doesn’t fall apart.”



Las banderas de Madrid. / The flags of Madrid.




















































































































Distribución de banderas en Madrid. / Flags distribution in Madrid.



Dicen nuestros

“El amor a la patria es más patente que la razón misma”

VECINOS...

Vecino de Paracuellos del Jarama

“Unión, orgullo, fuerza”

“El DNI de mi país”

Vecino de Arroyomolinos, Madrid

Vecino de Madrid

“Punto de unión de todos los españoles”

“Pues lo mismo que para Santi Abascal la mili o trabajar, lo es todo.”

Vecina de Coslada

“Representa el país donde he crecido, donde está mi familia y todo aquello que me es importante” Vecina de Las Rosas

“Una herencia antidemocrática que desprecio, como cualquier otra bandera” Vecino de Madrid

“En la insignia que representa a mi tierra, mi gente, mi cultura, mi Historia, mi sangre” Vecino de O’Donnell

“La patria donde yo nací” Vecino de Madrid

Vecino de Madrid

“La patria”

“La Bandera de España significa para mí un símbolo que recoge todas y cada una de las diferencias de los españoles uniéndolos en una misma nación. Algo de lo que estar orgulloso y estar feliz de exponer al mundo”

Vecino de Carabanchel

Vecina de Madrid

“Me emociona verla ondear en Colón, con esa preciosa tela” Vecina de Trafalgar


“El art. 4.1 de l CE 1978”

“El orgullo de ser Española”

Vecino de Madrid

Vecino de Pueblo Nuevo

“Símbolo común que nos une con el pasado y el futuro, al haber representado a los españoles desde hace siglos por todo el mundo. También nexo con la hispanidad”

“Patria”

Vecino de Cuatro Caminos

“Es el Símbolo de mi Patria, que nos une a todos, hasta a los que no la pueden ver” Vecina de Valdezarza

Vecino de La Latina

“Orgullo y Respeto” Vecino de Valdemoro

“La insignia de mi Patria” Vecino de O´Donnell

“Lo más grande” Vecino de Comillas

“Es el símbolo que me representa como español, y me siento orgullosa de serlo y de mis orígenes”

“Orgullo, pertenencia, sentimiento”

Vecina de La Peseta

Vecino de Guadarrama

“La mía la compré tras ganar el mundial de fútbol y la ponía en temporadas de competiciones deportivas internacionales. Es un símbolo histórico que nos acompaña que debía enorgullecernos, además de otras muchas cosas, pero se usa demasiado en política. La manipulación mediática de este proyecto confirma lo que digo” Vecino de Madrid

“Me encanta la historia de cómo la bandera se creó y la simbología del escudo” Vecino de Barrio del Pilar

“...” Vecino de Pozuelo de Alarcón



“Es el Símbolo de mi Patria, que nos une a todos, hasta a los que no la pueden ver” Vecina de Valdezarza





El proyecto en El proyecto los enMedios. los MEDIOS. / The project/inThe theproject MEDIA. in Media.













La entrega La entrega de Banderas. de Banderas. / Delivery of Flags.of Flags. / Delivery


















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Identidad Corporativa Desarrollamos una identidad corporativa para el proyecto Bandera a Bandera que incluyó el desarrollo de un logotipo y sus aplicaciones, además dela creación de materiales de soporte, promoción y redes.

Logotipo:


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Promoción: Decidimos trabajar alrededor de una imagen de una bandera que reflejara una imagen heroica del país. Desde esta idea se desarrollaron los diferentes materiales de soporte para el proyecto.


Promocionales Impresos:

BANDERA A BANDERA.

BANDERA A BANDERA. por una España orgullosa de sus banderas.

El proyecto Bandera a Bandera nace en el año 2019 con la intención de glorificar la bandera de España y por la necesidad de mejorar la imagen de nuestros balcones. Tenemos la vocación clara de embellecer la deteriorada imagen de España y recuperar su esplendor tanto internacional como nacionalmente para el orgullo patrio. Proyecto realizado con el apoyo del programa de ayudas a la creación y la movilidad del Ayuntamiento de Madrid.

Bandera a Bandera te ayuda a renovar gratuítamente la bandera de tu balcón. Envíanos un mensaje a labanderadeespana@gmail.com y te cambiamos tu vieja bandera por una nueva.

www.bandera a bandera.com


EL ESTADO DE LA NACIÓN:

LA BANDERA MARIO GUTIÉRREZ CRU


Presencia en Redes:



Uniforme para la entrega de Banderas:



Página Web:





Proyecto realizado gracias al programa de Ayudas a la Creación de Artes Visuales de la Comunidad de Madrid.


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