Marginalees Edición N°5

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~3~ Hakmei Instagram @hakmeiv

De Colombia, tiene 18 años y ha dibujado toda su vida, pero se comprometió a aprender por su propia cuenta desde los 6 años. Su meta siempre fue ser animadora o ilustradora digital y a pesar de no contar con ayuda, ni todas las herramientas, puede decir que su trabajo hoy en día está bien y se siente orgullosa de él. Pueden encontrarla en sus otras redes sociales como en Deviantart: hakmei o Facebook: Hakmeiv.


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~5~ Amapola no está sola

Mi hermana menor: Amapola; mi hermana que le sigue: Amapola; y yo, Amapola. Pobre mami nunca se esforzó mucho por nosotras. Tampoco tuvo en cuenta las complicaciones que su falta de empeño nos traería en la vida. Desde pequeñas, fuimos apodadas Lamayor, Ladelmedio y Lamenor. Cuando murió mamá se llevó a la tumba el secreto de nuestra procedencia, no sabemos quién es nuestro padre, ni las razones por las que ni siquiera yo, que soy Lamayor, lo recuerda en absoluto. Mi madre siempre fue de dejar para mañana todo lo que pudiera hacer hoy y terminó por agotarse su tiempo sin revelarnos nuestra identidad. No tuvimos por herencia más que una máquina de coser con la que me gano la vida y la que me ha permitido criar a mis hermanas. Hasta ahí, hasta donde he podido. Tampoco es que me deslomo, lo imprescindible para subsistir con relativa dignidad. Ambas recibieron educación, aunque Amapola Lamenor es medio tarada, pobrecita, hace lo que puede, en este momento está tratando de tejer, en pleno verano, un ponchito para el Boby, calculen ustedes la utilidad de sus quehaceres. Nunca averiguamos mucho sobre cuál es el grado de retraso mental que tiene, ni tuvimos el impulso de hacerla tratar, siempre lució una amplia sonrisa, y es ella, mi grata compañía en mi mundo perfecto. Mamá tenía razón, no tenía caso sacrificar a la familia con estudios y médicos, ―si la chica es feliz‖. Amapola Ladelmedio también es querible, dentro de lo que pueda abarcar el término, no la odiamos para nada. Ella es normal, es decir, normal que terminó el colegio y adquirió gran habilidad tecnológica. Cada poco siente la irrefrenable necesidad de desarmar su celular no sabemos con qué objetivo. Esa tarde yo estaba cosiendo unos pañuelos, cuando la Ladelmedio, entró impetuosa y me arrebató el celular que tenía apoyado arriba del alfiletero -a veces busco cosas en internet para agregar creatividad a mis prendas-. ―¡Epa! ¿Qué le pasa a la diva?― –atiné a decir- a lo que contestó sucintamente, ―¡pará!‖, mientras ingresaba o buscaba datos, a gran velocidad. El suyo lo tenía todo desarmado en una bolsita de supermercado. Lo consideré un abuso, era mi celular, perdí la calma. ¡Amapola! , ¿Qué? –dijeron las dos¡devolveme mi celular!. Ladelmedio ignoró mi reclamo y siguió dele que dele sacándole chispas al aparato, hasta que con un suspiro profundo, dijo aliviada:


~6~ ―lo logré‖. Toda mi atención se la llevó su atuendo, lucía un hermoso vestido floreado, mío también, y sandalias de salir, poco común su look en un hogar tan informal. Se había alisado el cabello y se había maquillado tenuemente. Lucía fina. Era la primera vez que se notaba algún esmero en la familia. Me tiró el celular y se volvió apurada al dormitorio a buscar una maleta, nos miró fríamente y dijo: ―me voy‖. También era esto una situación atípica, en esta familia nadie nunca tuvo prisa. ¿Y a dónde se va la princesa? -pregunté burlonamente-. Contó escuetamente que se iba a México a encontrarse con su novio. Ella nació para casarse, siempre soñó con su vestido blanco, el cura, los monaguillos, todas mitologías suyas, nunca había entrado a una iglesia. Pero su vida era un lamento, siempre se sentía, ―sola‖. Aunque no lo crean, Amapola Ladelmedio se había conectado con un tipo en un sitio de citas y ella lo denominada, ―mi novio‖. El desconocido le había comprado el pasaje por internet, sólo tenía que ir al aeropuerto retirarlo y partir rumbo a su nueva vida. Para lo cual le pasó todos los datos de mis tarjetas de crédito porque aparentemente debía cancelarlo con un medio de pago local y por supuesto él, luego, le devolvería todo lo gastado. El creativo señor la estaría esperando ansiosamente con un ramo de amapolas y un estuchecito que quizás tuviera los anillitos dentro, según lo poco que se podía apreciar en la única foto de sus manos, que le había mandado por mail. ―Decidimos un encuentro a ciegas porque es potenciador del amor‖. Así nos dijo y se marchó. Intenté detenerla gritándole cosas horribles, ―le diste nuestros datos a un desconocido, seguro que es un delincuente, un asesino serial, debe haber detectado mi celular satelitalmente y estará viniendo para acá a descuartizarnos a mí y a tu pequeña hermana boba‖. Lamenor se tentó y me hizo a reír a mí también -arremetí de inmediato con más dramatismo- ―nos estás entregando a manos de un criminal que de un momento a otro tocará timbre haciéndose pasar por un bombero o vaya a saber con qué excusa pelotuda nos tenderá la trampa mortal‖. Timbre; bomberos voluntarios, señora –se oyó aterrador-. No le abrimos. Era obvio que yo había exagerado con la imaginación pero por las dudas, no le abrimos. Mi hermana Amapola Ladelmedio, nunca más volvió. Hasta hace un tiempo la recordábamos, y pensábamos cómo le habrá ido con el mexicano, tendrá hijos, comerá insectos proteicos o, ¿la habrán asesinado?. Pero además de la máquina de coser heredamos de mamá, la poca voluntad para enredarse en odiosas investigaciones, así que se esperó un tiempo


~7~ prudencial y se tomó la decisión por unanimidad, de dar por cerrado el caso con optimismo: Amapola ya no está sola, y ha sido, sin la menor duda, un encuentro feliz.

Marisa Silva Nació en Uruguay en 1961, estudió sistemas y se radicó en Buenos Aires en 1983. Trabajó siempre de su profesión y descubrió la pasión por la escritura desde hace ya 15 años como pasatiempo. Se perfeccionó haciendo talleres de guión, de dramaturgia, de relatos y encontró su orientación al humor en la mayoría de sus textos, fundamentalmente teatrales. Actualmente vive en Tandil en dónde ya se han llevado al escenario algunas de sus obras y hoy despunta el vicio en cuarentana escribiendo cuentos cortos con un dejo de humor y algo de ternura, con el fin de conseguir una sonrisa a sus lectores.


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Damián Instagram @antonydamiansuclupe

Antony Javier Damián Suclupe con 21 años de edad es un joven escritor peruano, estudia Pedagogía Artística en la facultad de educación de la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo del departamento de Lambayeque, ha publicado tres poemas en España, (2019) en el libro AUTOR, edición N° 10 de la editorial Hago Cosas, también ha publicado en una revista virtual (JUGGERNAUT: REVISTA LITERARIA) de México (2020). Sus poemas son románticos, el tema es el amor prohibido, aquí no busca la rima y su verso es libre, cuando sus obras son de costumbres busca la rima constante y picará. Comenzó sus gustos por los poemas a los 15 años cuando estaba en la secundaria.

El placer de la vida Los mortales desterrados por los dioses obtuvieron el néctar de sus vidas, se llenaron de tanto placer que oscurecieron el inmenso cielo, como lo hace la luna y el sol, sin duda alguna fue el mejor poema leído en sus cuerpos finos. hicieron del destierro el paraíso, sus miradas lujuriosas calmaban su sed de amor, los gozosos quejidos rebotaban en los cuatro puntos cardinales, sus cuerpos, sus cuerpos se bañaban en seda… Los dioses del olimpo conocen al pie de la letra


~9~ el placer de la vida, Pero nunca en toda su historia vieron tanto placer en ellos, sí, ellos los mortales…

Te amo Te amo le dije antes que se marchara, te amo fue mi última palabra, te amo y no le importó; cogió su chaqueta, se pintó los labios con el color más profundo, se puso el vestido más perfecto, se marchó, sin rumbo, sin dirección, dejándome esta copa en mi mano, se marchó, se olvidó de los te amo, se marchó en una tarde de diciembre… yo la olvidaré en una tarde de febrero, frente al mar, frente al cielo, frente a ellos diré mi última palabra te amo.


~ 10 ~ Sergio Nahuel Gómez Nació el 3 de noviembre de 1988 en el partido de Florencio Varela, provincia de Buenos Aires, Argentina. Escribe desde el año 2001. Publicó cuatro libros: Independencia (año 2017), Pasión (año 2018), Quaerere (año 2019) y Renacimiento y legado (año 2020); asimismo, ha escrito y originado las obras teatrales Invierno en enero y Patria.

Pan, den, mía Fueron momentos difíciles, la humanidad cambió su manera de vivir, la forma de sobrevivir. El mundo moderno, la globalización, estaban enfrentándose a una pandemia y con todo el mundo explorado. Por primera vez, nací en esta era, un desafío ponía en funcionamiento los progresos del sistema sanitario a gran escala, macro. Pero esto nace de mi raciocinio, de estar informado, no por medios hegemónicos, sino siendo objetivo y pluralista en la búsqueda, análisis y asimilación de la información para formarnos como decía un Quijote tucumano. Estaba aterrado. Se hacía tarde, debía casarme y tener hijos. La cuarentena hacía difícil, corrijo, imposible, declararme a esa mujer que una vez conocí. Entonces entré a trabajar en una aplicación colombiana de servicios, era mi gran oportunidad. Le pedí la moto a mi amigo Carlos, mejor dicho lo soborné con eso que ustedes ya saben. Igualmente no sirvió mi jugada ajedrecista porque no tenía el registro pertinente. Fui hasta la baulera, agarré el inflador y salí a la calle.


~ 11 ~ Estaba registrado como funcionamiento los pedales.

delivery,

mis

piernas

pusieron

en

Su casa fue el destino. Al regresar a mi hogar, no cené, solo me dirigí a mi habitación. Allí, estando recostado me dormí. Por la mañana siguiente, desayuné fuerte, creo que me excedí de nutrientes. En un vacío entre pensar y recordar me pregunté -¿Por qué estando en la puerta de entrada de Gina, no pude llamarla? Claro, ella desconoce que existo. Salí rápido para tomar unos pedidos en una cadena de farmacias. A Gina la encontré en la calle una tarde de primavera, creo que fue hace siete o diez años o tal vez la suma de ambos números. Se hizo tarde para seguir indagando, fui a trabajar. Fueron 14 horas recorriendo el área metropolitana, esto de la cuarentena viene bien para facturar. Se me corrió el barbijo, un policía me vio. Distraído paré la bicicleta en la ciclovía. Pasó Gina circulando. Yo paralizado. Recuerdo la parálisis del sueño, ocurría antes de levantarme para ir a la escuela, aunque nunca zafé de tener inasistencias. Del mismo modo, transcurrió la vida y la mujer de la cuál estoy enamorado se alejó por la avenida. Ese día remontó porque hice unos pesos, mejor dicho, dólares extras con unos turistas que celebraban, pese a la estricta cuarentena. Habían solicitado el servicio, fui el encargado de suministrar alcohol. Viajeros, residentes ¿qué los hace observar estos lares? Tuve atención y preocupación por Gina, me parece que el tapabocas no le cubría bien el mentón. Me dormí esa noche.


~ 12 ~ Marta Sánchez Instagram @menamarcona

Sumergirse en el silencio

Española de 32 años, tras formarse artísticamente entre Barcelona y Ámsterdam, actualmente vive en Ciudad de México, allí ha desarrollado su sueño: crear Mena Marcona. Bajo este seudónimo, abarca sus obras al óleo con la mujer como protagonista y su trabajo en la confección de ropa, de una forma artesanal y respetable con el medio ambiente. Ambos campos se complementan al trabajar el lino como principal material de sus creaciones textiles y soporte de sus cuadros. A esta conexión se unen dos puntos clave; el primero la importancia de la suavidad en sus pinceladas y en el tacto de las telas que utiliza. Y el segundo, en su paleta de color, basada sobre todo en tonos tierra por la importancia que tiene para ella el contacto continuo con la naturaleza y logra utilizar una paleta reducida de tonos que crean una identidad propia.


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En orden Desarmar para reconstruir Serenidad La historia que te contaré algún día


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En orden Vestido rojo carmĂ­n Mena Marcona Vestido siena Mena Marcona


~ 15 ~ Mireya Sáenz Es una mujer de 43 años, que le encanta el mundo literario y que encontró a través de la poesía la manera de expresar su pensamiento indómito.

Melancolía Aun no llega el mañana Y ya siento que me duele Que me desmorona los huesos Y desgasta el fluir de mi sangre ¿Cómo escribir de mí sin sentir esta dulce melancolía, Esta amarga melancolía? No, no puedo. Cientos de espejos colgados del horizonte, Todos se rompen al reflejar mi rostro Y como un tristísimo ritual Nombro mis angustias Y me abandono a la inocente velada de la agonía

Ellos Quise quedarme en el ensueño de la noche Para que el alba de mis ojos No me destruya una vez más Dentro de mis sueños también habitan monstruos Criaturas sin rostro y sin voz Sombras que inventan otras sombras Para conjurar los miedos que me acechan Ellos construyen su eternidad en mis adentros Ellos sueñan con mi sueño Y han hecho pacto con el sol


~ 16 ~ Maldita Palabras… todas guardadas en los rincones Igual que los sueños, igual que la vida ¡Malditos todos, maldita yo! ¿Quién puede entender mi suplicio? Obedezco a la luz y a la oscuridad Ellos me crean y me destrozan Me arman y me desarman Mutilan mis colores y mi sangre ¡Malditos todos, maldita yo! ¿Cómo explico que mi fe ha sido cercenada? La noche me resucita La mañana me asesina La tarde me sepulta Y escondo mi luto en una sonrisa ¡Malditos todos, maldita yo! ¿Dónde se hallan las lágrimas para llorar por mí? La noche vestida de optimista se las traga El día perfumado de cielo huele a infierno Las horas maquilladas con mentiras las esconden Y vuelvo a escarbar por los rincones ¡Malditos todos, maldita yo!


~ 17 ~ Florencia Estrada Hercun Tiene 24 años, vive en Córdoba y estudia Letras en la UNC. Desde chiquita ama la lectura y le apasiona escribir.

Ser consciente ¿Alguna vez has extrañado un abrazo que nunca te dieron? ¿Alguna vez has sentido que el aire al inspirar no es suficiente? ¿Alguna vez has sentido que usurparon tu alma y que nunca te lo dijeron? ¿Alguna vez has pensado en lo depresivo que es ser alguien consciente? Soy consciente de lo que me pasa, aun cuando no logro comprenderlo Soy consciente de mis errores y mis autoengaños Soy consciente de ese huequito que llevo dentro del alma Soy consciente de esos pensamientos que no entiendo Soy consciente de mis golpes, aunque me niegue a ver los daños Soy consciente de todo lo que he hecho para encontrar la calma Esta calma, que conozco tan bien, me llega cuando digo "te amo" Esta calma no me dura mucho cuando me siento abandonada Esta calma es una caricia y un beso Esta calma no siempre viene cuando la llamo Esta calma es como sentirse abrazada Esta calma es sentirse amada. Es eso. Eso tan lindo me cambia el humor y el rostro Eso tan lindo es más frágil que una flor Eso tan lindo es aún mejor cuando me postro Eso tan lindo se me esfuma con el temor Este temor porta mis facciones Este temor se intensifica con la cena Este temor se transforma en acciones Este temor es un celular que no suena


~ 18 ~ Agua y fuego

Este cuerpo recostado Se hace agua y se hace fuego. Estos ojos abiertos pasan del amargo al salado. Y esto que llevo cargado es bronca y es sosiego, cruza mares y desiertos y va de uno a otro lado.

Segundos y silencios

Hay segundos que me ahogan, que gustan de quedarse a dormir en mi garganta y de irse por mis ojos.

Hay silencios que me lloran mientras una voz en mi cabeza grita y canta casi cargada de enojos


~ 19 ~ Brayan Oré Dávila Con seudónimo ―Braodavil‖, nació en Huancavelica, Perú el 02 de Junio del 2001. Desde pequeño estaba sujeto a la vida del laboreo. Su pasión por la literatura inicia a muy temprana edad, en el intento de lograr con la poesía un corazón inasequible, desde entonces se volvió un lunático depredador de libros. Al finalizar sus estudios secundarios decide mudarse a Huancayo – Junín, allí escribe su primer libro de poesía: Amor Adonis, donde muestra imágenes de lirica de antaño.

Apología a mi ninfa Hele allí mi nereida, en su palacio y en todos sitios, con su cuerpo escultural, aurea, su luz gradual, sus ojos magnánimos, su espíritu de flor, su estandarte, su garbo esplendor, su tigre de bengala, su miel acallante, su comestible aroma. Mujer, adarga, alborozo. Mujer de quimera, de gozo. Mujer, mi predilecto, mi tallo. Mujer de deseos el foso, del amor el cogollo. .


~ 20 ~ Al cegarme por los regulares oleajes, a mutilar una rosa asignole pecados. Al oír su cantico, un laudatorio en mercedes ofrescole en el declive húmedo de sus labios. Verdad era la tal deidad femenina, acicate para un cántico solemne. Enardecer quiero cuando mirarme osa, aunque el rojo estrecho esté y poco crepite. En su voluntad está hacerse prominente de entre perlas y rubíes, Siempre de escarlata vestirá, más hoy con su primavera corporal y patente; aún de pinturas carentes. A mis ojos se atreve, firme, inerme, con su belleza a horadar, con del amor la silueta de mi pecho la brújula. En mis latidos a mangonear hasta escuchar mi loa orate, candente. A mi cuidado declarar deseo su esbeltez, esbeltez mezquina, dorada, contando la soberbia, ocultando la monotonía. En mi ninfa muerte deseo, en su tez, tez blanda, dulzurada; y al resucitar encarrilarme a su estrella.


~ 21 ~ Jhon Niño Instagram @loboferoz1984

Artista en serie de la ciudad de Bucaramanga, comenzó a expresarse con el arte el 27 de agosto de 2015, cuando decidió tratar de dibujar una caricatura de arte pop. Después, todos los días trataba de mejorar al realizar un dibujo diario; intercalando entre un retrato, un dibujo anatómico, una escultura, un paisaje y figura humana. A principios del año 2017 sufrió un accidente y tuvo una fractura de clavícula derecha, la cual le impidió dibujar por aproximadamente un año. Después de la recuperación retomó nuevamente. En la actualidad está aprendiendo a tatuar y a seguir mejorando las técnicas. El enfoque siempre ha sido hacia el dibujo realista. En este momento se encuentra estudiando en la ESCUELA MUNICIPAL DE ARTES Y OFICIOS EMA.


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~ 23 ~ En un mar de muertos La inscripción está grabada con letras doradas, justo en la placa debajo de un cuadro en particular. Uno que muestra a un hombre parado junto a un faro mirando abajo hacia el océano, donde centenas de esqueletos arrastran a otro sujeto idéntico a él a las profundidades marinas. Dicha pintura se ubica al centro del salón de juegos de Il casinò della vita. La contemplo por unos momentos, como esperando hallar alguna respuesta o que provoque una epifanía que me ayude a salir de este embrollo. Mi padre decía que un hombre con fe, vale más que uno con suerte. Lo cierto es que tengo pocas posibilidades. Es la penúltima ronda y sobre la mesa están dos reinas (de diamante y de corazones), un ocho de picas y un as de tréboles. La chica a mi derecha se levanta, puedo ver el terror en sus ojos. Escucho cómo sus uñas rasgan la orilla de la mesa. Su blusa amarilla está empapada de sudor. Entonces corre. Un estruendo. Cae abatida por la bala. El crupier guarda el arma bajo la mesa. —Su turno —me dice. No le atiendo. Observo el humo rojo que emana del cuerpo de la chica y flota por el salón hasta el trono de Mammón quien abre la boca y lo aspira. Toma un pañuelo verde de su solapa y se limpia los labios. Viste un traje color gris oscuro y usa mocasines negros. Su apariencia es la de un hombre rondando los cuarenta. De hecho, cuando entré, temí que se exagerase la fama del lugar. No fue hasta que vi morir a los primeros, hasta que vi como el demonio se alimentaba de sus almas y, por supuesto, hasta que vi ganar al primer jugador, que lo creí. Escuché que lleva siglos consumiendo almas, incluso se corre el rumor que le ganó el alma inmortal a un antiguo dios del mar. En Il casinò della vita las reglas son sencillas. Se apuesta todo: ―Omnia aut nihil‖. Sólo hay un ganador por mesa. Seis jugadores. El premio, cualquier cosa que desees. Cien millones de dólares, la mujer de tus sueños, la cura para alguna enfermedad. El demonio lo consigue para ti. Los otros cinco participantes, en cambio… Bueno, ¿quién juega esperando perder? —Su turno —escucho el corte de cartucho y vuelvo a la realidad; a mi par de ochos rojos.


~ 24 ~ —Voy —respondo. Es lo único que puedo decir, es lo que dice también el anciano a mi izquierda y la mujer que sigue de él. Porque la otra opción, la de rendirse y… nos ha quedado claro que tampoco podemos correr. Un par sujetos en traje recogen el cuerpo de la chica. Si son demonios o humanos al servicio de Mammón, lo ignoro. ¿A dónde llevarán los cuerpos?, los he visto retirar más de veinte cadáveres en el tiempo que llevo jugando, algunos de esos tipos regresan con el calzado y la parte inferior del pantalón mojada, será qué… —Última ronda —anuncia el crupier. Toma una carta, el tiempo se hace lento, pesado. Si la carta es mayor a nueve estoy perdido, lo mismo si es de color rojo. La única carta que me podría ayudar sería… ¡SÍ! Un ocho de tréboles. Casi se me sale un ―Gracias a Dios‖. El hombre a la izquierda del crupier —un treintañero con gafas oscuras, quien había mostrado mucha seguridad durante toda la partida—, ahora muestra un rostro desencajado. —Voy —se le corta la voz. —Voy —dice el gordo a su izquierda. Su camisa azul rey está empapada de sudor. Usa una toallita a juego para limpiarse la frente. Seguiría la chica de amarillo. Ver su lugar vacío me hace perder la poca confianza que gané. —Voy —digo, quizá sean mis últimas palabras. Los siguientes jugadores van también. —Jugador número 1, descubra sus cartas. El hombre se quita las gafas. Puedo ver que le falta un ojo. Respira hondo antes de descubrir sus cartas. Un as de picas y un nueve de tréboles. Par de ases. Respiro aliviado. El gordo destapa sus cartas con una sonrisa tamborileándole el rostro. Reina de picas y dos de corazones. Otro estruendo. El hombre tuerto yace en el suelo, el crupier le ha disparado en la cabeza. Descubro mis cartas rápido. Al ver mi póker de ochos, el gordo mira al crupier como suplicando misericordia. Recibe un disparo por la espalda. Uno de los hombres de traje acaba con su vida. El anciano da vuelta a sus cartas con una lentitud que me hace temer por mi vida. Pero, una vez las revela, el miedo es remplazado por lastima. Él nos contó, antes de empezar, que su hija tenía cáncer, nos suplicó que le


~ 25 ~ dejásemos ganar. Aparté la mirada, justo como ahora. Quizá eso sintió mi padre al perder hace veinte años. No lo sé. Pero si esa chica tiene un hermano, él sentirá lo mismo que yo cuando Matilde murió y papá no regresó. Sólo quedamos dos. La mujer de negro y yo. Será algún augurio que anuncie mi funeral. Descubre sus cartas. Sonríe. Reina de tréboles y de picas. —Pokér de reinas —anuncia. El crupier levanta el arma. Yo trago saliva. Dispara. La mujer cae al suelo. —Tenemos un ganador —anuncia el crupier —preséntate ante nuestro señor Mammón para hacer tu petición. Mientras camino hacia el trono del demonio, comprendo lo que sucedió. Sonrío. —¿Puedo pedir lo que quiera? El demonio asiente con la cabeza. —¡Qué cierres este maldito lugar!, ¡qué se hunda en el olvido!, ¡qué jamás vuelva a existir un sitio como este! Siento todas las miradas en mí. Los jugadores de todas las mesas se han detenido. Esperando tal vez, que sea un chiste, o que el demonio se niegue. Pero Mammón luce molesto. Lanza un rugido que me endordece por unos momentos. Me llevo la mano a la oreja y descubro que sangran. Ambas. Mis ojos se cierran.

J. R. Spinoza H. Matamoros, Tamaulipas, México (1990). Escritor y profesor mexicano. Becario del PECDA (emisión 23), en la categoría de Jóvenes Creadores por novela. Asiste al Taller de Apreciación y Creación Literaria del Instituto Regional de Bellas Artes de Matamoros. También participa del Ateneo Literario José Arrese de Matamoros. Libros Publicados: El regreso de los dioses, la batalla de Folkvangr (Caligrama, 2019). El demiurgo y otros cuentos fantásticos (Kaus, 2020).


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Candela Gottig Portada

Es estudiante de la Licenciatura en Letras de la Universidad Nacional de Córdoba. Escritora por afición desde que tiene memoria. Se inclina hacia la narrativa poética y relatos que rozan lo noticial. Fue columnista en un diario conocido de la ciudad de Villa Carlos Paz y hoy en día es una de las editoras en jefe de la revista Marginalees.

...Sé mar... nunca pirata, pero tené una pizca de brújula para que siempre puedas volver a mis brazos e intentá descifrar los más difíciles mapas para que, aunque estés perdida, sepas que siempre hay un tesoro escondido dentro de cada aventura y desventura de este viaje que se llama vida. •••

Lo único que me quedó fue el recuerdo y tres tristes fotos de algo fugazmente profundo que vuelve a aparecer en los momentos menos indicados reflejado en un cruce de miradas. Miradas que en un segundo proyectan todo lo vivido, seguido de una media sonrisa que relata con nostalgia lo que fue y tristeza por lo que pudo llegar a ser. •••


~ 27 ~ No me querés conocer, dijo, seguido de un "no soy una buena persona para vos". Me reí y con arrogancia respondí que la que decidía tomar el riesgo era yo, pero nunca consideré el hecho de estar en un siglo digital. Donde con un simple click borramos gente de nuestra vida. Tomó partida por mí y decidió que lo mejor era no arriesgarme. Siempre me preguntaré si el día en que hizo aquel click también me pudo borrar de su cabeza, ya que su nombre retumba en la mía hasta dejarme sorda. El recuerdo es lo único que me queda, porque en lo demás él decidió por mí, mirándose a sí mismo en el reflejo de una pantalla. •••

2:23 AM sentada en el borde de la cama, las lágrimas brotaban desde lo más profundo de la grieta de mi alma. No puedo más, dije, al fin lo dije. El primer acto de vitalidad que emana mi ser en mucho tiempo. Fue una especie de alivio. Mi temor será seguir viviendo en esta existencia rota, desalmada y dolorosa y mi alivio un descanso en la paz eterna. Es un gran paso, lo dije, me estoy muriendo en vida y necesito que alguien de alguna forma detenga la hemorragia antes de que yo misma tome las riendas en este asunto de no vida y muerte.


~ 28 ~ Nashim Avilés Instagram @nashaviles1 @fhrago.escritos

También conocido como ―FHRAGO‖, es un joven escritor de Yucatán que ha participado en diversos concursos de oratoria y declamación, ha incursionado también en un portal de noticias local. Empezó a escribir desde el 2012, pero es hasta el 2020 cuando empieza a dar a conocer su material. Actualmente, tiene una cuenta en Instagram donde publica sus frases, y también, una cuenta en Youtube donde comparte los poemas que ha escrito. ―La desdicha que se manifiesta en el mundo nos quita la esperanza, pero el arte, nos la devuelve.‖

Verdad profunda Hoy fue uno de esos días donde el sol calentó, pero no reconfortó mi alma, el viento sopló, pero no acarició tu cabello, y al final, las constelaciones contaron millones de historias, pero no la nuestra. Son noches como estas, tan solitarias, tristes, calladas cuando la oscuridad de mi conciencia perturba a mi corazón al recordarle que no estoy contigo. Pero no, ¡no estoy dispuesto a escuchar esas falsas verdades!, entonces corro buscando una salida que me lleve contigo, pero miro al frente y no hay luz al final del túnel, volteó hacia atrás y no hay camino de regreso, observo a mi alrededor y solo quedan las ruinas de lo que alguna vez fue mi corazón. Entonces caigo rendido al recordar que no hay salida de este profundo agujero al que llamo soledad. Mi decepcionante consuelo es mirar hacia el cielo para sentirme cerca de ti. Pero puedo decir que hoy es la noche más triste de mi vida, porque las estrellas brillan como nunca, y tú no las miras conmigo. Vivo en la desdicha porque por vez primera la majestuosa luna es pequeña comparada con la inmensidad del firmamento, y tú no la admiras conmigo. Son noches como estas cuando entre el silencio de mi vida y mi vacío existencial en un tímido suspiro digo que te amo. Mentira sería decir que no lo hago.


~ 29 ~ Florencia Acera Instagram @yosoy72027 @florayfaunos

Arte en pintura y collages El proceso creativo de pintar un cuadro o realizar un collage se aproxima a subir al escenario sin saber que decir ni que hacer, es decir dichos colores e imágenes a plasmar vienen a ella, improvisa un fondo utilizando la paleta de colores acorde a su estado interior, por lo general son colores vibrantes he imágenes de la madre tierra. Este lienzo ya vestido de color es el que le da el pie para seguir creando. Sus musas de altas esferas multicolores le susurran que todo es posible más si viene acompañado del mágico color. Así como la misma naturaleza exultante de vida y creación. Cada cuadro y collage es único e irrepetible. Exclusividad para embellecer aquel quien contemple su hermosura. ¨Mi experiencia en el arte nace de la necesidad imperiosa de expresar todos mis sentires y de esta manera plasmarlo en infinitos escenarios.¨


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~ 32 ~ Edith Carril Instagram @edithcarril

Es médica y psicóloga social. Cursa sus primeros sesenta años y además de escribir historias clínicas, le gusta escribir sobre otras, aquellas que desde su Padua natal le hicieron conocer los universos que generan las palabras. Desde entonces sonríe. Pertenece desde el 2019, a la Escuela de Escritores CILSAM de la localidad de San Martin, Provincia de Buenos Aires y participa de varios talleres literarios, antologías de cuentos breves, publicaciones en revistas literarias como El Narratorio, Babelicus-España, UDG-México y otras. Recibió en 2018 y 2019 el Primer premio de Micro ficción Martín Fierro, Feria del Libro-CABA, Tercer premio en Letras Vivas Poesía 2019, Mención especial en Poesía Templarios- España, 2018 y del Festival Poesía 2020SADE, Buenos Aires.

Esa ventana abierta

Me desperté en tinieblas aquella vez. Había un gris a mi alrededor, un amargo y espeso aliento. La casa estaba a oscuras. Solo recuerdo unos gritos, sus ecos, o la inédita sensación de haber traspasado una pesadilla. Una voz me dijo que él estaba en el hospital. Fui a buscarlo, me sentía liviana entre la gente, distinta. Había muchas ambulancias interrumpiendo el paso. La ciudad estaba ajena a sus propios males. Las sirenas enloquecían, no me permitían escuchar al doctor. Al llegar no lo reconocí, por primera vez lo vi más humano. Pablo estaba sacado, tirado sobre el cuerpo de alguien, una mujer. Quién. Era todo muy confuso. Estaba lleno de camillas con personas que tosían, otros con barbijos, encapsulados. Nadie me explicaba qué estaba sucediendo. ¿No me escuchaban acaso? Me empujaban. Entre tanto bullicio él permanecía quieto en ese lugar, sobre ese cuerpo. Quién.


~ 33 ~ Tenía el pelo castaño como el mío, llevaba mi remera bordada, mis sandalias hippies. Pablo seguía mudo, llorando sobre ella. Quién. Le rocé la espalda para consolarlo, quería abrazarlo a pesar de todo. Parecía empañado detrás de un vidrio. Me acerqué a su rostro y lo observé detenidamente, rozándole las rastras con ternura. Pablo estaba céreo, sin verme, como si en ese momento yo no hubiese existido. Como siempre. Él, intocable, yo, cada vez más fría. Por detrás soplaban aires de tormenta, nunca me gustaron. Revisé a mi alrededor y una de las ventanas de la sala se había abierto. Quise cerrarla, no pude, no tenía fuerza. La ventisca empujaba mi imagen contra el marco una y otra vez, no había dolor. Pablo se iba desdibujando, estaba lejos. Quién era esa, una mujer con mi piel. La lluvia rebotaba en los cristales, había comenzado a mojarme las plumas, eran musgosas, crecían viralmente. Mientras tanto los truenos jadeaban empujándome hacia un abismo, el de siempre. Quién era esa, quién era yo, volátil elevándome. Tomé impulso por fin, sacudí los restos, o una leve sensación de creérmelo. Abrí mis alas y le di la vuelta a Pablo, lo dejé solo. Me llevé puesto aquel cadáver de mi pasado y simplemente, volé.


~ 34 ~ Frances Knightingale Instagram @f.knightingale

Vive en Londres y es oriunda de Argentina. Disfruta de la escritura desde pequeña. Amante del arte, la literatura y la ciencia. El mejor momento del día es cuando puede sentarse a disfrutar de un libro mientras disfruta de una buena taza de té. La artista mencionada en el texto corto es Dora Carrington y su Pintura Female Figure laying on her back (1912). La imagen del archivo es una pintura de Ginner From a Hampstead Window.

Domingo 11 de febrero de 1923: Temprano esta mañana el sol se cuela valientemente por mi ventana. Esta es mi época favorita del año porque, a esta hora, es cuando el sol tímidamente me acaricia por única vez en el día. Su rayo es débil porque es invierno y tiene pocas fuerzas. El agua está por alcanzar su punto de hervor. Todo está listo para preparar el té. Sencillo y de contextura perfecta. Un rito que no puede faltar en mi rutina. Heredé esta tetera japonesa de mi tío. Es lo único que me quedó de él. Era la única persona de mi familia capaz de aceptarme como soy. Hoy desperté junto a ella. Por más que intento sacarla de mi vida sigue volviendo. Mi cuerpo la anhela y ese deseo crece con fervor. Ella yace desnuda en mi cama y me recuerda a esa pintura que Dora pintó hace años. Quizás Dora es el personaje más exótico e impulsivo que he conocido. Antes me preguntaba qué tan normal era amar a otras mujeres; otras mujeres como yo. Ella me enseñó que estaba bien aceptar los impulsos de mi naturaleza. A través de mi ventana la vida parece fácil, pero en Hampstead no lo es. En especial para alguien como yo. Me pregunto qué me depara el futuro, pero en el mientras tanto prefiero disfrutar de este domingo mirándola, amándola mientras pueda. El amor se diluye con el tiempo; es inevitable. Luego será cosa del pasado, pero ahora es real.


~ 35 ~ Dan Mandora Instagram @nicopicoh

Nació en Tucumán, una pequeña provincia al norte de Argentina. A los 24 años se mudó a Buenos Aires para luego de dos años recibirse como Chef profesional. Desde chico demostró interés por la literatura, tan así que al finalizar el séptimo grado entregó a su maestra una novela breve, cuyo éxito lo llevó a portar la bandera escolar con honores. Actualmente estudia la Licenciatura en Psicología y es autor de varios cuentos y relatos, entre ellos La Bestia, un relato publicado por varios blogs, partícipe de 2 concursos, una novela de ciencia ficción en proceso y dos blogs activos: historias con mate, de literatura y Chef en reparación, de gastronomía.

La Bestia –« ¿Alguna vez la niebla fue tan densa?» –pensó mientras sostenía una taza de café con su mano izquierda, en bata y pantuflas sobre la acera de una casa que no lograba reconocer. En la escena solo aparecía él, con su taza, una espalda encorvada y un fondo blanco, como si viviera en el lienzo grisáceo de un artista confundido. Sus ojos pesados delataban las 07:32 de una mañana de domingo, un frío domingo sin vecinos, sin perros en las calles, solo la niebla y un hombre, con su taza de café humeante. Una voz repetía una y otra vez la misma frase en su cabeza: –«No lo entiendo». Llevaba ya poco más de una hora parado allí. Parecía una estatua con el entrecejo fruncido con los labios contraídos, tratando de recordar esa casa, esas cortinas verde musgo, con acabados rojos que tenían aspecto de ser muy finas y antiguas. Las tejas en el techo eran negras, la puerta de roble tallado a mano le parecía un detalle exquisito, aunque algo pretencioso. –« ¿Por qué el césped es tan verde?» –pensó– «El invierno es frío, y cruel con la vegetación, el césped no debería verse así».


~ 36 ~ Titubeó un instante. – ¿Por qué me siento tan mal? –Dijo en voz baja y con el rostro helado. Dentro de las pantuflas de piel sintética los dedos, ya inmóviles por el frío, reclamaban algo de sangre para volver a la vida, agonizando y suplicando algo de calor. Aunque recubiertos por las pantuflas de piel marrón, ellos eran infelices y temían el desamparo, se sentían solos y muertos pero con la obligación de mantenerse vivos, ¿para qué? Dirigió su mirada al piso, con la cara todavía inexpresiva. El cemento gris opaco estaba húmedo. Con un poco de esfuerzo sus ojos cansados lograron hacer foco y el oscuro cemento reveló su secreto, un pequeño insecto que parecía haber perdido el rumbo. Caminaba casi sin ganas, con una de sus 6 patas rotas, una coraza debilitada y moribundo, hacía un gran esfuerzo por seguir adelante. En su camino se topó con una enorme bestia de piel marrón, opaca y fría que amenazaba al pobre insecto, imponiéndose ante su pequeñez, su diminuta y absurda existencia. Se quedó inmóvil, sin siquiera mover una antena. La bestia también permanecía quieta, en silencio, pero recordándole que si hacía un mínimo movimiento podría aplastar al insecto con un rugido feroz, de un soplo y con más frialdad de la que aparentaba. Todo en la escena permanecía calmo, hasta la niebla pausó su danza con el aroma de un café apagado. La bestia contra la pequeña criatura. –«Cliché». –Pensó el hombre de bata. De repente la tensión comenzó a incrementarse cuando uno de los dos decidió dar el primer paso. Un pequeño paso se oyó en el mundo microscópico. – ¡Pero que osadía! –Gritó la gran bestia tomando impulso para levantar su enorme cuerpo y aplastar al asqueroso e impertinente insecto. No pudo hacerlo, tenía el corazón helado. Se oían sirenas a lo lejos.


~ 37 ~ –Pobre de la bestia. –Susurró el hombre de la bata– Ahora tendrá que pagar por sus actos. El canto de las sirenas se acercaba cada vez más, el castigo era inminente y la bestia lo sabía, era consciente de haber intentado aplastar al pequeño e inocente insecto; aunque viva, la diminuta criatura se encontraba asustada y amenazada. Una patrulla detuvo su andar, arrastrando las ruedas, tratando de controlar la inercia que la empujaba. La bestia le suplicó al insecto que la perdonara, que sus intenciones fueron malas debido a una vida difícil, que no había sido su culpa. El insecto no aceptó sus disculpas y se hizo a un lado para que el oficial pudiera proseguir con el arresto. – ¡Manos arriba! –Gritó el oficial, sujetando firmemente un arma 9 mm con mango marrón. Los desorientados ojos del hombre se dirigieron en cámara lenta hacia el oficial, quien lo miraba fijo apuntando con su arma. – ¡Suelte el cuchillo y levante las manos! –volvió a gritar el uniformado. El hombre sin comprender giró la cabeza despacio primero hacia la casa, y luego hacia abajo. Una mancha de sangre helada cubría su mano y goteaba a través de un cuchillo de cocina. La taza de café fue reemplazada por un teléfono cuyo último número marcado era 911. En el piso un insecto yacía aplastado.


~ 38 ~ Francisco J. Barata Bausach Es un fotógrafo y escritor que nos dice, ―no soy escritor, solo estoy aprendiendo a escribir. Soy un tipo mayor, ya con 67 años, que nunca antes había hecho literatura‖. Escribe porque le gusta, lo ha descubierto tarde, pero ahora le apasiona. Su profesión fue la economía, aunque ahora está jubilado. En un tiempo lejano también se dedicó a la fotografía, con éxito, pero hace mucho que la dejó. Aunque se considera entendido y le gusta, la ha cambiado por la literatura.


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~ 40 ~ Marcelo Medone Nació en Buenos Aires, Argentina, en 1961 y creció en Montevideo, Uruguay, adonde se recibió de médico. Obtuvo la ciudadanía uruguaya además de la argentina. Trabajó como periodista en radio, diarios y revistas. En 1989 se mudó nuevamente a Buenos Aires, siguió trabajando como corresponsal para medios gráficos y se recibió de Pediatra, profesión a la que todavía se dedica. Es tenor en coros, toca el piano, dibuja y pinta. Asistió a cursos y talleres de escritura de cuento, novela, poesía, teatro, narración oral, guión cinematográfico, producción cinematográfica, crítica cinematográfica, dibujo y pintura. Ha escrito cuentos, libros-álbum, cuentos ilustrados, microrrelatos, poesía, novelas, canciones, obras de teatro y guiones cinematográficos de corto y largometraje. Su primer libro, Nada Menos que Juan, fue premiado en el VI Concurso de Cuento Infantil Los niños del Mercosur, ilustrado por Liliana Menéndez y publicado en 2010 en edición bilingüe español / portugués por la Editorial Comunicarte de Córdoba, Argentina. Posteriormente, sus cuentos y microrrelatos han ganado varios premios internacionales y han sido publicados en blogs, revistas literarias y antologías de Argentina, Chile, Bolivia, Ecuador, México, Canadá, España y África. Actualmente vive en la localidad de San Fernando, en el Gran Buenos Aires.

La guerra del agua La Primera Guerra fue la del fuego. Los hombres de las cavernas que no poseían el secreto de su dominio lucharon con aquellos que sí lo tenían. Luego de largas lunas de combates sangrientos, todos los hombres aprendieron a usar el fuego para su beneficio. La Segunda Guerra fue la de la tierra. Durante siglos, los reyes y los poderosos mandaron a sus ejércitos a luchar por los territorios de sus vecinos.


~ 41 ~ Se crearon nuevos nombres de reinos y países para las tierras conquistadas y banderas para que flamearan en lo alto de los castillos, palacios y casas de gobierno. La Tercera Guerra fue la del aire. Las grandes empresas de comunicaciones lucharon por apropiarse del espacio exterior por medio de sus cohetes y sus satélites. Millones de aparatos inteligentes daban vueltas sin parar alrededor del planeta, conectando a miles de millones de personas que pagaban por tener cada vez más servicios que antes no necesitaban. La Cuarta Guerra fue la de las Pestes. Una tras otra, se desataron pandemias producidas por virus cada vez más difíciles de controlar, que llevaron a la civilización al borde del colapso total. La Madre Tierra se había tomado revancha por nuestra falta de respeto al medio ambiente. La Última Guerra fue la del agua. Más específicamente, la del agua dulce. Empezó allá por el año 2120. Es la que todavía estamos luchando desde hace cinco siglos. En el planeta ya casi no hay habitantes. Los campos y las selvas fueron arrasados y se convirtieron en desiertos. Al final contaminamos todo: el suelo, el aire, el agua. Solamente se salvaron las nieves eternas de las montañas más altas y los casquetes polares que ahora son grandes bloques de hielo flotantes a causa del Gran Calentamiento. La vida silvestre pareció extinguirse, pero han quedado algunos enclaves en los que los organismos aprendieron a sobrevivir sin nosotros. Los mares subieron al derretirse los polos y todas las ciudades costeras fueron sumergidas. Perdimos a Nueva York y a San Francisco, a Roma y a Londres, a Shangai y a Sidney, a Buenos Aires y a Río de Janeiro. Los que quedamos nos estamos muriendo de hambre, de sed y de calor. La utopía de escaparnos al espacio exterior quedó en la nada. Era lógico: si no pudimos cuidar de un planeta era imposible hacerlo con otro. Fuimos obligados a retirarnos a vivir a las montañas, buscando el frío y las fuentes de agua todavía no contaminadas de los menguantes glaciares. Algunos rebeldes se refugiaron en las islas de hielo, pero no todos nos animamos a vivir como náufragos en el mar. Mi nombre es Catriel y mi linaje se remonta hacia atrás muchos siglos, desde antes del comienzo de la Guerra del Agua. Pertenezco a la Tribu de los Andes del Sur. Cada tanto luchamos con los de la Tribu de los Andes del


~ 42 ~ Norte o con los de la Tribu del Gran Iceberg Antártico. A veces los habitantes de la Tribu de las Nieves de los Alpes se arriesgan a venir a buscarnos y también peleamos contra ellos. Con los habitantes de la Tribu del Gran Iceberg Ártico o con los de la Tribu del Himalaya casi nunca nos encontramos. En realidad, hace mucho que no sabemos nada de ellos. Quizás han desaparecido. Nunca se sabe. Escribo esto desde el búnker subterráneo de nuestra aldea, donde se hallaba la antigua ciudad de Bariloche. Quedamos cien habitantes, aunque el hambre y las enfermedades nos están diezmando. Y el enemigo nos está cercando. Una tribu desconocida está a nuestras puertas y se encuentra cañoneando nuestras reservas de hielo en las cumbres. Por suerte tenemos alimentos para soportar un mes más de asedio, pero si nos cortan el suministro de agua tendremos que rendirnos antes de ese tiempo. Se acerca mi lugarteniente, Ñancucheo: —Comandante, los atacantes encontraron la Puerta. Detrás de Ñancucheo vienen dos soldados demacrados y pálidos. Hace semanas que resisten los bombardeos y no ven la luz del sol. Yo debo parecerme a ellos, pero hace mucho que perdí mi último espejo. Trato de parecer más entero de lo que me encuentro. —La Puerta está sellada a prueba de asaltos. Pero también es nuestra única salida. Esperemos que se cansen pronto y no prolonguen el bloqueo. ¿Qué informan del Observatorio? El Observatorio es poco más que un puesto de vigilancia con un periscopio que le arrancamos a un viejo submarino nuclear que encalló en la Patagonia antes de que la cubriera completamente el agua. Ahora estamos rodeados por el Mar Patagónico, que nos arrinconó contra la Cordillera de los Andes. Ñancucheo lo mira a uno de los soldados, al que le dicen el Manco, aunque solamente le amputamos dos dedos de una mano luego de que pasó una noche atrapado en el hielo de la montaña. El Manco teclea en la terminal de la pared con los ocho dedos que le quedan, mirando atentamente la pequeña pantalla fosforescente. Durante unos minutos, se comunica frenéticamente con el Observatorio. Noto que se emociona pero trata de disimularlo. Es un gran soldado. Concluye su intercambio y me dice:


~ 43 ~ —Parece que nuestros atacantes pertenecen a la Tribu del Gran Iceberg Ártico. Se trata de un contingente reducido. No llegan al centenar: estamos parejos en número. Me pregunto por qué los Árticos se tomaron la molestia de bajar tantos miles de kilómetros para disputarnos el agua, cuando se supone que ellos tienen más que nosotros. Quizás sea por la contaminación radiactiva que sufrieron en el Norte. O por los efectos a largo plazo de la minería a cielo abierto que contaminó las napas. El otro soldado, de apellido Sánchez, interrumpe mis pensamientos: —Pero todavía tienen municiones para atacarnos… El Manco, que había vuelto a manejar la terminal, interviene de nuevo: —Nos informan que los Árticos acaban de desplegar una bandera amarilla. Quieren parlamentar. En ese momento me doy cuenta de que en los últimos minutos no hemos escuchado más disparos de cañón. Quizás nuestros atacantes sí quieren dialogar en vez de luchar. No nos vendría mal una tregua. —Ñancucheo: ordéneles a los del Observatorio que icen la bandera de aceptación de parlamento. Dígale a la cuadrilla de ingenieros que destrabe la puerta principal. Y prepare a los escoltas para una expedición. Voy a salir a conferenciar. *** Una hora después, Catriel, Comandante de la Tribu de los Andes del Sur, se reunió con Koyuk, Jefe Supremo de la Tribu del Gran Iceberg Ártico. El descendiente de la dinastía tehuelche y el heredero de la casta inuit se miraron a los ojos y se reconocieron como iguales. Dos sobrevivientes en un mundo hostil. Se estrecharon las muñecas y sellaron el Primer Acuerdo de Paz de la Guerra del Agua. Todavía quedaba mucho por hacer. Pero era un buen comienzo.


~ 44 ~ Edna Lira Mexicana de periferia, 26 años. Juega a ser poeta. Es lingüista de profesión. De ahí aprendió a enredarse con las palabras y a hilvanarlas en la hoja en blanco. Dato curioso: es taekwondoína. Combatir con otros taekwondoínes (pero también con su condición periférica) le ha enseñado a imprimir fuerza a cada cosa que hace.

Desmembramiento Dijeron que serían 15 días. Luego, otros 15 más. Y, así, se fue extendiendo la vida detrás de las ventanas, del cubrebocas, de los desinfectantes. Día 40. Ya es un verdadera cuarentena. Día 40 por la noche. (Día 41 en la madrugada para ser precisa). Me da miedo irme borrando frente a la gente... Me da miedo ser una silueta irreconocible... Me da miedo olvidar y que me olviden... Me da miedo vivir con mi familia eternamente... Me da miedo descubrirme viviendo en una violenta violencia vibrante: aunque mi familia no lo diga, siempre hay indicios que el cráneo me taladran:


~ 45 ~ soy la inútil que de escribir poesía vive, soy la que se quedó inútilmente varada sin dinero, sin chamba. Aquí, lo que vale es tener fierro y plata. Día 42. (Otra vez en la madrugada). La ansiedad se escurre bajo la puerta, y como una neblina pesada me susurra temores que me atragantan la vida, la esperanza... Cuando concilio el sueño en sueños veo mi cuerpo: es irreconocible, yo ya no me pertenezco. Recuerdo cada atropello. De las miles de fracturas, ésta, ésta, ésta ha sido la más extraña: me han echado de mi cuerpo, yo ya no me pertenezco. Día 50 y algo. (Ya perdí la cuenta). No me deprime estar aquí, trabajando frente a una computadora 24/7. No me deprime estar aquí, sin hacer el amor. No me deprime estar aquí.... No me deprime… No me…


~ 46 ~ No... Me repito todos los chingados días, porque todo me oprime y reprime: las paredes, las ventanas, el silencio, este vacío de amor ausente, en el que caigo incesantemente con otros, con otras, contigo, conmigo. Y, así, mientras voy cayendo, me percato de lo imperceptible: nunca hubo algo que realmente me perteneciera: ni mi cuerpo, ni mis deseos, ni mis miedos. Y, cuando toco fondo, me percato de lo imperceptible: ya no soy unidad, soy cuerpo desmembrado, soy lo que se fue quedando, noche tras noche, en los despeñaderos nocturnos.


~ 47 ~ Carina Castillo Ledón Pretelini Instagram @clpcarina

Es una joven nacida en la ciudad de México en el año 1996; desde sus primeros años de vida ha mostrado interés tanto en el dibujo como la escritura. Se graduó en Diseño Gráfico Digital. En la actualidad se encuentra aprendiendo maquillaje para efectos especiales de forma autónoma; se puede encontrar un poco de su trabajo en Instagram y en la página de Facebook ―Carina Clp‖.

Encontré la respuesta: Un día me creí la persona más poderosa del mundo. Sentía que no había mal que pudiese contra mí. Mi escudo era más fuerte que el diamante y más precioso que la oxidiana. Tenía la certeza de pensar ser invencible. De decir que nada ni nadie podría contra mí, Y vaya que tuve la razón. Ya que no existe un enemigo que no esté fuera de mi cabeza. Yo fui esa manzana que se dejó añejar con el pasar de cada mancilla. Fui esa huella en la arena que el oleaje nunca alcanzó. La verdad es que no me quería tomar el tiempo suficiente para reconocer. Que la única persona que me puede destruir soy yo.


~ 48 ~ Construir el grito

Vivimos en un individualismo vacío, que se derrite y provoca caos cuando los sentimientos se presentan a nuestra puerta. Nos acostumbramos a vivir por y para nosotros mismos, los demás que hagan su vida. Las lágrimas no son de tristeza por perder a alguien, o de felicidad por nuestros amigos, son de frustración, estrés, cansancio. Nos abruma el mundo, porque nos abstraemos en nuestro caparazón de piedra, para no sentir, para sobrevivir a lo que nos pega en la cara, a lo que no le podemos mentir. ¿Quién quiere ser débil, vulnerable, cuando puede ser al que todos admiren? ¿Quién prefiere ser un llorón antes que el ejemplo de la perfecta sincronía de vida social, laboral y estudiantil? Nos hemos olvidado lo que era sentir. Nos encerramos en un cuerpo que recibe los golpes, pero que no se aguanta la risa descontrolada, los ―te quiero‖ a las tres de la mañana, o lanzarse al vacío. Las personas están ausentes, la sociedad se ha invisivilizado, cada uno vive en sus propios problemas. No miramos más allá de nuestras narices. No nos importa el otro, porque le compramos un seguro de vida a nuestro corazón. Todos huimos de la lluvia, y no disfrutamos lo hermoso que es mojarse y saltar los charcos de agua, dormimos para no pensar, no nos enganchamos con esa persona que nos mueve el piso, no visitamos a los abuelos, y dormimos la ebullición de sentimientos en alcohol. ¿Por qué nos asusta el dolor fogoso que trae consigo la felicidad? ¿A caso alguien nos dijo que no fuésemos tan intensos? La intensidad es lo que nos vuelve a la vida cuando lo demás nos murió la sangre. Nos aislamos del mundo por miedo al colapso de nuestros cerebros. No somos máquinas, no. Nos olvidamos lo que era rasparnos las rodillas y llorar con el corazón, no recordamos el aroma a bizcochuelo que había en la casa de los abuelos, nos fuimos extinguiendo en lo que ―nos hace bien‖, en lo que nos hace no sentir pasión. Ser tristes, llorar, patalear, gritar, reír a carcajadas en lugares públicos, pasar vergüenza, llegar a nuestra meta, festejar en cada primavera el amor que nos tenemos o la libertad de las alas, eso es sentir.


~ 49 ~ Hay que dejar de escribirle mensajes a la indiferencia, beber para olvidar, fumar para ser felices, no decir lo que sentimos por miedo al rechazo, no bailar por temor a que nos vean. Tenemos que aprender a tirarnos de los precipicios y desplegar las alas en el camino. ¿Vamos a golpearnos? Obvio que sí. ¿Va a doler? Y no sabés cómo. ¿Habrá lágrimas? Muchas, pero también risas. No le debemos al mundo un ramo de flores, el mundo nos quiere desastre, caos y revelación. Seamos el tumulto de sentimientos que nos ahoga a la madrugada. Porque si hay algo que nos enseñan las lágrimas, los sacrificios, y todo lo que se nos va cayendo cuando creíamos que teníamos la existencia resuelta, es que estamos vivos, y vale la pena construir el grito.

Antonella Gatti @antonellagatti__


~ 50 ~ Intermitente. Taxonomía del encierro Instagram @intermitentecba

Esta propuesta se trata de un Proceso Artístico Colectivo en el marco del aislamiento social, preventivo y obligatorio ante la llegada del Covid-19 a nuestro país durante este año 2020. La idea/iniciativa surgió de Nahuel Sanchez Tolosa, artista visual y diseñador formado en la Universidad Provincial de Córdoba. Tras varios días de encierro y produciendo en casa acompañado de algunas lecturas, proyectó esta idea de obra de arte colectiva e itinerante en un contexto en que la ciudad está detenida o al menos eso pareciera. A partir de lo que se denominó Volumen 1, el artista comenzó un proceso de obra abriendo simultáneamente una convocatoria a través de la red social Instagram. Esta convocatoria tuvo gran repercusión y en poco tiempo se diseñó y llevó adelante un circuito artístico que conecta diversos barrios de la ciudad de Córdoba Capital. Un grupo de once artistas recibe una obra de arte; cada quien en su domicilio. Las entregas de la obra se efectuaron en un intervalo de cinco días aproximadamente cada una. A través de algunas instrucciones, quienes la receptan, realizan acciones artísticas sobre los elementos ya disponibles en el paquete y llevan adelante registros que, en paralelo, se publican en el Instagram. La cuenta en la que se encuentra ese registro es: @Intermitentecba. Allí, como si se tratara de una galería virtual, se detalla todo el proceso


~ 51 ~ colectivo: a partir de mapas de la ciudad, junto a relatos, imágenes y videos que cada artista va realizando, se va construyendo la intervención colectiva a medida que recibe la obra. Una vez finalizado el circuito, la obra -en ese estado de intervención colectiva- regresa al lugar donde comenzó el proceso dando por finalizado este primer tramo. Se trata de una obra de arte colectiva, ejecutada en una situación inédita e histórica que toca vivir como sociedad y que pone en diálogo –pero también en tensión- la situación de encierro que se atraviesa. Tomando como punto de partida la mirada de diferentes artistas -residentxs de la ciudad de Córdoba- se materializa desde el campo artístico la cuestión del encierro y sus derivas. El Volumen I de este proceso Intermitente está constituido por los siguientes artistas y diseñadores: Nahuel Sanchez Tolosa – Mateo Tobar -Dolores Otero Gruer – Maria Gracia Ale – Constanza Ruibal Fernanda Bosetti – Martín Vasallo – María Chavez – Gisela Cassettai Andru Yanez - Amparo Salles Melisa Ramos. Intermitente. Taxonomía del encierro surge como una propuesta emergente en condiciones coyunturales que habita la humanidad; es una propuesta de visibilización de la producción artística local por fuera de los circuitos artísticos hegemónicos que, ante esta situación, permanecen cerrados. También una metáfora del encuentro, donde el verse para producir, es posible hoy a través de un mapa virtual que conecta una ciudad desde el arte.


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~ 56 ~ Recomendaciones- Series

How I met your mother es una serie de televisión que se estrenó en el año 2005. Trata sobre Ted Mosby, quien les cuenta a sus hijos cómo, hace bastantes años, conoció a su madre. Así, Ted, Barney, Lily, Marshall y Robin, pasarán juntos un montón de aventuras, relaciones amorosas, y charlas en el bar MacLaren’s, que los llevaran a sus propios destinos. Es una serie hermosa que mueve emociones, nos hace reír y llorar, y nos muestra lo simple de la amistad y lo compleja que puede ser la vida.

Orphan Black es una serie americana de televisión lanzada en el 2013 y cuyo género es de ciencia ficción, drama y acción. Comienza cuando Sarah, una joven huérfana presencia el suicidio de una mujer idéntica a ella, por esa razón, se apropia de su identidad y descubre que aquella no era la única idéntica a ella. El conflicto central es que ella y sus clones están siendo perseguidas y asesinadas. La misma consta de 5 temporadas y 50 episodios en total. Su trama es atrapante desde el capítulo inicial.


~ 57 ~ Recomendaciones- Películas

Becoming Jane es una película inglesa protagonizada por Anne Hathaway y James McAvoy. Cuenta la historia de la famosa escritora Jane Austen. Quien se ve forzada, por sus padres, a casarse con el sobrino de una multimillonaria. Pero ella ve en ese matrimonio la muerte de su creatividad, por lo tanto, comienza a relacionarse con Tom Lefroy, un humilde y rebelde aprendiz de abogado. Para quienes aman Orgullo y Prejuicio, esta película pasará a ser una de sus favoritas.

La piel que habito es una película española protagonizada por Antonio Banderas, que encarna a un cirujano quien, luego de múltiples acontecimientos traumáticos, decide vengar en mano propia a su esposa e hija fallecidas realizando múltiples experimentos sobre una cobaya humana a quien convierte en una persona completamente diferente. Esta película lanzada en el 2011, de thriller psicológico ha recibido múltiples premiaciones como la de mejor película extranjera. La trama les helará la sangre a medida que vayan hilando el argumento que nos presenta.


~ 58 ~ Recomendaciones- Libros

Eleanor y Park es una novela juvenil que narra la historia de amor de dos adolescentes, desde la perspectiva de cada uno. Eleanor es una pelirroja regordeta que sufre problemas en su hogar, debido a un padrastro violento, una madre sumisa y dos pequeños hermanos entrometidos. Park, en cambio, vive en un buen vecindario, de padres asiáticos y exigentes, juzga a Eleanor simplemente por su apariencia, hasta que sin darse cuenta, se encuentra conectado a ella a través del gusto por cómics y buena música. Una hermosa historia que nos hace lagrimear y recordar cómo son los primeros amores.

Todo es eventual es el primer libro de relatos escritos y publicados por el famoso autor Stephen King en 2002. Alejado de las novelas, el autor nos presenta 14 relatos de carácter, sorprendentes, misteriosos y terroríficos. No podrás dejar de leerlo aunque quieras, es un libro de lectura ligera y rápida en donde conocerás nuevas facetas de escritura del autor e incluso un acercamiento bastante importante a través de su prólogo.


~ 59 ~ Diccionario sin Coronita

En nuestra quinta edición volvemos con el Diccionario sin coronita, proyecto llevado a cabo por la Editorial cartonera de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. Este diccionario busca registrar las palabras que utilizamos individual y colectivamente caracterizando nuestra manera de habitar el mundo. La idea surge ante la realización del congreso de la lengua española organizado por la RAE y el Instituto Cervantes que nos limita una soberanía lingüística. Por ende, su objetivo será crear un diccionario de nuestra lengua que no sea restrictivo. Choco: sustantivo. Dícese de una bestia canina de pequeño, mediano o gran porte, variado pelaje, color y raza que arremete con sus ladridos contra el/la transeúnte o ciclista, en pos de hacerse de su tobillo. Sustantivo genérico usado en el sur de la provincia de Córdoba y en algunas localidades de la provincia San Luis. Comúnmente se usa cuando se usa cuando se desconoce el nombre del animal. Ej.: ―Fuera choco‖, ―Como se llama el choco?‖ (Colaboración de Lorena Nata de Río Cuarto, Argentina). Chomaso: 1. adjetivo. Se dice de una actitud o hecho feo o desagradable. Ej.: ―Lo que me hiciste es chomaso‖, ―la fiesta estuvo chomasa‖. 2. adjetivo. Dícese de la cosa, situación o persona que resulta fea, desprolija, desagradable o de poco valor o gusto. Puede parecer a veces con z. Su abreviatura es ―chome‖. Suele usarse en contextos coloquiales, como manera de enfatizar algo poco recomendable. Ej.: ―Esa película está chomasa‖. (Colaboración de Patricia de Córdoba Capital, Argentina).


~ 60 ~ 3. adjetivo. Se dice de algo hecho a medias, que no es ni bueno ni malo. En Córdoba: feo, aburrido. Ej.: ―Está chomaso, mi vieja no me dejó salir‖ (Colaboración de Miriam de Córdoba, Argentina). 4. adjetivo. Término utilizado por los cordobeses, en ámbitos cotidianos, para dominar acciones no afortunadas. Sinónimo de malo. También suele usarse el término ―chomi‖ en su lugar. Ej.: ―Chomaso tener que ir mañana‖; ―está chomaso‖. (Colaboración de Flor de La Paz, Entre Ríos, Argentina). Chome: adjetivo. De poca monta, ordinario, falso. Despectivo. Ej.: ―Esa remera te queda chome‖. (Colaboración de Augusto Orta de Córdoba, Argentina). Chongamor: sustantivo. Dícese de la persona por la que otra siente afecto sin compromiso. Unión transitoria de dos personas sin fines de lucro. Origen desconocido. Se cree que habría surgido de la necesidad de nombrar aquella persona que no alcanza estatuto de novio ni de esposo. Denominación usada generalmente en diálogos relacionados a la vida sentimental de una persona. Usos preferenciales: Orales. Sistema de mensajería whatsapp. Ej.: Diálogo: ―¿Presentaste a Martín en la casa de tus viejos?- No, es un chongamor‖ (Colaboración de Libera de Córdoba Capital, Argentina). Chonguear: verbo. Dícese de la dinámica de relación en la que dos personas se gustan mutuamente y se sienten atraídas de manera emocional y/o sexual pero se frecuentan circunstancialmente. Viene del sustantivo Chongo. Ej.: ―Yo este viernes voy a chonguear pero el sábado me junto con ustedes.‖ (Colaboración de Les Mandragores -UNRC-, Córdoba). Chui: sustantivo. Expresión que suele utilizarse en la provincia de Jujuy, para manifestar que el clima es muy frío. Se cree que deriva de la palabra aymara Ch’uch’u que significa frío o helado. Ej.: (Colaboración de Andrea de Jujuy, Argentina).


~ 61 ~ Chumbar: verbo. Incitar a otro/a para que reaccione violentamente, sacar de quicio. Ej.: ―Me está chumbando para que yo me saque y le pegue, pero no le voy a dar con el gusto‖ (Colaboración de MA de Córdoba, Argentina). Chunchula: sustantivo. Sinónimo de pene. Modo simpático de referirse al miembro masculino. Ej.: ―Me pegaron en la chunchula‖ (Colaboración de Manuel de Córdoba, Argentina). Chunflear: verbo. En el juego de las figuritas, propinar una paliza al/la adversario/a, ganándole todas sus figuritas en el juego. Se usa también con las bolitas. Sinónimo: frunchar. Etimología desconocida. Formaba parte del lenguaje corriente de lxs niñxs, en la década de los 1970. Ej.: ―José volvió llorando a su casa sin una figurita. El Chavo lo chunfleó‖. (Colaboración de Federico Lavezzo de Córdoba, Argentina). Chupar: verbo. Secuestrar. Ej.: ―Anoche lo chuparon a Javier‖. (Colaboración de Ragací de Córdoba, Argentina).


~ 62 ~ Aquí es donde finaliza la 5° edición de nuestra revista Marginalees. Es un proyecto, por ahora digital, que salió a la luz ya que siempre pensamos que existen maravillosos artistas en nuestro país, y en otros lugares, que no son reconocidos como merecen. Como verán, todo lo expuesto en la revista, excepto una o dos cosas, son de artistas de las sombras. Creemos que si difundimos de esta manera a quienes embellecen el mundo, podrán encontrarse todas las ovejas negras de esta sociedad, y formar una comunidad de ―excluidos‖, o como nos llamamos nosotras mismas, Marginalees. Esperamos que en la próxima edición recibamos aún más material, así la gente tiene la posibilidad de conocer el arte oculto bajo las rendijas de nuestro país, y de nuestra tierra. Para enviar material solo tenés que seguirnos en nuestras redes sociales. En Instagram como @marginalees, y en Facebook como Marginalees Revista Cultural. O podés contactarnos vía e-mail, con el asunto Revista N6, y enviarnos cualquier proyecto artístico que tengas en mente a marginalees@gmail.com.

Esperaremos sus mensajes.

Antonella Gatti y Candela Gottig


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