Marginalees Edición N°10

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MiJoChi Tiene 57 años, dice de ella misma que es polimática, una artista integral: artista plástica, actriz, dramaturga, directora y docente teatral, poetisa, narradora y cantante. Se inicia en las artes plásticas y en el teatro desde hace casi 40 años. Es Dra. en Educación, Lic. En Lengua y Literatura, postgrado en Desarrollo Curricular y especialista en Educación artística, Cultura y Ciudadanía. Escribe su primer poemario (impreso, dibujado y maquetado manualmente), llamado LibreAmorArte, cuya temática fue el amor pero experimentando libremente con caligramas.

Efecto espejo (MetaPoe) Su imagen me refleja. El espejo de una que respira y exhala arte. Efecto espejo con mi persona favorita. Y lo es, no por ella. Un reflejo que proyecto de su ser en mi, a pesar de ella misma. Es por lo que por ella yo siento. Lo que me hace sentir. Lo que siento por él. Como un espejo que manifiesta lo que hay en mí...en cierto modo. Amo lo que se fulgura de mi amor por él. Realismo mágico. Veo en ese espejo que muy lenta e imperceptiblemente me estoy dando por vencida desmoronando bemoles en clave de sol. Mi Sol. Muto en este otro ángulo del prisma. Y en este otro. Y en este otro.


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Vibro en ritmo de saudade. Eso sí, jugando con las letras. Experimentando versos sinestésicos. Efecto espejo de mi amor por él es un todo en los diminutos y palpitantes trozos de mi corazón. En este lienzo de bocetos imposibles. Que danza @rrobado en escenario virtual.

Irradio en la dirección inversamente proporcional. O en este otro plano. O en este otro. O en este otro. O en este otro O equidistante. Donde no lo enceguezca. Donde lo ilumine a contraluz. Siempre alumbrando su protagonismo y presencia en mí. Habito en una onda hertziana que no habla en primer plano. Sintiendo, en sintonía cuántica, aquella voz deliciosa, ronca y dulce del interior de su espíritu. A pesar de que lo emite, lo que me dice el efecto espejo, es que esos susurros no lo sienten sus propios oídos sordos. No sabe lo que dice. No tiene por qué. Muy a su pesar, mi persona favorita sin saberlo, Saltó del cristal y se inclinó en mi cama, hundiendo suavemente mi almohada, despertándome una madrugada de ensueños, diciéndome: ―Aquí estoy. Te espero‖


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Diego Vidal Santurión Instagram: @santuriondv

Escritor uruguayo, nacido en Montevideo en el año 1981. Cursó estudios de Historia y Literatura en el I.P.A. Actualmente integra el grupo Escritores Creativos de Uruguay, y la Comisión para las artes del Club Del Trompa Negra. Ha publicado poesía y narrativa en revistas digitales y antologías físicas de Latinoamérica y España. Sus cuentos, micro relatos y poemas han obtenido menciones en Uruguay, Argentina, México y España.

De profesión Empleado Agonizo. Pero tengo el techo y la comida asegurados. Como en la cárcel. O como en los reiterados hospicios en los que me hice pasar por loco, y de los que apenas en una ocasión pude escapar. Agonizo. Pero tengo el techo y la comida asegurados. Como en el sanatorio. O como nunca me ocurrió en pretéritas pensiones de tierra y queroseno, de las que siempre se empecinaron con echarme a patadas, a los gritos, y alguna que otra vez, también, a los tiros. ¿Dónde quedó mi anhelo de París? ¿En la nada polvorienta de mi antigua biblioteca? ¿Dónde diablos quedó mi biblioteca?


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Mi copa de vino mirando el hogar, mis cigarrillos Camel… por dios, qué terraja. Quedó en la nada. Pero tengo el techo y la comida asegurados. Como en aquella urna, tibia e iluminada, en la que dicen que fui poco menos que un pollo. O como en la casa de los viejos, cuando ni siquiera imaginaba llegar a sostener tanta agonía.


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Alberto Isaac Gutiérrez Martínez Correo electrónico: albgutierr@hotmail.com Facebook: Alberto I. Gutierr

1990 San Luis Potosí, México. Estudió la licenciatura y la maestría en Antropología social en su ciudad natal. Su interés académico ha estado orientado a reflexionar sobre el pensamiento de mercado, y actualmente escribe textos literarios con el fin de abordar diversas temáticas que vive la sociedad contemporánea.

Cadáver por regresión "¿Puedes verme?", fueron las palabras que dijo Antoine, después de que Sergio le confesara que él era capaz de percibir su miedo a ser destruido, de la imperfección de su fachada y de su ingente necesidad de agredir, buscando dejar atrás la imagen de víctima para convertirse en el monstruo, en un intento desesperado por ser papá o los bullys de la escuela. Antoine no pudo evitar sentirse incómodo, de saberse desnudo frente a otro, y cuando la presa de recuerdos finalmente se rompió, Antoine decidió sacar su pistola para después fulminar a su interlocutor con un disparo a quemarropa. Sergio, el ahora cadáver, se desplomó rápidamente sobre su silla, mientras que lo invisible regresaba lentamente a su sitio. Fue así como una de las claves de la depredación humana volvió a estar a salvo, al menos por unos días más.


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Asalto El asaltante me apuntó con su pistola para después decirme que le entregara mis pertenencias, que le diera mis audífonos, mis tenis, mi celular, mi cartera, y yo al saber que mi valía personal dependía de todas esas cosas, darlas sin pelear hubiera sido un autoatentado, un crimen a lo más sagrado, un golpe a mi existencia. La lucha no podía ser descartada, tenía un hedor a inevitable, pues no estaba dispuesto a permitir que tomara mi identidad de mercado, mientras me restregaba en mi cara mis comienzos en este mundo como una criatura inútil, sin precio, sin valor. No tuve más remedio que pedirle que me asestara su mejor golpe, y el asaltante al observar mis puños levantados, él hizo lo propio, alzar los suyos, para después todo volverse oscuridad. El ladrón fue implacable, el cretino me respondió.


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Natalia De los Ríos Nace el 30 de Noviembre de 1976, en Valencia Estado Carabobo. Desde niña tuvo inquietudes artísticas hacia el dibujo y la pintura, por lo que sus padres la apoyaron inculcando el amor hacia las bellas artes. Al terminar sus estudios decidió iniciar la carrera de Educación Mención Artes Plásticas, en la Universidad de Carabobo, de la cual egresa en el año 2001. También incursionó en el mundo fotográfico. Actualmente se dedica a la ilustración de textos, y de igual manera a impartir dichos conocimientos, dando clases particulares de dibujo y pintura.


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Milrosass Instagram: @Milrosass

Nació en Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en agosto de 2003. Actualmente cursa sus estudios secundarios. Escribió una gran cantidad de cuentos. Fue seleccionada en el concurso de Visiones 2020, de la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror, con su cuento Papas. Tiene terminadas cinco novelas, le gusta describir en ellas su visión acerca de la sociedad de una manera sutil y construir historias de fantasía que representen sus ideales, de manera actual, pero sin dejar de tener un toque poético.

Perdices —No se puede creer que admirando tantas perdices tengas esa cara. — ¿Qué cara? —Esa cara que no llega a tener expresión de nada. —Es mi cara. Mientras tanto acariciaba suavemente el marco, la admiraba como si se tratara de algo especial, cuando en realidad era igual a todas, ignoraba que yo me había distraído cinco veces mirando la hora, ese sonido peculiar que hacen las agujas cuando el tiempo te agobia. Nos quedamos así, sin decir nada. El intentó ponerse las manos en los bolsillos, pero el pantalón carecía de ellos, dos huecos que solo sirven para evadir el aburrimiento. Me empecé a interesar en ese jean desgastado, que tiene, si miras fugazmente, unas rayas defectuosas en la zona de las pantorrillas. Empieza con la ausencia de forma, carece de línea temporal, tampoco está a la moda. ¿Estaría en un negocio? ¿Habría tenido el cartel de oferta? Me impresionaría aún más el saber que no poseía botones, que finaliza sabrá Dios dónde. Descubrí, entonces, que había más belleza visual en un pantalón sucio que en esa pintura. —Debes amar esto, ¡yo no podría cansarme nunca! —dijo enfocado en su exposición. —Es lo que me toca. — ¿Pero no te gusta? ¿Cuál era el punto? ¿Mentirle? Ignorar la sombra rigurosa, que no coincidía con el fondo. Le falta ese efecto, le falta darle volumen, y el brillo del lado izquierdo no seduce. Haría lo de siempre, evaluar, dar las correcciones, ser crítica y que me odien. Él no sabía que había presenciado seiscientas cincuenta y nueve


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veces el mismo recorrido, la misma actitud, las misma ideas, ¡todas yendo al mismo destino! —Estoy cansada de las perdices. — ¿Qué? —Sí, estoy harta, perdices en el centro, con colores que se complementan y hacen resaltar esa especie de cosa sin fundamento, no entiendo el sentido. Perdices representadas por diferentes nombres, dirán ser otros artistas, pero siempre se trata de eso; de perdices. —Las perdices son todo aquello que se necesita en una pintura, calma, convicción, estabilidad y… —Sí, ya sé estabilidad y serenidad, ya conozco todo eso. ¿Sabés cuántas perdices ví? ¿Sabés cuántos manuales me estudié? ¿Cuántas teorías analicé? ¡Miles! Y no sirvió de nada. — ¿Pero te gustó? —Es vulgar —se lo dije, punto, ya está. Sabía que continuaba con la charla para averiguarlo, para que califique su trabajo. —Me causas gracia, ¿quién podría sentir rechazo por las perdices? — preguntó. —Yo. Sacó el cuadro de la pared y se fue. Quedó entonces un salón repleto de vacío, de reiteración, de perdices invadiéndome la razón. Tenía que evaluar veintiséis pinturas iguales, las diferenciaban algunos centímetros. Por ahí, muy extrañamente, la perdiz podría escaparse del centro, correrse para un costado, pero nunca salir del recuadro. Es un misterio que a nadie le interesa resolver… ¿por qué todas las malditas pinturas tienen perdices? ¿Por qué ni una logra evadir esa estructura tan asfixiante y aburrida? Que me remueve a una realidad ficticia. ¿Qué pasa? ¿Toda persona que me cruce tiene el deseo irracional y estúpido de ser perdiz? No quiero parecer loca, pero me manifiesto completamente en contra, no le encuentro sentido, no tiene lógica, vivir toda tu vida tratando de encontrar una perdiz en una alfombra, pasa que todos tienen el sueño extraño de convertirse en perdices. La gente hace pinturas de perdices, tartas, muebles, cerámicos, relojes, y no sé qué cosas más. Uno no disfruta su nacimiento porque lo educan para eso; para ser perdiz. Están tan pendientes de conseguirlo, que se olvidan del resto, obsesionados, desesperados. — ¡Ay! yo tengo ochocientas cincuenta y cuatro perdices. —Yo ochocientas cincuenta y cinco, voy a ser más perdiz que vos. ¡Pero que manga de estúpidos por Dios!


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¿Saben qué? Me cansé, incendié mis ochocientas cincuenta y cuatro perdices, lo único que hacían era ocuparme espacio en la casa. Al ver el humo, vinieron los vecinos, no llamé a los bomberos, no quería que nadie las venga a rescatar. Pero los inconscientes pusieron las manos en el fuego, se peleaban: —Dame esa, dame la necesito. —No, yo la necesito más. — ¡Necesito ser perdiz por favor! —se quedaron con algunas, quemadas. Me observaban con asco. — ¿Cómo desperdiciaste tu oportunidad de ser perdiz? —cuestionaron. Me reí. Al día siguiente fui al trabajo, otra vez presentando esas pinturas comunes, ya vistas, ¡horribles! Mantuve la calma, me saqué la campera, los miré a todos fijamente y les dije: —Sus perdices no me importan, son todas iguales. Nadie va a ser perdiz, menos si se la pasan buscando mi aprobación. ¿Para qué demonios quieren ser perdices? —sacaron los cuadros del salón. Tomé el bastidor, hice el bosquejo de un poroto—. Bueno señores hoy vamos a pintar porotos, porque yo quiero ser un porto. Así suenan ustedes, así de locos. Me despidieron. Al regresar era una persona desempleada, a quien se le acababa de ir el único colectivo capaz de llevarla a su casa. Finalmente luego de una hora y media, llegué (viajé parada). Michi había hecho sus necesidades justo atrás de la puerta. No voy a describir de qué color quedó el cerámico porque sería bastante escatológico. Mi hija ya está acostada, es de noche. Siento un escalofrío… su abuela acaba de pronunciarle la frase; formulada para torturarnos, para acabar con nuestras decisiones. Nos crea una brújula y nos ubica en el norte, ¡sin razón! Nos crea una falsa y estúpida expectativa, a lo que resumo como simples mentiras. —Y comieron perdices, y vivieron… — ¡Porotos hija! Comieron porotos, no hace falta que coman perdices, pueden hacerse un pollo al horno, unas pizzas, unas papas fritas, vegetales. Lo que sea, y acordáte no enloquezcas nunca tratando de ser perdiz. Tapate, hace frío, mamá te va a comprar otro libro.


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Tifanny Flores C. También conocida como 'VampFire', es una profesora de inglés británico y escritora independiente, que nació el 24 de septiembre de 1988, en la Ciudad de México. Ha participado, con relatos de terror, en revistas de índole cultural, tales como 'TintaSangre' y 'Almicidio' de México; de igual forma, en la antología mexicana 'Viajes en el tiempo' y en el libro digital 'Microcuentos de terror: en tiempos del Coronavirus' de una editorial boliviana; actualmente, trabaja en la producción de un nuevo libro. Ha participado en eventos de poesía, oratoria, body painting e, incluso, exposiciones fotográficas; ha colaborado, como Prensa, para dos revistas mexicanas.


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Amaya M. Vicario Instagram: @amayaaraya

Es arquitecta técnica y escritora de relatos cortos. Para ella, escribir y expresarse fue una necesidad desde que era niña. Tras abandonarlo por su carrera universitaria, el trabajo y la maternidad, lo ha retomado con fuerza e ilusión, y ahora prepara la publicación de su primer libro de relatos En mil pedazos, que verá la luz el año que viene.

Tierra Prometida El chamán de la aldea me escudriñó a través del humo de las hierbas mágicas: —Ahora es el momento, Daren. Tendrás éxito si mantienes el coraje. Esa misma noche preparé un fardo con lo más importante y partí al alba. No me despedí de nadie, solo de mi madre, que me escuchó escabullirme y me detuvo en la puerta. — ¿Por qué lo haces? Tu vida correrá peligro. —Debo hacerlo, madre. Si alcanzo la Tierra Prometida, podré salvar la vida de todo el poblado. Sabes que aquí estamos condenados a la muerte. —Lo sé. Tú eres nuestra esperanza. Me abrazó una última vez antes de darme su amuleto, un colgante protector. Atravesé el Desierto de la Muerte, donde encontré los despojos de aquellos que habían osado cruzarlo antes que yo, pero el amuleto me dio suerte para encontrar el Arroyo Mágico en el que sacié mi sed para no morir. Más adelante, llegué a las Montañas de los Hielos Perpetuos, con tormentas de nieve que ya se habían cobrado las vidas de otros peregrinos. Allí conocí a Dakari, el Guía Sagrado, que supo enseñarme el camino y las guaridas donde protegernos para poder coronar la cumbre con vida.


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Y cuando ya pensaba que había superado todas las pruebas que había vaticinado el chamán, me encontré frente a un mar inmenso, pacífico en apariencia pero del que me habían contado que ya no había peces sino cadáveres. Me enteré de que solo Sirhan, el Barquero Lobo, tenía los medios para atravesarlo. En cuanto lo vi, supe por qué le llamaban así: toda la cara estaba casi cubierta por pelo, con la excepción de unos ojos penetrantes y astutos que nunca olvidaré mientras viva. —Si quieres viajar conmigo, debes darme un millón de dírhams —masculló con su voz silibina. —No tengo tanto dinero… ¡Pero necesito salvar a mi aldea! —Idiota, tu aldea no me importa nada. —Su sonrisa amarillenta y fétida me echó hacia atrás—. No me hagas perder el tiempo o acabaré contigo. Conseguí aquel dinero, pero no me hagáis explicar cómo. Cuando se lo entregué, sus manos escamosas estrujaron los billetes mientras sus ojos negros me taladraban. Parecían arrebatarme el alma. — ¡De acuerdo, amigo! ¿Ves como no soy tan diabólico como hablan por ahí? —Su risa perversa me heló la sangre. Sirham fue la maldad en persona. Nos metió a mí y a otros treinta aventureros en una barquichuela de madera y paja. Cuando las olas se elevaron hacia el cielo y el mar nos enseñó sus dientes de furia, aquella barcaza se hizo pedazos y muchos murieron ahogados. Mi amuleto me consiguió un tronco al que agarrarme y gracias a él, conseguí sobrevivir a aquel abismo de destrucción. Apenas había amanecido cuando las olas, esta vez magnánimas, llevaron mi cuerpo extenuado a la orilla. Toqué la arena con mi cara. Era suave, cálida, acogedora. No cabía ninguna duda, lo había conseguido, ¡ahora salvaría a todos los míos! Había alcanzado la Tierra Prometida, Europa.


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Berónica Palacios Rojas Chapala, Jalisco, 1973 Lic. En Letras Hispánicas y Maestra en Educación. Autora de: Nostalgias (2002), Herencias (2003), Corazón por fuera (2006), Chapala y el beso soñado (2009), Memoria Incendiada (2011), y coautora del CD poético Bosque de silencios (2013), Remanso de mil aguas (2015 y 2017), Hombre mar (2015), El vuelo del ángel (2016), Roja Rutina (2019), y fundadora y directora de la revista Papalotzi desde 2004. Ganadora del concurso organizado por STAUdG, 2014; del primer Lugar en el slam poético organizado por el SEMS y verso destierro (2014); del Premio Nacional de poesía Rogelio Treviño 2016; de los juegos Florales Nacionales LXVII, Sahuayo Michoacán, 2017; Becaria del CECA Jalisco 2018. Reconocimiento por su trayectoria como promotora de lectura, SEMS, 2018. Cofundadora del Encuentro de poetas Francisco González León desde 2013, Lagos de Moreno, Jalisco.

Rutina I Dejé en la mesa la trenza mal parida / las pinzas / el collar de histerias y el rosario junto a mi pecho de murciélago furioso. Hoy decidí dejar todo para la mañana que nunca llegará la costura / la carne a medio cocer / el amuleto empezado las tortugas sin comida / y hacer el amor con el pensamiento. II Necesito salir de este corazón en llama porque tus recuerdos de brasa violentan mis lunas de octubre.


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Necesito dejar estas bocanadas que duelen. Por eso, las piedras esperaron tu voz por siglos y apareciste con andar de humo. Todavía de barro mi boca ya te nombraba y recordaste la sílaba titubeante que fui.

Mamá y su miedo I Ella era sauce y roble, y no se doblegaba ante el río Bravo. Mi hermanito crecía con miedo en su vientre. Ella era tormenta y llovizna cuando nos arrullaba con su alas de ángel. Antes de cruzar murmuraba un rosario de metáforas rodantes. Pedía permiso a Dios, al desierto y a los santos para regresar con bien. II Tenía miedo al partir de casa, olvidarnos en el diminuto cuarto con el padre fantasma. Tenía miedo de convertirse en luciérnaga y con luz propia / lucir sus fisuras lejos de las tormentas. Ella temía a mi padre, a la libertad pero nunca tuvo miedo al trabajo, a las corrientes del río y a los coyotes, Temía a los naguales, a los fantasmas del pasado, y a los asaltantes. Temía a dos cosas: por nuestro futuro en la frontera. y morir, sin que fuera su tiempo. III Ella temía ser madre soltera. Presumía conquistas / riesgos / juventud. Su trabajo que valía oro Ella podía hacer y deshacer una prenda, peinaba y cocinaba lo que había en casa.


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Sus hombres jóvenes / viejos / obreros nos espiaban al bañarnos, o vestirnos y al dormir violaban nuestros sueños de niñas. Mientras ella comía lágrimas por no saber desplegar sus alas. IV La frontera es precisa al contar su historia, cuando el miedo se queda en el muro, en el morral tirado a medio camino o cuando el aroma a muerto queda atrás. La frontera es una vía alcanzable, donde los buitres asechan la carne. Destino al que mi madre se reusaba a llegar. Cruzaba dos veces por semana para saberse libre y saberse Villa por un momento. La frontera era su escape / libertad a cucharadas Felicidad de un día.


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Maximiliano Curcio Facebook: https://www.facebook.com/SerieRockeros Videos: https://www.youtube.com/channel/UCBUkv5vEzR4IZSLFBqVeAMw?view_as=s ubscriber Página web: https://siete-artes-multimedia.webnode.com/libros-2020/

Nació en la ciudad de La Plata, en 1983. Es escritor, docente, productor audiovisual y comunicador cultural, egresado de la Escuela Superior de Cinematografía de Buenos Aires. Realizó críticas culturales, análisis teóricos y ensayos para distintos medios gráficos y digitales desde 2004 hasta la fecha. También llevó a cabo coberturas de festivales de cine, muestras de arte y recitales de rock de las principales figuras de nuestra escena. Autodidacta y de espíritu artístico inquieto, ha reseñado obras de teatro, libros y discos. En el año 2016 creó el Espacio Cultural Siete Artes, un portal de enseñanza a distancia, tarea que complementa con el dictado de ciclos de cine y talleres grupales en diversos centros culturales. De forma paralela, ha emprendido numerosas tareas de investigación y gestión cultural. Desde 2018 es director de la Revista Cultural Siete Artes, donde ha entrevistado a importantes personalidades de la cultura y el arte nacional. Es columnista semanal del programa de radio La Cultura del Payaso y productor y conductor del podcast radial del Canal Siete Artes. En el año 2019 publica su primera antología de libros titulada THE END, una serie de publicaciones fruto de 15 años de trabajo escribiendo acerca de la historia del cine y sus protagonistas.

Rockeros La idea de Rockeros surge como una cuenta pendiente y postergada de mi carrera de escritor. Trabajamos, junto a la editorial, de modo incesante durante dos años y en la raíz de este proyecto encuentro la naturaleza de una puesta en perspectiva sobre mi tarea como periodista de rock: sentí la imperiosa necesidad de realizar un proceso de recopilación, reescritura, puesta en valor y puesta en presente de mis escritos -ensayos, columnas de opinión, artículos varios, análisis de discos y cobertura de shows de rock- que realizará en los últimos quince años de mi trayectoria como


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comunicador cultural; y, así, es donde la serie va cobrando vida…te diría, abriéndose como un prisma. Así es como puedo poner en perspectiva mi trabajo como escritor, colocar mi mirada sobre un fenómeno como el rock y pronunciarme al respecto de trazar valores conceptuales que otorgan a cada libro una entidad individual y a la serie un vuelo estético y una consecuencia de homogeneidad. Si ven cada libro, notarán un hilo individual que fuertemente los une: el camino de búsqueda biográfica sobre cada artista, en cada uno de ellos, se espeja notablemente: se revisan discos, canciones y shows; y también hay exploraciones para determinar el impacto de tal o cual artista en otras facetas y expresiones, como la literatura, el cine, la fotografía y los videoclips. Fue una tarea exhaustiva, demandante, exigente, sumamente perfeccionista y desmesurada. Al fin, de eso estamos hechos y el proceso de edición, el trabajo de corrección y reescritura, casi obsesivo que dedicó la serie tomó mi tiempo por completo, trabajando a la par de la editorial para sacar el mejor producto posible. Fue agotador en igual medida que reconfortante, y, una vez más, fue vital el apoyo incondicional de Vuelta a Casa. De su editor Sergio Sánchez y del diseñador visual Nicolás Soldo; por la confianza que depositaron en mí, para juntos conseguir este nivel de detalle con tanta puntillosidad, en un año de intenso trabajo junto a este grupo humano tan generoso conmigo. Sin esa sincronicidad, hubiera sido imposible.


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En las nueve luminarias que aborda la Serie Rockeros, posee una intención conceptual que tiene un guiño bastante amigable: si miramos la colección, vamos a ver que tiene cierto orden cronológico, es decir los primeros tres volúmenes están destinados a analizar a la primera generación de nuestro rock nacional -años ‘60 y ‘70los siguientes cuatro volúmenes se centran en la llamada segunda generación -surgida en los años ‘80- y, podrían considerarse los volúmenes VIII y IX, si se quiere, bonus tracks que tienen en su intención el riesgo necesario como para ampliar el punto de vista y llevar el juego a terrenos internacionales. Intento, a través del análisis del lenguaje musical, descubrir sentidos y ampliar perspectivas; bucear en la lírica de cada canción y en el núcleo de cada disco analizado. Hacer de la crítica de rock un acto poético, un rescate histórico y un testamento emotivo. Debo decirte que estos libros están escritos con mucho amor hacia cada artista, existe una profunda admiración que intento transmitir a través de la palabra escrita, y en el acto de análisis sobre el lenguaje musical es que intento descubrir sentidos sobre la esencia artística de cada historia personal que exploro. Obviamente, que se trata de un recorte teórico y que el formato de serie se acota en sí mismo, no estamos hablando de una antología musical. Sin embargo, siempre supe que estos artistas iban a formar parte de la colección, no solamente por ser una cuestión meramente subjetiva acerca de las nueve personalidades de rock qué más marcaron mi vida profesional y mi historia de amor con la música desde un costado más personal, sino también por la firme convicción de que puede contarse la historia del rock en nuestro idioma, y trazar cierto paralelo con un estado del rock mundial, a través de estos nueve paradigmas fundamentales.


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Yessika María Rengifo Castillo Facebook: Jessi Porque Rengifo Rengifo

Escritora colombiana. Docente, licenciada en Humanidades y Lengua Castellana, especialista en Infancia, Cultura y Desarrollo, y Magíster en Infancia y Cultura por la Universidad Distrital Francisco José De Caldas, Colombia. Desde niña ha sido una apasionada de los procesos de lectoescritura, ha publicado para las revistas Infancias Imágenes, Plumilla Educativa, Interamericana De Investigación, Educación, Pedagogía, Escribanía, Proyecto Sherezade, Monolito, Perígrafo, Sueños de Papel, Sombra del Aire, Plumilla y Tintero, Chubasco en Primavera, Íkaro, Grifo, La Poesía Alcanza Para Todos, etc. Ha participado en diferentes concursos nacionales e internacionales de cuentos y poesías. Autora del poemario Palabras en la distancia (2015), y de los libros El silencio y otras historias, y Luciana y algo más que contar, La espera, Entre causas y otras causas y A los niños les cuentan. Ganadora del I Concurso Internacional Literario de Minipoemas Recuerda 2017 con la obra No te recuerdo, Amanda.

Silencios Estoy lleno de silencios recordándote, nuestras sabanas son un tempano de hielo sin ti. No puedo llegar a tu corazón, lo cerraste para mí con reproches. Silencios esconden tus sentimientos y yo sufro al ver tu indiferencia; silencios que roban fragmentos de mi vida recordando las primaveras de nuestro ayer; amor mío. Silencios que se han llevado las estrellas del alma que iluminaron nuestros ojos.


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Daniel González De nacionalidad venezolana, de profesión economista, de 52 años. Actualmente reside en Montevideo, Uruguay. Casado con dos hijas.

Me quedé sin amigos

Amaneció con un enorme dolor de soledad. Se sentía solitario como los habitantes del desierto. Justo en ese instante se dio a la tarea de realizar un conteo de memoria de sus amigos actuales. Se quedó pensativo, como enumerándolos a todos. Luego entró en un profundo cavilar y advirtió, con tristeza, que no le quedaba ninguno. Esta comprobación lo abatió por completo. Pasó todo el santo día dándole vueltas a la idea de vivir, lo que le restaba de vida, sin amigos. -¡Qué tristeza!- Exclamó con una voz inaudible. Nunca pensó vivir tanto tiempo. Llegar a viejo y no poder contar a uno sólo de sus amigos ―vivos‖, no era un premio, era un enorme castigo, tal vez, el peor de todos: la soledad. Veía a la soledad como el traje pret a porte de los sobrevivientes generacionales y, con elevada amargura, entraba en conciencia de que él era uno de ellos. Pensaba que ser sobreviviente de una generación era la evidencia tangible del destrozo social que él solo discurrir del tiempo genera en la vida de aquellos que desafían a la muerte. Y uno, en este ciclo, deambula muerto actuando como vivo. En estas circunstancias, el vivir dolía en la piel. En la piel porque dolía por todas partes. Le afligía imaginar el cierre de su ciclo vital como alma errante y solitaria, de manera forzada. – ¡Sólo la muerte puede liberarme de esta prisión corpórea!- Suspiró. Sólo el espíritu de la muerte podía liberarlo de aquel cuerpo que desde hacía rato no obedecía sus órdenes. Otro día con los pensamientos enredados en el conteo de sus amigos vivos, no por lo numeroso de estos sino porque no había identificado a uno solo de ellos, pudo comprobar que tampoco le quedaba familia. Todos sus familiares, incluyendo a su esposa e hijos, habían sucumbido al paso del


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tiempo y se habían ido de la mano de Tánatos. Qué es vivir si no morir de a poco, pensaba. En su caso, de a poco y muy lentamente. Veía el viejo reloj, cansado por tanto tiempo medido. Lo tenía desde los quince años. Fue su regalo de quinceañero y todavía lo acompañaba. Se le veía exhausto. Se levantó y se dispuso a hacer su rutina acostumbrada. En seguida volvió a sus labores mentales que le ocupaban desde hacía varias semanas: contar a sus amigos vivos. Andaba con un cuaderno debajo del brazo y un lápiz colocado detrás de su oreja para registrar de inmediato el nombre de sus amigos, en caso de que aparecieran. A su edad, la generación de ideas era difícil y, peor aún, recordarlas. En eso andaba cuando su memoria comenzó a recordar a los muchos amigos remotos que había tenido a lo largo de su vida. Este cambio le sorprendió, pues él no le había dado esa orden a su cabeza. Luego recordó que sus órganos eran unos renegados y ahora le tocó a ella. Se dejó llevar. Trató de inventariar todas las situaciones vividas con cada uno de ellos. Tuvo tiempo de elegir entre tantos recuerdos. Se centró en sus amigos, ya casi seguro de que no le quedaba ninguno, y en sus enemigos, tarea muy sencilla, pues sólo tenía uno. Como aquel amigo, devenido en furibundo enemigo unilateral. Así que se dispuso a aclarar en su mente, complaciente por entonces, este capítulo. Se preparó un café cargado para acondicionar su psique para el trabajo mental y agotador al cual pretendía someterla. A esta edad los trabajos de la cabeza le parecían cansones y extenuantes. Recordó que este amigo, en particular, era más cercano y entrañable que cualquier otro. Compartieron muchas situaciones de vida, de compañeros. Incluso familiares, pues los padres de ambos eran muy allegados. La fuente de la discordia apareció un día en que el referido amigo estaba en labores de boda. Había conocido a una linda mujer de la sociedad del lugar donde vivían. Su prometida, en conocimiento de la relación que su novio tenía con él, y al tanto de las muchas aventuras vividas, le prohibió terminantemente que lo invitara a tan magno evento, por no ser una buena compañía. Él cumplió al pie de la letra la petición de su novia. En consecuencia no fue invitado a la ceremonia como tampoco a la celebración de ésta. Fue el acontecimiento del año. Esto marcó su enemistad para siempre. De la noche a la mañana, su hermano, su amigo, se convirtió en su peor enemigo. Más nunca cruzaron palabras. Desde ese momento el sentimiento de rencor que sentía se hacía cada vez más grande. Fue el único enemigo que tuvo en toda su vida. Era un sentimiento personalísimo. En cambio su ex amigo, nunca mostró odio alguno hacia él. Se quedó viviendo en el pueblo con su esposa con la cual tuvo dos hijos.


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Pasado el tiempo, recibió de manos de un heraldo desconocido, un extraño sobre que hacía las veces de invitación. Por esta época no existía ni radio ni televisión. Por lo que el canal más expedito de entrega de encomienda y correspondencia era la personal. La clase pudiente contrataba a personas para que sirvieran de estafetas para hacer llegar invitaciones de fiestas o celebraciones, pero también de muerte. El sobre en cuestión era oscuro y lúgubre, su contenido solo podía dar cuenta de noticias de muerte. Se asustó. No lo quiso abrir en seguida. Sentía un enorme temor de recibir la noticia de la muerte de su último amigo, desconocido o, en reconocimiento del estado de deterioro de su estropeada memoria, olvidado. Prefirió dejarlo para más tardes. Ciertamente era una invitación a una inhumación. La misma era una convocatoria al entierro de su único enemigo, lo que le causó profunda sorpresa, pues no sabía que estaba enfermo. Se sintió acongojado y triste al saber que su ex amigo, hoy enemigo, se había despedido de este mundo. De pronto un enorme sentimiento de rabia se apoderó de él y con una voz estentórea y altisonante, lanzó un enorme gritó que generó un ensordecedor eco en las cuatro paredes de la casa solitaria donde habitaba. –No me invitaste a tu matrimonio y me vas a invitar a tu entierro. ¡No señor! ¡Párese y váyase caminando al cementerio!- sentenció. Decepcionado salió a la calle a tomar aire. El sol se ubicaba en su punto más alto. Una vez fuera pudo identificar en el suelo, en torno a su figura, una sombra en forma de círculo concéntrico, señal inequívoca de que eran exactamente las doce del mediodía. La noticia era el común denominador. En los pueblos pequeños donde no pasa nada, una muerte o la celebración de la fiesta del santo patrono, generaban el mismo alboroto. Ante tanta algarabía se dispuso a desandar el camino de vuelta a su casa. En el trayecto un sentimiento de profundo alivio se apoderó de él. Afanosamente buscó la razón de ello. Pensó que con esta muerte se quedaba sin enemigo, pues él era el único y último enemigo de su vida. Se sentía liberado del peso que representaba odiar a alguien durante tanto tiempo. Se sentía libre. Luego de un tiempo, ya casi vencido. Cansado de contar sin éxito a sus amigos con vida, y cuando ya no tenía esperanzas de encontrar a ninguno, se acordó de Ezequiel, su mejor amigo de la primaria, según se lo dijo su memoria, que a pesar de la rebeldía que exhibía por estos días, al igual que sus restantes órganos, no era mentirosa y él le creía. Fue así que se dio a la tarea de buscarlo. Lo guiaba la esperanza de encontrarlo con vida. En ese afán, le


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vino la certeza de que ya no tenía más amigos que contar. Ezequiel era su última esperanza. Su lista se había terminado y con ella la fatigosa y extenuante tarea de contarlos. La idea de conseguirlo lo mantuvo muy ocupado. Al cabo de unas semanas de tanto buscarlo, por fin lo encontró, pero un aire de terror recorrió toda su humanidad: el olor a muerte era intenso. Su sospecha se hizo realidad. Al llegar a la casa de Ezequiel pudo ver, sin ninguna sorpresa, que estaba repleta de personas. Con la certeza de estar en posesión de la verdad que tanto temía, procuró entrar para averiguar lo que allí ocurría, rogándole a Dios que lo que él daba como certeza fuese la más grande de las equivocaciones. Que tal premonición era una jugarreta más de su memoria rebelde. Después de un largo forcejeo se impuso a la concurrencia que llegaba hasta la acera del frente de la casa. Cuando se acercó pudo ver un ataúd en capilla ardiente. Sentía que su cuerpo se desmoronaba por la verdad que desde hacía rato le dolía por toda su piel. Todo aquel alboroto efectivamente obedecía a los actos mortuorios con que despedían a su antañón y último amigo. Desorientado y perdido, salió del salón velatorio. Ya en la calle sintió un enorme escalofrío que se paseaba en un circuito cerrado interminable por todo su cuerpo. Su cabeza no dejaba de pensar que el último de sus amigos yacía inerte y plácido al mismo tiempo, pues vio en él una sonrisa dibujada en su rostro, como señal de agradecimiento por haber sido liberado de aquella pesadilla de estar viviendo muerto y, para el colmo, preso en un cuerpo con órganos dotados de total rebeldía, como le ocurría a él. Al final de su travesía, se sentía inmortal pero muerto a su vez: era un zombi. Pensaba que ser un sobreviviente, es vencer a la muerte, pero a la vez es ser dueño de la certeza de una soledad que le ha de acompañar hasta el final de sus días. Es en definitiva el tiempo suficiente que muestra la desaparición física de los amigos pero también de los enemigos. Sólo entonces comprendió que morir es no estar nunca más con los amigos. Y la muerte -¡la tan temida muerte!- murmuró, en esta línea de pensamiento, era el camino expedito para el reencuentro con ellos. Su inmortalidad lo hacía sentir desdichado, al mejor estilo de Borges. -¡Uno anda muerto creyéndose que está vivo!- pensó, e inmediatamente suplicó -¡Muerte ven a mí!-


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Walter Alexis Velásquez Mendoza 24 años. Estudiante de la carrera de Periodismo en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, donde cursó el último año de la carrera. Está en la actividad literaria desde los veinte años, donde realizó su primera presentación poética en el Slam de Poesía Oral, del colectivo Reporteros Infiltra2. Ha participado en antologías nacionales como El Dolor de la Tinta (Editorial El Verso Azul). El mar no cesa (Editorial Ángeles del Papel), Al lado del camino (Ediciones Marginales) y entre otras. También sus escritos han sido publicados en revistas nacionales e internacionales. Actualmente labora como redactor en la revista Poliantea, donde además ocupa las funciones de entrevistador y reportero. Anteriormente trabajó en la Federación de Periodistas del Perú y en el Diario La Verdad Municipal.

Stay Away Desearía separarte de ese mal Para que abras los ojos Y te des cuenta el daño que te haces Pegada a un ser maligno Que solo se alimenta de tu pobre alma Para acabar con tu esperanza No te enamores de mí Destruye a ese ser repugnante Y se la escritora De tu misma historia Con solo verte sonreír Se podrá domar el deseo De enamorarme de ti Saldremos de esta ¡Oh, mis hermanos, no sufran! ¡Oh, mis hermanos, no lloren! ¡Oh, mis hermanos, no lamenten!


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¡Oh, mis hermanos, no mueran! Han sido cuatro meses difíciles En las que las desgracias no paran Cada noticia, cada lamento Ya ni nos queda alegría. Pero hay que unirnos Para mantenernos reunidos Ante este grotesco virus Qué quita cada respiro. Hagamos que este contexto No quite a los que amamos A los que apreciamos Para así evitar este lamento. El antropólogo decepcionado Jorge es un joven de 22 años que cada fin de semana se va celebrar la noche a un antro ubicado en el 945 del Jirón Carabaya, Cercado de Lima. Allí va para socializar, bailar, gilear, agarrar y dormir. Tiene amigos, pero son tranquilos, son de esos a los que les gusta una buena partida del famoso juego Dota 2 aunque también disfrutan una buena mesa de Póquer. Pero, a Jorge no le vacilan esas cosas, ya que se considera un hombre maduro y ya no un chibolo, a pesar de que su edad diga lo contrario. Antropólogo en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Jorge ve ese antro como la perfecta oportunidad de darse un chapuzón de cerveza helada, para alejarse de sus temas académicos y encontrar un momento de paz. Otra cosa que le encanta es no poner absolutamente nada para la entrada a dicho o local, o incluso para tomar una cerveza, porque cree que se lo puede conseguir siendo sociable o entretenido. ¿Su peor debilidad?, el baile. No le gusta el reggaetón, pero conoce un poco de salsa porque en su familia todos son salseros. Por más intentos que haga, sus pasos siempre son horribles y poco originales, lo que causa que las chicas pierdan interés total en él, pero. Esto a él poco le importa porque al final solo lo hace por ser extrovertido. Eso sí: muere por sus rolas. Cuando se trata de Joy Division, Soda Stereo, Blur, Molotov, Loquillo y los Trogloditas, entre otras bandas, el joven se tira al piso para vivir el momento de sus vidas


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mientras que otros sujetos lo miran de manera extraña y asqueada. Al terminar una de sus clases, un sábado por la tarde se dirigía a su casa para revisar en las redes sociales qué eventos ocurrían en la famosa movida de Lima. Tras varias horas de búsqueda se encontraba con un antro ubicado en el mismo Carabaya, como a cuatro cuadras, en el 815. Las dudas se aferraban a él, pero al final después de meditarlo, mandó a la mierda todo y fue a dicho lugar. Al llegar, vio de que se trataba de una fiesta con temática de New Wave e Indie Rock, algo similar al lugar que solía frecuentar. Jorge comenzó a sentirse cómodo y a hacer sus famosos pasos de baile, todo de una manera alegre y divertida. Hasta que llegó una chica de cabello negro con una mirada de curiosidad.Al verla, el corazón de Jorge comenzó a bombear, sus venas se pusieron heladas y la baba se le caía de la boca. En ese instante Jorge sentía que era su noche para destacar. Al acercarse a ella, iniciaron una pequeña conversación y descubrió que también la joven estudiaba la misma carrera en la misma universidad. La emoción de Jorge era exageradamente notable, hasta el punto que puso cara de idiota. La joven no entendía el porqué de su reacción y decidió sacarlo a bailar para quizás tratar de romper el momento bizarro y extraño, ocasionando que Jorge se ponga más feliz. Después de unos arduos bailes y abrazos, la joven le propuso ir a un lugar distinto, y Jorge sin pensarlo dos veces dijo que sí. Resultó que terminaron yendo al mismo lugar que Jorge frecuentaba, ubicado en el 945 de Carabaya. Ahí comenzó a darse cuenta de que quizás no era el único que frecuentaba dicho lugar y que finalmente pudo encontrar a alguien que completara ese vacío de ir solo. Al entrar, se toparon con gente vomitando,bailando, insultando, peleando y durmiendo. Ambos comenzaron a bailar la canción María Magdalena de la cantante alemana Sandra. La chica notó que Jorge estaba algo perdido por ella, causándole una especie de curiosidad. Después ella le pidió a Jorge comprar unas cervezas heladas, a lo que él aceptó inmediatamente. En dirección al sitio de compras se topó con una cola inmensa, causándole una enorme ansiedad por la prisa que tenía por regresar al lugar donde encontraba la chica. Después de unos 10 minutos, Jorge obtuvo las famosas cervezas. Al regresar al lugar se topó con algo chocante: la joven estaba besándose con otro tipo de manera apasionada y excitante. La rabia y decepción de Jorge corrían por su mente, con los deseos de querer darle una paliza al tipo y de romper las cervezas en el piso. La joven al verlo le dice que, si ya tiene las cervezas listas, dejando a Jorge completamente anonadado. Jorge buscaba alguna explicación y ella le dijo que no existía tal explicación y que solo fue utilizado para cumplirle un favor: traerle algo para


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beber y luego compartir esa bebida con alguien que no fuera él. La rabia de Jorge no esperó más para desbordarse e inmediatamente rompió las dos botellas. La joven fríamente le respondió que su amigo, el de los besos, le conseguiría otra, agradeciéndole a Jorge por hacerle guardar dinero. Jorge perdió los papeles y salió del lugar pateando la puerta, ocasionando que los vigilantes le propinasen una merecida paliza. Después caminó por la calle llorando y lamentándose de su decisión, mientras que unos señores lo observaban burlonamente. Jorge comenzó a meditar y decir: ―es hora de buscar otras opciones de distracción‖. Eran las 2 de la madrugada, Jorge fue a su casa y llamó sus amigos para contarles lo ocurrido. Entre recomendaciones y lamentaciones, le propusieron un duelo de Dota 2 e inmediatamente Jorge se lo instaló para jugar. Al parecer, terminó convirtiéndose en lo que más odiaba: un niño rata que juega dota.


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Roderick Emilio Contento-Quituisaca Sitio web: https://cutt.ly/NhApm4S

Nació en Quito-Ecuador el 18 de junio 2014. Desde los primeros meses ingresa al programa de estimulación musical "Family Music Center" en el Conservatorio de Música Franz Liszt hasta el año 2017. Luego, inicia su formación artística en la Casa de la Cultura Ecuatoriana en la Escuela de Exploradores de Danza (profesoras: Magaly Llumipanta, Alejandra Núñez), el Centro de Promoción Artística (maestro Galo Duque). Ha participado en tres exposiciones plásticas y cuatro presentaciones de danza en la Casa de la Cultura Ecuatoriana.


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Antonio Ramírez Córdova Es oriundo de Bayamón, Puerto Rico. Nace un 2 de septiembre de 1941. Poeta, Dramaturgo, Ensayista, Narrador, Crítico literario y Catedrático universitario retirado. Es cultivador de haiku, poesía, microteatro y cuentos cortos. Publica sus obras en revistas literarias, culturales, digitales (Argentina, Chile, España, México, República Dominicana y Venezuela), también participa en recitales virtuales en varios países.

Con inmenso júbilo Cuando vio que aquellos versos se desbordaban en el papel como un río volcado, pensó que la tierra temblaba bajo sus pies y que vivía ese momento, encumbrado sobre la cresta de una ola. Al poco rato, contagiado por el entusiasmo, dijo para sí: Con nombrar solamente una rosa amarilla, la rosa será perfecta, intocable. Después sonrió despacio y con inmenso júbilo le puso punto final al poema, sintiéndose sublime, relampagueante, estrella viva.

Vestido blanco Aquella tarde, el pelo bruno de la mujer estaba del lado del amor, bajo una sombrilla de gajos abierta al encanto de un pueblo en fiesta. Las hadas se empeñaban es despejar las eficaces sombras, ante las carcajadas siniestras escuchadas entre los julepes de machina de caballitos y tejemanejes de kioskos. Con fuerza de aguijón, algunos parroquianos de miradas escrutadoras, arquearon las cejas, cuando la vieron cruzar la plaza vestida de blanco, con traje de mangas largas cerradas hasta el cuello y escotado por la espalda, para darle la cara con suficiente altivez a las lenguas arpías llevadas de la mano por ángeles malvados hasta el mismo atrio de la iglesia. Afianzada a su dignidad, comenzó a sentir que las palabras se le refugiaban corazón adentro y que su rostro no era castigo del cielo, sino uno bello y tentador.


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Sin necesidad de palabras, prefirió que la vida fuese perfume, que no hubiese tanto espejo mágico hecho añicos ante sus piernas hechiceras y su mirada de fuego. Mientras se acercaba al automóvil azul marino, para que no quedara el menor rastro de dudas, una leve sonrisa se dibujó en su rostro. Y en su oscuro esplendor, se sintió feliz, porque el brazo del hombre incendiaba el cuerpo entrelazado a su espalda.

Qué pena que nos vayamos borrando con el tiempo Una copa espumosa de vino blanco, espero yo de las olas. Una rosa recién cortada yace sobre la tumba de mi padre. Musical, el cafetín. Los boleros, añoranzas y quimeras. El sol a plomo. En la tenacidad del día, ajusto el nudo de mi corbata blanca con lunares rojos. En el bolsillo, el papel arrugado un poema de Yeats. Entonces pienso que ya he vivido muchas vidas y que sobre mi sombrero gris de ala ancha salta de un lado al otro un pájaro cantor. Imagino la soledad de Dios, pero la soledad también es cuando se musita un poema frente al mar. ¡Qué pena que nos vayamos borrando con el tiempo!


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Diana Maritza Murillo Suárez Colombiana, en el mundo artístico se la conoce como Alicia Leben. Tiene 35 años, y la mayoría de ellos acompañados de la mano de las letras. No recuerda con exactitud el nombre de su primera profesora o del niño que le gustaba en la primaria, pero recuerda claramente la primera vez que relató el mundo que percibían sus sentidos, con figuras abstractas que más adelante conocería como letras. Ama la escritura como a la primera bicicleta que su papá le regaló a los cinco años y el primer helado de chocolate, con ese amor que un niño ama las maravillas que el mundo le presenta y que son tan increíblemente fascinantes.

Alumbramiento Te parí entre sollozos y alboradas de verano, escudriñé en mis adentros para hacerte de carne y fuego desde mi sangre drené las letras para darte forma para hacerte visible. Te formé de los gritos y espectros del miedo más profundo del sosiego y de la bruma del amor en los tiempos del vacío de los fragmentos, de los sonidos ausentes. Te hiciste prosa y te hiciste verso, creciste con la niebla y el desencanto tomaste el poderío del cosmos que hierve en mis entrañas, quemando los rincones haciéndolos fantasía y benevolencia. Rompiste con dolor los recónditos escondites, te adueñaste de cada hebra tejiendo para ti mismo un lugar en el mundo, aborté tus formas en un diáfano titubeo de falanges, el ir y venir de especulaciones irrisorias, tu afán de mostrarte, de ser, de empezar a contar, de existir para siempre.


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Gerson López (Dugen) Detodero y filósofo. Ha sido publicado en la editorial española Diversidad Literaria. También en la edición 13 y 14 de la revista la Coma; en la edición 25 de La Chueca y en Alter Vox Media. Amante incondicional del ocio, la vagancia y la pereza.

Un pedazo de pastel Las flores estaban en furor y el primaveral clima no excedía los diez grados centígrados, sin embargo, el cosquilleo de los nervios le hacían sudar. Sabía que podría arrepentirse de hacerlo, pero no había vuelta atrás. Miro a su alrededor para asegurarse que no hubiese testigos, entonces tomó el cuchillo y, sin remordimiento, partió el pastel en cuatro. Tomó un pedazo y, con una taza de café, se sentó en la terraza para deleitar las maravillas del paisaje: una ciudad gris, con hedores y pululantes humanidades. Se embelesó observando la naturaleza de la pobreza, donde los transeúntes se apuraban para tomar un pedazo de su propio pastel; donde todos querían una tajada de lo poco que les tocaba o se les permitía. Frente a ese panorama, solo le quedaba el cinismo de observar con desdén a los que cruzaban calles y aceras tiznadas por el hollín que traspiran las ciudades. Observando esa decadencia, no pudo evitar hallar una estética entrópica en todo ello. Desde esa altura (con pastel en mano), sentía una especie de supremacía, de altanería, de glorificado altruismo y, con cada mordisco, dejaba caer migajas a esas calles apestadas de hormiguitas que deambulan de una colonia a otra, esperando que una reina indigestada les permitiera mordisquear unos cuantos billetes sobrantes. Sabía que debía apresurar los hechos; que no era lógico comer tranquilamente en aquel lugar donde irrumpió con violencia mientras la luz del día estaba en su floreciente furor. Sabía que pronto sería descubierto, sobre todo por los gritos que profirieron los niños que en ese momento estaban amordazados en el living. Reflexionando un poco, consideró que eso incrementaría su fama; sería como la cubierta o la cereza del pastel. En ese momento tuvo la brillante idea de asesinar a toda la familia. Imaginó los


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titulares, el escándalo, las teorías sobre los motivos y todo el amarillismo en torno a la noticia. Se devolvió al living, tomó el cuchillo, lo lavó en el fregadero (mientras lo hacía se sintió ridículo por ese acto reflejo) y se dispuso a cortar una rebanada más pequeña: un octavo de pastel. Se acercó a la familia amordazada y le ofreció el trozo a la niña de tres años (nuevamente se sintió ridículo, pues la niña tenía manos y pies atados, y la boca con un trapo fuertemente apretado). Inclinó un poco la cabeza y la observó un instante: descubrió con horror que la tez tenía un color purpúreo; al parecer se estaba asfixiando. Rápidamente soltó la mordaza, pero ya era tarde. Iracundo, tomó el cuchillo y, frenéticamente, empezó a apuñalar la alfombra. Respiró profundamente tratando de calmarse. Emitió un profundo respiro, similar a un suspiro, cerró los ojos un leve instante y se deleitó con el sabor del pastel y café que aún rezumaba en su lengua. Determinó que sería demasiado tarde para cualquier arrepentimiento. No había opción: tendría que terminar lo empezado. No había vuelta atrás. ―Lo hecho, hecho está‖, pesó para sí mismo. Lentamente se levantó y se dirigió al fregadero. Allí observó cómo una hormiga trataba de arrastrar, con dificultad, una gran migaja. Pensó que, en su diminuto mundo, ese sería un pastel entero, que sería vanagloriada en la colonia. Todos emitirían gritos de júbilo, le darían palmaditas de felicitaciones en su acorazada espalda y, al día siguiente, esa fama se esfumaría por entre los arenosos pasillos de la colonia. Todos los días saldría a explorar el mundo con el anhelo de hallar un tesoro de igual valor y, así, conseguir otro pedacito de fama y congratulaciones. Movió la cabeza para sacudir los pensamientos que se aferran como garrapatas a un perro callejero. Acercó el dedo a la hormiga y la aplastó apaciblemente haciendo que la migaja se mesclara con la viscosidad del insecto. Después, con frialdad y rostro inexpresivo, apartó la velita en forma de 3 y arrojó el resto del pastel al tacho de basura. Se dirigió a la terraza y miró hacia el barranco de su vida; hacia el opaco reflejo que producía el abismo humano; hacia la entrópica estética de edificaciones enmohecidas por el tedio de la rutina. Al asomarse también percibió las transeúntes profundidades de personas llevadas por la inercia de los días. Cuando culminara su propósito, ellos tendrían migajas de su fama, tan solo por ser espectadores. Ya era hora. El vacío era un seductor imán; el eco del abismo pronunciaba su nombre y le ofrecía la gloria del reconocimiento… una salida del anonimato. En ese momento, de espaldas al living, no notó que el padre logró soltarse y, lentamente, tomó el cuchillo dispuesto a vengar la muerte de


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su pequeña. Pero justo antes de alcanzar al intruso, este se lanzó hacia su destino insalvable; hacia las trashumantes vidas. El padre de la niña, petrificado, se pasmó empuñando el cuchillo en el aire. En ese momento llegó la policía y, al ver al hombre con el arma en mano y a la niña muerta, le dispararon frente a su esposa y su otro hijo. En las noticias, al siguiente día, saldrían los agentes explicando cómo el hombre los atacó con un arma blanca y cómo se vieron en la obligación de proceder a dispararle. La esposa, en un intento por desmentir los hechos, recibiría amenazas porque, como es sabido, en boca cerrada no entran moscas. El suicidio, al final, pasaría inadvertido.


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Ambar Edith Nepomuceno Sánchez Nace en 1987 en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México. Inicia estudios profesionales en la Escuela de Medicina Alternativa (EMA) en el 2005 en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, concluye los mismos con el título de Lic. en Naturoterapia Científica con especialidad en Acupuntura China en el 2009. Su desempeño la llevó a obtener el reconocimiento al primer lugar en las jornadas científicas de la misma institución por su participación en el simposium con la investigación y ponencia "Frecuencia del consumo de tabaco en adolescentes de 15 a 18 años de edad en Tuxtla Gtz., Chiapas" en el 2008. Ingresa al servicio social (20092010) en El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR) sede San Cristóbal, Chiapas en el que realiza la investigación científica titulada "Las Plantas Empleadas para el Tratamiento de las Infecciones Respiratorias en los Altos de Chiapas (México)" en colaboración con el Dr. Mario Ishiki Ishihara curador del Herbario ECOSUR, misma que fue publicada en el 2010 en la revista científica mexicana "Etnobiología" (8:11-30 2010). En el 2009 una de sus ilustraciones formó parte de la exposición colectiva de ilustración científica botánica en "studio El Cerrillo", bajo instrucciones de Elvia Esparza, ilustradora científica del instituto de Biología de la UNAM. Participa por primera vez en la exposición fotográfica colectiva llamada "San Cristóbal desde las Casas" en mayo del 2011 organizada por la ―Dirección de Educación, Cultura y Recreación‖ en colaboración con ―Jóvenes unidos por San Cristóbal‖ resultando seleccionada una de sus fotografías titulada "Floreciente Tradición". Formó parte del ciclo de exposiciones realizadas por el Colectivo Fotográfico Tragameluz para la convocatoria 2011 exhibida en distintas ciudades del


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estado de Chiapas con 5 de sus obras fotográficas. Seleccionada para la exposición colectiva en el marco del 9° Festival Internacional Cervantino Barroco 2011 en la sala de Bellas Artes. Ponente del área de artes visuales para el 4°, 5°, 6°, 7°, 10° ―Festival Internacional de Expresiones Culturales de la Nueva Generación Proyecto Posh‖ (2011-2017) y de la Cartelera Cultural del mes de Marzo 2012 realizada por La Dirección de Educación, Cultura y Recreación del municipio de San Cristóbal de Las Casas, además de formar parte del 4to Maratón del Arte representada por el Colectivo Colores de la Conciencia (CoCoCo) durante el 14 y 15 de abril del 2012 y una exposición de arte colectiva realizada en el Museo del Ámbar como conclusión del curso ―Trazos nómadas: dibujo de campo‖ el 7 de julio del 2012 en San Cristóbal de las Casas. Ha escrito artículos en medios de comunicación locales y digitales como la revista ‖, ¨El Tintero¨, ―El Arte de Conocer y la revista digital española ¨Libros sin Tinta¨, dirigió programas de radio y foros en línea; ¨Banzai¨ y ¨Lee, sueña, vuela¨, Del 2012 al 2014, promovió revisiones literarias para la editorial española Dolmen y la editorial mexicana Random House Mondadori, así como para escritores internacionales (Paloma Ettiene, Héctor Zorrilla, Anna Campbell y Paul Wunderlich, etc), fomentando con sus exposiciones y talleres el coleccionismo, la revaloración de las habilidades artesanales así como la práctica y especialización de los oficios, la filatelia y la lectura.


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Daniela López Martínez México, 1992 Es licenciada en Filosofía por la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa. Ha participado como ponente en diversos congresos de Filosofía organizados por la UNAM, UAM, BUAP entre otras universidades. Ha publicado un cuento de ciencia ficción titulado La invencible en la Revista Espejo Humeante Número 5, en Febrero del 2020.

El hacedor de palabras Hay un tiempo voraz que nos consume desde nuestra débil autoconciencia hecha de deseos insatisfechos. La realidad, en este punto, no es más que un montón de pensamientos en medio de la soledad, demasiado estridente, que envuelve nuestras divagaciones y nos retrotrae al momento único de la creación: somos aquello en lo que creemos mientras fingimos seguridad ante el mundo. Heme aquí, ahora, intentando recordar cómo ocurrió aquel evento inverosímil, cuyo propósito pone de manifiesto mi pasión por lo absurdo: un rincón oscuro que ensordece a la razón. El destino me ha traído de nuevo a mi origen como hacedor de palabras. Aquel día de agosto me encontraba intranquilo, sentía que mis pensamientos volaban al vacío; yo no era más que esa figura de paja que se simulaba a sí misma en su deseo inútil por pertenecer al mundo. Caminaba por un largo sendero que me conducía al trabajo, en aquella época, solía darme el lujo de tener esos paseos matutinos para aclarar la mente. Mi esposa insistía en recordar mis fracasos, todo en casa eran regaños por la precariedad laboral en la que me encontraba entonces. Apenas teníamos lo suficiente para sobrevivir y cubrir los gastos básicos del departamento donde vivíamos, al menos decidimos conscientemente no tener hijos pues sabíamos lo difícil que resulta alimentar a los pequeños y ella temía que alguno de ellos me tomara como ejemplo. Ella sabía que la vida dentro de un mundo duplicado, como hasta entonces había decidido vivir, construido a partir de realidades configuradas


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por la fuerza de las palabras era desolador y, su abstracción, nos aleja de la realidad concreta. Desde muy pequeño, mi atención por las palabras había estado muy presente en mi vida. Cuando iba al colegio y aún no sabía leer, pensaba que las palabras escritas en los libros eran códigos y había algo en mi cabeza que, semejante a una máquina, me ayudaría a descifrar aquellos códigos acompañados por dibujos enormes que apenas dejaban el espacio necesario para la aparición de las letras. A partir de ese momento, evocado por la nostalgia de mi espíritu, supe que mi propósito consistía en desmenuzar cada palabra y unirla en una suerte de red que entraba en mí y que ahora poseía mis recuerdos. Sin embargo, aquel deseo había consumido toda esperanza juvenil. Ni siquiera pude terminar la universidad porque mis padres enfermaron por diversas causas antes de que pudiera comenzar mi tesis y debía cuidar de tiempo completo a mis hermanos pequeños así que, para sostener los gastos de la casa, me puse a trabajar en una fábrica de productos lácteos. Cada noche, al terminar mi larga jornada, cogía mi libreta para anotar una idea que luego usaría para escribir un cuento o el inicio de alguna novela, después preparaba mis cosas para el siguiente día de trabajo. Recuerdo que mi salario era tan bajo que debía trabajar también los fines de semana en una carnicería para pagar las deudas que habían acumulado mis viejos durante su vida, aquellos gastos correspondían a la casa en la que mis hermanos y yo, que éramos ocho, vivíamos entonces. No obstante, la casa ya no era nuestra y por suerte mis hermanos tenían una mejor vida que yo, porque no sólo concluyeron sus estudios sino que supieron elegir un buen camino para hacer dinero, una habilidad de la que sin duda yo carezco, siempre he vivido bajo condiciones materiales que apenas son suficientes. Mientras caminaba por ese rumbo, pensaba en aquellos episodios de mi existencia que niegan la redención de la realidad para quienes, como yo, el azar y la desdicha son sus acompañantes hasta el final; se me ocurrió que quizá sería buen momento para publicar una de mis novelas e intentar ganar algo de dinero y con eso por fin mostrarle a mi esposa que nunca más podría humillarme por haber elegido mi condena, que es escribir. Pero aquella idea me pareció estúpida y decidí continuar como hasta entonces, con la esperanza de subir de puesto debido a mi antigüedad en el empleo. Trabajaba para una empresa de electrodomésticos, que había estado haciendo recorte de personal en los últimos meses debido a la competencia con los productos chinos, temía, en el fondo, que al llegar, en una mañana cualquiera, mi jefe pronunciara mi nombre y de pronto estaría fuera.


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En todo eso pensaba aquella mañana antes del accidente. Mis meditaciones eran el testimonio fiel de mi enfrentamiento con la crueldad del mundo. Al cruzar la avenida, un automóvil me impactó con tal fuerza que mis pensamientos se ahogaron en las ondas sonoras producidas por el motor, se apagaron las luces que encendían mi contacto con los objetos de un mundo seco, delimitado por el caos y la contingencia, pero creí que todos los eventos sucedidos hasta entonces me condujeron a estar ahí, arrollado en medio de la calle siendo observado por un montón de desconocidos y que después sería llevado a emergencias esperando a recibir la mala noticia: jamás volvería a caminar, según decía el médico, la operación necesaria para intentar arreglar mi espina dorsal estaba lejos de mi alcance debido a mi situación económica y no había evidencia científica de que realmente funcionara. Meses después, me resigné a aquel hecho cruel, mi esposa me abandonó y desde entonces me dedico a escribir: nunca me deshice de la condena que yo mismo me había impuesto. Todas las mañanas me visitan los pájaros silvestres de la ciudad que comen las sobras de mi plato, por suerte el gobierno no me dejó desamparado, pues recibo una pensión que me permite sobrevivir y uno de mis hermanos cubre los gastos del departamento, así que al fin puedo decir que me he vuelto el mejor decodificador del lenguaje y más que eso: soy el hacedor de palabras.


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Manuel Navarrete (Portada)

México-Querétaro Licenciado en Artes visuales, Facultad de Bellas Artes, en la Universidad Autónoma de Querétaro. Ha realizado diferentes residencias artísticas enfocadas principalmente en la técnica del grabado, bajo la tutoría del maestro Gilberto Guerrero Sánchez (San Miguel Allende Guanajuato), Sebastián Fond (Xalapa Veracruz) Artemio Rodríguez y Nancy Valdez (Tacámbaro, Michoacán), Per Anderson ("La Ceiba gráfica", Veracruz) e igualmente con participación en el Taller "Artistas dentro de la historia de género" y "La reivindicación de la mujer dentro de la Historia del Arte". Su primera exposición individual se realizó en la galería ―Tesgüino‖ en el centro de Querétaro. Ha autopublicado CIAN O GRÁFICA, publicación Bimestral que mezcla un antiguo procedimiento fotográfico monocromo (la cianotipia) y la disciplina artística del grabado. Septiembre 2018 Querétaro. Ha participado en diferentes exposiciones colectivas; "Who killed bambi?‖ en la galería Libertad. ―Trans(a)agresión‖ Museo-taller Erasmo Cortes ,"Cipactli "/Galería OME, "1er Festival Interuniversitario" ANÁHUAC-FBA, "5° Encuentro Cultural Somos"/ UAQ, "Territorio Nahual" /Centro Educativo y Cultural del Estado de Querétaro, "Trascendentalismos" 7 -28 , Espacio Cultural Paulo Freire -UPN, Exposición de Ate Digital "Arte nómada", QuitoEcuador, "Desaparecidos" ,Universidad Autónoma de Querétaro, "Archivo Recuerdo Memoria. De la Grafica Bidimensional a la Grafica Expandida", "La estatua de sal," Simposio Internacional "Retrato y visualidad‖, etc. Beneficiario en el Programa de Apoyo para la Producción Artística, Querétaro 2017. Coordinador en el primer Encuentro de Grafica en Querétaro, Mayo - Abril 2019.


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José Zenteno Aguilar Nació el 25 de febrero del 2001 en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; México. Estudia la licenciatura en Lengua y Literatura Hispanoamericana en la UNACH. Ha sido publicado en la revista Huraño (CDMX), Materia Escrita (Chetumal), MonoDemonio, Gata Que Ladra (CDMX), Revista La Pulcata (CDMX), Los No Letrados (Puebla), Revista Tóxicxs (Argentina), Áspera Fanzine (Guadalajara), Dossier de poesía Granuja, entre otras. Antologías de microficciones como ―Brevirus‖ (Santiago Chile), ―Diversidad(es), minificciones alternas‖ (Bogotá, Colombia) y ―Microcuentos de Terror en Tiempos de Coronavirus‖ (Potosí, Bolivia). En el poemario ―La Velocirraptora Histórica‖ (Francia) y en la selección literaria ―Punto de Fuga‖ y ―Punto de Fuga 2‖ (Editorial Espantapájaros). Da talleres de creación literaria en línea. Edita junto a su gato una revista llamada Estrépito.

La raíz voladora L A C A A V E P C L D T R A V

E L O T T E L L O A I E A L O

N Z N E E R E R T C M Z L

T A A R G R R N T S Á H O N A R O E N E O R Ó N Q U V I

M E L R A A N A D T I R I V M P T E A B A P E E N

N A N D A L Z O I M R L O N D

T E T C O S E S O N R A D O E N A Z Q S T O S O

M I I E R L A M A L C A Z C O T E Z A A M T E A R U E E R I O I V O L

R R O A A M E V O L A D O R A

O A R S S O N E R E L E R Á R


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Yolanda Carrillo Vázquez Nacida en Ciudad Juárez, Chihuahua, vivió en cada frontera gracias al trabajo de su padre, agente aduanal. Él mismo promovió su amor a los libros, y en cada viaje lo único que llevaban a cuestas era el librero, el mueble más importante del hogar. Asistió a la escuela de Letras, donde concluyó la licenciatura en Literatura Hispánica. Estudios posteriores en Literatura Hispanoamericana, Pedagogía terapéutica y Potenciación creativa completaron su formación como docente y creadora de material educativo Viento Blanco. Docente en todos los niveles educativos, ha realizado programas y colaborado en un diplomado de educación a través del arte, así como videos a instituciones científicas y universitarias. La convicción del gozo como ingrediente esencial en el aprendizaje ha sido su tónica, por lo que publicó en coautoría tres libros para la editorial Santillana, ―Caligrafía 3, 4 y 5‖, ―Cuando la tierra aún era blanda‖, una colección de 12 relatos indígenas de Sonora, adaptados literariamente, publicados por la Fundación GANFER, y ―La Niña‖ editado por Caligrama. Incluida en antologías de las editoriales Mundo de escritores y Diversidad literaria, publicada en revistas varias. Sigue estudiando y escribiendo. Sus hijas, la mayor inspiración.

El deseo Sabía que era el fin. Estabas en ese lecho revuelto de sábanas en desespero. Sacudías tu cabeza y dolorido volteabas a uno y otro lado. Era imposible contemplarte largamente. Más valía quedarse a un solo lado de la cama esperando ver tu rostro fugitivo, tus ojos entreabiertos, tus labios en murmullo secreto. En la certidumbre dolorosa de no volverte a ver contemplaba tu cuerpo, tus manos que decías eran pequeñas y a mí me parecían perfectas, tiranas en mi piel medrosa. Tus dedos… deslizantes, provocadores. Habías adelgazado tanto, y tu respiración agitada oprimía aún más tu pecho.


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Esa zozobra de tu aliento me despertaba a otros días, hundido en mí, cuando tu mirada me inducía a lo impensable, al pozo misterioso que era yo misma, y aprehendía tu contorno, repetido en compás anhelante. Suspendidos. Sin tiempo. Pegada en ansias, asida a mi memoria, adivinaba tu fuego, tus piernas dominantes, ahora quietas. No debería perderme en esas ensoñaciones que transportaste a mi carne. El olor antiséptico de ese ámbito y el ir y venir de la enfermera con sus gestos precisos debieron contenerme, es verdad… pero no lo hicieron. En cambio, tus mantas ajadas convocaban otras noches donde las horas no existían. Transitamos en el espacio breve de mi habitación, y por el de otras ajenas, y por los de otras ciudades. Sólo el jadeo insistente mantenía mi alma. Debiste oírme pues de pronto buscaste mi mano y la oprimiste asintiendo. Sí, así fue, mi amor, sí. El recinto abierto, indiscreto, impidió tal vez que cubriera tu cuerpo con el mío. ¿Mis manos poseerían la extrañeza de las tuyas? ¿Mi deseo llamaría al tuyo? Resuena tu voz ardiente repitiendo, otra vez, otra vez.


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Recomendaciones- Series

Boy meets world o Aprendiendo a vivir en su adaptación al español, es una serie cómica de los noventa que consta de 7 temporadas y relata en primera persona la adolescencia de Cory, un pequeño que al comienzo de la serie tiene tan solo 11 años, logrando reflexiones y aprendizajes útiles para implementar en la no ficción. Seguramente te sientas identificado al ver como el personaje y sus seres más cercanos lo acompañan en el transcurso de situaciones de cómo sobrevivir al secundario, el primer amor, la importancia de terminar los estudios y a la vez, ser una persona honorable y de múltiples valores. Es una serie que muestra diversas realidades sociales, desde una familia ―tipo‖ hasta un niño abandonado por sus padres y adoptado por su maestro. Para la época en la que se ubica, será completamente revolucionaria ya que incluso con personajes como Topanga se muestra un claro feminismo que resalta constantemente la búsqueda de una ruptura del orden patriarcal.

Ratched es una serie creada por Evan Romansky y protagonizada por Sarah Paulson. Narra el origen de la enfermera Mildred Ratched, basada en la novela de 1962 One Flew Over the Cuckoo's Nest de Ken Kesey. Es 1947 y Mildred llega al norte de California a buscar empleo en un importante hospital psiquiátrico, donde se han comenzado nuevos y traumáticos estudios sobre la mente humana. Mildred se presenta como la enfermera perfecta, y lleva consigo una imagen que se va retorciendo a medida que vemos la serie. Inquietante, con un suspenso que nos deja con la boca abierta luego de cada capítulo, y con una imagen estética inigualable.


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Recomendaciones- Películas El cuaderno de Tomy es una película de origen argentino publicada en este 2020. Está basada en la historia real de María Marie Vázquez, quien se hizo conocida hace algunos años en redes sociales por su forma de enfrentar su devastador diagnóstico de un cáncer terminal. A pesar de esto, su preocupación central será no poder ver crecer a su hijo de 4 años, y por esta razón, decide escribirle un cuaderno que acompañe su crecimiento con enseñanzas, valentías y miedos. Con su particular sarcasmo y humor, esta será una historia difícil de olvidar. En este caso no solo recomendamos la película sino también el libro (réplica del cuaderno de tomy) que fue publicado post mortem y se titula “El cuaderno de Nippur”.

Fragmentado es una película de terror psicológico estrenada en el año 2016. Protagonizada por James McAvoy y dirigida y escrita por M. Night Shyamalan. Narra la historia de tres chicas que son secuestradas por ―Dennis‖, una de las 23 personalidades de Kevin Wendell Crumb, una víctima de abuso a quien se le diagnosticó un trastorno de identidad disociativo. Así, las chicas intentarán buscar la manera de huir de Kevin y sus personalidades, algo que no les será para nada fácil, ya que siempre tienen que adivinar cuál de ellas ―tomó la luz‖. Lo más peligroso viene cuando una de las personalidades les advierte a las jóvenes que pronto llegará ―La Bestia‖. Una película brillante, que deja sin duda a cualquiera con la boca abierta.


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Recomendaciones- Libros

Arde la vida es el primer libro lanzado por la autora y psicóloga Magalí Tajes. El mismo consta de una autobiografía novelada desde su niñez hasta su adultez, donde se revelan múltiples traumas e injusticias que la autora nos confiesa haber transitado. Desde cómo se fue formando su identidad y todas las dudas que la sexualidad le otorgaron, hasta los momentos más graciosos e incómodos que recuerda con humor y nostalgia. Esta obra te invita a explotar tus emociones más profundas para ser parte de la historia, y a la vez, iluminar la tuya propia.

El extranjero es una novela publicada en 1942, por el famoso escritor francés Albert Camus. Narra la historia de Meursault, un argelino francés cuya indiferencia hacia cualquier hecho en su vida, lo lleva a una situación sin salida. La indiferencia de nuestro personaje ante cualquier conflicto que sucede en su vida, nos hace preguntarnos si realmente existirá gente de esa manera. El extranjero es una exquisitez para el intelecto, puesto que Camus tiene el poder de colocar las palabras suficientes y en el lugar exacto. Una novela maravillosa y diferente.


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Diccionario sin Coronita

En nuestra décima edición volvemos con el Diccionario sin coronita, proyecto llevado a cabo por la Editorial cartonera de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. Este diccionario busca registrar las palabras que utilizamos individual y colectivamente caracterizando nuestra manera de habitar el mundo. La idea surge ante la realización del congreso de la lengua española organizado por la RAE y el Instituto Cervantes que nos limita una soberanía lingüística. Por ende, su objetivo será crear un diccionario de nuestra lengua que no sea restrictivo.

Flayar: 1.verbo. Acción de deslumbrar y provocar alucinaciones. Entender algo mal, equivocarse. Derivada del término flash. Ej. ―¡Con esta fruta la re flaye!, ¡Qué flayaste Piti, le metiste un tiro a tu amigo!‖ (Colaboración de Francisco de Córdoba, Argentina). 2. verbo. Es un verbo que significa imaginarse cosas que no son. La palabra surgió en argentina y proviene de ―flash‖ pero algunos cambian ―sh‖ por ―y‖. La primera persona que lo dijo fue en respuesta a otra cuando esta última dijo un invento, y la respuesta inmediata e impulsiva fue: ―¡que flash!‖, haciendo referencia a que ese invento o mentira lo encandiló y/o sorprendió , como el flash de una cámara. Ej. ―No, no, no. Estás flayando‖; ―Si al grupo quieres alegrar, entonces no vayas a flayar.‖ (Colaboración de Lucía de Córdoba, Argentina). Flayero: adjetivo calificativo. Se utiliza para designar que algo que es algo llamativo, deslumbrante, alucinante. Un uso común es con la terminación aumentativa aza, azo, flayeraza, flayerazo. Ej.: ¡Que remera flayera! (Colaboración de Francisco de Córdoba, Argentina).


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Flow: sustantivo. Es una forma positiva de definir a una persona, ya sea por su personalidad, estilo, vestimenta, forma de hablar y expresarse. Origen inglés. Ej.: ―Que flow que tiene x persona, me encanta como se viste‖. (Colaboración de Agustina de Córdoba, Argentina). Frienzonear: verbo. Restringir una relación potencialmente erótica a la zona de la amistad. Del inglés ―friend‖, más la verbalización del sustantivo zona. Ej.: ―Tras días de ambigüedad, Ana terminó frienzoneando a Juan‖. (Colaboración de Aicrag de Córdoba, Argentina). Friki: sustantivo. Término que designa a personas de raras costumbres, adquiere un sentido peyorativo ya que se lo utiliza para caracterizar a alguien que no sigue las normas convencionales de una comunidad. Deriva del término inglés ―freaky‖ que significa loquito. Ej.: El friqui de Juan se fue a vivir al Uritorco‖ (Colaboración de Ceci de Córdoba, Argentina). Golazo: sustantivo. Situación o hecho extremadamente favorable. Etimología del fútbol, gol. Ej.: ―Tener las vacaciones en abril fue un golazo‖. Guachín/a: sustantivo. (Vulg.) Trato cariñoso que se da a niños o jóvenes, resaltando su carácter astuto o taimado. Proviene de‖guacho‖. Ej.: ―Las chicas del barrio te gritan al pasar/ ‗dale guachín, sacanos a pasear‘‖ (Colaboración de Andrés de Córdoba, Argentina). Guenpín, ñempín: sustantivo. Jefe espiritual mapuche, que cumple funciones políticos- religiosas. Se trata de una dignidad heredada patrilíneamente. Del mapugundún ― ngenpiñ‖ : ngen significa ―dueño‖ y pin ―decir‖; osea el dueño de las palabras, el orador, el que sabe decir. Juan Carlos Bustriazo Ortíz se inspira en esta figura en su Libro del Ghenpín. (Colaboración de Cecilia de Córdoba, Argentina). Huevada: adjetivo. Algo fácil o carente de sentido. Se usa como palabra generalizadora; en plural se usa sin artículo; en singular el determinante indefinido le da valor adjetivo (muy fácil); con el determinante definido es similar a ―cosa‖ (puede usarse también en diminutivo). La RAE sólo registra el último significado. Ej.: ―No hables huevadas‖ (no digas mentiras o cosas sin sentido, fuera de lugar); ―hacer eso es una huevada‖ (es muy fácil); ―¿Tenés la huevada/huevadita que se pone sobre las pizzas para que no se pegue el queso a la tapa de la caja?‖ (Colaboración de HG de San Juan, Argentina).


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Humero: sustantivo. Cola/trasero. Ej.: ―Me duele el humero‖, ―Me gusta tu humero‖, ―Sacá el humero de ahí‖ (Colaboración de Claribel de Córdoba, Argentina). Humienta: adjetivo. Dícese de la mujer que frecuenta los bailes demasiado pendiente de su arreglo personal , y con actitud altiva. Uso preferencial en el ámbito de la cultura cuartetera. Ej.: ―Ahí viene la humienta de la Solange.‖ (Colaboración de tíadepupi de Córdoba, Argentina).


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Aquí es donde finaliza la 10° edición de nuestra revista Marginalees. Es un proyecto, por ahora digital, que salió a la luz ya que siempre pensamos que existen maravillosos artistas en nuestro país, y en otros lugares, que no son reconocidos como merecen. Como verán, todo lo expuesto en la revista, excepto una o dos cosas, son de artistas de las sombras. Creemos que si difundimos de esta manera a quienes embellecen el mundo, podrán encontrarse todas las ovejas negras de esta sociedad, y formar una comunidad de ―excluidos‖, o como nos llamamos nosotras mismas, Marginalees. Esperamos que en la próxima edición recibamos aún más material, así la gente tiene la posibilidad de conocer el arte oculto bajo las rendijas de nuestro país, y de nuestra tierra. Para enviar material solo tenés que seguirnos en nuestras redes sociales. En Instagram como @marginalees, y en Facebook como Marginalees Revista Cultural. O podés contactarnos vía e-mail, con el asunto Revista N11 (ver en nuestro Instagram las bases de participación), y enviarnos cualquier proyecto artístico que tengas en mente a marginalees@gmail.com.

Esperaremos sus mensajes.

Antonella Gatti y Candela Gottig


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