Mardelplata corre N°14

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Aprendamos a disfrutar

APRENDAMOS A DISFRUTAR era la frase final del video que nos pasaron en la charla técnica previa a la competencia que leía mientras se me puso la piel de gallina y los ojos llenos de lágrimas porque pensé: - ¿Cómo sabe Sebastian Tagle que a eso es a lo que vine? Sin embargo, no era sólo eso. Se trataba de aprender , pero también de permitirme disfrutar. Fui a buscar la magia que transformara y diera sentido al esfuerzo de todos los días al de toda una vida, y a dejarme atravesar por ella para salir transformada, distinta, en conexión con mi espiritualidad. Y me encontré de todo, y todo me traspasó. Llegué a Puerto Varas junto a mi compañera de gimnasio Verónica Cattáneo, mi amiga. Estábamos advertidas acerca de las inclemencias climáticas pero esperábamos que, como suele ocurrir en Mar del Plata, rote el viento y modifique el escenario. Pero el primer día de acreditación nos recibió lloviendo y así continuó. El cielo gris y la lluvia empañó todo, excepto nuestra excitación por poder estar ahí : El Cruce había comenzado y estábamos en medio de la escena ! El Hotel Patagónico fue la sede de la organización: magestuoso y con su onda zen parecía diseñado a la medida de las expectativas de quienes íbamos llegando para acreditarnos y retirar nuestro kit, compuesto de pechera técnica (remera), remera primera piel (manga larga), cuello, buzo polar, plato de madera, vaso, jarra térmica, chip, chip fotográfico, número para el bolso, banderita de nuestro país de origen con nuestro nombre y número de corredor grabado (creo no omitir ningún elemento). Un vale para retirar una lata de cerveza de bienvenida coronaba la celebración. El merchandising parecía no hacer la mejor combinación con aquella onda espiritual que me llevó hasta El

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Cruce, pero nos zambullimos deseosas de adquirir todo aquello no incluído en el kit: el cuello y otros elementos de las ediciones anteriores. Los cálculos de pesos argentinos a pesos chilenos/dólar, que incluían el tipo de cambio más el 35 % terminaron de empañar lo que la lluvia y la rotura de la máquina que impidió personalizar las pecheras no habían logrado. Pero nada importaba: estábamos ahí. Punto. Digamos que era casi perfecto. El día siguiente, que era el previo a la largada de los Teams, nos dio la esperanza de que el clima nos podía regalar una buena experiencia: pudimos entrenar, sacar fotos y hacer una recorrida general por Puerto Varas, que es un lugar hermosísimo. Pero no fue así: la noche del miércoles 5 nos anunciaba lo que luego fue un jueves gris, frío y lluvioso que convirtió la primer jornada de los teams en una pesadilla y los trayectos en un barrial difícil de imaginar. Si había alguien que no sabía lo que era el barro, en el El Cruce 2014 se hizo experto: fue El Cruce del barro sin lugar a dudas. Nos levantamos antes del amanecer del viernes 7 con una jornada similar a la del día anterior pero sin lluvia. Frío intenso, viento y chaparrones aislados. Pero el daño de los senderos ya estaba hecho, y ya habían pasado los más de mil corredores de equipo el día previo. Todo era felicidad interior: subimos a los micros que nos esperaban en la costanera. Era de noche y todos estábamos en silencio, concentrados. Mi crónica no sería mia si no les contara los pormenores , aquello que ocurría entre bambalinas : la pregunta del millón era, después de una hora y media de viaje hasta el lugar de la largada, si nadie les había dicho a los choferes de los micros que estábamos por participar de una competencia que requería estar previamente hidratados. Los baños de los micros no estaban disponibles: las mujeres estuvimos a punto de hacer una revolución que sólo contuvimos por el engaño del: ya llegamos de los choferes. Sabíamos que estaba penalizado no usar los baños químicos de la largada estábamos en problemas antes de empezar a correr: éramos más de mil ! Los varones se tiraron de cabeza apenas se detuvo el micro y enseguida pensé en Simone de Beauvoir cuando al escribir El segundo sexo aborda el tema de todo aquello que genera en los dos géneros las distintas posibilidades a la hora de orinar. Que increíble: ni el merchandising del día de la acreditación, ni la baja disponibilidad de baños, rompía con la emoción de estar por participar en la experiencia deportiva más importante de estas latitudes, aquella para la que nos estuvimos preparando con tanto esfuerzo durante tanto tiempo Faltaban pocos minutos. Los 39 K de la primera etapa se convirtieron en algo más de 42 K que por el barro, los desniveles y las colas de espera para pasarlos, se convirtieron para la gran mayoría en trayectos de entre 7 y 12 horas de carrera de montaña. El clima no nos permitió observar que pasamos corriendo bordeando el volcán Osorno. Los que esperábamos una tarde de descanso en el camp 1 con


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