Capital 643

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PAR 34 CapitalFinanciero

N°643

3 - 9 de junio del 2013

Vida Moderna

CINE | Una de las grandes novelas norteamericanas vuelve a la pantalla grande

“El gran Gatsby”: Un artificio sin horizonte El éxito que tuvo Baz Lurhmann musicalmente con “Moulin Rouge” no fue reeditado en esta ocasión Foto: Warner Bros. Pictures

Jorge Zavaleta Balarezo Arkansas, Estados Unidos Argenpress Cultural

B

az Lurhmann, el director australiano de “Romeo y Julieta” y “Moulin Rouge”, está de vuelta con “El gran Gatsby” en una versión altamente superficial y simplemente fácil, para los gustos menos exigentes.

La novela de Fitzgerald aún no ha alcanzado su reflejo cinematográfico pese a las cinco versiones que se le conocen Dicen los enterados y los que sólo repiten lo que escuchan que la novela de Fitzgerald no ha alcanzado su reflejo cinematográfico pese a las cinco versiones

que se le conocen, incluyendo una del periodo silente, otra con Alan Ladd y, tal vez la más conocida, una con Robert Redford y Mia Farrow en los roles protagónicos siguiendo un guión escrito por Francis Ford Coppola. Después de ver la versión de Lurhmann, arropada y aupada con su estética chirriante de filtros, luminosidades, efectos digitales y anacronismos arbitrarios, uno se pone a pensar si acaso es cierto que nadie le ha hecho justicia en la pantalla grande hasta hoy a Francis Scott Fitzgerald, un escritor genial, que perteneció a la misma generación de Heminwgay, Dos Passos, Faulkner y Henry Miller. Lurhmann se sirve de la novela no como una fuente de inspiración sino como un material que puede maltratar, en el sentido literal de la palabra. Las escenas amorosas entre Leonardo DiCaprio y Carey Mulligan, Gatsby y Daisy, son cursis y reflejan el tono insípido desde el cual se maneja esta interpretación de una de las mayores novelas norteamericanas del siglo pasado. “El gran Gatsby” no se merecía la representación

de las fastuosas fiestas en el castillo del protagonista como un desfile circense, donde los excesos ni siquie-

Clase ejecutiva | Un autor que no escribe para complacer

ra parecen rozar aquello que la obra original sugiere, tematiza u observa. Fiel a su gusto por el musi-

cal, que en “Moulin Rouge” le rindió buenos resultados, Lurhmann elige para Gatsby canciones de moda, interpretadas por Beyoncé o Jay-Z, pero no da en el clavo ni en un momento, tan sólo tantea con falso asombro: la distancia de este filme con la novela que le sirve de base nunca se cubre, es como las dos costas donde están ubicadas las mansiones de Gatsby y Daisy y que la playa separa como una inminente frontera. Sólo ese faro verde que resplandece una y otra vez, insistente, nos recuerda que hay alguien que espera, un ser que oculta su pasado, uno que ha construido una leyenda, una fortuna, uno, por último, que cree estar más allá del bien y el mal, y que vive cautivo por un amor del pasado, presente sólo en su mística y misteriosa fantasía. Donde Fitzgerald acuñó algunos momentos cumbres de la literatura norteamericana clásica, Lurhman sólo encuentra espacio para el artificio de ocasión, para usar a Toby Maguire como un narrador que intenta salir de su propio padecimiento mental. Y en el fondo, pero siempre cerca, la

Nueva York que anuncia la Gran Depresión y se deja notar agitada y acaso vibrante. Tratándose de una película extremadamente comercial, pensada sólo para romper récords de taquilla sin tomar en cuenta valores artísticos, estéticos o morales, no deberíamos preocuparnos tanto de esta adaptación que todo el tiempo se coloca trampas a sí misma. “Gatsby” es probablemente uno de los grandes fracasos de los últimos años, una cinta pensada como espectáculo musical, lucimiento de fortunas y lujos, pero finalmente una versión muy desconsiderada con la literatura que ha nutrido el cine desde sus inicios. Este es uno de los casos en que las bellas letras y el cinematógrafo parecen repelerse mutuamente, unidos a la fuerza para lograr la cúspide capitalista de los millones de entradas vendidas. No es nada más que eso. Un artificio vacuo y forzado que ni siquiera se asoma a la profunda soledad y tristeza que rodean a un personaje tan singular y tan bien construido como Gatsby, el de Fitzgerald.

Estilo de vida | ¿Qué se requiere para ser un experto?

De un tal Javier Marías Dominar una técnica Lo que lo diferencia de los demás es su estilo inimitable

Fotos: Archivo CF

requiere más que mucha práctica

Otros factores talento natural y la habilidad innata Carolina Ruiz Vega Corresponsal en Costa Rica

L Anacristina Rossi Corresponsal en Costa Rica

A

pesar de que “sus obras se han traducido a treinta y siete lenguas y se han publicado en cuarenta y siete países, con más de cinco millones y medio de ejemplares vendidos”, según dice en su entrevista con M. Braudeau (Mondadori, 2008), Javier Marías no es un autor comercial.

En sus obras suele llevar el lenguaje hasta sus límites Sus libros –premiados una y otra vez– son difíciles. Unos mucho más que otros, claro. Lo paradoja en este autor es que su trabajo es una exploración del idioma es-

pañol y sin embargo el grueso de los premios que ha recibido y de los ejemplares que ha vendido son en otras lenguas. Quizás porque Marías explora el español comparándolo con otros idiomas –francés, inglés, inglés antiguo, latín– y con las mezquindades humanas de todos los días y de todos los mundos pasados, presentes, ¿futuros? Lo que lo diferencia de los demás escritores es su estilo inimitable. Lo que diferenció a García Márquez también fue su estilo, pero este era fácilmente imitable, y con éxito. Marías lleva el lenguaje hasta sus límites. Es un estilo irreverente, en el cual una se enamora no solamente de los personajes sino de su manera de contarlos. Y está su humor. En la novela Mañana en la batalla piensa en mí, el Rey de España es only the lonely, y también only you. Pobre el Rey de Marías. En Corazón tan blanco, el

personaje debe traducir una conversación entre dos altos mandos que deseamos reconocer como Margaret Thatcher y Felipe González. Y cuando el alto mando español le pregunta a la inglesa si desea un té, el intérprete traduce por “Dígame, ¿a usted la quieren en su país?” Y así empieza una conversación absolutamente íntima y totalmente ignorada por el jefe español. Esas dos novelas, y la última: Enamoramientos, son quizás las más leídas y accesibles. Nunca decepcionantes. Marías le dedicó a la escritura de Tu rostro mañana muchos años. Son tres tomos difíciles que serán, imagino, leídos por muy pocos. Pero él no escribe para complacer lectores. Tal vez escribe para sus amigos, en otros países, otras lenguas.

a práctica no hace al maestro. Así lo afirma el investigador de la Universidad de Michigan, Zach Hambrick, quien analizó 14 estudios sobre cómo la práctica estaba relacionada con diferencias en el desempeño de músicos y ajedrecistas. El estudio afirma que copiosas cantidades de práctica podrían no ser suficientes para explicar las diferencias entre los niveles de habilidad de estas personas. De hecho, su estudio mostró que la práctica determina solo un tercio de las diferencias entre las habilidades de las personas.

Por eso, señala, se requiere más que trabajo arduo para ser un experto. En opinión de Hambrick, otros factores, como el talento natural, la inteligencia, la habilidad innata o la edad en la que las personas empiezan determinada actividad, tienen un papel importante en lograr o no el dominio de una actividad complicada. “La práctica es importante para alcanzar un nivel élite de desempeño, pero no es suficiente: algunos lo logran sin mucha práctica, y otros no, a pesar de que practiquen mucho”, asegura el psicólogo.

El investigador analizó 14 estudios sobre cómo la práctica estaba relacionada con diferencias en el desempeño de músicos y ajedrecistas Fotos: Archivo CF


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