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Lola Navarro Alba

1º ESO. Colegio Salesianos

El misterio de Sara

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El timbre suena indicando el final del curso. Todos los estudiantes recogen sus libros emocionados e impacientes por el inicio del verano. Y ahí está Sara, imperturbable, en su escritorio guardando sus pertenencias. Los nervios provocan que me tiemblen las manos. Hoy, después de tanto tiempo, me armaré de valor y hablaré con ella.

Me dirijo a mi taquilla ubicada en la planta inferior para esperarla. Sin embargo, me sorprendo al verla irse por la puerta trasera del instituto que conduce al bosque prohibido que limita con la ciudad. Los profesores siempre nos advierten que es peligroso internarse en él.

Embargado por la curiosidad, la sigo sin que se dé cuenta. Ella se abre paso por el bosque con facilidad, como si no fuera la primera vez que entra en él. Finalmente, tras varios intentos, llegamos a un silencioso e inquietante cementerio.

Sara se apoya en un árbol, abstraída en sus pensamientos. Furtivos rayos de sol alumbran su hermoso rostro y su brillante cabello dorado. Ella posee una belleza cautivadora que me deja sin aliento. Desde que la conozco un halo de misterio la rodea. Siempre está sola y jamás la he visto hablando con alguien del instituto. La curiosidad por saber más de ella crece en mi interior.

Sin querer, me delato al pisar una rama. El crujido atrae la atención de Sara, que se asusta al verme en su remanso de paz.

- ¿Qué haces aquí? – pregunta con una tonalidad melodiosa, - ¿me estás siguiendo?

Mi mente se queda en blanco. No sé qué responder. Es la primera vez que hablo con ella y no me gustaría comenzar con una mentira.

- Perdona, no quería asustarte. Me preocupé al ver que venías a este sitio tan peligroso -.

Ella me sonríe y se queda callada por unos segundos, pero acaba rompiendo el silencio con una pregunta.

- Oye, ¿cómo te llamas? – cuestiona con sorpresa -, ¿vas al instituto Green High?

- Soy Mark. Curso Bachillerato allí. Tú también vas, ¿no?

Ella todavía no me ha contado por qué está aquí, luce muy triste. Me apetece abrazarla, pero me da vergüenza. No quiero que se sienta incómoda.

Pasemos un rato por el cementerio hasta llegar a la parte más sombría. Ella clava sus luceros azules en una lápida maltrecha ubicada en el fondo. La humedad del ambiente provoca que el musga crezca en su superficie, tapando el nombre del propietario. Sara, entristecida, agacha el rostro sin comentar nada. En esta ocasión, me armo de valor para darle un abrazo. Me aproximo a ella extendiendo mis brazos. Su suave piel está tan fría que traspasa el calor de mi ropa. Una sensación rara me inunda y ella se aparta de inmediato. Sara me mire y sonríe con ilusión. - ¿Dónde vives? – pregunto -. Si quieres te puedo acompañar a tu casa…

- Vivo aquí.

Al principio no entiendo a qué se refiere con eso y tuerzo el gesto por inercia. - ¿En el bosque?

- No, en este lugar.

Ella señala la tumba frente a nosotros. El corazón me da un vuelco, esperando que sea una broma pesada. Inquiero, me arrodillo ante la lápida y quito el musgo. Nunca el olvidaré el nombre escrito en ella: Sara Cameron.

CONCURSO DE MARCAPAGINAS

XLIII FERIA DEL LIBRO INFANTIL Y JUVENIL Concejalía de Educación

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