La competencia artística de las audiencias

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LA COMPETENCIA ARTÍSTICA DE LAS AUDIENCIAS Arte y procesos artísticos

Manel Montañés www.manel-montanes.co.uk

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No existe, realmente, el Arte. Tan s贸lo hay artistas. (E.H. Gombrich)

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La dimensión humana del arte Acostumbramos a mirar a los artistas con una sensación extraña. Es algo relacionado con la admiración, el respeto o la envidia, tal vez porque desde el inicio de los tiempos hemos elogiado su capacidad para abstraer aspectos de la realidad o de la vida espiritual y su habilidad para aliñarlos con formas, colores, materiales, palabras, sonidos, sabores u olores transformándolos en algo nuevo lleno de significado y valores simbólicos. Del amor al odio, de la identificación absoluta a la total falta de comprensión, la Historia del Arte es un compendio de actitudes frente a la obra artística, una secuencia de períodos de tiempo desde la antigüedad hasta la contemporaneidad, donde la relación entre el artista y el espectador ha sufrido todo tipo de altibajos. Hemos llamado Arte a lo que hacen y nuestra incapacidad para hacer lo mismo, nos lleva a considerarlos bendecidos por los dioses. Se les ha amado, odiado, alabado o perseguido sólo por eso. Pero como E. H. Gombrich, dijo: “No existe, realmente, el Arte. Tan sólo hay artistas” Demos pues al Arte la bienvenida a la esfera humana.

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Lo que esperamos como espectadores Según Arnold Hauser1, leemos en diferente manera aquellas obras artísticas que no tienen una relación directa con nuestro presente, nuestro sentido de la vida o nuestros propósitos vitales. En palabras de Hauser, lo que el espectador del arte busca son las respuestas a las preguntas acerca de cómo podríamos vivir o cómo debemos vivir nuestra realidad. Desde nuestra perspectiva, lo que Hauser sugiere es que la mejor manera de entender una obra artística es situarnos como espectadores en el territorio de su contemporaneidad. Cualquiera que sea el momento en el cual una obra artística se haya realizado, debemos contemplarla desde su contemporaneidad. Este sería el primer punto clave a considerar para desarrollar la competencia artística de las audiencias. No tiene nada que ver con la libertad creativa de la que por supuesto somos firmes defensores, ni es nada relacionado con las diferentes concepciones, teorías o nociones sobre estilos o estética del arte. Simplemente, en primer lugar queremos entender a los artistas para después, estar de acuerdo o no con ellos o con sus obras. La mirada del artista Como nosotros,

un artista es un espectador que habita nuestro mismo

contexto cultural. Este contexto es un territorio vasto repleto de convenciones sociales, de significaciones implícitas y reglas generalmente invisibles, que aparecen repentinamente con claridad meridiana cuando ocurre algo inesperado. La diferencia entre los artistas y la gente común es que a su vez, un artista es un espectador que participa activamente de la cultura convirtiendo lo invisible en visible mediante actitudes o acciones que transforman la realidad en algo diferente que a su vez afecta, modifica o transforma el propio contexto cultural.

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Hauser, Arnold (1962) The Social History of Art

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Una anécdota suficientemente conocida nos ayudará a ilustrar lo que intentamos explicar: En enero de 1969 los Beatles decidieron dar un concierto en la azotea de su edificio-estudio en Savile Row, en el centro de Londres. Montaron sus instrumentos y equipos y empezaron a tocar rodeados de su personal, cámaras, fotógrafos y periodistas. Abajo en la calle, cientos de personas se detuvieron para ver lo que estaba pasando. Se produjo un atasco de tráfico y finalmente la policía detuvo la actuación. ¿Se trataba de algo ilegal o de una acción peligrosa? No, simplemente fue un hecho inesperado que rompió algunas de las convenciones culturales y sociales de la época. Hoy en día estamos absolutamente acostumbrados a este tipo de conciertos.

Partiendo de la realidad, la mirada del artista o su actitud se dirige hacia todo aquello que podría ser diferente, imaginable o posible y como Granés Maya señala2,

la imagen del artista aislado o encerrado en sí mismo no es una

imagen real. Los artistas deben estar en contacto con la realidad pues es en ese contexto cultural

donde se nutren de las materias primas que les

permiten realizar su trabajo. Sólo lograremos alcanzarles si llegamos a comprender que es y cómo funciona un proceso de creación artística. Los procesos artísticos Acostumbramos a hablar sobre los procesos creativos o artísticos con facilidad pero ¿cómo podemos definirlos de una manera en que pueda ser útil para leer o explicar cualquier trabajo artístico indistintamente al período histórico al que pertenezca? En primer lugar y una vez situados en su contemporaneidad, definiremos el proceso artístico como un proceso incierto de exploración activa del contexto cultural realizado con el propósito de darle la vuelta, y con el objetivo de construir una ficción o una realidad imaginaria tejida con las expectativas o los deseos del artista. Echemos un vistazo a los elementos implícitos que contiene nuestra definición.

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Granés Maya, Carlos (2004) Aproximación antropológica a procesos de creación artística en contextos inestables. Universidad Complutense. ISBN 84-669-2640-2

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La incertidumbre El proceso artístico no es un proceso científico. No hay evidencia alguna, ni tesis, ni intuición de cuál pueda llegar a ser el resultado final. Tan sólo la duda constante, la revisión crítica de la realidad y sus significados impulsan el pensamiento del artista. La experimentación La experimentación es la herramienta. Una y otra vez impulsado por la duda, el artista tratará de cambiar las formas, texturas, colores o palabras hasta hallar algo que le satisfaga. El contexto El contexto es siempre su y nuestra contemporaneidad, el campo de batalla. La intencionalidad Una obra de arte es siempre un producto intencionado y por eso siempre aporta ideas, objetos o emociones cargados de significado. La imaginación La imaginación es la herramienta más poderosa de las personas creativas. La usan para construir su propio universo de invenciones y cada artista lo hace de una manera diferente y particular. De alguna manera, las obras de arte, las creaciones artísticas,

son el

resultado del diálogo y la interacción de estos elementos y en tanto portadoras de significado, tienen la capacidad de operar en la compleja red de reglas y convenciones que conforman cualquier contemporaneidad. Aunque hemos definido los elementos que actúan en los procesos artísticos, ello no significa que un proceso artístico deba ser lineal, organizado o secuenciado en el tiempo. No lo es. El artista va y viene. Entra o sale de su propio proceso en cualquier momento de acuerdo con su propia experiencia y

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voluntad. En este sentido, en relación con Picasso, Gombrich 3 dijo que el artista nunca pensó que los procedimientos del Cubismo pudieran llegar a reemplazar otras formas de representar el mundo visible. Por el contrario, Picasso siempre gustó de cambiar sus procedimientos y regresar a las formas de arte tradicionales, a pesar de los experimentos más audaces o en medio de ellos. Hemos escrito estas líneas con el objetivo de anotar algunas ideas sobre algunos aspectos generales que debemos tener en cuenta si como artistas, productores, gestores y/o organizaciones dedicadas al arte, queremos educar la competencia artística de nuestro público a fin de obtener de ellos un alto nivel de compromiso con la cultura y las artes. En los próximos capítulos revisaremos algunos conceptos e iniciativas interesantes realizadas a partir de estas perspectivas.

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Gombrich, E.H (1950). The Story of Art

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