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Epílogo: La medusa

Soy un cuerpo de agua que fluye por zonas oscuras, frías y desconocidas del océano sin obstáculos. Tengo formas infinitas porque mis fibras son como el cabello maleable e independiente que nada entre las corrientes de agua. No tengo dirección alguna ni límite porque mi cuerpo y el ambiente son lo mismo.

No tengo cerebro ni corazón. Soy un estómago hecho nudos y una panza que guarda y carga su ansiedad por donde va. Comer y nadar son mis pasiones. Tengo sexo pero no necesito un compañero porque en nuestra especie ambos cumplimos las funciones de macho o hembra.

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Expulsar el malestar es necesario para poder fluir. Una y otra vez me contraigo para sacar fuerzas y avanzar. El agua pasa por mi y se transforma, no muere ni desaparece, sino que limpia continuamente mi interior.

Sé arder cuando mi naturaleza salvaje me lo pide. Tengo fuego en mis tentáculos y si se acercan a mí puedo quemar. Descargo toxinas y marco la piel de quien me roza, si se acercan de más también puedo matar.

Pido que terminen las irrespetuosas proyecciones de otras personas sobre mi cuerpo si no tengo rostro o edad. Soy inofensiva, salgo de las profundidades a buscar comida como cualquier otro ser vivo, a recibir las bondades del sol y luego regresar a mi hogar.

No necesito ser acogida para encajar, si existo por mi cuenta y el único objeto que puedo distinguir es la luz brillante de la luna. En ella fijo mis instintos con placer como si fuera mi madre y la busco entre las noches para cantar.

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Meditar sana la mente, la tranquilidad es mi amiga. Encuentro la hormigueante sensación que recorre mi cuerpo placentera, me ayuda a mantenerme transparente, limpia y reluciente. Cada bocanada de aire es energía que entra y cura mi alma.

Moverse ayuda a sanar, alivio mis padecimientos con el ejercicio físico, con el baile y el cambio de lugar constante, desaparezco y huyo si no me quiero quedar. En el movimiento encuentro la vida.

Sin temor de no ser aceptada por esas etiquetas que han impuesto sobre mi cuerpo, soy una medusa hermosa nadando libre y bailando por el mar.

No es necesario tocarme o acercarse para poder contemplarme. Siempre queda la advertencia de una descarga que te pueda irritar.

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Referencias

Estés, C. P. (2009). Mujeres que corren con los lobos. Zeta Bolsillo.

Galvis, S. (2019). En tiempo de lunas. Pangolín Ediciones.

Gamba, S., & Diz, T. (2009). Diccionario de estudios de género y feminismos. Editorial Biblos.

Moreno, M. (1987). En diciembre llegan las brisas. Plaza & Janés.

Quiroga, H., & Isaza, J. (1998). Historias inmorales. Panamericana

Editorial.

Shelley, M. (2008). Frankestein. Vicens Vives.

Fontanla, M. (2208) ¿Qué es el patriarcado?. Mujeres en Red: Periódico

Feminista.

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