Revista Mallpocket Ed.22 Rumbo al Mundial

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Feb

2014

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mona que me faltaba del álbum de esa Copa del Mundo: era una lámina doble -un clásico de Panini en las selecciones chicas- de Egipto donde salían los gemelos Hossam e Ibrahim Hassan. Para USA 94 mi papá ya no estaba. Yo tomaba la decisión de dejarme crecer el pelo y no encontré mucha oposición de mi mamá: me dijo que aprovechara y saliera de ese juvenil arrebato antes de que la herencia me introdujera en las fauces de la calvicie. ¡Cuánto saben las mamás! Vi BrasilItalia en la soledad de mi cuarto, envuelto como una crisálida entre las cobijas -fue exactamente igual mi ritual en Corea-Japón 2002- entre sueño e imágenes difusas como el beso que le dio Gian Luca Pagliuca al vertical de su mano derecha cuando lo salvó de un gol cantado. De hecho en la tanda de penales que favoreció a Brasil siempre recordé más el que falló Franco Baresi que el que marró Roberto Baggio pero la publicidad de whiskey cambiaría mi percepción un tiempo después. Una novia casi me daña la final del 98. Me dijo que estaba triste porque se enteró, por esas cosas que tiene la vida, que su hermano mayor metía perico. Estaba destrozada y yo entendía su dolor, pero para mí era más importante el partido. Y no me siento mal por eso. El fútbol me lo dio todo sin premuras ni reservas y jamás me pidió nada a cambio. La convencí de que lo mejor era que se distrajera en la casa de mi abuela viendo Francia-Brasil. La con-

ANEXO

vencí de que la vida era bella cuando Petit hizo el tercer gol luego de recorrer 70 metros la cancha para culminar un contragolpe y la invité a un helado que curó momentáneamente su herida. Yo en esos tiempos creía en que el primer amor era el único que existía en la vida y obvio, estaba muy equivocado, tanto como la puntería de Dugarry y Guivarch esta tarde de goleada francesa. El televisor sacó la mano, el mío, la víspera de comenzar el Mundial 2006. No recuerdo estar tan cerca de la tragedia futbolística previo a una Copa del Mundo. Corrí a un hipermercado a comprar uno nuevo. Y se sabe que hay dos elementos inalcanzables en la economía de cualquiera: el valor del agua en el desierto y el valor de un TV en tiempos de Mundial. Creo que todavía lo estoy pagando y pienso que ni siquiera vi Italia-Francia en él. La patada de De Jong a Xavi Alonso en el 2010 durante el España-Holanda fue lo que sentimos en mi casa cuando nos notificaron del remate de ese apartamento al que nos pasamos en 1986. No sé cuántos Mundiales tendrán que pasar para poder recuperarlo.

@mallpock et


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