Malisia La Revista #5

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MALISIALIBROS

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MALISIAEDITORIAL

REVISTAMALISIA - AÑO 1 #5 | AGO 2018

$70

Editorial: Sobre colectivos y bicicletas [pág. 2] // Reseñas: Entre dos ríos de Romina Zanellato por Juan Delaygue [pág. 4] // El Ojo y la Navaja, de Gustavo Radice y Carolina Donnantuoni por Mariana Sáez [pág. 5] // Contratextos, de Daniel Cecchini por Omar Crespo [pág. 6] // Dossier Mujeres y Edición: La revista América Nueva. Un pequeño aporte a la historia de las mujeres y la edición en Argentina por Florencia Ubertalli [pág. 8] // Muriel Spark: los cien años de una escritora con estilo por Melissa Rep [pág. 15] // Dossier Literatura infantil: Mercado, colecciones editoriales y chicxs: hacer lecturas por Gabriela Pesclevi [pág. 19] // Cuentos para soñar con otro mundo posible por Juliana Celle [pág. 26] // Perfiles: Angie Pagnotta y Pablo Méndez por Leonel Arance [pág. 30 y 31] //


Sobre colectivos y bicicletas

Colectivo editorial Verónica Stedile Luna Leonel Arance Juliana Celle Pablo Amadeo Agustín Arzac Agustina Magallanes Francisco Magallanes

Colaboradorxs Gabriela Plesclevi Omar Crespo Florencia Ubertalli Melissa Rep Juan Delaygue Mariana Sáez

Fotografía Leonel Arance Correcciones Gustavo Paolini Diseño Pablo Amadeo

Diagonal 78 #506 Tel: 221 - 4212946 facebook/revistamalisia facebook/malisialibros facebook/malisiaeditorial

Hace un mes, un estudiante de periodismo nos entrevistó para un trabajo final de una materia: le interesaba graficar “la crisis del sector editorial”. En más de una hora de conversación no pudimos salirnos de las obviedades, no pudimos aportar un dato nuevo. Estamos mal pero juntos, debió haber sido nuestro resumen. Pero nos comprometimos con él a rastrear algunas cotizaciones de libros en el último año, comparar algunas cifras, obtener el impacto de los ajustes, la depreciación de nuestro capital (los libros) y de nuestro trabajo. Porque nunca sabemos cuánto nos están robando hasta que viene un estudiante de periodismo y no te deja más alternativa que cuantificar ese robo.

Análisis concreto, de la situación concreta Imprimir un libro de 23 x 16 cm con un total de 156 páginas en agosto de 2017 nos costó $21.000 los 500 ejemplares. Cada libro costaba, sólo de impresión, $42 (nunca pudimos cobrar nuestro trabajo de edición, corrección, diseño, etc., en ningún libro, pero sí pagamos siempre las colaboraciones externas). El dólar valía $17,65, lo que equivalía a U$S 2,56 cada ejemplar. El precio de venta al público era de $300. Descontando la ganancia de librerías, la distribuidora y los derechos de autor, nos quedaban $48 de ganancia; es decir U$S 2,93. Ya en 2017 no se podía pensar en reimprimir ese título porque “la


ganancia” que obteníamos de la venta de ese libro no alcanzaba para entrar a imprenta. En junio de 2018, los 100 ejemplares del mismo título costaban $8000. En estos casos, se imprime solo para que el libro siga circulando en ferias y reponerlo en algunas librerías, para que no muera. $80 el ejemplar. En dólares, U$S 2,66 de costo. La ganancia con el precio actual ($350), luego de los descuentos del circuito, es de $25 (contra $48 del año pasado); en dólares, U$S 0,83. La misma tabla puede ser trasladada al otros títulos; por ejemplo otro libro también de 23 x 16 cm, de 144 páginas (U$S 0,83 de ganancia contra U$S 2,74 en agosto de 2016) y así podemos hacer la cuenta con cada uno de los materiales editados en los últimos años. Vender un libro es descapitalizarse y apostar por uno nuevo en términos económicos, es puro riesgo. Cualquier título de nuestras editoriales debería tener un precio de venta no menor a $500 y eso, sabemos, es trasladar todo el impacto de la crisis a nuestros lectorxs. Todos los días nos preguntamos cuánto tiempo más vamos a poder seguir trabajando sin detenernos a que la respuesta nos llegue. Porque sabemos cómo. Porque nunca fue la plata una espalda, ni los números nuestro fuerte, ni hacer un negocio nuestra obsesión. Hacer más y más números En este contexto podríamos pensar que nuestra práctica se podría volver conservadora, atendiendo a la inestabilidad que caracteriza en este momento a nuestro sector de la industria. Sin embargo podemos dar cuenta de todo lo contrario, también, haciendo números. Somos

un colectivo compuesto por 5 editoriales que han editado en los últimos 6 años más de 200 títulos en series de poesía, narrativa, ensayo, libros objeto y de imágenes, publicando a más de 150 autores y autoras. Hemos desarrollado infinidad de ciclos, talleres, eventos y ferias. Somos una experiencia en la que trabajan 17 personas impulsando tareas de edición entendidas en un sentido amplio: diseño, corrección, prensa, encuadernación, gestión, formación y así. Habría que pensar entonces en las paradojas, editoriales de números minúsculos, con delgadícimas líneas entre el costo y la ganancia, son al mismo tiempo motoras de una biblioteca vasta y diversa. Editoriales de números minúsculos, gestionadas por gente que trabaja y vive de y con la circulación de libros, sin altruismo, sin pretensiones de mecenazgo, crecen en fondo editorial casi como equilibristas. Pero para los números siempre fuimos flojos. Evidentemente debemos suplirlo con otras cosas, sino no se explica. La economía del ajuste no se lleva bien con las paradojas ni con las fragilidades de supervivencias ligadas a otros tensores que los cuadros de curvas. En estos cinco años no supimos hacer un buen balance contable. A los CEOS que hoy le dan pedal a la bicicleta les produce un ataque de risa todo esto. Y también a algunos empresarios del libro, porque los números que manejamos en nuestros proyectos son minúsculos. Somos editoriales minúsculas. No hay duda. Y por eso podemos llevar todas las cuentas en el cuaderno del almacén. Pero somos editoriales al fin, y queremos seguir siéndolo. Porque en lo paradójico de una forma de existencia económica minúscula también hay una forma de interrumpir

la lógica aplanadora del mercado -especialmente el mercado de concentración y bicicleta que propone el macrismo. Porque en definitiva, el ajuste, esos números imposibles que mostramos más arriba, persiguen el aleccionamiento de modos de vida, modos de vincularse con el trabajo y el dinero: nos hicieron creer que podíamos tener nuestra editorial. La economía del ajuste no viene con un plan de emprendedorismo sino de homogeneidad, sin paradojas, sin existencias minúsculas. ¿Querés hacer libros industriales? Imprimí en aguas interoceánicas, sin impuestos, exportá. Pero las editoriales minúsculas tenemos aliades, primeres inversionistas: la imprenta que banca la cuenta en rojo mientras empiezan a volver las primeras ventas, lxs lectorxs que compran la preventa para costear la impresión del material y así. Pero las editoriales, cuando hacemos números también vemos cómo el resto de la cadena de producción va en baja a las ganancias. Y las notas en el cuaderno del almacén nos recuerdan que alguna vez pensamos en una política de las alianzas desde abajo. No vamos a cambiar nuestra forma colectiva y cooperativa de trabajo porque nos lo digan estos chetxs. Vamos a seguir imprimiendo en Argentina, junto a los imprenterxs que están peléandola como nosotrxs, desarrollando espacios de encuentro con nuestros lectorxs. Y las librerías, y las distribuidoras. Será que siempre se nos juntan otros números.

EDITORIAL

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A

lina, la protagonista de esta novela, se remonta en su historia familiar para entender los sentidos de sus elecciones presentes. Ese camino la lleva desde su ciudad natal en Neuquén hacia Entre Ríos, de donde provienen sus abuelos, que a su vez escaparon de allí para moverse en la dirección opuesta, como cerrando un círculo en cuyo centro se encuentra ella misma. Como herramienta o talismán para emprender ese viaje tiene una lata con viejas cartas que su abuelo le enviaba en su juventud a su abuela. Los dos ríos del título son los polos entre los que fluctúa un mismo movimiento que va y viene, trazando una historia que atraviesa a varias generaciones y arrastra sus voluntades a merced del amor. La indagación de Alina en la historia de sus abuelos es una búsqueda para darle sentido a sus propias decisiones. Como resultado de perseguir lo irrepetible de su identidad en el camino de lo que hereda, podría decirse que Entre dos ríos es una novela de (des)aprendizaje: un esfuerzo por llegar a atisbar el otro lado de lo que se sabe de uno mismo. Aquí también hay una filiación literaria: en esta novela, Romina Zanellato sabe recuperar el encanto de la imaginería de los hoteles de escritores –y de los escritores en hoteles–. La búsqueda familiar es también búsqueda de una voz que se va haciendo lugar entre lo que hereda y se remonta al origen de esas imágenes para hacerlas propias: “¿Soy de donde vengo?”; “¿fueron ellos para que yo sea?”. El ojo de Romina posee una destreza en la notación que es propia tanto del cronista como del haijin –el escritor de haikus–. Del primero exhibe la precisión para registrar los elementos que hacen punctum en la imagen. Del segundo, la capacidad de crear atmósferas y la sabiduría para transmitir un ánimo codificado en los elementos de la naturaleza: la sexualidad de las flores –fundamentalmente el ceibo–, el ascetismo del viento y la pesadez de su ausencia, el silencio de la intemperie y, sobre todo, las diferencias entre los ríos, el del deshielo en Neuquén, claro y transparente, inhóspito, y el de Entre Ríos, pesado, rojizo, rebosante de vida. El camino de Alina es un viaje sensitivo que se propone un recorrido inverso al de la madalena de

Proust: aquí el encuentro de los lugares donde reside el pasado busca despertar una comprensión más acabada de la memoria, partiendo desde recuerdos ajenos que también son propios porque son de la familia, esa configuración que se construye en torno a un secreto, un silencio, una carta en italiano. Juan Delaygue

Entre dos ríos Romina Zanellato Rosa Iceberg Buenos Aires / 2018

Calle 5 #1289 e/58 y 59 La Plata (1900) Bs. As. (221) 530 1721 quevesgrafica@gmail.com Qué ves? Gráfica 4

RESEÑAS


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apturar lo incapturable, archivar lo efímero, registrar lo irrepetible. Al hablar de performance o de lo performático, suele hacerse referencia a aquello que sucede en un aquí y ahora, que es por definición irrepetible, efímero, incapturable. Sin embargo, nos encontramos con una Plataforma de Teatro Performático que tiene entre uno de sus objetivos generar archivo, registro, reservorio de la actividad escénica local y en sintonía con esos objetivos surge esta revista. ¿Cómo capturar lo incapturable, archivar lo efímero, registrar lo irrepetible? ¿Es posible? ¿Para qué intentarlo? Si pensamos el archivo como documentos originales e inmodificables que resistan al paso del tiempo, lo performático aparece tensionándolo. Este archivo histórico, documental, logocéntrico, racional, excede y es excedido por lo que sucede en vivo, en el presente, en el aquí y ahora de la performance y de los cuerpos. Sin embargo, y al mismo tiempo, ese aquí y ahora de la performance es producto de una historia, y a su vez, se inscribe en ella dejando sus huellas en los cuerpos. Las técnicas y procedimientos hacen presentes en los cuerpos las marcas del pasado, al mismo tiempo que son transformadas en sus usos actuales. Pasado y presente no existen entonces distanciados, independientes, sino en su construcción recíproca, dialéctica. Y es también, la apuesta de la revista hacerlos dialogar: “valorizar el pasado, fortalecer el presente y permitir un futuro” dicen Gustavo y Carolina en el texto editorial. ¿Y cómo hacerlo? El archivo documental y el repertorio de actos corporales, encarnados, proponen metodologías y tiempos de acceso distintos. Y la Plataforma de Teatro Performático -y El Ojo y la Navaja como su espacio papel- contempla estas diferencias al proponernos compartir experiencias diversas: obras y reconstrucciones de obras, instalaciones y conferencias performáticas, charlas, talleres, textos… La publicación de esta revista, en tanto archivo visual y escrito, hace sentido en el marco de este conjunto más amplio de experiencias. Ante la dificultad de hacer archivo de aquello que por definición lo excede y lo desborda, se apuesta por una plataforma multidisciplinaria y multitemporal, que permita bordear lo incapturable, acercarse a lo inasible desde distintos ángulos, proponiéndonos compartir diversidad de experiencias. Esta tensión entre lo efímero y lo que permanece, suele aducirse para explicar las causas de la escasez de producción académica respecto de las artes escénicas. Contra ello, la visibilización de la producción artística, en particular la escénica, como forma de pensamiento y conocimiento, es una fuerte apuesta de esta revista.

El texto escrito -el espacio papel- opera en nuestra tradición ilustrada como instancia fundamental en la legitimación del conocimiento. Editar una revista de artes escénicas, es entonces una estrategia más en la lucha por ese reconocimiento y esa visibilización; por poner de manifiesto los modos particulares de las formas de conocer propias de las artes escénicas, sus procedimientos de investigación y de creación; y por contribuir a su expansión y su desarrollo. Sin embargo, posicionarse desde el texto escrito como estrategia de lucha, no implica dejar de lado aquello que sucede en la escena y que escapa, desborda y es incapturable por el texto, el documento, el archivo. Por eso esta revista es una estrategia más entre muchas, y no deja de dialogar, a través de su códigos QR, sus imágenes, sus formas de escritura, con otras experiencias y otras formas que van más allá del discurso académico y del archivo documental. Es una estrategia más de una plataforma colaborativa, de una comunidad. Es un espacio o una estructura que sirve de base o soporte para el desarrollo de otras múltiples posibilidades. Un espacio-para, potencia de otra cosa, que quizás aún no sabemos bien qué es. Una plataforma inestable podríamos decir, no porque le falte desarrollo o claridad, sino, porque es a partir de posicionares en esa inestabilidad temporal, disciplinar, espacial, vincular, que se mantiene viva, en movimiento, en articulación con otrxs, abierta al futuro. La inestabilidad, entonces, como imagen, como concepto, como apuesta.

El Ojo y la Navaja #0. Publicación semestral de la Plataforma de Teatro Performático. Coordinada por Gustavo Radice y Carolina Donnantuoni. Malisia. La Plata / 2017 RESEÑAS

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Contratextos. Intersticios entre la crónica y la ficción Daniel Cecchini PIXEL Editora La Plata / 2018

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uando un escritor acepta el espantoso ejercicio de la reseña, normalmente lo hace como contraprestación monetaria, por pedido expreso del autor/a de la obra a un contacto periodístico que pueda colocarlo en las coordenadas de la conversación y la discusión, o por puro trajinar y placer del oficio de embalsamar, destrozar o ponderar capacidades en ese afán de síntesis. Es ahí, donde el equilibrio de objetividad de un sujeto, estará medido por su pericia para el análisis y por la destreza para manejar un lenguaje, justamente, objetivo. El reseñista, siempre estará sujetado a algo: al impulso de sobredimensionar lo minúsculo, al deseo de mostrar un costado novedoso, a la entronización de su estupidez crítica. De la serie Perfectos atentados editada por Píxel, nos encontramos con una recopilación de textos con corte nítidamente periodísticos. ContraTextos intersticios entre la crónica y la ficción es un trabajo de escritura que se acomoda tranquilamente en el género discursivo periodístico, condensado dentro de las 24 notas que prometen navegar entre esos dos huecos narrativos evocados, a veces con mayor rigor, a veces con menor definición. Las referencias son inevitables: al leer los primeros textos surge en el imaginario un Osvaldo Soriano, un Roberto Fontanarrosa, un Juan Sasturain, cuando se aborda la remanida temática del fútbol de barrio. Y es ineluctable no ir hasta el Juvenilia de Miguel Cané cuando se remite cons6

Reseñas

tantemente al Colegio Nacional, en este caso en la órbita platense. Una decisión ni tan compleja ni tan sencilla, como la de reunir artículos periodísticos que fueron publicados originalmente en otro soporte, requiere una estrategia editorial muy fina para que no quede como un simple rejunte de notas nostálgicas. En este caso puntual, la mayoría de los textos fueron contratapas escritas por el autor para el semanario Miradas del Sur. Y acá hay un aditamento que no es menor: fueron contratapas en su ecosistema natural, por ende, en su gestación no fueron concebidas para el lineamiento y los requerimientos de un libro comprendido como entidad que engloba un concepto consistente en cuanto a coherencia temática o estilística: he ahí la necesidad de un bísturí editorial que ajuste el contenido para que se vuelva un libro en cuanto soporte creíble: ahí hay un punto a favor de la editora. Desprendiéndose de lo anterior, es necesario remarcar esto: la contratapa, voluntaria, conciente o inconscientemente, tiene una preceptiva que no tiene otro lugar en un soporte gráfico, que deambula entre el privilegio y la indiferencia pero que, si le acontece la primera, muchas veces puede convertirse en la parte más solicitada del semanario. La contratapa como lugar de lectura tiene una carga simbólica que sólo es superada por la tapa o por una doble página central, independientemente de las preferencias. En cuanto al contenido vertido, el recuerdo actúa como motor reivindicativo. Y en cuanto al lenguaje, Cecchini timonea la gramática y la terminología del oficio periodístico-narrativo sin ser expeditivamente vulgar ni aturdir académicamente. Al final de la lectura de esos contratextos, se podrán sacar conclusiones si la reseña sirve para limpiar fantasmas, promover nuevas tareas de escritura o señalar la imposibilidad de la perfección. Como sea, al final del camino, el escritor ya hizo su trabajo y el crítico tendrá una única indulgencia: leyó.



Cuando me propusieron escribir algo para este dossier, lo primero que pensé es: qué poco sé sobre feminismo y edición, qué poco sé sobre mujeres editoras. Si bien vengo ya hace algunos años buceando en el universo de los libros y las revistas de las décadas del 20 y del 30, muy pocas veces lo hice con alguna perspectiva de género. Sin embargo, y al margen de las derivas académicas, hace ya muchos años que vengo pensando en cuestiones vinculadas al feminismo y, muchas veces, a los límites o “trampas” de ese discurso, en las formas en las que el propio sistema capitalista fagocita y neutraliza ese feminismo. A veces sucede, sin embargo, que muchas de los temas y los problemas que nos motivan cotidianamente, y que incluso nos quitan el sueño, quedan un poco al margen de nuestra “vida académica”. O al menos una tiene esa sensación. Se dió que en ese momento justo estaba revisando algunos libros muy valiosos que entraron recientemente a la Biblioteca Nacional, el lugar en donde trabajo. Se trata de una donación enorme y sumamente generosa que hizo Ana María Cabanellas, casualmente, una mujer editora. Ana María dirige actualmente la editorial Heliasta, y compró hace ya varios años los derechos de la mítica editorial Claridad, fundada en 1923 por Antonio Zamora. Se trata de una editorial muy significativa por ser una de las pioneras en editar “libros baratos” destinados a un público lector popular con fines prioritariamente pedagógicos. Zamora era socialista, y como buen socialista de entonces, tenía fuertes convicciones en torno al poder transformador de la cultura y la educación. Entre los libros que donó Ana María Cabanellas encontramos una publicación, que si bien fue impresa en los Talleres Gráficos Claridad, no pertenece a esa editorial. Son dos libritos muy 8

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rústicos, el primero titulado “Declaración de principios. Plan de Acción. Programa Político-Social. Estatutos” de América Nueva y otro titulado “Cuaderno Primero”, también de América Nueva, los dos de 1933. Nunca había oído hablar de esa organización ni de ninguna publicación con ese nombre. Así que me puse a investigar, guiada más por la lisa y llana curiosidad que por las pretensiones de llegar a algún conocimiento sistemático. Hete aquí mi sorpresa cuando descubrí que se trataba de una organización que también había editado una revista, y que estaba dirigida por una mujer, Julia García Games. Pude consultar tres números de esa revista que forman actualmente parte del acervo de la Biblioteca. Lo primero que me llamó la atención fue que, tanto desde la revista como desde los cuadernos, el colectivo editor ponía permanentemente en juego dos identidades subalternizadas que se vuelven portadoras de lo nuevo: las mujeres y América. No se trata, sin embargo,de una revista ni unos cuadernos dirigidos exclusivamente a un lectorado mujer, de hecho, se esfuerzan especialmente por dejarlo en claro en varias oportunidades. En definitiva, el hallazgo me despertó algunos interrogantes en torno al tema de los proyectos editoriales de publicaciones periódicas que tuvieron a las mujeres como protagonistas pero que no se abocaron exclusivamente al “problema de la mujer” sino que intentaron pensar su identidad femenina hermanada con otras identidades subalternizadas y enmarcada en otros problemas. Rescatar estas experiencias, puede resultar interesante para volver sobre nuestro actual movimiento de mujeres y sobre las formas de explotación y de dominación que el feminismo impugna, o por lo menos pienso yo, debería impugnar. Ellas trascienden simplemente la dominación


patriarcal entendida como polo hombre-mujer: en tanto “padre fundador” de todas las formas de dominación y violencia posibles, el sometimiento de la mujer termina funcionando como metáfora de todas ellas, de todas las formas de opresión que ubican al sujeto oprimido en el lugar de “lo femenino”. No sé si actualmente se pueda ser feminista y apoyar medidas que vayan en contra de los intereses de otros sectores postergados. Pero bueno, eso queda para otro artículo. Volvamos a las fuentes. Empecemos por el cuaderno doctrinario de América Nueva. Allí se define a si misma como una organización con fines culturales, de divulgación y formación, y si bien afirma que se “ocupa especialmente de la mujer y de las responsabilidades que caen sobre ella en este momento de la historia social de las naciones”, sus afiliados pueden pertenecer a “cualquier sexo, nacionalidad o clase social” (Declaración de principios, 1933, 16-17). También sostiene que no hacen “profesión de fe con ningún partido político existente” pero que son “los partidos de izquierda” los “constructores del porvenir” y que sus afiliados podrán “estar adheridos a cualquiera de los partidos populares” (Declaración de principios, 1933, 19). Este pronunciamiento nos da ciertas pautas acerca de la pluralidad partidaria de sus integrantes. Por otro lado, es interesante que, a pesar del énfasis que pone en algunas cuestiones referidas a los derechos políticos de la mujer y la importancia de “su rol”, no se autodefina como una organización feminista ni femenina. Voy a volver sobre este punto porque me parece central. El “Programa político-social”, por su parte, fija posición acerca de cuestiones de lo más diversas. El mismo tiene un carácter netamente nacionalista y estatista (nacionalización de determinados ámbitos estratégicos como los ferrocarriles,

el sistema bancario, los servicios públicos, etc.), progresista (en materia de legislación laboral y social), laicista y latinoamericanista, es decir, promueve la cooperación con el resto de los países latinoamericanos. El “Americanismo”, de hecho, ocupa un apartado especial, al igual que el tópico “Prostitución”, cuya regulación estatal se condena (en ese momento estaba reglamentada), exigiendo su abolición. Básicamente, se trata de un programa que se inscribe en aquella tradición política que Cataruzza define como “democrática radicalizada” (Cataruzza, 2016). Esta cultura política trascendió lo netamente partidario, incluyendo a amplios sectores del socialismo, el radicalismo y a intelectuales de izquierda no encuadrados en ningún partido e implicó, a grandes rasgos, la articulación de posiciones estatistas y redistribucionistas, y un nacionalismo pensado en clave latinoamericanista y antiimperialista. Es imposible no asociar este clima a las derivas propias de aprismo en Argentina y, fundamentalmente, a sus expresiones durante la década del ‘30. Por otro lado, el “Cuaderno Primero” (y único cuaderno encontrado hasta el momento), está dedicado a una serie de transmisiones radiales argentino-uruguayas entre mujeres. De todas formas, advierte: “América Nueva, aunque haya destacado primero en la lucha una vanguardia femenina, no es una agrupación femenina. Pero, con su gran sentido humano, lleva primero su voz a las mujeres, de las que espera sean las más eficaces obreras de la paz y la superación moral de los pueblos, por cuyos derechos humanos lucha. Porque América Nueva sabe que, para establecer sobre la tierra la vida armónica de la raza humana, las dos mitades complementarias de la raza humana deben igualarse en derechos y responsabilidades”. Es decir, el colectivo se pronuncia a faREVISTA AMÉRICA NUEVA

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vor de los derechos de la mujer, a los que entiende como un punto más de la agenda de la transformación social y, además, apela fuertemente al ideal de “complementariedad” de los sexos. Ese ideal complementario parecer ser el que, en definitiva, lo empuja a no definirse como una organización femenina ni feminista. Más bien parece querer reforzar la especificidad de lo femenino y lo masculino, y adjudicarle a la mujer un rol y unos atributos muy concretos: obreras de la paz y de la superación moral de los pueblos. Si como sostiene Terán (2008), la crisis económica, política e institucional que se inaugura en los albores de los treinta fue leída por amplios sectores de la intelectualidad argentina en clave de crisis moral, que la publicación postule que la mujer latinoamericana constituye aquel sujeto capaz de superarla no pareciera ser un dato menor. En definitiva, la publicación se inscribe en el concierto de producciones impresas que buscan encontrar, con distintas modulaciones, una salida a esa crisis moral. Pero la respuesta por la mujer latinoamericana constituye una propuesta bastante original en el abanico de soluciones. Por otro lado, y a tono con la pluralidad partidaria que mencionaba, la mayor parte de las mujeres que encabezan las comunicaciones radiotelefónicas reproducidas en el cuaderno, son referentes del feminismo vinculadas a la social democracia uruguaya (como Sara Rey Alvarez), al socialismo (como Alba Gandolfi de Gandolfi, 10

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compañera de Álvaro Yunque, y colaboradora importante Alicia Moreau de justo) y al radicalismo. La excepción la constituye Salvadora Medina Onrubia, la célebre y destacada escritora y periodista anarquista quien, sin embargo, para 1933 no podría considerarse una militante anarquista arquetípica. Que la organización no se defina como feminista ni femenina sino que apele a la complementariedad puede responder, en parte, a la situación de la propia agenda feminista de ese entonces. Por un lado, ya en 1926 se había logrado la reforma del Código Civil que modificaba positivamente el status legal de la mujeres y que había constituido una de las banderas del activismo femenino hasta entonces. Por el otro, las otras causas fundamentales del feminismo como el voto o la ley de divorcio (excluyendo a las feministas anarquistas que, naturalmente, no abogaban por transformaciones reformistas de este tipo), habían sido ya tomadas activamente como parte de los puntos fundamentales de partidos como el socialismo y el radicalismo, excediendo únicamente el ámbito de la militancia feminista (Barrancos, 2007; Becerra, 2009). Es decir, muchos de los diputados y senadores varones pertenecientes a estos partidos, ya abogaban en el propio Congreso por estos derechos. Voy a detenerme, ahora sí, en la revista América Nueva. En la Biblioteca Nacional encontramos los números 2, 3 y 4, todos de 1933. De todas formas, esos tres números nos dan la pauta de


que se trató de una revista predominantemente literaria y cultural, hegemonizada por textos literarios y de crítica. Como tantos otros proyectos editoriales que se proponían intervenir en el campo de la cultura, la política no está excluida. En este caso, es significativo que la organización decida publicar, por un lado, una revista más estrictamente cultural y, por otro lado, un órgano netamente doctrinario. De todas formas, la revista también incluye secciones de política, aunque casi exclusivamente internacional y latinoamericana, y en un registro que busca dar un panorama muy general a un público amplio, antes que a dar lugar a algún tipo de debate. Si uno contabiliza la cantidad de textos pertenecientes a mujeres y a hombres, la distribución es bastante pareja. No publican únicamente a escritoras. Eso no significa que no se encuentren “sobrerepresentadas” en comparación con otras revistas de entonces, en donde los artículos de mujeres solían ser muy escasos (e incluso inexistentes). Generalmente, aquellas autoras publicadas suelen figurar en otras publicaciones de la época (como Herminia Brumana, asidua colaboradora de la revista Claridad), es decir, se trata de mujeres con cierto reconocimiento en el campo de la cultura. Naturalmente, también incluye colaboraciones de escritoras y escritores de otros países latinoamericanos, algo también muy propio de la época. El importante tendido de redes de sociabilidad e intercambio con figuras de la intelectualidad y la política regional, muchos de ellos inclusive radicados en el país (como es el caso de los exiliados apristas, o de intelectuales como Henriquez Ureña, etc), signó fuertemente la década del 30. Por otro lado, y a tono con esta suerte de “conciliación de géneros” que pareciera profesar la revista, si bien se incluyen algunas secciones que podríamos definir como estrictamente femeninas (“Vida doméstica”, “Elegancia” y “Salud y belleza”), también cuenta con una sección deportiva,

dirigida a un lector masculino. Incorpora, además, algunos ensayos breves sobre la cuestión de la mujer y el feminismo como “La mujer que se busca” de la propia directora y “Meditaciones feministas” de Amanda Labarca Hubertson. Este último pregona por los derechos cívicos y políticos de las mujeres, y diagnostica como uno de los causales de los grandes problemas políticos y morales de la sociedad a la falta de participación femenina, a tono con la línea editorial del grupo. Ese mismo año de 1933 también salió a la luz otra revista que conjugó el universo de lo femenino con lo americano: Mujeres de América. En este caso se trata de una revista explicitamente de y para la mujer en pos de la construcción de un “panamericanismo femenino”. También define a la mujer como una suerte de embajadora de la paz, la pieza faltante para establecer una armonía entre los pueblos. Y aunque brega por sus mayores derechos civiles y políticos no deja de advertir permanentemente que esto no debería ir en desmedro de su femeneidad. De hecho, incorpora algunos artículos escritos por mujeres que argumentan en contra del voto femenino por temor a que la mujer se “masculinice”. Su directora fue Nelly Merino Carvallo, de origen chileno, de la que encontré bastante poca información. Al igual que América Nueva, en ningún momento se pone en cuestión la construcción simbólica misma de lo femenino y de lo masculino, formas de impugnación mucho más propias del pensamiento feminista de corte anarquista, y anunciador de lo que constituye al feminismo de los años 60 y 70. De todas formas, en Mujeres de América, el deber ser de lo femenino tiene un mayor protagonismo y, definitivamente, manifiesta una preocupación mayor por la posible pérdida de esa “feminidad” en el marco de un mayor participación de las mujeres. Ahora bien, habiendo tomado nota de la presencia de esta otra revista, volvamos a América Nueva. A pesar de distanciarse explícitamente de la categoría de revista femenina o feminista (que REVISTA AMÉRICA NUEVA

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si adoptaba Mujeres de América), e incluso jactarse de su aporte a la idea de complementariedad, es imposible no pensar la revista América Nueva en el marco de aquellas publicaciones propias del universo feminista o que, por lo menos, nos hablan acerca de la relación entre las mujeres, el periodismo y la edición en la historia argentina. Pero además, nos permite detenernos en la posición que esas mismas mujeres asumieron explícitamente a la hora de definir su rol en tanto mujeres de la cultura y de la política. Es sabido que no hay un solo feminismo (ni jamás lo hubo) y, seguramente, una de las fuentes privilegiadas para pensar la historia de ese movimiento en Argentina, en un sentido amplio, sean aquellas publicaciones u empresas culturales con participación de mujeres, tomando en cuenta su propio lugar de enunciación. En ese sentido, y si hacemos un somero paneo por otras revistas de la época, identificamos que las mujeres no adoptaron una sola manera de vincularse con esos proyectos editoriales. Hubo una cuantas que encabezaron publicaciones periódicas. La más célebre, quizás, sea Victoria Ocampo, directora de Sur quien, de ninguna manera puede ser considerada una militante feminista. Pero no fue la única. Generalmente se pensó a estas mujeres como excepciones, como especímenes únicos en su género, merecedoras de formar parte de espacios destinados naturalmente a los varones. Bien distinta es la naturaleza de aquellos proyectos que fueron encarados colectivamente por mujeres. Pienso que esta primera distinción tiene que ser una de las guías para encarar una investigación sistemática sobre la participación de las mujeres en este ámbito de la cultura. No es lo mismo pensar en mujeres aisladas abriéndose paso en un mundo de hombres, que mujeres participando en espacios colectivos conformados por ellas mismas. Pero existe otro criterio de distinción que me parece todavía más interesante: la que separa aquellas publicaciones destinadas especialmente a las mujeres de aquellas que, a pesar de haber sido llevadas a cabo fundamentalmente por mujeres, no se pensaron destinadas a un público exclusivamente femenino. Que una publicación esté dirigida a las mujeres y que esté hecha por mujeres no constituye una identidad. O mejor dicho, no debería hacerlo. Y así como tradicionalmente, muchas publicaciones y colecciones se arrogaron la palabra de la mujer a pesar de ser impulsadas y dirigidas por hombres, contrariamente, muchas otras las llevaron a cabo mujeres sin dejar de poner en tensión aquel viejo prejuicio que reza que aquello que es escrito por mujeres debe ser leído exclusivamente por ellas. 12

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La editorial claridad misma es un ejemplo del primer tipo. Durante las primeras décadas de existencia sacaron a la luz una colección denominada “Para la mujer” cuyos propósitos resultan muy elocuentes: Amiga Lectora: la Editorial Claridad desea que Ud.también participe del saludable provecho de las buenas lecturas. Con tal fin ha puesto en circulación esta colección especialmente destinada a ser leída por mujeres. Entendiendo que el problema sentimental de las mujeres solo puede ser comprendido en sus múltiples aspectos por otro espíritu femenino, procuraremos, en cuanto sea posible, brindar a nuestras lectoras obras que provengan de sus propias plumas, escogiendo entre las mejores novelas escritas por mujeres y propias para ellas. Contemporánea de una publicación como América Nueva, la presentación de este colección parece venir a reforzar los prejuicios en torno a que podía leer y que no la mujer. Y lo que es peor, naturalizaba completamente que esa decisión debía quedar en manos de editores hombres. Por otro lado, y retomando el segundo punto, hace poco leí un libro de Laura Fernández Cordero (2017) sobre los debates y las experiencias sexuales que se dieron hacia adentro del anarquismo en las primeras décadas del siglo XX. El libro dedica sendos capítulos específicos al análisis de dos publicaciones encabezadas por mujeres anarquistas: La voz de la mujer (1896-1897) y Nuestra Tribuna (1922-1925). La autora señala algo que me parece importante tener presente a la hora de pensar esta historia de las mujeres en el mundo editorial: “la interpretación [de la revista La Voz de la Mujer] (…) no debería limitarse a su especificidad femenina; de ese modo se invisibiliza la actuación de sus hacedoras como militantes activas cuya identidad no se agota en la pertenencia de género: sostienen posiciones ideológicas diversas, con las que intervienen en el campo. Del mismo modo lo hacen los varones, quienes no suelen ser leídos como “hombres de prensa”, sino (también problemáticamente) como individuos que se expresan desde una supuesta identidad sin género” (Fernandez Cordero, 2017, 91). No existe la categoría de historia editorial de las mujeres. En realidad lo que existe, y como bien indica el nombre del dossier, es un cruce entre las mujeres y la edición, pero que engloba formas, estilos y posiciones existencial y políticamente diversas. Se me ocurre que dar cuenta de esa diversidad para sa-

carnos de encima el lastre homogeinizador de “lo femenino”, es una de las piedras angulares para empezar a dar a la luz en toda su riqueza aquellas participaciones femeninas invisibilizadas. Algo así como una operación Macondista: si el concepto de “literatura latinoamericana”, remite siempre a una especificidad otra que contrasta con el yo universal de los países centrales, cualquier producto cultural producido por mujeres pareciera merecer ser recepcionado únicamente desde una perspectiva que resalte su condición de mujeres casi como su atributo exclusivo. Por ese motivo, pienso que es interesante leer esta publicación en el marco de una búsqueda de respuesta a los problemas abiertos por la crisis, que desdibujó los límites entre cultura y política y que, si bien excedió la arquitectura partidaria, no dejó de tener un impacto también hacia adentro de esas estructuras ¿se trataba simplemente de mujeres queriendo hacer valer su “complementariedad femenina”o también estaban sentando posición en relación a otras cuestiones más generales, igual que lo supieron hacer tantos hombres? ¿por qué un grupo de mujeres con distintas adscripciones y participaciones militantes en estructuras partidarias querría armar un espacio político transversal que, sin embargo, no se define como una organización feminista ni de mujeres? La edición de una revista siempre implica la creación de ciertas esferas de influencia en el campo cultural y político, operaciones que consagran cánones estéticos y epistemológicos, autores y posiciones. Y de hecho, los nombres que gravitan alrededor del proyecto de América Nueva corresponden siempre a mujeres que, aunque poco recordadas hoy día, tuvieron una participación muy activa en el campo político y cultural del momento. La propia directora editorial de la revista, Julia García Games, fue una prolífica escritora y periodista, una mujer de peso en varias organizaciones feministas y emprendimientos culturales y políticos de la época y una militante destacada de la Unión Cívica Radical del Pueblo. Como tal, participó de la vida partidaria aportando puntos de vista e iniciativas, pero muy poco se encuentra sobre ella en la actualidad. El hecho de que una revista que reunió a un conjunto tan relevante de mujeres de esa época no haya sido explorada con suficiencia hasta el momento, es un indicio más de todo lo que queda por indagar y sacar a la luz en lo que respecta a la participación de las mujeres en la historia cultural y política argentina. Posiblemente, nos llevemos más de una linda sorpresa.

REVISTA AMÉRICA NUEVA

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Fuentes • América Nueva (1933). Buenos Aires. Números 2-4. • Mujeres de América (1933-1934), Buenos Aires. Números 1-6 • América Nueva (1933). Declaración de principios. Plan de Acción. Programa PolíticoSocial. Estatutos. Buenos Ares: Talleres Gráficos de la Editorial Claridad. • América Nueva (1933). Cuaderno primero. Buenos Ares: Talleres Gráficos de la Editorial Claridad. Referencias • Cattaruzza, A. (2016). “Las culturas políticas en la Argentina de los años treinta: algunos problemas abiertos”. En: Anuario del Instituto de Historia Argentina, 16 (2), e-018. En Memoria Académica. Disponible en: http:// www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.7681/pr.7681.pdf • Fernandez Cordero, Laura. Amor y Anarquismo (2018). Experiencias pioneras que pensaron y ejercieron la libertad sexual. Buenos Aires: Siglo XXI. • Sessa, L. (2013). Aprismo y apristas en Argentina: Derivas de una experiencia antiimperialista en la “encrucijada” ideológica y política de los años treinta [en línea]. Tesis de posgrado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. En Memoria Académica. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/ te.824/te.824.pdf • Terán, Oscar (2008). Historia de las ideas en la Argentina. Dez lecciones iniciales (18101980). Buenos Aires: Siglo XXI.

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Una mujer. Un puñado de ciudades. Una serie de vestidos, cartas, manuscritos. Poemas. Las misivas de los amigos y las amigas. Para celebrar el año de su centenario, la Biblioteca Nacional de Escocia montó una exposición sobre la vida y obra de Muriel Spark, la autora nacida en Edimburgo el 1 de febrero de 1918. The International Style of Muriel Spark. El estilo internacional de Muriel Spark, à la James Bond. Con un despliegue sin orden cronológico, la muestra giraba en torno a los lugares en los que Spark vivió, trabajó y afiló su estilo: desde su Escocia natal hasta la sabana africana de Zimbawe; desde el Londres de posguerra hasta el pueblo de la Toscana donde yace enterrada bajo la leyenda “Muriel Spark, poeta”. Escritora prolífica, Spark guardó con voracidad todos sus manuscritos y apuntes. “Siempre fui una acumuladora de dos cosas”, solía decir: “documentos y buenos amigos” (aunque en una de esas correspondencias se niega a devolverle un gato llamado Spider a la escritora estadounidense Patricia Highsmith) Papeles, cartas, telegramas, folletos y objetos de los más variados ilustran cada etapa de su vida internacional. Porque viviera donde viviera, y viviera como viviera, Muriel Spark jamás cesó de escribir. Existen museos enteros dedicados a la memoria de un único autor que no contienen ni la mitad de lo que puede verse en esta exposición. Cada trozo de papel es una anécdota y cada anécdota una ventana a Spark, autora de más de veinte novelas y otros tantos libros de ensayos, cuentos y poesía. Su estilo económico, el uso del humor y de los fastforwards, los saltos en el tiempo, marcaron su obra y le confirieron la originalidad de su propia vida. 15


Poeta Muriel Sarah Camberg nació en Edimburgo a finales del invierno de 1918. Sus padres la enviaron al colegio James Gillepsie, exclusivo para mujeres, donde una de sus profesoras, Christina Kay, sirvió de futura inspiración para la protagonista de su novela más conocida, The Prime of Miss Jean Brodie, la historia de una profesora muy particular y su también particular séquito de alumnas. A sus primeras obras de poesía y ficción, Spark adjuntó una nota en años posteriores: “Trabajos muy primerizos. Tomar con un poco de sal (y un gin doble)”. A los dieciocho, Muriel hizo un curso de correspondencia comercial. Dio clases de inglés. Al año siguiente viajó a Rhodesia del Sur, hoy Zimbawe, África, para casarse con Sidney Spark. En 1938 dio a luz a su único hijo, Robin, a quien dejaría a cargo de sus padres unos años después y negaría en su testamento todo reclamo sobre su fortuna. Sus años africanos fueron difíciles. Su marido resultó una persona irascible y violenta. No muy lejos de allí vivía la futura Premio Nobel de Literatura Doris Lessing, con quien se conoció más tarde y ya fuera de África. “Espero que tu obra sea un gran éxito y que se escenifique para siempre”, le escribiría Lessing en un telegrama, décadas luego, refiriéndose a “Doctores de la filosofía”, una obra de teatro luego dirigida por Bergman en Suecia. Sus años africanos estuvieron cargados de poesía. “En toda esa época no dejé nunca de escribir poesía. Participé dos veces del concurso anual de poesía de Rhodesia y gané las dos veces”, describe en sus diarios. En una pantalla táctil se pueden leer algunos de estos poemas: They sigh for old dreams (Suspiran por viejos sueños), Victoria Falls o Three Toughts in Africa (Tres pensamientos en 16

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África). En el fragmento de una entrevista que le hizo la BBC, Spark repite casi en loop: “[siempre tuve] una cierta forma de observar la vida, una forma poética. Siempre leí y escribí poesía, sigo considerándome a mí misma como a una poeta”. El vestido de Proust Establecida en Londres tras su salida de África, Spark trabajó en inteligencia durante la guerra, una experiencia que marcaría toda su ficción posterior. Del relativo anonimato pasó a ser conocida por sus cuentos, luego por sus novelas. Fue en su período londinense en que se publicaron tres de sus obras más conocidas: The comforters, la historia de una mujer que se percata que es un personaje en una novela, Memento Mori, la de un grupo de ancianos en un geriátrico cuyo teléfono suena con constancia para repetirles “recuerda que vas a morir” y The Prime of Miss Jean Brodie, la novela que fue un éxito inmediato y la catapultó a la fama internacional. En 1969, una versión cinematográfica con Maggie Smith como protagonista inmortalizó el personaje de la señorita Brodie como uno de las más singulares y extravagantes profesoras de la literatura y el cine. Décadas más tarde, JK Rowling, otra escritora escocesa, elegiría a Maggie Smith para la adaptación cinematográfica de sus novelas sobre un niño mago. La misma Smith describió su rol como Minerva McGonagall como “una Jean Brodie con sombrero de bruja”. Esa misma Maggie Smith que en una carta a Muriel Spark expuesta en la Biblioteca Nacional de Escocia resumía: “Gracias por crear un personaje tan encantador de interpretar”. Pero antes de sus novelas, Spark se concentró en los cuentos cortos. En 1951 ganó el concurso de cuentos de The Observer y con el dinero ganado se


compró un vestido nuevo, azul, y la saga completa del Tiempo Perdido, de Marcel Proust. Con este premio su carrera como escritora se fue solidificando. Junto al vestido un pequeño cartón deja entrever sus años de lucha económica en la Londres de posguerra: el “cuaderno de racionamiento” que entregaba el Ministerio del Alimento (Ministry of Food). En sus diarios, Muriel describiría aquella época de austeridad y malnutrición: “…empecé a dedicarme a la escritura a tiempo completo. El primer editor fue a la bancarrota. El segundo también. Viví a sopa enlatada, y viví bien, hasta que encontré un tercer editor, uno solvente, para publicar mis libros. Desde ese momento dejé la sopa.” La neoyorquina romana Entre 1965 y 1968, ya una escritora reconocida, Muriel Spark se instaló en Nueva York. Había viajado en 1962 para la publicación en los Estados Unidos de The Prime of Miss Jean Brodie y había sido seducida por la escena de Manhattan, los círculos de artistas y sus fiestas. Alquiló una habitación en el hotel Beaux-Arts y mantuvo su departamento en Londres. Su departamento y una nueva inversión: un caballo de carreras llamado Bote Salvavidas (Lifeboat). Una postal enviada desde Londres le notifica a Spark que las primeras participaciones de Lifeboat no fueron las esperadas, las victorias llegarían más tarde. Apadrinada por la prestigiosa revista The New Yorker, cuya redacción le otorgó una oficina en su decimoctavo piso, la vida del jet-set no atentó contra su carrera literaria. En sus años en Nueva York escribió y publicó The Girls of Slender Means y The Mandelbaum Gate, el peregrinaje de una mujer judío-cristiana por Jerusalén, con el juicio a Eichmann de fondo. Fue The New Yorker quien publicó gran parte de los cuentos de Spark en su estadía neoyorquina y también el ensayo de una autora judío-alemana que asistió a aquellos juicios: La banalidad del mal, de Hannah Arendt.

Pero las luces de Manhattan no podían competir con el estilo de Roma. En 1967, Spark se instaló en la capital italiana y vivió entre Roma y la Toscana hasta 1985. Fue en Roma que su estilo dio un giro más experimental. En 1970 se publicó The Driver’s Seat, uno de sus libros favoritos, un thriller psicológico luego llevado al cine con Elizabeth Taylor y Andy Warhol como protagonistas. En una carta al actor escocés Alec Guiness (el Obi Wan Kenobi original), Spark le recuerda que en una de sus charlas en Roma ella le confesó estar escribiendo un libro con él en la cabeza, esperanzada ante una adaptación teatral o cinematográfica: “te mando una copia con agradecimiento y esperanza [que quieras interpretar ese personaje]”. La respuesta de Guiness –un no con mucho tacto– se expone a su lado: “El papel de Lister es un muy buen papel (a jolly good part) para cualquier actor. PERO yo sería una muy mala elección”. Historia social en sí misma Muriel Spark se instaló definitivamente en la Toscana hasta su muerte en 2006, a los 88 años. Sus últimos años los vivió acompañada de su amiga Penelope Jardine, a quien dejaría toda su fortuna. En 1992 publicó su autobiografía, Curriculum Vitae, libro que deseó ver adaptado al cine. Pero es su archivo personal, el Muriel Spark Archive, la perla de la Biblioteca Nacional de Escocia: ningún otro escritor dejó tan detallado registro de toda su vida. Ella misma lo llamaba “historia social en sí misma”. Formularios, cheques, recibos, diarios, decenas de miles de cartas. Gran parte de este archivo está hoy disponible al público para su consulta. Todo el estilo internacional de Muriel Spark se puede resumir en sus propias palabras: “No recuerdo un tiempo en que no haya sido una observadora de personas, una anotadora de conductas”. Cien años después, son sus objetos, sus libros y las palabras de sus amigos quienes la describen a ella. MURIEL SPARK

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En los últimos años -si bien- no abandoné la devoción por los libros para niñas y niños y jóvenes, mucho menos la reflexión de cómo crear espacios de intercambios con ell*s, he agudizado los sentidos en torno a la producción de estas poéticas, y cuando me refiero a estas poéticas, estoy hablando de una galería completamente diversa, en las que se han incluido debates postergados, perforado zonas y temas críticos: como la muerte, las sexualidades, las pérdidas, los equívocos, el registro de un tiempo que se extingue. Han proliferado nuevas editoriales, se han reivindicado poetas, nos hemos formado con ilustrador*s que invitan a poner en crisis formas lineales de lectura, hemos acompañado saberes no grandilocuentes como lector*s que disfrutan de menudencias, desvíos, ritmos, climas, adivinanzas, cantos, ancestros, posibilidades de lo extraordinario en un mundo maquinizado y fundamentalmente desigual en tanto condiciones materiales de la existencia. Participo en una experiencia colectiva y en los últimos años en un grupo de estudio que viene examinando libros juveniles prohibidos en dictaduras. Desde el comienzo creemos que la lectura crea condiciones para constituirnos en sujet*s críticos y posicionados, y que por lo tanto, la lectura deviene en acción política; desde esa gestualidad, le es inherente un debate sobre lo estético. Vuelvo al punto de partida: la profusa cantidad de títulos no significa que todos los títulos actúen como movilizadores inquietantes y/o sugerentes de propuestas para las niñeces o las juventudes, sino que detrás de muchos libros, aparece con vigor el enorme y heterogéneo mercado de libros producidos para niñ*s y maestr*s y las exigencias del mercado por vender títulos ofertad*s para niñ*s y maestr*s. Sobre este eje quiero detenerme, porque al revisar mesas de novedades, por ejemplo, los libros que llamamos álbumes, veo cantidad de historias semejantes, que tientan más que nada al consumid*r que llevamos dentro. Pasamos quizá de un lugar al otro con fluidez, de lector*s a consumidor*s atraíd*s por la paleta de un dibujante o por la composición de un personaje en el mejor de los casos. No hay ninguna primicia en esta oración, much*s escritor*s en la década del ochenta en Argentina generaron aproximaciones críticas sobre esto y pudieron fundar y re fundar un territorio para llegar tanto sentimentalmente a los niñ*s como abriéndonos a lo nuevo. Reivindicar las diferencias no me parece una tarea menor. Alojar la reflexión crítica -además- es un esfuerzo. Porque quiénes estamos en la tarea de formación no solo podemos esbozar algunos atributos maravillosos y singulares que nos ofreCHICXS: HACER LECTURAS

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ce este campo, sino que de manera necesaria requerimos incidir problemáticamente sobre lo que leemos y pensamos. Si el mercado (*) nos aturde y apabulla con títulos que pasan como pasan los bet sellers, o el resto de los libros en vidrieras del centro al ritmo de las etiquetadoras en los supermercados, nosotr*s requerimos detenern*s a pensar y a leer. Leer, detenernos y pensar. Así en este vai ven. La Lectura crítica configura si se quiere un desbarrancamiento sobre lo dado. La LIJ prohibida en dictaduras, me refiero algunos de esos libros, marcaron un rumbo distinto en la historia de “las letras”. Surgió la necesidad de friccionar determinados temas, de generar bisagras y colisiones; una intensidad asociada a las preguntas, a unas formas distintas de comprender al otro/ a la otra y en ese sentido los chic*s, no como objeto de subestimación, sino como quiénes pueden ser receptiv*s a una zona de clivaje. Allí se estaban produciendo ciertos resquebrajamientos de las miradas más instituidas sobre el niñito al que hay que aleccionar. Por lo tanto, los años sesenta fueron un punto de inflexión, en los que se instalaron unas poéticas ligadas al concepto de lo extraordinario, de lo posible y lo imposible, los exabruptos, la necesidad de cambiar y cambiarnos, de poner todo patas arriba. Eso implicó desde la reivindicación del folclore de nuestros pueblos, muchas veces ninguneado o tratado con pintoresquismo de postal, hasta una apuesta estética completamente renovadora. Revisar el mercado de libros para niñ*s hoy siendo que es el mercado más enorme de libros de los últimos años, necesariamente requiere des20

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alentar la grandilocuencia de lo superficial. Lo ñoño de los atributos floridos para muchas cosas, sin poder abrir posibilidades de diálogo honesto. No estoy hablando de incomodidades, ni desvalorizar imaginarios. Hablo de formación y de discusión. De habilitar encuentros sin recelos más o menos inéditos dónde las voces y los cuerpos no estén reglados, al menos permitirse desarreglos. Promover cruces imprevistos, volver a los clásicos y revisar las novedades con calma, hurgar en aquello que parece perimido, o demasiado inclasificable. Indagar en concepciones editoriales que dejaron huella. Que contribuyeron a poner el libro en lo que podemos llamar una experiencia de política cultural. Revisar cómo grupos fuertes del mercado se tragaron a otros. Cómo otros van sobreviviendo en una economía completamente crítica. Hablo de pensar con otras y otros en voz alta, si el mercado de libros para niñ*s es el que vende a la par de bet sellers hagamos igualmente detenciones en ellos y veamos cuáles son sus desafíos, sus cruces, de qué se alimentan, qué poética vienen a sumar. Veamos costos, circulaciones y estrategias, tradiciones literarias sobre las que se asientan, a dónde abonan, en una vorágine que requiere un actitud, la más honda que nos salga, reflexiva, y de todas maneras zigzagueante. (*) El mercado no es una entelequia. El mercado nos atraviesa y fagocita a tod*s aunque los desplazamientos que hacemos en su través pueden ser muy disimiles.


Nueve subrayados a propósito de lo que nos mueve (Apenas un recorte, en construcción) 1. Hacia finales de los años noventa, muy probablemente en el Suplemento Libros del Cronista Cultural de Bs. As. recuerdo una nota en la que Fogwill recomendaba libros para niñ*s, creo que allí comentaba títulos que les había leído a sus hij*s. Si bien conocía algunas obras que mencionaba -su comentario- irradió un retintín travieso y provocador que me movilizó hacia esos libros de otra manera. Uno de esos títulos era “La niña que iluminó la noche” de Ray Bradbury, escrito en 1955 publicado en Argentina por Ediciones de la Flor en 1972, traducido por Amelia Hannois con las ilustraciones psicodélicas del maestro Juan Marchesi. Se trata de un chico al que le aterra la oscuridad y por eso vive rodeado de lámparas amarillas, verdes y blancas. “Completamente solo” y con su habitación llena de focos encendidos, mientras que otros chicos allí cerca juegan y saltan en las noches de verano. El relato vira cuando llega Negra y golpea en su ventana, ella le ofrece su amistad para encender la noche y encontrarse con las “estrellas titilantes/las verdaderas estrellas/las estrellas azules” y pregunta: “¿Quién puede escuchar a los grillos con las luces encendidas? Nadie. ¿Quién puede escuchar a las ranas con las luces encendidas? Nadie”. La colección de Ediciones de La Flor dirigida por Kuki Miler integra un repertorio fabuloso. Tanto las historias como los dibujos alientan un espacio de libertad para un lector/a curios*. Dice Daniel Divinsky: “La idea partía de cuestionar que, en buena parte de los libros para chicos disponibles de entonces, se trataba a los niños como tontos: no como personas de corta edad, lo que se suponía y comprobó no sucedería en los textos de esos escritores”. (*) Las ilustraciones de Marchesi se mimetizan en un arte caleidoscópico y el mismo deslumbramiento poético que se siente con las aliteraciones del poema-cuento de Bradbury, con las repeticiones lumínicas, lo que bulle, rebalsa y destella se percibe en el uso del color y el vigor de quien dibuja. (*) Juan Marchesi. Dibujos y pinturas. Catálogo personal. Viedma, 2014.

2. Por el libro de Silvia Urich. Escuchen Lectorcitos. La biblioteca infantil general Perón. Tren movimiento (2004) nos enteramos que Monteiro Lobato (*) vivió en Argentina y no solo eso, sino que publicó un libro con el seudónimo de Miguel P. García que explicaba el plan quinquenal peronista! “Establecido en Buenos Aires desde 1946, Monteiro Lobato aprovechó su estadía para fundar, junto a tres argentinos, la editorial Acteon con el objetivo de publicar su propia y extensa obra infantil que ya era bien conocida en el país…” No voy a detenerme en el libro citado de M.L firmando con seudónimo, si bien me interesa, y en resonancia toda la restante producción durante el gobierno peronista, tampoco voy adentrarme en el controvertido capítulo “racismo” del que se lo acusa a Lobato, sino me inclino por reivindicar el mundo fantástico que desplegó en los 24 tomos de Losada y en la colección infantil: los doce trabajos de Hércules de Acteon 1945. Para quiénes somos un tanto fetichistas del libro viejo descubrí el maravilloso volumen La corza de los pies de Bronce, traducida del portugués por Ramon Prieto y con ilustraciones de J.U.Campos. Los personajes de M. Lobato nos llevan a la región de los mitos dónde viven animales fantásticos, la vehemencia y los astros guían las peripecias de los dioses. Después de desafiar al león y a la hidra, Hércules, arremete contra un ciervo que tiene las pezuñas de bronce. Todo lo que despliegan los personajes de Lobato tiene que ver con la amistad, la osadía y la voluntad para encontrarse con distintos conocimientos y formas de conocer la memoria de los pueblos. (**) (*) Escritor brasileño referente del campo de las infancias. Su serie de aventuras de Naricita y Perucho son desopilantes. Con estilo enciclopédico, pasaba por temas de interés general como la geografía, la matemática, los mitos griegos y las fábulas. Interesado en los saberes de su tierra incorporaba en sus historias referencias locales para compartirlas con los niñ*s. (**) Marc Soriano también utilizó y recreó los cuentos populares de su país: historias imperceptiblemente didácticas en la que los jaguares y las tortugas reemplazan a las brujas europeas”. La literatura para niños y jóvenes. Guía de exploración de sus grandes temas. Traducción, adaptación y notas de Graciela Montes. Ediciones Colihue. Bs. As. 2010. CHICXS: HACER LECTURAS

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3. Conversaciones con chic*s. Griselda Gambaro. Timerman editores. Bs. As. 1977. Releo el prólogo cada tanto porque allí Gambaro nos da -para quiénes trabajamos junto a chic*s o no- una lección que no ha perdido vigencia. Permite acercarnos a la arena de lo vulnerable, las responsabilidades. Las no descalificaciones tan frecuentes por aquellos tiempos. En medio de una batahola de libros sobre las lecturas y los niñ*s vuelvo al libro de Gambaro para escuchar a esos niñ*s, también a ella, creciendo en medio de una dictadura. Su remate es el que me produce encantamiento: la disponibilidad de aprender de ell*s. “Si te doy un cofre, ¿qué te gustaría encontrar? -Una lapicera.¿Para qué? -Para escribir una carta. -¿A quién? -A mi abuela -¿Y qué le dirías? -Querida abuela… - ¿y qué más? -Querida abuela, querida abuela. Todo querida abuela. Y cuando termino pongo querida abuela, chau. -Sería una linda carta”.

4. Libros La Musaranga. Colección el caballito pinto. Las ediciones de La Musaranga son pequeñas perlas maravillosas al igual que lo que produce toda la compañía Nacional de autómatas La Musaranga con su teatro de muñecos y artefactos fundada hace más de veinticinco años en un barrio de San Fernando (Bs.As.) por Pedro Hasperue y Alejandro Cantarella. Una compañía entre doce y veinte personas que produce objetos y genera actividades como quermeses, juegos en plazas y ferias, que ha compartido espectáculos junto al Tata Cedrón y su cuarteto, que ha formado vecin*s en oficios, chic*s y grandes y que siempre ha invitado al otr* -cualquiera fuere- a ser parte, crear, girar ruletas, mover instrumentos, reivindicar saberes, amucharse en los esfuerzos compartidos a través de la autogestión, el ingenio y el dominio del serrucho, la costura. Pintar, jugar y reciclar. Cuentan con un colectivo fantástico con el que van por los barrios, montan el circo, elevan banderines, charlan, ruedan los carritos y sigue lo demás. (*) Uno de mis preferidos es Trinidad la costurera con ilustraciones de Alejandro Cantarella y el cuento de Marcelo Ianuzzi. (Beccar, 2015). Un libro cocido de 14 x 14, tapa amarilla y grabado de Ianuzzi. Se elige el verso en cuarteto para contar el cuento. Intuyo que por todo lo que hace Trini -vaya a saber desde cuándo-el hada del pueblo le entregó la palabra secreta para que se le vaya el miedo. “Trinidad, la costurera/ de la calle Martín Güemes/ cuando caen cinco gotitas/ la cocina se le llueve”. Los fanzines a los que llaman Titer llevan un pilón de números y se incluyen dibujos de chic*s del barrio con algún grabado en la tapa. La literatura de cordel del noroeste brasileño tiene una entrañable semejanza con estas publicaciones. (*) http://www.lamusaranga.com.ar/web/index.php

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5. Ediciones Municipal de Rosario. La editorial surgió en el año 1992 y se interesa por diversos lenguajes: crónicas, poesía, narrativa, ensayo, historieta, discografía, fotografía y una línea de libros infantiles. Dentro de esta última colección, se trata de cuentos escritos por chicas y chicos y sus historias trascurren en Rosario, pero también en otros lugares del mundo. Una de las lógicas activas de la editorial es realizar concursos y convocatorias en las que se puede presentar un material y allí deviene una selección y publicación. Han editado diez títulos, 1000 ejemplares por título de y para niñ*s. Dentro de la colección de fotografías llevan seis números de la revista-libro Destellos, considero particularmente esta serie, producida en la Escuela de Experimentación en Cine y Fotografía dependiente de la Secretaría de Cultura y Educación Municipal de una sensibilidad amorosa dónde la vida de todos los días puede verse sorprendente, se reivindican lazos, oportunidades para ver y registrar aquello que pareciera descartable, o demasiado usual. Situaciones previstas e imprevistas. Los chic*s nos muestran sus herman*s, sus madres, aquello que se señala en el día, mapean, intercambian, van haciendo lecturas sobre las fotografías que disparan. Piensan su barrio, lo redescubren, sus amig*s, sus rostros, sus casas. La posibilidad de encontrarse con la metáfora.

6. Bruno Munari. (1907/1998). Diseñador italiano y creador multifacético, hacedor incansable de obras plásticas dirigidas a niños/as y adultos. Ensayó teorías respecto al juego y aquello que con simpleza disfrutan los niñ*s cuando se mueven, juegan, preguntan e inventan. Experimentador de la línea, el color, el corte, la luz, el movimiento y lo pequeño; la producción de objetos, “máquinas inútiles”, “libros ilegibles”. Perseveró en la idea de enfatizar lo personal de cada quién y la posibilidad abierta de encontrar la gracia con pocos elementos. Abstracción, collage, arte cinético, óptico, diseño gráfico, conversaciones con niñ*s, forman parte de una obra enormísima. La editorial Niño (*) publicó y tradujo al castellano libros álbum que Munari había realizado para sus hij*s en el año 1945. Los títulos hasta el momento publicados en la colección Bruno Munari son: Nunca contentos. (2016) Buenas noches a todos. (2016). El ilusionista amarillo. (2016). Historia de tres pajaritos (2017). El vendedor de animales. (2017). Las traducciones estuvieron a cargo de Elena Rolla. En El ilusionista amarillo la invitación que se hace en el comienzo es a mirar y participar, ya que algo va ocurrir y se definirá en la página que sigue siempre que el lector/a continúe. Una mano manipula unas bolitas de colores plenos que en la hoja siguiente dejarán de estar. Algo reemplazará las bolitas en la palma: un As de corazones que en realidad contiene un mini librillo. Munari sentía devoción por las sorpresas. La posibilidad de abrir ventanas, desplegar imaginarios, explorar lo interior, sugerir atmósferas que pueden o no reconocerse. Un hombre con galera recibe una carta, en la carta hay señales de las cosas que se han extraviado, el lenguaje apela a lo absurdo y lo imprevisto. Otro gran hombre joven y descalzo, a quién le revolotea una mariposa en la oreja, lleva un saco marrón con cuatro bolsillos. ¿Se imaginan que puede haber allí? Durante tantísimos años Bruno Munari encaró un proyecto de formación de laboratorio con niñ*s. Emociona verlo en diálogo con ell*s manipulando una naranja, volviéndola sello, texto. Presto al color y su forma, a la asimetría, a los elementos de la naturaleza como fuente, a la manipulación de papeles y todo tipo de texturas en una fotocopiadora. Jugar con una copia que reproduce posibilidades disparatadas, que nos convoca en grupo a su alrededor, en plena prueba de algo que puede contener múltiples opciones, encontrar que una línea puede volverse infinita, que se pueden hacer edificios con el silabario japonés, molinos con lapiceras, caperucitas no sólo rojas, sino también verdes y blancas. (**) CHICXS: HACER LECTURAS

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(*)Niño Editor se presenta de este modo: “NIÑO es una pequeña editorial que publica libros ilustrados en diferentes formatos. Libros antiguos y contemporáneos. Libros para mirar, para leer y coleccionar. Libros impresos y digitales. Libros que traspasan el tiempo y atraviesan las formas. Libros para los que aman las historias. Libros para niños, pequeños y grandes”. https://www.ninioeditor.com/ (**) Caperucita roja, verde, amarilla, azul y blanca. Bruno Munari; Enrica Agostinelli. Editorial Anaya. 2004

7. Celebración y mayormente preguntas por las ediciones de Plan Nacional de Lectura. (*) Durante los años pasados, hasta el cambio de gestión, el PNL en conjunto con el Ministerio de Educación Nacional venía realizando unas ediciones de una enorme calidad. Algunas podían consultarse desde su página web, aunque también llegaban a los establecimientos educativos para compartir tanto en escuelas primarias como secundarias de todo el país. Las famosas cajas de libros supusieron suertes distintas, sobre decisiones dispares que tomaban sus referentes; quedó una vacante en la ejecución terminal de una política pública, sin embargo, los criterios de selección fueron realizados por personas no solo de una vasta trayectoria, quiénes habilitaron la incorporación de títulos fundamentales para pensar los problemas contemporáneos, sino que se organizaron encuentros y acciones ligadas a las diversas líneas de contenidos. Eligiendo una enorme cantidad de autores (tantos escritor*s como ilustrador*s) argentinos, pero también latinoamericanos, y de otras latitudes, haciendo llegar títulos por regiones que solo pueden encontrarse en las grandes ciudades y poniendo el eje en líneas de formación y recursos literarios que despierten motivaciones en los lector*s tanto en los primeros años de lectura como en jóvenes. Las colecciones de Mafalda, Crecer en poesía, Cortázar, Presentes, la edición homenaje a los cuentos de Polidoro, la edición conjunta de Asoc. Abuelas de plaza de mayo y el MdECyT de Las abuelas nos cuentan son un pequeño ejemplo de la belleza, y la necesidad de estas publicaciones. Las preguntas en el marco de esta coyuntura siguen en tropel y se prestan a un ensayo futuro. (*) Creado en el año 2009

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8. Injusto sería no mencionar a editoriales argentinas de los últimos años que cuentan con preciosas joyas poéticas tanto de autores argentin*s como latinoamerican*s. Libros que ruedan en nuestras bibliotecas y que los chic*s y no tan chic*s devoramos con sed de infinito. Menciono solo como referencia algunas de esas piezas. “El pájaro suerte. Cecilia Pisos y Silvia Lenardon. Pequeño editor. (Libros ilustrados para pequeños lectores y grandes curiosos) Colección Incluso los grandes. Buenos Aires, 2011./ Por qué los elefantes prefieren jugar a la mancha. Silvina Rocha, ilustraciones de Mey. Colección panzada de letras. Pequeño editor. CABA, 2013. La gallina de los huevos duros y otros cuentos. Horacio Clemente. Ilustraciones de Ana Perisse. Colección Caballo rayo. Ediciones abran cancha. Bs As, 2010./ Había una vez un libro. Adela Basch. Ilustraciones de María Delia Lozupone. Colección Potrillo Amarillo. Ediciones abran cancha. Bs. As. 2013./ Plutarco. Saul Oscar Rojas. Libros –álbum del Eclipse. Bs.As.2005./ Mañana viene mi tío. Sebastián Santana. Álbum del Eclipse. Bs. As. 2014./ Cabía una vez. David Wapner. Ilustraciones de Juan Lima. Colección líneas de arena. Editorial Calibroscopio. / Ferdinando el toro. Leaf Munro. Ilustrador Werner Klemke. Colección coediciones. Editorial Calibroscopio. Bs. As./ La Silla De Imaginar. Canela. Editorial Comunicarte. Colección, cola de ratón. Córdoba, 2011. / El árbol de lilas. María teresa Andruetto. Ilustradora: Liliana Menéndez. Colección vaquita de San Antonio. Córdoba, 2006./ El llamado de Cthulhu. Un relato de Howard Phillips Lovecraft. Ilustrado por Salvador Sanz. Traducido por Elvio E. Gandolfo. Editorial Pictus. Bs.As. 2015. Siguen nombres.

9. Serie El camaleón. Remate con autobombo. Lautaro, el gran jinete es el primer número de la serie El camaleón de ediciones La Chicharra. (Diciembre de 2016) (*) Con tapas e ilustraciones del taller Animal Impreso en el marco del proyecto Arte y literatura para chic*s en la grieta. Se trata de dos relatos que aportó Lautaro Aguirre de manera oral y que l*s docentes incorporaron como material de trabajo y de intercambios durante un tiempo. Hacia finales del 2016 Lautaro tenía 17 años y por lo menos una década de institucionalización en hogares del conurbano y de la ciudad de La Plata. Si bien está alfabetizado, su relación con la escritura es elemental y prefirió generar un espacio de narración oral para que pudieran contenerse sus historias. Lo particular de su lengua es que contiene giros camperos, palabras antiguas, una mezcla que se produce por su interés en la canción sentimental y la añoranza de lo que nunca se tuvo, o acaso, quedó en la memoria como un registro casi ligado a la invención. Lautaro cuenta que: “Hace unos años tuve un caballo bayo, petizo”, y que su nombre era Goíto. Por lo pronto -para nosotras el inicio de este texto es del orden de lo sagrado, se trata de un caballo que toce y que pone su hocico en una olla que está llena de tuco. Tiempo después, Lauti le pone una bolsa que funciona como capa para cubrirlo de la helada. Las estampas de la cocina y una olla que hierbe, un caballo, una casa, una luna, todos los dibujos entintados en rojo sobre un azul radiante; el registro de un abuelo, de otros, un caballo que engorda, cariño. Hacia el final, el caballo nuevamente se encuentra parado en dos patas con su capa, se vuelven ell*s, esas imágenes, como nuestro “héroe en este lío”. En la contratapa, un joven sentado en un tercer banco, probablemente de un colectivo de línea parece estar yendo algún sitio anhelado. Se ven pastos, un sol celeste fosforescente, el resto de las líneas también celestes, todas resplandecen en la negrura del fondo. (*) Serie El camaleón. N°1 El gran jinete. Lautaro Aguirre. Animal Impreso.(2016)/N°2 Los haykus de Ruth. Ruth Rodríguez. Animal Impreso. (2016)./N°3 La irrealidad del alma. Animal Impreso. Luz Cantoni. Animal Impreso. (2017). / Las desventuras del venturador. Emilio Zarza. (2017). Ediciones La Chicharra, La Grieta. (En preparación dos números).

CHICXS: HACER LECTURAS

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Infancias trans, familias homoparentales, historias de mujeres feministas, son algunas temáticas que comienzan a ser la trama de historias para niñxs, visibilizando la diversidad sexual, y promoviendo nuevos modos de ser mujer en la actualidad.

Una de las postales más esperanzadoras del movimiento feminista es la participación de una gran cantidad de adolescentes en las movilizaciones, que portan pañuelos verdes y violetas, purpurina e ideas nuevas que desafían las estructuras normativizadoras del patriarcado. Otra de las tareas que se ha dado desde este movimiento junto al de la diversidad sexual es la de producir materiales pedagógicos y culturales para los más pequeñxs también. Un sector de la literatura infantojuvenil -entre otras disciplinas- ha empezado a incorporar temáticas a sus materiales que promueven nuevos paradigmas en relación al amor romántico, la sexualidad, la identidad, los estereotipos de mujeres y hombres y los formatos de familia, en contraposición de las viejas estructuras promovidas por la cultura hegemónica. Variadas editoriales encontraron un terreno de disputa de sentidos en usuarios que aún no han sido cargados de prejuicios. La niñez se convierte en una apuesta a generar pensamientos que promuevan la diversidad, la tolerancia, el afecto, y a derribar el machismo, la discriminación y la violencia. Surgen así libros que retratan con naturalidad infancias trans, familias homoparentales, amores adolescentes lejos de la heteronorma, y en vez de príncipes y princesas, biografías de personalidades que desafían los estereotipos hegemónicos de lo que se espera que sea un hombre o una mujer. La intención de estos materiales no sólo tiene como objetivo sembrar tolerancia hacia ‘lxs distintxs’, sino también darle un marco de confianza personal a aquellxs niñxs que se sienten de una manera distinta a la norma cultural patriarcal. 26

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Uno de los casos más populares de la última década en Argentina es la colección Antiprincesas y Antihéroes de la editorial autogestiva Chirimbote, nacida en 2015. Se trata de una serie de biografías de personalidades latinoamericanas, que corren el paradigma de las referentes propuestas por Disney, esas princesas débiles que esperan a ser rescatada por un príncipe azul. Esta colección no sólo retrata a mujeres libres, rebeldes e independientes y grandes artistas latinoamericanas, como Frida Kahlo, Violeta Parra y Juana Azurduy, sino que también propone nuevas masculinidades, ya que su editora, Nadia Fink, considera que los varones también se ven afectados por esa imagen del príncipe salvador. La incorporación de estas temáticas no sólo fue abordada por editoriales indepensientes, son que también grandes editoriales comerciales como Planeta han apostado a publicar libros como Cuentos de Buenas Noches para Niñas Rebeldes, de Elena Favilli y Francesca Cavallo, el cual contiene historias de vida de Elizabeth I, Coco Chanel, Marie Curie, Frida Kahlo, Malala Yousafzai, entre otras cien mujeres. Feministas para colorear, de Carolina Aguirre y Eliana Iñiguez, editado por Monoblock, retrata las biografías de treinta y cinco mujeres “que cambiaron el mundo” y, según Vik Arrieta, su editora, quien considera que el libro “brinda la experiencia de colorear, pero no sobre dibujos vacíos, sino que se sostienen con un relato verídico que actúa como un puente hacia la realidad”. Experiencias similares pueden encontrarse en Feminismo ilustrado, editado por las creadoras


del blog Feminista ilustrada; Mamá, quiero ser feminista, de Carmen G. de la Cueva, donde da testimonio de cómo los mandatos sociales nos orientan siempre a quedarnos en un segundo plano; y ¡Niñas jugando! Ni tan quietas ni tan activas, de Mara Lesbegueris, publicado por Biblos. La Colección “No quiero ser princesa, quiero ser…”, editada por Librería Mujeres Editoras, reúne seis cuentos en los que se recogen los deseos de diferentes niñas protagonistas que quieren ser astronauta, aviadora, matemática, presidenta, capitana o zoóloga, rompiendo con los estereotipos de profesiones y empleos tradicionalmente masculinizados. Érase dos veces, de Belén Gaudes y Pablo Macías con ilustraciones de Nacho de Marcos, es un proyecto editorial que reescribe cuentos clásicos como La Cenicienta, Blancanieves y Caperucita entre otros, para crear un nuevo imaginario de referencia lejos de mandatos de género y roles sexistas. En este escenario, se destaca la editorial cooperativa Muchas Nueces, no sólo por abordar estas temáticas, sino también cuestiones como el reciclaje, o la sensación de ‘inseguridad’ transmitida en los medios hegemónicos de comunicación; y por el carácter asambleario en la construcción política y estética de su catálogo. Una de sus integrantes, Lucía Aita, cuenta: “Decidimos hacer libros para chicxs porque nos parecía un terreno a explorar nuevo, que nos daba un espacio de posibles imaginarios y de tocar temáticas que por ahí hablábamos como estudiantes universitarios, como lectores, como adultes, pero que sentíamos que teníamos que profundizar más en ciertas cuestiones que no eran tan teorizables, sino que teníamos que ir a la raíz de lo que nos conmovía” y destaca que “la infancia nos parece que es terreno a ganar, como espacio a disputa, y que ese terreno todavía estaba invisibilizado y no tan ocupado” “Cuando se conformó la cooperativa conocimos a Marlene Wayar, artista y pensadora trans, que explica todo en esa clave, que lo pueda entender cualquier persona”, recuerda Aita y agrega que “por eso y por el hijo de uno de nuestros compañeros, que nos decía que necesitaba ese tipo de material que no estaba encontrando en las librerías, fue que decidimos que sea para chicxs”. Muchas Nueces está conformada por escritorxs, sociólogxs, antropólogxs, artistas plásticos, editorxs, diseñadorxs gráficos -entre otras disciplinas- y arman su catálogo discutiendo cada propuesta en asamblea. Además, los libros no sólo pasan por el ojo de lxs correctorxs, sino también se los comparten a amigxs que puedan tener una opinión formada al respecto CUENTOS PARA SOÑAR

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Otro de sus integrantes, Gonzalo Miranda, hace un paralelismo entre sus modos de trabajo y los contenidos que albergan en sus libros: “Hay algo que es clave en Muchas Nueces que es pensar el trabajo en clave ‘ética hacker’; es decir, queremos divertirnos, queremos jugar, no queremos aburrirnos haciendo. Si entendemos que una cooperativa implica que no nos robe la plusvalía un patrón, no podemos permitir que ese modelo sea igual de aburrido y nocivo para la salud como el trabajo en relación de dependencia. A partir de eso y la idea de producir literatura infantil sale la idea de pensar Muchas Nueces como un laboratorio de prácticas laborales que tengan más que ver con jugar que con trabajar. Claramente el juego de un adultx no es el mismo que el de un niñx. Entonces hay que crear esos juegos que nos hagan felices y a la vez podamos vivir de hacerlos”. “La literatura infantil te permite una ampliación de los posibles y de la mirada, que si te la tomas en serio -en el sentido de estamos produciendo para crear otra humanidad y no solo para vender libros- y lo relacionas con el punto anterior nos permite pensar otras lógicas, otras estrategias, otros haceres y otras formas de compartir”, continúa explicando Gonzalo. Estos otros mundos posibles que proponen Muchas Nueces se pueden encontrar en sus libros La Princesa Guerrera, El Ovillo de Ariadna, Un Regalo de Cuento y Crianzas. La Princesa Guerrera es “una historia de amor convencional, como las leyendas y cuentos tradicionales, que le cuenta una madre a su hija; pero esta vez la valentía y la aventura y el romance la tienen dos mujeres: una princesa guerrera y una cazadora”. Éste cuenta con un epílogo que es la devolución que hizo Gaia (10 años) y su mamá Bárbara, investigadora de género y comunicación en la UNQUI. El Ovillo de Ariadna, es un libro que es el mito de Teseo y el minotauro, pero narrado desde el ovillo y le da más importancia al personaje femenino. Un Regalo de Cuento es la historia de una nena que tiene dos mamás. “No es el tema principal la familia diversa, sino cómo esta familia en el día de la madre le permite a ella cuestionar los estereotipos machistas que hay alrededor de esa fecha, y que la felicidad no está en un sólo tipo de mujer, sino que ella puede encontrar distintas formas” cuenta la editora En diciembre de 2016, Muchas Nueces publicó el libro Crianzas de la artista, poeta y cantautora trans Susy Shock. “Son relatos que fundan una pedagogía travesti para adultas y adultos mientras que se dirigen a las infancias crecidas 28

DOSSIER LITERATURA INFANTIL | PARTE 1

en el amor diverso”, explican desde la editorial. Al respectó Susy shock contó que “empezó con la idea de la cooperativa lavaca para hacer unos programas de radio sobre la diversidad, para niños y niñas, que después se fue transformando desde eso en interpelar, retar, interrogar a los adultos y las adultas”. Luego de escuchar ese material, lxs integrantxs de la cooperativa Muchas Nueces le propusieron a Susy transformarlo en un libro. “En esta Crianza, que es el diálogo de esa tía trava en una barriada cualquiera del continente, se propone un abrazo en una sociedad que cría para todo lo contrario; propone una alerta para una sociedad que abandona, que descarta, que mata, violenta, que manda a la guerra, a la calle, a sus crianzas”, explica la autora. Sobre el título del libro, señaló que “Crianza es la apropiación del término que usan en Brasil, que a mí me enamoró desde la primera vez, porque tiene que ver con pensar a los niños y a las niñas como una acción, la acción de criar, más que pensarlos como objetos, como propiedad privada, inclusive como esa arma que usamos para disputarnos cuando los matrimonios fracasan, que es decir, esa heterosexualidad agobiante obligatoria que fracasa y que obliga al fracaso a todo lo que nace”. El libro además contiene un glosario de términos de léxico específico del activismo territorial y popular en general y de la militancia del colectivo disidente sexual en particular (Ley de Identidad de Género, Ley de Matrimonio Igualitario, Criar, Besazo, Teatro comunitario, Cooperativa de reciclado, Asamblea, #NiUnaMenos, Orgullo LGBTIQ), y un código QR para acceder a los audios de los relatos leídos por Susy Quizás uno de los relatos más antiguos que aborde la temática de las infancias trans sea La sombra que habla, la historia de Julia, una niña que tenía sombra de niño. Fue escrito por Christian Bruel e ilustrado por Anne Bozellec, y se publicó por primera vez en 1976 en Francia. En Argentina la activista trans Melina Montaño, integrante del espacio de lecto escritura sobre diversidad sexual, taller Di/Verso -nacido en Mar del Plata y que hoy también funciona en Córdoba- escribió el cuento infantil Camila Caimán, que narra con los elementos propios de la fábula infantil el devenir, la construcción de género a través de la vida de ese caimán que busca su lugar en el mundo. Este texto logró que la Secretaría de Cultura de General Pueyrredón (Mar del Plata) financiara su edición para ser repartido en las escuelas primarias del partido.


Por otro lado, libros como la novela juvenil Como una película en pausa, de Melina Pogorelsky, editada por Edelvives, hablan sobre la sexualidad en la adolescencia. Este libro relata la historia de tres amigxs adolescentes, Luciano, Flora y Damián; lxs dos primerxs enamoradxs del tercero. La editorial Molinos de Viento, publicó títulos como Hay muchas cosas que están bien, Anita y sus dos mamás, y ¿Cómo llegué a este mundo? Libro para chicos que llegaron a este mundo por subrogación, para “pensar temas vinculados a diversidad sexual desde la infancia”. Las temáticas pueden ser de lo más diversas como lo propuesto en Mi primer libro rojo, de la escritora e ilustradora Violeta Del Río: un volumen creado para acompañar a las niñas en la llegada de su menstruación desde un nuevo enfoque. Por último, en conexión con una de las luchas más importantes del movimiento feminista, surge #NiUnaMenos. Desde los primeros años, coeditado por Las Juanas Editoras y Chirimbote: una “recopilación de abordajes con perspectiva de género para pensar infancias más libres, a partir de breves ensayos que reflexionan sobre prácticas educativas instaladas o estereotipos reproducidos en grandes industrias culturales, con la propuesta de trazar en conjuntos ideas para derribar prejuicios y criar niños con vínculos más igualitarios”. Esto es apenas una enumeración de títulos posibles para repensar los discursos que volcamos en nuestrxs hijxs, sobrinxs, y pequeñxs amigxs, y creer que en ellxs reside la posibilidad de crear nuevos mundos. CUENTOS PARA SOÑAR

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Angie Pagnotta x Leonel Arance ¿Cómo te definís profesionalmente? Me defino como escritora, periodista y editora. El periodismo es la profesión que estudié, en la que me formé académicamente y que ejerzo desde 2008. Edición lo hago desde hace un año en la editorial Peces de Ciudad y me formé, se podría decir, en mis lecturas, y en mi paso por la UBA cuando estudié sociología y en el Profesorado Joaquín V. González cuando estudié, otros dos años, en el Profesorado de Lengua y Literatura. En tercera y no menor medida, me defino como escritora que es, en instancia principal y última, mi vocación. La formación vino después de muchos golpes de horno, de muchas lecturas y de empezar a naufragar, con un primer libro publicado en 2017. Gracias a años de esfuerzo y de remo, trabajo como periodista freelance en medios argentinos y de Europa, principalmente en digital pero también en gráfica. ¿Cómo nació “Revista Kundra”? Nació en junio de 2012 en una típica charla de bar con un amigo. Era verano, nos juntamos a tomar una cerveza en “El banderín’’ y, un poco frustrados por la falta de espacios culturales copados nos pusimos a pensar en armar algo propio. Mi amigo, dos cervezas después se bajó de la idea pero me apoyó lo suficiente como para creer que era posible lograrlo: tener una revista digital, independiente y 100 % gestada desde las ganas, desde la pasión, desde el deseo. Todo eso, al día de hoy, sigue. ¿Qué facilidades y dificultades tiene “Revista Kundra” por ser digital? Es una enorme dificultad sostener económicamente un portal que, aunque es leído, compartido y tiene una cierta repercusión, no cuenta con financiamiento, pero al día de hoy todos los que están en la revista entienden que el país y la situación económica dificultan cualquier horizonte económico. El trato es simple: si no hay más amor, cada uno por su lado, sin rencores: como en cualquier buena relación. Las facilidades son que accedemos a un montón de lugares: Kundra es leída en distintas partes del mundo como México, Colombia, España, Uruguay y Venezuela, solo por nombrar algunos espacios. También la libertad de salir cuando podemos, cuando queremos, cuando nos nace. Se funciona y se sostiene gracias a un sólido grupo de redactores y autores, muchos nos ceden sus primeros capítulos, sus poemas inéditos, sus notas que podrían ser para diarios impresos pero no: eligen Kundra. Sin ese amor, esas ganas, esa pasión, no existiríamos más, pero 6 años de vigencia nos dicen que algo bien estamos haciendo... 30

PERFILES

¿Cómo combinas y a su vez cómo separás el ocio de escribir, del oficio de escribir? La radio vino gracias a una enorme oportunidad que me dió la escritura, paradójicamente. En octubre de 2017 Mariano Castagneto, conductor de “Tiempo libro’’ en Radio La Desterrada, me invitó como escritora, a raíz de Memoria de lo posible, mi primer libro de cuentos. Esa entrevista derivó en que la directora de la radio, Fernanda Colombo, me citara días después para proponerme hacer un programa de radio. Yo venía pensando en eso, pero nunca como algo en serio aunque un poco coqueteé con la idea junto a Giselle Aronson. Días después la convoqué a Soledad y empezó en febrero NUNCA SE SABE, los lunes 18hs. De algún modo ese encuentro fortuito con Mariano derivó en este encuentro fortuito con Fernanda y la radio como un nuevo espacio de comunicación, cosa que amo hacer y celebro. Lo combino y lo separo, así, exactamente. Si bien son dos universos distintos, no dejan de ser palabras y emociones que juegan y toman lugar. Escribir, escribo todo el tiempo, incluso cuando no esté frente al cuaderno o la computadora. Mi cabeza no para nunca, jamás. ¿Lográs vivir de esto? Después de 10 años de remo, sí. Trabajé y trabajo duro para esto, para cada una de las colaboraciones que hago en los medios donde estoy. Además soy Community Manager y tengo algunos clientes en esa área. Pero diría que sí, no holgadamente, claro. Creo que vivir de esto es posible pero sobre todo tienen que haber dos o tres cosas: insistencia, ganas y responsabilidad.


¿Cómo funciona y se sostiene?

Pablo Méndez x Leonel Arance ¿Cómo te definís profesionalmente? ¿De qué trabajas? Profesionalmente me defino como periodista y escritor. Trabajo como periodista pero también leo, corrijo y edito en el mundo editorial como freelance. Además, trabajo como gestor cultural, siempre ligado a la literatura. ¿Hace cuánto nació “Solo Tempestad” y cómo surgió la idea? ¿Qué lugar ocupa hoy en la industria editorial? Solo Tempestad nació el 9 de febrero de 2015, en febrero del año que viene cumpliremos 4 años como medio. Nació por la desventura de otros proyectos que no vieron la luz. Creo que la experiencia de poner mucho trabajo en esos proyectos truncos sentó las bases de lo que hoy es Solo Tempestad. Creo que en los primeros meses en existencia sucedió algo que para mí fue muy loco. Muchos escritores se acercaron a colaborar y las reseñas eran leídas por mucha gente. Escritores y editoriales comenzaron a enviarnos ejemplares de sus libros como si fuéramos un medio instalado. Hoy en día somos una referencia ineludible como medio dedicado a comentar libros. Por supuesto no tenemos la infraestructura de un medio más grande pero la verdad es que escribimos y editamos como si ST lo fuera. Creo que ocupamos un nicho que no estaba explotado. Tenemos publicadas casi 700 reseñas. Somos un medio profesional muy alejado de la liviandad del soporte virtual.

Contar cómo funciona es mostrar un tejido de trabajo bastante complejo. Recibimos o vamos a buscar los libros, una vez que los tenemos buscamos el reseñador indicado dependiendo su campo de especialización en la temática, esos son los casos especiales. Después tenemos una redacción virtual donde cuelgo las tapas de los libros que nos llegan y los reseñadores eligen qué quieren leer y comentar. Pero antes de todo eso hay una instancia de pre edición donde le damos el tono y la forma a la futura reseña. Muchos de los libros tiene un eje conceptual que permite juntarlos en un mismo texto, o hacemos especiales de distintas temáticas. Luego del período prudencial (que nunca lo es tanto) de lectura y escritura, se edita la reseña en función de la forma en que debería ser publicada; sobre todo potenciar el análisis con la forma de publicación y difusión. No es lo mismo publicar y difundir un día lunes que un día viernes, no es lo mismo titular una reseña de una forma clásica que de una forma más creativa, no es lo mismo que la foto que acompañe la reseña sea una composición artística que una foto de un libro sobre una mesa, sacada con el celular. Cada reseña tiene su por qué, es por eso que no tenemos un manual de estilo, sino que nos adecuamos al libro para conceptualizar no solo la escritura de la reseña, también su publicación y su difusión. Somos como un equipo de fútbol que adecua su táctica y estrategia dependiendo no solo del rival sino también de los jugadores con los que cuenta. Solo Tempestad se sostiene por las ganas. Todavía no encontramos la forma de volverla redituable sin tener que depender de las formas tradicionales de sustento. Seguimos buscando la combinación adecuada sin que eso nos lleve a ser una presa más de la necesidad imperiosa de la publicidad comercial. Escribìs también. ¿Cómo combinas y a su vez cómo separás el ocio de escribir, del oficio de escribir? No creo que haya un ocio de la escritura. Yo considero que la escritura es trabajo y en el trabajo nace el oficio. A lo largo de mi vida profesional escribí muchas cosas, desde cables informativos hasta crónicas, desde reseñas hasta papers académicos, desde cuentos por encargo hasta capítulos de novela como ghost writer, desde guiones para cortos de cine hasta publicidades para productos. Hay dentro del oficio una forma de operar bastante camaleónica. Uno escribe lo que quiere, ya sea porque le pagan o porque la musa inspiradora cayó en tu cabeza para que escribas un poema fundamental o una novela vanguardista que terminara en una mesa de saldo. El placer es la consumación del deseo. La escritura es deseo en estado puro. PERFILES

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D E L PA P E L A L A PA N TA L L A

MALISIA L A R E V I S TA

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MALISIALIBROS

MALISIAEDITORIAL AÑO 0 #1 | DIC 2016

#1

MALISIA L A R E V I S TA

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MALISIALIBROS

MALISIAEDITORIAL AÑO 0 #2 | JUN 2017

#2

Reseñas: Felicidades, de Dulce Ma. Pallero (Pixel Editora), por Iván Suasnábar // Una experiencia de mundo, de César Vallejo (Ed. Excursiones) por Facundo Basualdo // La sed del ojo, de Pablo Montoya (Ed. Puente Aéreo) por Juliana Gómez Nieto Perfiles: Paloma Vidal // Leandro Donozo Notas: Mesas de disección: La feria, la serie y el montaje, por Verónica S. Luna // Con el diario del lunes, por Leonel Arance

MALISIA L A R E V I S TA

$30

#3

Reseñas: No será lo mismo, de Mariela Anastasio (Club Hem), por Facundo Basualdo // Almafuerte, de Juliana Celle (Malisia Ed.) por María Belén del Manzo e Irma Colanzi // In memoriam, de Raúl Zurita (Ed. Audisea) por Juan Delaygue //Un tratado de amor en la Unión Soviética, de Bruno Pizzorno (Editorial La Caracola) por Juliana Celle // Notas: Vida acuática por Eric Schierloh // Hacia una política de la edición como política del arte por Sara Bosoer // Salidas sin falso optimismo por Néstor González // Entrevista a la EMR por Juan Gianella // Nada de lo aprendido por Pablo Amadeo Perfiles: Agustina Magallanes // Celeste Diéguez

MALISIA L A R E V I S TA

#4

MALISIA EDITORIAL MALISIA LIBRERÍA

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E DITORIAL : Sobre ferias y síntomas [pág. 2] R ESEÑAS : Tarda en apagarse de Silvina Giaganti (Caleta Olivia) por Juan Delaygue [pág. 4] //Álbum Puig, de Eugenia Rasic y Paula Calvente (Malisia) por Facundo Basualdo [pág. 5] // El Zen de los malabares de Dave Finnigan (Contramar) por Mariana Sáez [pág. 6] D OSSI ER M UJERES Y E DICIÓN : Mesa chica por Verónica Stedile Luna [pág. 8] // Parvada por Celestina Alessio [pág. 11] // Armas cargadas de futuro: hacia una historia feminista de la edición en Argentina por Daniela Szpilbarg [pág. 15] PERFIL ES: Damián Ríos por Celeste Diéguez [pág. 30] // Celestina Alessio por Juliana Celle [pág. 31]


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