EL MATERIAL Y SU IMAGEN (1978)
Un tema que desgraciadamente nunca ha sido estudiado por la ciencia y ha sido, quizás, rozado marginalmente por la ficción, es la relación entre los materiales y las imágenes. El problema se convierte en particularmente interesante una vez que las imágenes representan a los materiales o sea al establecer una correlación precisa entre un material y su imagen correspondiente. Es notorio que un material es discontinuo, que existe un espacio intermolecular. Es sabido también que entre los materiales sólidos no existe la perfección estructural. El material sólido más perfecto llega a tener un mínimo de 100 dislocamientos por milímetro cuadrado analizado. Por otra parte tenemos que la imagen es, por definición, continua, es un campo de unidades de información sin quiebres, y es estructuralmente perfecto. No hay dislocamientos estructurales en la información, lo cual no significa que no existan errores, pero los errores son un elemento relativo que solamente aparece en el acto de correlación, o sea que no es estructural. Antes de seguir adelante con este análisis, tenemos que diferenciar entre dos clases de imágenes: la que denota al material y la que lo documenta. La que denota al material es la imagen que nos permite percibir al material mismo, es la imagen “del” material, es la que vemos cuando miramos al material en si. La que documenta es la representación del material, es una imagen “con respecto” al material. Ambas clases de imágenes nos presentan problemas sumamente sugerentes al intentar el hacer una correlación de series contiguas entre imagen y material.
El descubrimiento de la geometría (1978), fotografía digitalizada, 2006, dimensiones variables. La invención de la lluvia (1978), fotografía digitalizada, 2006, dimensiones variables.
Sin el análisis precedente y trabajando intuitivamente, uno supondría que la correlación entre un material y su imagen es perfecta y es con esta presunción que de hecho nos manejamos en la vida cotidiana. ¿Pero que sucede si la correlación se estudia más precisamente? En el caso de la imagen que denota al material tenemos que si bien (aceptando una generalización cualitativa) cada molécula tiene su correlación en la imagen, los espacios intermoleculares no están representados. Dado que la imagen es continua, es obvio que hay más moléculas en la imagen que en el material que la origina. La magnitud de la discrepancia está en relación inversa a la densidad del material. En el segundo caso, el de la imagen que documenta, tenemos que el material portante de la imagen es en general distinto al material documentado. Aquí el problema se complica dado que hay dos series de espacios intermoleculares, generalmente desfasados, y las moléculas representadas no coinciden generalmente con las moléculas reales (aunque se acepte como si coincidiera en virtud de la generalización cualitativa ya mencionada). El corolario de todo esto es importante por sus implicancias para la documentación en general y también para varias modalidades del arte: Para una documentación más precisa de un material, si no se quiere usar la imagen denotada por el material (o sea el material mismo como en el caso del “collage”), hay que usar el mismo material como portante de su información, documentando encima. Como ejemplo especifico: si un artista quiere representar un ladrillo, la información será más precisa si la imagen del ladrillo es pintada sobre un ladrillo y no sobre una tela. Sería incluso aún más precisa si el ladrillo usado es el mismo que se está representando, pero esto desgraciadamente no siempre es posible. Luis Camnitzer, 1978.
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