¿Qué tienen en común todos los seres vivos? En muchos casos, es fácil reconocer a un ser vivo. Por ejemplo, si vemos una vaca, una llama, una mariposa o un ser humano, nos damos cuenta rápidamente de que se trata de seres vivos. Pero a veces, es más difícil saber si algo es un ser vivo o no. El moho verde y blanco que crece en el pan y en las frutas cuando se pudren, los líquenes que viven sobre algunos postes y las esponjas de mar que están quietas en el fondo marino también son seres vivos. Lo son porque comparten una serie de características o propiedades con el resto de los seres vivos, que permiten distinguirlos de los objetos y materiales que no están vivos.
Los seres vivos cumplen un ciclo de vida. Cada ser vivo tiene sus particularidades, pero todos se reproducen, crecen, se desarrollan y mueren. La reproducción permite que, a pesar de que un individuo muera, sus descendientes continúen vivos y puedan reproducirse, y así evitar que esos seres vivos desaparezcan del planeta.
Los seres vivos son sensibles. Perciben cambios en su entorno y responden a ellos. Por ejemplo, son capaces de captar variaciones en la temperatura, en la humedad y en la cantidad de luz o de agua que los rodea, y reaccionar de diferentes modos ante esta información del medio. Si, debido a los cambios que detectan, perciben que existe algún peligro, responden protegiéndose, como los peces globo.
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Bloque 3 • Los seres vivos
Los seres vivos están adaptados a su ambiente. Existen seres vivos en todos los rincones del planeta, tanto en los desiertos más calurosos como en el fondo del océano. Los seres vivos poseen características que les permiten aprovechar mejor los recursos del ambiente en el que viven. Los cactus, por ejemplo, están mejor adaptados a los desiertos que los helechos.
Los seres vivos se nutren. Todos los seres vivos, incluidos los animales, las plantas, los hongos y los microbios, incorporan materiales del ambiente que les permiten crecer y obtener energía. Así pueden llevar a cabo sus actividades y sus funciones.