Carina Rissi - Se busca marido

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manera?—. Para salir del problema con un gran cosmético al por mayor... — susurró en mi piel. —Oh... No es un proyecto. De hecho, no es mi idea... Algunas marcas ya hacen algo parecido en el extranjero. Es... uh... —Siguió deslizando sus labios en mi cuello. ¿De qué estaba hablando? —Te escucho. —Ahora las dos manos estaban en mi cintura. Sus caderas presionándome de manera suave, pero definitivamente voraz—. Continúa. Quiero escuchar tu idea. ¡Ah, claro! —Hmm... Podríamos hacer algo como... uh... —¿Sí? —Presentando diez contenedores vacíos del mismo producto en las tiendas autorizadas se le intercambiara a los consumidores por un producto nuevo o algo así. Creo que todo el mundo saldría ganando. El consumidor gana ventajas y se siente especial, el medio ambiente gana con la empresa de reciclaje y... Hmm... —Ganamos la lealtad del cliente —él levantó la cabeza para mirarme—. ¡Tu idea es fantástica, Alicia! —Sus ojos eran tan brillantes que tuve que desviar mi mirada—. Eres fantástica. —Oh, imagina... —sonríe tímidamente—. Es algo que he visto en alguna parte... Ahora sácame las manos de encima. Tú no eres mi marido. —Pero yo no podía dejar de hacer que mis dedos se perdieran en la tela de su camisa. —No puedo. —Sus pupilas estaban dilatadas, su pecho subía y bajaba rápidamente, jadeando. Yo sabía lo que venía después. Él puso una mano en la barbilla y sensible como un flash, me tapó la boca con la suya. Un beso febril. Urgente. Sentí una descarga eléctrica impregnando mi Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This This text text only only appears appears in in the the demo demo version. version. This This text text can can be be removed removed with with the the full full version. version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This text only appears in the demo version. This text can be removed with the full version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com).


cuerpo. Era como si toda esa tensión que sentía en esas casi treinta horas de distancia explotara en forma de deseo. Su apretón de acero, dejando en claro que él sentía lo mismo. Él me llevó fuera de la tierra, literalmente, me levantó por las caderas. Golpeando la mesa abarrotada de papeles, haciendo un gran lío, pero creo que él no se dio cuenta. Max estaba en todas partes. Le sentía en cada centímetro de mi cuerpo. Y de repente, ahí estaba yo de nuevo, con la tapa trasera de la copiadora, pero esta vez Max estaba allí conmigo, lo que hizo que fuera mucho más divertido. —¡Dios mío, cómo te extrañé! —susurró contra mis labios, y eso hizo que mi mundo se colocara de nuevo. La puerta de la habitación se abrió bruscamente. Vanessa gimió, y su rostro adquirió un tono púrpura. ¡Maldita sea! Mi plan para la tarde tenía que funcionar, o realmente tendría problemas. Ciertamente, Vanessa le contaría a Héctor o a Clovis lo que acababa de ver. Y probablemente no apreciarían las noticias que la silicona peluda les tenía que dar. Solté a Max inmediatamente, tratando de recuperar el aliento. —Bueno, bueno —ella comía más o menos—. ¿Qué tenemos aquí? —Lo que hacemos o dejamos de hacer no es de tu incumbencia, Vanessa — dijo Max entre dientes. —¿Estás seguro? —pero la pregunta iba dirigida a mí. Di dos pasos hacia ella, apretando los puños. —Vanessa, creo que mejor te quedas fuera de esto. De verdad no sabes dónde te estás metiendo —presioné las sienes, de repente palpitante. — Tú no sabes con quién estás tratando. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This This text text only only appears appears in in the the demo demo version. version. This This text text can can be be removed removed with with the the full full version. version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This text only appears in the demo version. This text can be removed with the full version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com).


—Escucha, niña —escupí entre dientes—. No tienes idea de cómo me estoy controlando a mí misma para no romperte la nariz en dos o tres piezas. Todavía tengo esa escena que armaste con Max aquí mismo, en la sala trece, pero no voy a hacer esto porque, por mucho que me molesta ver tu sonrisa cínica, te compadezco. Ella se echó a reír. —¿Pena? Vas a ser digna de lástima cuando les diga a algunas personas lo que acabo de ver. ¡Hija de puta! —Es una pena, sí. Eres una mujer hermosa, y es una lástima que seas tan poco inteligente. Intentar chantajear a Max fue una estupidez enorme, Vanessa. Si lo conocieras, sabrías que él es una de las pocas personas que no se sienten intimidados. Y prestarse al rol de informante para traicionarme... bueno, eso sólo demuestra que no tienes ningún cerebro. Sí, me sentiré triste cuando tengas que rendir cuentas ante la justicia —di un paso hacia ella, y ella dio un paso atrás—. Porque yo voy a hacer todo lo posible para ponerte en la cárcel ya que has estado conspirando contra el abuelo Narciso, y eso incluye a sus compinches. Su sonrisa vaciló por un segundo. —Ve —continué—. Corre y cuenta todo lo que viste. Húndete más en la tierra. Prometo visitarte los domingos y llevarte un paquete de cigarrillos. —Puedes estar segura de que lo voy a decir —dijo ella, pero su voz tembló un poco. Sin decir una palabra, ella se alejó de mí y se apresuró. Esperábamos ganar un poco más de tiempo con mi farol. Necesitaba que Clovis y Héctor siguieran pensando que tenían todo bajo control. Cuando me di la vuelta, Max me miró, un poco avergonzado. —Lo siento —murmuró—. No fue mi intención... —No te disculpes por besarme, Max. Por favor, no —supliqué. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This This text text only only appears appears in in the the demo demo version. version. This This text text can can be be removed removed with with the the full full version. version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This text only appears in the demo version. This text can be removed with the full version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com).


Asintió torpemente. —Me explicas algo —preguntó—. ¿Vanessa y quién están juntos? ¿Y para qué? —Después —murmuré—. No quiero que te mezcles en este lío y necesito pruebas para que me creas. Sólo haz lo que te pido, ¿de acuerdo? Sin tu ayuda, no voy a ser capaz de probar cualquier cosa. —Tú no necesitas la ayuda de nadie. Eres Alicia Moraes de Bragança y Lima. No necesitas ayuda o suerte. Tú haces tu destino. Mi corazón latía con ansiedad mientras se inclinaba hacia mí. Cerré los ojos y esperé a que me besara, anhelaba el contacto de sus labios sobre los míos de nuevo. Sin embargo, su boca me tocó la frente, deteniéndose por un momento, luego respiró hondo antes de alejarse. Cuando abrí los ojos en señal de frustración y sorpresa, Max había cerrado la puerta tras él.

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Capítulo 51 Traducido por Blanca20011983 Corregido por Noebearomero

—¿Estás segura de que estos pantalones no me hacen ver gorda? Me siento inmensa. —Mari se quejó, tocando su sudadera gris por enésima vez. —Mari, olvida los malditos pantalones. ¿De acuerdo? Te ves hermosa. Cualquier chica moriría por tener un trasero como el tuyo. ¡Ahora, céntrate! La casa parece vacía, ¿no es así? —dije, pegándome a la pared cubierta de vides elevadas en la parte trasera de la mansión. Fue por esa pared por la que huí muchas veces para escaparme a alguna fiesta cuando mi abuelo me castigaba. Esa pared era algo más baja que en otras partes, y en el interior había un pequeño error en el suelo que permitía a una chica de estatura media, como yo, escalar sin demasiada dificultad. —¿Cómo entramos? No me digas que tienes que saltar por encima del muro —Mari gruñó. —No lo digo. —De puntillas espié los fondos de césped, oscuro y tranquilo. Todo bien hasta ahora—. Trata de no dañarte. Sígueme, y por el amor de Dios, no hagas ruido. —¡Hey! Yo soy experta en escalada en la academia —se puso las manos en las caderas—. Mi instructor incluso me felicitó. —Muy bien. ¡Vamos! Enrosqué los dedos en las plantas, en busca de un pequeño defecto en la antigua muralla, un agujero central donde la punta de mis zapatos encajara perfectamente. Mari mostró cómo hacerlo y empezó a subir. No fue difícil. Aterrizó junto a mí casi en el mismo instante en que toqué el suelo. Por un momento me

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encogí al ver la casa a oscuras por la noche sin luna, tan triste que parecía embrujada. —Por aquí —silbé, avanzando en cuclillas para llegar a la pared de la despensa, la única forma de pasar por el patio sin ser capturadas por las cámaras de seguridad, yo dudaba de que alguien la hubiera deshabilitado. Empujé el pestillo de la ventana con cuidado y el gancho defectuoso y amigo estaba todavía allí, como lo había dejado. Me deslicé dentro y ayudé a Mari. —¡Todo es oscuridad! —murmuró. —¿Qué quieres? —Tomé la linterna de su bolsillo que había cogido de la guantera del coche de su madre. La luz, ligeramente verdosa, no iluminaba mucho. Todo parecía tranquilo. Al parecer, Inês había conseguido vaciar la mansión, como le pedí, y se deshizo de Telma. Llamaría a Mazé y, sin dar más explicaciones, le pediría que saliera esa noche y sacara a los empleados de la casa. Siendo la mujer sagaz que era, ella no preguntaría sobre el tema y había hecho exactamente lo que habían pedido. Incluso considere la posibilidad de pedirle que me ayudara a entrar en la mansión, pero no podía comprometer a la mujer que fue a menudo como mi tercera madre, el abuelo Narciso siempre había sido el segundo, y un plan como ese, tenía una buena oportunidad de terminar en una sala de la policía. Tomé la mano de mi mejor amiga y cuidando de no hacer ruido, salimos de la despensa para entrar en la cocina. —¿Qué estamos buscando? —susurró Mari. —Aún no lo sé. Ella se sorprendió. —¿Cómo? —preguntó más fuerte de lo que debería. —¡Shhh!

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—¿Cómo que no sabes, Lili? —Lo sabré cuando lo encuentre —susurré—. Vamos, quiero empezar por la habitación del abuelo. Ella gruñó en voz baja un par de veces pero se dejó arrastrar por las escaleras traseras. Entramos a la habitación que era del abuelo y cerramos la puerta. Suspiré con alivio, a continuación, resoplé. —¡Voy a matar a Telma! —gemí al ver los cambios en el ambiente, era sobrio hasta unas semanas antes. Ahora era más como si una parte del carnaval se hubiera instalado en el lugar. —De acuerdo. Después pensaré en ello. Ahora dime cómo te ayudo a encontrar algo que no sabes lo que es —gruñó Mari. —Sujeta la linterna y mantén tu boca cerrada —siseé. —No hay nadie aquí, Lili. Gracias a Dios. ¿Alguna vez te preguntaste si alguien me viese usando este atuendo horrible? Giré los ojos. —¡Olvídate de los pantalones, por favor! Y no podemos estar seguros de que la casa está vacía. Inês llamó a Telma para invitarla a cenar. Después llamé a Max, quien me aseguró que iba a hacer todo lo posible para eximir a los empleados, pero nunca se sabe. Además, creo que tengo una idea... Bueno, Inês me dijo algunas cosas, y me acordé de que el abuelo siempre guardaba copias de documentos importantes en lugares inusuales aquí en casa. Todo lo que él considera importante, fuese una copia del contrato o alguna tarjeta que yo le regalaba en Navidad, él lo escondía. Y era mega difícil encontrar. Una vez le di una de esas tarjetas hechas con macarrones y pegamento brillante. Pero entonces cambié de opinión y pensé que la pasta no era una buena representación de la barba de Santa Claus. Le pedí la tarjeta de nuevo, pero el abuelo se negó a dármela. Dijo que la adoraba —voltee los ojos—. Tú conocías a mi abuelo. Me tomó dos semanas encontrar la tarjeta. Estaba en la nevera. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This This text text only only appears appears in in the the demo demo version. version. This This text text can can be be removed removed with with the the full full version. version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This text only appears in the demo version. This text can be removed with the full version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com).


—¿Hablas en serio, no? —Incluso en la tenue luz, asentí frunciendo el ceño. —Sí. —Y vamos a buscar esa cosa que no sabemos lo es, en estos lugares, ¿no? —Exactamente —dije. —La noche será larga... —suspiró. Empezamos a buscar en la habitación del abuelo, teniendo cuidado de no estropear demasiado y no levantar las sospechas de que alguien había estado allí. Tuve la impresión de que esta vez el abuelo Narciso escondió lo que fuera para que yo pudiera encontrarlo algún día, ya que no era de mí que lo estaba escondiendo. Busqué en toda la sala, en los cajones, detrás de la cabecera, en el interior del gabinete de cuarto de baño, y nada. —¿En tu habitación? —Mari sugirió cuando busqué el último escondite: debajo del colchón. —Es mi siguiente conjetura. Telma tuvo el buen sentido de no cambiar la decoración de mi habitación, pero a pesar de mi determinación de mirar cada posible refugio, no encontré nada que pudiera ser útil. —Muy bien, señor Narciso. Esta vez te has superado a ti mismo —gruñí. Se realizaron búsquedas en cada una de las doce habitaciones de arriba y nada sospechoso o improbable. —Debe de haberlo escondido en algún lugar nuevo —dijo Mari. — Seguro. Parece que esta vez me venció. Sus estrategias resultaron finalmente una eficiencia... —Entonces me acordé de las pocas veces que el abuelo me había hablado después de la muerte, de las citas a destiempo de Sun Tzu. Siempre el mismo libro. “El arte de la guerra puede contener las respuestas que

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tanto demandas.”—. ¡Oh, ese estúpido! En la biblioteca, Mari. ¡Está en la biblioteca! Corrimos escaleras abajo, medio de puntillas para no hacer ruido y así entramos en la biblioteca, ignoramos los cambios realizados por Clovis y Telma, dedicándome a recorrer los lomos de los libros, en busca de Sun Tzu. Saqué el volumen a toda prisa, y lo sacudí en la mesa con la esperanza de que algo saliera del interior. Frustrada cuando no pasó, hojeé las páginas, tratando de leer algo, tal vez una nota, o tal vez una secuencia de números de un código secreto, pero no había nada. —¡Maldición! Yo estaba segura de estaba aquí —exclamé, frustrada. —Tal vez en otro libro. —No, Mari. Tenía que ser este. —Tiré el libro sobre la mesa, que cayó con un ruido sordo—. No sé dónde más buscar. Me dejé caer en la silla giratoria y suspiré con cansancio. Mari también se frustró, envolvió sus brazos alrededor de mis hombros y las apretó con suavidad. —Oye, no nos dejemos desanimar —dijo—. Hemos llegado hasta aquí, ¿no? —Está bien —suspiré. Tomé el libro para ponerlo en su lugar, pero estaba demasiado oscuro y apenas podía ver el estante—. Mari, ¿puedes encender la linterna, por favor? —Oh, lo siento. Me distraje con este lío de tu abuelo —ella cogió la bola del péndulo de Newton que Narciso tenía en su mesa de trabajo, una de las pocas cosas que mi abuelo había dejado en ese ambiente, impidiendo su movimiento loco. Mari enfocó la luz verde en la pared de libros para encontrar el agujero para El arte de la guerra. Sin embargo, cuando la luz tocó el hueco dejado por el volumen en la parte inferior de la plataforma, a través de la estrecha rendija, algo destelló, reflejando la luz, y me dejó ciega durante unos segundos. Intrigada, metí la mano en la grieta y toqué un objeto frío y cilíndrico. Cerré los dedos alrededor de él y tiré

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con ansiedad, pero encontré algunos libros, cuatro o cinco y cayó al suelo. Miré el cilindro de metal. Un porta cigarro. Con dedos temblorosos, giré la cubierta y pude ver unas cuantas hojas de papel blanco que estaban allí. Al instante supe lo que era. Saqué el rollo de papel y lo desenrollé. Mari se movió rápidamente, apuntando con la linterna a las páginas para que pudiéramos leer juntas. Apenas podía creer lo que tenía en la mano. —¡Te tengo, imbécil! —sonreí. —¿Qué es...? —escaneando el documento—. Oh, mi D... Le tapé la boca a Mari mientras que la luz de la sala de estar se encendía. Alguien estaba allí, sólo a una puerta de distancia.

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Capítulo 52 Traducido por Blanca20011983 Corregido por Noebearomero

¡Piensa! ¡Piensa! ¡Piensa! Me ordené a mí misma. El que estaba detrás de esa puerta, desde luego, no estaría muy contento de encontrar dos intrusas en la mansión. Y tuve la sensación molesta de saber exactamente quién estaba allí. Pensé en la posibilidad de un escape por la ventana, pero fue imposible. Todas las ventanas de la mansión, excepto la de la despensa, eran de estilo francés, llenas de herrajes decorativos que impedían el paso como barreras de protección. La única salida era a través de la puerta principal. ¡Maldita sea! —He dicho que no es necesario, Clovis. —Escuchar la voz de Héctor, de alta resonancia, me hizo saltar—. Podemos resolverlo mañana. —Le pediré a la cocinera que preparare una taza de café. Vuelvo en un minuto, querido. —Dijo Telma. —Tengo que mostrarte el informe que recibí de Abu Dhabi —respondió la voz aburrida de Clovis—. Tú no puedes enviar a Max al otro lado del mundo sin que él vea los informes. En realidad, creo que este viaje es una pérdida de tiempo y dinero. Está en mi oficina. Sólo le tomará un minuto. Casi volé por la puerta para estrangularlo cuando le oí referirse a la oficina del abuelo Narciso como suya. Casi. Tenía problemas mayores en ese momento. Clovis estaba a punto de entrar en la oficina y atraparnos, y yo estaba segura de que iba a saber exactamente lo que estábamos haciendo allí. Héctor comenzó a argumentar y persuadir a Clovis para tratar ese tema en otro momento, dándome un poco más de tiempo. En un arrebato desesperado alcancé mi teléfono y comencé a fotografiar documentos, tratando de captar el mejor ángulo de poca luz que la linterna proporcionaba al tiempo que les oía discutir el asunto. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This This text text only only appears appears in in the the demo demo version. version. This This text text can can be be removed removed with with the the full full version. version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This text only appears in the demo version. This text can be removed with the full version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com).


¿Dónde diablos estaba Max? Me pregunté aterrorizada. Tomé varias fotografías y le di las gracias a Clovis por haber mantenido el mismo servidor y red wifi que el abuelo tenia. Escribí la dirección de correo del consejo de L&L y apreté enviar. El mensaje era pesado, y la lenta conexión wifi empezó a ponerme nerviosa. Más nerviosa, debo decir. Tomó siglos para que la unidad pudiera cumplir su función y enviar todas las fotos, pero al final terminó de completar con éxito la operación. Doblé los documentos a toda prisa y lo metí en el bolsillo del jeans mientras Mari se quedó inmóvil como un cadáver. Tomé su mano y nos pusimos junto a la puerta. Mi corazón estaba en la boca. Clovis se volvería loco si nos viera allí. ¿Cómo exactamente?, no tenía ni idea. Bastante loco, por ejemplo ¿llamaría a la policía? Yo no estaba dispuesta a descubrirlo. Tan pronto como el pomo de la puerta giró, dejé de respirar, apreté el puño y esperé a que Telma no hubiera cambiado de parecer y siguiera a su marido. Cuando la pequeña rendija de luz invadió la biblioteca, sólo pude ver la mano blanca y regordeta buscando el interruptor. Aproveche la oportunidad. Esperé a que Clovis asomara la cabeza por la puerta, saqué el brazo y le golpeé la cara con tanta fuerza que casi perdió el equilibrio. Se cayó gimiendo, las luces estaban todavía apagadas. Agarré la mano de Mari, que observaba todo con los ojos muy abiertos, salté a Clovis y en la prisa por huir, estuvo a punto de golpear a Héctor. Se puso tenso. La alarma comenzó a sonar, fuerte e insistente. —¡Maldición! —gruñí. Había olvidado el botón en la biblioteca, que alertó a la empresa de seguridad, que también pertenecía a Conglomerado Lima, en caso de problemas. —¡Corre! —Escuché una voz familiar grave al otro lado de la habitación. Mi corazón latía con fuerza, casi colapsó cuando lo vi allí, en medio de ese lío. —¡Max! ¿Por qué tu...? —¡Vete, vete, vete! —gritó, visiblemente preocupado, empujándome hacia la salida. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This This text text only only appears appears in in the the demo demo version. version. This This text text can can be be removed removed with with the the full full version. version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This text only appears in the demo version. This text can be removed with the full version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com).


Traté de llegar a la puerta de entrada, con el fin de escapar por la puerta. Bueno, tuve que admitir, que mi plan no era el más brillante, pero en ese momento, con ese molesto zumbido de la alarma y sorprendida al ver a Max allí, fue todo lo que pude pensar. Dos guardaespaldas fornidos, del ancho de un autobús, entraron por la puerta empuñando un arma. —¡Mierda! —gruñí, derrapando sobre mármol blanco, tratando de escapar. Miré a Mari, tan pálida como pudiera estar. Max también parecía asustado. Héctor se puso de pie, con el rostro ligeramente pálido, y Clovis se tambaleó por la habitación, con la mano tapándose la nariz que sangraba por mi golpe. —¡Dios mío, querido!, ¿qué está sucediendo? —Telma maulló, sosteniendo una bandeja con tazas, azucarero y tetera de plata. —No lo sé, querida —dijo tratando de detener el flujo que le corría por la cara y se enderezó. En ese momento, al ver los ojos de Clovis con furia asesina, todo cayó en su lugar. Yo quería patearme el culo por ser tan ciega, tan estúpida. Él sabía lo que estaba haciendo allí. Por supuesto que lo sabía. —Esta sigue siendo mi casa. Puedo venir aquí en cualquier momento —dije evaluando la posibilidad de golpear a un guardia de seguridad y escapar. Sólo que ambos eran enormes y estaban armados. Yo no iría muy lejos. Y no podía dejar a Mari, Héctor y Max atrás. —¿Por qué tenias que entrar tan sigilosamente? —exigió Telma. —Clovis sabe por qué —le contesté. —Estoy perdida, querido. ¿Por qué no nos sentamos y escuchamos todo con calma? —sugirió Telma, colocando la bandeja sobre la mesa de café. Miré a Max y tenía la impresión de que estaba preocupado. Y enojado también, porque le mentí sobre los riesgos de mi plan. ¡Maldita sea! Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This This text text only only appears appears in in the the demo demo version. version. This This text text can can be be removed removed with with the the full full version. version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This text only appears in the demo version. This text can be removed with the full version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com).


—Gracias Telma, pero nos tenemos que ir —dije, tratando de sonar más tranquila de lo que realmente estaba. —Nadie se va hasta que yo lo permita —Clovis anunció. La seguridad en su pecho, tratando de parecer aún más grande, y apoyado frente a la puerta—. Creo que tú y yo deberíamos hablar a solas, Alicia —sugirió. —No estaría un solo minuto a solas con un sinvergüenza como tú —sonreí. Esto le provocó una reacción. Y no me pareció buena. —Dame el documento —exigió con voz aguda. Y allí estaba mi confirmación. Clovis estaba allí firmando su certificado de culpa. Pero si él pensaba que iba a entregar el testamento que acababa de encontrar, si pensaba que saldría ileso de esa historia, era porque no me conocía bastante bien. —¿Qué documento? —pregunté inocente. Clovis sonrió. Era una sonrisa casi loca. Me pregunté por qué no lo había visto en el tiempo y de repente me di cuenta de que ese mal, ese veneno que fluía de su iris siempre había estado allí, y eso fue lo que me hizo odiarlo, incluso cuando traté de que me gustara. —Oh, no te hagas la tonta, Alicia —dijo. —No sé de qué estás hablando. —¡Venga Alicia, piensa! Pero yo no podía pensar en nada. Estaba aterrorizada ante la idea de que algunos de mis amigos pudieran ir a la cárcel por si él decidía llamar a la policía. Además, yo no estaba segura de si los guardias de seguridad que sirvieron durante muchos años a mi abuelo me ayudarían o Héctor que siempre había sido una presencia en la mansión, y no estaba dispuesta a averiguarlo. No cuando Mari estaba ahí, dura como la piedra, así como Max, perplejo, con los ojos cristalinos irradiando sorpresa, miedo e ira. No podría decir cuál de las emociones me abrumó en ese momento, pero apostaría todo al miedo. Temía por mí.

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—No hay necesidad de que esto acabe mal, querida —amenazó Clovis con una voz suave—. Sólo quiero el documento. Respiré profundamente, tratando de calmarme, y sin tener una idea mejor, decidí actuar improvisando. —¿Cómo te sientes, Clovis, sabiendo que traicionaste, engañaste y manipulaste a un amigo de años, un hombre mayor y enfermo? Un hombre que confió en ti para toda la vida —dije. Mi voz tembló un poco, pero sentí que algo crecía dentro de mí, y no tenía miedo de este momento. Algo en la expresión del abogado me hizo reflexionar sobre el contenido del testamento del abuelo. El último testamento del abuelo Narciso. El que tenía en la mano en ese momento. Uno que nadie había tenido en sus manos. Uno que nadie había visto. Si él no podía hacer nada a tiempo, yo podría. Yo lo haría—. ¿Consigues dormir sabiendo todo esto? —No sé de qué estás hablando —murmuró, mirando a Héctor de reojo. —Oh, no —objeté—. Vamos a dejar todo bien claro aquí. Me hiciste creer que era Héctor quien había descubierto mi matrimonio arreglado con Max. Me hiciste odiar a Héctor por obligarme a dañar a mi marido, porque si no lo hacía Max sería despedido y habría arruinado su carrera. —Por el rabillo del ojo vi a Max apretar los puños—. Pero fuiste tú, Clovis. Héctor nunca supo de la existencia del testamento hasta que mi abuelo murió, ni sabía que mi matrimonio era una farsa. Fue a ti a quien Vanessa dio mis conversaciones con Max por MSN. Fuiste tú quien manejo a mi abuelo para que yo fuese excluida del testamento, para que todo estuviese en tus manos mientras mantenías un ojo en mí, ya que serías el cuidador de mi herencia. ¡Fuiste tú quien desenterró el periódico para encontrar mi anuncio, mi tarjeta de crédito en la factura, todo! Y estúpida de mí, creí en ti, incluso cuando mis instintos gritaban que algo andaba mal. Tú no quieres que yo reciba la herencia. Nunca lo has querido. Tú te quieres quedar con el dinero. Fuiste tú. ¡Siempre fuiste tú, sinvergüenza!

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Cuando Inés empezó a contarme, dos días antes, la pelea entre Héctor y Clovis sobre el testamento, en la sala de la presidencia de L&L, sabía que algo andaba muy mal en esa historia. Cuando terminó el relato, no tuve ninguna duda. Me acordé de todo lo que pasó, a partir de las conversaciones con Clovis y las pocas veces que me encontré con Héctor. Él siempre había sido seco, pero eso era un rasgo de su personalidad, no una falla. Clovis trató de halagarme en todas las formas posibles, y lo peor, es que consiguió engañarme. Me acordé de todos los detalles, desde el día en que había llegado a vivir en la mansión, teniendo acceso a todos los documentos privados de mi abuelo, todas las conversaciones que habíamos tenido, cómo él siempre trató de dar la impresión de que era el bueno de la película y que Héctor era un imbécil. Sentí que algo andaba mal, que algo no encajaba, pero no escuché mis instintos. Cuando Clovis comenzó a presionar sobre mi matrimonio, yo llegué a creer que estaba muy preocupada por mí, pero era sólo un acto, un truco contorneado que lo dejó tan inocente como a Héctor tan villano. Había estado tan manipulada que me daba vergüenza recordar. Mi sangre comenzó a hervir. —¡Amado! ¿Lo hiciste? —Telma gimió. Clovis la ignoró. Sus ojos no se apartaban de mi cara, como lo hacen las serpientes antes del ataque. —¿Por qué has hecho todo esto, Clovis? Mi abuelo siempre te consideró un amigo leal. ¿Por qué traicionaste al abuelo Narciso así? —le pregunté estúpidamente. Yo ya sabía la respuesta. Por supuesto que lo sabía. Él se encogió de hombros. —Dinero, poder, estatus, llámalo como quieras. Era demasiado desagradable. Muy sucio incluso para un abogado. Mi abuelo había confiado ciegamente en ese hombre. ¿Cómo se atrevía a traicionarlo? ¿Cómo se atrevía a tratar de robar al amigo de tantos años? Una mancha roja y Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This This text text only only appears appears in in the the demo demo version. version. This This text text can can be be removed removed with with the the full full version. version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This text only appears in the demo version. This text can be removed with the full version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com).


densa bloqueó mi visión, y sentí que se disiparía sólo después de tener el cuello de Clovis atrapado entre el suelo y el pie. —¡Clovis, por el amor de Dios! ¿Qué hiciste? —Héctor gritó. —Nada, mi amigo. No hice nada que no pensara que estaba bien —sonrió alucinado. En ese momento, parecía el diablo mismo—. Ahora dame el documento, Alicia. —¿Te refieres a la copia de la última voluntad y testamento de mi abuelo? ¿Cuando él dejó todo lo que tenía a la única nieta en caso de que no tuviese tutor o cualquier otra mierda como esa? Y que, obviamente, ¿tiene una fecha posterior a esta falsa que has creado? —¡Se me está acabando la paciencia, chica! —Tú indujiste a mi abuelo para que firmara el documento en el que te beneficiabas, ¿no es así? Sólo que tu plan fracasó, porque el abuelo Narciso recuperó el sentido y escribió uno nuevo. Me imagino que fue fácil para ti confundirlo y registrar el documento que más te favorecía. Sucede que siempre supiste que mi abuelo tenía copias de documentos importantes aquí en casa, ¿no es así? Sabias que podrías ser desenmascarado. Sonrió. —¿Quieres la verdad? Bueno —se encogió de hombros y se movió un poco más cerca—. Tu abuelo se puso furioso cuando estabas atrapada en Ámsterdam. No mentí sobre eso. Y sí, lo convencí para crear el testamento perfecto. Él te incluía, pero de alguna manera te mantenía en segundo plano. Tú y el dinero a mi orden — dio otro paso hacia adelante, y una pequeña sonrisa en sus labios me tocó. —Mira, si yo hubiera manipulado un documento en el que Narciso dejase sus bienes directamente en mi nombre, sería difícil no despertar sospechas. Entonces le sugerí que lo mejor para ti, para asegurar tu futuro, era que alguien se hiciera cargo de tu patrimonio hasta que te casaras. ¡Era genial! Pero después de todo el suplicio que fue convencer a tu abuelo para firmar el testamento, al día siguiente me pidió que rompiera el documento. Ese viejo siempre había sido un estúpido cuando se Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This This text text only only appears appears in in the the demo demo version. version. This This text text can can be be removed removed with with the the full full version. version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This text only appears in the demo version. This text can be removed with the full version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com).


trataba de ti. —Apreté los puños, lista para avanzar hacia él, pero entonces me acordé de los dos autobuses aparcados en la puerta con sus armas cargadas y me contuve—. Una niña patética malcriada que no podía hacer nada en la vida, además de gastar dinero. Nunca diste valor a lo que tenías. No mereces la vida que tu abuelo te dio. —¡Siempre di valor a lo que realmente importa! Tú no sabes de eso porque tienes un cristal de veneno en lugar del corazón, pero mi abuelo lo sabía. El dinero nunca fue importante para mí. ¡Mi abuelo lo era¡ ¡Mi abuelo lo es! —Fue un imbécil sentimental y nunca haría nada en contra de ti, por muy mal que te comportases. Mi suerte fue que Narciso confiase tanto en mí... Fue demasiado fácil engañarlo —cabeceó negando— hace semanas que estoy buscando esa mierda y tú lo encuentras en una sola noche... —Para que veas cómo eres estúpido —murmuré, apretando los dientes—. Y será mejor que te acostumbres a ello, Clovis. La cadena cuenta con un montón de gente inteligente como yo. Créame, he estado allí un par de veces. Puedes apostar que voy a asegurarme de que quedes preso hasta que te salgan pelos en los dientes. —Quiero echar un vistazo a ese documento, Alicia —pidió Héctor. —¡No te metas! —Clovis gritó, como un loco furioso, completamente fuera de sí—. Después de todo lo que yo aguanté, después de años soportando a ese viejo, no voy a dejar que esta mocosa se quede con lo que es legítimamente mío. Trabajé, di mi sangre, dediqué años de mi vida a ese viejo. Ella no va a conseguir lo que es mío. Nadie va a quedarse en lo que es mío. Héctor, que venía a mi encuentro, se congeló en su lugar, atónito por la locura en el tono del abogado. Entonces la rabia tomó el lugar y pensé que se echaría encima de Clovis, si Mari no se hubiera dado cuenta de lo que quería decir y actuó rápido. Héctor era mucho mayor que Clovis, casi de la edad de mi abuelo, no podía dar golpes por ahí, a pesar de que tenía muchas ganas de ver a ese bastardo noqueado. Mi amiga corrió a su lado, sujetándolo y tirándolo un poco más atrás, hacia el comedor, mientras que Max me alcanzaba.

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—Vamos a salir de aquí. ¡Ahora! —Max subrayó. —¿Cómo? Los dos guardias siguen bloqueando la salida, pistola en mano, aunque ahora están apuntando hacia el suelo. Clovis sonrió triunfante —Nadie sale hasta que yo lo ordene. Dame el maldito documento, Alicia. ¡Ahora! —Gruñó. Alcé los ojos a Max, que tenía tensa la barbilla, la vena palpitante en su sien, y me liberé de sus manos. —De acuerdo, Clovis —me encogí de hombros, recogí los papeles del bolsillo. Él estaba a tres metros de distancia, sin embargo, cuando dio un paso hacia mí, me decidí a acabar de una sola vez—. Pero ya sabes, no vas a adelantar mucho. He fotografiado el documento y he enviado las fotos por correo electrónico al consejo de L&L. Lo más probable es que seas interrogado mañana... —¡Chica estúpida! —Y luego hizo algo que nunca pensé que pudiera hacer. Clovis sacó una pistola y apretó el gatillo.

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Capítulo 53 Traducido por Blanca20011983 Corregido por Jery_Miso

Por un momento pensé que estaba atrapada en una pesadilla. Todo sucedió muy rápido y de repente se desaceleró, como en cámara lenta. Hasta que la bala que venía hacia mi cabeza se movía lentamente. Yo estaba esperando que la película de mi vida empezase, morir recordando los momentos felices, pero lo que vi desarrollarse ante mí era mucho más temible que todos los peores recuerdos juntos. Antes de que pudiera parpadear, un ancho hombro bloqueo mi visión y unas manos fuertes me agarraron de los brazos, su peso me hizo perder el equilibrio y me caí hacia el frío suelo de mármol. Oí el sonido aterrador de carne y músculos destrozados por el proyectil. Oí el gemido de dolor. Luego me fije en esos ojos verdes mirándome fijamente, asombrado. —¡No! —Trate de gritar, pero yo estaba sin aliento. Su peso me hizo perder el aliento. El cuerpo de Max se quedó inerte sobre mí. Traté de empujarlo a un lado, para que pudiera acudir a él, pero no podía. Él parpadeó mucho, tratando de no gemir. Yo no podía ver donde la bala le había golpeado. El mundo volvió a girar, rápido y aterrador. Alguien se dejó caer. Telma. Mari se agachó detrás del sofá, y Hector, haciendo caso omiso de la edad y el sentido común, estaba luchando con Clóvis, tratando de desarmarlo. Los guardias se miraron sin saber qué hacer. Max empezó a moverse, tratando de incorporarse, la mano apretada sobre su hombro izquierdo, con los ojos atrapados en el enfrentamiento entre Clóvis y Hector. Antes de que él decidiera levantarse para tratar de salvar al mundo, busque

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cualquier cosa que pudiera usar como arma para lanzar a Clóvis, que acababa de empujar Hector violentamente, golpeando ruidosamente. Hector gimió. —¡No deberías haberme desafiado! —Clóvis bramó de pronto delante de mí. —¡Max, no! —grité, pero no fui lo suficientemente rápida. Max se lanzó sobre Clóvis, torpe, y acabo acertando un puñetazo en aquella cara redonda. Clóvis se sacudió, y Max utilizó el propio peso de su cuerpo para derribarlo. El puño de Max encontró la nariz de Clóvis, una vez, dos veces, muchas veces. Clóvis era más pequeño, pero más pesado, y su locura lo hacía fuerte como un mamut. Intercambiaron golpes y patadas, y yo no podía mediar entre los dos, con miedo de que Max se lastimara aún más. En algún punto, vi el arma en el medio. Era como esas películas donde se enfrentaban el malo y el bueno, y entonces habría un solo tiro. Uno de ellos habría muerto. No podía dejar que eso pasara. —¡Llamen a la policía! —le rogué a los dos guardias embobados. Se miraron el uno al otro de nuevo y, después de dudar un momento, uno de ellos salió de la habitación. El otro vio la pelea sin saber a quién debe disparar. —¡Haga algo! —le grité, quien asintió con la cabeza y corrió hacia Héctor. —Ella... no... Se va a quedar... mi dinero —Clóvis gruñó, logrando coger a Max y envolviendo su cuello con una de sus gordas manos, mientras que con la otra cogía el arma, que había caído en el suelo un microsegundo. Tomando impulso, volé sobre Clóvis, dejándolo de lado. Le golpeé como pude en el estómago, la barbilla, las orejas, las costillas. Trató de apuntar el arma hacia mí, pero unas grandes y fuertes se lo impedían. Max luchó para desarmar a Clóvis tratando de noquearlo. Los huesos de mi mano saltaron, pero sentí dolor. En un último intento, Clóvis logró golpearme con la rodilla entre mis costillas y me quedé sin aliento. Max vaciló al verme luchando por respirar, Clóvis se aprovechó y lo golpeó en la nariz, dejándolo aturdido lo suficiente para deshacerse de sus manos. Clóvis Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This This text text only only appears appears in in the the demo demo version. version. This This text text can can be be removed removed with with the the full full version. version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This text only appears in the demo version. This text can be removed with the full version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com).


se puso de pie, ojos inyectados en sangre, torcidos, arrastrando los pies, sus ojos fijos en los míos. Luego sus labios se curvaron en una sonrisa diabólica. Lentamente levantó el brazo, apuntando el cañón de la pistola en mí. Cerré los ojos y esperé a que todo terminara. Un ruido sordo y un gemido me hicieron abrir los ojos. Clóvis estaba cayendo, rodando sus ojos en sus cuencas. Max estaba de pie justo detrás de él, jadeando, herido. El vaso de plata, pesado y masivo, colgaba de su mano y cayó a sus pies. Clóvis se derrumbó, dejando caer la pistola, con los ojos cerrados y la boca entreabierta. Max pateó el arma antes de caer y hundirse en el suelo. Me encontré con él de cabeza. —¡Max, habla conmigo! —le grite, en cuclillas a su lado, tocando su hombro y llenando mis manos con su sangre. Los miré por un momento de ensueño, lleno de horror más absoluto—. ¡Oh, Dios, no! —Shhhh... — gimió con voz ahogada—. Estoy... bien. No te pre... ocupes. —¡No te quedes ahí como un idiota! ¡Llama para pedir ayuda! —Oí decir a Hector. Tal vez él se dirigió a la seguridad, no podía apartar los ojos de toda la sangre. Mi corazón latía a un ritmo asombroso, dolor, sangrado. Max sangraba. Y era mi prioridad. —¡Oh, no! ¡Tú no! —grite, saliendo del letargo, cuando me di cuenta de que quería sentarse. Lo empujé tan suavemente como pude de nuevo al piso, poniendo las piernas por debajo de la cabeza en un intento de dejarlo lo más cómoda posible cuando vislumbré la enorme herida en la espalda, en el medio de la espalda. —¡No! —Estoy bien... no llores —dijo con voz entrecortada, en un esfuerzo hercúleo para que sonase menos angustioso. Sus ojos estaban fijos en los míos. Su rostro estaba cubierto de sangre. Su sangre, la de Clóvis, no tenía ni idea. —¡Por favor, no te mueras! —suplique

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Él sonrió brevemente. —No voy a morir. Te lo prometo. —Pero un charco de sangre se estaba formando en el mármol blanco. —¡Oh, Dios mío! ¡Clóvis mató a Max! ¡Clóvis mató a Max! —Mari gritaba histéricamente. — Max esta herido, pero está consciente. —Hector trató de calmarla—. Él estará bien. Cálmate, querida, estás teniendo una mala noche —trató de enderezarla. Traté de cambiar de posición a fin de que Max estuviera más confortable, si eso era posible, pero él me interpreto mal. —Quédate conmigo —me dijo, con la voz más controlada. Las lágrimas nublaron mi visión. Asentí con la cabeza frenéticamente. —Me quedo. Para siempre.

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Capítulo 54 Traducido por Blanca20011983 Corregido por Jery_Miso

A partir de ahí, todo se convirtió en un borrón. El rescate estaba allí, al igual que la policía y el personal de seguridad. No le presté atención a nada. Max era todo en lo que podía pensar. Los equipos de rescate hicieron el primer procedimiento en su hombro derecho allí, en el gran salón de la mansión, tratando de detener la hemorragia. Y en todo ese tiempo, fue Max quien me consoló, diciendo: —Todo irá bien. Estoy bien. Sólo necesito una venda. Quería ser fuerte, quería darle la misma seguridad que él me daba, pero maldita sea, estaba sangrando como el infierno y yo no podía dejar de llorar. Rápidamente lo llevaron a la ambulancia. Lo seguí, sosteniendo su mano todo el tiempo, no es que lo necesitara. Era yo la que lo necesitaba. No sé cuánto tiempo tardamos en llegar al hospital. A mí me pareció una eternidad. Max trató de sonreír de vez en cuando, acostado en la camilla de la ambulancia, con la intención de calmarme, probablemente. Yo no era capaz de sonreír. Todos fuimos a la sala de emergencias. Telma había vuelto en sí misma, pero estaba histérica, Hector necesitaba ser examinado, Mari, sin duda necesitaba un tranquilizante, y Max todavía estaba sangrando mucho. No tenía idea de cómo Breno supo y se las arregló para llegar al hospital antes que nuestro pequeño grupo, pero tan pronto como bajamos de la ambulancia, allí estaba preocupado y de brazos abiertos para recibir a mi amiga, que no hablaba nada. Clóvis también necesitaba atención, aunque en ese momento no me importaba. Max fue llevado inmediatamente a examinar, pero no pude acompañarle. Yo estaba en el pasillo, con la ropa sucia y los brazos con sangre, y estaba dominada por la histeria ante la idea de que Max fuera arrancado de mí, como todo Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This This text text only only appears appears in in the the demo demo version. version. This This text text can can be be removed removed with with the the full full version. version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This text only appears in the demo version. This text can be removed with the full version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com).


lo que había amado en la vida. Poco después, una enfermera me informó que estaba siendo llevado a la sala de operaciones para extraerle la bala y todo estaría bien. No me lo creí ni por un minuto. Para tratar de hacer que el tiempo pasase rápidamente, me dividí entre Mari y Hector, que afortunadamente no habían salido heridos de gravedad. —¿Cómo te encuentras? —le pregunté a él mientras su esposa, Susan, salía de la habitación. —Con un poco de dolor, pero nada serio. Ya no tengo veinte años, ¿sabes? Ser golpeado de esa manera podría ser malo para un hombre de mi edad —él sonrió, jugueteando en la cama. —Hector, no sabes cómo me siento de avergonzada. —Bajé los ojos a la sabana azul que cubría su cuerpo—. Pensé lo peor de ti. Clóvis me hizo creer que todo era culpa tuya. La voluntad, el chantaje... Yo te odiaba. Perdóname —estiré la mano para cogerla su mano oscura y suave. Él no se inmutó. —No hay nada que perdonar. Eras tan víctima como el resto de nosotros. Y, de hecho, creo que soy yo quien debe disculparse. Yo no he hecho nada para ayudarte, Alicia. Y lo lamento mucho. Sospeché de Clóvis poco después de la muerte de Narciso, cuando supe lo del testamento. Tuvimos una pelea terrible, y por eso, y la falta de argumentos plausibles por parte de Clóvis comencé a sospechar que algo andaba mal. Debería haber acudido a ti y habértelo explicado. Pero yo estaba tratando de reunir pruebas en su contra para tratar de quitarle lo de cuidador de la herencia. No fui lo suficientemente rápido y te puse en peligro. —Él se enderezó y gimió suavemente. Parecía más dolorido de lo que demostraba—. Pero ahora puedo ayudarte. Clóvis será arrestado. Una vez que este en libertad, iré a la comisaría para formalizar la denuncia. Tú y Max deben hacer lo mismo. Me explicó todo lo que sucedió después de que Max fuera atendido en la mansión y yo estaba fuera del aire. En cuestión de minutos, la policía estaba en la sala recopilando testimonios y poniendo a Clóvis, semiinconsciente, en una ambulancia. Él estaría en el hospital toda la noche en observación, con dos policías

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fuera vigilando la puerta, y desde allí directamente iría a una sala especial en la estación de policía, ya que tenía formación académica y conocía sus derechos por cargos de intento homicidio. Todos serian llevados a declarar. No podría estar más feliz. Bueno, yo podría, si Max no estuviera en la maldita sala de operaciones. —De acuerdo —asentí—. No hay problema. Haré lo que sea para ver a ese bastardo atrapado de por vida. —Metí la mano en mi bolsillo y le entregué los papeles—. ¿Me puedes ayudar con esto cuando estés mejor? Él extendió la mano, tomó el verdadero testamento del abuelo Narciso y me dio una sonrisa arrugada. —Claro, cariño. Gracias por confiar en mí. —Examinó el documento y dijo con calma lo que ya sabía. Yo, y sólo yo y los tres fieles servidores de la mansión, por supuesto, no había cambiado, era la heredera de todo lo que el abuelo tenía, sin cláusulas o tutores—. Esto invalida cualquier otro con fecha anterior. Mañana se lo voy presentar al juez a cargo del caso. Probablemente en dos o tres días se resolverá todo. —Bueno. Me alegro de que nadie vaya a robar la fortuna del abuelo. —Tu fortuna —me corrigió—. Alicia sobre la boda... Me mordí el labio, sonrojándome un poco. —Fue mentira al principio —admití—. Pero entonces, cuando Max y yo nos conocimos, terminamos enamorándonos de verdad. Clóvis se dio cuenta. Y se aprovechó de eso. Él amenazó con despedir a Max si no le pedía el divorcio. Max tenía responsabilidades familiares, Hector. Él tiene un hermano que está luchando para volver a caminar. No podía permitir que Clóvis destruyera a toda una familia. Él asintió con la cabeza. —Max tenía razón después de todo.

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—¿Max? —le pregunté, sorprendida. —Vino a mí. Él dijo que sospechaba que Clóvis te estaba chantajeando. Max estaba tratando de encontrar algo ilegal en las cuentas de la empresa de tu abuelo. Y, finalmente, lo encontró. Este tipo es brillante. —¿Encontró pruebas respecto a Clóvis? —Mis ojos se abrieron, pensé que iban a saltar de las órbitas. —Sí grandes depósitos en paraísos fiscales a nombre de Telma. —¡Nooooo! ¿Está Telma en esto también? Cómo... ¿Cuándo Max comenzó a investigar? —le pregunté con asombro. —No puedo decirlo con seguridad. Él apareció en la primera hora de esta mañana con varios contratos sospechosos. Creo que él estaba investigando el caso desde el fin de semana. Las desviaciones de dinero que Max había encontrado empresas de los Emiratos Árabes Unidos para una cuenta en un paraíso fiscal en el nombre Telma son enormes. Parece que Clóvis tendrá más que explicar de lo que podíamos imaginar —su frente se arrugó. Incluso lo entendía. Hector, al igual que el abuelo, tenía un amigo en Clóvis. Debe ser extraño ver a tu amigo en la posición del culpable—. De todos modos, Max me pidió permiso para investigar más a fondo y le di mi consentimiento, por supuesto. ¿Pero entonces Max sospechoso de Clóvis antes? Cuando me acerqué a la habitación de la copiadora antes de ese día, ¿él ya lo sabía? ¡Oh, Dios! ¡Eso es lo que vi en sus ojos cuando me fue a buscar a la galería el último domingo! Esa sombra ominosa. Dijo que el día fue productivo. Pensé que era por la mudanza, pero llevar mis cosas a la habitación de al lado no tomaría mucho tiempo, ¿no es así? ¿Es por eso que él me dio un beso loco en la habitación trece esa tarde? ¿Sabía que estaba siendo manipulada? —Creo que Clóvis no saldrá de la cárcel en un corto plazo. —Hector siguió, desviándome de las especulaciones—. Intento de asesinato va a pesar mucho en el

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proceso. Suzana casi no creía todo lo que pasó hoy. —Él gimió un poco, asentándose mejor en la cama—. Y, a decir verdad, yo tampoco. —Todo esto es demasiado sórdido para parecer real. Me alegro de que haya terminado. —O casi, porque Max todavía estaba en quirófano—. Ahora tengo que irme. Hasta mañana, Hector. Cuando conseguí hablar con la enfermera de nuevo, yo estaba fuera de mí. Max todavía estaba en la sala de operaciones. ¿Cuánto tiempo duraba aquello? ¿Cuarenta y cinco minutos? ¿Cuarenta y ocho horas? ¿Cuatrocientos doce? —En cuanto termine, vengo a avisarte. ¿Quieres beber algo? Tal vez un ansiolítico es una buena idea —ofreció ella. —No quiero ningún remedio. ¡Sólo quiero ver a mi marido! Busque a Mari, que lloraba incontrolablemente en los brazos de Breno. Él la cubría de besos y caricias. Cada palabra de ella, le seguía un sollozo desolado. Es curioso cómo no había lágrimas en su rostro. —Mari, lo siento —me senté en el borde de la cama, abrazándola torpemente, cuando Breno se negó a liberarla—. Yo sabía que no era una buena idea llevarte conmigo. ¿Cómo estás? —¡Como una mierda! Todo el mundo me mira fijamente. Estos pantalones no están ayudando nada. Me eché a reír. Ella también. —¿Y Max? —preguntó ella con preocupación. —Aún en la cirugía. —¡Maldición! Y tú, ¿cómo te sientes? —Fatal, Mari. Han pasado tantas cosas... siento no haber estado contigo.

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—¡Imagina, Lili! Tuviste que quedarte con tu marido. Recibió un tiro, yo sólo... me asusté un poco. Llamé a Breno tan pronto como entré en la ambulancia. Se quedó conmigo todo el tiempo. —Alicia, si hay algo que pueda hacer para ayudar... —Breno ofreció. —Cuida a Mari por mí. Me quedaré con Max hasta que sea liberado. —Yo me encargo —pronunció solemnemente. Y, dirigiéndose a Mari dijo— : Vamos a casa pronto, mocita. ¿Mocita? Eché una mirada inquisitiva a mi amiga, que sonrió con descaro, radiante, pero cuando volvió los ojos a su novio, asumí una tristeza desgarradora. —Bien —ella hizo un mohín. —Te voy a poner en la cama y preparar un té. —Bueno cariño... —dijo ella, con el rostro desolado. Él sonrió, poniendo un mechón de pelo detrás de la oreja con un cuidado extremo. — Que dulce es mi mocita... ¡Ok, yo ya había tenido mi dosis de glucosa durante un año! Me despedí de ellos y volví a la sala de espera, caminando de un lado a otro, como un animal enjaulado. Pasé una eternidad yendo y viniendo en ese espacio hasta que alguien vino a darme la noticia de Max —La bala fue extraída. Por suerte no daño la escápula. Era una herida limpia y sin fragmentos. Todo ha ido bien —dijo el médico alto y delgado con un enorme bigote negro que colgaba debajo de la nariz—. Pero necesitaba una transfusión de sangre. Va a estar aquí por un tiempo.

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Después de insistir mucho, lavarme los brazos y quitarme parte de la sangre de Max, el médico me permitió entrar en la sala a la que había sido llevado. Él estaba recostado en su cama de hospital reclinable, con uno de esos camisones de hospital azul, pero el hombro izquierdo vendado era visible. El brazo descansaba en cabestrillo, tenía los ojos cerrados, la cabeza floja contra el colchón. Me parecía tan débil, tan pálido, tan frágil... Cogí su mano, un poco fría, para asegurarme de que estaba vivo. —¡Eh, tú! —dijo con voz pastosa—. No te puedes imaginar lo molesto que es para mí quedarme aquí sin nada que hacer. Traté de sonreír. —Me imagino —acaricie su brazo, con cuidado de no golpear el tubo flexible delgado conectado al brazo derecho—. Me quedaré contigo. —No deberías —dijo con los ojos pesados, pero entrelazó sus dedos con los míos—. Sé que no te gusta el hospital. Caray, ¿qué pusieron en el suero? —Morfina. Vas a dormir un poco. —Esto explica por qué todo se difumina. —Trató mantener sus ojos en mi cara y sonrió—. Estás hermosa incluso cuando eres borrosa, ¿sabes? Sonreí levemente. —Duérmete, necesitas descansar para estar bien pronto —ordené. —No quiero dormir. Quiero hablar contigo... —pero sus párpados se cerraron ligeramente y él cayó en un sueño profundo. Tiré de la silla y me senté a su lado, atenta a cada respiración, cada ruido que venía de su pecho, demostrándome que estaba vivo. La misma enfermera que tuvo la amabilidad de decirme lo que estaba pasando, mientras que Max estaba siendo operado, trajo una bolsa con sus

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pertenencias. Poco después, el teléfono de Max sonó dentro de la bolsa. Lo cogí y respondí. —Alicia, quiero hablar con el tonto de mi hermano ahora. Lo que me dijo antes era una mentira, ¿no? No se han divorciado, ¿no es así? —Uh... Creo que estamos divorciados, sí, Marcus. Y Max... él... Estamos en el hospital —me puse a llorar—. Fue herido. Un disparo en el hombro izquierdo... -—¿Qué? ¿Qué pasó? ¿Le disparaste? Todavía un poco histérica, me reí en medio de los sollozos y como no era capaz de formar frases coherentes, deje todo salir a saltos y le narré lo que había sucedido en la mansión. —Vamos a ahora —advirtió—. Todo irá bien. Max va a estar bien. —Sólo pueden ver a Max en la mañana. Él está durmiendo ahora, pero se ve bien. —Vamos a ir allí de todos modos. Discutí, argumenté, imploré, incluso hice amenazas cuando el médico volvió con la intención de echarme de la habitación. Él entendió que no iba a dejar a un lado a Max y de mala gana me permitió pasar la noche allí. Fue una larga noche de insomnio. En una de las muchas visitas del equipo de enfermería, el suero se retiró del brazo de Max, y me dejó un poco más tranquila. Apoyé la cabeza en el hombre al que amaba con tal intensidad que me dolía, así que podía sentir su calor, su aroma. Cerré los ojos queriendo ir atrás en el tiempo, con el deseo que de no haber hecho ese maldito acuerdo y ponerlo en peligro. Deseé haber dejado las cosas al azar, haber conocido a Max lentamente, como todo el mundo lo hace. Invitarlo a salir un par de veces, dar paseos en coche, tener peleas que siempre terminaban en la cama, una historia común, como tantos

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otros. Me quedé mirando la ventana hasta que la luz del día, tímida, invadió la habitación. Sentí que algo me tocaba el pelo. Levanté la cabeza lentamente y vi su gran mano que me acariciaba, con los ojos bien abiertos. —¡Max! —Salté de la silla para abrazarlo, pero cambié de opinión en el último momento recordando su lesión—. ¿Estás bien? ¿Necesitas algo? Voy a llamar a la enfermera. —No —susurró—. Quédate aquí. Me puse de pie junto a la cama. —¿Cómo te sientes? —¡Esa pregunta era estúpida! Por supuesto que sabía cómo se sentía. ¡Como alguien que había recibido un disparo! —Estoy bien —dijo—. Un poco aturdido, pero bien. —Será mejor que llame al médico. —Alguien probablemente vendrá pronto. Esto es un hospital —dijo riendo, haciendo una mueca involuntaria para ocultar el dolor—. ¿Estás bien? —¿Yo? ¿Cómo te atreves a preguntarme estando ahí, en esa cama? —Le toqué la frente y vi que estaba a la temperatura adecuada. Incluso su color era mejor, natural, mas colorado. —¿Y Clóvis? —Esta en una habitación rodeado por la policía —me encogí de hombros y deje mi mano caer sobre el colchón—. La última vez que vi a Clóvis, estaba desmayado en la sala de estar de la mansión. Sin embargo, fue llevado al hospital. Mari fue dopada y Breno está con ella. También atraparon a Telma. Hector no tiene lesiones graves y pronto será puesto en libertad.

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Él asintió con la cabeza, sus ojos distantes. —¡Max, perdóname por ser tan estúpida! —dije—. Te juro que no sabía lo que Clóvis estaba armado. Nunca me imaginé que iba a ser capaz de ir a ese extremo. Y nunca pensé que serias lo bastante burro como para ponerte delante de una bala que iba destinada para mí. La puerta se abrió. Era el médico. —Usted está despierto. ¡Esto es bueno! —Se acercó a Max, estudiándolo, preguntándole cómo se sentía, reacciones desagradables, ese tipo de cosas—. Usted dejó a su esposa en pánico chico. —¿La dejé? —Max sonrió un poco. —Ella me amenazó con tirarme por la ventana, o tirarse por la ventana, si no permitía que se quedara aquí. Max me miró, enarcando una ceja, una sonrisa burlona en los labios pálidos. —Yo no iba a tirar al médico... —argumenté. Él se rió, un poco gimiendo. Después de asegurarse de que todo estaba bien con Max y responder a mis millones de preguntas, el médico le dijo que le daría el alta al día siguiente, ambos pensamos que era genial. Una vez que estábamos solos, Max no perdió el tiempo. —Necesito hablar contigo —dijo seriamente urgente. El tono de su voz hizo que los pelos de mis brazos se levantaran. —Um... creo... que voy a comer algo. ¿Puedo hacer algo por ti? —le pregunté a toda prisa, yendo hacia la puerta. —Quédate —me pidió en un susurro firme.

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Suspiré, dejando los hombros caer y que acercándome un poco a la cama, con miedo de lo que me dijera. —...Fue muy divertido estar casado contigo —empezó a decir, y me dejó boquiabierta. No era lo que esperaba. Por cierto, Max se estaba convirtiendo en un experto en darme sorpresas. —¿Lo fue? Él asintió brevemente. Parecía nervioso. Entonces me miró con ojos serios e intensos, como si desnudase mi alma. Me alivió por un tiempo, luego sus ojos se detuvieron en mis manos nerviosas que se contraían. —¿Todavía utilizas tu alianza? —sorprendido. —Y tú la tuya —le acusé. En una revisión rápida lo vi, en el dedo anular de la mano izquierda, el anillo de oro que había colocado allí poco más que un mes. —... Me olvidé de devolvértela. Han pasado tantas cosas... ayer … — comencé a quitármela del dedo, con el corazón a pedazos. —¡No te la quites! —dijo, con la voz más alta ahora—. No hagas eso. —¿No quieres el anillo? Él negó con la cabeza. —No. No es el anillo lo que quiero de vuelta. —Ah. —No me creé expectativas. No te hagas ilusiones, me repetí, pero ya era demasiado tarde. Ya sentía la esperanza clavando sus garras en mi pecho. —Yo quería tu ayuda. Tu opinión, en realidad —comenzó con torpeza. —¿Sobre qué? —¿Dónde está mi ropa?

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—Allí —dije, señalando a la bolsa junto a la silla donde había pasado la noche. —¿Puedes recoger un papel en el bolsillo trasero de los pantalones, por favor? Hice lo que me pidió. Me encontré con un papel doblado pequeño. Cuando lo abrí, vi que era el volante de una clínica de cirugía plástica. “CAMBIE SU AUTOESTIMA. COLOQUESE SILICONA EN 36 VECES SIN INTERESES”. Entrecerré los ojos. —Por el otro lado, Alicia —se rió—. Distribuyen este folleto en el bar donde traté de mantener a Clóvis y Hector. No te preocupes. Tu cuerpo es perfecto para mí. —Ah —me sonroje. —Lee —susurró. Yo volví los ojos al papel y lo giré. La letra rebuscada de Max era un poco confusa. Marido arrepentido busca esposa para larga temporada. Se busca mujer recientemente divorciada, pequeña en estatura, pero con

un

corazón

gigante,

que

posee

personalidad

única,

temperamento, tempestuosa y profundos ojos azules, capaz de capturar el alma de un hombre. Se ofrece un corazón en perfecto estado y una larga y placentera vida de servidumbre como forma de pago. —Lo escribí mientras me ponía al día con la charla de Clóvis ayer... Por cierto, lo siento por no poder mantenerlo ocupado durante más tiempo. Sabía que algo estaba mal cuando Telma llamó diciendo que la dirección que Inés le había dado no existía. Algo sobre una cena... Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This This text text only only appears appears in in the the demo demo version. version. This This text text can can be be removed removed with with the the full full version. version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This text only appears in the demo version. This text can be removed with the full version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com).


—En realidad no existía. Inés me ayudó a vaciar la mansión —sonreí un poco. Él también. Bueno, casi. —Bien, entonces, al escuchar esa mierda, me di cuenta de que necesito una esposa para no volverme loco. He estado pensando en poner este anuncio en el periódico —se encogió de hombros, y luego se quejo de inmediato—. ¿Qué piensas? ¿Conoces a alguien que pueda estar interesada? —Uh... —Traté de tragar y no pude—. Sólo se te olvidó especificar la condición financiera de la mujer. —¡Perdóname, Alicia! —La intensidad de su voz hizo que los pelos de mi cuerpo se levantaran. En el buen camino esta vez—. Por arruinarlo todo, por haberte abandonado, por ser un idiota —su mirada parpadeaba—. Lo hice mal, ¿no? Cometí un error porque soy un arrogante insensible que no había oído lo que la mujer que ama tenía que decir. Pensé que... ¿Cómo iba a imaginar que estabas tratando de protegerme? Quiero que sepas que estoy enojado contigo por haberte puesto en peligro por mi culpa. —Pero en su rostro sólo había un poco de ternura y desesperación. —No podía dejar que Clóvis juegue con tu vida. Tienes a tu hermano y tus padres y... bueno... era la única forma que encontré. —Cuando me pediste el divorcio, pensé... —Que yo había elegido el dinero y no a ti. Ya dijiste eso. —Si —él asintió. —No Max no era el dinero. Al principio fue así. La boda y tal, pero luego... era más —me encogí de hombros. —Cuando dije esas cosas horribles fue porque pensé que querías tu dinero más de lo que me querías. Y no podía soportarlo. No me podía imaginar que estabas sacrificando nuestro matrimonio para protegerme. Mi carrera no es tan Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This This text text only only appears appears in in the the demo demo version. version. This This text text can can be be removed removed with with the the full full version. version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This text only appears in the demo version. This text can be removed with the full version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com).


importante, Alicia —sacudió la cabeza con disgusto—. En este momento, no puedo dejar de pensar lo mezquino que fui contigo, lo cruel que fui diciéndote esas cosas en casa. Te he hecho daño, y eso es imperdonable. Pero Alicia... —trató de enderezarse un poco en la cama, reprimiendo una mueca de dolor—. Me dolió, me sentí humillado, traicionado. Creí que nunca me podrías admirar. Sé que eso no cambia lo que hice, pero yo nunca quise hacerte daño. ¡Nunca! Ni siquiera cuando me echaste. —¡Pero no te di una patada! —contrapuse. —Ahora lo sé, pero en ese momento era lo que parecía. —¿Cómo lo supiste? Hector me dijo que encontraste el desfalco en nombre de Telma. ¿Cómo supiste eso? —Yo... cuando llegué a casa hace dos noches y no te he encontré, vi que tus ropas no estaban allí, perdí la cabeza... Alicia. Yo no podía creer lo que estabas haciendo. Traté de encontrar miles de razones, ya que no te deje explicarte. Así que, después de muchos vasos de vodka, me acordé de cómo fue, de alguna manera coaccionada a casarse para recuperar su propiedad y me pregunté si esto estaría sucediendo de nuevo. Yo ya sospechaba de Clóvis. Desde el conglomerado de partido, cuando me dijiste todo lo que estaba pasando, yo sospechaba que algo andaba mal en esta historia. Las cosas no encajaban. Conozco a Hector. Trabajé con él durante años y no podía creer que él era el responsable de ese testamento. Sólo quedaba una persona interesada, una persona involucrada. Una persona que llevaba una enorme ventaja en el testamento dejado por tu abuelo. —Clóvis. Él asintió con la cabeza. —Exactamente. Sobre la base de lo que encontré cuando me puse a investigar, los depósitos ilegales de la compañía Lima, supuse que nuestra ruptura sólo podría haber sido obra de Clóvis. Así que firmé los papeles del divorcio rápido. Tenía miedo de que si te estuviera chantajeando y cuando yo no firmase, él pudiera crear problemas o dañarte de alguna forma. Luego te buscó ayer por la tarde, con la Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This This text text only only appears appears in in the the demo demo version. version. This This text text can can be be removed removed with with the the full full version. version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This text only appears in the demo version. This text can be removed with the full version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com).


esperanza de estar en lo cierto. Pero perdí la cabeza y te lastime de nuevo, ¿no? —gruñó. Un sonido amenazador y a la vez asustado. No le respondí. No era necesario. Él sabía la respuesta. —Fue allí donde me di cuenta de que yo tenía razón y tuve la confirmación de que algo o alguien estaba forzándote a que me dejes. Vi la ira en tus ojos. No querías nuestra separación. —No— simplemente murmuré. Él inhaló profundamente. —He vivido un comienzo de pesadilla hasta pensar con claridad —sonrió tristemente—. Estar lejos de ti, aunque sea por unas pocas horas, ya era demasiado doloroso. Pero cuando confirmaste en la mansión lo que ya sospechaba, cuando entendí las razones que te llevaron a actuar como lo hiciste, sentí como si hubiera nacido de nuevo. Tú me amaste hasta el punto de renunciar a lo que querías. Asentí con la cabeza. —Lo que quiero es saber si aún me quieres, después de todas las cosas horribles que te dije —continuó apresuradamente—. Porque creo que podemos hacer que funcione. ¡Sé que puedo! Escucha, sé que no merezco tu perdón, pero... pero... quería decir que no puedo darte la vida a la que estás acostumbrada. Ni la mitad. No es que no me gustara, pero en realidad tu fortuna es algo que... La verdad es que no tengo nada que ofrecerte, Alicia. Todo lo que puedo ofrecerte esta justo aquí en frente de ti —abrió su brazo bueno en un gesto derrotado—. Sólo puedo ofrecerte mi amor, mi lealtad, mi complicidad, mi admiración. Sé que no es mucho, pero si quieres es tuyo. Mi corazón, mi cuerpo, mi alma. Es todo tuyo. No me importa si tienes lo suficiente para comprar un planeta o un chicle. No me importa nada más, siempre y cuando te quedes conmigo. Así no voy a tener que preocuparme por tu estabilidad financiera o tu carrera. ¡Y eso es genial! —Él se encogió de hombros, con los ojos fijos en los míos, pero su rostro seguía estando tenso—. Eso deja más tiempo para pensar cómo convencerte de no romper la nariz de alguien más por ahí. Puedes volver a nuestra casa, o vivir en la mansión, o ir a Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This This text text only only appears appears in in the the demo demo version. version. This This text text can can be be removed removed with with the the full full version. version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This text only appears in the demo version. This text can be removed with the full version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com).


casa de Mariana, si ella se va. Lo que quieras. Podemos vivir en el estacionamiento de G&G no me importa. Me gustaría volver a ser el hombre más afortunado del planeta teniéndote como mi esposa. Me encantó cuando dijo eso. Mi esposa. Si... Bueno, ya no oficialmente, pero aún así... —Todo lo que necesito saber es si todavía me quieres. No sé si ya es demasiado tarde. Espero que no, porque no tienes idea de cómo mi vida ha sido estas últimas horas lejos de ti. Parece que fui aplastado por un tanque, sólo sigo vivo, respirando. ¡Y eso antes de ser disparado! Te prometo que nunca te voy a interrumpir, yo siempre te voy a escuchar y te amo tanto pero no te sentirás asfixiada en ningún momento... y... —Estudió mi cara, tragando saliva—. ¿Tendré que decir mucho más antes que te decidas callarme o te he perdido para siempre? Lo observé por un tiempo. El rostro tenso, los hombros encorvados, los labios apretados en una fina línea. Desesperado. Asustado como no lo había visto en su vida. —Di algo, por favor —me dijo después de un rato. —¿Qué...? —aclaré mi garganta—. ¿Qué significa exactamente “una larga y placentera vida de servidumbre”? —le pregunté, levantando su folleto. Cerró los ojos, suspiró y sonrió. Luego se volvió hacia mí y me tendió el brazo sano. Cogí su mano y me dejé tirar a la cama, sentada a su lado. —Ya sabes. Desayuno en la cama, masaje de pies cuando estés cansada, lavar los platos de la cena, sexo salvaje los lunes, miércoles y viernes —acariciaba mi cara con sus dedos—. Los martes, jueves y sábados estarán destinados a hacer el amor. El domingo es para tu descanso. Ah, y viaje al trabajo. Servicio de ida y vuelta, por supuesto. Fruncí el ceño. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This This text text only only appears appears in in the the demo demo version. version. This This text text can can be be removed removed with with the the full full version. version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This text only appears in the demo version. This text can be removed with the full version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com).


—¿Estás seguro de eso, Max? Tu trabajas en L&L y pronto seré la orgullosa propietaria de todo, así que como que... mm... yo seré tu jefe. —El sexo con el jefe es la fantasía de muchos hombres, no lo sabes —sonrió, y fue incluso una sonrisa feliz. Él no estaba fingiendo o actuando. ¡En realidad no le importaba! Dejando caer mi mano y poniendo su pecho fuerte a escasos de mi nariz, estrechó mi cintura, y en ningún momento sus ojos dejaron los míos, calentándome y emitiendo pequeñas vibraciones en el centro de mis huesos. —Dime que me aceptas de vuelta, Alicia. Dime que todavía me quieres y vas a pasar el resto de tus días atormentándome. ¿Cómo decir que no a una propuesta de este tipo? —Bésame pronto so... —no esperó a que yo concluyera. Antes de que pudiera parpadear, su boca cubrió la mía y la explosión de colores llegó. Max me besó furiosa, desesperada y apasionadamente. Me sostuve de sus hombros en un intento de llegar aún más, y él gimió. Sin embargo, fue un gemido de dolor. —Oh, Dios. ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento! —lo dejé—. Olvidé tu dolor. —¿Qué dolor? —Él vino a mí, apretándome la cintura de nuevo—. Vuelve aquí que todavía no he terminado de hablar contigo. —Y la segunda ronda fue aún más intensa. Y fue allí, sentado en la cama del hospital, que nos golpeó realmente. En aquel beso lujurioso y codicioso, Max y yo resolvimos todos nuestros problemas, todas nuestras dudas. Se expresaba muy bien cuando me besaba. —Te quiero, Alicia —pego su frente a la mía y sonrió—. Me gustas tanto que no puedo respirar cuando estás lejos. Nunca me iré de tu lado, te lo juro. —Y yo nunca voy a decir la verdad. —Levantó la cabeza y entrecerró los ojos—. Medias verdades, quiero decir.

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Sonrió. —Todo saldrá bien. Confía en mí. Estar a tu lado es como estar en medio de un huracán, no se puede saber lo que va a golpear mi cabeza. Es una locura. No hay manera de que salga mal. Me eché a reír. —Es una manera diferente de ver las cosas. E incluso no es tan malo vivir así. Quiero decir, aparte de su afición por la organización y de la ropa y de levantarte con las gallinas, incluso los fines de semana y... ya sabes... recibir tiros para salvarme, es realmente genial compartir la vida contigo. —¡Espera, espera! Creo que fue un halago... —sonrió esperanzado. —Tal vez —le dije, pero sonreí también—. Y puedes quitar esa sonrisa de chico que los halagos son sólo para ocasiones especiales. Se echó a reír, empujándome fuera de la cama antes de que pudiera protestar. Proteste yo de todos modos. —¿Qué estás haciendo? ¡Vuelve a la cama! —le ordené cuando él se puso de pie con cierta dificultad. —Vamos a hacer las cosas bien esta vez —se quejó un poco, sacudiendo su enorme cuerpo, visiblemente aturdido. —¡Exactamente! Vamos a hacer las cosas de la manera correcta. Vas a estar acostado en esa cama hasta que el médico diga que puedes levantarse —apoyé la mano en su pecho y traté de obligarlo a volver a la cama, pero fue inútil. Una vez que Max recuperó el equilibrio, agarró el apoyo del suero y, usándolo como una muleta, se arrastró a la mesa en una esquina de la pared. La bata de hospital apenas alcanzaba la mitad del muslo, y la apertura dejo toda la parte de la columna y el trasero al aire. Me pregunté si estaba muy mal dejar que Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This This text text only only appears appears in in the the demo demo version. version. This This text text can can be be removed removed with with the the full full version. version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This text only appears in the demo version. This text can be removed with the full version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com).


mis ojos se deleiten allí. Decidí que sí, que estaba mal, él estaba herido, así que me obligué a mirar hacia otro lado y prestar atención a lo que aquel loco pretendía hacer. Max tomó la botella de agua mineral y la abrió. Luego, con cierta dificultad, saco el sello, un anillo azul lleno de puntas en el interior. Volvió un ritmo lento hasta que estaba frente a mí y... ¡oh, Dios mío! ... Agazapado en una rodilla, tomó mi mano entre las suyas. —Max, no es necesario... —Quiero. —Él me miró a los ojos, su rostro estaba serio y ligeramente coloreado—. Ya sé que es raro, porque estábamos casados hasta ayer por la mañana... y estoy nervioso y no tengo un anillo de verdad que ofrecerte, pero tan pronto como sea libre voy a conseguir uno, así que ten paciencia conmigo, por favor —sonrió un poco—. Yo... yo nunca quise casarme. Tal vez un día allí en frente, cuando se hicieran realidad todos mis sueños, pero no ahora. Mis amigos casados siempre decían: ¡Esto es todo, Max! ¡Corre mientras puedas! Pero luego te conocí y fue lo que basto para perder el sentido. Nadie me hizo feliz como tú lo haces, Alicia. Nunca me había sentido así antes. Unos cinco minutos después de que te conocí, me di cuenta de que quería pasar toda mi vida a tu lado. Quiero envejecer contigo, quiero tener hijos contigo. ¡Al menos tres! Dos muchachos robustos, para ayudarme a vigilar a la chica si es tan hermosa como su madre. Así que Alicia Moraes de Bragança y Lima… ¿Quieres casarte conmigo? —él me mostró una sonrisa irónica — ¿una vez más? La puerta se abrió. —¿Qué diablos te pasó...? ¡Caray! —Marcus gritó, Mirna y Julius detrás de él, paralizado sus ojos muy abiertos—. ¿Se van a casar de nuevo? —No lo sé, Marcus. Ella no me respondió —Max dijo, sin apartar los ojos de los míos.

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—¡Ah! —El chico sonrió—. Alicia, no quiero meterte prisa, pero responde pronto, por favor. La vista del culo blanco y peludo de mi hermano no es agradable. —No es peludo —objeté. Miré hacia atrás a Max, a las esmeraldas translúcidas que me capturaron y me mantuvieron bajo su luz cálida y cegadora—. ¿De verdad quieres formar una familia conmigo? —Susurré, y una lágrima corrió por mi cara, pero no me importó. —Es todo lo que quiero —murmuró de nuevo. —Yo también quiero. Una familia numerosa y ruidosa —sonreí, una sonrisa que parecía que parecía que nunca iba a dejar mis labios. —¿Eso es un sí, Alicia? —Sí, ¡si, Max es un enorme si! Se movió como una avalancha. ¡Masiva, pero implacable! Y me cogió con el brazo sano. Deslizando con cuidado el anillo azul de la botella de plástico por mi dedo anular, ¡era enorme! Y me dio un beso. Un beso intenso, lleno de ternura y alivio. Oí gritos rodeándonos y fue la única razón por la que dejé que los labios de Max dejasen los míos. —Bienvenida a la familia —me dijo Mirna—. ¡Otra vez! Muchos brazos nos rodearon y la cabeza de Marcus emergió de debajo del codo de Max —Eso es grandote. Te llevaste el premio. ¡La chica dijo que sí! —dijo, Max estuvo de acuerdo, acariciando la cabeza de su hermano, sonriendo, pero mirándome a la cara—. Ella finalmente me dijo que sí.

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Capítulo 55 Traducido por Blanca20011983 Corregido por Jery_Miso

—Mari, creo que voy a vomitar —me quejé, sintiendo la piel húmeda de sudor. —No, no lo harás. Todo estará bien. Respira. ¡Sólo respira! ¿Quieres un poco de chocolate para calmarte? —No. —Genial. Los necesito para mí. Mi amiga y compañera inseparable de todos los tiempos se mudaba y estaba asustada. Después del susto de pensar que Mari se había lesionado seriamente esa noche en la mansión, Breno finalmente coloco la cabeza en su sitio y decidió mantener sólo el buceo como un hobby, ir a la galería y convertirse en un hombre casado. Algo que a Mari no le gustaba, la parte del hombre casado, quiero decir. Pero el rechazo de su solicitud de matrimonio no fue total, así que cuando ella sugirió que simplemente vivieran juntos, Breno tropezó al mismo tiempo. A Bruna, su hermana, no le gustó la noticia, pero él pasaba un poco. Y aún sin formalizar la relación, Mari tenía miedo, a pesar de mentir categóricamente, alegando estar tranquila y muy segura. Ana estaba un poco desanimada por tener que separarse de su única hija, pero un toque de felicidad se escondía en sus ojos a pesar de que ella lo trataba de

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ocultar. Yo pensé que tenía que ver con un instructor de gimnasio al que ella y Mari asistían y que ahora hacia horas extras en el sofá de la sala de estar. —Conseguí un apartamento cerca de tu casa. Es lindo —dijo Mari. ¡Esto es fantástico! —dije, apretando su cuello. —Necesita algo de reforma. Oh, Lili —ella negó con la cabeza. —Todo parece conspirar para que me vaya a vivir con Breno. Él está eufórico. Por no hablar de que vamos a estar a kilómetros de su hermana, esa chismosa, que es una ventajas más —ella suspiró—. Lo mejor de todo es que puedo ir caminando hasta tu casa. —Eso sí que es ventaja. Nunca podré alejarme de ti. —No sé por qué no dejo de comer. Debo tener algún gusano o algo. He ganado otros dos kilos esta semana. ¡Dos kilos! Tengo un rinoceronte viviendo en mi estómago. —O puede ser miedo de empezar una nueva vida con Breno... —sugerí. —¡No, creo! ¿Miedo de qué? ¿De las personas que se separaron en pocos meses, al igual que mi padre y mi madre? —Mordió otro bombón con impaciencia. No terminó de masticar y continuó—: ¿O que este resentido por haber renunciado a la profesión de guía bajo el agua y que empiece a odiarme? Tal vez me deje después de unos meses y decida ir a vivir a algún lugar paradisíaco, lleno de mujeres hermosas y ligeras de ropa con la piel bronceada y sin un gramo de grasa en el culo —dijo distraídamente. —No creo que fuera posible —objeté—. Breno siempre prefiere las mujeres con curvas e inteligentes. —Eso es lo que dice. —¡Es lo que quiere! —corregí—. ¿No percibiste que dejo sus sueños, sin pestañear para que estén juntos? ¡Breno te quiere, joder! Acéptalo. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This This text text only only appears appears in in the the demo demo version. version. This This text text can can be be removed removed with with the the full full version. version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This text only appears in the demo version. This text can be removed with the full version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com).


Ella sonrió ampliamente. —Estoy de acuerdo... puedo aceptarlo. —Apretó mi mano, animada, luego examino mis uñas—. Se ve bien en ti. Azul es definitivamente tu color. —¿Eso crees? —Examiné mi mano. No quedaba tan mal. —Decidí dejar el negro por un tiempo. Lo usé durante muchos años, ¿no? — Explique, con cierta torpeza. Mari me abrazó cariñosamente antes de decir: —Demasiado tiempo. Es hora de dejar que los colores vengan a tu vida. Un golpe en la puerta siguió, y pronto la cabeza de Max surgió entre el marco y la puerta. —¡Max! ¿No podías esperar abajo como te pedí? —Mari se quejó, poniéndose de pie y moviendo mi vestido con vigor. —Lo siento, pero no puedo. Estoy lejos de ella más de lo que puedo soportar —él sonrió, imperturbable—. Todo el mundo está esperando. ¿Lista? —me preguntó, acercándose. —No, pero creo que tengo que hacer esto de una vez por todas. Él extendió la mano para que la cogiera, y fue así agarrada del brazo de mi casi futuro y ex marido y mi mejor amiga en el otro lado, bajé las escaleras de la mansión para hacer frente al grupo de personas que nos esperaba. Hector había preparado una gran fiesta con el fin de presentarme formalmente a todos los directores, accionistas, empleados y periodistas, como heredera del Conglomerado Lima. Con un vestido de manga corta de color azul hasta la mitad del muslo y llevando unos malditos tacones altos, me sentía desnuda cuando todos los rostros Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This This text text only only appears appears in in the the demo demo version. version. This This text text can can be be removed removed with with the the full full version. version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This text only appears in the demo version. This text can be removed with the full version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com).


se volvieron a examinarme. Me quedé helada. Juro que casi vomité cuando subí dos escaleras para el pequeño escenario en la esquina, con Max a mi lado, y me encontré con el micrófono delante de mí. Yo no podía hacer eso. No podía. —Patéales el culo a esos idiotas. —Max susurró en mi oído, antes de besar mi frente y bajarse del escenario improvisado. Y de repente lo conseguí. Pensé en el abuelo Narciso, que había desaparecido de mis sueños, y lo mucho que lo amaba, lo mucho que quería haberme despedido de él. Tenía la oportunidad delante de mí. Aclaré la garganta y comencé: —Buenas noches. Soy Alicia Moraes de Bragança y Lima, nieta de Narciso Moraes de Bragança y Lima. Muchos de ustedes me conocen desde que tenía cinco años. Yo era esa mocosa a quien el abuelo Narciso corría, pidiéndome no tirar la tarta en la cara de nadie. No sé si todos ustedes están encontrando esta fiesta tan rara como yo. Tal vez lo estén. Una fiesta que reúne a tantas personas del Conglomerado Lima sin el abuelo Narciso es como... como perderse el cumpleaños de un niño o que el novio no se presente en la boda... —sonreí nerviosamente. Recibí muchas sonrisas complacientes. Encontré a Mari mostrando una divertida mueca, animándome, Breno junto a ella. Hector, Suzana, Janine Espanador, Inés con sus gafas de tortuga, hasta Joyce, aquella persona dulce, sonriendo me incentivaba. Amaya, en un rincón de la sala, levantó el pulgar y me guiñó un ojo. Paulo me miró con una expresión burlona y para mi sorpresa, los padres de Max estaban allí, y a juzgar por la distancia entre ellos, Marcus también. Todo esto ayudó, pero fue el dueño de un cierto par de ojos verdes, de pie junto a la puerta-ventana, con las manos en los bolsillos, vestido sólo con la chaqueta y la camisa, sin corbata, el pelo un poco despeinado, lo que me lleno de certeza. Max me dio una pequeña sonrisa, torcida, cómplice, que me inundó con coraje y determinación. Le devolví la sonrisa.

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—El abuelo adoraba las fiestas —continué mirándolo. Era más fácil pretender que sólo hablaba con él que con toda esa gente—. Decía que eran las noches más especiales del año, podía reencontrarse con viejos amigos y hacer como que tenía treinta años de nuevo. Si él estuviera aquí hoy, estaría riendo, hablando con todo el mundo, escabulléndose a fumar su cigarro escondido. “¡Yo no fumo, Alicia!” decía con el rostro enrojecido cuando lo pillaba. Y más tarde, después de la fiesta, después de que todos los invitados se habían ido, los dos estaríamos aquí, él pediría un poco de tarta y comeríamos sentados en el suelo, y me preguntaría qué pensaba de su discurso. —Entonces vi toda la escena. Un recordatorio tan real que parecía más como una película. Me vi a mí misma en un pequeño vestido lleno de encajes y lazos, sentada en el suelo con la cara sucia por el glasé. Abuelo a mi lado, con una satisfecha sonrisa, su rostro tan sucio como el mío—. A veces me llevaba a bailar — y allí estábamos los dos, yo de pie, sintiéndome importante y muy mayor con ocho años de edad. Luego, a los quince años, desgarbada y sin coordinación, arremolinándome en los tiernos brazos de abuelo—. Y otras nos quedábamos escuchando la orquesta tocar, apoyándonos uno en el otro, exhaustos —y me vino la imagen de la última fiesta, donde el abuelo, ya sintiendo el peso de la edad, se quedó sentado en una silla, con un brazo alrededor de mis hombros, mi cabeza en su pecho, como si fuéramos a asistir a un concierto. Mi garganta se cerró con los buenos recuerdos—. Lo hemos hecho todos estos años. Digo estas cosas porque quería que todos aquí conocieran al abuelo Narciso como yo lo conocí. El hombre sencillo, decente y honorable, que nunca usó a nadie para lograr el éxito, le encantaba estar a mi lado para ver los dibujos animados en su tiempo libre, insistía en llevarme a la escuela cada mañana, aunque para ello tuviera que posponer alguna reunión importante. Un hombre justo, me regañaba por decir palabrotas, pero que a veces se le escapaba alguna... Un abuelo que me hizo entender que tenemos que respetar las reglas y decir la verdad siempre... —suspiré, todavía unida a los ojos iridiscentes de Max—. Aunque duela. Un abuelo que era padre, madre, amigo, que se enfrentaba a la pérdida de su hijo y de su hija sin venirse abajo, para que yo pudiera tener un refugio seguro. Imagínense cuánto debe haberle costado, pero así era mi abuelo, siempre poniéndose en segundo plano para que yo pudiera ser feliz. Y yo estaba muy feliz —sonreí, parpadeando, tratando de limpiar las lágrimas de la visión borrosa—. Me comprometo a hacer todo lo que esté en mi poder para convertirme en la mujer con la que soñaba —continué—: Voy a dar lo Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This This text text only only appears appears in in the the demo demo version. version. This This text text can can be be removed removed with with the the full full version. version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This text only appears in the demo version. This text can be removed with the full version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com).


mejor de mí para que ustedes, accionistas y empleados, estén felices por trabajar conmigo. Me esforzaré hasta un día tomar el lugar de abuelo Narciso honorablemente. Hasta entonces, Hector Simione, al que todos conocemos desde hace mucho tiempo, se mantendrá en esa posición. Por lo tanto, ya que es la primera vez que el abuelo Narciso no está aquí ... de cuerpo presente ... —porque sabía que, de alguna manera, él podía oírme—. Me gustaría concluir diciendo lo que él no se cansaba repetir al final de sus discursos. Beban, coman, diviértanse esta noche, porque mañana, mis amigos, la batalla continúa y todos volveremos al mundo real. Fui aplaudida mientras tragaba las lágrimas. Escuche a Breno silbar detrás de Mari, amortiguando su “¡Uhuuuu!” Y no pude evitar sonreír. Max asintió, serio, parecía que iba a estallar de orgullo. Se me acercó mucha gente para que bajara del pequeño escenario. Los reporteros empujaron micrófonos en mi cara y casi no podía respirar. —¿Cuándo se dio cuenta de que el abogado estaba conspirando en su contra? —¿Es cierto que el Sr. Clóvis Hernández está loco por el golpe que se llevó en la cabeza? —¿Se requerirá una auditoría en todo el Conglomerado para saber si hay otras personas involucradas en el esquema de malversación de fondos? —¿Fue invitada a posar desnuda en una revista para hombres? —¿Por qué te casaste con tu ex marido? Cuando yo estaba finalmente libre, gracias a Amaya y sus formidables codos, traté de llegar a donde estaba Max, pero no podía. Decenas de directores y accionistas me rodearon, me felicitaban llenándome de preguntas que no sabía cómo responder. Casi tropecé con Mirna y Julius cuando me deshice de ellos. Los padres de Max me saludaron con abrazos y sonrisas, como Marcus...

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—Además de hermosa, también eres inmensamente rica. Mi hermano tuvo suerte—me dio una sonrisa seductora. Julius le dio una palmada en la cabeza. —Por favor, Marcus. Me lo prometiste —dijo. — Lo siento, sólo estaba diciendo que no entiendo cómo Max se las arregló para conseguir un gato así, pero bien. Y le prometí que no voy a volver al tema de su primer matrimonio, al que no fuimos invitados. No volví al tema, ¿volví? ¿Hay alguien aquí me oyó hablar de la forma en que fuimos excluidos de la boda? —Marcus—ordeno Mirna, visiblemente avergonzada—. Entendemos todo, Alicia, no escuches a Marcus. Lo entendemos y no estamos enfadados —me aseguró. —¡Una mierda que no! —El chico se quejó. Julius suspiró. —Lo importante es que todo valió la pena para ti —dijo. —Que están felices. Nunca vi a Maximus tan feliz. Lo haces bien, querida —sonrió. —Él también me hace muy feliz. Mucho, de hecho. Uh... ¿Dónde está? — Me estiré, tratando desesperadamente de encontrarlo. —Justo ahí —señaló Mirna. Allí estaba él, hermoso como siempre, rodeado de hombres en trajes, con Hector a su lado gesticulando sin parar. Hector estaba muy emocionado y siempre que tenía la oportunidad narraba como “vio la muerte de cerca.” Por la cara aburrida de Max, estaba repitiendo la historia de nuevo. Max me pilló mirándole, o tal vez yo estaba comiéndolo con los ojos, que era mucho más probable, y sonrió seductoramente, viniendo en mi dirección, pero

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unos pasos más tarde fue detenido por agentes de los árabes. Uno que ayudó a probar las travesuras de Clóvis. Casi podía oír su suspiro de frustración, incluso a varios pasos de distancia. Volví a Marcus. —Pero dime, Marcus, ¿ya está bien tu pie? Tu hermano me dijo que has sentido unas cuantas punzadas. El niño abrió una enorme sonrisa. —¡Duele como el infierno! El Dr. Olenka me hizo algunas pruebas, y piensa que la inflamación se redujo entre las vértebras y los nervios se están reconectando. Tal vez en dos o tres años voy a estar caminando por ahí, así que si deseas posponer la boda para tener más opciones... —guiñó un ojo. —¡Amigo, eres un dolor en el culo! —reí. —Lo sé —se enderezó el cuello—. Todos dicen lo mismo. —Alicia, el personal de Abu Dhabi quiere hablar contigo —Amaya anunció en tono de disculpa con una sonrisa a la familia de Max por la interrupción. Los ojos de Marcus la estudiaron arriba y hacia abajo. Dos veces. —Olvídalo —le advertí. Me despedí de la familia... mi nueva familia y seguí a Amaya, tratando de llegar a Max, pero, antes de que pudiera encontrarle, me pare a hablar con los oficiales árabes, mi mejor amiga en el mundo apareció en mi frente. —¡Ah, Lili! —Mari envolvió sus brazos alrededor de mi cintura—. ¡Te veías tan hermosa! ¡Estoy tan orgullosa de ti! Ni una gota de vómito en la audiencia. ¡Arrasaste, chica! —se echó a reír. —¿Estuve bien? ¿En serio? Ella se puso seria de repente. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This This text text only only appears appears in in the the demo demo version. version. This This text text can can be be removed removed with with the the full full version. version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This text only appears in the demo version. This text can be removed with the full version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com).


—Fuiste encantadora, Lili. No tienes ni idea de lo orgullosa que estoy de ti. Creo que... —sus ojos almendrados brillaban, húmedos— creciste. —Ya era hora, ¿no? —Pues sí —me abrazó con tanta fuerza que apenas podía respirar. Yo también estaba orgullosa de mí y de todo lo que había logrado, pero no podía haberlo hecho por mí sola. Max envió a la policía una serie de informes que demostraban la cantidad de dinero había sido desviado a un banco en Suiza, en nombre de Telma Hernández, esposa de Clóvis, que al parecer no tenía conocimiento de los negocios turbios de su marido. Fue invitada por la policía para dar algunas explicaciones, pero Max pensó que no tendría ninguna complicación seria, ya que era una parte. Vanessa también tenía bastantes problemas por ayudar con el plan de Clóvis. Ella también tendría que dar explicaciones a la policía, y sobre todo al Consejo de L&L, que no estaba contento con lo que había pasado y la despidieron. No me opuse. ¿Lógico no? Todavía tenía que ajustar cuentas con esa chica. Por eso le sugerí, y sin ninguna malicia, que fuera trasladada hasta el sexto piso, sala trece, hasta que los directores decidieron que se haría. El horror estampado en su cara mientras salía de la sala de juntas y se dirigía hasta el sexto piso, casi me dio pena. Casi. Clóvis tenía bastantes problemas. Además de la amenaza, la malversación y la eliminación de documentos, se le sumaba cargos por intento de asesinato. Hector decidió visitarlo, gran hombre, Hector, y se quedo un poco triste al ver a su viejo amigo comportándose de forma atípica. Clóvis exigió un sacerdote para confesar sus pecados, balbuceaba sin cesar “El fin está cerca” y Hector se disculpó una docena de veces. Loco, fue la palabra que Hector usó para describirlo, pero tenía mis dudas. Tal vez Clóvis incluso se había vuelto loco, pero yo sospechaba que era todo una escena, un golpe muy inteligente para no ir a la cárcel. Ya sabes, no puedes confiar en un abogado...

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Después de recibir lo que era del abuelo Narciso, yo no sabía qué hacer con todo, invité a Hector para dirigir las empresas, permaneciendo en el puesto que fue del abuelo, al frente del Conglomerado Lima hasta que pudiera aprender todo, lo que llevaría décadas. Él se resistió un poco, pero al final se inclinó ante mi insistencia y la de Max y aceptó el cargo. Sin embargo, me convertí en un miembro de la junta después de que Max presentara el proyecto de fidelización de los clientes sobre la base de mi idea de intercambio de embalaje. Por supuesto que era él quien había hecho casi todo, especialmente gráficos y hojas de cálculo, pero no quiso presentarlo como suyo y dijo que había sido idea mía. El proyecto fue aprobado, el material promocional con la nueva campaña de fidelización estaría en las calles pronto. Amaya se convirtió en mi brazo derecho en la empresa. Ella estaba radiante, y mucho de eso fue debido a Paulo, quien finalmente había reunido valor y le pidió ir a ver una película. Ella no me podía decir cuál era la película que vieron juntos. Finalmente se aprobó el aumento de sueldo que yo quería, incluso ahora que no lo necesitaba más. Tuve el placer de ver muchas caras felices por los pasillos de L&L. Fueron muchas cosas buenas. Yo estaba feliz con todo lo que había hecho, que había sido capaz de reanudar las riendas de mi vida. Después de haber conquistado a Max irremediablemente. Me gire para verlo en la gran habitación llena de gente, pero cada vez que trataba de acercarme a él, algo me llevaba en la dirección opuesta hasta que lo perdí de vista. Me quedé atrapada con los árabes mucho tiempo, por lo que si actuase rápido, tendrían que amputarme ambos pies, que estaban empezando a engangrenarse en los talones. En la primera oportunidad, me di una escapadita, todavía en busca de Max, pero él no estaba en ninguna parte. Salí por la puerta lateral de la sala y entré en el jardín, me quité los zapatos y los pies se hundieron en la hierba fresca, sintiéndome aliviada. Miré a la mansión brillante y bulliciosa, llena de vida otra vez. Dentro de unas semanas, esa casa seria redecorada y habría cientos de niños corriendo por todos lados. Sonriendo Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This This text text only only appears appears in in the the demo demo version. version. This This text text can can be be removed removed with with the the full full version. version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This text only appears in the demo version. This text can be removed with the full version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com).


alegremente. Al abuelo le hubiera gustado eso. La Fundación Narciso Lima Braganza estaba a punto de venir a la vida. Y gracias a ella, cientos de niños y jóvenes tendrían la oportunidad de estudiar y mejorar en algunas áreas, en caso de que, ya sabes, algún día tuvieran que hacer hojas de cálculo, por ejemplo, y no confundirlo con el código de precio. Ese fue mi mejor proyecto, y Max me había apoyado y me había ayudado en todo, como yo sabía que lo haría. Por otra parte, Mazé estaría a cargo, y era imposible describir su entusiasmo para cuidar de esos niños. No me podía imaginar a nadie mejor para el trabajo. Todavía podía oír la reproducción de música cuando me senté en uno de los bancos de madera en el jardín. La canción de Frank Sinatra penetró los gruesos muros de la mansión, trayéndome un millón de recuerdos felices. Cerré los ojos y no me sorprendió en absoluto, el abuelo allí, a mi lado, sonriendo. —Yo sabía que ibas a encontrarlo —dijo satisfecho. Le sonreí. —Por lo menos ahora sé que habías cambiado de opinión sobre desheredarme. Él inhaló profundamente. —Nunca quise hacerlo. En realidad no. Yo estaba demasiado enojado cuando Clóvis escribió ese testamento ridículo. Dicho documento no era válido, no debería haber sido registrado, pero Clóvis lo hizo sin mi conocimiento. Tú me conoces, Alicia. ¿De verdad pensaste que yo sería capaz de ser tan estricto contigo? ¡Nunca lo fui! —¿Qué pasa con las cartas? ¿Cómo consiguió Clóvis esas cartas? Él negó con la cabeza. —Fue un golpe de suerte de Clóvis. De hecho, yo quería verte en los pasillos de L&L, siempre quise ver a mi nieta en una de las empresas, siempre y lo sabías. Yo quería estar ahí para ayudarte, pero debido al aneurisma no sabía cuánto Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This This text text only only appears appears in in the the demo demo version. version. This This text text can can be be removed removed with with the the full full version. version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This text only appears in the demo version. This text can be removed with the full version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com).


tiempo tenia. Yo era mayor —se encogió de hombros—. Tenía miedo de que no poder ayudarte como me hubiera gustado y deje algunas cartas a Inés, en el caso de que yo faltara. Se las entregó a Clóvis tan pronto como me fui, sin saber que estaría ayudando a ese hombre a engañarte. —¿Recibiste algo? —pregunte emocionada. Él sonrió, y un destello de diversión apareció en sus ojos. —Cuando llegue el momento adecuado, Alicia. —Insististe en que le contara todo a Max porque sabias que él es un Sherlock Holmes disfrazado como administrador de empresas. El abuelo se rió. —Max es muy perspicaz. ¡Un chico de oro! No podías haber elegido un mejor hombre. Suspiré. —Pensé que nunca volvería a verte —murmuré. —¿Y perderme tu primer discurso? ¿Qué tipo de abuelo crees que soy? —Él fingió indignación. Sonreí levemente. De alguna manera, yo sabía que era la última vez que lo vería. Tal vez fue el brillo de sus ojos, o la pequeña mueca que mostraba preocupación, pero él se estaba yendo. Para siempre esta vez. —No sé cómo decir adiós —balbuceé, lágrimas obstruyendo mi visión. Sus ojos azules se volvieron aún más suaves. —No es definitivo, Alicia. Yo siempre estuve a tu lado, y siempre lo estaré. —¡Oh, abuelo! —me gire hacia él, sosteniéndome en su cintura y enterrando la cabeza en su pecho. Luego sonrió, extendió la mano, esta vez era caliente como Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This This text text only only appears appears in in the the demo demo version. version. This This text text can can be be removed removed with with the the full full version. version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This text only appears in the demo version. This text can be removed with the full version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com).


antes, casi en llamas, y me tocó la cara. Y sentí su toque. Sentí los pliegues de su piel, su calidez. Pasó el dedo por encima de mi nariz, me obligó a levantar la cabeza, como solía hacerlo cuando era una niña, y luego puso su mano en mi mejilla. —No hay más grande que el amor de un padre por su hija, a pesar de que no sea biológicamente suyo —él sonrió. Feliz. Sonrisa llena—. Te quiero, Alicia, como tu abuelo, como tu padre. Un amor absoluto, que nunca muere, incluso cuando el cuerpo se extingue. —Te amo, abuelo —solloce. —No es el final, Alicia. Es sólo un comienzo. El comienzo de una nueva era. Yo estaré por aquí. ¡Nunca lo olvides! Voy a estar por allí, preguntando: ¿Qué estará tramando ahora? Me reí entre lágrimas. —Siempre has sido mi mayor activo —sonrió—. Trata de mantenerte alejada de los problemas y se feliz. —Lo prometo. —Cubrí la mano que descansa sobre mi mejilla con la mía, absorbiendo todo lo que me ofrecía. La paz, la comodidad, el amor. Estaba llena de amor puro de ese momento—. Voy a hacer todo lo posible para hacerte un abuelo orgulloso. ¡Lo juro! —Pero Alicia... —abrió una gran sonrisa y me besó en la frente y los labios eran cálidos y suaves como siempre— ¡Ya lo estoy! —Como una explosión de estrellas, una luz cálida me envolvió, me obligó a cerrar los ojos, calentando mi cuerpo y mi corazón antes de disiparse, dejando paz en un lugar cálido. Cuando abrí los ojos todavía húmedos, estaba sonriendo. Yo sabía que no había nadie a mi lado, pero no había estado sola. Esta vez, no tenía ninguna duda. Mi abuelo había estado allí. Fue un sueño o cualquier otra cosa incomprensible, que no me importaba. Yo sabía que él había estado allí conmigo, y eso era suficiente para mí. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This This text text only only appears appears in in the the demo demo version. version. This This text text can can be be removed removed with with the the full full version. version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com). This text only appears in the demo version. This text can be removed with the full version. Changed with the DEMO VERSION of CAD-KAS PDF-Editor (http://www.cadkas.com).


Me sentía bien, feliz, con más experiencia, viva. ¡Adulta! En ese momento me sentía preparada para cualquier cosa, sentí que podía manejar lo que sea que la vida me reservaba. Sonreí, levantándome para ir de nuevo a la fiesta y buscar a Max, pero no llegué muy lejos. Pasé por la puerta de la cocina con calma y empecé a correr tan pronto como me vio. —¡Rápido! Vamos a huir antes de que nadie se dé cuenta de tu ausencia — rodeó mi cintura, hundiendo la cabeza en mi cuello—. Estuviste increíble en el escenario. —Creo que estaba verde. Cosa horrible de ver. Pero como no le vomite a nadie, creo que lo hice bien. Detuvo las caricias de mi cuello y levantó la cabeza. —Estuviste muy verde. ¡Y una belleza indescriptible! Pero te advierto ahora. Si nuestro matrimonio es como hoy, la gente llevándote lejos de mí todo el tiempo, me veré obligado a secuestrarte y casarnos, solos los dos, sin nadie que nos moleste, en una apartada isla en algún lugar del mundo . ¡Y poco importa lo que otros piensan! —Ah, Max, dices las cosas más agradables... pero Mari y Amaya me matarían si huimos. Ambas están enloquecidas con la boda. Llenan mi cabeza porque no quiero volver a opinar sobre cualquier cosa, el color de las servilletas, el tipo de flor que prefiero... —Espero que esto no es un signo de falta de interés o que has cambiado de idea —dijo con el ceño fruncido. —Tengo cosas mejores que ocuparme —pase los brazos alrededor de su cuello— ¿Y de verdad crees que aún tengo esa alternativa? Después de todo, ¿realmente piensas que puedo ser feliz sin ti alrededor? —Y pensar que la felicidad era un anuncio en el periódico... —sacudió la cabeza fingiendo consternación.

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—Y yo, que sólo quería recuperar mi vida, terminé esa historia con dos bodas a mi espalda. ¿Quién podía imaginar que iba a encontrar el amor de esa manera...? —Ah, yo lo sabía desde el principio. Sabía que eras la mujer que amaría hasta el final de mis días cuando vi

la fotocopia de tu culo —bromeó,

manteniéndome a salvo en su pecho musculoso—. ¿Cómo no caer en el amor con una chica descarada como tú? ¡Sólo si estuviera loco! Era difícil describir mi estado de euforia. Era como sentir, todo al mismo tiempo, sólo que multiplicado por diez. Miré a Max, quien sonrió apasionado, haciéndome promesas silenciosas de una vida plena. Sólo le había prometido al abuelo que haría lo posible por ser feliz, y allí estaba yo, agarrando mi oportunidad. En este momento, tal vez porque yo todavía estaba pensando en él, de la nada, una pequeña mariposa, azul, floto a nuestro alrededor. Una, dos, tres vueltas antes de descansar en mi antebrazo. Max miró fascinado, y yo... bueno, lo miré con otros ojos. Ya no estaba asustada. Me reí ante la idea de lo descuidada que fui. “Yo estuve siempre a tu lado”, dijo el abuelo. Ahora entendía. —No estoy tramando nada —le susurré a ella. La mariposa abrió las alas azules, y, si eso no es imposible, me apostaría que ella se estaba riendo. Luego voló, tocó la frente Max entonces la mía, como si fuera una bendición, y desapareció en la oscuridad de los arbustos. —Esa fue una señal —dijo Max—. No es la primera vez que una de ellas se cruza en nuestro camino. —Tampoco será la última. —Sabía que lo haría. ¡Muchas, muchas veces!—. Ahora mejor explica tu plan para sacarme de aquí —y hundí los dedos en su pelo suave. El brillo en sus ojos me cegó por un segundo o dos.

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—¿Hablas en serio? Por qué, en el momento que ponga el plan en acción nada podrá detenerme —amenazó. Pegué mí frente a la suya. —Te escucho, amigo... Sonrió ampliamente, cogiendo mis zapatos, que estaban olvidados en el suelo, los puso en mis pies, sus dedos se demoraron un poco en mis piernas, se enderezó, poniendo un brazo en mi espalda y uno en mis rodillas, acunándome en su regazo. —En primer lugar, vamos a salir de aquí. Dejé el coche en el garaje ya preparado. No sé por qué sentí que podríamos tener que salir corriendo —él sonrió, malicioso—. Así que, cuando estemos a salvo en nuestro apartamento, te voy a mostrar el resto de mi fenomenal plan. Pasé mis brazos alrededor de su cuello, sosteniéndome, y se rió, pero alguien gritó, llamándome: —Max, suelta a Alicia. Ahora —ordenado Amaya—. Ella tiene que hablar con los periodistas. ¡Ellos han estado esperando por horas! Él la ignoró, presionándome con fuerza. Me temblaban las piernas, flojas en el aire. Uno de mis zapatos se cayó. —Mi zapato... —murmuré. —Te comprare una docena de ellos —me prometió, más acelerado. —¡Max! —Amaya trató de llegar a nosotros—. ¡La necesito sólo un minuto más! ¡Pon a Alicia en el suelo, por favor! —Lo siento, Amaya. Pero necesito a Alicia en este momento. ¡Es una cuestión de vida o muerte! —continuó corriendo por el césped hacia el garaje. —Tienes a Alicia para el resto de la vida, ¿Por qué tanta prisa? ¡Maaaaaax!

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Yo reí, acomodándome en su amplio pecho, mirándolo a los ojos con adoración. —Para el resto de mi vida. Que destino más cruel el mío —y, sin dejar de sonreír, se inclinó para besarme.

Fin

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Sobre la Autora Carina Rissi

es una lector voraz, siempre lee la

última página de un libro antes de comprarlo y tiene una fascinación inexplicable con el tema del "amor imposible". Ver las obras de Jane Austen son una fuente de inspiración. Cuando se separa de los libros, los que lee y los que escribe, a Carina le gusta ver comedias románticas, planificar y hacer viajes con su familia a lugares exóticos que no queden tan lejos, debido a su pavor por los viajes en avión. Ella nació en Ariranha, São Paulo, donde ahora vive con su esposo y su hija, después de vivir una temporada corta en la capital del estado.

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Traducido, corregido y diseñado en...

http://thefallenangels.activoforo.com/forum

¡Esperamos nos visites!

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