FLORENCE NIGHTINGALE: LA LEYENDA

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La opinión pública inglesa había encontrado una heroína en Florence y ya desde entonces su imagen empezó a idealizarse; todo tipo de objetos que evocaban su persona empezaron a venderse en Gran Bretaña, así como libros que contaban una biografía irreal y poemas que la ensalzaban (no olvidemos que el Romanticismo estaba en pleno apogeo); incluso a un caballo de carreras se le pondría su nombre. El pueblo inglés, que intentaba así contrarrestar los desastres de las noticias de la guerra, enterado de la enfermedad de Florence, hizo una suscripción popular para mandarle un regalo, pero la cantidad recaudada superó todas las previsiones, por lo que el dinero se destinaría para constituir la Fundación Nightingale, para establecer un centro destinado a la enseñanza de las enfermeras. Mientras tanto, en Escutari la situación era complicada. El Dr. Hall, jefe de la plantilla de médicos, recibió un informe del jefe de suministros en el que acusaba a Florence de insubordinación y a las enfermeras de deshonestidad, desobediencia, extravagancia, inmoralidad e ineficacia. Esto provocó una polémica entre defensores y detractores de su labor, por lo que el Gobierno se vio forzado a intervenir nombrando una comisión investigadora dentro del servicio de abastecimiento del Ejercito británico de Crimea. Esta comisión dio la razón a Florence. El 16 de marzo de 1856, el Gobierno inglés hizo pública una nota en la que decía: “la señorita Nightingale es reconocida por el Gobierno de su Majestad como Superintendente General del Establecimiento de Enfermería Femenina de los hospitales militares del Ejército”. El 30 de marzo de 1856 se firmó el tratado que ponía fin a la guerra, y cuando todos los pacientes fueron evacuados, Florence volvió a Londres: corría el mes de agosto, Florence se indignó al comprobar que las autoridades no parecían dispuestos a investigar sobre la desastrosa organización en Crimea, que causó 16000 muertos por enfermedad frente a los 4000 muertos en el campo de batalla. Fue recibida como una heroína nacional, y el público, el cual, habían seguido con enorme interés su arduo trabajo en Escutari quisieron conocerla y homenajearla. FORMACIÓN DE ENFERMERAS: La idea de formar enfermeras no era totalmente nueva en la Gran Bretaña de mediados del siglo XIX. Ya antes de la guerra de Crimea habían comenzado a resurgir las asociaciones de enfermeras, que agrupaban a numerosas mujeres competentes y moralmente intachables, en contraposición al estereotipo de enfermera borracha e ignorante creado por Charles Dickens. Durante los primeros meses de su estancia en Londres y para apartarse de la gente que la hacía sentirse abrumada, se dedicó a reflexionar sobre su estancia en Crimea y a sacar conclusiones. Varias cuestiones hay que destacar en este sentido: en primer lugar, la necesidad de formar a las enfermeras; pero sin lugar a dudas también el cambio que había que hacer en los hospitales ingleses, tanto militares como civiles, no sólo en lo relacionado con los cuidados que recibían los enfermos, sino también en el sistema de gestionarlos, en los fondos económicos de los que había que dotarlos, en su propia estructura física, en el sistema de funcionamiento de la cocina, en la dotación del material, etc.; sus pretensiones de reforma alcanzaban a todo el Ejército en sí; otro aspecto a señalar es el respeto y admiración que la clase médica le merecía después de haberles visto trabajar en Escutari, durante tantas horas seguidas y con medios tan precarios, y esto a pesar de los muchos roces que

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