Sie, 9 Protagonistas de la Nueva Objetividad

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LUCÍA SANTOS BUCETA

HISTORIA DE LA ARQUITECTURA Y EL URBANISMO ETSAM OTOÑO 2018 PROF. J.M. GARCÍA ROIG



CONTENIDOS

CONTEXTO HISTÓRICO

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LA NUEVA OBJETIVIDAD

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9 MUJERES

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ANITA BERBER

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JEANNE MAMMEN

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ANNEMARIE SCHWARZENBACH

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MARGO LION

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ERIKA MANN

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MARLENE DIETRICH

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VALESKA GERT

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SYLVIA VON HARDEN

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CLAIRE WALDOFF

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ANÁLISIS

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UNA PRINCESA EN BERLÍN

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La República de Weimar es el periodo comprendido entre la derrota alemana en 1918 y la llegada de Hitler al poder en 1933. Se va a caracterizar por la crítica situación económica e inestabilidad social. Alemania cargaba con los resultados económicos y políticos de la Guerra, tuvo que solventar los costos por la reconstrucción de todo lo destruido, así como la indemnización a Gran Bretaña y Francia. Se abolió la monarquía y se estableció la república y, con ésta, una constitución liberal que permitió al colectivo femenino acceder a una igualdad relativa. Esto sumado a la ausencia de hombres capacitados para el trabajo, pues muchos de los que regresaron vivos del conflicto llegaron inválidos, o perturbados psicológicamente, llevó a la mujer a abandonar su ocupación doméstica tradicional para integrarse en el mundo laboral para seguir moviendo la economía. Esta situación que en un principio fue una pura respuesta a la importante necesidad de mano de obra, llevó a la mujer a hacerse hueco poco a poco en el ambiente político y profesional. Empezaron a disfrutar de la autonomía económica y moverse en esferas típicamente masculinas como cafés, bares, cabarets y el mundo de la noche. Surge así una “nueva mujer”, muchas veces con aires masculinos, que fumaba, bebía y no se preocupaba mucho por el matrimonio o la creación de una. Siempre segura de sí misma y de su nueva posición social elevándose desdeñosamente sobre los hombres.

CONTEXTO HISTÓRICO

Como es de suponer, esta nueva realidad no agradó a muchos que aseguraban que esta nueva mujer de Weimar egoísta y escandalosa estaba echando a perder los rectos valores alemanes viviendo una vida inmoral y entregada a los vicios. Se las tachó de “femme fatale” y fueron duramente criticadas, pero esto no impidió que ellas siguieran adelante. A continuación, se presentará a algunas de las personalidades femeninas que marcaron este periodo.



El movimiento artístico inherente a esta época es conocido como die Neue Sachlichkeit. Surge como una corriente de reacción frente al expresionismo que se caracteriza por presentar una visión implacable y lapidaria de la realidad. Es un espejo fiel del clima social de la Alemania trágica y concupiscente de postguerra. Otto Dix y Georges Grosz fueron dos figuras sobresalientes de este periodo. Se dedicaron a plasmar la muchas veces fría y amarga sociedad poniendo un énfasis extraordinario en el detalle. Todo movimiento quedó paralizado en pos del estatismo.

LA NUEVA OBJETIVIDAD

“Las malditas putas y las malditas beldades ajadas y todas esas tristezas de la vida. Quién diablos va a disfrutar con eso. A nadie le gusta. No hay galería que quiera exhibirlo. Para qué lo pintas… Bueno, tengo que decirlo: Prefiero seguir a mi voz interior, que me lleva a alguna parte sin que me diga qué sentido tiene…” Otto Dix



9 MUJERES


ANITA BERBER Era conocida como “Diosa de la Noche” “Princesa del Libertinaje” en Berlín y, fue una de las personalidades más fascinantes de la Alemania expresionista y decadente de la República de Weimar. Nació en Dresden en 1899, en el seno una familia de artistas. Su padre, Felix Berber era violinista, y su madre, Lucie Berber era cantante de cabaret. Se divorciaron cuando era pequeña y quedó al cargo de su abuela. A los dieciséis años decidió marcharse de casa e iniciar una vida como actriz, bailarina de espectáculos de cabaret y modelo. En este momento La Primera Guerra Mundial estaba en su punto más álgido lo que se tradujo en un ambiente de imprudentes pasiones. Fue entonces cuando Berber comenzó una serie de relaciones y hábitos “peligrosos” que se convirtieron en su vida. A Anita Berber no le importaba lo que la gente pensase de ella. Era la reina del escándalo. Pero las mujeres, por supuesto, envidiaban su libertad y su personalidad sin preocupaciones y muchos la tachaban de provocadora, promiscua y degenerada. Comenzó a bailar profesionalmente en 1917 en Berlín, y muy pronto se convirtió en una gran estrella conocida por todos. En esta época también posaba como modelo para revistas de moda como Die Dame y Elegante Welte. En 1919 se casó con un hombre rico llamado Eberhard von Nathusius, pero continuó con sus múltiples aventuras tanto con hombres como con mujeres. Susi Wanoswsky, propietaria de un club de ambiente lésbico en Berlín, fue una de ellas. 10

En 1922 contrajo matrimonio por segunda vez con Sebastian Droste, un escritor y bailarín muy vinculado al mundo de la noche y con el que realizaría tal vez sus mejores trabajos. La relación fue intensa y apasionada. Ambos hicieron juntos espectáculos como “Suicidio”, “Morphium” o “Casa de locos”. En 1923 publicaron un libro de poesía, dibujos y fotografías titulado “Danzas de vicio, horror y éxtasis”, basado en uno de sus espectáculos, que ofrecía una mirada cínica sobre sus experiencias personales y artísticas. El matrimonio con Droste también se acabó rápido, y en 1924 se casó con un bailarín norteamericano llamado Henri Chatin-Hoffman, probablemente gay. Ambos viajaron por toda Europa, realizando numerosas actuaciones y dando mucho de qué hablar por sus escándalos, que incluían lesbianismo, drogas y orgías. Formaron una asociación de danza, coreografiando y tocando juntos. Berber comenzó su carrera como actriz de cine protagonizando junto a Conrad Veidt The Story of Dida Ibsen en 1918 y luego Prostitution and Around the World al año siguiente. Partició en numerosas películas mudas, destacando varios trabajos con el director y productor Richard Oswald, como por ejemplo el film Anders als die Andern, (1919), considerada una de las primeras películas de la historia que presenta la homosexualidad de forma positiva, o Eerie Tales (1919), una película de misterio consistente en cuatro episodios y que tuvo mucho éxito. Berber también hizo un pequeño papel en la película Dr. Mabuse (1922) de Fritz Lang, una de las cumbres del expresionismo y la Nueva Objetividad alemana.


La carrera de Berber como actriz se estancó y se hizo más conocida por sus actuaciones como bailarina, su estilo rupturista y transgresor generó una gran controversia igual que su reputación como provocadora y drogadicta. Con su pelo oscuro y ondulado, su apariencia andrógina y sus aires de superioridad e independencia e indiferencia, Berber creó un estilo que fue copiado por Marlene Dietrich, Leni Riefenstahl y Louise Brooks, cuya imagen seductora en Pandora’s Box era una clara copia de Berber. Entonces durante una gira por oriente medio, en Damasco, Berber enfermó gravemente de tuberculosis. Regresó a Berlín donde murió “rodeada de jeringas de morfina vacías” el 10 de noviembre de 1928 con 29 años. Otto Dix pintó en 1925 su famoso retrato de Berber, seguramente el responsable de que su leyenda se haya mantenido viva. Por aquel entonces, Berber tenía 25 años, pero los años de abuso de drogas y su estilo de vida habían convertido a la loca mujer que cautivó y escandalizó a Berlín, en una mujer de cincuenta años con apariencia de enferma vampiresa.

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Jeanne Mammen Mammen quería ser “un par de ojos, caminando por el mundo sin ser visto, solo para poder ver a los demás” y esto se ve reflejado en su obra que es una perfecta representación de la realidad berlinesa de los años de Weimar. Nació en Alemania en 1890 en el seno de una familia acomodada. En 1895 se mudaron a París, donde disfrutó de una educación bastante progresista para la época. Estudió en la Académie Julian, más adelante en Bruselas en la Académie Royale des Beaux-Arts para terminar ingresando posteriormente, en 1911, en la Scuola Libera Academica, en Villa Médicis, Roma. Después de la Guerra regresó a Berlín junto a su familia que había quedado arruinada lo que obligó a Mammen a buscarse la vida en una ciudad conmocionada social y políticamente. En 1919 se independizó junto a su hermana mayor Marie Louise (Mimi). Vivían en un pequeño apartamento en Kurfürstendamm que sería su estudio y refugio durante más de 60 años, hasta su muerte en 1976. Era muy amiga de Hans Uhlmann, otro artista famoso por sus esculturas alámbricas. Algunos dicen que había más que una amistad entre ellos; aunque muchos, sin embargo, sostienen que Mammen pudo haberse sentido más atraída por las mujeres, argumentando que pinturas tan íntimas y tiernas de parejas lesbianas solo pudieron haber sido realizadas desde la experiencia. 12

Se ganaba la vida como reportera gráfica. Pronto se convirtió en la cronista de la vida de la ciudad vendiendo sus ilustraciones que retrataban los cafés de moda, los cabarets, las vedettes que en ellos actuaban, la gente que acudía a aquellos lugares, la moda de las mujeres… a revistas de moda y satíricas como Simplicissimus, Die Dame y Jugend. También diseñaba carteles de películas para los estudios en auge de la UFA. Su trabajo gráfico de esta era puede compararse al de Otto Dix o George Grosz, solo que las acuarelas de Mammen, aunque emplean con frecuencia muecas y caricaturas, son mucho más empáticas y femeninas, llenas de emoción, mientras que los trabajos de los dos grandes de la Nueva Objetividad tienden hacia lo satírico, con una crítica política clara, expresando pena o desdén por sus temas. Sobrevivió a los años de la dictadura de 1933-45 con la ayuda de amigos y vendiendo libros de segunda mano con una carretilla. Aunque tuvo la oportunidad de buscar el exilio en el extranjero, no quería empezar de cero otra vez en un país extranjero. Así que vivió como una reclusa, trabajando a la luz de las velas después de que su edificio fuera bombardeado. Sus dibujos representaban los tipos femeninos ideales y modernos de los años 20: la vampiresa glamurosa, la diva y la flapper. Figuras con pelo ondulado, maquillaje pálido y pequeñas bocas rojas, pelirrojas de ojos oscuros y muy bellas. Ella capturó el Berlín floreciente de los años 20, con sus teatros, cabarets y una subcultura lésbica de “clubes de damas”. El rojo-


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vibrante en Sie repräsentiert (1927) captura el calor y la emoción de uno de esos clubes, donde representa a la pareja femenina homosexual. En sus dibujos se siente la música y el humo. Uno puede casi transportarse a estos lugares llenos de vida, bebida, baile y chismes. Realizó obras muy delicadas, como por ejemplo la acuarela Zwei Frauen tanzen (1928), que tiene un aire de tristeza, a menudo evidente en los ojos de sus sujetos. Aquí, los dedos de la pareja son estrechamente entrelazados, como buscando consuelo. Sin embargo, estos dibujos y pinturas de estilo ilustrativo, figurativo, “realista”, formaron solo una pequeña parte de la obra de Mammen, y su trabajo

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posterior se expande para incluir la escultura influenciada por Henry Moore y varios estilos de pintura abstracta, que incorporan tanto el período Picasso como una fase posterior del collage y los trazos infantiles, evocando a personajes como Paul Klee y Joan Miró. Sin embargo, estas pinturas no tienen nada que ver con el encanto del retrato de las escenas de Berlín que hacen que uno se sienta en otro mundo, esperando salir a la bulliciosa calle, para ver mujeres con pieles, paseando perros pequeños o caminando de mala gana del brazo de un hombre rubicundo con gafas y bastón.


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ANNEMARIE SCHWARZENBACH Elegante, sofisticada y enigmática, vivó 34 años (de 1908 a 1942). Fue escritora, viajera, arqueóloga y morfinómana. Ejerció una libertad sin límites y “gozó” de una personalidad lúgubre. Enamoró a hombres y mujeres, pero siempre estuvo sola. Escapaba de sí misma y huía de los otros. Nació en Zurich en 1908, en el seno de una de las familias más ricas de Suiza, junto a cuatro hermanos más. Su madre, emparentada con el canciller Von Bismarck, Renée mantenía cierta relación de amistad con figuras como Toscanini y la Infanta de España. Su padre era el heredero de Ro. Schawzenbach & Co. que fabricaba e importaba seda. Su abuelo fue el general Ulrich Wille. Creció en Horgen y desde pequeña rechazó el lujo en el que vivía. Su madre quiso convertirla en amazona, pianista e incluso emparejarla. Annemarie decía “No” a todo, se vestía de chico, se emborrachaba…Decidió renunciar a la realidad acomodada en favor de una austeridad y rebeldía que provocó que proto su familia solicitara una consulta médica para comprender el hecho de su “rara” conducta. Se le diagnosticó esquizofrenia, veredicto del que aún se desconoce su veracidad. La riqueza de su familia le facilitó la posibilidad de viajar. Lo que no sabemos si hacía con intención de huir o de perseguir. Le encantaba escribir. En estos textos se vislumbran sus tristes confesiones mostrando el interior de una joven mística y frágil.

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En 1923 ingresó en la universidad de Zurich donde estudió Historia y Literatura. Era delgada y arrogante y cautivaba a todo el que la conocía. Tres años después conoció a los hijos de Thomas Mann, Erika y Klaus para enamorarse no correspondidamente de ella y mantener una relación fraternal con él. El novelista bautizó a la amiga de sus hijos como “bello ángel devastado”. La literatura se convirtió en el medio de expresión de esta solitaria y enigmática chica. Comenzó a publicar reportajes. Desató su apetito sexual, casi siempre femenino. Y afianzó su vocación de dandi. En 1927 obtuvo su doctorado en Filosofía y en 1930 publicó


su primera novela, Los amigos de Bernhardt, donde refleja tanto sus inquietudes interiores como las de toda una época: la angustia, la falta de valores, el rechazo a los ideales burgueses, la indeterminación sexual donde toda combinación es posible. Viajó a París, a Escandinavia, a España, a Berlín. Bebía, escribía...y en 1932 se introdujo en el mundo de la morfina y el opio. Hbía leído todo sobre Persia y sentía la enorme necesidad de conocerlo así que en 1933 sube al Orient-Express para realizarun viaje de siete meses marcado por la arqueología y el exceso. Regresó cuando los nazis ya arrasaban Europa y un año después volvió a Persia para trabajar en una misión arqueológica. Fue quizá el único momento de su vida en que fue feliz. Se casó en Teherán con Claude Clarac, diplomático francés de gustos homosexuales que quedó prendido por el diseño de galán de su mujer. Ella conoció a Yalé, hija del embajador de Turquía a quien dedicó Muerte en Persia, quizá el más herido y bello de sus libros. Escrito paradójicamente en el Valle de Lahr, el Valle Feliz. Annemarie Schwarzenbach regresó a casa sin Clarac ciegamente yonqui y fragil. En 1936 marchó destino a EEUU, donde realizó reportajes en ciudades industriales de Pensilvania y sobre los conflictos raciales del sur, con los desclasados como voz y como denuncia. En esos años emprendió el último viaje árabe. Junto a la escritora suiza Ella Maillart. Se fueron en coche a Afganistán. Y de allí trajo otro libro ¿Dónde está la tierra de las promesas?

la multimillonaria Margot von Opel. Vivió con ella y con su marido en el Hotel Plaza de Nueva York. Continuó escribiendo, pero siempre bajo el efecto de drogas y alcohol que aceleraban su pulso. La joven novelista Carson McCullers, de 23 años, se enamoró de ella. Vivieron una aventura imposible y ella le dedicó una de sus mejores novelas: Reflejos de un ojo dorado. Annemarie no quería abandonar a Margot. Poco a poco se volvió agresiva (intentó estrangular varias veces a Margot) e ingresó voluntariamente en un sanatorio mental en el que le prohibieron escribir. Así que se alojó en casa de un amigo, donde intentó suicidarse. Internó de nuevo en un psiquiátrico de White Plains donde fue declarada defectuosa y expulsada del país. Se puso entonces rumbo a Lisboa y de allí al Congo Belga. Estaba ya sobrepasada por la morfina. Comenzó último libro, El milagro del árbol bajo la protección de la propietaria de la mayor plantación del país, madame Vivien. Annemarie logró reponer fuerzas en África y regresó a Europa. Pero un día montado en bicicleta se golpeó la cabeza con una piedra y perdió la memoria y el habla y dos meses después murió el 15 de noviembre de 1942 con solo 34 años.

Volvió de nuevo a EEUU con una nueva amante, 17


MARGO LION Marguerite Hélène Barbe Elisabeth Lion nació el 29 de febrero de 1900 en Constantinopla, de padres franceses. Con 20 años viajó a Berlín, justo después de terminar la Guerra, y comenzó su carrera dedicándose a al mundo de la moda. Tenía una vida social muy activa como era típico en el Berlín de la época, no se perdía una sola fiesta en la ciudad. Conoció y comenzó a salir con el joven escritor Marcellus Schiffer, quien más tarde le escribiría las letras que la harían famosa en los escenarios berlineses. Decidió cambiar al sector de la música después de asistir a un recital de Gussy Holl en Berlín. Títulos como Die Linie der Mode, L’heure bleue, Die Perverse o Sex Appeal llevarían su sello inconfundible. Debutó en noviembre de 1923 en el Wilde Bühne de Trude Hesterberg como cantante con la canción Die Linie der Mode, con texto de Schiffer y música de Spoliansky. Margo siempre disfritaba contando cómo fue esta primera vez en el escenario. Las cosas sucedieron más o menos así, tal y como las cuenta Trude Hesterberg, dueña por entonces del cabaré Wilde Bühne: “Una noche, después de la función, vino a verme Marcellus Schiffer y me pidió que le hiciese una prueba a Margo Lion. Me dijo que le había escrito una canción y quería cantármela. ‘Creí que se dedicaba a la moda’, le dije. ‘Así es, pero creo que también interpreta muy bien’. Trude no estaba muy convencida, pero Schiffer me suplicó que al menos la escuchase. En ese momento Margo se unió a nosotros y se me quedó mirando. ‘Bien’, le dije, ‘¿has traído algún vestido?’ 18

‘Sí, aquí está’, me contestó, y se sacó un paquete de cigarrillos del guante. ‘¿Eso es todo?’, pregunté sorprendida. ‘Puedes asegurarlo’, replicó. Un instante después estaba sobre el escenario. No podía creer lo que veía. Se había ceñido una larga tela de seda negra alrededor del cuerpo, sujeta solo con alfileres. El resto de la tela arrastraba por detrás como una cola. En la cabeza, sobre el pelo ondulado, llevaba un pequeño sombrero negro. Sus largos brazos acababan en dos pequeños guantes negros. De su cara empolvada de blanco sobresalían tan solo los ojos perfilados también de negro. Era una visión realmente grotesca y macabra. Y entonces arrancó (no hay otra manera de describirlo). Con los brazos desplegados a derecha e izquierda, allí estaba, como una cruz negra sobre un fondo vacío, y desgranaba con su voz profunda la canción sobre el perfil de la moda: ‘En el escaparate, a la vista de todo el mundo, permanece inmóvil una delgada mujer...’” No tardó mucho en convertirse en una de las artistas más solicitadas en los escenarios berlineses. Representaba como nadie el carácter cosmopolita, moderno y extravagante de aquella ciudad, y satirizaba las actitudes de sus habitantes de un modo muy personal. Las canciones que le escribía su marido Marcellus Schiffer se convertían en algo tan personal que pronto ella misma fue caricaturizada, aunque ninguna de sus colegas osaba robarle su repertorio. Hizo famosas muchas canciones que ya forman parte de la mejor tradición musical alemana como Sex Appeal, Nofretete, Das Lied der Gesellschaft, Die fleißige Leserin…


Su carrera dio un paso más al participar en espectáculos teatrales en los que se alternaban números dialogados y musicales. Su debut fue un auténtico bombazo. La revista, que así se llaman este tipo de representaciones, titulada Es liegt in der Luft, estrenada en el teatro de Max Reinhardt el 15 de mayo de 1928 con música de Spoliansky y letra de Schiffer contiene algunas de las canciones más inolvidables del cabaret alemán: la que da título a la revista, Es liegt in der Luft, Die Braut, Der Pudel, L’heure bleue o la conocidísima Wenn die beste Freundin, que canta las veleidades amorosas del trío formado por ella misma, Marlene Dietrich y Oskar Karlweis. Marlene, cuyo estilo se vio muy influido por el de Margo Lion, escribió: “Admiraba a Margo Lion y escuchaba sus canciones todos los días, escondida entre los bastidores. Me encantaba L’heure bleu, pero todavía más Die Braut... La gran Margo Lion quería hacer un número conmigo, una parodia de las Dolly Sisters. Cuando interpretamos Wenn die Beste Freundin, causó sensación “. Marlene y Margo continuaron siendo amigas y en 1946 aparecieron juntas en la película francesa Martin Roumagnac. Debutó como actriz en el papel de Jenny en la versión francesa de Die de Pabst. La técnica del doblaje aún no se había establecido en aquella época por lo que las películas, como esta, que se realizaban pensando en su lanzamiento internacional se filmaban a la vez en dos o más idiomas. Incluso, para adaptarse a las preferencias del público local, se usaban actores diferentes. 19


Así, Die Dreigroschenoper se filmó en su versión alemana y francesa a la vez, utilizando los mismos escenarios. Margo Lion hacía el papel de la pirata Jenny (que en la versión alemana interpretaba Lotte Lenya) junto a Albert Préjean como Mackie Messer. Antes del estreno apareció otra película que había rodado después: Ich geh’ aus und du bleibst da (1931). A esta siguieron otras, como 24 Stunden aus dem Leben einer Frau o Die Koffer des Herrn O.F, junto a Peter Lorre (ambas de 1931). Tras el suicidio de Schiffer en 1932 Lion se marchó a París, donde se hizo famosa como intérprete de Brecht, aunque se dedicó también a otro tipo de repertorio, más jazzístico, acompañada en ocasiones por la orquesta del conocido Wal-Berg, y que preludian ya lo que sería la chanson francesa, que alcanzaría su máxima expresión con artistas como Edith Piaf. A finales de los años 1930 hizo una incursión en el cine norteamericano, apareciendo junto a Curt Bois en Nueva York, en el Kabaret der Komiker, que Kurt Robitschek intentaba relanzar en Broadway. Tras el fracaso de esta empresa, Margo Lion regresó a Europa. Entre los años 1934 y 1939 también se dedicó al cine, apareciendo en una docena de films franceses. Después de 1946 se afianzó como actriz de cine y televisión en Francia, trabajando con directores como Jacques Demy, Claude Boissol o Julien Duvivier. En los años 60 volvió a Berlín y, al igual que otras glorias del cabaré alemán, no fue capaz de reconocer la ciudad en la que había triunfado, completamente devastada por la guerra. Regresó por última vez a Alemania el 7 de septiembre de 1977. Actuó en 20


el Renaissance-Theater de Berlín, y allí volvió a interpretar sus antiguas canciones acompañada al piano por Mischa Spoliansky. Murió el 25 de febrero de 1989, poco antes de su 90 cumpleaños, en París.

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ERIKA MANN Erika tuvo una infancia privilegiada. Era la mayor de los seis hijos de Katia y Thomas Mann, y bisnieta de la activista por los derechos de las mujeres Hedwig Dohm. Pronto se conviertió en la hija favorita de su padre quien la llamaba “mi niño dotado”. Estaba muy unida a su hermano Klaus que era solo un año menor. Inmediatamente después de terminar el colegio en 1924, Erika se mudó a Berlín para entrar en la escuela de teatro Max Reinhardt y comenzó a interpretar pequeños papeles. En la representación en Hamburgo de la escandalosa pieza Anja und Esther escrita por Klaus, conocío al homosexual Gustaf Gründgens, con quien estuvo casada tres años, aunque amaba a Pamela Wedekind, la hija de Tilly y Frank Wedekind. En 1927, Erika y Klaus realizaron una gira mundial de nueve meses que quedó recogida en su libro Rundherum; Das Abenteuer einer Weltreise. Viajaron por Estados Unidos, Hawai, Japón, Corea, China y Rusia. A la vuelta, comienza trabajar como reportera para varios periódicos nacionales y extranjeros. Erika Mann era una adicta al trabajo, pero no se perdía ningún estreno teatral, fiestas extravagantes o celebraciones. Al igual que su hermano, ella también consumía drogas como hachís, morfina y cocaína. Participó como actriz en la película de temática lésbica Muchachas de uniforme (1931), dirigida por Leontine Sagan, pero dejó la producción antes de su finalización. En 1932 publicó el primero de sus muchos libros para niños. Tuvo varias relaciones sentimentales con distintas mujeres, la primera con la 22

actriz Pamela Wedekind, a la que conoció en Berlín. Tras ella estuvo con la periodista Betty Cox y más tarde, Annemarie Schwarzenbach se enamoró de ella y aunque Erika rehusó, fueron intimas amigas e incluso la apoyó financieramente en el exilio. La relación más duradera la tuvo con la actriz y directora Therese Giehse. Erika disfrutaba de la compañía de mujeres inteligentes con las que podía conversar sobre cualquier tema. El floreciente nacionalsocialismo la politizó abruptamente y en una reunión de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad, quiso recitar unos textos pacifistas. Sin embargo, este evento fue perturbado por la SA y Erika Mann y la organizadora Constanze Hallgarten fueron brutalmente desacreditadas y amenazadas unos días después en el Volkischer Beobachter. Poco después, nace la idea de un cabaret literario políticamente motivado. Erika Mann fundó junto a Klaus y Therese Giehse, su en aquel momento actual pareja, Die Pfeffermühle. Abrieron el 1 de enero de 1933 y se vendieron todas las entradas. Erika escribía aparentemente ingenuos e inofensivos, pero enigmáticos, poemas que desenmascaraban el nacionalsocialismo y lo hacían ridículo y a la gente le encantaba. Después del incendio del Reichstag, cuando muchos opositores nazis fueron arrestados, Erika Mann tuvo que marcharse de Munich y se exilió en Suiza. En 1935 se casó solo para obtener la nacionalidad inglesa con el escritor gay inglés Wystan Hugh Auden, a quien ni siquiera conocía. En 1936 reabrieron el cabaret en Zúrich y se convirtió


en un punto de reunión para exiliados. Hasta 1937, el “Pfeffermühle” estuvo con gran éxito de gira por cinco países europeos. Mientras tanto investigaban un posible futuro en el otro lado del charco donde abrieron bajo el nombre de The Peppermill. Pero terminó por no funcionar y Teresa Giehse regresó a Europa. Desde entonces, Erika Mann trabajará como conferenciante y hablará sobre temas políticos y literarios en colegios, clubes de mujeres y organizaciones judías, y se dedicará a escribir sus libros “Escuela para bárbaros” sobre Política y educación de la Escuela Nacional Socialista “Diez millones de niños” y “The Lights Go Down” s+obre la vida cotidiana en la Ale-

mania nazi. En 1937, Erika y Klaus acudieron como corresponsales a la Guerra Civil española. Durante la guerra Erika trabajó como periodista en Inglaterra y, tras ella, fue una de las pocas mujeres en cubrir los Juicios de Núremberg. Junto con su hermano, estuvo bajo investigación del FBI por la homosexualidad de ambos y en 1949 Klaus cayó en una depresión y se suicidó con una sobredosis de pastillas para dormir, hecho que destrozó a Erika. En 1952 volvió a vivir en Suiza con sus padres. Se convirtió en la difusora de las obras de su padre y su hermano tras su muerte. Su salud empeoraba cada vez más y finalmente falleció en Zúrich en 1969. 23


MARLENE DIETRICH Considerada uno de los mitos del Séptimo Arte y una de las mejores actrices de todos los tiempos, Marlene Dietrich, fue descrita como una mujer fatal tanto en la pantalla como en la vida real. Lo cierto es que sus piernas y su característica voz ronca han quedado como iconos de una trayectoria difícilmente superable. Pero en el fondo, fue una mujer rodeada de soledad. La propia Marlene confesó al final de su carrera: “Me visto para la imagen. No para mí, no para el público, no por la moda, no para los hombres”, declaraba la actriz en una entrevista en 1960 al diario ‘The Observer’. Lo que su única hija refrendó con posterioridad asegurando que su madre “vivía para, por y dentro de la imagen que se proyectaba en el espejo”.

interés por la fama y el espectáculo desde niña y con apenas 11 años ya se hacía llamar Marlene, fusión del inicio del primer nombre y el final del segundo. En su adolescencia también se interesó por la poesía y el teatro y hasta aprendió a tocar el violín, aunque no pudo dedicarse a ello por una lesión de muñeca.

Pero como las productoras de la edad de oro de Hollywood cuidaban tanto la imagen de sus estrellas, poco trascendió en los medios de comunicación de la época sobre su agitada vida personal, su rivalidad con Greta Garbo o sus escarceos amorosos con estrellas y personajes de ambos sexos. Para la posteridad ha quedado su ruptura de estereotipos y tabúes, su personalidad interpretativa y alguna de las películas que protagonizó, consideradas obras maestras del cine.

En el rodaje de una de esas películas, ‘Tragedia de amor’ (1923), Dietrich conoció al que sería su marido, Rudolf Sieber. Cada uno llevó su vida íntima por separado, aunque nunca se divorciaron y mantuvieron buena relación. En diciembre de 1924 tuvieron una hija, Maria Elisabeth.

Marie Magdalene Dietrich nació el 27 de diciembre de 1901 en Schöneberg, cerca de Berlín, en una familia de militares. Marie y su hermana mayor Elisabeth recibieron una educación estricta que junto a sus aptitudes musicales le permitieron después introducirse en el mundo del cine. La pequeña Marie Magdalene demostró su 24

Con 19 años Marlene Dietrich intentó entrar en la Deutsche Theaterschule, pero fue rechazada por el director teatral Max Reinhard. Sin embargo, dos años más tarde lo consiguió y pudo compaginar sus clases con breves apariciones en otros espectáculos y algunas películas dirigidas por Georg Jacoby, como ‘Los hombres son como esto’ (1922), o William Dieterle, como ‘Un hombre al borde del camino’ (1923).

El momento más importante de su carrera tuvo lugar cuando Joseph von Sternberg la llamó para interpretar el papel de Lola-Lola en ‘El ángel azul’ (1930), una de las películas más importantes de ambos y de la historia del cine, que aborda la decadencia humana en la que Marlene, encarnando a su personaje, demuestra una pasión encendida hacia todos los que se mueven a su alrededor. Esta película la trasladó directamente a Hollywood, donde la Paramount la contrató para intervenir en


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‘Marruecos’ (1930), al lado de Gary Cooper, el galán de la productora y del momento, y también dirigida por Sternberg, que la tuvo a sus órdenes en otras cinco películas más. Aunque Marlene aseguró abandonar a Sieber y a su hija “solo por algunos meses”, ella estaba dispuesta a triunfar y haría lo que fuera para conseguirlo. Y lo cierto es que le fue más que bien en EEUU. Como la propia Marlene escribirá años después en sus memorias señalando su doble nacimiento: primero en 1901 bajo el cielo berlinés, y el segundo en 1930, bajo la cámara de Josef von Sternberg-, entre las películas ‘Marruecos’ (1930) y ‘El diablo era mujer’ (1935) la actriz fijó su icono de mujer ‘vamp’, símbolo de glamur y misterio. Personajes como el de Amy Jolly en ‘Marruecos’ o el de Lily en ‘El expreso de Shanghai’ han quedado para la historia. Sternberg estuvo dispuesto a convertir a la joven Marlene en un mito erótico y lo consiguió: la transformó en la ‘femme fatale’ por antonomasia y la modeló a su gusto haciéndole perder peso, enseñándola a maquillarse e iluminando su rostro para disimular su ancha nariz y marcar sus pómulos, viajaba en un Rolls-Royce descapotable de la Paramount y había decorado su apartamento con espejos y alfombras de leopardo. También le cambió el peinado y hasta la personalidad, haciendo de su mirada y de sus piernas un arma de seducción y deseo. 26

Después de esta brillante etapa, Marlene inició una nueva en la que trabajó con directores como Frank Borzage, Ernst Lubitsch y Richard Boleslawski, con quien cobró, por la película ‘El jardín de Alá’ (1936), uno de los salarios más altos del momento. A lo largo de los años 40 Marlene Dietrich trabajó en todo tipo de producciones, especialmente en westerns como ‘Arizona’ (1939), de George Marshall, o ‘Los usurpadores’ (1942), de Ray Enright, junto a James Stewart y John Wayne. También lo hizo con el resto de actores y actrices del momento, como Tyron Power, Spencer Tracy, Burt Lancaster, Montgomery Clift, Maximilian Schell, Vittorio de Sica, Cantinflas, David Niven, Shirley MacLaine William Holden y Audrey Hepburn. Antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Marlene Dietrich obtuvo la nacionalidad estadounidense y participó de forma activa en espectáculos para los soldados en el frente durante la contienda. Durante los años 50 sus apariciones comenzaron a ser más esporádicas, probablemente como consecuencia de la inseguridad que le provocaba su madurez. Y en los 60 prácticamente había abandonado el mundo de la gran pantalla, aunque continuó dedicándose a la música y al baile. Debido a su lujoso nivel de vida Marlene Dietrich necesitaba mucho dinero y por ello prolongó su carrera musical hasta más allá de los 70 años. Superó un cáncer en 1965 y finalmente el accidente que sufrió al caer al foso del escenario en 1973 y romperse una pierna en Sydney al inicio de otro espectáculo la reti-


Marlene pasó la última década de su vida reclui da entre espejos en su apartamento de la avenida Montaigne de París porque no quería que la vejez empañase su imagen. En esta etapa fue muy aficionada a escribir cartas, poemas de amor y a llamar de por teléfono a diversos continentes, algo que acentuó sus desorbitados gastos.

berg, su lugar de nacimiento, junto a su madre por expreso deseo de ella. Que había vuelto a sentirse berlinesa tras la caída del muro. “La muerte es algo que a ti no te concierne, Marlene. Tú eres inmortal”, le había escrito en una ocasión Ernest Hemingway.

Dietrich falleció en París el 6 de mayo de 1992, a los 90 años. Su cuerpo, cubierto con una bandera de los Estados Unidos, fue enviado a Berlín donde fue enterrada en el cementerio municipal de Berlín-Schönen-

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VALESKA GERT Conocida por sus extravagantes rutinas interpretativas que expandieron el vocabulario de la danza tal como lo hicieron los pintores expresionistas en el arte figurativo. Como una pintura de Otto Dix que cobra vida, Gert era grotesca, intensa, burlona, patética o furiosa, actuando siempre con mucha intensidad. Gertrud Valesca Samosch nació en el seno de una familia judía en Berlín en 1892. Al no mostrar interés por los estudios, Gert comenzó a asistir a clases de baile a los nueve años, y desde 1915 estudió interpretación con Alexander Moissi. Sus inclinaciones hacia las artes escénicas, combinadas con la necesidad de buscar un empleo debido a las consecuencias económicasde la guerra la llevaron el Munich Kammerspiele, el Deutsches Theater y el Berliner Tribuene. Después hizo cine mudo actuando en “The Threepenny Opera”, “Diary of a Lost Girl” con la icónica Louise Brooks y “Joyless Street” de G. W. Pabst. Fue en esta época cuando Gert presentó uno de sus más rentables trabajos, “Pausa”, diseñado para llamar la atención.“Fue tan radical simplemente subir al escenario en el cine y no hacer nada”, dijo Wolfgang Mueller. “Hizo esto en los años 20, donde la convención era la velocidad, los negocios, la actividad... Salir y hacer todo lo contrario fue muy, muy moderno”. En 1933, los nazis le prohibieron seguir actuando por sus raíces judías. De modo que se mudó a Londres, donde continuó actuando en el escenario y apareció en el cortometraje experimental “Pett and Pot”, dirigido por Alberto Cavalcanti. Fue su último trabajo

cinematográfico hasta su regreso triunfal a mediados de los años sesenta. Hacia 1938, a los 40 años, vivía en Nueva York, en una comunidad de refugiados judíos lavando platos y posando como modelo desnuda. Le resultó imposible revivir su carrera anterior, pero en 1941, abrió el Bettlerbar, un restaurante cabaret desvencijado lleno de muebles desiguales al que asistían personalidades como Jackson Pollock y Tennessee Williams. Aunque los requisitos de licencia la obligaron a cerrar, Gert volvió a Alemania en 1950 e introdujo este concepto de bares abatidos, amueblados con piezas aleatorias que triunfó enseguida. De vuelta en el Berlín de posguerra, una vez más tuvo que empezar de cero. Abrió el cabaret Hexenkueche e hizo un regreso triunfal a la pantalla con el drama surrealista de 1965 “Julieta de los espíritus”, dirigida por Frederico Fellini. Pronto fue elegida por Rainer Werner Fassbinder y Volker Schloendorff en otros proyectos importantes. La fama siempre la eludió. “Creo que es un poco invisible”, dijo Wolfgang Mueller. Pasó sus últimos años en la lujosa isla de Sylt, donde dirigió un bar llamado Ziegenstall. Poco antes de su muerte, Schlöndorff realizó un documental sobre ella en el que afirmó: “Sólo quiero ser amada en el escenario, pero en la vida realmente no me importa”. Tal fue el grado de su aislamiento que, cuando murió en 1978, tardaron alrededor de cuatro días en enterarse. 29


SYLVIA VON HARDEN El retrato de Sylvia von Harden se convirtió en uno de los paradigmas de la Nueva Objetividad. Otto Dix omite deliberadamente cualquier referencia a la profesión de Sylvia von Harden porque no le interesa como personaje, sino como modelo de un nuevo tipo de mujer emancipada que rompe con los estereotipos clásicos femeninos. Para destacar esta idea, enfatiza su aspecto andrógino con ese pelo a lo garçon, un vestido nada ajustado, su famoso monóculo…y la presenta haciendo cosas que se consideraban típicamente masculinas. Figura legendaria del “Romanisches Cafe” berlinés, modelo de Otto Dix y de otros, era una mujer trabajadora y atrevida (fumaba, amaba y bebía). Nació en una familia burguesa de Hamburgo en 1915. Comenzó a frecuentar el bohemio café que se convirtió en su escenario. Entre 1918 y 1920 escribió una columna mensual para Das junge Deutschland. En 1919 la revista Die Bücherkiste publicó su primer gran trabajo en prosa, Die Maske. Un año después, apareció su primera colección de poemas Lyrikband Verworrene Städte Kinky. Escribió también pequeños artículos sobre románticas mujeres, guiones de películas y críticas literarias y bajo pseudónimo novelas de probablemente diez centavos. Era amiga de las poetas Paula Ludwig, Else Rüthel y Emmy Ball-Hennings. Estuvo enamorada de Ferdinand Hardekopf, pero la relación duró apenas dos años. Se casó con con Félix Lehr (1922), pero tam30

bién fue muy breve. En 1927 apareció Die italienische Gondel, el segundo libro de poemas. Le encantaba viajar por Europa. En 1936 tuvo que huir a Suiza, más tarde a Italia e Inglaterra. Pasó sus últimos años con dos mujeres, Miss Jones y Gert, una fotógrafa de Dresde. Se dedicó a escribir cuentos para el periódico Frankfurter Rundschau, mantuvo una extensa correspondencia y trabajó en sus memorias Meine platonischen Lieben, que nunca aparecieron. Murió en Coxley Green, Inglaterra en 1963. Incluso siendo mayor continuaba sorprendiendo con su belleza, impresionante, dura, siempre con un cigarrillo. Nunca alcanzó reconocimiento como poeta y hoy estaría completamente olvidada si no fuera por la pintura de Dix. “Ich glaube kaum, dass ich die Verkörperung jener Berliner Boheme war nach dem ersten Weltkrieg, vielmehr behauptet man heute noch, dass ich überhaupt die letzte Romantikerin Berlins zwischen 20-30 war.” “Apenas creo que fui la encarnación de esa bohemia de Berlín después de la Primera Guerra Mundial, sino que hoy sigo afirmando que fui la última mujer romántica en Berlín entre las edades de 20-30”. Escribió Sylvia a Hans Sahl en 1969



CLAIRE WALDOFF “Soy y seré una cantante del pueblo. Esa es mi misión, y me la tomo muy en serio. Mire usted: cuando hoy me suba a un escenario y cante mis melodías, quizá mucha gente diga, especialmente ahora que estamos en guerra: “Qué bonitas canciones, pero la vida real es otra cosa”. Pero lo que yo quiero es cantar sobre la vida, sobre el pueblo y para el pueblo, de estos tiempos y sus necesidades” (Breslauer Zeitung, 1943). Nació el 21 de octubre de 1884 en una familia numerosa de Gelsenkirchen, pueblo minero de la cuenca del Ruhr. Su padre había sido minero en Oberhausen, y con los ahorros que pudo reunir adquirió una pensión. Se rumoreaba por su pelo rojo que Clara era hija de unos vecinos de la familia y la adoptaron. En 1890 se mudó toda la familia a Oberhausen, donde tenían además de alojamiento se hacían espectáculos. Clara comenzó a asistir a la escuela y a clases de piano. En 1896 Friedrich Ködding, padre putativo de Clara, se casó con Else Pothoff, un matrimonio por interés que cambiaría la vida de la artista. Su presencia no agradaba mucho a la nueva pareja, por lo que se buscó la manera de alejarla de Oberhausen. La enviaron entonces al Instituto para señoritas de Hannover y se prepararía para hacer la carrera de Medicina. Allí empezó a frecuentar el Café Kröpcke, lugar de reunión de numerosos artistas, y comenzó a desarrollar su afición por el teatro, que debió de nacer contemplando los espectáculos que se ofrecían en el local de su padre. Durante aquel tiempo escogió Clara el que 32

sería su nombre artístico, Claire Waldoff. Estando en Hannover con le llegó la noticia de que sus padres se habían separado y abandonó el Instituto para dedicarse al teatro. Sus tutores, los Schmitz, pidieron consejo a sus padres en Oberhausen, pero el empeño de Claire siguió ganó. Hizo una prueba para el Fürstlichen Sommertheater de Bad Pyrmont y consiguió su primer empleo, con un sueldo de 40 marcos mensuales. Pero al acabar la gira veraniega de la compañía Claire se quedó otra vez sin trabajo y tuvo que regresar a Hannover, pero no logró encontrar otro trabajo. Mientras soñaba con poder ir a Berlín, meta de todo artista alemán de la época, estuvo ejerciendo oficios diversos con los que poder sobrevivir. Al comienzo de la temporada teatral en Hannover volvió a intentar que le dieran un papel. Por fin encontró una oportunidad en Kattowitz, en el Kattowitzer Interimstheater. El ritmo de trabajo era frenético, pero consiguió sus primeras críticas positivas publicadas en un periódico. Después trabajó con un pequeño grupo de teatro, pero no les iba muy bien y decidió dar el salto a Berlín. Se alojó con una antigua amiga de Hannover, Anni Vara, que trabajaba como actriz en el teatro Fígaro, y que le ayudó a conseguir sus primeros papeles. A los cuatro meses quebró el teatro y Claire tuvo que sobrevivir gracias a la ayuda de sus amigos artistas. Tras pasar brevemente por varios teatros hizo una


prueba en el Roland von Berlin que pretendía incorporar nuevos artistas que revitalizasen el negocio. Schneider-Duncker le hizo una prueba a Claire, y su simpatía y frescura le persuadieron para darle una oportunidad. Se sentía un tanto desplazada entre sus nuevos compañeros de trabajo, gente con más experiencia y refinamiento, y por eso se preparó a fondo para afrontar el nuevo reto. Tuvo su primer encontronazo con la censura pues el texto que le habían dado era de carácter antimilitarista y además una norma prohibía a las mujeres aparecer en un escenario con traje masculino después de las once de la noche, y esa era precisamente la indumentaria de Claire, que por cierto acabaría siendo una de sus señas de identidad. Schneider-Duncker pensó en despedir a Claire, pero está se negó y le dieron unas partituras nuevas. La interpretación fue un rotundo éxito. El director Schneider-Duncker, al ver la reacción del público, corrió a encargar nuevos carteles publicitarios para el espectáculo. En ellos se leía: Claire Waldoff, la estrella de Berlín. Su estilo fresco y desenfadado, basado en la mímica y en una mirada vivaz, su presencia sobre el escenario, habían conquistado a la Gran Ciudad. En la temporada siguiente, la del año 1908, Claire empezó a trabajar en el Chat Noir de Rudolf Nelson. Este empresario, compositor y pianista, muy bien relacionado en los círculos de poder, conseguía para sus locales privilegios que no se podían permitir otros. Así, Claire Waldoff pudo lucir sin problemas sobre el

escenario sus trajes masculinos. A partir de entonces su carrera no dejó de promocionar. Empezó a cantar en otros cabarés, como el Linden-Cabaret; conoció a grandes estrellas de la escena berlinesa y todo Berlín tarareaba sus canciones. Se afianzó como modelo de mujer segura de sí misma en una época en que el feminismo cobraba auge y las mujeres buscaban modelos en los que reflejarse fuera de las revistas de moda. En 1913 presentó en el Linden-Cabaret uno de los mayores éxitos de su carrera: Hermann heeßt er. La carga erótica de la canción sobrepasaba lo que la censura estaba dispuesta a permitir, pero la inconfundible entonación de Claire al pronunciar la palabra stößt le permitía burlar al censor. Su éxito hizo que la llamaran para actuar en el Wintergarten, auténtico templo del mundo artístico berlinés. Allí conoció a Charles Cochran, que en seguida se dio cuenta de las posibilidades de su arte y le invitó a actuar en Londres. Se tradujeron algunas de sus canciones al inglés y al cabo de unos meses se presentó en el teatro Empire, donde volvió a triunfar. La apodaron la diablilla roja. Al poco de su vuelta a Alemania estalló la primera Guerra Mundial lo que significó que la economía de los alemanes ya no estaba como para invertir en divertimentos y los cabarets empezaron a quebrar. Claire Waldoff apareció en el frente de gramófonos con discos que recogían sus grandes éxitos y hacían más llevadera la vida en las interminables guerras de trincheras. 33


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En 1917, con 31 años, estrena Drei Alten Schachteln, obra que se repondría numerosas veces y que supuso su mayor éxito como actriz, interpretando a la cocinera Auguste. Allí canta Ach Jott, wat sind die Männer dumm (Dios mío, qué tontos son los hombres), con música de Kollo. El 11 de noviembre de 1918 se firma el armisticio que pone fin a la guerra. Poco a poco el país recobra su pulso y la vida teatral se recupera lentamente. La gente quiere ahora divertirse y alejarse por unas horas de los tremendos problemas políticos, sociales y económicos que atraviesa el país. Comienza así la época dorada del cabaret. Mientras aún representaba la obra anterior, enpieza Claire a ensayar otra nueva. Se titula Alwine y se estrena en septiembre de 1919 en el Schwarzer Katter de Nelson con la participación, entre otros, de Kurt Engel y Olly von Roeder. Claire se enamoró perdidamente de Olly von Roeder con la que ensayaba una nueva obra para en Schwarzer Katter. Esta última, de 32 años, era una mujer muy hermosa, morena, de tez blanca y bonita figura. A principios de 1920 se fueron a vivir juntas a un piso de la calle Regensburg. Olly se ocupaba de administrar el trabajo de Claire: contratos, intendencia… Tras la guerra las cosas habían cambiado y Claire se esforzaba por adaptarse a los nuevos tiempos: sin censura y con una nueva generación de artistas que traían un estilo nuevo y el efecto de la inflación. En 1923 se estabiliza algo el marco. Claire decide ha-

cer un viaje a París en busca de nuevas tendencias que importar a Berlín. En 1924, con 40 años, se estrena An alle, una de las mejores revistas de Charell. Allí participó lo mejor de la escena berlinesa, y en ella canta Waldoff una de sus más conocidas canciones: Warum soll er nicht mit ihr. En ese mismo año participa en otra revista de Charell, Von Mund zu Mund. En esta revista se conocieron Claire Waldoff y Marlene Dietrich. Se ha hablado mucho sobre la amistad entre estas dos mujeres. Marlene tenía entonces 24 años y era una joven de una belleza deslumbrante que intentaba abrirse camino como actriz. El carácter cordial de Claire hizo que enseguida se mostrara dispuesta a ayudarla, y entre ambas surgió una buena amistad que llevó a los cotilleos. Claus Clauberg pasa a ser su pianista y compositor a partir de 1930. Claire pasea sus canciones por teatros de toda Alemania como la estrella del momento: Korso, Femina Palast, Volkswohl-Trianonsaal, Scala. De su gran éxito en este último escribe Friedrich Hollaender unas palabras muy reveladoras sobre el arte de Claire Waldoff: “Recibió una ovación impresionante. Es increíble cómo esta mujercita, ahí sola sobre el escenario de la Scala, sin moverse, simplemente interpreta sus canciones y consigue así un enorme aplauso. No corre, no hace ningún movimiento, simplemente está ahí. Impresiona por su fuerte personalidad. En el momento en que sube al escenario se hace el silencio abso35


absoluto. Domina la situación por completo.” A finales del año 1932 los nazis llegan al poder. Claire participa por aquellas fechas en un concierto benéfico para los niños pobres. Hay entonces 6 millones de parados en toda Alemania. Pero a las nuevas autoridades no les gusta la forma en que Claire se implica en estas actividades. En mayo de 1933 Claire viaja a Londres con Olly para una nueva gira. Allí meditaron sobre la posibilidad de exiliarse, pero ella solo sabía cantar para el pueblo. De vuelta a Berlín, los cambios en el mundo de la cultura se sucedían con rapidez. Se estlablecieron numerosos requisitos para poder actuar y los contratos de Waldoff se redujeron un tercio. Un problema añadido para Claire, cuyas relaciones con el régimen no eran muy buenas, surgió cuando la gente empezó a parafrasear una de sus canciones para mofarse de Hermann Göring, uno de los jerarcas nazis. El texto decía: Rech lametta, links lametta und der Bauch wird immer fetta und in Preußen ist er Meester Hermann heesst er! (Medallas a la derecha, medallas a la izquierda y la barriga cada vez más repleta y es un líder entre los alemanes ¡se llama Hermann!) La propia Claire decidió enviar una carta a Göring si tenía algo en contra de su canción, a lo que el político 36

respondió que podía seguir cantándola sin problema. En el año 1934 se endurecieron las leyes. Claire estaba en el punto de mira de los nazis. Ante las crecientes amenazas, Claire y Olly deciden comprar una modesta casa en Baviera, que no llame mucho la atención. El 1 de septiembre de 1939 Alemania invade Polonia: comienza la segunda Guerra Mundial. En noviembre de 1943 una bomba destruye por completo su casa de Berlín. Al terminar la guerra Claire tiene 60 años y comienza a reconstruir su carrera, pero no le es fácil. Su reaparición tras la guerra se produce en el Bunte Würfel de Munich. En 1947, durante una gira por toda Alemania, Claire sufre un ataque al corazón, que le obliga a estar varias semanas ingresada en un hospital. En mayo de 1949 finaliza el bloqueo de Berlín, aunque Claire sigue sin poder actuar, y tiene que hipotecar su casa. En 1950 logra por fin arreglar su vuelta a Berlín: firma cinco conciertos en el Primuspalast, el Titaniumpalast, el Admirals-Cabaret y el Corso-Theater. A su llegada, le sobrecoge el aspecto desolador de la capital: el Tiergarten, los edificios, las carreteras... todo destrozado. A principios de 1951 empeora su estado de salud. En Berlín se organizan actos para recaudar fondos para ella, y el Senado le otorga una pensión vitalicia de 150 marcos. En los meses siguientes escribe una autobiografía, publicada con el título de Weeste noch... En 1953 sufre un nuevo ataque, que le obliga a ingresar


nuevamente en el hospital. En los años siguientes recibe el reconocimiento de sus colegas y de la prensa de ambas Alemanias, especialmente por su 70 cumpleaños. En la nochevieja de 1956 sufre un nuevo ataque al corazón. Después de varias semanas en el hospital, fallece el 22 de enero de 1957.

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ANĂ LISIS ADGB Escuela Sindical en Bernau Hannes Meyer 1928-1930


La Escuela Federal de Bernau se construyó entre 1928 y 1930, tras ganar Hannes Meyer, entonces director de la Bauhaus, y Hans Wittwer, maestro del departamento de construcción y jefe de la oficina de construcción de la Bauhaus, el concurso convocado por la ADGB. “ADGB” son las siglas que designan a la Federación General de Sindicatos Alemanes: Allgemeiner Deutscher Gewerkschaftsbund. Un organismo fundado en 1919 de la mano del Partido Socialdemócrata Alemán y que pronto se dio cuenta de la necesidad de formar a los funcionarios. Su diseño es aún considerado como un ejemplo paradigmático de la arquitectura funcional. Los arquitectos aprovechan la oportunidad de construir una escuela para plasmar en ella sus ideas políticas y sociales. Meyer y Wittwer no emplearon elementos simbólicos en su diseño. Se alejaron de cualquier esquema o disposición centralizada y jerárquica. Pretendían generar una obra cuya formalización sintetizara el nuevo orden social que residía detrás del planteamiento de la ADGB y propiciar nuevos modelos de enseñanza y de vida, coherentes con tales principios. Emplearon como estrategia proyectual la serie. El proyecto podría entenderse como una directriz escalonada que guía la repetición de un elemento: el pórtico estructural de hormigón armado, que va configurando diferentes volúmenes desfasados los unos respecto de los otros tanto en panta como en alzado. Así, aparecen en un extremo las áreas comunes del 40

tipo acceso, recepción, auditorio, oficinas, cocina y comedor. A continuación, los bloques que albergan los dormitorios de los estudiantes. Todos son independientes. Y todos presentan tres alturas y una caja de escaleras, cinco habitaciones dobles y un baño común por planta. Y en el extremo noreste ubican la biblioteca, dos salas de estudio y gimnasio en la planta baja; y tres grandes aulas en la primera planta justo encima del gimnasio. Los cuatro bloques escalonados de la zona sur son las viviendas de profesores. Están configurados en dos plantas y absorben un fuerte desnivel del terreno. Por eso el acceso se produce por la planta primera. Este nivel contiene las habitaciones, el salón, la cocina y una terraza amplia. En planta baja, en cambio, se sitúa la zona de trabajo y el jardín, que vuelcan hacia el resto del complejo escolar. La secuencia de volúmenes repetidos genera dos espacios exteriores diferenciados en sendos lados de la directriz principal del conjunto, uno orientado hacia el sur y otro, hacia el norte que logran la relación del edificio con el entorno. Así, el espacio exterior del sur es más abierto. En él se encuentran un lago y una piscina de trazado muy orgánico. Y a él vuelcan directamente las habitaciones, el comedor con su terraza semicircular, y las viviendas de profesores. El espacio exterior del norte es más controlado, puesto que queda recogido en cada extremo por los cuerpos de recepción y de aulas. Concebido como una zona más tranquila y privada, a este espacio vuelcan los pasillos y las cajas de escaleras de los bloques centrales, la biblioteca, las aulas y la galería acristalada


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que une todo. Esta galería es un elemento esencial del proyecto pus generosas dimensiones hacen de ella un espacio de relación más que un mero pasillo y es el elemento lineal de conexión que une el vestíbulo, las cajas de escaleras de los bloques, la biblioteca, el gimnasio y las aulas. Trenza y conecta el juego repetitivo de los distintos elementos. “Lo que más destaca en las fotografías aéreas es la flexibilidad, casi plástica, de este edificio, el libre juego de todos sus elementos, que sin corazas acompaña cada movimiento del terreno y de los sentidos. La dictadura de la forma se ha desmontado, la vida sale victoriosa y busca su propia forma” señala, precisamente, el crítico Adolf Behne. Se trata de una forma abierta, esto es lo singular. El conjunto podría crecer en cualquier dirección y hasta cualquier punto. Se ha eliminado cualquier noción de centro. La repetición ad infinitum de habitaciones, agrupadas a su vez en distintas alturas y volúmenes seriados, parece ser la base para generar un nuevo modelo de comportamiento social y formativo. Un modelo donde todos los individuos son considerados iguales y forman parte de una gran masa. La repetición significa ausencia de singularidad, equivalencia e igualdad entre todos los componentes. A su vez, Meyer crea células de 10 alumnos que com42

parten piso en cada bloque. Y cada habitación era compartida por una pareja de alumnos, una nueva agrupación. Subdivisiones dentro de la gran masa buscando generar diferentes relaciones entre los componentes. “El propósito de esta rígida agrupación era dar al trabajador individual, durante su relativamente corta estancia, la oportunidad de identificarse con la vida comunitaria de la escuela de la forma más cercana y rápida posible a través de la camaradería con su compañero de cuarto y a través de la vida en las células” Parece casi un producto industrial. Funcionó durante sólo tres años, hasta que los nazis confiscaron el edificio para su uso como centro de entrenamiento de las SS. Después de la Segunda Guerra Mundial, el nuevo propietario de la escuela, la Federación de Comercio de Alemania del Este (FDGB), amplió el sitio y lo utilizó como un centro de formación para sus miembros. Fue restaurado a su estado original por los arquitectos Winfried Brenne y Franz Jaschke, trabajo por el que fueron galardonados con el World Monuments Fund/Knoll Modernism Prize en 2008. Desde 1977 es un edificio protegido y forma parte de la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO desde julio de 2017.


1. Acceso 2. Vestíbulo 3. Sala de conferencias 4. Comedor 5. Cocina+ 6. Jardín de invierno

7. Habitación de lectura 8. Dormitorios de estudiantes 9. Galería acristalada 10. Edificio de la escuela 11. Clases 43


Vista desde el lago. 4.5.1930 44


GalerĂ­a de cristal 45


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Comedor (pueden apreciarse perfectamente las costillas de hormigรณn)


Aulario 47



UNA PRINCESA EN BERLÍN Arthur R.G. Solmssen 1980



Se trata de una novela ficticia cargada de personajes reales en la que un joven norteamericano decide trasladarse a la ferviente Berlín del periodo de entreguerras animado por su buen amigo Christoph con la intención de convertirse en pintor. El joven Ellis enseguida se ve envuelto en un ambiente de ricos aristócratas judíos que disfrutan de una activa vida social llena de compromisos, fiestas y tejemanejes. Al mismo tiempo que descubre de la mano de su nuevo maestro de pintura la otra faceta de esta gran ciudad cada día más pobre debido a la más importante inflación de todos los tiempos. De este modo Peter Ellis convive con una de las familias más ricas de Berlín, los Waldstein, y al mismo tiempo se mezcla con los más bajos fondos. Unos y otros le van haciendo entender el pasado reciente y el presente de esa Alemania convulsa, a través de amenas conversaciones que nos permiten como lectores sumergirnos en este periodo histórico. Conspiraciones, asesinatos, amor, sexo y el lento afloramiento del latente odio a los judíos, impulsado por las cruces indias, configuran la trama. Resulta increíble la enorme profundidad tratada bajo una falsa apariencia de sencillez. Se retratan a la perfección los años turbulentos de hiperinflación y los cambios sociales que pusieron las bases para el ascenso al poder del nacionalsocialismo, y todo lo que vino después.

Se ilustra muy bien el sentimiento de humillación y rencor tras el Pacto de Versalles, el amor a la patria a pesar de todo, la inflación que provoca que el marco no valga ni el papel en el que está impreso y cómo las ideas nazis se van nutriendo de esta situación e imponiéndose en la sociedad alemana sin que esta sea consciente de la gravedad. Ni siquiera los principales afectados, los judíos, perciben la amenaza hasta que ya es demasiado tarde y la situación es irreversible. Lo cierto es que provoca una cierta angustia al leer ser consciente desde el futuro de lo que acontecerá después a estos personajes que se ganan no solo el cariño del joven Peter, sino también del lector. La novela termina con el obligado regreso de Peter a América y la consiguiente triste separación de su amada Lili y de su querido Berlín. El joven regresa a los Estados Unidos con no más que su inacabada Princesa en Berlín, infinitos recuerdos de esta Gran Ciudad de la que había llegado a sentirse parte y que habría marcado su vida para siempre y una conmovedora carta supuestamente anónima que dicta así: “Warun denn weinen wenn man auseinandergeht, Wenn and er nächsten. Ecke schon ein Andrer steht?” “¿Por qué llorar? ¿Por qué no? No hay nadie en la próxima esquina, nadie a quien quiera tanto... y nunca lo habrá... entonces, ¿por qué no llorar?

Es maravilloso cómo el autor logra trasladarnos a esta época tan terrible y dolorosa y conseguir que 51



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