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teCnoloGía Ciencia made in Ecuador

Ciencia made in Ecuador que brilla en el mundo

Por ÁNGELA MELÉNDEZ | Fotografía CORTESÍA

Su potencial para cambiar el mundo los hizo llegar hasta allí. Son ecuatorianos, tienen menos de 35 años, han estudiado en universidades nacionales y están entre los más innovadores de Latinoamérica. Hace pocas semanas recibieron un reconocimiento de la revista tecnológica del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), uno de los más reputados en su categoría, que los seleccionó de entre más de dos mil candidatos. Un impulso más para Joshua, Roger y Carlos, quienes con ciencia y tecnología buscan mejorar la vida de quienes más lo necesitan.

Están convencidos de que en el país sí se puede hacer ciencia y se la puede hacer bien pero, además, tienen claro que su trabajo debe impactar en la vida de los más vulnerables. De allí que sus proyectos coinciden, de una u otra forma, en eso. Uno busca democratizar el conocimiento en las comunidades rurales, otro expandir la buena nutrición de forma económica y el tercero quiere facilitar la accesibilidad a las personas con discapacidad visual.

Estas tres ideas van tomando forma y esperan crecer como bola de nieve, para lo que ahora buscan el apoyo que les permita llegar a buen puerto. Aquí un relato de estas innovaciones made in Ecuador.

Democratizar el conocimiento, la búsqueda de Joshua

Tiene apenas veintidós años y su proyecto ha impactado, y mucho. Joshua Salazar es estudiante de Física de la Universidad Yachay Tech y, aunque su idea no se relaciona directamente con su carrera, ha recibido un inusitado respaldo. ¿De qué se trata?

Lo que busca Joshua es rediseñar el acceso a contenidos enciclopédicos y académicos, es decir, que no se necesite una conexión a Internet para acceder a ellos, especialmente en las comunidades rurales.

Este proyecto venía gestándose en su mente desde niño por la fascinación que tenía por Encarta, la enciclopedia multimedia digital de Microsoft. “Esa idea empezó a picarme desde que estaba en la escuela, siempre me gustaron las enciclopedias”, cuenta. Pasaron los años y maduró su plan, pero con el objetivo de que el acceso a ese conocimiento fuera gratuito y para todos, y así nació la OfflinePedia. “Hoy tenemos ciencia muy avanzada, comprendemos bastantes cosas del universo… pero estas cosas están en un limbo técnico. El problema de la ciencia ahora no es resolver los problemas del universo para entenderlos, sino volverlos sencillos y despertar esa curiosidad que tenemos cuando somos niños y se va perdiendo”, explica el ganador de la categoría Pionero del MIT.

Para concretar su propósito, junto con sus colegas, desarrolló un computador basado en Raspberry Pi y Kiwix, de bajo coste y con componentes reciclados, como televisores. Las Raspberry Pi son computadoras baratas que se pueden conectar a un monitor, sea una tele vieja o pantallas de computadoras, mientras que el Kiwix es una aplicación que permite descargar contenidos, como la Wikipedia, para leerlos offline. Pero lo técnico no fue lo primero en lo que pensó, antes había ya visitado varias comunidades rurales donde compartía, especialmente con los niños, sus conocimientos sobre matemáticas, física o el universo. Allí se dio cuenta de que “no es difícil motivar a la gente” y que era necesario ayudarles a satisfacer las curiosidades que tienen.

“El problema era que los dejábamos motivados, les enseñábamos cómo funcionaba la ciencia, el universo, las matemáticas… pero se quedaba ahí porque no tenían más herramientas, no tenían acceso a bibliotecas, a libros, a enciclopedias”. Así completó el ciclo, y hace un año y medio en un festival de innovación de su universidad presentó el proyecto y fue tal la aceptación que le propusieron materializarlo y ponerlo en marcha. Empezaron con cien dólares entregados por un profesor y con ese dinero compraron los primeros componentes e instalaron la primera OfflinePedia en la comunidad Cajas Jurídica, en Otavalo (Imbabura).

Allí la gente los acogió, pero algo llamó su atención: la gente quería aprender algo muy lejos de lo que ellos pensaban. “Nos imaginábamos que querían aprender sobre agricultura, ganadería, ese tipo de temas, pero lo primero que empezaron a buscar fue sobre Shakespeare, literatura inglesa”, relata sorprendido el joven físico. Para él aquello demuestra “lo lejos que estamos de comprender el imaginario rural”.

Las OfflinePedia se han instalado en tres localidades más: comunidad El Progreso (Pacto-Pichincha), parroquia La Concepción (Mira-Carchi) y en la comuna San Virgilio (Puyo-Pastaza). En la última, por ejemplo, no tienen energía eléctrica, por lo que el plan es hacerla funcionar con paneles solares, aunque ahora están dañados. “Pero esto es una muestra de que no tenemos un limitante, podemos expandirnos adonde sea, siempre y cuando las comunidades estén motivadas y dispuestas a aprender”, anota Joshua.

La instalación de estos supercomputadores se hace en una casa comunal o en la escuela de la localidad, es decir, un sitio de acceso público para que las personas puedan entrar libremente; así quieren demostrar que “no necesariamente tiene que ser un objeto costoso y difícil de usar”. Los contenidos al alcance incluyen Wikipedia, el material del Proyecto Gutenberg, que contiene todos los libros de literatura universal que son de dominio público y gratuitos; también hay documentales de animales, simulaciones de cómo funcionan los principios físicos, entre otros.

Ahora, en una segunda fase, se proponen realizar estudios etnográficos para analizar cómo las personas están interactuando con el dispositivo y cómo pueden mejorarlo. Además, el plan incluye regresar a cada comunidad para actualizar la versión de Wikipedia y dar seguimiento al aprendizaje.

Pero el sueño va mucho, mucho más allá: “Mi ambicioso plan es que mínimo lleguemos a instalar una computadora en cada comunidad rural del país para que todos tengan acceso a una pizquita del conocimiento que hemos construido en este tiempo, porque no es justo que no todos lo tengamos”. De la mano irá la creación de su propia fundación con el fin de volverse autosustentables para democratizar aún más el conocimiento.

Omega para todos: el ambicioso ideal de Roger

Todo nació con una visión: desarrollar la primera industria de biotecnología de alto nivel en el Ecuador. Desde que cursaba su carrera de Biología en la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), tuvo el instinto de buscar algo que impactara en la sociedad, pero en serio. Así, junto con su colega Brandon Jaramillo y con el profesor Aminael Sánchez, Roger Romero vio que las tasas de obesidad y malnutrición en casi toda Latinoamérica y en el Ecuador iban en aumento, y supo por dónde tenía que caminar.

Las cifras son contundentes. El más reciente estudio de Unicef sobre el tema especifica que, en América Latina y el Caribe, 4,8 millones de niños y niñas menores de cinco años sufren retraso en el crecimiento, 0,7 millones de emaciación (adelgazamiento patológico) y cuatro millones tendrían sobrepeso, incluyendo obesidad. Además, casi cuatro de cada diez niños y niñas menores de cinco años en la región sufren deficiencias en vitaminas y minerales, y el Ecuador, luego de Guatemala, es el país donde más niños no están creciendo bien. Con esta realidad en sus manos, pensaron en una solución: producir ácidos

ROGER ROMERO QUIERE DEMOCRATIZAR EL CONSUMO DE OMEGA-3 CON SU LEVADURA TRANSGÉNICA CAPAZ DE PRODUCIRLA RÁPIDAMENTE Y A BAJO COSTO.

grasos, omegas específicamente, a gran escala y a bajo costo para mejorar la salud de esta población vulnerable. Los ácidos grasos tienen la capacidad de reducir la grasa corporal, ayudar a la pérdida de colesterol y potenciar el desarrollo neuronal y visual. Entonces, “nos dimos cuenta de que no todas las personas podían acceder a estos porque los omegas son costosos y siempre resulta que los más vulnerables, que son personas de escasos recursos, son los que más los necesitan”, cuenta el fundador de SilicoChem y ganador en la categoría Empresario del MIT.

Lo que hace costosos a estos ácidos grasos es su proceso de producción porque, por lo general, se obtienen de plantas o de peces, lo que acarrea ingentes sumas de dinero pero, además, genera un impacto ambiental importante “y como biólogos lo teníamos muy en cuenta”.

¿Qué es lo que hicieron? Usando biología genética lograron reemplazar las plantas y los peces por microorganismos que pueden producir esos mismos compuestos a menor costo y con impactos ambientales muy bajos. Hicieron un diseño computacional previo, antes de trabajar en el laboratorio, para ver si era factible. Así, estudiaron el metabolismo de una levadura, avalada por la Agencia Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), para consumo humano y obtuvieron buenos resultados.

Diseñaron la levadura y para alimentarla usaron melaza, una solución que no estaba contemplada pero que les ahorró tiempo y dinero. Con ingenio consiguieron que la levadura fuera capaz de consumir los residuos de la producción del azúcar como su fuente de carbono, de energía para crecer.

Luego de que crece la levadura, se extraen estos ácidos grasos, sobre todo el ácido docosahexaenoico (DHA), conocido por ser un Omega 3 que contribuye a la salud cardiovascular, cerebral y ocular en todas las etapas de la vida, y el ácido linoleico conjugado (CLA), Omega 6, que favorece la pérdida de colesterol e incluso puede ayudar a incrementar la masa muscular. Un avance sin precedentes.

Para la distribución la idea de Roger es hacerlo mediante las grandes industrias y así llegar a más personas y rápido. Por ejemplo, estos omegas podrían introducirse en la leche y así generar un producto enriquecido a bajo costo. “La leche es de consumo masivo, sería genial que venga con productos como estos omegas”, asegura el biólogo de apenas veintitrés años.

Ese será el segundo paso: concretar alianzas con las grandes industrias de alimentos para democratizar el consumo de ácidos grasos, pero también vincular su distribución con los distintos programas gubernamentales, especialmente de alimentación escolar.

Cristalizar su idea fue posible gracias a un capital de riesgo no reembolsable que recibieron dentro de su propia universidad, donde, además, cuentan con los equipos y laboratorios necesarios. Ahora apuntan a evolucionar su proyecto mediante las grandes aceleradoras del mundo especializadas en biología sintética.

¿Y por qué cree que tendrá éxito? Porque “estamos dejando de lado todo el proceso tradicional de obtención de los omegas, estamos cambiando el mercado en su totalidad, antes había una única forma de obtener omegas, pero al desarrollarlos así estamos diciendo que podemos obtenerlo de una forma mucho más barata y rápida”, dice sin dudar Roger y añade que su interés es “dejar una huella y decir que sí se puede, que en el Ecuador se hace ciencia de alto nivel y que no se necesita ir a estudiar muy lejos para hacerlo”.

Un mundo más accesible es lo que mueve a Carlos Carlos Obando y Hugo Jácome tienen intereses comunes desde hace varios años, pero en 2016 unieron sus mentes para

producir tecnología que facilite la vida de las personas con discapacidad. Carlos era docente en la Universidad Técnica del Norte de Ibarra y decidió “lanzarse al vacío” por un anhelo superior. Fundaron su propia empresa, Talov, y desde allí no han parado. Su primera aplicación, SpeakLiz, lanzada en enero de 2017, fue resultado de un trabajo sin descanso, de jornadas extenuantes que finalmente dieron sus frutos. SpeakLiz es una poderosa herramienta de inteligencia artificial (IA) diseñada para la comunidad de personas con discapacidad auditiva, es el siguiente paso en la evolución del lenguaje de señas. Lo que permite esta app es reconocer el lenguaje de señas y transformarlo en voz y texto en tiempo real mediante el uso de dispositivos inteligentes.

Asimismo, SpeakLiz detecta parámetros acústicos e identifica sonidos a su alrededor, como vehículos de emergencia, alarmas, voces femeninas, masculinas, infantiles, etc., y una vez que lo hace, alerta a los usuarios por vibraciones y señales visuales. Otra de sus funcionalidades es que, cuando una persona habla con un usuario de SpeakLiz, su voz se convierte al formato de texto en tiempo real. Así, la persona puede leer lo que se dice y responder en consecuencia. Este primer desarrollo tecnológico fue probado en sus inicios por los estudiantes de la Unidad Educativa de Sordos de Ibarra, quienes les transmitieron sus necesidades y preocupaciones. Así, ellos pudieron ajustar la app para que sea plenamente funcional. Pero tenían que seguir evolucionando y en 2019, investigando sobre la tecnología de IA y realidad aumentada, vieron que podían desarrollar una nueva herramienta, ahora para personas con discapacidad visual. De este proceso nació su segunda aplicación: Vision, con el propósito de dar mayor independencia en sus actividades cotidianas a este grupo de la población.

“Siempre pensé que la tecnología debía aplicarse para solucionar desafíos sociales y ha sido un punto importante desde que era estudiante. La tecnología móvil ya no es un lujo, es una necesidad, la mayoría de personas tenemos un teléfono móvil y por eso, diseñando aplicaciones móviles, podemos llegar de manera efectiva a las personas con discapacidad”, expresa el también CEO de Talov, cuya profesión de ingeniero mecatrónico no estaba muy vinculada a este tipo de desarrollos, sin embargo, a través de los años ha buscado la forma de aprender más sobre el tema.

Vision tiene varias funcionalidades. Utiliza IA en tiempo real para identificar objetos, dinero, colores, distancias aproximadas y leer texto con la cámara del teléfono en 35 idiomas.

Por ejemplo, usando la cámara, indica al usuario si tiene un objeto cerca; también le ayuda a distinguir la denominación de los billetes de varias divisas del mundo. Además, detecta texto escrito en el idioma del dispositivo, lo lee, y permite calcular la distancia aproximada de un objeto y su color.

Un tema importante es que todos los modelos de IA desarrollados por Talov, ganadora en la categoría Humanitario del MIT, son precargados en el teléfono, es decir, no hay necesidad de Internet, únicamente se precisará conexión cuando haya una actualización que instalar.

Los principales usuarios están en Japón, Alemania, Finlandia y Francia; también en Estados Unidos. Hasta ahora cuentan con 2 083 usuarios en 84 países, desde donde les llega, sobre todo, gratificaciones. Un usuario en Argentina les escribió a agradecer porque debido a esta funcionalidad había podido matricularse en la universidad y continuar sus estudios.

Ahora tienen nuevos planes. En el horizonte más cercano está “trabajar con la discapacidad intelectual y física, porque el objetivo es generar tecnología para todas las discapacidades”, aclara el ibarreño de 33 años. Respecto a la discapacidad intelectual ya tienen algunos avances que se relacionan con personas con autismo o que no pueden comunicarse.

Aunque el financiamiento es la parte más compleja para avanzar en sus propósitos, el ingenio y la innovación que imprimen en sus ideas les ha hecho merecedores de capitales semilla y de otros fondos que les han permitido mantener y evolucionar su trabajo. “Emprender en el Ecuador es muy duro, hay muchas cosas en contra, no es fácil, sinceramente no me veía en proyectos tan grandes, pero confiaba en que la perseverancia algún rato daría sus frutos”. Y sí, así ha ocurrido.