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AGRIDULCE

AGRIDULCE

Hola amigos, hoy quiero presentaros a una persona que lleva mucho tiempo vinculado a Monzón, pero que ha sido desde el pasado mes de septiembre, cuando su presencia se ha hecho más diaria y más directa. Algunas personas ya lo debéis conocer, o por lo menos su voz, ya que es el director de ONDA CERO CINCA. Su nombre es Francisco Aznar.

Paco, para mí es una “osadía” entrevistarte a ti, un periodista, me imagino que alguien se me habrá adelantado, pero nunca pensé poder hacer algo así… Como sabes, soy colaboradora de la revista “RÁFAGAS DEL CINCA” que se edita en el centro de día de Monzón y cuyos contenidos los redactamos personas mayores, y que nos lo tomamos como una distracción que nos ayuda mucho. Estamos alrededor de ocho personas, más la directora; ella, bastante más joven, es Lorena Romero.

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Antes venías a Monzón de una forma más puntual, pero desde septiembre acudes diariamente, ya que la emisora tiene su sede física aquí; ¿qué tal te encuentras entre nosotros?

Como esperaba, muy bien. Vengo cada día a hacer lo que más me gusta en la vida, que es intentar contar historias, llegar a las personas, todo ello desde un medio tan mágico como es la radio.

Aunque tomáis de alguna forma el relevo de Radio Cinca 100, ahora llegáis a más comarcas y de la mano de una programación más informativa, frente a la versión musical de antes. ¿Se han aceptado bien estos cambios? ¿Está siendo duro el inicio?

Asumimos que todos los cambios necesitan un tiempo para asentarse. Pero estamos convencidos de lo que hacemos y no tengo duda que, poco a poco, esta radio será ‘la radio’ de muchas personas.

La opción elegida fue ONDA CERO, ¿ya tenías contacto con ellos? ¿cómo surgió la idea?

No. Pero surgió un interés mutuo, y cuando dos quieren los caminos se cruzan. Creo que es una decisión que nos beneficia a ambas partes, y espero que sea larga y fructífera.

Además de un director, para que todo funcione, es importante tener un buen equipo, ¿Cuántas personas trabajáis en la emisora? Y ¿cómo os repartís las tareas?

Es fundamental el equipo. Sin un grupo humano convencido, humilde, solidario y profesional no es posible conseguir nada. En estos momentos, en Onda Cero Cinca trabajamos 5 personas: 3 periodistas, 1 comercial y yo mismo. El reparto de tareas se va puliendo cada día, porque siempre es susceptible de ser mejorado. Pero si hay voluntad de querer, todo es más sencillo.

¿Como es exactamente vuestro trabajo diario? ¿Os llegan las noticias porque las envían los interesados o sois vosotros los encargados de buscarlas?

Un poco de todo. Pero el verdadero periodismo está en la calle; esa es la mejor agencia de noticias. Siempre contrastando las informaciones y dando voz a todas las partes.

¿Qué noticia te gustaría dar?

Querría abrir un día el micrófono y poder contarle a los oyentes que los valores de la humildad, respeto, generosidad, amor al prójimo han convencido al ser humano como mejor marco de convivencia para una vida en común. ¿Imposible? Hace 2000 años, Jesucristo nos enseñó el camino…

¿Cómo ves, desde tu posición, el futuro de nuestra zona?

Siempre con optimismo. No creo en los argumentarios victimistas; huyo de ellos. Con trabajo, esfuerzo y convencimiento en lo que uno hace, todo se puede conseguir. Y en caso de no llegar al objetivo, nunca podrás reprocharte nada. Es evidente que vivimos en un territorio privilegiado, y que no debemos quejarnos de nada. Al contrario, agradecer a la vida lo que nos ha dado, y hacer todo lo posible por dejar un mundo mejor a nuestros hijos; o por lo menos igual que el heredado de nuestros padres.

Paco, ¿algo más que tú quieras contarnos y que a mí no se me haya ocurrido?

No se te ha olvidado nada, pero querría significar la labor de personas como tú, a la hora de intentar hacer algo por los demás, sin esperar nada a cambio; es el caso de esta revista y de otras muchas historias en las que seguro has colaborado a lo largo de tu vida. Necesitamos muchas personas como tú, Rosario.

Para finalizar, decirte que me alegro de haberte conocido y de pertenecer a tu grupo de colaboradores; me lo pones muy fácil y es agradable trabajar a tu lado. Con lo tímida que he sido siempre, nunca hubiera pensado en esta actividad después de jubilarme. Así que primero le doy las gracias a Carlos Ansaldo por pensar en mí y ahora a ti por seguir confiando.

También deseo, que la ilusión que tienes y transmites, sea para bien, y cada día haya más oyentes de Onda Cero Cinca.

Y felicitarte también porque has demostrado ser muy valiente, igual tú que todas esas personas emprendedoras que os embarcáis en la puesta en marcha de un negocio, ¡enhorabuena y suerte para todos!

Pienso que no hay nada más noble en el ser humano que cuidar a las personas que deambulan junto a él en el camino de la vida. Hoy creo que, más que nunca, es necesaria una ética del cuidado, cuyo principal activo sea la virtud de la atención al otro, expresada en la cercanía, la acogida, la atención o sanación de las heridas que mortifican a nuestros hermanos.

Frente a tantos reclamos como a nuestro alrededor nos invitan a disfrutar de la vida haciéndonos sentir el ombligo del mundo y prescindiendo de los demás, la ética del cuidado nos compromete a descentrarnos y a mirar la realidad desde otro ángulo. Se trata de poner por delante siempre a los otros.

Eclesialmente, el papa Francisco nos ayuda a comprender que hoy nuestra presencia en el mundo debe poner mayormente de relieve la misericordia y la ternura, en un mundo de soledades y violencia, vulnerabilidad y abandono… Francisco apunta al corazón del ser humano a poner por delante a quien sufre y sangra, a cuidar con mimo olvidándonos de nosotros mismos.

Si alguien nos preguntase qué es lo más importante en esta vida, seguramente muchos responderíamos que el amor. Pero este amor que da sentido a todo necesita de apellidos, contextos, muchas aclaraciones porque, sabemos como sabemos, que por amor algunos hieren y matan.

La compasión es la palabra por la que no se hiere, no se tortura, no se apresa y no se mata…, antes al contrario, evita todo eso. Y hoy como siempre hay otra palabra, la mejor de todas, la traducción inequívoca de la compasión, el origen, el sentido y el fin de lo que somos: el cuidado.

Cuentan las redes que, al parecer, al término de una conferencia, alguien preguntó a la antropóloga Margaret Mead qué considera ella como primer signo de civilización en la humanidad. Podría esperarse una respuesta que nos hablara de pinturas en cuevas, enterramientos, o utensilios, pero no, no fue esa la respuesta: “un fémur fracturado y sanado”. En el reino animal, una fractura en un miembro no llega a cicatrizar, pues supone la muerte segura antes de que apenas empiece a soldar el hueso.

Es así el no poder huir, defenderse ni procurarse alimento, y así debe ser para que puedan sobrevivir los miembros más fuertes. La evidencia de un hueso humano fracturado, consolidado y sanado evidencia que hubo alguien que lo acompañó, lo protegió, lo alimentó y, probablemente le inmovilizara la pierna…alguien que lo cuidó.

Más allá de la anécdota, parece que el cuidado de los más vulnerables ha sido una constante en la humanidad desde sus más remotos antepasados.

El cuidado al que nos referimos no es una suerte de instinto maternal o de compasión innata que surge espontáneamente al ver a alguien en situación de vulnerabilidad. El cuidado es mucho más que eso, en absoluto innato para muchos, que tiene más que ver con un largo proceso de aprendizaje que comienza con la experiencia de sentirse cuidado, continua con el reconocimiento de vulnerabilidad del otro, así como su intrínseca dignidad, y, finalmente culmina con la responsabilidad para construir un mundo profundamente humano.

En definitiva el ser humano es, por naturaleza, vulnerable. Al mismo tiempo, el ser humano es ser moral. Cualidad esta sólo humana, pues solo los seres humanos disfrutamos de ese preciado tesoro que es la libertad. Ya no somos esclavos del instinto, sino que nuestra racionalidad nos permite aprender del pasado, conocer el entorno, proyectar un futuro, y desde ahí, tomar decisiones autónomas y responsables.

La vulnerabilidad y el cuidado son dos realidades que conviven en nosotros estrechamente interconectadas. Ir a los demás y cuidarlos, lejos de ser una debilidad, supone una fortaleza en la propia vulnerabilidad, supone una fortaleza, pues nos habilita para el encuentro. Conmovernos y cuidar compasivamente al otro nos hace humanos y no hacerlo supone una merma de nuestra humanidad. La respuesta ética del ser humano sujeto moral consiste, en definitiva, en percibir y desentrañar la “muda llamada del amor”.

Cuando me contaron la historia pensé que no podía ser real y que, en realidad, debía tratarse de una historia de novela rosa. Pero he hecho algunas indagaciones que me han corroborado la veracidad de la misma.

La historia se refiere al muy famoso, y conocido de todos, “PALAU DE LA VIRREINA”, que se halla ubicado en la Rambla de Barcelona, junto a la calle del Carmen. El estilo arquitectónico en que está construido está a medio camino del Barroco y el Rococó y fue declarado monumento nacional por el Estado Español en el año 1941.

El citado palacio fue mandado construir, en el siglo XVIII, por D. Manuel Amat Junyent (les suena la plaza Virrey Amat en Barcelona) que fue Virrey del Perú y marqués de Castellbell.

Cuentan las crónicas que D. Manuel Amat, que había atesorado una gran fortuna durante sus años de Virrey del Perú (como ven, el atesorar grandes fortunas por los “gerifaltes”, no es algo moderno, aunque el “oficio” perdura), tenía un sobrino que era más bien “bala perdida” o “cabeza loca”, y al que, para ver si le hacía ir por el “buen camino”, le buscó una esposa.

La persona que le buscó para que fuera la esposa era una damisela de 16 años y de familia acomodada (aunque el dinero para el Virrey Amat era lo de menos) y ambas familias concertaron la boda.

El día fijado para los esponsales estaba la iglesia llena de deudos, de invitados y de curiosos y la novia y sus familiares esperando a que llegara el novio.

Pasaba el tiempo y el novio no hacía acto de presencia, por lo que los familiares de la novia, hartos de la espera, decidieron dar por roto el compromiso matrimonial con amenaza de emprender acciones legales contra el novio y su familia.

En esto, se adelantó el Virrey Amat y poniéndose de rodillas delante de la novia, al tiempo que le pedía perdón por el ultraje a que la había sometido su sobrino, le dijo “Señora, perdonad la ofensa que os ha infligido el cabeza rota de mi sobrino y quiero deciros que, si yo no fuera tan mayor, ahora mismo os pedía en matrimonio y me casaba con vos para reparar la humillación sufrida”.

La doncella, que vio que se le abría el cielo con aquella petición de mano, mirando con ojos virginales al Virrey y a sus padres, contestó: “acepto complacida, señor, y os prometo seros fiel y leal”.

Aprovechando que estaban en el recinto eclesial y el mosén presto para casarlos, se procedió a unirlos en santo matrimonio.

Sigue diciendo la crónica que el Virrey Amat, ya mayor de edad, achacoso y casado con una doncella muy joven, tardó muy poco en dejar viuda, con lo que ésta devino en heredera de los bienes del Virrey entre los que se encontraba el Palau, el cual a partir de ese momento se le empezó a conocer con el nombre que actualmente tiene: EL PALAU DE LA VIRREINA.

Como puede ver el lector de esta pequeña crónica, la historia es conmovedora y, como dicen los italianos, *“se non è vero, è ben trovato” * “si no es verdad, bien está”.

Primavera

Marzo es el tercer mes del año, donde empieza la Primavera, que durará exactamente 92 días. Una estación querida por la mayoría de la gente Y no tan querida, por las distintas alergias que hay.

Las flores abren sus pétalos de hermosos colores y desprenden diferentes aromas. Las rosas, las orquídeas, los gladiolos ¡Qué bien huelen!

Vemos los diferentes tipos de aves, que vuelan por el inmenso cielo azul, por delante de las nubes, que son como bolas de algodón en el cielo. Las gaviotas, las golondrinas, las cigüeñas, los pinzones..., a todas se les oye cantar y nos animan con sus sonidos. Esos sonidos nos dan energía para empezar un nuevo día…

El día se va alargando cada vez más y el reloj se retrasa una hora. Tenemos más horas de sol. El sol brilla más y más, con sus rayos calentando el planeta. Se disfruta mucho de estos días. La gente sale más a la calle a pasear, a disfrutar de la naturaleza, a realizar diferentes tipos de deporte…

En esta estación disfrutamos de los frutos del bosque, como las fresas, las frambuesas, las moras -negras y rojas-..., todas riquísimas, al natural o en postres, ¡¡uhm…!!

¡Oh! ¡Linda Primavera! ¡Disfrutad!

Pilar Aventín Del Villar Fotografía: Ainhoa Ollero Naval

Hace muchísimo tiempo, cuenta la leyenda, que en unas, muy, muy lejanas tierras, existía un país donde sus pobladores vivían en pequeños pueblos, donde las casas eran de barro con muros gruesos de albañilería en adobe, o de madera arrancadas de los árboles del bosque cercano, y cubiertas de caña y estera de totora, paja brava con barro. La vida de sus moradores transcurría pasivamente sin sobresaltos. Los hombres trabajaban en el campo o en otros oficios y las mujeres se centraban en llevar sus casas y en el cuidado de los niños. En la mayoría de estos humildes pueblos eran muy frecuentes, y admitido por todos o por la mayor parte, las leyendas, supersticiones, o simplemente cuentos de los ancianos sabios.

La religión se identificaba por modestas iglesias hechas por los propios moradores construida con muros gruesos de adobe, las techumbres construidas en madera y cubiertas de caña, similar a los materiales empleados en la construcción de sus casas.

Uno de los pueblos era Santa Laura, cercano a un bosque con muchos árboles; contaba la leyenda que en este bosque, vivían Duendes, Hadas, Brujas y Ermitaños que junto a los animales, compartían pequeñas y grandes historias. Uno de estos árboles, llamado el Anciano Campanillero, fue creciendo tanto, a lo alto y ancho, que se distinguía a lo lejos; era enorme, robusto, anciano y con una gran copa que proyectaba una gran sombra. El nombre venía porque sus hojas, al ser movidas por los fuertes vientos y rozar entre ellas, hacían un ruido muy curioso, como el repicar de campanillas.

Las características especiales de dicho árbol, por su grosor del tronco y su altura, siendo el más alto de bosque, fue elegido por una pequeña hada de largos cabellos rubios y ojos azules, de nombre Margarita, y su amigo, el duende Nicolás, con el paso de cientos de años, ambos envejeciendo a la sombra de aquel gran árbol, por las tardes, la abuelita Margarita se sentaba en el borde del tronco del árbol, para mendigar a quienes pasaban cerca de ella, pidiendo algunas monedas para comer, acompañada de la música del violín del duende Nicolás.

Cerca del pueblo vivía Paul, un hombre que era muy rico, pero también egoísta y avaro. Un día, de regreso a su casa, el hombre pasó cerca de Margarita, quien le pidió algunas monedas para comprar comida, pero el hombre se negó y decidió no volver a tomar ese camino para evitar a la mendiga para siempre.

Paul, el hombre avaro, vivía en una robusta cabaña, con una joven criada llamada Rocita, a quien hacía trabajar sólo por un escaso plato de comida al día y algunos centavos a la semana. Cada vez que el hombre tenía que pasar por el lugar donde estaba el hada Margarita, para hacer las compras en el pueblo, enviaba a su criada, para no tener que darle limosna a la mendiga, pero lo que el hombre no sabía que era la criada que hacía tiempo ya que iba a visitar a la abuelita y compartía con ella el poco dinero que el hombre avaro le pagaba semanalmente.

50 Aniversario

las piernas. Paul se sintió muy estafado y ordenó a la criada que fuese a reclamar al árbol aquello que él creía que le pertenecía, la comida y obsequios que había guardado en sus grandes bolsillos. La criada, malhumorada y triste por la actitud del amo, fue hasta el árbol, pero antes de llegar a éste, sintió que en sus bolsillos había algo que le pesaba, y al meter sus manos en ellos, detectó unas monedas que, al observarlas, se dio cuenta eran de oro. Entonces la joven decidió ir a compartir su nueva riqueza con la abuelita pero, en su lugar, había una hermosa hada que, junto al joven duende Nicolás, le dijo:

Una noche, Paul, el hombre rico, fue invitado a una fiesta en la que bebió y comió todo lo que pudo y más. Luego, de regreso a su hogar, no se percató que estaba pasando debajo del árbol donde siempre se encontraba con la mendiga, pero en esta ocasión, en vez de ver a Margarita, se dio de frente con una gran y brillante luz, y del interior de la misma, poco a poco comenzó a manifestarse la imagen de una hermosa mujer que le invitó a continuar y disfrutar de otra fiesta junto a otros amigos en las cavidades del árbol. El avaro aceptó la invitación, y ya en el interior del árbol, aunque sorprendido Paul, no dudó en continuar con la diversión. Se encontró con muchas personas, comida, baile…, y llegó un momento que ya no podía comer ni beber más. Decidió guardar en sus bolsillos un bocadillo y trozos de tarta, para comerlo al día siguiente. Feliz por la doble fiesta de aquel día, se retiró de la reunión. Al llegar a su hogar quiso mostrarle a su criada aquello que había guardado para comer al día siguiente, pero, tal fue su sorpresa cuando de sus bolsillos nada salió.

Fue tan grande su reacción de rabia en su rostro, que hasta a Rocita, su criada, le temblaban

“Yo he sido la mendiga a quien tanto has ayudado y por tu bondad y sacrificio has sido liberada de la maldad, crueldad y egoísmo, de tu amo. Ahora eres libre y rica, y podrás seguir ayudando a tu gente, los más humildes y necesitados de tu pueblo”. Rocita, la joven, no regresó nunca con el avaro hombre y vivió el resto de su vida libre y feliz. Vivió muchos años recibiendo siempre el cariño y respeto de su gente y no se marchó nunca de su pueblo.

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