
2 minute read
pág
Diciembre, es el mes décimo y último del calendario romano, y último de nuestro actual calendario cristiano. Muchas fiestas se celebran en este mes del calendario cristiano: San Francisco Javier, La Inmaculada (Patrona de España) San Esteban, Los Santos Inocentes, Sagrada familia, San Silvestre, Santa Lucía, (patrona de las modistas) La Noche Buena y Noche Vieja, y el 6 de diciembre Día de la Constitución Española.
Parece que antes de acabar el año intensifiquemos los pensamientos y los impulsos o motivos para el gozo, la diversión, y la alegría. Junto a ellos afloran sentimientos de felicidad, añoranza y recuerdos por lugares que hemos dejado, por los que ya no están, o están lejos. Es como si nos faltaran horas para el disfrute y es cuando volcamos nuestras imaginables ideas y proyectos en dos noches: La Noche Buena y La Noche Vieja.
Advertisement
En la Noche Buena, las ciudades visten las calles y plazas de luces de colores, y queremos vivir con alegría, junto a los pequeños de la casa, la celebración del aniversario del nacimiento de Jesús de Nazaret.
También en los niños van aumentando todas sus ilusiones, como son, montar el Belén y el árbol de Navidad, y soñar con la fantasía a medida que se acerca la noche de la llegada de los Reyes Magos.
Y la Noche de Fin de Año la celebramos con alegría, reuniendo a la familia y amigos junto a una alegre mesa, comiendo, bebiendo y después del café, disfrutando del baile y otros gerundios, esperando la hora de las campanadas anunciando el Nuevo Año. Pero también esas celebraciones tienen su lado amargo, en algunos hogares se hace presente la soledad, la amargura, la tristeza y la angustia. Hogares que, en muchas ocasiones, albergan a hombres y mujeres desbordados de experiencia y cargados de sabiduría, diplomados en la "Universidad del Saber", que el tiempo y el amor les ha ayudado, y les ha enseñado. Personas que esperan con paciencia y resignación, una mano, un abrazo, un te quiero.
También se debería admitir que, independientemente de las creencias místicas, es innegable que en torno a la Navidad gira una interesante combinación de actitudes y sentimientos, como la entrega, la culpa, el egoísmo, o el sufrimiento.
Lo relevante de la Navidad es que nos recuerda que esta es la ocasión para que las familias débiles se fortalezcan, el tiempo para sanar heridas y de vivir los valores de la generosidad, la humildad, la gratitud, y la esperanza.
Y qué falta hacen esos valores en nuestro país, sobre todo, en estos tiempos de disputas, pandemias, crisis económica y falta de acuerdos entre los políticos, que nos conduzcan a soluciones de los actuales y reales problemas que padecen los españoles.
No hemos acostumbrado a justificar esta época del año, con los regalos, ropa nueva, los decorados de las casas y las grandes cenas y fiestas. Y con ello se ha traspasado la frontera de lo religioso y se han convertido en fechas, donde impera como actitud fundamental el consumismo.
Fecha en la que se han transformado los valores -religioso y espiritual-, en una ocasión para que la vanidad y el ego de los hombres salga a relucir.