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Viaje Virtual, pág

Llevo unos días preparando la nota de las compras de Navidad. Pero todo es incertidumbre con el problema de la pandemia, que si nos podremos reunir, cuántos seremos…, con estas dudas he pensado comprar un poco, sin aglomeraciones, con tranquilidad y a esperar noticias.

Miro el bolso: tarjeta, llaves de casa, nota, lo llevo todo.

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Llego al aparcamiento, coches y más coches, me extraña y me pregunto: ¿Habrán pensado todos lo mismo que yo…?

Al entrar al supermercado suena la musiquilla de Noche de Paz, Noche de Amor. Miro la nota, me dispongo a comprar, doy una vuelta y me fijo en un artilugio que parece un televisor. Hay unas letras grandes, llamativas con colores chillones, con luces intermitentes y las palabras: -VIAJE VIRTUAL–. Me fijo en las teclas, son de dos colores, no hay signos ni letras, solo un cartel que dice: -Elija su color preferido-. Pienso, seguro que habrá un gran premio, es Navidad.

Pulso la tecla verde (me gusta el color). Al pulsar la tecla un haz de luz me envuelve, me angustio un poco, una voz dulce y suave me dice: “Está entrando en el viaje elegido”. ¡¡¡GRACIAS!!!

Empiezo a ver imágenes de un mar relajante, con muchas personas tomando el sol, felices, escenas familiares, niños jugando. De pronto, el mar se oscurece, se oyen gritos de auxilio, intuyo una patera llena de ilusiones que se va al fondo, me angustio, me duele; nerviosa pulso la otra tecla: la roja.

Esta imagen me tranquiliza, es un pequeño pueblo de montaña, en la plaza un gran árbol de Navidad lleno de adornos de colores, gentes paseando, pienso: aquí se respira sosiego, tranquilidad… La máquina me va alejando del centro del pueblo, me lleva a un lugar lejano, un pueblo de casas vacías. Todas las puertas cerradas.

En una solana veo a una abuela aprovechando el tibio sol de la tarde, viste de negro, tiene la puerta de su casa entreabierta, no sonríe, está sola. Quiero hablar con ella pero las palabras no salen de mi boca, pienso, me comunicaré con la mente, quiero decirle que a pocos kilómetros hay gente, que no esté sola, es muy mayor, necesita ayuda, compañía. Ella me mira con los ojos cansados de ver, pero con ganas de mirar, con una sonrisa me dice: “Estoy bien, estoy en mi casa…”

El haz de luz que me envolvía desaparece, suenan los villancicos y pienso: Si no he comprado nada…, vaya VIAJE VIRTUAL. De pronto suena el móvil, no lo encuentro, estoy aturdida, el dichoso viaje. Intento tranquilizarme. Cuando voy tomando conciencia miro y veo que estoy en mi casa. Me he quedado dormida. El teléfono sigue sonando, descuelgo: - ¿Diga…? • Mamá, ¿Dónde estabas…? Llevo llamándote un rato. - Hija, me he quedado dormida y he soñado con un VIAJE VIRTUAL. • Mamá, ¿estás bien…? - Hija, miles de años deseándonos Paz y Felicidad y no hemos aprendido nada. Hay tantas necesidades. • Mamá, ¿me escuchas? - Hija mía te quiero mucho. • Mamá yo también, tranquilízate. - Feliz Navidad hija. • Gracias mamá. Feliz Navidad.

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