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Familiares de víctimas del Ejército, decepcionados de la COVEH
“A finales de los años setenta, siete policías estatales que formaban parte de la guardia del entonces gobernador Alfonso Calderón Velarde estuvieron involucrados en el asesinato de un militar y, tiempo después, los militares los detuvieron y los desaparecieron, un sobreviviente dio testimonio de ello”.
Una de las inconformes es la historiadora Martha Camacho Loaiza, presidenta de la Unión de Madres, exintegrante de la Liga Comunista 23 de septiembre, quien fue detenida el 19 de agosto de 1977, cuando tenía ocho meses de embarazo, y permaneció privada de la libertad 49 días en la Novena Zona Militar de Culiacán.
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“Esos policías –narra Camacho en entrevista– habían colaborado con el Ejército y la Brigada Blanca en la desaparición de nuestros familiares, por eso, cuando los quisieron equiparar, yo me levanté y les reclamé muy fuerte, porque yo sobreviví a las mazmorras donde estuve confinada por mis ideales, fui torturada sexualmente y presencié la ejecución extrajudicial de mi esposo, José Manuel Alapizco, cuyos restos sigo buscando”.
Una semana después, Pérez Ricart y otros funcionarios de la COVEH acudieron a Culiacán a tomar testimonios de familiares de desaparecidos, ante la exigencia de que el organismo le dé prioridad en la investigación al periodo de la Guerra Sucia.
Para Martha Camacho, lo ocurrido el 26 de octubre en Culiacán fue un agravio más a las víctimas de la Guerra Sucia por parte del gobierno de Andrés Manuel
López Obrador, que el 22 de junio del año pasado llamó a la “reconciliación” en el Campo Militar Número Uno y, en voz del secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval, reconoció a los militares “caídos” durante ese periodo.
“Ha sido muy inquietante porque confiábamos en que de una vez por todas las víctimas de esa época íbamos a tener justicia, y con lo que nos topamos es con la parálisis en la investigación de los expedientes abiertos en la Fiscalía General de la República (FGR), la desatención de llamados a la Comisión Nacional de Búsqueda cuando denunciamos sitios donde podrían estar nuestros familiares, y ahora con funcionarios que quieren que aceptemos a los perpetradores como víctimas”, apunta Camacho Loaiza.
Simulación
Esta desazón es compartida por Romeo Cartagena Rivero y Tania Ramírez Hernández, integrantes del Comité 68 Pro Libertades Democráticas y del colectivo Hijos por la Identidad y la Justicia, contra el Olvido y el Silencio (HIJOS-México), en entrevistas por separado.
“Si seguimos en ese camino, vamos a terminar nosotros pidiéndole perdón al Ejército, porque mi papá estrelló su pierna en la bala de la Brigada Blanca”, dice Cartagena Rivero, hijo de Mario Álvaro Cartagena López, El Guaymas, fallecido en julio de 2021 y quien en 1978 fue detenido y confinado en el Campo Militar Número Uno, donde pudo identificar a varios milicianos ahora desaparecidos. Cartagena, quien se considera familiar “incómodo” para los integrantes de la COVEH por ser crítico, suma a los acontecimientos “inquietantes” el homenaje que se hizo al fallecido expresidente Luis Echeverría Álvarez el 12 de febrero pasado y en el cual estuvo el general Ángel García Elizalde, en representación del secretario Luis Crescencio Sandoval.
“López Obrador debió estar enterado de la participación del Ejército en ese homenaje, eso refuerza el mensaje que dio el 22 de junio, de hablar de reconciliación sin tener justicia, es una manera de ponerle punto final a una historia de agravios que ya los familiares de las víctimas nos hemos encargado de documentar”, dice el activista, quien se opone a que la COVEH termine sus trabajos, programados hasta septiembre de 2024, con una Ley de Memoria.
“¿Qué memoria quieren dejar? –cuestiona–, ¿qué hay impunidad en todos los casos? Si ese mecanismo (la COVEH) no empieza con la justicia, todo lo demás es simulación, como lo fue el ingreso de los familiares al Campo Militar Número Uno y ahora lo es con la revisión de miles de archivos militares sin clasificación”.
Y denuncia: “En las reuniones informativas lo que nos han dicho es que en los archivos han encontrado sólo paja, e incluso que los investigadores tienen que enfrentarse a un ambiente hostil y que han sido intimidados y perseguidos por militares; están ingresando al Campo Militar sin ningún tipo de protección”.