LUNES 21 DE FEBRERO DE 2022
CONVICCIONES
Intercambio de favores RUBÉN AGUILAR VALENZUELA
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o hay duda de que el presidente López Obrador y el empresario Daniel Chávez Morán, cabeza del Grupo Vidanta, intercambian favores con gran generosidad. Habla bien de su amistad. Eso, aunque esa estrecha relación evidencie el tráfico de influencias y el conflicto de intereses. Mexicanos Contra la Impunidad y la Corrupción (MCCI) sigue realizando su trabajo a pesar de las agresiones del presidente. Sus investigaciones prueban los beneficios que en estos tres años ha recibido el Grupo Vidanta de parte del gobierno del presidente López Obrador. El resultado de las mismas se puede ver completo en la página Web de MCCI. La dada a conocer el pasado 16 febrero, trabajo de Vanessa Cisneros y Mauricio Rubí, documenta distintas concesiones de playa a Grupo Vidanta. En 2020, año en que José Ramón López Beltrán, hijo mayor del presidente, comenzó a trabajar para los hijos del fundador del grupo, el consorcio obtuvo al menos 35 permisos o concesiones federales. ¿Coincidencias?
En 2020, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) concedió al grupo utilizar por 15 años más, hasta el 2035, playas en zona federal, en el municipio de Bahía de Banderas, Nayarit. Un segundo refrendo es el de Desarrollo Marina Vallarta ubicado en playa Boca de Tomates, en Puerto Vallarta, Jalisco. El permiso se terminaba en 2019, pero fue prorrogado por siete años más. Se ha concedido una tercera ampliación de concesión al grupo en Playa Diamante en Acapulco, Guerrero. Es un permiso de 15 años más que inicia en 2020 y comprende playa y zona federal marítima terrestre. Un cuarto caso es el de Los Cabos, Baja California Sur, donde se entregó el permiso para ampliar partes del Mayan Palace Regency del Desarrollo Mayan Palace East Cap. En 2020, de manera express, la Semarnat concedió al grupo permiso para construir un teleférico, para comunicar dos complejos hoteleros localizados en Bahía de Banderas, Nayarit, y Puerto Vallarta, Jalisco. Esto antes de conocerse la opinión técnica de los municipios de Puerto Vallarta, en Jalisco y Bahía de Banderas, en Nayarit. La investigación que se dio a conocer el 17 de febrero pasado, obra de Valeria Durán y Verónica Anaya, documenta que al Grupo Vidanta se le otorgó un cambio de uso de suelo, para terminar de construir un proyecto turístico en Quintana Roo. En 2019 y 2020, la Semarnat otorgó ese cambio en 2.94 hectáreas de selva mediana, para que el grupo
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construyera tres vialidades de acceso, para su centro turístico de 250 hectáreas ubicado en la carretera Puerto Juárez-Tulum. La autorización es por diez años y puede renovarse si cumple con las medidas de prevención. El cambio de uso de suelo solo contemplaba la construcción de las tres vialidades, pero después el grupo solicitó otra modificación, para consolidar su desarrollo. En 2020, la Semarnat le autorizó, en terrenos forestales, “el desarrollo de actividades del ecoturismo y de parque recreativo”, en un predio ubicado en el municipio de Solidaridad. El MCCI, documenta también, que desde 2018 el Grupo Vidanta, en Nayarit y Jalisco, ha sido objeto de denuncias por la construcción de un megacomplejo cerca del río Ameca. Entre las quejas que se han reportado está la presunta modificación del cauce del río, el daño de los animales y la vegetación que hay en el lugar. Se acusa al grupo de “ecocida”. MCCI en su investigación presenta solo datos, documentos oficiales y fotografías de los lugares. El presidente enfrenta el resultado de estas investigaciones solo con adjetivos de diverso tono. No ofrece datos, que desmientan lo que dice el trabajo de estas investigaciones. Su furia en contra del MCCI juega a favor del resultado de su trabajo. El tráfico de influencias y el conflicto de interés está a la vista. Entre amigos hay generosidad de las partes en el intercambio de favores. @RubenAguilar
Enfrentar a medios y periodistas: Una estrategia para ganar la batalla del relato / Neldy San Martín “Carmen Aristegui engañó mucho tiempo”, “está a favor del bloque conservador”… “Proceso es una revista conservadora”, “administra el conflicto, el caos y el amarillismo”… “Pasquín conservador de la mafia del poder que es el Reforma” … “El Universal es otro pasquín inmundo”… Estos y otros calificativos contra medios de comunicación y periodistas han sido una constante en el discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador desde que comenzó el sexenio. La estrategia de confrontación se debe a que el presidente entiende la política de manera antagónica, como un conflicto permanente, explica en entrevista Aleix Sanmartín, consultor político, quien trabajó con López Obrador en su campaña presidencial en 2012 y en la de Felipe Calderón en 2006. “Hay teorías que dicen que la política del consenso lleva a la post-política o a la muerte de la política, porque la política por definición es la gestión del conflicto y la gestión de las diferencias. En ese sentido, Andrés Manuel entiende la política como una disputa discursiva entre dos visiones antagónicas de la realidad y la lucha por ganar la batalla del relato, la batalla de la agenda y la batalla hegemónica en la última instancia”, comenta el estratega español, quien ha trabajado con todos los partidos políticos de México. Para el consultor, colaborador también en las campañas de Margarita Zavala y Marcelo Ebrard, ante la falta de oposición política en el país son los medios los que están tomando un papel de antagonistas, aunque no les correspondería en una sociedad democrática. “Ese rol lo tendrían que llevar el PRI, el PAN y el PRD, pero la realidad es que no están a la altura; entonces la oposición la están ejerciendo algunos comunicadores”, opina Sanmartín. En contraste, para el estratega político Antonio Sola, a quien se le atribuye el eslogan “AMLO es un peligro para
| Foto Gobierno de México México” de la campaña de Felipe Calderón en 2006, la confrontación de López Obrador con la prensa es una estrategia para construir una dinámica de grieta que provoque una mayor polarización social en el país. Señala que otros gobiernos de “corte similar”, refiriéndose a la autocracia, lo han hecho, como el correísmo en Ecuador, el orteguismo en Nicaragua, el castrismo en Cuba, el chavismo en Venezuela y el gobierno de Juan Orlando Hernández en Honduras. “Líderes políticos con poder que enfrentan situaciones complejas construyen enemigos de poder para que eso les permita, no sólo tender bolas de humo, sino también construir una dinámica de grieta”, opina Sola, quien en 2018 colaboró con el PT, aliado de Morena en la Coalición Juntos Haremos Historia. En las últimas semanas, la confrontación del presidente con la prensa se ha hecho más profunda, luego que los periodistas Raúl Olmos y Verónica Ayala, de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), y Mario Gutiérrez
Vega, de Latinus, publicaron una investigación sobre la lujosa vida de su hijo mayor, José Ramón López Beltrán, y su pareja, Carolyn Adams, en Texas, que incluía un posible conflicto de interés. Carlos Loret de Mola fue el presentador del reportaje y se convirtió en el centro de la polémica, pues ha sido abiertamente opositor al presidente. López Obrador respondió publicando un documento informal con los supuestos ingresos millonarios del conductor. Mientras que la periodista Carmen Aristegui, cercana al movimiento del mandatario, retomó el reportaje, lo que le mereció los ataques desde Palacio Nacional. “Si hay un bloque conservador, como existe en México, donde se unen todos y tienen su prensa, sus medios, sus comentaristas, sus intelectuales orgánicos, pues no nos vamos a cruzar de brazos, tenemos que confrontarnos políticamente; desde luego, sin agresiones, respetando la libertad”, explicó el propio López Obrador el pasado 7 de febrero días después de la publicación del reportaje de MCCI y Latinus.
En los días siguientes arremetió contra otros medios y periodistas: Reforma, Carmen Aristegui, y Proceso, entre otros. El miércoles 16 afirmó que “no le extraña” el periodismo ejercido por Proceso porque la revista “no contribuyó al cambio” en el país. “Y por eso, sí vale la pena enfrentarlos y debatir, y confrontarnos políticamente en buena lid, y tratar el tema y ya, fuera máscaras, cada quien en su sitio y no pasa nada”, afirmó. Aludió a un texto publicado por Proceso en 2006 (No. 1359) que se tituló “La estrategia soy yo”: “Recuerdo la portada del semanario Proceso titulada ‘El Estado soy yo’ (sic) que sacaron en vísperas de la elección de 2006, una portada diciendo ‘El Estado soy yo’, luego, cuando hicieron el fraude, sacaron una donde estaba yo así (inclinó la cabeza), derrotado”, expresó. “Ahora no, ahora no, por eso se equivocan y se desesperan, insultan. ¿Por qué? Porque ya hay más medios, ya no son los únicos”, añadió. Para la estratega mexicana Giselle Perezblas, directora de Auguro, la “coraza” del presidente es justamente que a lo largo de la historia su narrativa ha sido sólida y constante. “Es lo que hace que los ataques de actores políticos, mediáticos, sociales y empresariales, que no han ganado o han desperdiciado su peso moral sobre la población, no le peguen”, afirma. El presidente ha construido una narrativa de que siempre se enfrenta a un complot que está tratando de destruirlo, lo que le ha funcionado a lo largo de su carrera, dice la consultora política, pero que esta vez no está midiendo que la realidad deconstruye los discursos. “Él no llega como un personaje que tiene que ser el salvador de México, más bien llega con una lógica de vengador de todos aquellos que se sentían agraviados por un sistema y por una élite política y económica voraz. En esa lógica funcionan muy bien sus acciones, su discurso y su narrativa. El problema es que el presidente está diagnosticando erróneamente la coyuntura en la que se encuentra”, dice Perezblas.