La Historia del pincel Los primeros registros del uso de una herramienta para transporte de tinta fueron identificados en la pintura rupestre, en la era paleolítica, también llamada "arte parietal". Según la historia, el primer recurso fue un palitroque de carbón con grasa animal. Después, otros elementos fijadores fueron introducidos, como la tinta, obtenida al mezclar varios pigmentos minerales con diferentes tipos de grasa.
Los colores obtenidos eran el ocre amarillo, ocre rojo y negro. En las ilustraciones se utilizaban: dedos, plumas de diversas aves, palitroques con pelos en las puntas, una especie de buril de piedra y además un haz de musgo. La irregularidad de las superficies, como aristas, orificios, canales, etc. ayudaba para dar expresión a las formas. En esos millones de años, poco se sabe sobre la fabricación que dio origen al primer ejemplar de un pincel, similar a los que usted utiliza hoy. Algunas informaciones aparecen en el siglo XV, en Europa, con la pintura del Fresco y Falso Fresco, en que se menciona un tipo de pincel “Pitua”, elaborado con pelos suaves de animal, del tamaño de la palma de la mano del pintor, usado para suavizar la textura de la piel humana. También se desarrollaron otros tamaños diferentes y con forma redonda, con los pelos atados en varetas de madera. En oriente, en 1804, encontramos otro registro denominado "Pincel de Toyohashi", en el feudo de Yoshida, Kyoto (Japón). Utilizado para caligrafía y pinturas ornamentales, fue elaborado con mango de bambú, férula de tallo de pluma y pelos suaves de animales. En ese registro, encontramos informaciones sobre una pequeña variedad de formas de puntas. Estos pinceles fueron considerados, en la época, verdaderas joyas, y guardados colgados en soportes de metal noble. Hoy, hacen parte del arte tradicional de Japón. En las antiguas pinturas rupestres, encontramos también el uso del carbón, puntas de plumas y estiletes. En Europa, en las primeras décadas del siglo XIX, algunas informaciones identifican el uso del pincel plano, que viene a sumarse al ya conocido pincel redondo. Todavía en el siglo XIX, con el surgimiento de la máquina fotográfica, algunos artistas perseguían un diferencial para sus pinturas. Combatían la competencia visual con pinceladas expresivas y al mismo tiempo, usaban las fotografías como referencias para sus pinturas.