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práctica para identificar lo que sientes y empezar a transformarlo

¿Alguna vez has sentido que tus emociones se desbordan y no sabes muy bien de dónde vienen ni qué hacer con ellas?
Tal vez reaccionas con enfado cuando en realidad lo que hay detrás es miedo. O quizá te invade la tristeza sin entender por qué, y eso te lleva a tomar decisiones que luego no encajan con lo que de verdad quieres.
La realidad es que las emociones son mucho más que estados pasajeros: son señales que nos guían, nos alertan y nos muestran lo que necesitamos. Pero cuando no sabemos identificarlas ni comprenderlas, se convierten en un obstáculo que nubla nuestra mente, nos hace repetir patrones aprendidos en la infancia o incluso nos lleva a relaciones poco sanas.
Este pequeño manual que tienes entre manos es una invitación a empezar un viaje de autoconocimiento. Aquí descubrirás cómo poner nombre a lo que sientes, cómo diferenciar entre pensamiento y emoción, y cómo escuchar a tu propio cuerpo para entenderte mejor. Porque solo cuando logras identificar con claridad tus emociones, puedes gestionarlas y transformarlas en una fuente de fortaleza.
La Dra. Mari Carmen Poyato lo explica en su libro con un enfoque cercano y práctico: no se trata de negar lo que sentimos, sino de aprender a mirarlo de frente, con curiosidad y sin juicio. Ese es el primer paso para vivir con más equilibrio, confianza y plenitud.
Así que acompáñame en estas páginas: vas a descubrir que tus emociones no son enemigas, sino aliadas. Solo necesitas aprender su lenguaje.

Clave 1: Aprende a ponerles nombre a tus emociones
Lo que no se nombra, no se puede transformar. Muchas veces decimos “me siento mal” o “estoy raro”, pero esa vaguedad no nos ayuda a entendernos ni a avanzar. La primera clave es aprender a llamar a cada emoción por su nombre: tristeza, alegría, miedo, enfado, sorpresa, calma…
Cuando etiquetamos correctamente lo que sentimos, nuestro cerebro empieza a ordenar la experiencia y a darle un sentido. No es lo mismo decir “estoy mal” que reconocer “siento frustración porque mi esfuerzo no fue reconocido”. Esa precisión abre la puerta a actuar de manera diferente.
Ejercicio práctico: lleva contigo una lista básica de emociones. Cada vez que notes un cambio en tu estado de ánimo, párate un momento, respira y revisa esa lista. Pregúntate: “¿Qué emoción describe mejor lo que estoy sintiendo?”.
Con el tiempo descubrirás que las emociones tienen matices. La tristeza puede ser nostalgia, decepción o soledad. El enfado puede esconder impotencia o miedo. Cuanto más fino sea tu vocabulario emocional, más clara será tu brújula interna.


Detectar las señales ocultas del maltrato
Descubre el lenguaje oculto de tus emociones
“me siento mal” “estoy raro”
Una trampa frecuente es confundir lo que sentimos con lo que pensamos.
La emoción aparece primero en el cuerpo, como una reacción rápida e instintiva; el pensamiento llega después, intentando explicarla o justificarla.
Por ejemplo: alguien no contesta tu mensaje y automáticamente sientes un nudo en el estómago (emoción: ansiedad o inseguridad). Acto seguido piensas: “Seguro que pasa de mí” (pensamiento). El peligro está en que el pensamiento intensifica la emoción y la distorsiona.
Ejercicio práctico: alguien no contesta tu mensaje y automáticamente sientes un nudo en el estómago (emoción: ansiedad o inseguridad). Acto seguido piensas: “Seguro que pasa de mí” (pensamiento). El peligro está en que el pensamiento intensifica la emoción y la distorsiona.
Tip práctico: cuando notes una reacción intensa, pregúntate: “¿Qué estoy sintiendo en mi cuerpo en este momento?”. Después anota por separado la emoción (ej. miedo) y el pensamiento asociado (ej. “me van a abandonar”). Esta separación te ayudará a no enredarte en la historia mental y a mirar de frente lo que sientes.

La emoción aparece primero en el cuerpo.

El cuerpo nunca miente. Antes de que nuestra mente razone, el cuerpo ya ha registrado la emoción. El corazón se acelera con la ansiedad, el estómago se cierra con el miedo, los hombros se tensan con el enfado.
Muchas personas viven desconectadas de estas señales corporales, lo que hace que sus emociones pasen desapercibidas hasta que explotan en forma de estrés, conflictos o incluso enfermedades.
Ejercicio sencillo: varias veces al día, haz un “escaneo corporal”. Pregúntate: ¿dónde noto tensión?, ¿cómo está mi respiración?, ¿hay alguna parte de mi cuerpo que se sienta pesada, tensa o bloqueada? Relaciona esas sensaciones con una emoción. Descubrirás que tu cuerpo es un traductor perfecto de lo que sientes.

El cuerpo nunca miente.

Las emociones no aparecen de la nada: siempre hay un detonante. Puede ser externo (alguien te critica, recibes una mala noticia, un gesto amable) o interno (un recuerdo, una creencia, una preocupación futura).
Identificar esos disparadores es clave para no vivir a merced de las circunstancias. Si reconoces qué situaciones suelen activar tu enfado o tu miedo, podrás anticiparte y gestionarlo mejor.
Mini caso real: Marta descubrió que cada vez que su jefe levantaba la voz, se ponía nerviosa y callaba. Al indagar, entendió que en su infancia el tono alto le generaba miedo. Al identificar el disparador, pudo respirar, sostener la incomodidad y responder con calma en lugar de quedarse bloqueada.
Tip práctico: Haz un registro diario de emociones. Anota qué sentiste, qué lo provocó y cómo reaccionaste. En pocas semanas verás patrones claros.

La memoria es frágil. Lo que no escribimos se olvida o se deforma. Por eso una de las herramientas más poderosas para conocerte es llevar un diario emocional. No hace falta escribir páginas y páginas: basta con anotar lo esencial cada día.
Ejemplo de registro rápido:
- Hoy sentí: ansiedad.
- Disparador: reunión en el trabajo.
- Sensación corporal: presión en el pecho.
- Pensamiento asociado: “No soy suficiente”.
- Reacción: evité hablar.
Con este tipo de registros, descubrirás qué emociones se repiten más, qué situaciones las activan y cómo reaccionas. Ese autoconocimiento es oro puro, porque te permite tomar decisiones conscientes en lugar de moverte en piloto automático.
Además, el registro crea un espacio de intimidad contigo mismo: un lugar donde tus emociones pueden expresarse sin juicio. Con el tiempo, verás tu propio progreso y cómo algunas emociones pierden fuerza mientras tú ganas claridad y confianza.

La próxima vez que una emoción aparezca, no la ignores. Usa este checklist de 2 minutos para identificarla con claridad:
Paso 1: Pausa y respira
- Haz 3 respiraciones profundas.
- Pregúntate: ¿Qué estoy sintiendo en este momento?
Paso 2: Escucha tu cuerpo
- ¿Tengo tensión en el cuello, la espalda o el estómago?
- ¿Mi respiración es corta o entrecortada?
- ¿Noto calor, frío, agitación o presión?
Paso 3: Ponle nombre a la emoción
Alegría
Tristeza
Enfado
Miedo
Calma
Ansiedad
Paso 4: Busca el disparador
- ¿Qué ocurrió justo antes de sentir esto?
- ¿Es algo externo (alguien, una situación) o interno (pensamiento, recuerdo, preocupación)?
Paso 5: Registra en una frase
Ejemplo: “Hoy sentí miedo porque pensé que iba a fallar en la reunión. Lo noté como un nudo en el estómago.”
Tip extra: repite este checklist durante una semana. Al final, revisa tus notas y descubrirás patrones que te ayudarán a comprenderte mejor.

“5 claves para identificar tus emociones”
Una guía práctica para comprender lo que sientes
• “Lo que no se nombra, no se transforma.”
• Lista de emociones básicas (alegría, tristeza, miedo, enfado, sorpresa, calma).
• Icono:

• La emoción aparece en el cuerpo, el pensamiento viene después.
• Ejemplo: ansiedad › “No soy suficiente”.

• Ico no: vs

• El cuerpo nunca miente.
• Señales: nudo en el estómago, tensión en hombros, respiración agitada.
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• Externos: críticas, discusiones, gestos.
• Internos: recuerdos, preocupaciones, creencias.
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• Usa un diario emocional.
• Anota emoción + disparador + reacción.
• Ejemplo rápido: “Ansiedad – reunión – presión en pecho”.
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Has dado el primer paso: aprender a identificar tus emociones. Ya sabes que no son un enemigo a evitar, sino señales que te muestran lo que necesitas, lo que te duele y lo que te impulsa. Con este pequeño entrenamiento, has abierto la puerta a un cambio profundo: vivir con más claridad, equilibrio y serenidad.
Pero esto es solo el comienzo. Detrás de cada emoción hay un mundo de aprendizajes, de hábitos que puedes transformar, de miedos que puedes convertir en aliados, de relaciones que puedes sanar y fortalecer.
La Dra. Mari Carmen Poyato comparte en su libro Muchas emociones, muchas decisiones un camino completo para que conviertas tu vida emocional en una fuente de fortaleza y sabiduría. Allí encontrarás técnicas, ejemplos prácticos y estrategias sencillas para pasar de reaccionar en automático a vivir con plena conciencia y libertad interior.
Tu próxima decisión está en tus manos:
- ¿Quieres seguir viviendo a merced de tus emociones?
- ¿O prefieres aprender a gestionarlas para tomar decisiones más sabias y vivir plenamente?
Si eliges lo segundo, este libro será tu compañero de viaje.
Da el siguiente paso y sumérgete en Muchas emociones, Muchas decisiones. Porque comprender lo que sientes es solo el inicio; transformarlo es lo que cambia tu vida.





Descubre técnicas prácticas, ejemplos reales y estrategias sencillas para convertir tus emociones en tus mejores aliadas.

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