Docto Tendencias

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Empero, lo que aparentemente es una contradicción entre la coherencia institucional y la incoherencia intelectual, o la competencia entre valores administrativos y académicos por la posesión del alma de la universidad, quizás encubran una complementariedad más profunda. El surgimiento de una administración institucional mucho más fuerte y la coordinación más organizada de los sistemas de educación superior tal vez compensen la menguante coherencia de la ciencia. Puesto que las disciplinas ya no tienen la misma capacidad para proporcionar una estructura firme, ha sido necesario fortalecer las instituciones proporcionándoles un andamiaje externo en lugar de la fuerza interna. Si el centro que configuraban las disciplinas no es ya válido, se necesitan organizaciones poderosas y administradores mercenarios. Puede que esta dicotomía no ofrezca una descripción suficientemente sensible. Quizás sea más exacto destacar la creciente interpenetración de la práctica académica y la administrativa en la educación superior. En áreas tales como la educación permanente, la transferencia de tecnología y los programas de acceso especial para los desfavorecidos, no es fácil separar los aspectos intelectuales y los administrativos. Estas actividades híbridas están modeladas por fuerzas centrífugas, que reflejan la diversidad y la incoherencia de la ciencia moderna, y por el carácter centrípeto de la moderna educación superior con su mayor tensión administrativa. No se trata simplemente de que la creciente fuerza institucional de la universidad haya compensado la desintegración de una cultura intelectual común o de valores y reglas compartidos por todas las ramas de la ciencia. Lo que ocurre más bien es que los valores académicos y la práctica administrativa se han unido en combinaciones inusitadas e inestables. Se están desintegrando las viejas demarcaciones entre las universidades tradicionales y otras instituciones de educación superior porque ambas quedan comprendidas dentro de la universidad ampliada. Allí, las distinciones marcadas entre participantes académicos y legos en la producción de conocimiento se han debilitado porque estos últimos cumplen un papel fundamental como intermediarios (o incluso creadores) de ciencia. La división entre docentes y estudiantes también se ha tornado difusa porque al aumentar el número de cursos que requieren experiencia previa y de estudiantes mayores, quizás estos últimos posean ya otros conocimientos y aptitudes. A medida que se derrumban estas demarcaciones, se irán poniendo en cuestión otras más fundamentales --las que existen entre la teoría y la práctica, la ciencia y la tecnología e incluso el conocimiento y la cultura. Estas transformaciones organizacionales e intelectuales no se producen por separado, ni siquiera paralelamente. Son fenómenos contingentes. Globalización y competitividad internacional La competitividad y la globalización implican una doble contingencia. La primera se relaciona con el surgimiento de una nueva división internacional del trabajo intelectual que ocurre porque, en la actualidad, un número mucho mayor de países y de empresas han adquirido la capacidad de usar la investigación y el conocimiento científico que se produce en otra parte. La ciencia ha sido siempre la más internacional de las actividades. Pese a esta característica, la capacidad en sí para dedicarse a la investigación científica muestra una distribución poco uniforme en el mundo. Al igual que la producción, la investigación científica experimenta una variación constante de la competitividad internacional ya que se incorporan nuevos países y se desintegran los antiguos predominios --véase por ejemplo, la creciente preeminencia de la India en tecnología y diseño de

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