El perro blanco 12.3

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Carlos Barbarito • Juan Carlos Dávalos • Ángela Ibáñez • Nicolas Behr Juan Luis Borra • Andrea González • Antonio Muñoz Ballesta • Antón Castro Ezequías Blanco • Francisco Enríquez • Joan Pere Bonfill (Soler) Gil • Rubén Fernández

Revista Internacional Invierno 2011-12 10 €

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Revista Internacional · Publicación Trimestral

12 Año III > Invierno 2011-12

Portada de Paco Rallo

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Editorial por Juan Fº Nevado

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Entrada: Poemas de… Carlos Barbarito

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Cuatro Poemas por Juan Carlos Dávalos

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Cuadro con retrato de cine dentro, por Ángela Ibáñez

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Voces de Brasilia y VIII. Sección dirigida por Alicia silvestre Poemas de Nicolas Behr

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Artes Plásticas. Sección dirigida por Andrés Rubio Pinturas de Juan Luis Borra

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ANATHO Viaje y quiebre de un cuerpo II, Por Andrea González

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Filosofía Sección dirigida por Antonio Muñoz Ballesta

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Poesía Sección dirigida por José Antonio Conde, poemas de… Antón Castro

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Un Cristo saliendo del armario, por Ezequías Blanco

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Mi inocente hija, por Francisco Enríquez

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Música Sección dirigida por Joan Pere Bonfill (Soler) Gil

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Epistolario gris por Rubén Fernández

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Portada de PacoRallo Revista Internacional · Publicación Trimestral

Presidentes de Honor Fernando Arrabal Antonio Fernández Molina Alfred Jarry Salvador Dalí Marcel Duchamp Alphonse Allais Director Jesús H. Angulo Subdirector Mr. Mandrake (Presidente Colectivo «Antístenes») Secretario de Redacción José Luis Melgares Comité de Redacción Juan Francisco Nevado Alicia Silvestre Antonio Camino Andrés Rubio José Manuel Nevado Platero Gregoire J. G. Raúl Herrero Edita Colectivo de Librepensadores y Patafísicos «Antístenes» En colaboración con la editorial Libros del Innombrable Imprime

www.huelladigital.net El Colectivo de Librepensadores y Patafísicos «Antístenes» agrupa las siguientes organizaciones: Coordinadora para la promoción de los Títeres de Cachiporra · Asociación por la beatificación de Al Jolson · Grupo Escolástico y Patafísico «Alfred Jarry» · Banda de música de Burao · Coordinadora para la Protección del Legado de SM. Fernando VI · Foro Libertario-Hermético «San Francisco de Asís» · Nueva academia Neoplatónica · Escuela de magia de El Congo · Coordinadora por la extinción de la práctica Deportiva Redacción y Administración Compromiso de Caspe, 113 · 6º D 50002 Zaragoza (España)

Paco Rallo. Zaragoza, 1955 Desde el año 1971 viene dedicándose profesionalmente al mundo del Arte, que compagina con el Diseño Gráfico desde 1989, sin establecer entre ambas facetas ninguna diferencia. Es miembro fundador del Grupo Forma (1972–1976), colectivo artístico militante dentro de las tendencias más vanguardistas de la década de los 70: junto con los otros miembros de este grupo, preparan revistas experimentales y manifiestos conceptuales y organizan novedosas exposiciones, así como happenings y performances en plazas y calles de Zaragoza (Acciones desesperadas) dentro de las tendencias del Arte Povera y el Body Art: entre otras, cabe reseñar: Estudios sobre el color negro, Espectáculos renovables, Montajes ambientales en espacios inhabitables e Investigaciones de arte y zoología. Su contribución al mundo del arte y del diseño gráfico se completa con textos publicados en libros y catálogos y su participación en numerosas presentaciones y mesas redondas como jurado o experto en arte y diseño. Ha promovido también publicaciones en calidad de asesor, realizando trabajos de comisariado de exposiciones, así como de documentalista. En el ámbito de la enseñanza ha impartido cursos, talleres, y seminarios de arte y de diseño en España y en México. Museos que poseen obra de este artista: Museo Nacional Reina Sofía, Madrid. Museo de Arte Contemporáneo del Valle de Hecho (Huesca). Museo de Dibujo Castillo de Larrés (Huesca). Museo de Teruel. Museo del Grabado Español Contemporáneo de Marbella (Málaga). Museu d’Art Jaume Morera, Lleida. Disseny Hub Barcelona «Gabinet de les Arts Gràfiques» Museu de les Arts Decoratives, Barcelona. MUVIM. Museu Valencià de la Il·lustració i de la Modernitat, Valencia.

Delegaciones Zaragoza · El Congo · Brasilia · México D.F. · Dublín Santiago de Chile · Madrid · Los Angeles · Buenos Aires Burao · París · Valladolid · Moscú · Valencia Maquetación y Diseño José Manuel Nevado Deposito Legal: Z–1967–2009 ISSN: 1889–545X

[Todas las secciones fijas de El perro blanco así como su contenido son consensuadas en cada número por las distintas agrupaciones y representantes de las mismas. Los integrantes de El perro blanco y sus editores no se responsabilizan de las opiniones y afirmaciones. No aseguramos que la revista responda a las colaboraciones no solicitadas. ] Si lo desean pueden remitir sus textos por correo postal a la dirección: Libros del Innombrable Avda. Compromiso de Caspe, 113 50002-Zaragoza Att. Revista El perro blanco O bien, al correo electrónico: edicion@librosdelinnombrable.com


editorial> por Juan Fยบ Nevado

Mujer estrella


Entrada>

Carlos Barbarito Carlos Barbarito, nació en Pergamino, Argentina, el 6 de febrero de 1955. Su obra literaria comprende quince libros de poesía y dos de crítica de artes plásticas. Premios y distinciones: • Premio Fundación Alejandro González Gattone. • Premio Fondo Nacional de las Artes. • Premio Dodero de la Fundación Argentina para la Poesía. • Premio Bienal de Crítica de Arte Jorge Feinsilber. • Premio César Tiempo. • Premio Raúl Gustavo Aguirre de SADE. • Mención de Honor Leopoldo Marechal. • Mención de Honor Carlos Alberto Débole. • Gran Premio Libertad. • Premio Francisco López Merino. • Premio Hespérides. • Premio Iparragirre Saria • Mención Plural de México. • Mención honorífica Concurso de Literatura de la Ciudad de Buenos Aires. Figura en: • Breve diccionario de autores argentinos desde 1940. • Inventario Relacional de la Poesía en Lengua Española 1951-2000, de Juan Ruiz de Torres y José Javier Márquez Sánchez. • ABC de las artes visuales en la Argentina • Diccionario de autores argentinos. Sus textos sobre arte y literatura y su obra poética están traducidos, en parte, al inglés,al francés, al portugués, al catalán y al holandés.

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Poemas de…

CarlosBarbarito Poesía inédita QUÉ

EFICACIA TIENEN EL PERDÓN, LA PIEDAD...

Qué eficacia tienen el perdón, la piedad. El andén desde donde supe partir es barrido ahora por el viento -arrastra papeles, colillas, no mucho más que eso-. Qué contiene bajo su ala cada hora del día y de la noche, no consigue alzarse del suelo hacia éste u otros soles; una vez nos fue concedido un nombre y por ese único nombre nos llamaron, luego vino el olvido, después del enésimo plato en la cena de las cenizas cuando lo vasto se volvió breve y lo breve se convirtió en infinito. Qué perdón para la casa y quien la habita, qué piedad para el que anda ciego bajo las lluvias de estrellas; como animales nos guiamos por el olor y cuanto huele, a leche o a sangre, en vez de orientarnos nos extravía. Qué revelación esperar, qué chispa en el cobre. La palabra metida en una ampolleta guardada bajo cien llaves: en qué momento hablar, en cuál hacer silencio para oír, antiguo e inmenso, el mar.

Y

YO,

¿QUÉ

LLEVO, OCULTO, DENTRO DE MÍ?...

Y yo, ¿qué llevo, oculto, dentro de mí? ¿Un pez ciego, aplastado por el peso, solo en el abismo? ¿La piedra de la locura, un jardín devastado, una presa que huye del depredador o del fuego, un bufón que no hace reír a nadie? ¿Un oscuro drama que persiste, clavado con clavo de bronce, una antigua risa que no alegra, un ala de ave sin el ave puesta en un plato? ¿Qué llevo, qué contengo, qué me habita? ¿Por qué el día con su noche me imanta hacia la grava, lejos de toda belleza, los cien soles, las nebulosas? 6


DÓNDE

ESTUVO EL ERROR

-SE

PREGUNTÓ-...

Dónde estuvo el error -se preguntó-, en el principio, tal vez, en el momento de la brutal separación. Tal vez. En el momento en que el primer pescador arrojó la red y supo que es el aire lo que ahoga al pez. En un extremo, el bullente sueño y, del otro, la aquietada vigilia; a aquello que el día pugnaba por asignarle celeridad y carmesí, la noche lo fijó y agrisó, disipó en el frío la fiebre. No el rostro, la máscara. Y bajo la máscara, el hueso. A dónde encaminar los pasos. A quién ofrecerle olor y lágrima. Por qué la explicación y no el fuego. Por qué el fuego en lo remoto. Por qué la explicación en vez de traernos prosperidad nos disminuye. El vino se volvió vinagre sin haber sido nunca del todo vino. Las ruedas, luego del primero y único giro, quedaron trabadas en el barro.

Carlos Barbarito

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JuanCarlosDávalos Nacido en Madrid un 4 de diciembre del año 1968 en el seno de una familia trabajadora de clase media. Es el mayor de 2 hermanos, aunque tuvo otro al que no logró conocer al fallecer con 1 año. Su niñez transcurrió en el barrio madrileño de Lavapiés. Barrio castizo del Madrid antiguo por antonomasia, ese Madrid de zarzuelas, chulapos, verbenas y barquilleros al son de los organillos. Ha participado en las restauraciones del Palacio de la Aljafería, La Seo de San Salvador, el foro de Cesar Augusta y de las torres del Pilar. Extrovertido e inquieto con los problemas sociales actuales, forma parte de varios grupos solidarios en la redes sociales. Miembro de la Asociación de Poetas y escritores latinos, de la Unión Hispanoamericana de escritores y de la Fundación Alas de gaviota para la difusión de la poesía. Colabora en varias revistas literarias. Es también miembro de la Asociación de Escritores Noveles. Aunque no hay ningún libro suyo publicado, gracias al apoyo de la fundación Alas de gaviota y a su fundador Jorge Banda, se está ultimando la edición de su primer poemario, que se espera salga al mercado en un par de meses.

Cuatro Poemas NIEBLA A veces, abandono la atalaya donde me poso. Despliego la amplitud de las alas de un verso y sobrevuelo el diáfano mundo que me rodea. Sus calles escupen una densa niebla. Que todo lo inunda devorando principios. Quizá sea el vaho de las lágrimas de mi alma, lo que empaña el cristal de mi corazón Pero ya no reconozco estos valles. Esas gentes. Volveré al santuario donde escondo el nido. Y esperaré a que se disipe por fin. Espesa y maldita niebla...

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Poesía


TUS

OJOS, MI ABISMO

Negros tus ojos bellos. Como la suerte al danzar conmigo. Azabache cubierto en párpados. Como carbón, brasa mi vida vuelven. Noche envolviendo miedos. Negros. Tinte de corazón roto. Oscuro objeto de deseo. Como la negra pena de no tenerlos. Y aún así... los sueño.

SENTIRSE

ENAMORADO

Me encanta sentir la sensual caricia del roce de tus labios al posarse en mí. Tu cálida piel, ese laberinto terso en donde ocultarme a recitar mis versos. ¿Y tu ternura?; ¡ay, tu ternura!; inefable virtud que llena mi alma de paz y quietud. ¿qué más pedir puedo?. Que nunca me faltes mi niña bonita, que mi alma, chiquita… se muere de duelo. 9


EL

AMOR NO ES DUELO

No duele el amor, el amor embruja; duele el desamor que a morir empuja.

No duele aquel verso que enamora el alma, duele aquel recuerdo que el dolor ensalza.

No duelen los besos de tus suaves labios, duelen los excesos... y los desagravios.

Me duelen abrazos por que ya no tengo, tus cรกlidos brazos... y me estoy muriendo.

Juan Carlos Dรกvalos

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ÁngelaIbáñez

Guión-cine

Escritora y artista plástica aragonesa. Used (Zaragoza). Crear y comunicar son las coordenadas en que mueve su vida y su obra. Cualquier herramienta es válida para transmitir la emoción del instante, si llega a su destino, en una visión del ser humano completo y renacentista. Compagina su actividad creativa: literatura, edición, cine, escultura, fotografía, pintura, con el periodismo, la gestión cultural, el comisariado y las nuevas tecnologías. Su obra literaria aparece en distintas revistas y antologías. Yin, El Pelo de la Rana, Malvís, Poesía en el Campus, 4 CATS, MH. Mujer de Hoy, Heraldo de Aragón, Árbol de fuego (Venezuela), Keraunia (Italia), Cruz Ansata (Puerto Rico). Literaturen Vestnik. (Bulgaria). Revista da Academia Brasiliense de Letras. (Brasil), El Meridiano Cultural. (Colombia), El Armario (suplemento cultural del periódico El Occidental), Méjico. Traductora del portugués de AH! (Antología personal) de Fernando Mendes Vianna, cotraducción con el autor. Su obra ha sido traducida al inglés, italiano, búlgaro, portugués. Ha participado como invitada en distintos Encuentros y Simposios Internacionales, literarios y plásticos, en España, Italia, Cuba, Méjico, Uruguay… El viaje como arte, interior y exterior. http://angelaibanez.blogspot.com

Cuadro con retrato de cine dentro

Autoretrato

1. RIVERA RÍO PIEDRA. EXT. DÍA Orilla izquierda (dirección del agua) del Río Piedra llena de guijarros. Ruido de agua que corre. ÁNGELA, una mujer menuda de mediana edad, se coloca una gorra negra en la cabeza, mirándose en el reflejo del agua del río, en un remanso entre las piedras. Hay humedad y hace frío. Entra en el río, con el agua casi a la cintura lanza la caña de pescar. Tira el sedal y lo recoge. Lo repite y lo lanza cada vez más lejos. Saca de la chaqueta un paquete de Ducados. Enciende con parsimonia un cigarro. Da un par de caladas. El sedal se mueve con intensidad. Tira el cigarro. Ha picado algo. Sujeta con fuerza la caña pero lo que sea se resiste a salir. Da un fuerte tirón. Con ímpetu una mojada fotografía (B/N) salta por los aires y brilla con la luz. ÁNGELA sale del río. Se sacude el agua que la empapa. Cuelga la foto en la rama de un abedul. Se seca la imagen al sol y aparece el color. 2. CASA ÁNGELA. COCINA. INT. DÍA En la pequeña cocina el reloj de la pared marca las 3. ÁNGELA tiene hambre (bosteza). Abre el frigorífico. Mira el gran vacío de la nevera. Saca del congelador 3 abultadas bolsas de plástico para cocinar. 11


En la puerta del frigo relee la nota escrita. CLASE A LAS 16H. TALLER GAZTAMBIDE. Mira el reloj. Tiene prisa. Duda. Abre el congelador y deja una bolsa. Pincha con un tenedor las 2 bolsas para que salga el aire. Pone la bolsa blanca en el microondas. Suena el timbre (RINGGG), la quita con los guantes de cocina y pone la bolsa negra. La saca al sonar el timbre (RINGGG). Mira el vapor que sale por los agujeros. Coge del armario superior una gran fuente de cerámica. Vacía el contenido de las bolsas en la fuente. El libro blanco y el libro negro, humeantes y tiernos están listos para hincarles el diente. 3. GALERÍA ABIERTA. SALA EXPOSICIONES. INT. NOCHE Galería de arte (100m2) vacía con paredes blancas. El suelo cubierto de papeles y telas que tapan un suelo rojo. ÁNGELA (de pie y de negro) camina, da pasos en la sala. Mide la distancia de un metro con los pies Saca un metro flexible del bolsillo del pantalón, se agacha y mide en el suelo un trozo de papel. Se levanta. Se pone las gafas. Coge un enorme trozo de tela roja (5m). Con unas grandes tijeras recorta la letra A, la letra N, la G, la E, la L, otra A. Coge un trozo de papel. Recorta, el 5 y el 1, números cada vez más grandes (1m). Los deja en el suelo. Se aleja de las letras y los números, se quita las gafas para verlos. Se sube a una escalera. Cuelga las letras en las paredes, llenándolas de rojo. Cuelga los números. Tapa puertas y ventanas. 4. HOSPITAL. CONSULTA MÉDICA. INT. DÍA Sala aséptica y fría de hospital. Cortinillas verticales junto a una ventana, tamizan la luz de la mañana e impiden ver el exterior. Sentada en la camilla de exploraciones ÁNGELA es auscultada por el MÉDICO. Hombre canoso (60 años) que se esconde tras las gafas y la bata blanca. ÁNGELA (Casi con vergüenza señala el corazón) Me duele aquí MÉDICO (Contundente) Imposible. El corazón no duele. ÁNGELA cabizbaja mira la placa identificativa del MÉDICO. En la parte superior de la misma aparece su nombre DR. MENTIRA 5. CASA ÁNGELA. DORMITORIO. INT. DÍA ÁNGELA sentada frente al escritorio trabaja en el ordenador. Revisa el correo. Imprime documentos. Emails que apila en la mesa junto a montones de cartas. Pone música (Tango «Gira»). Se levanta y da a unos pasos de baile por la habitación. Abre el armario y saca del fondo una vieja maleta de cuero. La pone sobre la cama y la abre. Separa las correas y sacude el interior. Da otros pasos de baile. Coge las cartas y emails del escritorio. Llena la maleta con ellos. Cierra lentamente la maleta. Se sienta y escribe en el ordenador. Enciende un cigarro. Imprime un documento y lo coge. Sacude y sopla un poco el papel. Se pone el abrigo y coge la maleta. Sale por la puerta con el billete de avión en la mano. Ángela Ibañez Guión realizado y seleccionado en el Taller de Guión y escritura cinematográfica de M i ch e l Ga z t a m b id e . SGAE, Fundación autor y Ayuntamiento de Zaragoza. 2009

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Sección dirigida por Alicia Silvestre

Voces

de Brasilia y VIII Nicolas Behr

Nicolas Behr (Nikolaus von Behr), Cuiabá, 1958. En 1977 lanza «Yogur con Harina», en mimeógrafo, vendiendo 8.000 ejemplares. En 1978, tras escribir «Gran Circular», «Cáscara de Guayaba» y «Té con Porrazo», fue preso y procesado por «porte de material pornográfico», siendo juzgado y absuelto al año siguiente. Hasta 1980 publicó 10 libros mimeografiados. A partir de ese año pasó a trabajar como redactor en agencias de publicidad. En 1982 ayuda a fundar el Movimiento Ecológico de Brasilia, la primera ONG ambientalista de DF. El 1986 comienza a trabajar en FUNATURA – Fundación Pro-Naturaleza – hasta 1990. Co-autor del libro «Palmeras en Brasil». A partir de 1993 publica en poesía: «Por qué Construí Braxília». En 2008 su libro «Naranja Selecta – poesía escogida – 1977 – 2007» fue finalista del Premio Portugal Telecom de Literatura. www.nicolasbehr.com.br

I

el árbol crece sobre el suelo de la página

la palabra se fija en la tierra árbol y palabra ambos enraizados en mí

II

persona non grata a mucha honra

incluya mi nombre en la lista de los que nunca serán invitados

III

señores turistas me gustaría insistir una vez más en que en estos bloques de apartamentos viven incluso personas normales

IV

papá, mira la estatua ¡es juscelino kubitschek! ¿es un superhéroe? ¡sí! ¿entonces dónde está su espada?

Orujo de naranja

V

VIII

VI

a partir de ese día me abandonen, no me lean más

el ministro y sus lame-culos aprecian el paisaje poderoso que macula el horizonte en las profundidades de las selvas donde viven los poetas disfrazados de árboles y diptongos se alimentan de la nada y de todo lo que la imaginación descompone

VII

dicen las malas lenguas que nosotros, poetas, somos las antenas de la raza dígase de paso: que las lenguas están mudas los poetas muertos las antenas apagadas

y la raza en extinción

habrá un día en que escribiré poemas profundos de largas páginas llenas de imágenes exóticas, distantes, hablando de cosas incomprensibles

si me escondo tras la máscara de las palabras no vale así no juego más

IX BROMITA

el libro invisible con poemas sin palabras de páginas transparentes de los poetas inexistentes forma parte de la ficción real del lector dudoso y del crítico liviano encantado con el plagio original

X POESÍA, PROSA Y PROZAC la trilogía de la auto–mistificación busca la fórmula de la felicidad química

viva JK héroe civil de brasil

Diálogo con Erik, a los 3 años de edad 13


XI

que nadie lea estos poemas

que nadie los comente conmigo

que apenas digan en voz baja cuando me vean pasar por la calle «aquél es aquél»

XII HOW TO SHIT IN A FOREST

qué frustrante es vivir en sociedad

¿te has dado cuenta? las reglitas… el cuerpo social en movimiento, ¿te has dado cuenta?

principalmente por la mañana temprano todo el mundo yendo a trabajar ¿existe algo más frustrante que el trabajo?

lo bueno es ir desnudo por la selva comer frutos silvestres y cagar allí mismo observando a los descompositores - escarabajos peloterosdestruir su más fina obra

XIII

somos nosotros los que deberíamos curvarnos en reverencia tener corteza para protegerte nosotros somos los que deberíamos escribir poemas para ti ser el verde de tu clorofila respirar por ti, ser tu pulmón izquierdo nosotros somos los que deberíamos darte sombra ser el árbol de tus deseos nosotros somos los que deberíamos plantarnos a tus pies ser tu suelo, tu tierra prometida nosotros somos los que deberíamos cortarnos en sacrificio incendiarnos por dentro para calentarte nosotros somos los que deberíamos embellecer los bosques

nosotros somos los que deberíamos ser para ti el árbol de la vida

XIV

ser para servir servir para vivir vivir para ser árbol

me sirve este follaje me queda bien este tronco

¿de cuántas cortezas preciso para desnudarme?

XV

las hojas son raíces contrarias el árbol enraiza en el cielo quien planta un árbol al poco también se entierra se eterniza

XVI

un paisaje sin árboles es como un mar sin caballos

flores caen y ocupan el suelo de la mañana

algunos árboles son imperceptibles a simple vista arrancar este poema enraizado en el libro

1kg de semillas contiene 2kg de esperanza

altura de 20 ipés sumergidos ríos de palabras corren entrelíneas ¿para qué un monumento si en la plaza ya hay árboles?

Nicolas Behr

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Sección dirigida por Andrés Rubio

Artes plásticas Pinturas de…

JuanLuisBorra

Por la secreta escala disfrazada (100x120cm) 15


La mascara de Melpomene(114x162 cm) 16


En el Cafe (60x90cm) 17


AndreaGonzález Poesía

A n a t h o Viaje y quiebre de un cuerpo II Esto no es ciencia, ni quiere serlo. Es un viaje imaginario por el quiebre de un (mi) cuerpo. Que a su vez puede ser el cuerpo de Hana Que a su vez, puede ser el cuerpo de cualquiera

ojos Primer Intermedio (Del lat. oc lus). m. Órgano de la (re)vista en el hombre y en los animales. Sus vidrios invisibles se derriten cristalizadamente Y miran de día y de noche su crisálida interna La miran con lupa de murciélagos Con córneas, retinas y pupilas Ambos, hermanos conectados con el mundo Abiertos, cerrados, con párpados imperfectos A veces no ven Otras ven seres invisibles Algunas,lo ignoran Jugando a la ceguera por olvido Jugando a la ceguera por demencia Ya que contienen cuévica dependencia en sí mismos. 2 AM «Sigo siendo Hana y no. Hoy, que es domingo, me he puesto una venda en los ojos y decido que seguiré así durante todo el día. La oscuridad se ha adueñado de mi mirada. Miro al frente y la noche se ha perfilado ante mí como un ángel que me absorbe la luz y los colores. Ciega estoy, por decisión propia. Sólo mi linterna apolillada, la que nace del alma, es la que me alumbra a medias». Andrea González

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Filosofía

Sección dirigida por Antonio Muñoz Ballesta

El valeroso Ben Bal–lesta reivindicando Al–Andalus dedica la presente novela a Don Quixote (del cristiano joven casi judío y erasmista Cervantes) Capítulo 5 O de cómo Don Quixote era sabuquista, de Oliva Sabuco, de los Sobucos manchegos - filósofos renacentistas eutrapeliacos especialmente autores de Nueva Filosofía de la naturaleza del hombre, no conocida ni alcanzada de los grandes filósofos antiguos, la cual mejora la vida y salud humana. Compuesta por Doña Oliva Sabuco.1 En dos lugares (los bolsillos) de la capa que llevaba puesta el ecdótico2 Francisco Pobre por su cabezota pensante penetró la tela marinera de los anfitrioneslos manuscritos de Sabuco. Dijo que no tenía cuerpo en su meditación, que su alma y su cerebro (no se puede leer bien en el papiro)- «no han dado en la delicada mancha o clave de los Sabuco: Don Quixote era sabuquista, incluso en el Argel aquél conversó y conversó». Paco Rico, el pobre, sin embargo, tiene que decir de Cervantes- que «era un cristiano muy de la vieja guardia» ¿civil o roja? (Vete tú a saber el motivo de la mentira ¿ira?) – «Que no se entera el Paco, pues Cervantes», me dice el Quixote de su autor - «era cristiano viejo por miedo a la IncaSecesión, cuando era, en realidad, muy joven y erasmista y si te apuras o enfermas de ánimas, hasta Sabuquista, de Miguel y Oliva Sabuco». Lo que coincide con el papiro, me piro - Por lo que- si quieres comer, Francisco, Rico, olivas negras: ¡Cómprate una cabra! «El Fernando el Rojas también hacía lo mismo con su Celestina Tina Turner del pico-esquina plena de orinas del Santi3 S, que no de Fox4. Iben AraVí, en su tumba de Damasco, lee El valeroso Ben Balesta por quinta vez y lo entiende: Libertad colectiva para Sir-Ya! Los mozos lo leen en Homs entre las balas del viejo dictador que manosea la obra de

Damasco- asco le debería dar a las damas- y al ajedrez. Me dan asco los dictadores. No se engaña Ibn Ara-bis cuando comenta al sepulcro vecino que la obra compuesta de Antonio Muñoz B. se celebrará y entenderá de Veras en Vera en el siglo XXIII. Ben Bal-lesta lo dejó escrito: «Y como se reformó el plan de estudios de España cuando Rajoy ganó las pseudoelecciones democráticas del 20-N, los niños de la segunda mitad del siglo XXI, pudieron leer todas las mañanas las obras completas de Cervantes, Erasmo de Rotterdam, Tomás Moro, el Arcipestre de Hita y Góngora y Nicolai Leskov, con lo cual se pudo descifrasear su obra genital o genial…» Se sabe también por lo que escriben las hermanas literatas que Ben Bal era amigo de todos ellos porque eran los mejores y no al revés ellos amigos de él como decía Paco Pobre de Marías y Puértolas y añadían ellas: «escribes por escribir porque escribes para nadie» a lo que respondía siempre Ben que - «sacaran al Santi S, perrito negro colmillero, saltarín de sofá, en un trono de Doña semana pa’ que cagara en los picoOliva Sabuco esquinas del Al-Amiio aunque fuera por la semana santa alemana5». Francisco, digo, supo, en cambio, que Sabuco era Oliva, la filósofa y no Miguel, el letrado médico: Oliva Sabuco, manchega como Quixote, compuso, como Platón, diálogos de filosofía moderna aunque no heliocéntrica; era bachillera; comentarista lista de conversos conversando con Pedro Simón Abril; de temas científicos y naturales tramados con estilo conciso propio de la décima musa como Lope Vega la bautizó; ¿Cómo ser felices?- Salud y buena conversación ( eutrapelia), disfrute de la música y la naturaleza- ¡A Schopenhauer le hubiera encantado!

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Y también controlando las pasiones y las emocionales ! Francisco Pobre puedes repasar estas obras sobre la Sabuco: de Rosalía Romero en 2008 un libro sobre Oliva Sabuco (1562-1620): filósofa del Renacimiento español, editado por la Junta de Castilla-La Mancha (2008). El mismo año, la editorial Manuscritos ha reeditado el libro de Eduardo Ruiz Jarén: Oliva Sabuco: filosofía y salud (con prólogo de J. Biedma). Virginia Ferrer, profesora de la Universidad de Barcelona, ha escrito en 2008 una novela, Recuerda Mundo (Barcelona, ed. Sirpus), donde recrea creativamente el mensaje ecologista, irenista y armonista, de la autora alcaraceña- Oliva Sabuco era Dulcinea y el Quixote Cervantes ¡Ese es el gran secreto del Quixote! Cervantes encontró un papel en Toledo con la historia de Don Quixote y Dulcinea y como Miguel, el padre de Oliva, se atribuyó su autoría! La autora real del Quixote era Oliva ¡Si quieres saber del Quixote, Paco¡ Cómprate una cabra! «Un envidioso entra en una farmacia: «¿tiene Usted pastillas contra la envidia?»- Sí; y, entonces murmura «será cabrón» El bachiller Miguel Sabuco y Álvarez, padre de Olivia Sabuco, ejerció la profesión de boticario y fue elegido procurador síndico, y nombrado letrado. No recuerdas Paco el pasaje del Quixote en el que dilucida la medicina, higiene y filosofía, demuestran una suma de conocimientos y una sagacidad poco comunes, especialmente la teoría sobre la manera de atajar las epidemias, las observaciones sobre la circulación de la sangre, la localización del alma en el cerebro, la distinta acción de la sangre de la substancia nerviosa, y su original estudio de las pasiones, todo con total independencia de criterio y posición lógica. Las ideas de Sabuco pueden ser consideradas como «precursoras del gran médico francés M. F. Bichat, y el segundo gran hito para la ciencia española de mayor influjo en la renovación humanista barroca desde Miguel Servet» - Y su polémica con Calvino en Ginebra! Notas 1.– «Dos epístolas nuncupatorias, cinco diálogos (dos científico-filosóficos y tres sobre medicina) en castellano y dos opúsculos en latín. La primera es una «Carta dedicatoria al Rey Nuestro Señor»; la segunda, dirigida al ilustrísimo señor Francisco Zapata, es la «Carta en que pide amparo y favor contra los émulos de este libro». Siguen cinco diálogos entre tres pastores-filósofos, Antonio (que representa la opinión de la autora), Rodonio y Veronio, y un médico, nombrado doctor, en los tres diálogos sobre cuestiones médicas. El controvertido autor, sea quien fuere, ataca la medicina tradicional de Aristóteles, Hipócrates y Galeno, considerando que está errada y debe ser superada. Coloquio del conocimiento de sí mismo, que trata sobre medicina y psicología, brindando normas sanitarias y espirituales para evitar las enfermedades y prolongar la vida. Se concibe al hombre como un microcosmos y sus estados fisiológicos y mentales, innovadoramente, se explican a través de los afectos y el sistema nervioso: estima 20

que existe una estrecha conexión entre mente y cuerpo, de forma que un malestar psíquico puede originar uno físico, incluso una enfermedad o la muerte, con lo que resulta precursora de la Psicosomática. Además intuye la existencia de una sustancia neurotransmisora, lo que plagiarán de ella después ilustres médicos ingleses, situándose en estos conceptos por encima de autores como Descartes que proponía como alternativa unos supuestos espíritus animales para la transmisión nerviosa. También considera la musicoterapia y la higienización como métodos útiles de curación y recomienda la eutrapelia. El segundo es Coloquio en que se trata la compostura del mundo; se trata de un amplio tratado de Filosofía de la Naturaleza y de Cosmología; todavía se defiende el geocentrismo a pesar de que la teoría de Copérnico ya era conocida. El tercero es el Coloquio de las cosas que mejorarán este mundo y sus repúblicas y trata sobre la construcción del estado y presenta maduro contenido renovador en lo políticosocial. Coloquio de los auxilios o remedios de la vera medicina. es un breve tratado, de carácter heraclitiano: la transitoriedad del día feliz y del día desdichado, la idea de que el ser humano no es siempre uno ni siempre el mismo, que sus condiciones cambian según sus afectos, ideas expuestas con el fin de evitar sus sufrimientos. Vera medicina y vera filosofía, oculta a los antiguos, compuesta en dos diálogos, que, pese a su título, es uno solo. Se propone este diálogo dos fines: demostrar que «la medicina que se usa» está equivocada en sus principales fundamentos, y mostrar al mundo la verdadera medicina, para poder evitar la muerte temprana o violenta. Dicta brevia circa naturam hominis, medicinae fundamentum. Compuesto en latín, este opúsculo es una colección de adagios o dichos breves sentenciosos sobre la naturaleza del hombre como raíz de la medicina. Vera philosophia de natura mitorum, hominis et mundi, antiquis oculta. Como su título indica, se trata de un estudio sobre la naturaleza de los mitos, del hombre y del mundo, oculta a los antiguos»Wikipedia dixit. 2.– La ECDÓTICA es «la ciencia que tiene por cometido editar textos de la forma más fiel posible al original o a la voluntad del autor, se refiere a la eliminación de errores de transcripción. Para ello se vale de ciencias auxiliares como la codicología, la paleografía y la filología. Las ediciones que se realizan con criterios ecdóticos se denominan ediciones críticas o ediciones filológicas. Los escribas cometían errores o alteraciones cuando copiaban a mano los manuscritos. Dada una o varias copias de un manuscrito, pero no la original, la crítica textual pretende reconstruir el texto original tan cercano a como sea posible. La ecdótica es de singular importancia para la edición de textos transmitidos de manera fragmentaria o incompleta, cuyo original puede haber desparecido, y de los que sólo poseemos copias que a menudo difieren entre sí. Se aplica a la reconstrucción de textos que han sido deturpados por el paso del tiempo, la tradición manuscrita, la pérdida de originales, la ausencia de copias fiables, etc. Desde este punto de vista, la ecdótica puede considerarse la arqueología del texto» según el texto de Wikipedia. 3.– Santi es el perrito negro de C. Eulalia, economista del Alamillo, autora de Refutaciones de la Teoría General económica y Objeciones a la acción humana de Von Mises, obras que revolucionaron la ciencia económica en el año 2025 de tal forma que desde entonces no se han producido crisis financieras ni económicas de importancia y que supuso el fin del desempleo en todo Occidente. 4.– Fox es el perrito corgi de Antonio Muñoz Ballesta. 5.– Santi tiene un hermano perrito abandonado en España pero que acogieron en Alemania. Aquí todo pulgas, en Germania todo mimos y juego: el paraíso para los perros es Alemanía. ¿ También para los «perros» judíos ? Eso es ya otro Cantar de los cantares. Antonio Muñoz Ballesta


Poesía Sección dirigida por José Antonio Conde

Antón Castro

Antón Castro nació en Santa Mariña de Lañas-Arteixo (A Coruña) en agosto de 1959. Hacia 1978, también en agosto, llegó a Zaragoza, y aquí empezó su carrera. Por azar y por pasión por el periodismo, entró el uno de julio de 1987 en El día de Aragón, que le cambió la vida. Luego pasó a El Periódico de Aragón y más tarde, en mayo de 2001, a Heraldo de Aragón. Ha publicado libros de cuentos, de entrevistas, biografías, libros de retratos, y dos novelas. Uno de sus libros preferidos es Aragoneses

ilustres, ilustrados e iluminados (DGA, 1992), que ilustró Cano. Autor de más de una veintena de libros individuales, es un apasionado a la fotografía. Inventó a Patricio Julve, ese fotógrafo ambulante y semiciego que apareció en El testamento de amor de Patricio Julve (Destino, 1995, 2000; Xordica, 2001), en Golpes de mar (Destino, 2006) y en Fotografías veladas (Xordica, 2008). Es autor de dos poemarios: Vivir del aire (Olifante: La Casa del Poeta) y El paseo en bicicleta (Olifante, 2011). 21


Poemas de…

AntónCastro

ELOGIO DEL DESNUDO A Laia Vaquer y Hugo Roglan, fotógrafos del cuerpo y del paisaje con árboles, harina y nieve Te observo desde el vacío del tiempo. Desde antes o después de haberte intuido en la carne trémula de un desnudo. Te vi, antes de verte a ti, en una foto. Creo que no había nadie en la sala. Sonaba una música de violín. No tardó en desatarse la tormenta. Afuera, el atardecer de agua y viento copiaba el resplandor de tus imágenes. Era un día de otoño castigado de melancolía desapacible. Te miré fijamente: aquí las líneas del cuerpo, la piel más blanca que oscura; allá las nalgas, los pechos, los hombros armoniosos como arpa adormecida. Y en el centro de un árbol, incendiados, tus ojos de mar, claros, levantiscos, con un centelleo de picardía. Hice por conocerte. Por amarte. Recuerdo aquel día: de sol, de risa, de plenilunio luego en la verbena. Alguien me dijo: «Esa será la artista de tu vida. No dejes que se escape». Aquí estoy desde entonces. A este lado. Como un amanuense de tus imágenes. Como un testigo de las estaciones. Me muestras los cuadernos de bocetos, los dibujos, la violencia del sueño, y sobre el papel, entre la maleza, surges como una escultura o un paisaje. Veo lo que anhelas. Gritas. Disfrutas. Te buscas y te persigues. Arañas las sombras del espanto, te desvistes. Actriz de ti misma. Actriz principal y de reparto en medio de la fronda y la mansedumbre gris del celaje. Te contemplo, me someto y navego tu belleza centímetro a centímetro. Cuando dices, ya, mírame bien, mírame, disparo. Y así sales: desnuda, viva, desde el fondo de la tierra que tiembla. Ese limo perplejo que fecundas. Ahí estás para mí, por ti y por todos: la diosa transfigurada en la nieve. El cuerpo que acaricio cada noche. 22


BARRAL A Diego y Jorge Rodríguez Gascón Para todos era Barral. Barral el solitario, que no iba a la escuela ni trabajó nunca, el loco de atar, el joven extraño que conocía el misterio de las mareas y el corazón de los pistilos. El extraño Barral que, de repente, impartía una lección sobre los caballos extraviados en el monte o sobre el penúltimo plan urbanístico municipal. Barral, el que se enfadaba con las lluvias de agosto. Barral, el profeta: siempre sabía quién iba a ganar en el fútbol, en el baloncesto o en el ciclismo. Eran los años de Merckx, de Van Impe, de Poulidor. Eran los años en que Fuente y Ocaña se odiaban y pugnaban sin descanso en todas las montañas. Nadie sabía más de ciclismo que Barral, que tenía una hermana anchurosa de caderas como una odalisca, la mejor promesa de felicidad y de tentación para pecar cuando solo se tienen quince años. En el bar o en las noches de tertulia en el campo Barral imponía sus conocimientos: de bicicletas, de estrategias, de holandeses y belgas, de escaladores franceses y españoles, de contrarrelojistas como Anquetil. Cuando se le agotaban las historias —y era capaz de recordar los equipos, Molteni, Peugeot, Kas o Bic, y el estado civil de todos los corredores: Coppi, casado, había perdido la cabeza por Giulia Occhini, la «Dama blanca»— se alzaba una voz: «Y de tu hermana ¿qué nos vas a decir?». No decía nada. Cuando se lo preguntaban por tercera vez sabía que era el momento de irse. Se subía a su bicicleta de carreras y cruzaba el pueblo en dirección a su barrio. Su débil dinamo temblaba a lo lejos como si tuviera miedo. Un día, tras explicar la derrota de Merckx ante Thevenet, oyó: «¿Qué nos cuentas de tu hermana, Barral?» Dio un paso al frente y encaró a Vituco y a Lista, que no le hacían sombra ni en las cuestas ni en el llano. «Mi hermana se casa con el cabo de la Guardia Civil, que es de Toledo y sobrino de Bahamontes, el que ganó el Tour cuando vosotros nacisteis.» Casi nadie pensó que era una invención. Barral, el sabio, el cuerdo Barral no sabía mentir. Dos meses después nos mostró una fotografía con su cuñado, con el ciclista y con su hermana, que nos pareció a todos más explosiva que nunca. A veces me pregunto cuál de los dos, Barral o ella, era el auténtico ídolo de nuestra adolescencia.

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LAS LETRAS DE UNA VIDA A Ignacio Martínez de Pisón Aquel viajero no tenía historia. Su nombre, un amor desgraciado, el esplendor de una casa señorial con matacanes, el jardín cercado por viñedos y perales: todo lo había perdido. Es como si se hubiese sepultado en vida. O como si por pura obstinación, por el deseo contumaz de ser otro, empezase a vivir ahora, cuando frisaba el medio siglo. Borraba el pasado adrede y se zambullía en un presente impredecible. Siempre le gustaron las ruinas, las hiedras que crecen a su albedrío, lo que es puro despojo o escombro del ayer y no convoca siquiera un pálido recuerdo. Contempló el paisaje desabrido, el musgo, las simas donde alguna vez hubo un nido de sargantanas y decidió quedarse. Se convirtió en un ermitaño acodado en una ventana abierta al infinito. Eso era Peracense, con su castillo, la tierra rojiza y el paisaje que se abría como un abanico de seca luz hacia el horizonte. Allí comenzó su gran tarea, la única porfía que le otorgaba certidumbre a su retiro. Cuando declinaba el sol, releía su página, las palabras que le había puesto al día: águila real, desfiladero, mi corazón aprisionado en esta dulce soledad, murallas donde fenezco y resucito. Cada jornada escribía una página; sin darse cuenta acumuló mil páginas, mil estampas, cien mil palabras, la evocación de una odisea interior. Esa era su única tarea: inventarse una existencia, atrapar al vuelo las letras de una vida oculta. Al final de sus fatigas, harto de borradores que se parecían a murciélagos de tinta, harto de haber transcrito en tantas hojas los colores del poniente, las gamas azules del firmamento al mediodía, quemó los folios, los signos que le enumeraban los peldaños de una nueva biografía. Creyó que todo se reducía a una única palabra, a un único gozo: respirar. Respirar. Y decidió desaparecer casi como había vivido. Clandestinamente. Saltó por los aires hacia la hondonada rumorosa, donde más tarde o más temprano iba a ser pasto de los buitres y del olvido, que es el tránsito más inapelable del pretérito. Antón Castro

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EzequíasBlanco

Relato

(Paladinos del Valle–Zamora, 1952), es Licenciado en Filología Románica por la Universidad de Salamanca. Ejerce como catedrático de Lengua y Literatura españolas en el I.E.S. Matemático Puig Adam de Getafe (Madrid). Desde hace veintidós años dirige la emblemática revista independiente de creación ilustrada Cuadernos del Matemático. Ha publicado los siguientes poemarios: Limitación del vuelo (Salamanca, 1979); En medio del desierto (Ediciones Libertarias/Prodhufi, Madrid, 1996); Archivo de imágenes-Imágenes de archivo (Devenir, Madrid, 1999); Palabras de la Sibila (Lobohombre Ediciones, Madrid, 2000); Los caprichos de Ceres, (Ayuntamiento de Manzanares, Ciudad Real, 2004); Objetos del amor lejano (Colección «Las patitas de la sombra», Madrid, 2005). Construirte un abismo (Asociación Cultural «El Zurguén», Salamanca, 2008): Una ceja de asombro (Huerga&Fierro, Madrid, 2010). También tiene publicados dos libros de relatos: Memorias del abuelo de un punk (Del Oeste Ediciones-Los libros del Oeste, Badajoz, 1997) y Tienes una cabeza apuntando a tu pistola (Huerga-Fierro, Madid, 2009) ; las novelas: Tres muñecos de Vudú (Del Oeste Ediciones-Los libros del Oeste, Badajoz, 2001) e Islandia, 2004 (Lobohombre Ediciones, Madrid, 2007). Y una edición crítica de Las aventuras de Pinocho (Edelvives, Zaragoza, 2004).

Un Cristo saliendo del armario A alguna mente lúcida de las que nos gobiernan y de las que tanto velan por nuestro bienestar se le había ocurrido que ese año había que hacer un exhaustivo inventario de todos los enseres en los Centros Públicos de Enseñanza de la Comunidad de Madrid. D. Evencio acogió la noticia con desinterés y pensó: «los libros no los lee nadie, las casetes y las cintas de video no las utiliza nadie, los CD, CDR y DVD es posible que algún joven, a ninguno he oído que las use, y los demás somos «cibertorpes», no acabamos de cogerle el tono a la canción ni siquiera los que más presumen de lo contrario…» Como a la mayoría de sus compañeros, realizar aquel inventario le parecía una estupidez, una pérdida de tiempo innecesaria. No estaba en desacuerdo con hacer un inventario, pero sí con el absurdo modo en que estaba planteado porque parecía que se trataba más de que los profesores estuvieran ocupados haciendo que trabajaban que trabajando. La efectividad y la finalidad del trabajo parecían ser lo de menos. Las clases, como siempre, lo menos importante. Pero, en fin, esto para D. Evencio, que llevaba más de treinta años en el cuerpo, ya no era ninguna novedad y, para él, las clases seguían siendo lo más importante. Cogió las hojas modelo Excel que había que rellenar y se dirigió a su Departamento. Abrió la puerta con la llave, previamente tuvo que apretar, con una navajita que siempre lleva en el bolsillo y que delata su origen campesino, los tornillos de la manija para que no se le cayera (faena que realizaba cada vez que tenía que entrar en tal recinto y suponía que a sus compañeros les pasaría lo mismo aunque ignoraba qué método emplearían para el apretado de tornillos: ¿uña, destornillador, black&decker…? (Se inclinó por la uña en mayoría absoluta). Empujó la puerta y el chirrido de los goznes le recordó, como todos los días –varias veces al día- el de alguna puerta del Castillo del Conde Drácula. Cerró la puerta y tuvo que repetir por dentro la faena de la navajita. Miró a su alrededor y una sonrisa maliciosa apareció entre sus labios al contemplar, grosso modo, los enseres por los que tanto interés mostraba la Administración: tres sillas de pala con las que, a menudo, tropezaban sus piernas a la altura de la mitad del fémur –aquella parecía ser su principal y única misión. Detrás de las sillas, una pizarra inaccesible de grandes dimensiones que parecía estar allí sólo para tapar algún defecto de la pared y para sostener, en el falso cajón donde normalmente reposan las tizas y los cepillos de borrar, un ridículo mechero blanco. Probó D. Evencio y el mechero funcionaba. Se apoyó en la mesa de escritorio y olvidó 25


una vez más que aquella cojeaba. Dobló un cartón y lo metió debajo de una de las patas, a modo de cuña. Se incorporó y contempló el arreglo con satisfacción. Se fijó ahora en los dos tablones de corcho algo combado para anuncios: en uno había pinchadas setenta y tantas tarjetas de representantes de editoriales y un chiste de Forges sobre la decadencia de la educación; en el otro, las estadísticas de resultados de «Destrezas y Conocimientos Imprescindibles» –a quien se le hubiera ocurrido tal título debía de ser un obseso sexual, devoto de los adminículos japoneses, y ya habría que haberle cortado la cabeza- de alumnos de la ESO por Centros, entre Centros y desde Centros públicos y privados de la Comunidad de Madrid. D. Evencio pensó: «en las democracias la estadística también es un medio de comunicación». Siguió. Los dos radiocasetes daban mucha pena porque estaban muy heridos y figuraban en la lista de mutilados de guerra: a uno le faltaba la palanquita de cambio de radio a tape y también había que meterle la navajita o la llave para efectuar la mutación; al otro le quedaban, desde la guerra civil, en la tecla del play las vendas de celofán que algún@ enfermer@ le hubiera puesto y que a estas alturas del siglo XXI hacían unas aguas de colores y unas irisaciones preciosas, sobre todo a contraluz. Reparó ahora en un aparato de TV de catorce pulgadas con dos cuernos de uno 30 centímetros, que siempre había visto desenchufado, y se dijo: «voy a probar a ver». Metió el enchufe en un enchufe, le dio al botón de arranque y un aroma a polvo quemado, que es muy parecido al del cuerno, inundó el recinto, pero de imágenes, nada de nada. Subió el volumen y lo que salía del aparato le recordaba el sonido de las cerandas o cribos en las eras de su pueblo, pero sin ritmo, sin vida, con una monotonía insoportable. Desenchufó. Nunca había reparado en el mueble en el que estaba apoyado este pequeño aparato: una sólida estructura metálica que se elevaba desde el suelo desde unas ruedas y a la que alguien había decidido añadir unas tablas de chopo, para sostener el aparato de TV, que debieron pertenecer al lavadero de su abuela porque hacían ondulaciones y tenían impregnado, junto a otras manchas, el color jabonoso característico de aquellos utensilios… Se miró las manos D. Evencio y, en un primer momento, su hipocondría le llevó a pensar que estaba mutando a la raza negra porque las manos se le habían vuelto de un gris oscuro áspero. Enseguida reparó en que el estado de sus manos se debía a la capa de polvo que actuaba como conservante de aquellas reliquias. Sacó su caja de toallitas de limpiagafas antiempañantes y antivahos, biodegradables, químicas-ecológicas, trabajamos por un mundo más limpio, excipientes alcohol y perfumes, mantéganse fuera del alcance de los niños, nettoyant lunettes, spectacles lens cleaner, glareiniger, toalhitas limpia oculos, salvietta pulizia occhiali, agradable perfume, no marca las huellas, para todo tipo de lentes… Y volvió a sentir el tacto. Mientras efectuaba esa faena, se dirigió al ordenador y a la impresora: «al menos el equipo informático no era anterior a 1995. Bueno, la pantalla, vete tú a saber». Y le dio por seguir el cable de conexión a internet que iba oculto por detrás de una fila de libros haciendo curvas, vueltas y revueltas. «¡Joder…!» -se dijo D. Evencio. «Si parece la comba de Polifemo». A unos siete metros del aparato, había un agujero en la pared por donde se escapaba el cable al aula de informática. «¡Acabáramos…! Por eso la mayoría del tiempo nuestro ordenador no tiene conexión a Internet». «Se ve que alguna palanca al otro lado, la impide». «En fin, ya no tengo que llamar a Iker Jiménez porque este misterio ya está resuelto». «¡La madre que me parió!». Esta exclamación salió de la voz media de D. Evencio en el momento en que le dio por hacer un cálculo aproximado de los libros que tenían que catalogar (Editorial, Autor y Título, Editorial, Autor y Título, Editorial, Autor y Título…). Según ese cálculo, hecho a ojo de buen cubero, habría allí unos tres mil títulos.

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Estaba entrando en desmoralización nuestro protagonista cuando de la esquina de un armario le pareció que le chistaban muy bajito. Se detuvo a escuchar… Y se acercó sigiloso a donde su oído le indicaba y abrió mucho los ojos en ademán expectante. Por una rendija asomaba el brazo de metal de un Cristo. D. Evencio, se agachó, concentrado en el esfuerzo de oír, acercó su oreja al Cristo y oyó un hilillo de voz: - Ayúdame, por favor. Se separó, como un resorte y, desde lejos, dijo: - ¿Qué te ayude a qué? - A salir del armario. Desde 1975 estoy intentando salir y esto es lo que he conseguido. - Espera… No te importará esperar un poco más… Abrió la puerta del armario de par en par: - Pero, bueno, si estás hecho un Cristo… - Soy un Cristo. - Ya, pero estás desclavado y sólo tienes media corona de espinas y te falta un dedo del pie. - De los esfuerzos que he hecho para salir del armario. - Espera. D. Evencio volvió a sacar de su cartera las toallitas limpiagafas y le quitó al Cristo el polvo que tenía por todas partes, mientras el otro se quejaba de que sentía mucho frío. Y bisbiseaba no sé qué de «Elí, Elí…» - No seas quejica, hombre. Después de haber pasado por lo de La Pasión… ¿Será posible? Te limpio bien y después te llevo a casa en mi cartera porque, aunque no somos muy creyentes, somos buenos samaritanos. Y el destartalo que tienes te lo arregla mi mujer en un pispás. ¿…que no te lo crees? Ya verás lo manitas que es con el bricolaje. Al día siguiente, cuando con resignación, cuando sin esperanza y sin convencimiento, abrió el ordenador para empezar a rellenar la hoja Excel de los autores y títulos de libros que le tocaban, se quedó con los ojos como platos al ver que aquella ingrata labor parecía haberse realizado sola y pensó: «¿a ver si va a ser verdad lo de San Isidro…?» Y puso todo su empeño en que en la hoja de inventario de enseres figurara la baja de un Cristo metálico, justo después del alta de un extintor. Ezequías Blanco

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FranciscoEnríquez

Fotografía de Francisco Enríquez Muñoz

Mi inocente hija No recuerdo si fue lunes o sábado Bueno, el caso es que aquel día, cualquiera que éste haya sido, yo salí temprano de la oficina, ajá, sí, como a las seis de la tarde Luego, una media hora después, saqué las llaves, abrí las dos cerraduras de la puerta metálica y entré a mi casa Exclamé YA LLEGUÉ YA LLEGUÉ por aquí, por allá y por acullá, y nadie acudió a saludarme Deduje que no se encontraba ninguna de mis dos mujeres, ni mi esposa de cuarenta veranos ni mi hija de diecinueve primaveras. Quién sabe adónde se habían ido, pero pensé que ambas se tardarían en regresar Mejor dicho, deseé que ambas se tardaran en regresar Me gustó la paz y el silencio Pero hacía mucho calor Así que abrí las ventanas y empecé a quitarme la ropa También puse en funcionamiento el ventilador del techo Y enseguida me acosté en el sofá de la sala, completamente desvestido en la penumbra De pronto, se abrió la puerta del baño y, ¡zas!, vi a mi hija también en pelotas que acababa de bañarse ahí, y ella me vio a mí y gritó y casi se desmayó Entonces, tras ella, emergió un musculoso tipo negro, cuya cabeza estaba totalmente rapada y cuya estatura alcanzaba fácilmente los dos metros, que sólo llevaba puesto un arete dorado Mi hija permaneció de pie, sumida en la práctica de ese legendario arte femenino de cubrir los pezones y la unión de las piernas con una equis de los brazos El negro me arrojó una mirada dura, de dos piedras, de esas que serían capaces de tumbar cocos Me agarró del pene y, desplegando mi navaja para rasurar con la diestra, vociferante explicó que me lo iba a cortar, que me iba a matar, que me iba a morir, y yo me puse a llorar, ajá, sí, a llorar y supliqué una y otra vez que no me hiciera nada, que se llevara todo lo que quisiera, que vaciara la casa entera, que se robara hasta los focos, pero que me dejara el pene en el mismo lugar y morir de viejo, que, por favor, por Dios, por la Virgen, por lo más quisiera en esta vida, no le causara ni el más mínimo daño a mi inocente hija, que no se atreviera a tocarla ni con el pensamiento o me las iba a pagar, conocería cara a cara al asesino sádico que llevo dentro, me vengaría de la forma más dolorosa posible, y, desesperado, aterrorizado, me puse a gritar AUXILIO SOCORRO VEN SUPERMAN, BRUCE WILLIS, JESUCRISTO, VENGA ALGUIEN Y AYÚDEME En ésas estábamos cuando mi hija ordenó YA DÉJALO YA DÉJALO ES MI PAPÁ ES MI PAPÁ YA DÉJALO YA DÉJALO YA y el negro aquel me soltó el pene, colocó mi navaja para rasurar sobre la mesita de centro de la sala y me dijo perdón señor creí que usted era un ladrón a algo peor ya ve que hay mucho loco suelto en esta ciudad pero ay empecemos de nuevo permítame presentarme soy fulano de tal el novio de su hija y yo suspiré hondo hondo y le dije hola mucho gusto. Francisco Enríquez Muñoz 28


Música

Cuando más necesitamos vivir, nos perdemos buscando una Música que resalte ante nuestra resplandeciente máscara. Nos atormenta la idea -me pregunto por qué las ideas siempre nos deben atormentar- de no poder huir de la necesidad, casi impuesta, de tener que seguir el rastro, inequívoco, de la buena Música. Desearía entablar una conversación, a ser posible agradable, a partir de las mentiras. Ellas son fascinantes, por el simple hecho de que son insustituibles. Son puro líquido, se deshacen en la boca y en el conocimiento. Somos poetas porque nos seduce la mentira. Somos poetas porque nos fascina el sentimiento que nunca llegará a ser realidad. El de morirnos a cada instante y recibir un fragmento de rabia. No fuimos compositores porque estos son aquellos que no supieron vivir mintiendo, mintieron en su elección. Nos hemos pasado la mayor parte de nuestra vida subiendo y por supuesto bajando escaleras. La subida era casi siempre aparatosa, pero las bajadas, esos descensos angustiantes, eran suaves, acariciando el por-venir. ¿Será debido al pánico que nos fabrica la Mentira? Somos hijos de mentiras, descendientes de los nuevos vicios. Estamos hechos pedazos, deseosos de poder verte para pedirte que aniquiles nuestro miedo. ¡Suéltame! Acaricia mi

Sección dirigida por Joan Pere Bonfill (Soler) Gil

Buscando el final

rastro. Apártate para que pueda contemplarte. Molestas. Sugieres, pero invades aquello que te posee. Cierto es que somos capaces de aprovechar aquello que no se nos da. Mentira tras mentira. Juegas y juegas a desmentir todo aquello que es justo. Necesitamos ayuda, necesitamos indiferencia. Enfilamos los senderos del sonido y nos encontramos con Sinfonías adulteras, despedazadas, sin ninguna gota de sangre que pueda padecer. Todos mentimos, desde una historia inoportuna hasta la contaminación de… Tengo prisa, prisa en mentir, en creer que el poeta sirve para nada. Dejemos la poesía en paz y dediquémonos a mentir de verdad, a asumir que el sonido es reproche, es sutilidad sin fin. Hagámonos inservibles y sentiremos una oscuridad que esperará a que las ventanas puedan reflejarla. Busca, busca y encontrarás las frases más inadecuadas para expresarte. Qué diferente puede ser la tempestad cuando no advierte, cuando no sufre por el dolor que causa a sus calles. ¿Qué puedo hacer si con solo dos versos puedo mentir? No me atreví a revisar esa Sinfonía. La perdimos en un viejo bosque, de cuyos árboles se descolgaban las mentiras que se desperdiciaban por los suelos, como frutos podridos e imperecederos. Busco el final. Busco La Música. Busco la Mentira. Lo recogeré todo. Joan Pere G. Bonfill (Soler)

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RubénFernández Nacido en La Granja, Segovia el 18 de junio de 1969. Empecé a escribir con siete años, ganando un accésit al premio nacional de poesía José Rodao (1976), ganándolo al año siguiente. Mi primer trabajo fue de corresponsal de La Granja para El Adelantado de Segovia cuando tenía 15 años. Estudié Imagen y Sonido en la UCM y un Postgrado en Investigación, Planificación y Compra de Medios, sector al que desde entonces me dedico profesionalmente. En 1998, con 29 años comienzo a viajar, viviendo primero en Lisboa y más tarde en Argentina y Chile, mi país de adopción en el que he pasado la mayor parte del tiempo desde el año 2000. En este tiempo he asistido a talleres literarios en Madrid y Buenos Aires, adoptando estilos de escritura latinoamericanos, y muchos términos de la vida diaria. En este tiempo he estado colaborando con El Adelantado de Segovia a través del Blog «Postales Transandinas» perteneciente a «Segovia desde fuera» de dicho periódico. En la actualidad dirijo la revista www.lamarcha.cl. Sigo escribiendo en mis ratos libres, y mi objetivo es publicar un libro de poesía y tener una columna en un periódico. Mi sueño, vivir de lo que escribo. Soñar es gratis.

Poesía

Epistolario gris Te escribo esta canción porque me dueles bajo el diafragma. Porque me picas en los párpados y me encierras en mí mismo cerrando mis oídos. Porque me robas las horas de sueño que extraño todo el día, porque me acorralas en la soledad de mi desesperación y porque me proyectas en una pared vieja a punto de caerse te escribo esta canción. Porque sufro te escribo. Porque nunca he sabido encender tu sonrisa ni darte un cuerpo sin taquicardias, sin temblores ni miedos, porque no he conseguido nunca hipnotizar tu hipocondría. Por la insuficiencia de mi persona para ser tuya te escribo. También te escribo porque no tenemos arcoiris, porque sigo empeñado en verte azul cuando eres malva, en darte verde y verde cuando suplicas blanco, y porque me regalas toneladas de granate. Y yo quiero turquesa y verde manzana. Te escribo porque quiero y parece que no puedo, porque rezo y parece que no creo. Te escribo porque el mar está lejos y nunca va a venir, y nunca va a notar si voy a verle. Puedo escribirte coplas, bachatas y alegrías pero te escribo a sangre rebañándome el hueso porque el mal me devora y me deja vacío como un alma con cáncer, como un muerto. Pero aún así te escribo, por las sábanas blancas que vuelan sobre el pasto, por las puestas de sol y los arroyos, las lágrimas… en fin, pero aún así te escribo. Porque te quiero. Rubén Fernández 30


g£ok alkkbo Traducción de Francisco J. Uriz

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