Level Magazine Jun/July 09 Issue

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carta del editor Junio/Julio 2009

odría contar la historia. Podría decir que un día recibí una llamada del hombre de la página de al lado. Un tipo que, sin conocerme, me habló de un proyecto editorial que tenía en la cabeza y que quería sacar adelante. A decir por su voz, este hombre emanaba una sola cosa: pasión. Recuerdo que me dijo “Solo tengo el nombre –Level Magazine– y muchas ganas”. Podría contar alguna anécdota. Podría decir que el Director de Arte de este proyecto fue mi amigo del colegio. Que hace más de diez años escribíamos artículos de humor para el periódico escolar y diseñábamos afiches para las fiestas de bachillerato. (Unos afiches, por demás, bastante deplorables). Podría agradecer a todas las personas que le creyeron al proyecto y se sumaron. Podría hablar, uno por uno, de todos los miembros de este equipo. De lo mucho que me inspira su talento. De lo mucho que admiro su trabajo. Podría decir que estoy completamente convencido de que juntos estamos construyendo. De que, juntos, somos un mensaje. Podría hablar de algunas lecciones que me ha dejado esta experiencia. Podría hablar, por ejemplo, del valor de la independencia. De lo sano que resulta no estar sometido, por no decir arrodillado, a las presiones del mercado. De lo bonito que resulta hacer algo por convicción, más que por “vender” o porque “así es el mundo”. Porque si así es el mundo, en Level preferimos replantearlo.

Podría hablar del compromiso y de la responsabilidad. Podría decir que, como seres humanos, aún tenemos absolutamente todas las batallas pendientes, por no decir perdidas. Y que por eso mismo nos corresponde, no solo despertar, sino pelearlas todas, con respeto, eso sí, pero sin temor y sin descanso. Podría hablar de Latinoamérica. Podría decir que somos una misma nación compuesta por muchísima otras, atravesada por una misma historia de exclusiones y de rechazos. Que nuestra máxima riqueza es nuestra diversidad. Que nuestra pobreza es, en efecto, nuestra pobreza. Nuestra incapacidad para reconocernos y valorarnos. En fin. Podría hablar de esto y de mucho más pero estoy corto de espacio. Por eso, tan solo me limitaré a decir que si un primer año de vida es memorable, es porque indica que aún queda toda una vida por delante. Así las cosas, seguiremos trabajando.

A los de este lado de la página, aplausos. A ustedes, los de allá: gracias. Realmente, fue un hermoso año.

Nicolás Vallejo-Cano Editor

© miguelgomez

Ideas sueltas para un discurso imaginario


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