Juventudes en Perspectiva: Juventudes leonesas bajo la lente de la investigación

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V.- La violencia de género Masculinidades juveniles.

por lo tanto, sería un acto no sólo ilegal sino también socialmente sentenciado. En cambio, atacar a jóvenes no es mal visto, incluso muchas personas lo demandan y justifican porque argumentan que andan en malos pasos o que “algo estarían haciendo”. En este punto retomamos la manera de representar a los jóvenes como chavos banda y drogándose, aun cuando en las indicaciones no dimos ningún detalle de cómo eran ni qué hacían. ¿Por qué lo hicieron así? Hablamos entonces del imaginario colectivo. Nuestra ruta argumental fue que las vivencias compartidas por un grupo de personas generan nociones y opiniones comunes, lo cual va conformando al imaginario colectivo. Éste se compone de hechos reales, como la experiencia vivida por la mayoría de ellos con respecto al abuso policial, al mismo tiempo que de prejuicios que se generalizan hasta naturalizarse, como la idea de que joven es igual a problemas y drogas. De este modo se justifican una serie de acciones y eventos sin que importen los hechos reales. Es relevante señalar que los únicos en saber las indicaciones y los personajes fueron quienes actuaron en cada obra, mientras que los demás debieron poner atención en todos los detalles y sucesos. De este modo, al no utilizar la voz ni elementos extras como disfraces, las claves que tuvieron para reconocer fueron los movimientos, las actitudes y el desenvolvimiento de las acciones. A partir del imaginario colectivo se rellena información que no está o no se conoce con certeza, como cuando los policías corrieron tras un grupo de jóvenes sin tener evidencias de que cometían actos delictivos. Un detalle que sirvió para explicar esto fue que, al correr, un joven tomó del piso una botella de refresco aplastada, y sin hacer ningún ademán en especial todos coincidieron en que era una pistola e incluso que la disparó contra el policía. Este ejemplo mostró de qué manera estuvieron rellenando la información con nociones prestablecidas provenientes del imaginario colectivo. Incluso en la representación en que los policías se acercaron con buenos modales, todos dijeron en un primer momento que habían llegado agresivos y no fue, sino hasta repasar la escena con más detalle, que reconocieron que no había sido así. Hasta aquí vimos que la actuación violenta de los policías contra los jóvenes en las colonias no está basada en una autoridad legal ni legítima, ni sólo en una superioridad física real, sino que en ellos se conjuntan una serie de elementos como su uniforme, su papel como representantes de la ley en las calles, su número y, en especial, la complicidad social. Con estas ideas mostramos, coincidiendo con Foucault (1991), que el poder se trata de una relación social de dominación que depende de las condiciones específicas en que se encuentra cada uno de los sujetos (pp. 112-117). La intención última de esta reflexión fue colocar a los jóvenes en una situación de desigualdad que les hiciera sentirse frágiles, vulnerables y con una máquina social de violencia en su contra, de modo que pudieran sentir empatía con los efectos de la violencia masculina. Retomamos entonces las situaciones antes representadas. Sobre la primera, todos coincidieron que quien caminaba era una chica, a pesar que nadie quiso actuar como una.

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