LOGíSTICA
Brasil
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cómo no organizar
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El torneo que comienza este 12 de junio será sin duda un éxito deportivo. Los aficionados vibrarán con las estrellas y los equipos, pero habrá que ver si los brasileños logran olvidar que pagaron de su bolsillo la Copa del Mundo más cara de la historia. Por: Alejandro Pino Calad @PinoCalad
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Hemos perdido una oportunidad para demostrarle al mundo lo que somos capaces de hacer en este país”. Esta frase, pronunciada por Carlos Alberto Parreira, miembro del cuerpo técnico de la selección pentacampeona del mundo, recoge el sentir de millones de brasileños, pues hay cosas que el fútbol, por más que brille, no puede ocultar. En 2007, cuando se hizo oficial que Brasil iba a ser sede del Mundial número 20 en la historia, todo fue fútbol: desde ese día se habla de la revancha de la mejor selección de la historia que perdió el único Mundial que organizó en el ya lejano 1950, se ha planteado la batalla entre Messi, Cristiano Ronaldo y Neymar, y se ha especulado que España o Alemania podrían acabar con esa racha que ha impedido a cualquier selección europea ser campeona en América. Nadie duda de que la Copa del Mundo en Brasil será un éxito deportivo, pues tiene todo para ello. Nadie que sepa de fútbol se atreve a discutir lo emocionante y bueno que es para el deporte de la pelota jugar un Mundial
en Brasil. Nadie se atreverá a discutir jamás la espectacularidad de tener a todos los equipos que alguna vez fueron campeones mundiales en un mismo torneo. Pero, a pesar de eso, está la frase de Parreira que vale la pena repetir, pues millones de brasileños lo hacen: “Hemos perdido una oportunidad para demostrarle al mundo lo que somos capaces de hacer en este país”. ¿Por qué miles de brasileños protestan en las calles lamentando que su país organice el Mundial? ¿Por qué un país donde el fútbol es como un dios, tiene que realizar la mayor inversión de todos los tiempos para organizar algo que debería ser natural?
EstE Es El nEgocio, socio Sin duda, para cualquier país es un honor que la FIFA le entregue uno de sus certámenes, pero a la vez esto se convierte en una soga al cuello para su economía, pues la lógica de estos eventos es