Imitacion de Cristo

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No sea tu paz en la boca de los hombres, que si pensaren bien o mal de ti, no serás por eso diferente del que eres. ¿Adónde está la verdadera paz y la verdadera gloria sino en mí? El que no desea contentar a los hombres, ni teme desagradarlos, gozará de mucha paz. Del desordenado amor y del vano temor nace todo desasosiego del corazón y toda distracción de los sentidos.

CAPÍTULO XXIX Cómo debemos rogar a Dios y bendecirle en el tiempo de la tribulación Señor, sea tu nombre para siempre bendito, que quisiste que viniese sobre mí esta tentación y trabajo. No puedo huirla; mas tengo necesidad de recurrir a ti para que me ayudes y la conviertas en mi provecho. Señor, ahora estoy atribulado y no le va bien a mi corazón; atorméntame mucho esta pasión. Y ahora, Padre amado, ¿qué diré? Estoy rodeado de angustias. Sálvame de esta hora, adonde he llegado para que seas tú glorificado, cuando yo estuviere muy humillado y fuese socorrido por ti. Pléguete, Señor, de librarme; porque yo, pobre, ¿qué puedo hacer, y adónde iré sin ti? Dame paciencia, Señor, también esta vez. Ayúdame, Dios mío, y no temeré por más atribulado que me halle. Y ahora entre estas congojas, ¿qué diré Señor? Que se haga tu voluntad. Yo bien merecido tengo ser atribulado y angustiado. Aún me conviene sufrir, y ojalá sufra con paciencia hasta que pase la tempestad y haya bonanza. Poderosa es tu mano omnipotente para quitar de mí esta tentación y amansar su furor, porque del todo no caiga; así como antes lo has hechos muchas veces conmigo, Dios mío, misericordia mía. Y cuanto a mí es más dificultoso, tanto es a ti más fácil esta mudanza de la diestra del Excelso.

CAPÍTULO XXX Cómo se ha de pedir el auxilio divino, y de la confianza de recobrar la gracia Hijo, yo soy el Señor que conforta en el día de la tribulación. Ven a mí cuando no te hallares bien. Lo que más impide la consolación celestial es que demasiado tarde vuelves a la oración; porque antes que estés delante de mí con atención, buscas muchas consolaciones y te recreas en las cosas exteriores. De aquí viene que todo te aprovecha poco hasta que conozcas que yo soy el que salvo a los que esperan en mí; y fuera de mí no hay ayuda que valga, ni consejo provechoso, ni remedio durable. Mas cobrado aliento después de la tempestad, esfuérzate con la luz de las misericordias mías; porque cerca estoy, dice el Señor, para reparar todo lo perdido, no sólo cumplida, mas abundante y colmadamente. ¿Por ventura, hay cosa alguna difícil para mí? ¿O seré yo como el que dice y no hace? ¿Adónde está tu fe? Está firme y persevera; está firme y perseverante; el consuelo a su tiempo vendrá. Espérame, espera, yo vendré y te curaré. La tentación es la que te atormenta, y el vano temor el que te espanta. ¿Qué aprovecha tener cuidado de lo que está por venir, sino para tener tristeza sobre tristeza? Bástale al día su trabajo. Vana cosa es y sin provecho, entristecerse o alegrarse de lo venidero, que quizá nunca acaecerá.


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