La Voz 03-01-13

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OPINIÓN

ARIZONA

VIERNES 1 DE MARZO DE 2013 EN EL MUNDO SE DICE:

EDITORIAL

LA RENUNCIA DE BENEDICTO

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a iglesia católica ha vivido en estos días un hecho absolutamente infrecuente. El papa Benedicto XVI anunció repentinamente su renuncia, cosa que no se registraba desde que en 1415 Gregorio XII hizo lo mismo. Es decir, debieron pasar 598 años para que un jerarca máximo del catolicismo decidiera alejarse de su cargo. La decisión de Benedicto ha estado rodeada de encontradas opiniones y numerosas hipótesis acerca de la causa real. Su declaración de que “es necesario el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que en los últimos meses ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado”, es, para muchos, cierta pero incompleta. Y no es este el espacio adecuado para discutir las razones de su renuncia, un tanto porque

carecemos de los elementos necesarios para hacerlo y no vamos a entrar en el terreno de las especulaciones, y otro tanto porque sabemos que una gran cantidad de nuestros lectores son católicos que miran con respeto y veneración la figura papal. Sin embargo, no es un secreto que la Iglesia Católica, como institución, ha vivido etapas recientes de enorme controversia a causa de los reprochables hecho de abuso infantil y pederastia en que han incurrido numerosos sacerdotes. No pocos le reprochan al Vaticano la manera como ha enfrentado este escándalo. Como consecuencia de ese y otros hechos, el catolicismo está viviendo épocas de crisis, de reducción de feligresía y de debilitamiento de fe. Esas son situaciones que la Iglesia está obligada a enfrentar, a detener el daño y evitar que se sigan repitiendo los erro-

FEDERICO LOMBARDI, PORTAVOZ DE EL VATICANO

res cometidos. En ese sentido, la renuncia de Benedicto XVI pudiera estar abriéndole a la iglesia católica la oportunidad que necesita para resarcirse, para restituir su fuerza y para cumplir, sin temor a rechazos y reclamos, con el compromiso moral que tiene ante la humanidad. En una época de dudas, de debilitamiento de valores y ausencia de directrices válidas y confiables, la Iglesia Católica –en la persona de quien sea nombrado como su nuevo dirigente-, tienen la gran responsabilidad de guiar a la humanidad hacia un nuevo rumbo de valores humanos y espirituales necesarios para enfrentar los retos de una existencia cada vez más plagada de conflictos. Tenemos fe en que así será. Luis Manuel Ortiz Director Editorial luis.manuelortiz@lavozarizona.com

NOS FALTA MUCHA EDUCACIÓN Y TOLERANCIA

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e escandalosa, degenerada y peligrosa se ha tildado la ordenanza de la ciudad de Phoenix en relación a los derechos de personas transgénero que fue aprobada esta semana después de acaloradas discusiones y argumentos de grupos en ambos lados de la moneda. Con esta votación de 5 a favor y 3 en contra, Phoenix se une a por lo menos 166 ciudades a través de la nación que cuentan ya con una ordenanza similar para evitar la discriminación de las personas transgénero. Lo que ordenanza hará es evitar discriminación contra ese grupo de personas al utilizar un baño público. Entrará en vigor en 30 días a partir del martes 26 de Febrero. Antes de entrar en camisa de once varas vamos a dejar claro de lo que es una persona transgénero, que no es lo mismo que homosexual o gay. Según los expertos una persona transgénero es aquella que nació con el físico de un sexo pero psicológicamente se siente y se ve a sí misma como miembro del sexo opuesto. Déjeme se lo explico más fácil, un transgénero es un hombre que tiene físicamente el cuerpo de varón pero interiormente se siente mujer; o bien es una mujer que físicamente es una hembra pero se ve a sí misma como hombre. Ellos lo explican como estar encerrados en el cuerpo equivocado y nada tiene que ver con la orientación sexual. La gran controversia y oposición principalmente de grupos religiosos y padres de familia surge

a la posibilidad de que un hombre transgénero que se sienta mujer podrá utilizar los baños públicos de mujeres y en la gran mayoría de los casos estos hombres siguen teniendo sus genitales, su pene. La preocupación es por temor a que niñas que utilicen esos baños puedan ser dañadas física o psicológicamente. La misma preocupación existe en cuanto a las mujeres transgénero que se siente hombres y podrán utilizar los baños públicos para hombres; lo que se especula pudiera prestarse para dañar física o psicológicamente a varones menores de edad que compartirán esos baños públicos. Peor aún el que esta ordenanza pudiera ser utilizada por pedófilos que se hagan pasar por transgéneros para asechar a sus víctimas. Como madre de familia comparto la preocupación de muchos porque al igual que ellos pienso que no he sido preparada para educar a mis hijos sobre esta realidad que viven miles de personas en nuestras comunidades. Realidad que queramos o no existe sin importar nuestras creencias y prejuicios. Sí me preocupa que mis hijos compartan baños públicos con personas transgénero, pero a la misma vez les puedo asegurar que si una de esas personas transgénero fuera mi hijo o hija, haría todo lo que estuviera en mis manos para que no fuera discriminada, ni acosada. Nuestras creencias religiosas los condenan, nuestra sociedad se aferra a no aceptarlos y nos olvidamos que queramos o no son

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nuestros amigos, vecinos, compañeros de trabajo y más cerca aún, son miembros de nuestras familias. Somos muy propios para condenar, criticar y juzgar olvidándonos de que el no estar de acuerdo con tal o cual estilo de vida no significa que nosotros estemos bien y ellos estén mal. No hay como estar en los zapatos de esa persona para entender la situación. La discusión de que si “nacen” o “se hacen” es igual a la del huevo o la gallina, ¿Cuál fue primero? La respuesta no la tengo al igual que estoy segura usted tampoco. Si es un degenere, si es problema de genética o solo elección de estilo de vida no lo sé ni soy quien para dar un veredicto en un juicio que no me corresponde. Lo que sí puedo hacer como madre de familia es educar a mis hijos sobre esta realidad, enseñarles a protegerse y estar siempre vigilante. Lo único que me queda claro es que nos falta mucha educación, tolerancia y amor como seres humanos que insistimos en seguir haciendo que nuestras diferencias nos dividan en vez de unirnos, pasa en cuanto a color de piel, nacionalidad, sexo y orientación sexual. Creo que nuestro creador se ha de sentir más que defraudado por nuestra inhabilidad de seguir con uno de sus mandamientos principales, amarnos unos a los otros y a esto le agrego el respetarnos. Mary Rábago. Conductora Noticias Univision Arizona. mrabago@univision.net

“Una vez que deje de ser papa, Benedicto XVI… seguirá usando los zapatos que le regalaron los mexicanos durante su viaje a México, que son tan cómodos y tanto le gustan".

TU CELULAR ES MALA COMPAÑÍA

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ada vez usamos más los teléfonos celulares. Pero al mismo tiempo se están convirtiendo en uno de los principales obstáculos de la comunicación interpersonal. Los celulares nos acercan con los que están lejos pero cada vez nos separan más de los que están cerca. Es difícil encontrarse a alguien estos días sin su teléfono celular. Lo tienen en la mano, como un sexto dedo, pegado a la oreja o brincando y sonando en la bolsa del pantalón. Casi nadie se quiere separar del celular. Es como si algo terrible pudiera ocurrir si suena o vibra y no lo contestan. Todos nos hemos sentido rechazados cuando, en la mitad de una conversación, alguien prefiere contestar su teléfono en lugar de ignorarlo. El mensaje es claro: el que está lejos me importa más que tú. Si platicas con alguien que no suelta su celular sabes que en cualquier momento puedes ser interrumpido. Vales menos que la próxima llamada. Estar en presencia de un celular significa no estar 100 por ciento en ese lugar. Estás pero tu atención está dividida. Esto lo entendieron perfectamente en el restaurante Eva, en Los Angeles, donde los clientes reciben un descuento del cinco por ciento si no usan su celular durante la comida. La participación es voluntaria pero, según un reporte del Huffington Post, cuatro de cada 10 clientes aceptan la oferta. El celular es mala compañía. Eso lo concluyó un estudio de la Universidad de Essex en Gran Bretaña que se preguntó cómo la simple presencia de teléfonos móviles afecta las conversaciones cara a cara. En uno de los experimentos dividieron a un grupo de 74 participantes en parejas. Ninguno de ellos se conocía previamente. La mitad de las parejas conversaron sin un celular a la vis-

ta. A la otra mitad les pusieron un celular en una mesita al lado. Les pidieron a todos que platicaran durante 10 minutos sobre un evento interesante que les haya ocurrido en el mes pasado. Los resultados fueron fascinantes. Las parejas que se conocieron sin la presencia de un celular reportaron una mayor cercanía y una mejor calidad de relación que aquellos que conversaron con un teléfono móvil a la vista. Un segundo experimento confirmó que la gente se tiene más confianza y comparte más cosas personales cuando no hay un celular al alcance. Esta es la conclusión del estudio hecho por Andrew Prsybylski y Netta Weinstein: “La evidencia de ambos experimentos indica que la simple presencia de teléfonos móviles inhibe el desarrollo de cercanía interpersonal y confianza, y reduce los niveles de empatía y comprensión de sus parejas.” Es decir, la simple presencia de un celular obstaculiza la buena comunicación entre dos personas. Y si a eso le sumas toda la carga informativa y el valor afectivo que llevan nuestros celulares –fotos, teléfonos, secretos, datos confidenciales, claves…- está claro que es muy difícil comunicarnos con alguien en persona sin ponerle atención, también, al aparatito. La tendencia mundial es que hay una creciente migración de las computadoras y televisores a los celulares. Cierto, no podemos ver videos y leer documentos con la misma facilidad y claridad que en una pantalla más grande, pero eso es secundario ante la conveniencia de tener casi todo el mundo en la palma de mi mano. Por eso es absurdo el sugerir que no usemos el celular. Ya no podemos vivir sin él. Negocios, gobiernos y familias dependen de los celulares. Pero sí podemos marcar nuevos límites. Eso es lo que se desprende de los experimentos hechos en Essex. Y, por lo pronto, he hecho mis propias reglas. Cuando tengo cosas importantes que discutir prefiero hacerlo con los celulares en otro lugar. No hago ejercicio con el teléfono en la mano y llevo varias noches apagando los sonidos del celular. Cuando despierto, como ejercicio contra la adicción, trato de no checar el celular como primera actividad en la mañana. Intento que mi primer contacto del día sea con una persona y no con una máquina. Y puedo reportar con absoluta certeza que el mundo no se ha acabado y que mis niveles de estrés han bajado un par de rayitas.

¡RESPETO A TODOS!

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hoenix vive en estos días una situación que ha levantado ámpula en una gran parte de su comunidad conservadora y costumbrista, que no quiere darse cuenta de lo que hay más allá de lo que sus ojos pueden ver y que se niega a aceptar que ya el mundo es otro. La aprobación en Phoenix de la ley municipal que prohíbe

la discriminación de personas transgénero en la renta de viviendas, en el ingreso a lugares, etc., ha desatado protestas y comentarios adversos porque dicho reglamento también les permitirá a esas personas el ingreso a los baños públicos de hombres y mujeres considerados “normales”. Muchos han puesto el grito en el cielo… ¡Cómo compartir el baño de mujeres con un hombre-mujer y el de varones con una mujerhombre! En mi opinión es absurdo que en esta época se haga un escandalo de algo ya tan natural (nos guste o no) pues nadie

va a estar preguntando en los baños públicos quién es quién. Es ridículo y ofensivo para todo ser humano. Esta ley ha venido a crear alarma en una situación que ya existía, que no es nueva y a la que nunca le habíamos puesto atención. No estamos descubriendo el hilo negro ni nada que no existiera hace siglos; hoy simplemente la apertura mental ha dado paso a muchas verdades que siempre han existido, pero que estaban sometidas a miedos y tabúes, como el caso de la homosexualidad, que fue mantenida en la oscuridad total

hasta hace pocos años cuando los homosexuales empezaron a perder el miedo y temor al que dirán. No ha sido fácil entenderlo y aceptarlo porque muchos de nosotros fuimos educados de forma diferente. Con esto no quiero decir que cierro mi mente y la adaptación de mi pensamiento a lo que está enfrente de mi. Mi lógica y respeto por el ser humano es el mismo, lleve el nombre que lleve y la orientación sexual que prefiera. Y creo en verdad que todos debemos hacer lo mismo. El hombre es quien impone los reglas del juego, no la natu-

raleza. Creo en verdad que no hay nada de que preocuparse, y menos basar la educación de nuestros hijos en que no acepten los cambios como una la realidad. Esta ley de respeto al género ya ha sido aprobada en más de cien ciudades de Estados Unidos. Lo que tenemos que hacer, como padres responsables, es enseñar a nuestros hijos que, sea quien sea, y sea como sea, hay que respetar a todos. Victoria Ortiz. Periodista independiente. vickyram27@yahoo.com


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